La Costurera de mi Barrio
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Esta señora era viuda y vivía en los altos, de un supermercado pequeño de esos que existen en los barrios. Todas la mujeres de mi barrio se hacían su ropa con ella, incluyendo mis hermanas, mi madre y mis tías. Para su edad… que era bastante, esta dama, tenía un cuerpo… muy bien conservado, parecía una guitarra de espaldas, con un tremendo trasero, que se erguía sensualmente, en sus faldas tipo "tubo", que se usaban mucho, en esos días. Sus senos se veían firmes y provocativos; al punto, que todos los hombres de mi barrio solteros y casados, querian tirarsela, hacerle el amor, pero ella era muy seria y se daba a respetar, cuando alguno, se pasaba, de la raya.
Para aquel entonces yo tenía unos 16 años, pero estaba muy desarrollado: alto como mi padre, de cuerpo delgado… pero bien musculoso en los brazos, muslos y piernas…la bicicleta diariamente, que era mi medio de transportación…había escúlpido en mi, con el ejercicio, un perfecto cuerpo de plano abdomen y modestia aparte, ya las chicas de la escuela y el barrio querían conmigo. Yo me mantenía humilde y no quería que me pasara, como a mi hermano mayor, que en plenos 15 años, lo obligaron a casarse, porque dejó embrazada a su novia de 13 años. Yo quería vivir, disfrutar mi juventud. Pero voy a mi relato…
Yo había cogido de pararme, en una verja de un negocio de mi barrio que quedaba frente a la casa de doña Eufemia, la costurera. En esa esquina se reunian los chamacos (jovenes) a charlar y ver los autos que subía y bajaban… etc., o sea matando el tiempo. Un día noté que ella, me miraba insistentemente, desde su balcón, yo estaba con un ajustabo mahon (jeans) color cremita y se me marcaba muy fuerte mi paquete, era algo… que por mi naturaleza no podía esconder, más los boxer, no ayudaban a disimularlo, aún flácido; más yo, no le daba importancia a eso; pero los amigos mios me vacilaban, diciendome, tres piernas y yo me reía de eso. Ese día la miré y ella me llamó: Emilio, por favor ven un momento!, y yo cruzé la calle y subí…dónde ella. Mira nene, es para que me compres un refresco (cola) en la tienda, es que parece que va a llover y hace una calor horrible. Si como no, le dije… me dió, el dinero y fui rápido a comprarselo.
Cuando subo las escaleras me dice: Entra Emilio, que estoy acá…aquí está Doña Eufemia su refresco. De repente se ha esmandado un torrente aguacero y no podía bajar. Ella lo tomó, quizo darme unas monedas por el favor, que yo no acepté. Estoy para servirle, señora, le dije. Pero veía que ella, me devoraba con la mirada y estaba muy nerviosa…no se… pero mi pene comenzó a ponerse duro y le pedí sentarme para que ella, no lo notara, en lo que dejaba de llover. Contemplaba el tronco de hembra que era, aun y le dije: Doña Eufemia hace mucho, que es viuda? Hace mucho, nene y creo que ya estoy, como cuando era virgencita y nos echamos a reir ambos. Yo fui más allá y le dije, que ella era muy hermosa y que por eso, los tipos del barrio la deseaban. Ay, gracias, Emilio, pero a mi, me da miedo y recelo estar con otro hombre, después de tantos años sola…no niego que soy, un ser humano y a veces pues, tu sabes… me pongo con deseos, no..se…explicarte….uyyyy! esto último que dijo, se estrelló en mi verga que se puso a mil…y sin pesarlo dos veces, le dije: A mi me encantaría estar con usted, con su perdón si la ofendo…pero si tu eres un nene!, me contestó, pero noté que se ahogaba hablando, por su nerviosidad e intuí, que los dos queríamos lo mismo. No tan nene le dije y me paré de aquella silla, mi pene, parecía que iba a romper mis jeans…y le tomé la mano y se la aprisioné contra mi paquete, mi bicho que quería a esa señora….trató de quitar la mano, pero yo la abrazé…le comenzé a besar por el cuello y con la otra mano, le sobaba las caderas ricas que me volvían loco. Lo conseguí o ella me consiguió a mi…honestamente, no se…pero comenzó a gemir y a sobarse contra mi guevo…vamos al cuarto, aqui no…eres menor y no debo…ahhhh, pero yo, no hice caso, la metí en el cuarto, la bajé y le froté la cara contra mi pene, aun con mis jean puestos, ella restregaba su cara…en mi paquete y ella misma, me bajó el ziper y mi bicho salío a toda prisa, por la abertura de mis boxer…lo atrapó con sus labios frenéticamente y chupaba tan rico y delicioso, que si no fuera por que yo tardaba mucho en venirme, le hubiera eyaculado en la boca.
