En la casa de mi amigo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Till_Marqueze.
Hola a todos. Aquí vuelvo con otro relato, el cual espero que sea de su agrado.
Claro está que no daré nombres originales, yo me haré llamar Till (como mi Nick), tengo 24, soy de una complexión física maciza, si bien tengo un poco de panza voy al gimnasio y hago pesas, eso me permite tener fuerza y una dureza para decir que soy así. Tengo el pelo color castaño y corto, mi tez es caucásica y ojos negros.
Esta historia comienza hace un tiempo, cuando por problemas de convivencia decidí no estar mucho en mi casa. Yo vivo con mi madre ya que ella no está bien de salud. Y por comodidad para algunos trabajos decidía quedarme a dormir en la casa de un amigo. Como trabajo de seguridad hay veces que me era más práctico quedarme en su casa ya que debía ir más temprano algunos días. En su casa vivían, y viven, sus padres (Carlos de 58 y Amalia de 47), 2 de sus hermanos (Cynthia de 5 y Tomás de 3) y él (Matías de 24) que se quedó para ayudar en la economía del hogar. Los otros dos hermanos, una hermana de 22 tuvo un hijo y se fue a vivir con el marido y el otro hermano de 20 se fue a vivir con su novia.
A la semana que conseguí el empleo me di cuenta que Matías vivía cerca, así que decidí hablar con él y su madre para preguntarles si les molestaba que 2 o 3 veces por semana, como mucho me quede a dormir allí. Ellos por mis gastos no tendrían que pagar nada, todo lo que yo consumiera lo pagaría, solo necesitaba un colchón y el baño para una ducha o necesidades naturales. Aceptaron pero me dijeron que por el tema de la comida no me preocupe ya que Matías y Carlos no cenaban ya que ambos trabajan de noche, Carlos en un taxi y Matías en un bar nocturno, así que podía dormir en la cama de Matías tranquilamente. Entre idas y venidas acepte que sea Amalia la que prepare mi cena con la condición que me permitan aportar de forma económica, aunque sea poco.
Matías es un chico alto, me saca aproximadamente media cabeza, debe estar midiendo 1.80m, mientras que yo estoy en 1.75. Él es de contextura delgada hablando de tema muscular, pero digamos que tiene bastante panza, de pelo morocho y ya tiene alguna que otra cana. Carlos es de una altura como la mía, ya entrado en canas, y delgado. Amalia también es de una altura como la mía, ella es rellenita, no puedo decirle gorda porque sus piernas y cuerpo siguen teniendo una linda forma, pero tiene bastantes rollitos, ahora posee el pelo hasta los hombros, negro con un mechón plateado (por canas), sus senos son grandes al igual que sus nalgas (un poco tiene que ver por el sobrepeso, pero la verdad es que a mí no me molesta eso), ojos negros y una dulce voz. De los chicos… no puedo hablar mucho, son chiquitos de pelo negro.
Volviendo a la historia, comencé a ir a la casa de Matías, y 10 minutos después de llegar, mi amigo tenía que irse a su trabajo, así que tomábamos un té o un mate, charlábamos un poco y él se iba y yo me quedaba con su madre y hermanitos. Las primeras noches ambos éramos pudorosos y respetuosos, hablábamos de manera cordial, respetuosa. Por dentro moría por ver que pensaba, tener una mejor charla, pero no me animaba, moría por verla más ligera de ropa aunque sea, me encantaba esa mujer, lo sigue haciendo. Al terminar de cenar siempre teníamos la misma “discusión” para ver quien lavaba los platos, ella me decía que era su deber, su trabajo; y yo le decía que no, que ella hizo la cena, que no era justo que la deje hacerlo y algo tenía que hacer. A veces ganaba ella y otras veces me dejaba ganar a mí. Amalia se levantaba temprano para llevar a los chicos al jardín prescolar y luego irse a su empleo, ella trabaja limpiando casas, así que yo aprovechaba, me levantaba temprano (a eso de las 6.30) a preparar mate, café, té o algo para desayunar. Cuando ella se levantó a preparar el desayuno estaba con su ropa de cama que consistía en una remera musculosa o sin mangas (sin corpiño o sostén) y un short. Cuando ella me vio se quedó estática, por haberla visto vestida así, ambos nos paralizamos, yo sentí que se detuvo el tiempo, sentí que se me paró el corazón, no podía creer que la haya visto así, Amalia no era una mujer despampanante, pero tenía y tiene algo que hace que no pueda deja de verla. Yo ya estaba vestido con una remera negra, pantalones largos negros y botas debido a que rato despúes tenía que ir a mi trabajo.
