Es bueno mantener contacto con tu antiguo colegio (Parte I)
Una historia que sucedió cuando las clases escolares aún eran presenciales, en la cual conocí mas a 3 hermosas colegialas, pero la situaciones consiguientes desencadenaron una situación un poco complicada..
Me presento, aunque no diré mi nombre, si como soy: Un chico de 1.70, de tez algo blanca, ojos verdes oscuros, una contextura promedio, y en ese entonces contaba con 19 años. Mi polla no es nada excepcional, solo mide unos 18cm, aunque si es bastante gruesa.
Ya conmigo presentado, les introduciré a mi experiencia con 3 chicas del colegio al que asistí y culminé mis estudios, esta historia transcurre hace poco antes que las clases se vuelvan virtuales. Solo las había visto cuando yo aún estaba cursando mis estudios, cuando contaba con 17 años (y estaba a punto de concluir) y ellas tenían 11, a penas habían entrado a la secundaria. Ya fuera de esta, con mis amigos, íbamos a las típicas fiestas de estudiantes que invitaban a todo el mundo, y las pude conocer a las tres de forma muy casual, pero con el tiempo nos hicimos buenos amigos, hablábamos mucho y de vez en cuando salíamos en grupo con demás amigos.
Sus nombres son Fabiola, Alejandra y Camila, pero en esta primera parte me centrare en Fabiola, ya que fue con la primera que tuve esta experiencia de las 3. Fabiola es una chica linda, no es delgada pero tampoco gorda, mide 1.55, de ojos cafés y cabello negro, y no está tan desarrollada que digamos, pero tampoco esta plana como tal.
Nosotros ya habíamos tenido conversaciones en chat un tanto intimas, acerca de condones, como es una primera vez y cosas así, sea por simple joda o por curiosidad, lo que me llevo a mi siguiente idea luego de que un día me escribió: «Sabes, creo que en verdad eres muy lindo», cabe resaltar que ese día fue uno luego de una fiesta, y lo trató como si nunca hubiera pasado, pero para mi nunca se me borró y dio pie a que me arriesgara a cumplir una de mis fantasías de estudiante: hacerlo en el colegio.
Esto no sería tan difícil, debido a que aun conservaba el uniforme deportivo de mi colegio y que aun no parecía un adulto como tal, o al menos no había cambiado tanto desde el colegio (aunque ya tenia una casi frondosa barba), evidentemente me rasuré y seguí con el plan: Normalmente los fines de semana, hay talleres luego de las clases, por lo que las puertas del colegio quedan abiertas pero custodiadas por algunos profesores para que un alumno pueda entrar. Los salones quedan cerrados, mas no las aulas de laboratorio, y aunque todos eran ocupados por algún profesor por algún taller, yo sabia desde que estudie allí que el salón de computo nunca estaba cerrado.
Llego el día y ni bien se abrieron las puertas, me pude colar entre la multitud, disimulando que solo había salido a comprar algo y luego entrando de nuevo, lo cual fue un rotundo éxito, ya que los profesores de la puerta no me reclamaron nada. Aprovechando que a penas habían pasados segundos de la salida de los estudiantes, pensé en ir al salón donde se encontraba Fabiola, sabía que ella era la ultima en llegar y en donde estaba, pues ya me lo había dicho un par de veces antes. Al subir, vi que justamente ella estaba bajando las escaleras, la saludé y al verme se sorprendió y le pedí q no me se asustara, riera o le dijera a alguien, que solo quería visitar un poco mi antiguo colegio y que por casualidad me la encontré, pero que ahora que se daba la situación, quería aprovecharlo en hablar un poco mas.
De forma evidente, ella no se creyó mi historia improvisada, y ya me estaba lamentando haber llegado tan lejos y no haber podido pensar en algo mejor, o al menos ser mas directo, pero su respuesta me dijo sorprendido: Me dijo que fuéramos a otro lugar más «privado», ya que quería que le fuese mas sincero. Entramos a la sala de computo, que como ya expliqué, nunca estaba cerrada y esos días estaba vacía.
Al llegar me dijo que le dijera la verdadera razón por la cual había venido, yo no sabía si decirle que solo quería «hacerlo» con ella y ya, sentía que me estaba aprovechando de ella, aunque ya me había dado indicios que ella ya había tenido encuentros casuales con otros chicos, aunque parecía que solo lo decía para impresionarme. Por ello, decidí en decirle una verdad a medias, ya que le dije que sentía algo por ella, y que estaba este sentimiento se hacía cada día mas grande, y que no solo mis pensamientos estaban así, si no que también en mi cuerpo, y que pensaba en hacerle cosas «no tan apropiadas». Al principio ella solo se sonrojaba porque era la primera vez que hablábamos de esas cosas frente a frente y aún peor solos, pero a medida que avanzaba mi explicación, pude darme cuenta que frotaba ligeramente sus piernas.
