la fantasía de paula
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Mario y voy a contar cómo fueron mis primeras vivencias morbosas, vivencias que compartí con mi novia, vivencias que nos sumergieron en el mundillo liberal. Paula y yo nos conocíamos desde niños, salíamos en la misma pandilla, con el tiempo nos empezamos a gustar y nos hicimos novios. Vivíamos en un pueblo de la costa andaluza. Casualmente, a los dos nos encantaba la biología y nos fuimos a estudiar juntos a Madrid, a un piso que pertenecía a mis abuelos, pero estaban ya mayores y se habían trasladado a una residencia. Por tanto, desde nuestra época de estudiantes, ya comenzamos a vivir en pareja y a compartir todo tipo de intimidades.
Paula era una monada, una chica despampanante, una envidia para los chicos de mi pandilla. Alta y delgada, piel blanquecina, culito estrecho, pechos aperados de base voluminosa y erguida, ojos azules y facciones delicadas, y una larga melena rubia de cabellos lisos, muy brillante y suave. Tenía cierto aire nórdico. Era un bomboncito que dejaba con la boca abierta a todo el que la miraba. Yo alardeaba de novia, me gustaba que la miraran, que me vieran con ella, que babearan con su cuerpo. Luego lo compartíamos, nos reíamos juntos cuando algún babosón le lanzaba algún piropo. Meneaba el culito con estilo y era sensual y elegante, le encantaba destacar sobre las demás, ser la más guapa, dejar atónitos a todos.
En la cama lo pasábamos bien, éramos muy juguetones y probábamos distintas posturas. Hacíamos casi todos los días el amor, y eso que decidimos dormir en camas separadas para poder concentrarnos mejor en los estudios. Pero nuestras mentes se fueron abriendo con el paso del tiempo por esa independencia de la que ya gozábamos. Con veintidós años cada uno y ya convivíamos juntos, follábamos cuando nos daba la gana y nos dio por ver películas porno los sábados por la noche, películas algunas bastante fuertes, de toda índole. Nos calentábamos y terminábamos follando como locos. Creo que aquellas pelis fueron las semillas de nuestras experiencias morbosas.
Con aquellas pelis se dilató aún más nuestra confianza y ya nos contábamos nuestras fantasías eróticas. Llegué a preguntarle si lo haría con una chica y me respondió que no le importaría probar una experiencia lesbiana, también Paula me preguntó a mí si me excitaría verla con otro hombre, no necesariamente haciéndolo, pero si tonteando y dejándose tocar, en ese momento no supe que responder pero he de reconocer que algo si me excitó la idea.
Aquella noche, a pesar del tono de broma, la noté con ganas de abrirse al mundo liberal. Pensé en ello durante un montón de tiempo, traté de imaginármela con otros, y dependiendo del momento, a veces me excitaba y a veces me asustaba, sobre todo después de masturbarme. En el fondo, yo la amaba y adentrarse en el mundo liberal podría ser una forma de perderla. A veces me sacaba el tema, pero yo rehuía, más que otra cosa, por miedo escénico. Paula lentamente iba siendo más lanzada que yo.
Tuvimos otra anécdota una noche que nos pusimos a ver una de aquellas pelis. La había bajado ella de internet y sólo me dijo que iba de orgías. Nos pusimos a ver la peli acomodados en el sofá del saloncito, ella en bragas y con una camiseta y yo en slip. Nada más comenzar la peli, empezaron a desfilar hombres maduros y musculosos hasta montar una orgía sexual con chicas jóvenes. La miré. Permanecía concentrada en la pantalla y le noté su mirada excitante.
Es una peli de hombres cincuentones! – exclamé.
– ¿Qué pasa? ¿No vemos muchas veces tías enrolladas y te excitan? También tengo derecho, ¿no? A mi me parece morboso…
– No me jodas que te gusta ver escenas de hombres maduros
– Ummm, sí, es excitante. Qué interesantes son todos… Ummmm, qué rico.
Pendiente de la pantalla, se metió la manita dentro de las bragas y se masturbó delante de mí con las pollas de todos aquellos tíos, se retorció de placer viendo cómo magreaban y penetraban a aquellas jovencitas, se masturbaba con desenfreno. Cuando terminó me miró y sonrió.
