Fuí el regalo de cumpleaños de un viejo
¿Que mejor regalo para un viejo que cumple 80 años, que una jovencita de 19?.
Hacía a penas unas semanas que había cumplido 17 años, cuando una mañana recibí un mensaje. Era mi amigo Eloi que quería hablar urgentemente conmigo.
Eloi era un chico con el que había ido al instituto, y al igual que unos 30 chicos más, con el que habia follado en los baños, en el gimnasio, en las aulas, etc. Lo cierto que a Eloi le guardaba un cariño especial, había sido de los pocos que se había preocupado de mis orgasmos también. El resto de chavales se limitaban a bajarme las bragas, metermela y correrse, y con un poco de suerte, me tocaban una teta, pero Eloi no, él era diferente, él me disfrutaba y me hacía disfrutar. Metía sus dedos en todos mis agujeros y nunca se sacaba la polla del pantalón hasta que no notara mi coño empapado y listo para ser penetrado. Quizá era por que Eloi no tenía tantas oportunidades de follar como el resto, ya que iba en silla de ruedas, pero lo cierto es que cada vez que teníamos un encuentro se recreaba de lo lindo.
Eloi también era diferente en su forma de entender el sexo, bastante parecida a la mía. Él sabía que yo era una guarra. Una zorra que no dejaba títere con cabeza a la que le encantaba follarse a todo bicho viviente, y eso a él, lejos de disgustarle, le encantaba. Siempre me pedía que le contara mis azañas sexuales, y cuanto más escabrosas y cochinas, mucho mejor.
Quizá era por eso, que aquel día pensó en mí. No dudó ni un segundo de que si alguien era capaz de hacer algo así, esa era yo. Y no solo sería capaz de hacerlo, si no que hasta disfrutaría haciéndolo.
– Tengo una petición muy importante para ti Sandy, y se que te va a encantar. – Empezó a explicarme. – Mi abuelo cumple 80 años pasado mañana y quiero hacerle el mejor de los regalos, y ese, eres tú.
Arturo era el abuelo de Eloi. Yo Había podido conocerlo un tiempo atrás. Era el típico viejo verde de manual. Un viejo salido que manoseaba a las enfermeras de la residencia donde vivía. Un señor que llevaba al menos 20 años sin follar pero reconocía abiertamente que se hacía sus pajillas cuando la artrosis de sus manos se lo permitían.
He de reconocer que el primer impacto que tuve al escuchar la petición de Eloi fue chocante. Yo no sabía nada de viejos, ¿como se follaba con un viejo?, tampoco creo que fuera tan distinto a hacerlo con otro tío, de hecho hacerlo con Eloi, un chico con movilidad reducida si que había sido complicado al principio, pero muy placentero al final.
No lo dudé ni un segundo más y acepte la petición. Me encantaba la idea de ser el regalo de alguien, además de una persona que sin duda, me iba a disfrutar. Hablamos durante un rato más y terminamos de zanjar los preparativos. El encuentro iba a ser en la casa de los padres de Eloi, ese mismo fin de semana. Recogería a su abuelo de la residencia y pasaría toda la tarde del sábado conmigo. Que emoción, sería la putita de un vejete!
Llegó por fin el día. Después de masturbarme en la ducha como cada mañana, me puse manos a la obra. Me depile las piernas y cuando iba a rasurarme el pubis dude en hacerlo. ¿Que le gustaría más a Arturo? Quizá era mejor dejármelo peludito, a lo que debía estar acostumbrado. Después de deliberar un rato llegué a la conclusión que Arturo disfrutaría más con un coñito pelado, sin un solo pelo, que le recordara a la adolescente que era. Terminé de prepararme, y salí rumbo a casa de Eloi.
Al abrir la puerta, allí estaba Arturo, sentado en el sofá viendo la televisión. No reparó en mi presencia hasta unos minutos más tarde, y en cuanto lo hizo, apretó los botones del mando, apagó la televisión y con voz de depravado me soltó
– Ven para acá jamelga, que te la voy a meter hasta en el carnet de identidad!
Madre mía, ¿como podía ser tan cerdo ese señor?, pero en el fondo me estaba encantando. Yo ya estaba notablemente excitada. Soy de esas chicas que mojan con facilidad la bragas, además a borbotones, y cuando me corro suelo eyacular un buen chorro.
Eloi salió de la estancia haciéndome saber que si necesitaba algo él estaría en la habitación. ¿Pensaba quedarse allí mientras me follaba a su abuelo? La cosa se ponía cada vez más interesante.
– Bueno Arturo, feliz cumpleaños! Supongo que Eloi ya le habrá explicado que hago aquí ¿no?. – Le dije sonriente.
