El tío abuelo III
Sobre como perdí la virginidad con un anciano discapacitado.
En esta ocasión quiero contarles como perdí mi virginidad. Mi mente en este punto me hacía sentir atrapada en una dualidad: por un lado me sentía culpable y depravada por los encuentros que había tenido en casa del tío a espaldas de mis padres, pensaba en si tal vez debía hablar con ellos, contarle a una amiga de confianza o visitar a un psicólogo, por otro lado esa culpa a secas se transformaba en placer culpable cuando me hervían las hormonas y me masturbaba, cada vez mi cuerpo pedía mas y yo intentaba calmarme y mantener la cabeza fría pero por mas que nos aferremos a nuestra razón, los humanos seguimos siendo animales y como tales esclavos de los instintos y en mi caso los instintos de ser penetrada ya no podían ser contenidos.
Es increíble como la sociedad nos enseña a reprimir y dosificar la sexualidad, tiene lógica, si nos entregáramos a la absoluta libertad sexual difícilmente querríamos trabajar y producir, y es esa misma represión la que le añade el condimento de “prohibido” a algunos actos lujuriosos y que los hace aún mas placenteros, en ese sentido yo me considero una adicta del voyerismo y la causa está probablemente en mi niñez. En aquella época la hermana de mi madre y su hijo, mi primo, tuvieron que vivir por unos meses en nuestra casa mientras solucionaban sus problemas económicos, tener cerca a mi primo fue una agradable experiencia a esa edad, ya que todo se aprende mas rápido estando acompañados y mejor si es por alguien de tu misma edad. Nos pasábamos los días jugando a muchas cosas, y como cualquier niño, parte de nuestros juegos se destinaban a hacer cosas de adultos como atender un negocio, manejar autos, trabajar, etc, y por supuesto jugar a ser padres. En tales juegos nos besábamos a escondidas de nuestros padres, teníamos una hija muñeca, nos decíamos cariño sin ninguna malicia. Un episodio de aquellos días que se grabó en mi memoria fue en el que mi primo, tomándome del brazo me dijo: “acostémonos como papá y mamá” yo lo seguí hasta la cama del abuelo, nos tapamos y sin preguntar metió su mano dentro de mis calzones, tocando, descubriendo como era una vagina, de forma automática hice lo mismo con él, nos besamos y nos tocamos por mucho tiempo. Sinceramente no recuerdo si volvimos a hacerlo y nunca lo hemos hablado, lo que me transformó en sexualmente obsesionada de mi primo y me arrastró hacia el voyerismo, cada vez que él me visitaba yo fantaseaba con que tuviéramos sexo y siendo incapaz de decirle me veía obligada a saciar mis emociones espiándolo cuando se cambiaba ropa o se bañaba, en una de esas sesiones de espionaje lo vi masturbarse en el baño y lo recuerdo como uno de los momentos mas excitantes que he vivido…
Debido a la inseguridad de mi pensamiento pasé unos días evitando al tío, no pasaba frente a su casa en las mañanas y al volver me hacía la despistada conversando con mis amigas pero en secreto necesitaba que el tío me hiciera suya. Pasó alrededor de una semana y al salir de mi casa y ver la silueta del pobre anciano sentí algo en el pecho que me hizo ir a saludarlo, al ver que me acercaba aceleró el paso todo lo que su condición le permitió y me encontró en la entrada, no alcancé a abrir la boca cuando sentí su brazo rodeando mi cintura apretando fuertemente y de un empujón entré en su propiedad, por desgracia -o suerte- a esa hora mis padres dormían y no había nadie observando o sería el final de la historia. El tío sin ningún cuidado de no agredirme me empujaba fuertemente hacia la entrada de la casa y yo estaba atónita sin decidirme entre zafarme de los brazos del viejo o dejarme llevar, puse un poco de resistencia pero finalmente entré a la casa y caí de rodillas con un dolor