enamorado de una mujer madura
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola chicos y chicas. Soy Jose Manuel de 28, y quiero comentarles como nació en mi el gusto por las mujeres maduras.
Cuando tenía 21 años, mis padres se mudaron junto con sus dos hijos, a un residencial un poco más exclusivo que donde vivíamos antes. En ese residencial mi padre reconoció a un compañero de colegio que es médico, de nombre Oscar, el tipo ya tenía unos 50 años. En esos días mis padres lo invitaron y él llevó a toda la familia, su esposa Luisa, mucho más joven que él, de unos 36 años y sus dos hijas, Fernanda y Jessica de 14 y 12 años respectivamente.
Durante la velada, mi atracción fue total hacia la esposa del médico, Luisa era recatada, vistiendo muy fuera de la moda, pero aún asi se le podía ver una cintura de avispa y luego sus caderas ensanchadas con lindas piernas (aunque ese día vistiera pantalón) largas (ella mediría 1.75 mts), sus senos eran chicos y su rostro se veía bonito pero mal arreglado y el cabello fuera de moda totalmente. Aún asi ella me impactó. Su hija Fernanda una linda chiquilla con rostro divino, pequeños senos en crecimiento y un culito parado pero sin curvas aún, quería que yo le brindara atención y era muy platicadora, pero mi atención se centraba en Luisa, su madre. A cada momento yo volteaba para verla y al parecer ella se dio cuenta de ello y me sonrió varias veces que nuestras miradas se encontraron.
Pasaron los días, las semanas y yo me hice amigo de Fernanda, lo hice para poder ir a su casa y ver a su mamá, quien creo ya se había dado cuenta de mi interés por ella, pero solo se limitaba a sonreir y nunca me dio oportunidad de nada, por el otro lado su hija Fernanda, quería algo más conmigo que simple amistad, En una tarde en su habitación nos empezamos a besar y yo le mamé sus dos lindos pechitos, también le toque su chochito con mis dedos y la nenita se mojó todita, pero aún asi mi pensamiento estaba en su mamita. Me gustaba entablar conversaciones con Luisa, quien ya no era tan timida, me di cuenta que lo era cuando su marido estaba presente.
Yo cierta semana, le dije a mis padres que quería ir a San Antonio, un pueblo pequeño que está al sur, allí tengo dos de mis mejores amigos, que son hermanos, y decidí por estar en descanso de la universidad ir a visitarlos, aquí debo decir que el destino hizo el resto, el viaje iniciaría a las 2 a.m. era en autobús, son ocho horas de camino. Esa madrugada me subí al bus y mi sorpresa cuando iba caminando dentro, fue ver a Luisa la mamá de Fernanda. El corazón me latio más fuerte, porque compartir el largo camino con ella era increíble, mi asiento no era realmente a su lado, pero nos saludamos y me senté a su lado, pensé que la persona que fuera con ella me podría cambiar el lugar y asi fue.
Comenzamos a charlar, yo estaba entusiasmado, a pesar que al principio apenas entablaba conversación conmigo, poco a poco se empezó a liberar, me comentó que iba a ver a una su tía en San Antonio, que estaba enferma y agonizaba. Fueron ocho horas increíbles para mi, hablamos de todo, le dije que era una mujer muy bonita, -no!, yo soy fea!- me decía, -no para nada, entre mil mujeres yo te habría escogido- le dije. En las paradas que hizo el bus para el desayuno yo la invité, fui atento y la hice sentir muy bien.
Llego el momento en que le dije, casi al terminar el viaje, que me gustaba mucho, que era una lástima que fuera casada. Ella me miró y me dijo que yo era un jovencito para ella. –La edad no me importa para nada- le dije muy seguro.
Cuando llegamos a la terminal, era hora de separarnos, ella se me acercó para despedirse de beso en la mejilla, pero ella me tomo el rostro y le lo dio en la boca, fue rápido, a continuación me dio un papelito en donde tenía apuntado su teléfono celular, y me dijo, -talvez un día me invites a salir-. Y se desapareció entre la muchedumbre. Yo me quedé con el corazón latiendo a mil revoluciones por minuto.
