La chica de los carteles
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola, esto me sucedió hace un tiempo, me podéis llamar Diego (no es mi nombre autentico pero me gusta la honestidad) soy un hombre soltero pertenezco a una clase media de las muchas existentes en México, mido 1.84 metros, y me dedico al diseño en general, disculpen que no hago hincapié en mi trabajo ya que soy bastante conocido en la ciudad que radico en el interior del país.
Durante algún tiempo en mis ratos de ocio me dedicaba a editar imágenes con texto en diferentes paginas de memes y carteles en la pasividad de mi recamara, ahí conocí bastantes personas y ahí fue donde la conocí…
Un día simplemente me mando un mensaje privado para saludarme después de que ella me había dado un voto negativo a uno de mis carteles y yo le respondí con uno positivo y un comentario a uno de ellos, pienso que “las cosas suceden por algo” y vaya que en este caso así fue. Tenía ella un Nick que yo lo relacionaba a un videojuego.
-Hola, me llamaste la atención.
-Hola, dime ¿cómo te llamas?
-Natalie.
Escuché su nombre por el sonido de mi propia boca mientras leía esa líneas, lo primero que me sucedió fue sorprenderme cuando me comento que vivía en la misma ciudad que yo. Me comento que aún estudiaba y después de una pequeña charla realmente habíamos hecho un click así que la invite a tomar algo para el día siguiente, lo cual acepto gustosa.
Quedamos de vernos a las 9:00 de la mañana en un café cerca del centro, ya que sus padres eran estrictos y no le permitían salir por mucho tiempo de casa y sólo de día. Llegue puntual y lo primero que observe es que es lugar estaba abarrotado de gente, ya que empezaban las vacaciones navideñas y al ser un pequeño pueblo urbanizado y turístico, todo se llenaba cafeterías, restaurantes y demás comercios. Comencé a buscarla y percibi que aun no asistía a la cita y así estuve hasta las 9:20 a punto de retirarme.
-Holaaa, ¿Diego? Disculpa mi tardanza no suelo ser así, sólo que hay un lío de tráfico.
Y ahí estaba una hermosa chica no era muy alta pero muy bien proporcionada para su edad, su tono de piel es blanca, una mirada profunda coronada por unos hechizantes ojos oscuros, tiene una nariz que sobresale de su rostro y embellece todo el conjunto, su cabello es de color castaño y le llega hasta el nacimiento de sus nalgas duritas, cintura normal y tiene un andar lento pero elegante; usa lentes que le dan un toque intelectual, vestía short blanco, camisa estampada de corazones, y de una cadena traía un colgante en forma de “pino”. Se acerco y tan sólo me dio la mano mientras que sus pómulos se enrojecían y llegue a notar un leve movimiento de piernas inusual tal vez producto de un espasmo de excitación. Apenas pude ocultar mi miembro pues aunque se encontraba bajo mi pantalón de mezclilla y debido al uso de un bóxer se alcanzaba a notar pues en erección llega a medir los 19 cms.
-Hola Natalie. Esta muy lleno el lugar ven vamos a la tienda.
La tome de la mano y ella un poco apenada volteaba a ver si nos veían mientras me seguía mi paso moviendo sus caderas de forma candente por las calles empedradas de tezontle negro de la región y la franja central a base de mármol blanco, mostrando una esplendorosa ciudad colonial.
Compramos 2 aguas y nos fuimos caminando hasta dar con un pequeño parque inaugurado en conmemoración de un héroe de la independencia que el tiempo se ha encargado de olvidar entre flores amarillas marchitas y arbustos descuidados. Ese parque era muy concurrido por los grupos de chicos que se arremolinan saliendo de sus colegios entre semana, pero al ser domingo, estaba completamente desierto y fuimos ahí sin ningún tipo de malicia, más bien el cansancio comenzaba a menguar nuestro paso.
Al descender 2 escalones me percate que con un movimiento de su brazo el cómplice aire se colara apenas para mostrarme el inicio de un sujetador blanco, ella lo noto y me sonrió mostrando la más tierna cara.
-¿Qué ves Diego?
–Si te lo digo te sorprenderías.
-Pues sorpréndeme.
Y en seguida corrió y yo corrí hasta alcanzarla, la tome del mano.
-Tal vez creas que estoy loco pero me gustas.
-Tú también me gustas, aunque soy más joven.
Y en ese momento nos besamos, fue un beso diferente al principio tierno, pero a los pocos minutos nos dábamos unos besos tan pasionales como si fuésemos viejos amantes. Aprovechamos la serenidad del parque ya que justamente nadie aparecía cerca, tal vez llevados por la muchedumbre del centro, nos ofrecían el lugar perfecto para disfrutar nuestro momento.