– Porsupuesto, me ha dicho que eres muy guarra y que me la vas a mamar. – Respondió mientras se tocaba el pantalón por la zona de la entrepierna.
La situación era de lo más surrealista, pero me ponía realmente cachonda pensar que ese viejo quería meter su flácida polla en mi coñito.
– En mi juventud me he ido mucho de putas, y las hacía gozar a todas, pero ya estoy mayor y no puedo mover la cadera así que las enfermeras de la residencia no me la quieres chupar ni siquiera por dinero. – Me contó.
– No se preocupe Arturo que yo se la chuparé, y gratis. Pero también me apetece jugar a otras cosas con su polla.
A la vez que iba diciéndole eso, iba bajándome las bragas sin quitarme la falda. Quería exicitar a ese viejo baboso, aunque con mi simple presencia ya tenía casi todo el trabajo hecho.
Me acerque a él y abriéndome de piernas me puse a orcajadas encima de sus piernas, sabiendo que mi húmedo coño iba a mojar ese pantalón color caqui pasado de moda. Cogí mis bragas empapadas y se las acerque con suavidad a la cara.
– Huele mi coño!. – Le susurré.
Y empecé a balancearme restregando mi coño por su pantalón. Su flácida polla empezó a endurecerse, aunque estaba a años luz de ser algo parecido a una buena polla dura. Me bajé los tirantes de la camiseta y me saqué mis enormes tetas. Coloqué las bragas mojadas entre medio y aplasté la cara de Arturo contra ellas. Él empezaba a estar inquieto. Había permanecido inmobil hasta que una de sus huesudas manos me agarró un glúteo apretandolo con fuerza. Uno de sus dedos encontró rápidamente el camino de mi culo y sin titubear lo introdujo. Le agarré la mano y me la llevé hacia la boca, lamí su dedo índice y dejándole gran cantidad de saliva le dije.
– Ahora si puedes meterlo, hay que lubricar primero.
Arturo volvió de nuevo a abrirme con fuerza el culo y al compás de mis movimiento me penetro el ano con su dedo. Notaba como entraba y salían sus nudillos, cada una de sus falanjes como si fueran un plug anal con bolas. Yo sabía que le estaba empapando el pantalón y pensaba en que manera íbamos a secarlo para que nadie más que Eloi y nosotros dos se enterara de lo que aquella tarde estaba pasando allí.
Arturo dirigió su otra mano hacia mí teta, y empezó a tirar con fuerza de mi pezón. Me dolía el culo y el pezón por los bruscos movimientos de aquel señor. Sin duda era un hombre rudo y eso me estaba poniendo a mil. Sin dejar de jugar con mi irritado culo y dolorido pezón, Arturo sacó la lengua y me la metió en la boca. Fue una sensación de lo más asquerosa. Me sentía verdaderamente sucia y eso me excitaba muchísimo. Era tan sumamente guarra que estaba disfrutando de que un viejo me violara el culo con su dedo y me metiera la lengua en la boca.
Por fin sacó el maldito dedo de mi ano. Decidió que cambiar su babosa lengua por el dedo que había estado en mi culo, era una buena idea así que, sin dejar de estirarme un pezón, empezó a darme lametones en el otro, no sin antes meterme el dedo que había estado dentro de mi, en la boca. Sin duda quería que lo lamiera y yo quería hacerlo. Quería lamerlo. Estuvimos así unos minutos pero yo me moría de ganas por descubrir que me depararían los pantalones de ese viejo. Quería descubrir que escondían los gallumbos olgueros de aquel señor.
Bajé de encima y me puse de rodillas a su lado. Esperando ansiosa a que se abriera la bragueta. Decidí hacerlo yo, así que sin bajarle el pantalón, abrí la cremallera, metí mi mano y palpé. Sorprendente su polla estaba más dura de lo que me esperaba. ¡Era una polla enorme!. Al final iba a resultar que el regalo era para mí.
Yo nunca he tenido favoritismos en cuanto al tamaño de una polla. Cualquiera me vale y todas me gustan. Pero ultimimanete le había pillado el gusto a introducirme cosas enormes en el coño. Varios dildos, el puño… Y la verdad que descubrir que aquel viejo allí sentado, tenía un miembro descomunal, fue una grata sorpresa.