punzante en la cintura y el brazo izquierdo. Levanté mi mirada sin poder hablar y vi en su cara una mezcla entre cansancio, rudeza y perversión, solo eramos dos personas saciando nuestras reprimidas fantasías. Me tomó con fuerza del cabello para levantarme y no pude aguantar los gritos, para evitar que siguiera lastimándome comencé a caminar lentamente hacia atrás en dirección a la cama y cuando estábamos a un paso me atrapó de la cintura y comenzó a tocar mi cuerpo desesperadamente, su respiración agitada me excitaba y sus ásperas manos buscaban mi vulva debajo de la falda, en ese momento mis nervios comenzaron a relajarse y me entregué al momento, me aferré a sus hombros y comencé a besar suavemente su cuello mientras el frotaba toscamente mi vagina, mis dedos viajaron desde sus hombros hacia su abdomen y de allí a su pelvis. Mis ojos cerrados, mis labios y lengua en su cuello, su respiración en mi cabeza y mi vagina en sus manos, todos mis sentidos estaban entregados al momento mientras sentía como de a poco iba creciendo su erección en mis manos, en un momento dejó caer su muleta y con ambos brazos intentó desnudar mi torso con mi ayuda, sus manos eran terrosas en mi joven piel y sus labios torpes en mis pezones, me tomó fuerte de la cintura y una de sus manos fue directo a mis nalgas, bajé la cremallera y me la quité junto al calzón, el me tomó por la fuerza metiendo sus dedos entre mis nalgas para tocar mi ano, sentí bastante vergüenza pero había decidido dejar mi cuerpo a las fantasías del viejo. Finalmente me empujó hacia la cama, me sentía extraña, mi cuerpo totalmente expuesto a ese señor, el tío Pedro con quien no debía comprometerme, desde su punto de vista era un sueño cumplido, una colegiala virgen en sus aposentos lista para satisfacer sus verdes fantasías. Bajó su pantalón hasta donde pudo y se quitó el suéter de lana y la camisa, su cuerpo era arrugado y gordo, lleno de vellos canosos y extensos, solo podía ver su pene húmedo y erecto. Sin ningún cuidado cayó sobre mí, pegamos nuestros cuerpos mientras su mano buscaba la entrada de mi vagina, lo abracé fuerte y le dije al oído que era suya lo que encendió aún mas su lujuria y empezó a meter su pene hasta donde pudo con sus pocas fuerzas, se me escapó un pequeño grito ya que fue poco cuidadoso y me dolió, luego terminó de entrar y antes que pudiera acostumbrarme comenzó la penetración, al principio no sentía nada especial mas que dolor en las paredes, el tío comenzó a gemir y a aumentar la velocidad mientras su pelvis frotaba mi clítoris y poco a poco el dolor se transformó en algo más, esa dureza en mi vagina se extendía por mi abdomen y mis pezones, mi cuerpo se contraía fuera de mi voluntad y los vellos que frotaban mi piel lo hacían mas profundo. El tío me tomó del pelo y me besó fuertemente, su lengua entró completamente en mi boca, sentía que cada parte de mi cuerpo estaba controlada por él, no tenía libertad, mi cuerpo era el objeto del irrefrenable instinto de ese animal. De pronto las contracciones se hicieron mas profundas hasta que mi cuerpo completo liberó la tensión, sentía que mi corazón estallaría y que mi cuerpo se hacía líquido mientras gemía sin control, seguramente se escuchaba desde la calle, el tío se levantó un poco, aumentó la velocidad y jadeando como un toro dejó escapar un gemido grueso mientras su semen inundaba mi cavidad, el hombre ya no podía mantenerse en la posición y con su última fuerza sacó su pene, miró por unos segundos mi vagina utilizada y comenzó a pasar su glande lubricado por mi clítoris hasta que no pudo mas y cayó a mi lado, agitado. Mi cuerpo no respondía, sentía que había vuelto de un espacio superior, mis pezones estaban delicados y solo reaccioné a apoyarme en el cuerpo del anciano.
