Intentando seducir al viejito de en frente
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi nombre es Martina, soy estudiante en una Universidad privada y tengo 19 años, provengo de una familia conservadora- religiosa de clase media alta; soy pequeñita, mido 1.60, delgada, piel blanca, un par de pecas(unas cuantas), ojos marrones, pelirroja.
Desde que era muy niña, siempre se me instruyo sobre moral, modales y demás, entre todo ello, me mantuve al margen con los varones durante la escuela, hasta mi último año, donde perdí la virginidad; pero esta historia no trata de eso, después de haber estado con mi novio por un año y medio, terminamos y yo ingresé a la Universidad.
Un día, al salir de una clase en turno de la tarde y al irme, noté como un taxi se estacionaba un poco tras de mí, esperaba que avanzara unos metros y luego me adelantaba, así hizo un par de veces más, me asusté y vi hacia el conductor de manera automática, cuando lo miré a la cara, se trataba de un hombre que calculé, tenía entre 60 y 65 años; bastante pasado de peso, con bigote y una media calva blancos, estaba muy sonrojado… y entonces bajé la mirada, tenía el pene afuera, estaba hinchado y venoso, con las manos húmedas se estaba masturbando mientras me miraba!! Me sentí rara (según yo, mal), hice un gesto de desagrado y me fui rápidamente de ahí, casi corriendo. Hasta el anochecer, traté de no pensar en eso, pero repetía esa imagen en mi cabeza y me daba mucho asco.
No pude dormir esa noche, las imágenes se hicieron pensamientos y llegó un punto en el que me percaté que me excitaba pensar que alguien se masturbara por mí, que imaginaría? Era que lo vea mejor o incluso deseaba haberle sonreído al hombre, por si me invitaba a verlo, posteriormente me imaginé teniendo sexo con él, me excitaba recordar el pene de ese viejo, era grande, no se parecía en nada al del muchacho con el que solía salir, desde esa ocasión comencé a fantasear con encuentros sexuales express con hombres mayores, imaginaba sus manos grandes y ásperas pasándome por el cuerpo y tomándome, pero nada me prepararía para la realidad luego de eso, cuando decidí hacer realidad mi fantasía.
Tenía en la mira al vecino del frente, era un hombre viudo de 80 años o más, hablaba muy poco pero sonreía bastante y desde que falleció su esposa, casi no salía de su casa, los demás vecinos lo visitaban para ayudarlo en algunas cosas y ver que esté bien, como mi hermana mayor iba, decidí acompañarla para hacer un “estudio de campo” haha, con el tiempo el Señor Carlos y yo, nos hicimos muy cercanos y grandes “amigos”, comencé a ir por mi cuenta, pero no sabía cómo avanzar (después de todo soy muy vergonzosa y no cuento con mucha experiencia, aunque ese momento me invadía el deseo), así que tomé el camino largo, comencé a ir sin sujetador, con blusas delgadas, algunas un poco transparentes, apoyaba mi pecho de esa manera sobre el cada que podía, me sentaba a su lado en el sillón y lo dejaba ver accidentalmente mis senos, a él le encantaba ver, se notaba porque lo hacía de reojo y se pasaba la lengua lo más disimuladamente que podía, por los labios… me excitaba tanto esa situación, era como si quisiera lamer mis pezones, me sentía deseada y me humedecía cuando estaba con él.
Un día, sentados como siempre en su sala y él con su mirada en mi escote, le pregunté:
M: ¿y usted le mira el pecho a todas?- el pobre hombre quedó mudo y nervioso, sin embargo lo suavicé con una sonrisa y le toqué la mano, a lo que me respondió:
C: No niña, a veces se le pasa la mirada a uno sin querer, pero no es nada
Lo dijo tan inocentemente y el asunto se quedó ahí, me sentí tan frustrada y en evidencia, estaba avergonzada, evité mirarlo a los ojos casi toda la tarde, hasta que casi fue hora de que regresara a mi casa, a pesar que me sentía rara por lo que le dije, de alguna manera eso me prendió más y no quería irme sin que pasara algo, aunque fuese un beso y luego a ver si algo pasaba.