Besaba su cuello, su oído y ella emitía pequeños suspiros casi virginales mientras yo me sentaba, ella a horcadas se prendía de mi camisa y se sentaba en mis piernas, se le veía un poco descompuesta.
-Diego es el mejor beso de toda mi vida, decía Natalie justo antes de que nuestras lenguas se entrelazaran sentíamos como nuestra excitación aumentaba, sentía el latir de su pecho aumentar y mis manos se metían dentro de su camisa y sentía los bordes del sujetador un poco infantil para su edad pero que le daban un toque de inocencia mientras me perdía en su mirada.
Estábamos consientes del peligro y eso aumentaba nuestra calentura, a lo lejos se oía el retozar de algunos pequeños que disfrutaban de los adornos navideños y la música que venia de un órgano ambulante.
-Natalie, levántate- Le susurraba al oído mientras con mis manos tomaba sus caderas y la levantaba hasta ponerla en pie, ella me veía expectante, mientras bajaba un poco su short arrastrando a su paso también un pantie tipo cachetero de color blanco, y me impresionaba al ver una pequeña mata de abundante vello liso y rizado de su monte de Venus, baje una mano para acariciarlo, mientras ella sin resistencia abría poco a poco sus gruesos muslos, para dar mayor acceso a mi mano invasora.
-Diego… soy virgen- me lo decía mientras miraba ella el piso, con un apenas audible sonido salido del interior de su garganta, mientras sobre mi pantalón acariciaba mi verga, apenas separada por la fina tela de su mano.
-No te preocupes mi amor- Le decía mientras acariciaba su mentón, besaba su boca e invadía sutilmente sus labios vaginales, aumentando su respiración y su ritmo cardiaco, comenzaba a sentir esa humedad que provenía del interior de su conejito, aún con su short en sus tobillos.
Abrí su camisa y levante su sostén para descubrir unos pequeños botones rosados inmaculados en sus pechos, tuve la paciencia de besar concienzudamente cada uno de ellos mordiendo de vez en cuando cada pezón. Mientras sus gemidos aumentaban así como el flujo que resbalaba por sus muslos.
La senté en una de las banca más cercanas acercando sus caderas hacia mí, me agache y probé ese néctar con un dulce sabor apenas saladito, el cual me esmeré en beber, mientras comenzaba ella a acariciarme mi cabello.
-Diego, ¿Qué es lo que me haces que me encanta? Me decía mientras acercaba mi cara más adentro de su empapada panocha, con maestría apenas y metía mis yemas en la estreches de su interior y con mi pulgar daba masajes a su ardiente clítoris, pasaba mi nariz a entre sus labios mayores y presionaba su esfínter que se contraía con el jugar de mis dedos.
En un momento abrí el cierre de mi pantalón, saqué mi verga ya completamente erecta y la restregué por todo su conejito, no con la intención de embestirla tan sólo puntearla ya que sabía que quería darle algo más placentero para su primera vez la cual no dudaba en entregarme incluso en ese instante. Fueron minutos de lucha mientras mordía sus senos y retomaba el cunnilingus.
Fueron alrededor de 20 o 30 minutos que culminaron con bestial orgasmo, tan sólo un grito de puro placer fueron los que advirtieron de su venida, mientras arqueaba su espalda. La tome y la besé, aún con restos de su interior que acepto con gusto mientras veía una mirada perdida.
Me entregaba en ese momento su alma, su mente y su cuerpo, sentía aún su excitación mientras sus jugos resbalaban en mi miembro aún erecto, por sus muslos, por mi cara y por mi mano; podía sentir sus piernas doblarse al momento de incorporarse, mientras reía ella sin poder mirarme directamente a la cara por la pena y la complicidad sólo me regalaba breves sonrisas. Me guarde el pene completamente erguido sabiendo que en ese momento prefería dejarlo así, era lo más sensato.
Le ayudé a vestirse pronto temiendo que el ruido hubiese alertado a personas cercanas, y como recién casados me la llevé cargando hasta tomar un taxi, mientras nos besuqueamos de lo lindo con la mirada mórbida del taxista que nos observaba por el retrovisor camino a su casa, mientras los parroquianos se divertían con el paso de danzantes por alguna fiesta patronal.
-Diego mi amor (me decía en la esquina oriente de su casa colgada a mi cuello), ya es tarde pero quiero agradecerte lo que me hiciste sentir.
-No te preocupes hoy, prefiero que llegues temprano y no recibas regaños ni amonestaciones, ya veré como relajarme-
– Gracias, la próxima vez que nos veamos, te lo recompensaré doble-
… continuará?
Gracias por tomarse el tiempo en leerlo, espero sus sus criticas y disculpen si encuentran alguna falta ortográfica. Pueden ponerse en contacto a través de mi correo campanaindependencia@hotmail.com espero que les agrade para continuar escribiendo.
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