Amalia me miró, se miró, volvió a mirarme y me dijo “dis… disculpame, no sabía que estabas despierto” y se fue a su habitación. Yo seguí perplejo, no podía creer que habia visto sus piernas, las cuales tenían un contorno envidiable y sin celulitis ni varices, cuando se dio media vuelta para irse vi su trasero y POR DIOS era redondito, y parado, para tener 47 estaba espectacular esa cola.
Al cabo de unos minutos volvió vestida con un pantalón de jean negro (para mi gusto no muy lindo ya que le aplanaba esas nalgas que recién había visto más libres) y una remera del mismo color. Cuando volvió estaba con la cabeza gacha, como avergonzada que la haya visto de esa manera. La conversación fue un poco acortada aunque traté de que se sintiera mejor y que se olvidara lo sucedido, ya que la vi con ropa de dormir, no sin ella.
– Buen día Amalia, ¿Cómo dormiste?
– Bien Till, ¿Vos?
– Bien, gracias por preguntar. ¿Carlos vino tarde anoche?
– Como siempre, alrededor de las 3 de la mañana.
– ¿Y vos lo esperas despierta?
– No, me levanto a las 7, no puedo dormirme a las 3, no resisto, no soy joven como vos que podes dormir 4 horas y hacer tu rutina normal, ya estoy vieja.
– Tenés razón con que no tenemos la misma edad, pero no te creas que yo puedo hacer mi rutina normal con 4 horas de sueño. Además no sos ninguna vieja. Y si lo fueras ojalá llegara a estar tan bien como estas vos cuando tenga tu edad.
– Basta Till, no me tomes el pelo.
– No lo hago.
– Bueno, basta, perdoname, no pensé que estuvieras despierto, me levante a preparar el desayuno y mientras se calentaba vestirme y despertarte, pero me ganaste de antemano.
– Amalia, no me pidas perdón por eso, estás en tu casa y tenés todo el derecho de andar por tu casa como se te dé la gana.
– ¿Cómo que no? Sí tengo que hacerlo, tengo que disculparme por la cosa que viste.
– ¿Qué cosa vi?
– A mí, así.
– Ah, pero para mí no sos ninguna cosa, es más me gustó lo que vi. – Sonreí un poco para relajarla y que se suelte un poco.
– No digas esas cosas, no juegues conmigo. – Agachó la cabeza.
– Está bien, no me creas. Una pregunta, si estabas dormida, ¿Como sabés a qué hora volvió Carlos?
– Porque él me despierta cuando llega y me dice la hora.
– Ah, está bien, ¿Y la acción viene cuando llega de trabajar?
– No voy a contestarte eso Till, mejor me voy a hacer el desayuno de los chicos asi puedo despertarlos. – Ahí pareció un poco molesta por mi pregunta, pero el tono fue más vergonzoso que agresivo.
En ese momento se abre la puerta, era Matías que había vuelto del trabajo, muerto. Nos saluda y le pide un té a la madre para irse a dormir después. Conversamos un rato los 3, hasta que se hizo la hora de que cada uno realice sus actividades correspondientes: mati ir a dormir, Amalia levantar a los chicos para llevarlos al Jardín Preescolar y yo ir al trabajo.