Tomando el té en la cocina lo vi mirando mi escote de reojo otra vez y sin decirle nada, me acaricié por encima de la ropa muy despacito, me miró rápidamente a los ojos, pero yo continué y pellizqué mis pezones, él se quedó muy quieto y no decía nada, seguí así por unos minutos, luego desprendí mis botones uno a uno, chupé mis dedos y me los pasé por la piel, abrí por completo mi blusa dejándolo ver todo y como siguió de esa manera le dije “¿quieres que pare?” a lo que respondió, -No- y siguió mirando, era la primera vez que me masturbaba frente a alguien, así que lo hice despacito y procuré disfrutarlo, me encantaba ver sus ojos tan abiertos, respiraba fuerte por la boca y se notaba que se le escurría un poco de saliva a momentos.
Abrí mis piernas para que se subiera mi falda y estiré mi tanga, presionando fuerte la tela contra mi clítoris, y levantaba mi pelvis, Carlitos estaba gozando, luego me puse de rodillas sobre la silla para darle una mejor vista, me quité todo y comencé a pasar mis dedos por mi rajita, sentía como se me escurría la excitación por lar piernas, hasta que se levantó de su lugar y me metió un dedo, lo miré sobre mis hombros y se lo veía frenético, desesperado, como si no supiera por dónde empezar, así que solo metió dos dedos más y me dijo –levántate, vamos a ir al sillón- y me llevó así, insertada.
Me puse de cuatro en el sillón y comenzó a meter y sacar sus dedos con rapidez, yo no podía ni gemir de lo extasiada que estaba ese momento, luego bajó su cara y abrió mis nalgas, comenzó a lamerme desde el ano a donde estaban sus dedos, me penetraba con la lengua y usaba mucha saliva, yo estaba a punto de reventar de placer, era la cosa más rica que me habían hecho y cuando me hizo terminar, grité como nunca.
Me repuse, le bajé el pantalón y se sentó, comencé a chupar su miembro, era flacidito al principio, pero conforme le pasaba la lengua, sobre todo por los huevos, iba creciendo, chocaba su cabeza con mi garganta, succionaba suavemente y lo masturbaba, él tomó su miembro y lo pasaba entre mis senos, le hice una rusa y después de un rato se le bajó, quedé muy picada, porque quería que me la meta y me dijo que siga, pero no se le pudo parar de nuevo; a lo que me puso de nuevo de cuatro sobre el sofá y sacó su bastón, yo me asusté y le pregunté que, qué quería hacer con eso, y me respondió que me quedara tranquila.
C: no te lo voy a meter, mi verga va a entrar antes, pero primero, te voy a hacer cositas con esto- lamió una parte del bastón y me lo pasó verticalmente entre las nalgas y la vagina, era tan delicioso… lo subía y bajaba con rapidez, y se mesclaba con mis jugos.
Así estuvo un rato, pero al final no se le paró y ya era hora de irme, nos dimos un largo beso de despedida y me dijo
C: la siguiente, te voy a coger hijita y voy a inspeccionar ese culito también- a lo que solo respondí con un, “adiós Señor Carlitos” y nunca más regresé.
Ahora me espía desde su vereda, trata de venir a casa, llama para pedir que alguien de aquí lo asista alguna vez que supuestamente nadie más en el vecindario puede hacerlo, cuando paso cerca, llama mi nombre, pero la verdad es que, solo quería cumplir una fantasía, como dije al principio, express, luego de hacer lo que hicimos, se calmó mi cuerpo y no quise más, actualmente tengo novio, somos muy felices y se satisface.
En cuanto a Don Carlos, tuvo su única oportunidad que no acabó como lo pensado, pero al menos disfrutó un rato con una jovencita.
Tengo la misma fantasía, estoy a meses de cumplirla ya tengo planeado como seducir a mi vecino, me digo «vamos Andrea, si se puede»