Decidí sacarla por el agujero del pantalón. Me excitaba más la idea de follar con él vestido. Su polla aún no estaba dura del todo, pero ya era más que atractiva para mis ojos de guarrilla. Allí arrodillada, empecé a pajearle. Primero suavemente y luego cada vez más rápido. Yo observaba embobada aquella enorme verga circuncidada, la cual a penas alcanzaba a rodear con mi mano. Conseguí por fin ponérsela dura. Ahora sí que era un pene en condiciones. Listo para ser introducido en alguno de mis agujeros. Mentalmente descarté mi culo. Era un agujero que no solía dárselo a nadie, era casi virgen. Solo había entrado en el, a parte de miles de dedos y objetos, la polla del padre de mi amiga. Fué una experiencia dolorosa, y viendo el tamaño de aquel falo, no estaba por la labor de repetirla.
Elegí mi boca como orificio inaugural. Lo cierto es que deseaba mamarsela a ese viejo y demostrarle así mis dotes de felatriz. Llevaba chupado pollas más de 10 años y me había convertido sin duda en toda una profecional de la felación. Hubo un tiempo incluso que los chicos de mi colegio hacían cola en los vestuarios para follarme la boca, y cosa que yo hacía con gusto.
Agarré la polla con las dos manos y antes de introducirla en la boca decidí soltarle un buen escupitajo, que le chorreó hacia abajo haciendo un reguero de babas. Por mi parte, a mi también me choreaba el coño por las piernas abajo. Mis pezones seguían duros y no podía parar de imaginarme cabalgando encima de ese señor con aquel monstruo metido dentro de mi. Pero todo a su tiempo! Lo bueno se hace esperar.
Coloqué mi lengua en la punta de su capullo y con movimientos zigzagueantes empecé a lamer como si de un helado se tratara. Él me agarró del pelo y empujando mi cabeza fuertemente me dijo.
– Tragatela entera puta.
Me la metió hasta la garganta y agarrando con sus dos manos mi cabeza empezó a moverla de arriba a bajo con fuerza. Me estaba ahogado, no me dejaba respirar. Ese hombre era sin duda un Neanderthal. Ingenua de mi que creía que sería un entrañable señor y resultó ser un cerdo depravado. Pero seguía encantandome. La punta de su polla quedaba encajada en mi garganta y así estábamos unos segundos para dejarme aspirar a penas un sorbo de aliento y volver a las andadas. Se sacó los huevos peludos por la bragueta del pantalón y me hizo meterme ambos a la vez en la boca. Me sentía como un hamster baboso. Así estuvimos un largo rato. Él se empalmaba y se le bajaba, pero entendí que era un ciclo y así eran las erecciónes de los viejos.
Como si me estuviera impartiendo una clase magistral de repente me dijo.
– Ahora toca follar. ¿Te cabrá este trabuco en ese coño de muñeca?
– Señor, por favor, este coño de muñeca se ha tragado más pollas que una anaconda. – Le respondí con soberbia y chulería.
– Entonces eres como la burra de Paco, que nos la follabamos todos los mozos del pueblo. – Me dijo en tono burlón.
Yo estaba alucinando con ese tío. Era realmente un vicioso y allí estaba, aprovechándose de mi y de mis ganas desmesuradas de follar con cualquiera.
Me agarró de las axilas como haciendo el gesto de levantarme, pero toda la fuerza la hice yo lógicamente. No quería que aquel hombre terminara con un hueso roto.
Estando de pie delante de él me hizo girarme e inclinarme, dándole la espalda, o más bien el culo. Mi trasero quedaba justo a la altura de su cara. Me levantó la falda y agarrando mis nalgas con sus manos me separó de nuevo el culo como quien separa unas cortinas. Me estaba abriendo tanto el culo que me dolía la raja. De repente note algo viscoso y caliente entrando por mi ano. La sensación era muchísimo más agradable que la de su dedo de antes. Estaba metiéndome la lengua en el culo.
– Apreta para afuera que quiero que se abra. – balbuceó entre mis nalgas con su lengua aún metida en mi agujero.
Menuda petición más extraña, pensé, ¿pero quien soy yo para no obedecer? Al fin y al cabo él es el cumpleañero y yo solo soy su complaciente regalo.
Apreté con todas mis fuerzas y de repente noté como su lengua entraba entera. De mi pubis goteaba un fino hilo formado de mi flujo y sus babas. No hacía movimientos, simplemente mantenía su lengua ahí, metida en mi orificio más preciado.
De pronto, y sin separar su cara de mi culo, me soltó las nalgas y dirigió ambas manos hacia mis tetas, que permanecían colgando a la espera de que les hiciera algo de caso. Rodeó mis pezones con sus dedos, cada uno con una mano y como si estuviera ordeñando a una vaca, tiro fuertemente de ellos hacia abajo. Yo sollozaba de dolor y placer. Realmente me sentía humillada pero por una extraña razón eso me ponía cachondisima.