Los siguientes días no sucedió nada más fuera de lo común, casi noche por medio iba a lo de mi amigo, cenaba y pasaba la noche allí. Por suerte el suceso ocurrido anteriormente no hizo que nos alejásemos, la relación con la mamá de mi amigo fue mejorando poco a poco, digamos que más que nada porque solo me tenía a mí para conversar, pero siempre de una manera correcta por así decirlo, aunque de vez en cuando se me escapan chistes con doble sentido los cuales a veces contestaba y otras se callaba.
Una noche, luego de la típica pelea de quién lava los platos, decidí ayudarla, ya que ella había ganado. Para ver su reacción decidí ponerme atrás de ella, poner mis brazos a los lados y como envolviéndola lavar los platos delante de ella, un poco incomodo, lo sé pero fue divertido. Por tanto movimiento incomodo mi frente se encontró con si retaguardia, fue un pequeño choque con una leve fricción y a continuación pedí disculpas, ella se rió y por suerte lo tomo como broma del juego. Aunque el contacto haya sido leve, el sentir su aroma, su piel y calor tan cerca hizo que mi miembro se irguiera, no de una forma extraordinaria, simplemente un poco. Ahora el accidente le sucedió a ella, se corrió un centímetro hacia atrás pensando que yo me correría también, pero estaba hipnotizado por su aroma que me distraje y su culo se encontró con el bulto generado por mi miembro semi erecto. En ese momento es como que se quedó un segundo y luego se separó soltando una queja de lo que había sentido, me disculpé y le explique que fue sin intención, me corrí de detrás de ella y seguí ayudándola, solo que esta vez no hablamos más. Al finalizar la limpieza, a eso de las 23 nos fuimos a dormir. A eso de las 2 me levante para ir al baño cuando escuche la puerta, rápidamente fui a buscar el arma que si bien es para el trabajo la tengo para defensa personal también y estoy autorizado a usarla, cuando de repente entra Carlos, en ese momento me tranquilicé y baje la pistola, lo saludo y le cuento porque tenía el arma, se rió y me dijo “no te preocupes, solo era yo”. Me dirigí al baño y volví a dormirme.
Esa semana siguió de manera regular pero, el viernes en el trabajo me pidieron que vaya el sábado temprano como horario extra por una mercadería que llega atrasada y la tienen que descargar y no se puede hacer sin alguien de seguridad responsable y bla bla bla (todas esas cosas que dicen los jefes par hacerte sentir importante cuando quieren que hagas el trabajo que ellos no quieren realizar) les dije que no había problemas pero tenían que pagarme un doble por esas horas, lo aceptó y yo le mande un mensaje a Matías de que ese mismo día necesitaba quedarme a dormir allí, dormitando me dijo que sí, que me esperaba a la tarde.
El viernes a la tarde llego a la casa de mi amigo, y justo lo encuentro cuando estaba saliendo, me dijo que se había olvidado de avisar que me quedaba, pero que no había problema, que entre a su casa sin problema, nos saludamos, y cada uno siguió por su lado, Cuando entré en la casa Amalia me mira y se queda perpleja por un instante y luego me saluda nerviosa, sin saber qué pasaba. Le comento lo acontecido y no dio ninguna objeción. Nos pusimos a charlar, tomar mate y preparar la cena, preparamos pasta con salsa y, como es inevitable, la remera termino sucia, así que tuve que sacármela para ponerla en la lavadora. Amalia, al verme sin la remera empezó a mover la boca sin emitir sonido, a lo cual continué con unos chistes.
Volvimos a repetir lo sucedido con los platos solo que yo sin remera, a todo esto mi miembro vuelve a erguirse dentro de mi pantalón por ese motivo trate de estar un poco distanciado, pero no tanto como para que note que algo pasaba. Terminando me acerco y le pregunto “gracias por soportarme tanto acá, no tengo palabras para agradecer tu paciencia” en el momento en que voy a darle un beso en la mejilla de manera de agradecimiento ella gira la cabeza para contestarme y sucedió, nuestras bocas se encontraron. Parecía que era algo más que una casualidad, porque el tiempo se detuvo y nuestros labios seguían juntos, ella dejó el plato en el lavatorio y sin separar su boca de la mía giró su cuerpo y con sus manos mojadas me abrazó y agarró fuertemente la nuca, con mis manos mojadas hice lo mismo, solo que en vez de agarrarle la nuca, restregaba mis manos por su espalda hasta llegar cada vez más abajo hasta llegar a sus nalgas, las cuales por culpa del jean que tenia puesto no pude disfrutar en forma táctil. Al cabo de unos minutos entramos en conciencia de lo que estábamos haciendo y nos separamos, nos miramos y sin decir nada supimos que la pasión se apoderó de nosotros, que no estaba bien visto que pase eso, pero ambos lo disfrutamos. Yo fui a la habitación de mi amigo y ella a la suya.
