El parque cerca a la escuela
Sofía tiene 16 años es una chica estudiosa aunque muy tímida. Característica que le ha servido para pasar desapercibida entre sus amigas. Sin embargo y a pesar del tiempo que pasó no logra olvidar lo que le pasó cuando era pequeña y cómo su vida cambió luego de conocer al señor Gómez..
Las horas pasan y Sofía no ha prestado atención a ninguna de sus clases. Uno de sus profesores acaba de llamarle la atención y es como si ni le importara. Su mente está lejos de ese salón de clases. Se pregunta si él estará esperándola como siempre afuera de la escuela.
Siente sus mejillas calentarse, está sonrojada y una leve humedad entre sus piernas se hace notar. No puede evitar aquel día cuando lo conoció, el hombre que cambiaría su vida para siempre, el señor Gómez.
Salía de la escuela con sus compañeras, aun era temprano y había tiempo de jugar en el parque de enfrente, ella eligió el columpio mientras sus amigas iban al sube y baja, estaba viéndolas cuando un hombre se sentó a su lado en el otro columpio, le pareció demasiado mayor para esos juegos pero no dijo nada y siguió balanceándose muy animada. El hombre empezó a moverse de forma extraña, no quería parecer una chismosa pero no pudo evitar ver de reojo al señor.
Estaba masturbándose.
Sujetaba su pene frotándolo de abajo hacia arriba, la venció la curiosidad y terminó volteando hacia el lado para ver cómo se tocaba. El señor parecía no incomodarse, al contrario empezó a frotarse con más rapidez para que ella lo viera.
El hombre le empezó a hablar, le pregunto y se le gustaba lo que veía. Sofía miro hacia otro lado avergonzada, pero el señor tomó su mano y la puso sobre su pene mojado. Ella lo miró a los ojos sorprendida, pero no quitó su mano, el hombre le dijo que necesitaba venirse y le pidió su ayuda para lograrlo. Eres tan linda… Podrías ayudarme y frotarlo por mi… Le preguntó. Sofía miro su rostro y parecía necesitarla. Su mano empezó a moverse sujetando su pene, el gimió y la animaba a seguir: vamos pequeña, lo haces muy bien, no pares, es la primera vez que alguien tan bonita me frotar el pene… No dejaba de decirle, sintió una sensación extraña en ese entonces, excitación, quería ver qué más podía lograr al seguirle tocando y apretó más, se sentía duro y mojado. Aahhh no pares pequeña sigue sigue apretándola más, si así se siente tu mano cómo se sentirá tu boquita… Al escucharlo Sofía se detuvo. El hombre pensó que habló de más y se arrepintió de decir esas cosas. Iba a disculparse para que ella continuara pero la vio levantarse y agacharse un poco para lamer la punta de su pene. Cerró los ojos para disfrutar del placer que su lengua le daba, reaccionó al darse cuenta que ese no era un buen lugar para que ella le diera sexo oral. La tomo de la mejillas delicadamente y levantó su rostro: Pequeña lo haces de maravilla pero si alguien nos ve tendremos muchos problemas. Miró sus mejillas sonrojadas y le dió ternura, besó sus labios y metió su lengua en su boca, ella respondió al beso, estaba excitada.
Quieres ir a mi casa? Le preguntó, ella dudaba, pero quería hacerlo sentir bien con su boca, mentira, realmente quería seguir lamiendo el pene de ese desconocido. No entendía por qué pero quería tener el pene de ese hombre en su boca y seguir disfrutando de ese jugo que goteaba de el. No lo pensó más y aceptó. El hombre se acomodó su pantalón y tomo de la mano a Sofía para llevarla a su casa, Sofía vio hacia sus amigas y estaban distraídas en los juegos, supongo que no importa si me voy sin despedirme, pensó.
Caminaron en dirección a su escuela, se sorprendió al notar que el señor vivía a unas cuadras de su escuela. Al llegar a la puerta de su casa el señor le preguntó si quería entrar o si se arrepintió. Ella, visiblemente nerviosa, solo atinó a posar su mano sobre el bulto de su pantalón y acariciarlo para responder. El hombre abrió la puerta y entraron, apenas la cerró, tomó a la chica en sus brazos para besarla mientras se bajaba el cierre del pantalón, ella tomaba su pene suavemente, lo sentía aun más duro, lo deseaba en su boca. Apenas se separó de sus labios se lo pidió: Puedo lamerlo como en el parque? El sonrió al escucharla, no imaginaba que alguien de su edad podría excitar a una pequeña de esa manera.
Claro que puedes, haz lo que quieras con mi pene, respondió. La guío hacia el sofá y abriéndose más el pantalón se sentó con las piernas abiertas, ella se acomodó entre ellas arrodillándose, tomó su duro pene como si de una paleta de caramelo se tratara y empezó a lamerlo, lamía todo el contorno y arrugaba y estiraba la piel que le cubría la punta de su pene, goteaba, lo que provocaba que no dejará de gemir.
Lo haces tan rico, bonita. Le decía mientras acariciaba su cabello. Sofía, dijo ella aún lamiendo, me llamo Sofía.
Encantado de conocerte Sofía. Puedes llamarme Gómez… Respondió entre gemidos, no aguantaba más iba a explotar y necesitaba sentirla más, no lo pensó y tomó su cabeza empujándola su pene dentro de su boca.
Tomalo todo Sofía, trágate toda mi leche, decía mientras la sujetó para que reciba todo en su pequeña boca y no se desperdicie nada. Sofía aguantaba, no entendía por qué pero escuchar su nombre de la boca del señor Gómez y que le dijera esas palabras tan sucias la hacia sentir muy excitada, esta sensación creció al sentir un líquido caliente y espeso llenando su boca. «Tómalo todo» era lo que él había dicho y ella no deseaba decepcionarlo, aguantó un poco más y tragó, era caliente y más espeso de lo que creía. Finalmente el señor Gómez la soltó y al hacerlo salpicó un poco de leche sobre rostro. Sofía aún tenía algo de leche en la boca, la tragó y mostró orgullosa su boca abierta. Acercó sus dedos a su mejilla y recogió las gotas de semen que le cayó, chupó sus dedos saboreando.
¿Te gustó mucho? Preguntó, mientras sentía su pene endurecerse otra vez. Sofía ya no lo veía a los ojos, su mirada solo estaba en su pene mientras seguía saboreando sus dedos manchados de leche, la pequeña quería más semen y él se lo iba a dar…
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