JulyGarcia. Desvirgando a un chico de honduras de tan solo 15 añitos.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por JulyGarcia.
Era temprano por la mañana, un sábado.
Mis hijos se encontraban con su padre todo el fin de semana, así que tenia esos días para descansar un poco.
Por las mañanas no suelo usar ropa en mi casa.
Por lo general, solo uso mi bata para dormir o una blusa y un shorts diminutos, sin ropa interior, si hace frío.
Ese día, llevaba el shorts con la blusa de tirantes blanca que transparentaba mis pezones.
Se escuchó el timbre de mi casa y acudí a abrir la puerta.
Era un jovencito, moreno, algo sucio y con una mochila.
“Madre no tiene para darme para comer, no he comido desde ayer”, me dijo.
“No has comido nada, amor, pasa, por favor, ahora te preparo algo”.
Él puso una carita, como de apenado y no quería.
Yo, lo tomé del hombro y le dije; “pasa, mi hijito, no pasa nada.
Él accedió y pasó tímidamente a mi casa.
Yo le dije: “qué quieres de comer mi amor? Te gustan los huevitos revueltos con salchicha”.
Me dijo que sí y yo le preparé unos.
“Aquí están, mi amor, cómelos, que están calientitos”.
Me puse en frente de él y no podía dejar de ver mi blusa.
“Cuantos años tienes, cariño, cómo te llamas? Él me respondió Jorge y que tenía 15.
“Y a donde vas solo, amor?”.
“Voy a Estados Unidos a buscar trabajo, pero esta muy difícil llegar.
Es un camino muy largo.
Vengo desde Honduras, madre, en tren, caminando, de todo he hecho”.
Me contaba, mientras comía sus huevos con un apetito voraz.
De vez en cuando, miraba directo a mis pezones y cuando yo le descubría, movía la vista.
Le pregunté: “y tu mami? y tu papi?”, “Mi mamá está en mi casa y mi papá esta trabajando en USA”.
Yo me quedé pensando; en que era muy peligroso para un chico de su edad, ir por esos caminos sin alguien; que lo ayudaría; que probablemente sufriría mucho; si llegaría; o tal vez, nunca llegaría.
Le pregunté: “oye! y allá, en casita no dejaste una novia amor?” Él me respondió: “no, señora, allá solo trabajaba, ni estudiaba, no tenia tiempo para eso, por tener que ayudar a mi familia”.
“Pero, si te gustan las niñas”, le pregunté.
“Sí, señora, si me gustan” dijo, con una sonrisa.
“Oye, me imagino, entonces, que nunca has tenido tu primera vez”.
“Primera vez, de qué, madre?”.
“De conocer el cuerpo de una mujer, amor”.
Él se puso colorado de la cara y no dijo nada.
Yo sabía que él podía morir en el camino.
En mi estado, en las noticias, siempre se escuchan historias de jóvenes muertos en el camino, por muchas causas, y le dije: “no te gustaría que te enseñase mi cuerpo”.
Él, tímido, agachó la cabeza y no dijo nada.
Yo tomé los extremos de mi blusa por la parte de abajo y la levanté hasta arriba, dejando mis senos al aire.
Él me vio y luego, volvió la mirada.
“Madre, yo no quiero verla así, yo la respeto”.
“Yo te he visto como me mirabas mientras comías, amor.
Ven!”.
Tomé su mano y la puse en mi pecho, él dijo: “madre santa!”
‘Ves!, si te gusta!” comenzó a ver directo mi pecho y comenzó a apretarlo torpemente.
Pronto, ya lo hizo con ambas manos.
Casi podía ver la saliva en sus labios deseando lamerlos, pero tenía miedo a mi reacción.
Yo le dije: “a que esperas bebe!, chupalos!”.
Así lo hizo y comenzó a beber del sudor de mis pezones.
Yo le frote su vientre y fui bajando.
Mi mano recorriendo su cuerpo joven.
“Que tenemos aquí”, le dije, mientras tocaba su bulto.
“Estás muy bien para tu edad, mi hijito, déjame verlo”.
Me agache frente a él, pero él se tapaba con sus manitas.
Yo le dije: “necesito quitarte esto amor, déjame”.
Al fin, quito sus manos y yo desabroche su cinturón, su pantalón estaba lleno de lodo y tierra.
Olía pésimo el muchachito.
Era como una combinación a lodo, orina y sudor de ano.
El olor era muy intenso y por una extraña razón, me hacía girar la cabeza de excitación.
Baje su ziper y poco a poco su pantalón cayó.
Tenía un viejo calzón roto, color blanco y con manchas amarillas en la parte frontal.
El olor se había hecho mucho más intenso.
“Cuanto hace que no tomas un buen baño caliente, amor?”; “No me baño desde hace más de una semana.
Esta es la única ropa que me queda sin romper”; “No te preocupes.
En un rato te doy una ropa que mi hijo mayor no usa.
Creo que te quedará bien”.
Le quité su calzón y un pene morenito con una erección a medias se asomo.
Tenía buen tamaño, pero quería verlo en su máximo esplendor.
Tenía algo de vello en su pene, en la zona de la pelvis y un poco más en sus testículos, algo colgaditos.
“A ver, amor, ese prepucio hay que pelarlo”, el olor a pescado era tremendo.
Yo lo hacía atrás, mientras veía su cara.
Él solamente abría su boca, pero sin emitir un solo sonido.
Una capa gruesa de queso (esmegma) apareció frente a mí.