– Empuja!. – Me repitió varias veces. Y yo sin rechistar obedecía. Relajaba mi esfinter y empujaba notando de nuevo como la lengua del viejo abusaba de mi culo mientras me destrozada los pezones.
Por fin saco la cara de mis nalgas. Y agarrandome de las caderas, me empujó hacia él, haciéndome caer sobre su polla, que parmanecia curiosamente erecta. Debía gustarle mucho el rollo de lamer culos.
Me levante unos centímetros y agarré la verga con mi mano, para dirigirla a mi coño. Yo seguía mirando hacia el frente, sentada en su regazo como una niña lo hace con santa. La metí. Notaba como se iba abriendo paso por mi vagina hasta que por fin quedé totalmente sentada en su pubis. Empecé a trotar como una potra salvaje, mis tetas votaban al ritmo de mis saltos. Por fin tenía la polla de un viejo dentro, una medalla más para mi colección. Mi coño no paraba de chorrear y sabía que si seguía así, me iba a correr como una loca. De repente Arturo me frenó.
– Ahora por el culo. – Dijo.
No quería darle el culo! Me lo iba a reventar. ¿Pero que podía hacer?, le había prometido a Eloi que complacería a su abuelo.
Volví a levantarme unos centímetros, escupí en la punta de mis dedos y me masajee el ano. La verdad es que no hizo falta lubricarlo demasiado. Lo tenía empapado. Metí un par de dedos e intente prepararlo para lo que venía. Agarré su polla, empapada por mi flujo y comencé a introducirmela. Dolía! Solo llevaba la punta e iba a ser imposible meter más. De pronto recordé como de fácil entraba la lengua cuando Arturo me hacía empujar, y así lo hice. Me relajé y al ritmo que empujaba hacia afuera, iba bajando mis piernas hasta que entró. Tenía una polla de al menos 20cm dentro de mi culo. Y a penas me dolía.
Arturo agarrandome de nuevo las tetas, tiraba de mi como insinuando que me moviera. Comencé a trotar de nuevo. Notaba un quemazón en mi culo, pero era excitante. Él me apretaba tan fuerte las tetas que me las dejó amoratadas por varios días. Me lamia el cuello y la oreja, y soltaba extraños sonidos de placer. Yo empecé a masturbarme al mismo ritmo y pasó. Un enorme chorro blanquecino salió disparado de mi coñito. No podía parar de correrme con esa polla en mi culo. Todos mis músculos se comprimian y eso a él debió de encantarle por que comenzó a gritar.
– Me voy! Me voy!.
Se estaba corriendo dentro de mí! Me estaba llenando el culo de leche. Podía notar como palpitaba dentro de mi, y como me rellenaba como a un pavo.
Me quedé unos segundos sentada sobre él, exhausta. Unos segundos que bastaron para que se le bajara la polla y se quedara tan blanda que salió sola, sin ayuda, de mi culo. Ahora tenía el ano irritado e inflamado, pero sobretodo lo tenía abierto como me solía pasar en el coño.
Tape mis tetas con la camiseta, bajé mi falda y me dirigí al lavabo para sacar toda la lefa que podía notar en mi vientre. Cuando por el pasillo me encontré a Eloi sonriente.
– Parece que os lo habéis pasado bien no?. – me dijo con rintintin.
– Se ha corrido en mi culo, mira. – Le dije levantándome la falda y mostrándole como salía de él el líquido viscoso de su abuelo.
Pude ver como Eloi se empalmaba. Había estado escuchadolo todo y esto era la prueba definitiva de que me había follado a su abuelo.
– Ahora que lo tengo abierto, me la puedes meter si quieres. Pero rápido que estoy cansada.
Sin pensárselo se desabrochó los pantalones y se saco la polla. De nuevo volví a repetir el proceso. Me la metí en el ano, pero esta vez se deslizó con suavidad. Su polla era más pequeña y yo tenía el culo abierto y lubricado. Solo hicieron falta unos cuantos trotes para que Eloi eyaculara dentro de mi también. La follada con él fué mucho menos espectacular, pero era morboso saber que me estaba follando el culo mientras le chorreaba por la polla el semen de su abuelo.
– Mira que eres guarra tía. – Me dijo mientras volvía a esconderse el rabo en el pantalón. Le guiñé un ojo y me senté en el wc dejando caer toda la lefa que abuelo y nieto habían eyaculado dentro de mi.
Le di de regalo mis bragas a Arturo para que tuviera un recuerdo de ese día, y feliz volví caminando a mi casa, notando como el aire de la calle acariciaba mi coño y mi culo. Ambos se merecían un descanso. Habían trabajado duro y muy bien.
FIN
Hubiera sido mejor que te hubiera llevado sin saber nada