La gota que derramó el baso fue cuando de forma descarada paso su lengua por sus labios muy ligeramente como si quisiera probar algo. Le pregunté si se sentía bien, y solo me respondió que si, pero que sentía un poco de «humedad» allí abajo, al instante de decir esto se sonrojó muchísimo. Me puse de pie delante de ella, no lo pensé ni dos veces, mi mente estaba en blanco, y decidí que mi cuerpo actúe en su totalidad. Metí mi mano bajo su falda cogiendo su calzoncito que, sin ser una sorpresa, ya estaba mojado y muy caliente, ella solo suspiro ante mi actuar, se dejó llevar y cerro sus ojos. Comencé a besar su cuello y meter mis dedos dentro de sus bragas, tocando su vagina, su clitoris que ya estaba algo durito, ella se limitaba a temblar y repentinamente llevó mi mano a sus senos, yo sin rechistas se los apreté y le retiré su blusa con suma facilidad, y me dirigí a mamar de esos pechos que aun no estaban muy desarrollados.
Mordía sus pezones y besaba sus hermosos senos mientras le masturbaba la concha con mis dedos ,ella seguía moviéndose, pero ahora tratando de que mis dedos entren mas y mas, se le notaba muy caliente, así que decidí que era momento de seguir, por lo que moví una silla que estaba a nuestro lado, yo me senté en ella, y Fabiola no tardó en ponerse de espaldas para sentarse sobre mis piernas, lo cual lo hice casi de inmediato, no pesaba casi nada, por lo que me sentí aún mas cómodo, y seguí metiendo mis dedos para alistarla ya, esta vez tenía uno en su vagina y otro en su anito, que se movía haciendo latidos, al parecer es la primera vez que alguien jugaba con él.
Así estuve un rato muy corto, cuando recordé que aún me faltaba hacerle algo, me olvidé por completo el propósito de la silla que había movido, y levanté a Fabiola y la coloqué sobre una de las mesas del aula, levanté esta vez la totalidad de su faldita y acerqueé mi cara como con «mucha hambre», le hice a un lado su calzoncito mojado por sus juguitos y procedí a lamerle su conchita, mi lengua intentaba llegar lo más profundo como se me hiciera posible, además de mordisquear su clítoris de vez en cuando y simultáneamente dedeando su culito, que ya había dejado de latir pues ahora estaba un poco abierto.
Quieres verga?, le pregunte…
Ella solo afirmó con un gesto, ya que solo atinaba a morder sus labios y gemir.
Saque mi pene y le pase un poco de saliva para metérsela en su concha, en esa concha que estaba chorreando rico…
Al inicio solo le metí la cabecita, entraba y salía mientras ella gemía, hasta que no aguanté más y tuve que intentar meterla toda… me costó, ella se quejaba pero sus mantenía todo el silencio posible, ya que aún en este estado, ambos no ignorábamos en que lugar lo estábamos haciendo. Seguí y seguí hasta que finalmente pudo tragar todo mi falo, en ese punto me la empecé a coger con más fuerza y rapidez, podía ver como sus pequeñas tetas se agitaban de arriba abajo, al ver esto no dude en apretarlas. Estábamos muy arrechos, seguía y seguía, ambos estábamos a punto de acabar pero instantes antes, escuchamos voces que parecían acercarse al aula, no me quería arriesgar aunque solo fuese una falsa alarma, por lo que se le saqué de golpe con un gemido de parte de ella al hacerlo, y nos vestimos lo más rápido que pudimos.
Afortunadamente solo fue una falsa alarma, me sentí aliviado pero frustrado de no haber podido acabar, pero volviendo en mi mismo, recordé que no había usado condón, por lo que mis ganas, aunque aun muy altas, eran manejables. Le dije a Fabiola si le había gustado, y ella, ahora un poco mas en confianza, me dijo que si, pero que fue molesto el no poder terminar. Yo solo le sonreí y le dije al oído: Me quedé con las ganas de llenarte el culo de leche… Ella solo se sonrojó y se rio un tanto nerviosa y emocionada.
Ya saliendo del colegio juntos, me preguntó si este suceso nos había hecho «novios» o algo así, a lo que respondí que sería mejor pensarlo un poco por la complejidad que llevaría tener una relación conmigo, puesto que estudiaba en la universidad y solo en pocos momentos del año tenía suficiente tiempo libre para hacer cosas como la de ese día, a lo que me miró un poco extrañada pero luego solo me sonrió y me dijo que ella también lo pensaría, pues tampoco quería ser una carga. Llegamos al paradero, ella tomo su ruta y yo la mía.
Y esta fue la primera parte y mi primer encuentro con una de mis amigas colegialas, que creía que solo tendría esa única experiencia, pero futuras situaciones desencadenaron sucesos que no podía ni imaginar.
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