Pasaron dos días y estaba alojado con mis amigos, pero mi pensamiento estaba en otro lado, el papelito lo guardaba como un tesoro en mi cartera. Por fin la llamé y ella me contestó le dije que la invitaba a cenar en un lugar que está en las afueras del pueblo, ella aceptó. Le presté el auto a uno de mis amigos, no le dije para que, y llegué a traer a Luisa a una dirección, ella salió y que creen?, se había arreglado, ahora tenía el cabello suelto en capas, una blusa pegada al torso que apretaba sus pequeñas tetitas y por primera vez ella tenía puesto una falda a las rodillas por supuesto, pero se veía como 10 años menor, calzaba zapatitos de tacón y sus pies arregladitos, pintaditos. No se que me palpitó más mi corazón o mi pija que se erectó.
Yo no terminaba de endulzarle el oído diciéndole que estaba bella, fuimos al restaurante y comimos y bebimos vino, nos terminamos una botella, ella me dijo que casi no bebía nada de licor, pero que el vino le había caído muy bien. Subimos al auto, yo no quería ir a dejarla aún, asi que decidí ir a un “mirador”, asi le dicen aquí a lugares para ver paisajes, aunque era de noche, pero había luna llena y se veía las luces del pueblo de San Antonio. Nos parqueamos, le dije que solo estaríamos un momento y que era para charlar un rato, la verdad, le dije es que no quiero ir a dejarte todavía, esta noche es genial para mi, es la mejor noche de mi vida!!, le dije y eso la emocionó mucho, ella se acercó a mi y nos besamos, primero tímidamente, pero en pocos segundos nuestras lenguas se enlazaron, fue una delicia de beso, lo mejor era el ardor y el deseo que ambos le poníamos a esto.
Los besos cada vez eran más húmedos, la excitación subía para cada uno, una de sus manos me acariciaba el paquete y yo le frotaba los muslos y poco a poco iba subiendo hacia su braguita. –Vámonos para atrás!- me sugirió ella. Nos pasamos al sillón de atrás, y si era más cómodo. Ya allí los besos continuaban, ella me bajó el cierre de mi pantalón ayudada por mi, salió a flote mi gran erección, ella comenzó a hacerme una chaqueta, yo por mi parte, mis dedos ya jugaban con su panocha encima de su braga. Alli fue cuando ella soltó mis labios y su boquita fue a parar a mi glande, lo lamió como si fuera una paleta de dulce, luego lo engullía y lo dejaba, succionando, dando besitos ricos. Mis dedos hicieron a un lado su braguita y por fin tuve contacto con su monte de venus y sus labios vaginales. –ohh la señora estaba mojadita!-
No se como pero allí en el sillón de atrás terminamos colocándonos en una 69, con ropa puesta, hice a un lado su calzoncito y pude ver por primera vez su linda panocha, cubierta por gruesos vellos negros, los cuales hice a un lado para lamerla con mucha pasión. Luisa mamaba entera mi pija, como si quisiera de verdad comérsela toda. Yo me sumergía en su maraña de pelitos, sus labios vaginales eran grandes y era fácil insertar mi lengua en medio e intentar penetrarla con mi falange bucal.
A pesar que el doble oral era sensacional, no dejaba de ser incomodo en la parte de atrás del auto, asi que le dije que si aceptaba ir a un motel, en donde estuviéramos más cómodos, ella no pareció agradarle la idea, pero después de pensarlo un rato aceptó.
No podía creer al entrar a la habitación que mi amor platónico estuviera conmigo para follar a gusto. Nos besamos y nos fuimos desnudando uno al otro, luego sobre la cama tomamos de nuevo el 69 que traiamos en el auto, al parecer esa pose le gustaba a ella, dar y recibir. La hice correrse en mi boca y ella casi me saca la leche, pero la detuve, ya que quería cogerla y no esperar tanto.
Me acomodé entre sus piernas, ella boca abajo y yo sobre ella, acomodé mi pija entre sus labios vaginales mojadisimos por sus líquidos lubricantes y mi saliva. La fui penetrando lentamente y la fui llenando de mi carne, ella gimió y sus ojos se cerraban con intermitencia, se la meti completa y luego me puse a bombeársela, ella se pegó a mi cuerpo y sus piernas me entrelazaron lo cual logró una penetración profunda, estuvimos asi unidos cogiendo, yo le besaba el rostro, la quijada, las orejas y ella exclamaba gemidos que me hacían hervir la sangre, mi pija se fue llenando de esperma y todo era cuestión de tiempo, yo trataba de frenar y seguir cogiendo para durar más dentro de ella, pero por fin le empecé a dar duro y la hice llegar a un orgasmo brutal, Luisa se abrazó a mi y se dejó llenar de mi esperma, parecía que yo echaba un río de leche dentro de su raja.
