La cuarentona que se aprovechó de mi debilidad
Una historia sobre una morena brasilera cuarentona que conocí cuando tenía 19, con quien tuvimos sexting y terminó cogiéndome en las vacaciones..
Les voy a contar la vez que me cogí a una mujer veinte años mayor.
Todo empezó un día en el que estaba caliente, una noche de verano. Aburrido de lo mismo de siempre, me metí en una app de citas a ver si conectaba con alguien interesante. Yo tenía 19, vivía en Argentina en ese entonces pero busqué en todo el mundo y filtré a chicas de entre 17 y 21 años, pero no tuve mucho éxito. Así que en un impulso de locura quise probar buscando mujeres más grandes. Puse en el filtro 35-45 años. Al instante veo una morena brasilera hermosa, color chocolate, 40 años, decía que buscaba amigos. A los segundos estábamos hablando. Arrancamos despacio con las preguntas típicas, de donde sos?, como estas?, etc. Pero pronto la cosa se empezó a poner picante. Le dije que estaba aburrido y solo, que no tenía a nadie, a lo que ella respondió que estaba solo porque quería, que a mi edad y con lo lindo que era encontraría fácilmente una muchacha. Le seguí el juego y le dije que en realidad el problema era que me gustaban las mujeres grandes, como ella. Se río y dijo que no me creía. Pero yo estaba decidido a subir el tono de la conversación.
Le pregunté por su vida, me dijo que estaba soltera, con un hijo unos años más grande que yo, y si bien no tenía novio su vida sexual era bastante activa, salía a discotecas y le gustaba dormir en cama ajena. Me contó que a mi edad tenía dos novios a la vez. Ya para entonces le había sacado el número de celular y hablábamos por WhatsApp.
Le dije que llevaba un par de meses sin tener relaciones y que tenía demasiadas ganas. Ella se sorprendió y dijo que no imaginaba cómo podía aguantar tanto tiempo sin sexo. Me preguntó si me masturbaba y le dije que sí, que bastante seguido. Ella me contó que lo hacía también y que usaba unos vibradores que tenía en su casa.
Ya eran las 2 am pero recién empezábamos. Ya el tema central de la conversación era el sexo, hablamos de gustos, de experiencias, del porno que mirábamos. Me contó cómo a sus 18 años salía a pasear en auto con su novio y cómo se la chupaba mientras él manejaba, que le gustaba salir de fiesta sin ropa interior y que se había cogido a un amigo de su hijo. Yo le pasé una nude bastante sutil, donde apenas se veía una parte de mi pija, me encantó fotografiarme porque ese día estaba perfectamente depilado. Ella pidió más, no creía que fuese yo de verdad. Le respondí con un video corto. Encantada me dijo todo lo que haría con mi pija si estuviera conmigo, como la chuparía, cuanta saliva usaría, donde quería que acabara y cómo se tragaría todo mi semen. Según ella, no le gustaba desperdiciar ni una sola gota.
Me empezó a mandar fotos, primero en un conjunto rojo que resaltaba en su negro cuerpo. Se me hacía agua la boca. Tenía un culo grande porque sus piernas eran fornidas, al punto que la tanga se le quedaba diminuta. Un par de tetas bien paradas, aunque no muy grandes y sacaba la lengüita para calentarme.
Le pedí que se quitara la ropa, que era demasiada. Ella reía, pero me pasó una nueva foto recostada en la cama boca abajo, ya sin corpiño y con la cola parada para hacerme disfrutar su culo. Me pidió más videos y a cambio me mandó uno de ella chupando un consolador, dejó que su saliva caiga sobre su cuerpo mientras la chupaba y decía que así me lo haría. Finalmente, una foto de su conchita. Depilada menos por una fina tirita en su pubis, era tan morena como el resto de su cuerpo, pero se dejaba ver lo rosado que era por dentro.
Me empezó a decir todo lo que me haría el día que nos encontráramos, como me comería, en que lugares de la casa, como debía metérsela. Yo le dije que quería ser su esclavo sexual. Chuparle la cocha hasta que mi lengua se durmiera y hacerlo las veces que ella lo quisiera. Y muchos detalles más. Se había desatado con todo y me veía como el joven inexperto al que iba a coger y enseñarle todo sobre el sexo. Yo estaba extasiado, me masturbaba y masturbaba mientras leía los mensajes, pero no quería acabar. Ella se tocaba también.
Se hicieron las 5 am cuando por fin decidí venirme, cerré los ojos del placer y llené mi cuerpo por lo fuerte que había eyaculado. Ella me mandó audios gimiendo mientras llegaba al orgasmo. Ambos fuimos a dormir, prometiendo hablar al otro día.
Resulta que nuestra noche de placer hizo que tuviera que faltar al trabajo pues se quedó dormida, pero lejos de enojarse, volvimos a repetir la escena al día siguiente y así por los próximos 2 o 3 meses. Noche por medio teníamos charlas sobre sexo, nos tocábamos y planeábamos como sería la noche en la que por fin nos encontráramos en persona.
De repente un día dejamos de hablar, su hijo se había enterado por sorpresa y se enojó mucho con que ella estuviera mensajeándose con alguien de mi edad.
Todo el tiempo intentaba volver a contactarla para pasarla bien, pero ella no accedía. Hasta que un par de años después tuve un viaje a Rio de Janeiro, y cuando fui al Cristo Redentor me saqué una foto y se la mandé, diciendo que estaba en Brasil. A los dos minutos ya habíamos arreglado para vernos.
Llegó con un vestido corto y sandalias a la puerta de mi hotel donde la esperaba. No alcancé a decirle hola y ya estaba comiéndome la boca, me besó fogosamente por un par de minutos. Mi pija estaba durísima y ella lo notó, en vez de calmarme empezó a tocármela por arriba del short y pasamos rápidamente adentro del edificio. Paró la puerta del ascensor para seguir besándome mientras de a ratos me susurraba lo que me haría. Entramos y me tiré en un Sofá. Ella se agachó y casi me arranca el short tirándolo hacia abajo. Me la chupó tal cómo había predicho y no tardé más de cinco minutos en dejar su boca llena de semen, me miró a los ojos y se lo tragó todo diciendo al final «ni una sola gota afuera».
Era mi turno, la tiré en el sofá y cuando le levanto el vestido para quitarle la tanga y chupársela veo que no tenía ropa interior, y se había escrito mi nombre con tinta arriba de su conchita. Me interné en sus piernas a comérsela toda. Fue el mejor momento de mi vida.
Luego hicimos de todo, cada postura y cada situación que me había descrito años antes en el chat, se acordaba de todo. Pasé los siete días de mi viaje en Río encamado con la cuarentona, fueron las mejores vacaciones de mi vida.
Volví a escribirle desde entonces pero jamás me respondió. Quizás cambie mi suerte en mi próximo viaje a Brasil…
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