Eso sucedió alrededor de las 22 horas. Apagué las luces de la habitación, me acosté y traté de dormir, no pude. A eso de las 23:30 se abre la puerta de la habitación, como las luces estaban apagadas no podía ver bien, pero la silueta solo podía ser de Amalia. Me preguntó si podía pasar, le dije que si, que no me iba a molestar aunque lo intentase, hizo una pequeña risa y pasó. Como estaba oscuro no podía ver como estaba vestida, entró, cerró la puerta pero no quiso encender la luz. Se sentó al borde de la cama, yo me incorporé en la misma, para hablar, empezó diciendo:
– No sé que me pasó
– No te preocupes Amalia, a mi tampoco sé lo que me pasó. Pero estoy seguro de algo.
– ¿De qué?
– De que me gustó, no me arrepiento.
– Entonces… ¿volverías a hacerlo? ¿Aunque sepas que no está bien?
– Me arriesgaría si la otra parte también lo hace. Pero por más que me haya gustado no obligaría a la otra parte a repetirlo si no quiere o no le gustó.
– Y si te digo que no solo me gustó, ¿pensarías que estoy desesperada?
– No, para nada.
– ¿No te desagradó el tocarme?
– ¿Me estás jodiendo? Fue hermoso sentirte, el tocar tus nalgas, tu espalda.
– ¿Estás seguro de lo que decís?
– Muy seguro, ¿por?
– Mirá, hace un tiempo que en tema sexual no estamos muy bien con Carlos, creo que se descarga con alguien más, creo que me entendés. Algunas veces me dijo que me ve o siente grande, que trate de bajar de peso, porque no iba a poder sentirse cómodo en la cama, que no me enoje, pero que se sentía raro conmigo.
– Entiendo, pero yo no soy él, en mi caso puede que me frene otra situación que es Matías.
– Bueno, fuiste más amable para rechazarme, te entiendo y disc… – En ese momento la calle con un beso.
– No te confundas, dije que en mi caso lo único que puede frenarme es mi amistad con Matías. Nunca te rechacé, no podría hacerlo. – Volví a besarla.
En eso se separa y se levanta, prende la luz y me dice “Acá estoy, si realmente te gusto o atraigo y vamos a hacer algo quiero que nos veamos el uno al otro”. En ese momento la veo y estaba radiante, tenia puesta una remera sin magna, amarilla gastada del uso, le llegaha hasta la mitad de los muslos, podía verle la silueta de las piernas, sus brazos, pero lo que más me cautivo fue su cara, estaba entre miedo y vergüenza. Me levante de la cama, solo tenía puesto un short gris para dormir, y le dije “no conozco una mejor forma que el vernos mientras nos amamos” y la besé nuevamente. En esta ocasión nuestros brazos nos envolvieron y comenzamos a acariciarnos.