Luego de descansar por un rato nos repusimos, le dije que ya era tarde y que en el colegio podían llamar a mi madre si seguía faltando de esa forma, me dijo que no era su problema y que solo podía ofrecerme un té. Ante tal situación mi culpa volvió a florecer, ¿qué había hecho? Estaba desnuda en la casa del tío Pedro, dejé que el abusara de mí y lo peor de todo.. me gustó… me gustó mucho, ¿que pensaría la gente si supiera que entregué mi cuerpo a cambio de nada, solo del placer depravado?. De pronto quería salir de allí, volver a mi vida tranquila y normal como antes de haber llevado las cosas tan lejos, me había transformado en alguien que nunca pensé y eso me asustó mucho.
Miré atrás y vi al anciano buscando la muleta, sin remordimientos, solo disfrutando el momento que había vivido, en ese instante me pareció inocente, solo sació una necesidad natural y ahora debía alimentar a sus gatos. No entiendo el por qué pero mi cuerpo en piloto automático volvió a la cama, esta vez fui yo quien lo empujó a la cama, buscaba saciarme y aún no lo había conseguido, me lancé a su vientre besándolo mientras mis manos recorrían sus pezones, su barriga, su pene, era yo quien lo usaría ahora. Por su edad necesitó un buen rato para recuperar la erección mientras yo lo ayudé con caricias y una mamada, el me tomó del pelo y comenzó a penetrar mi boca, en ese momento descubrí que también me excitaba la dominación, él se levantó como pudo, me dijo que me pusiera en cuatro y que iba a hacerme algo que siempre quiso hacer con una mujer, obedientemente dejé mi trasero al descubierto solo para que el cumpliera su fantasía de lamer mi ano, sentía su respiración en mis nalgas mientras frotaba mi clítoris con los dedos, la sensación de su lengua en mi ano estimulaba todas mis zonas mientras era notorio que el tío estaba cumpliendo su fantasía. De pronto se levantó con mucho esfuerzo, tomó mis caderas bruscamente y dejó caer el peso de su cuerpo mientras su pene buscaba un espacio en mi vulva, de pronto sentí como siguió subiendo, quería penetrar mi ano, yo no sabía como era la sensación y confiando en él no puse resistencia, con la misma bestialidad que siempre introdujo su pene en mi ano pero esta vez si sentí mucho dolor así que me resistí. Al ver que no estaba cooperando me dio una nalgada fuerte gritando “obedece perra” pero no quería hacer algo que no fuera placentero así que no dejé que lo hiciera -al menos en esa oportunidad- a lo cual se rindió y me penetró fuertemente la vagina mientras dejaba descansar todo su cuerpo en mis caderas, dando nalgadas tan fuertes que podían escucharse de la calle junto con mis gemidos, solo podía poner mi rostro en la cama para amortiguar el sonido pero era inútil, el tío cada vez era mas duro en la penetración y aunque aún me dolía el placer era superior. Finalmente me corrí nuevamente mientras recibía mas nalgadas y el tío se salió con la suya igualmente al verme debilitada sacó su pene y me penetró analmente para eyacular, la sensación fue muy placentera, el semen lubricaba la gruesa verga del tío mientras me penetraba y gemía. Al terminar me dijo “mañana te quiero a la misma hora, perra” y me dio la última nalgada.
Ese día había roto un montón de reglas éticas que nunca imaginé romper, pero estaba satisfecha.
Recuerda que esta es la tercera anécdota de mi historia, si te gustó puedes leer las anteriores, un beso para todas y todos.
Excitante relatos con tu tío, las adolescentes calientes, como tú son mujeres exquisitas, más si les fascina estar con un hombre mayor, son divinas!!!
Gracias por tus relatos, saludos.