Luego para descansar nos metimos en las sabanas de la cama, aún desnudos. Charlamos y ella se justificó, me comentó que su marido era muy dominante y aprensivo, que apenas le dejaba tener amigas, y salir de casa mucho menos, en ésta ocasión porque su familiar estaba enferma, además últimamente ella había notado que ya no le gustaba hacerle el amor y como ella le lava la ropa, había descubierto manchas de esperma en su calzoncillo, ella sospechaba que tenía amante. Como puede ser si Luisa es una bella mujer. Me dijo que le prometiera que nuestra aventura iba a durar hasta que regresáramos, ella tenía miedo de su marido y de lo que pudiera hacerle si se enterara de todo esto. Luego volvimos a los besos, ella me decía que le gustaba mucho estar asi conmigo, me dijo que pasaramos toda la noche juntos, eso fue genial. Los dos llamamos a nuestros conocidos para indicarles que no llegaríamos a dormir y dijimos algunas mentiras para eso.
Alli estábamos de nuevo, ahora solos, desnudos, en la cama, los besos se volvieron rápidamente más ardorosos, me bajé a su vientre y fui lamiendo hasta llegar a su raja (ella ya se la había lavado en el videe), comencé a chupársela ahora con más calma, pero eso si con mucho deseo, la hice de nuevo llegar a un rico orgasmo, luego fue el turno de ella y me chupó el pene como una diosa. Luego le dije que se montara encima y asi me cabalgó rico por un buen rato, mientras yo le apretaba los senos y los jalaba para mamarlos por turnos. Fue exquisito.
Para finalizar esa nueva sesión la puse en cuatro y la comencé a penetrar, su culo era soberbio, aún sin celulitis, duro. Mientras la cogía juguetee con su ano, al parecer esas caricias no eran nuevas para ella. –te gusta mi trasero?- preguntó. –Es divino!- le dije. –Cógeme por allí!- me instó. Apunte mi pija hacia su orto y la fui penetrando, ella relajó sus músculos y eso fue suficiente para metérsela hasta bien adentro, uuf era apretadito, rico, no era mi primera vez, pero ha sido la mejor.
En pocos minutos le inundé su recto de esperma, algunas gotitas salían por la comisura de su esfínter.
Fue una noche inolvidable, por la mañana hicimos el amor al alba, otra deliciosa sesión ahora solo vaginal.
Regresamos a nuestros hogares. Pero yo ya estaba más enamorado de ella, para un joven eso es sinónimo de problemas, más cuando a quien amas es casada. Yo visitaba a su hija Fernanda ( a quien le mamé los senos, si recuerdan) solo para poder verla, ella claro que no podía atenderme, allí estaban sus hijas y su marido. Terminé haciéndome novio de Fernanda solo para llegar seguido a su casa. En pocas ocasiones pude abrazarla, ella me rechazaba, pero luego me besaba.
Cierto dia llegué de noche y estuve con Fernanda nos quedamos viendo tv hasta muy noche, siempre intentando estar con su mamá (de locos), en eso, le dije a Fernanda que iba a hace piss, ella me dijo que fuera arriba porque el de abajo estaba en reparación, cuando subí y me fui acercado, oí gemidos y provenían de la habitación de Luisa y su marido, acerqué mi oído y reconocí esos quejidos, eran de Luisa, en ese momento tenia sexo con su marido, sentí que los celos me embargaban, me vino a la cabeza la idea de entrar, pero quien era yo?, no tuve más que bajar y regresar con Fernanda, me pare enfrente de ella me saqué el pene y le dije que quería que lo chupara todo, ella se sorprendió, vio a todos lados, me preguntó porque, yo le dije que la deseaba, ella acercó torpemente la boca, me dio una felación que casi no disfruté, me vine en su boca, la obligué a tomárselo, me subí el cierre y me salí de la casa… para siempre.
Mas adulto ahora, pienso que ella jugó conmigo y yo jugué con su hija….
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