Mientras ella me sujetaba la nuca up le acariciaba un poco la cara y comencé a besarle las mejillas hasta llegar a sus orejas, las cuales besé y le susurraba cosas lindas; ella comenzó a hacer lo mismo, solo que luego bajo por mi cuello y empezó a besar todo mi pecho mientras se iba arrodillando. Ya de rodillas frente a mi comenzó a acariciarme la panza y poco a poco me bajó el short y de ahí salió mi miembro, ella lo miro de una forma indescriptible, como si lo hubiera estado esperando mucho tiempo y por fin en ese momento iba a ser suyo para hacer lo que quisiera con él. No dudó, primero le dio un beso en la punta y luego, sin tirar hacia atrás el prepucio lo empezó a mamar, poco a poco con su lengua fue liberando el glande y continuó con su labor. Ella sintió cuando estaba a punto de acabar y se detuvo, me miro y dijo “estoy lista para recibir todo lo que me des, no me importa que acabes en donde sea, voy a estar feliz de recibirlo” y continuó con LA MAMADA, y 2 minutos después no resistí más y descargué mi semen en la boca de Amalia, cuando termine de eyacular libera mi pene de su boca, me muestra el contenido, deglute y me dice “que rico, no sabes que sed que tenía, gracias por darme algo tan rico de tomar”. La hago ponerse de pie, le digo que me encantó lo que hizo y la beso.
Miro la hora y veo que casi eran las 2 de la mañana, estaba por llegar Carlos. La miro con cara triste y le digo:
– Vamos a tener que dejar acá.
– ¿Por qué?
– Son casi las 2, esta por llegar Carlos
– No te preocupes. – Me abraza, me da un beso y dice: – Es fin de semana, hasta las 6 como mínimo no llega, todavía tenemos tiempo.
– ¿En serio? Genial, ahora me toca a mí.
Volví a besarla, le llevé mis manos a las nalgas, las apreté muy bien, para probarlas y de paso atraía el cuerpo de Amalia hacia mí. Poco a poco fui subiendo la remera y mientras lo hacía note que no tenía ropa interior, me acelero el corazón el tocar esa piel que tenía, era tan suave… Llegué a sacarle la remera y abrazándola pegué su cuerpo al mío, comencé a manosearle los senos con una mano mientras con la otra le hacía lo mismo a sus nalgas, ella empezó a hacer suspiros mezclados con gemidos y ahí noté que debía avanzar en mi trabajo. Poco a poco fui bajando mis besos hasta llegar a sus pezones, comencé a succionarlos de una manera tierna y amorosa, mientras la mano que tenía en los pechos empecé a bajarla hasta su entrepierna. Cuando sintió mi dedo cerca dio un sobresalto por la falta de costumbre, pero yo continué, sentía que su corazón se aceleraba más y más. Comencé a dirigirla hacia la cama y la recosté ahí, me subí encima de ella, la besé. Baje por su pecho besando centímetro a centímetro de su piel, al llegar a su vientre sentí una calidez especial, no sabía que era, pero me exitó aún más y, con más énfasis comencé a besar y pasar mi lengua por su vulva, jugando con su clítoris, haciendo que mi lengua entre y salga de su vagina. Amalia ya estaba gimiendo y apretando el colchón por el placer, al ver eso mi lengua decidió ir un poco más allá y se dirigió a su ano, poco a poco fui pasando la punta de la lengua por su ano y cada vez que lo hacía ella soltaba un gemido pronunciado, aceleré el juego un poco y no tardó en acabarme, que delicia de jugos, todavía los saboreo.
Me volví a poner sobre ella, la bese y le dije “¿lista para pasar el punto del no retorno?”, me agarro la cara me besó de una forma muy vigorosa y me contestó “con vos y por vos estoy lista para todo”. Se abrió lo más que pudo, mi pene estaba duro como una roca y, como si conociera el camino de memoria, ingresó en la vagina de la mamá de mi amigo. Al unísono los dos exclamamos un suspiro, como diciendo “somos libres al fin”, inicié el movimiento mientras la besaba, la acariciaba; ella me acariciaba y no paraba de gemir. En ese momento, sus piernas se envolvieron en mi cintura y se aferraron a mi cadera, eso me dio la pauta de que ella estaba por terminar, pero no quería que terminase antes o después de mí, quería que terminásemos juntos, así que cambié el ritmo para retrasar su eyaculación y adelantar un poco la mía. Comencé a sentir como mis bolas se llenaban de semen y como poco a poco estaban por correr por mi uretra así que volví a hacer que ella también este por acabar, no le faltaba mucho y de pronto ella apretó más sus piernas, tanto que no dejo casi que pudiera moverme y fue ahí cuando sucedió, en un frenesí de pasión ambos eyaculamos al unísono. Se sintió maravilloso depositar todo en ella mientras ella acababa.
