La estación abandonada
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Allá por mi pubertad pueblerina tenía un trabajito como para cubrir pequeños gastos y una barra de amigos incomparables.
Algunas tardes hacía lo que hoy llaman "delivery" de un almacén.
Había pequeñas propinas más la paga del almacenero hacía mi independencia para salir al cine o kermes del pueblo.
Era tirando a rubiecito , estatura normal, rellenito mas que gordo y uno de los mandados era a la vieja estación donde a raíz de un accidente había quedado como sereno de ella un viejo que andaba por los 60 años.
Tenía una cicatriz enorme al costado de su cintura y una renguera soportada por un bastón, cabellos blancos desprolijos y bastante alto con pequeño sobrepeso.
"Viejo mal llevado" solían decir de él, dado su carácter solitario y de sacar a todos los que por allí anduvieran, por un arreglo había decidido quedarse a vivir allí hasta que llegara su jubilación ya que su pensión por discapacidad la rechazó.
Era muy ermitaño y si faltaba algo me tenía que comer un rosario de quejas aunque no fuera el culpable.
A veces sentía ganas de buscar conversación ya que me parecía muy solo pero su furibunda mirada me dejaba en el camino.
Una día pasado el mediodía le sentí un aliento a vino y por primera vez me invitó a pasar a la casa que cuidaba que no era otra cosa que la boletería antigua.
Sorprendido pero inocente acepté y cuando revisó las cosas me pagó acariciando mi brazo y palmeando mi cadera, por primera vez vi sus dientes amarillentos y cierta maldad en sus ojos hundidos y oscuros.
Salí corriendo espantado y él ni siquiera me llamó para detenerme; pero hasta el día de hoy no supe porque detuve mi carrera y volví.
Cuando reingresé sin llamar a la casa, tenía los pantalones a medio caer y se estaba masturbando, era una pija de buen tamaño.
sonrió sin parar su movimiento manual y yo dejando el cesto de mimbre me arrodillé a lamerle la verga.
Fue mi primer acto de sexo y ni siquiera me daba cuenta si me gustaba o no ese olor y sabor a pija en la boca.
Me tomo de la nuca y me cogió la boca, sentía su jadeos su llamado de tratarme de amor mio y como las venas de la verga bombeaban dilatándose.
Me separó y volcó la leche en el piso, su rostro estaba todo rojo y la respiración muy acelerada, aun de rodillas recibí su caricia en mi cara mientras me musitaba un gracias sos divina.
Esa noche parecía que me perseguía su espectro ya que en la cena se habló de él y siendo en el pueblo la persona que mas contacto tenía con él solo dije que hablaba poco y nada y que era como malhumorado.
Me dormí recordando su rostro rojo lleno de alegría y con el sabor de pija en mi boca y los olores de su culo que pasado el momento de éxtasis que ahora tranquilo recordaba.
El día que me tocaba ir a hacer repartos recé todo el camino para que tuviera que ir a la estación abandonada.
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