‘Vaya!, que juntaste mucho, amor”.
Nunca había visto tanto quesito guardado.
Me lo metí en la boca.
El sabor era indescriptible, era como mezclar cada esencia que ha estado en el pene de un hombre y ponerlas todas juntas.
Yo comencé a comerlo todo! Era espeso, con grumos y el sabor amargo ácido que caracteriza al esmegma.
Pronto, el pequeño Jorge comenzó a gozar.
Me había tomado la cabeza y me sujetaba el cabello.
Mientras, yo me comía entero su pene.
Tal vez, eran 16 cm.
Un pene muy decente para su edad.
Yo, me lo tragaba todo.
Incluso, metía un poco en mi boca sus testículos.
Y él, parecía estar en el cielo.
No duro ni 1 minuto y medio, cuando soltó su leche en mi boca.
“Mmmmm”, soltó un gemido.
“Que rico! eso madre, me vine rico! “ Y es solo el principio.
Le succione esos testículos, llenos de orina y semen secos.
Los limpie por completo con mi saliva.
Él solo se inclinaba hacia atrás y me decía: “no pare, madre, no pare! Por, favor!”
Le dije: “acompañame!”.
Lo tomé, con mi mano derecha, de la polla y subimos a mi cuarto.
Lo solté por un momento y me quite el resto de ropa.
“Vamos a bañarnos bebé, ven aquí! “.
Abrí la llave de la regadera y lo puse en agua tibia, para que sintiera el confort con el agua cálida en su cuerpo.
Él, se quedaba viendo mi trasero y mi vagina.
“Usted, si está buena!, madre”, me dijo .
“No se parece al cuerpo de las muchachas de mi barrio”.
“Cada cuerpo es diferente, mi amor.
Pero, gracias!”.
Lo tome de la polla de nuevo y ya estaba de nuevo como roca.
Nos metimos al baño y puse algo de jabón en su cabecita y comencé a tallarlo bien.
Le dije: “Relájate amor.
Deja que te masajee bien tu cabello”.
Él me abrazaba de frente, sintiendo como mis senos se aplastaban contra su pequeño pecho y como su dura erección se ponía entre mis piernas.
Después le di una esponja y le dije: “Puedes tallarme toda la parte de atrás cielo, por favor?”, él dijo sí y así lo hizo.
Enjabonaba toda mi espalda, cada centímetro de ella, mi cuello y luego siguió con mi trasero.
Todo con la esponja y sus pequeñas y ásperas manos.
Yo, ya estaba excitada y me puse de frente a él para tallarle también.
Enjabone todo con otra esponja y luego él lo hizo conmigo por la parte frontal enfocándose en mis senos.
Nos enjuagamos y le dije: “siéntate en el piso bebé, te voy a hacer algo que te va a encantar”.
“Qué cosa madre?”, preguntó .
“Voy a limpiar tu ano”.
Se sentó y esperó el agua caliente que caía para ambos, él expectante y de manera inclinada aguardaba ahí.
Yo me acerqué despacio, me incline hacia él, metí mi lengua muy húmeda en su ano y mientras lo masturbaba con mi mano derecha.
Él, rápido, sintió el placer; “Dios Santísimo”, dijo.
Yo, cada vez, metía mas mi lengua y descubría el sabor a excremento que tenia mi lengua.
Se había llenado de un poco de mierda, pero la embarre en sus nalgas sin vello y seguí mi labor.
Él estaba en el paraíso.
Gemía como una mujer y yo no paraba de escarbar esa mina de excremento.
Cada vez que me adentraba en ella, sacaba más de su tesoro oloroso y café.
“Está sucio madre.
No me lama ahí!”.
“Cállate y disfruta”, él se recostó sobre su espalda y yo me concrete a hacerlo gemir.
Mi lengua estaba invadida por completo por el sabor de su ano y sin previo aviso un “aayyy!” delató su orgasmo.
Al mismo tiempo, como un rayo, un chorro de semen impactaba en el techo del baño.
Yo me reí, “vaya fuerza tienes morenito!”
“Madre, usted es una diosa en esto del sexo”.
“No puedo yo con algo así”
“No te preocupes, solo me falta tomar una virginidad más tuya y serás un hombre completo”.
“Así, si mueres, al menos ya habrás conocido mujer”.
Me senté encima de él y me subí a su pene, aún lleno de semen.
No estaba flácido, así que lo aproveche.
“Uff! se siente rico, mojadito”, le dije.
Él, cuando entro solo, puso sus ojitos en blanco y se echó para atrás.
Yo empecé a brincar y él, por su sensibilidad, no lo soportaba; “madre, no tanto, me duele!”.
Yo le dije: “tú, sigue bebé, puedes soportarlo!”.
Yo misma apretaba mis senos, chupaba mis pezones y mientras brincaba él decía: “madre, que puta más rica es usted”.
Yo me moví, con más intensidad y el gritó: “ah! madre que puta!” y sentí sus chorritos de placer en mi fluyendo uno tras otro.
“Ahí está bebé! Listo, ya eres un machito!”
Él, estaba recostado y sin poder hablar jadeando.
“Madre, que delicia!”.
Yo me acosté junto a él y mientras lo besaba en la boca con mi lengua le dije: “qué te pareció?”.
"El paraíso, madre”.
"Que bueno bebé.
Ahora vamos a secarnos y conseguirte esa ropa”
Le di una maleta nueva con algo de comida y ropa y partió con rumbo a su sueño.
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