Unos segundos después Amalia aflojó sus piernas, me besó y dijo “nunca me pasó esto con nadie Till, creo que TE AMO”, yo quedé impactado, no es que no la quisiera ni que no sintiera nada, pero me shockeo esa confesión y no pude decirle nada, así que solo la besé y acaricié. Saque mi verga de dentro de ella y Amalia me dice “¿podes para uno o dos más?” a eso si pude contestarle y dije “En tiempo llegamos bien a uno, y por estado físico, con vos podría aguantar muchos más”. Así que volvimos a abrazarnos, besarnos y esta vez ella me recostó a mí, se colocó encima de mí y comenzó a cabalgarme, yo le besaba un los senos, le agarraba la cola la guiaba en ritmo hasta que de repente soltó un pequeño grito, había acabado por tercera vez. La miré y le dije “eso fue rápido, todavía para uno mío hay tiempo”, sonrió, se puso a cuatro patas y dijo “bueno quiero en esta posición”. Así fue, aunque ya que tenía ese paisaje tan hermoso de su culo, yo quería entrar en él, y poco a poco fui dilatándole el ano hasta que se la saque de la vagina y comencé a penetrarle el ano con mi glande, al principio largaba unos quejidos pero después se convirtieron en gemidos de placer. Ese culo estaba bien apretadito, era una delicia, se sentía fantástico ahí dentro, pero cuando estaba a punto de acabar ella me pide que le acabe adelante que quiere sentir nuevamente mi eyaculación caliente en su vientre, no pude decirle que no y antes de acabar volví a meterla en su vagina y ahí solté toda mi carga restante, sentí que me quedaba seco, pero me sentí tan bien al hacerlo…
Nos abrazamos en la cama de mi amigo, nos besamos, nos acariciamos y luego tuvimos que separarnos para “dormir” cada uno en su cama correspondiente.
A la mañana siguiente, como era sábado y entraba a trabajar más tarde (a eso de las 10), me levante a las 8. Amalia ya se había despertado y preparaba el desayuno, pero esta vez, vestida solo con la remera larga. La saludé y dije “Buen día. ¿Cómo dormiste?¿Carlos está durmiendo?¿Matías no llegó?” y ella sin moverse me contestó “Buen día, dormí de maravilla, sentí tanto calor dentro mío que me hizo dormir feliz. Carlos está dormido, llegó a las 7 y como el reemplazo de Matías avisó que iba a llegar tarde mati llamo y dijo que hasta las 10 u 11 no llega”. Se me escapo una sonrisa y dije “uh, va a haber tiempo muerto de tranquilidad”, Amalia, dándome la espalda se inclina dejando ver su vulva por debajo de la remera y dice “si, ¿Tenés alguna idea de cómo ocupar ese tiempo?”; mientras me desabrochaba el pantalón y me acercaba para penetrala le dije “algo se nos va a ocurrir”. Estuvimos teniendo sexo hasta las 9:15, ella llego a acabar 2 veces más y yo solo una también dentro. Desayunamos rápido y cuando estuve por irme, en la puerta antes de irme me agarra la cara me da un beso de lengua y me dice “que tengas un muy buen día MI AMOR” cuando me suelta le contesto “vos también MI VIDA”, vuelvo a darle un pequeño beso y me voy de la casa.
A partir de ese día Amalia y yo tuvimos relaciones cada noche que me quedaba, claro que antes que llegara Carlos o antes que me vaya al trabajo. Estuvimos siempre sin cuidarnos y eso dio sus frutos, Amalia quedó embarazada, claro que no podemos decir que es mío, sino podría generarse un gran problema, pero no nos importa, porque cuando estamos juntos pensamos, tanto ella como yo, que somos marido y mujer y disfrutamos como tales.
Espero que les haya gustado este relato. Muchas gracias por leerlo.
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