Nos comenzamos a desvestir apresuradamente, como si el mundo se fuera a acabar en ese instante, ella se tiró a la cama y abrió sus piernas…mientras yo asombrado admiraba aquella delicia de cuerpo, que aun no tenía estrías ni celulitis alguna. Me sumergí entre sus piernas y comezé a chupar aquella rica papaya como un loco, le mordía los labios vaginales, para pasar a darle lenguita en su clitoris rosadito…mientras con uno de mis dedos, ensalibados le hacía masajitos circulares en su anito….hasta que el dedo, entró…y ella comenzó a mover las caderas y a gemir y gemir y me decía: Ay papi, que rico, que rico, me muero…mi difunto marido, nunca me hizo nada de esto…ay nene, que sabroso…yo estaba a mil y seguí mamando aquella crica, que me ofrendaban….hasta que ella tubo un orgasmo muy fuerte, aprisionando mi cabeza con sus muslos y gritando ahhhhhhhhh me vengo, me vengo ayyyyyy mi macho… cogela, cogela. Y no pude más, me le trepé encima y le mandé esa verga mía, de un solo golpe, gritó, le dolió, estaba cerradita, pero me decia, que que cosa rica… que ese chochito era todo mio! Le di mil estocadas y ella gimiendo de placer, me aruñaba la espalda, hasta que no me pude contener y mordiéndole los pezones suavemente, me le vine en su adentro, como un río de leche…y ahí ella tubo otro orgasmo, parecía que me tragaba, el guevo con todo y bolas. Ayy caballeros, no ha habido niña aun que me haya echo, sentir todo ese gozo, que sentí con doña Eufemia, ese día.
Todo el aguacero de ese día lo pasé, metiendoselo. Mi dedo, había echo su trabajo de dilatar su culito virgen, y aunque, ella temía por el tamaño de mi pene…se la metí, la calentura y la vellaquera pudo mas, que la razón…lo hice poco a poco con calma…hasta que domé aquel rico culo, y galopé sobre aquellas desafiantes nalgas…tantas pajas, que me había jalado yo antes en su honor! Cuando al fin me vine, me decia: no me la saques, dejala adentro, y me la apretaba con su esfinter.
Cuando me despedí por miedo a que la gente chismosa del barrio, se pusieran a hablar, me dijo, que de ese día en adelante ella era mía….que muchos polvos le eché a esa dama! Con ella… me hize un macho de verdad, y gozé los mejores palos de mi juventud….aun contra mis padres que supieron de mis aventuras y contra, la envidia de los hombres de mi barrio…pero doña Eufemia la costurera, era solo mía…y mi gran tolete que ella medía y medía sus dimensiones con su cinta de tomar medidas era solo de ella.
Todo terminó, cuando al paso del tiempo, una hija se la llevó a otro pueblo a vivir con ella. Pero jamás yo la he olvidado, creo que ya debe… estar muerta, si no le deseo lo mejor en la vida…a esta dama que en mi plena adolescencia, a los 16 años me dió… lo que muchos querían, solo a mi y fue mia por tanto tiempo…igual yo de ella…Que mucho te quize y te disfruté Eufemia!
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