Aquellas pelis nos estaban induciendo a pensamientos muy obscenos y lo peor es que me estaba contaminando. Empezamos a simular situaciones en la cama, como que yo la violaba, me pedía la llamara putita, que la obligara y un día me propuso fingir que un tío maduro nos observaba y después de que yo lo invitara, follaba con él a cuatro patas, embestía su chochito muy fuerte, sujetándome ella por las caderas, removiéndose nerviosamente. Se removió sobre mi falo de tal manera que la noté correrse en mi pubis. Estábamos perdiendo el norte con tanta lujuria. Yo me prestaba a sus fantasías, solía ser ella quien las ideaba, y la verdad es que resultaba divertido. Se quedaba embobada con las pollas grandes y muchas veces me pedía que la masturbara mientras se imaginaba que le metían una enorme verga…
Compré a través de internet una polla de latex, gruesa y larga, curvada, y se la regalé una noche que la noté muy excitada. Se quedó alucinada y sorprendida, nos hallábamos reclinados sobre el cabecero de la cama, dándole vueltas al enorme pene de goma.
– ¿Y cómo te ha dado por comprarme un consolador?
– Bueno, tengo que dejar satisfecha a mi novia , así es que pensé, pues le regalo una buena verga…
– Qué bobo eres, Mario, ¿no te lo estarás tomando en serio? ¿Piensas que finjo cuando me la metes?
– No, pero no puedes negar que te excita jugar con mi polla y “otra más”.
– Eres tonto, Mario.
– ¿Probarías o no? – insistí.
– Probaría, claro, pero tú eres mi novio. Que la tuya es muy matona, tonto…
– Pero te gustaría , ¿verdad? Como ésta -. Miró el consolador con la sonrisa congelada -. Está rica, ¿verdad? – dije pasándole la punta por los labios, bajándola lentamente por su cuello, pasando entre sus pechos -. ¿Quieres probarla? ¿Eh? -.
Seguía descendiendo lentamente por su vientre plano. Por su respiración, noté que se excitaba, incluso vi que separaba un poco las piernas -. Imagina que alguien con una polla así te va a follar – le solté con la punta del consolador ya por encima del vello vaginal.Soltó un bufido seco y me miró con desesperación, bajando los brazos para abrirse el coñito con las manitas.
– Éntramela, Mario, me has puesto muy cachonda…
Le fui metiendo el consolador poco a poco, dilatándole el coño. Paula se retorcía de placer con los ojos entrecerrados, suspirando, seguro que imaginándose que la verga era de verdad. La masturbé con el consolador. Removía la cadera de manera eléctrica. Yo le daba fuerte sujetando el consolador por el mango.
– ¿Te gusta, amor?
– Qué gusto, Mario… – suspiraba -. Sigue, por favor, no pares…
El gusto era tan fuerte que ella misma se sujetó el consolador por el mango, con ambas manos, y se masturbó hasta emitir un chillo suave pero profundo de placer. Le gustaba imaginarse con un señor mayor, disfrutar como una loca, la vi más encendida que cuando yo se la metía, aquel consolador la estaba dejando satisfecha , sólo había que ver su expresión lujuriosa.
Aún se mantenía el consolador clavado en el coño cuando le acaricié la cara y le estampé un beso.
– ¿Te ha gustado el regalo?
– Ummmm, sí, me gusta el juguete.
-¿Me compartirías con otros hombres? ¿Estarías dispuesto?
– Sólo si tú me lo pidieras.
– Yo no te voy a pedir una cosa así, Mario, es una locura, esos sitios no me gustan. Anda, abrázame y vamos a relajarnos un poco que se nos va la cabeza a los dos.
Aquella conversación nos estimuló aún más, aunque no quise atreverme a sacar de nuevo el tema del club de intercambio, prefería que fuera ella quien lo propusiera. Ya me excitaba mucho verla agarrada a la polla de otro hombre, incluso empecé a fantasear con la idea …
Un día, viendo un video de un trio en Internet, le pregunte:
-Tiene una buena verga.?
– Desde luego, está bien dotado – dijo fijándose en él, que en ese momento rodeaba a su novia con los brazos, aplastándole el paquete en la cintura.
– ¿Te gustaría follar con él?
– Tiene pinta de follar bien. Oye, me estás calentando…
Me pidió que la masturbara. Le metí la mano por el lateral de las bragas y comencé a acariciarle el chochito mientras ella se fijaba el paquete del tio que salia en pantalla, cómo se lo estrujaba contra el cuerpo de su novia cuando la abrazaba. En su cara se dibujaba el frenético placer que estaba sintiendo. Estaba masturbando a mi novia mientras ella se concentraba en ver como un tio hacia un trio con una pareja. Elevaba y bajaba la cadera, se removía, se mordía el labio.
– Qué polla tiene… – jadeó -. Dame… Dame…
Le hurgué profundamente con los dedos y ella entrecerró los ojos, seguramente imaginando en cómo ese hombre se la follaba, hasta que noté en cómo discurrían flujos sobre mi mano. Entonces paré y le saqué la mano de las braguitas. Se relajó suspirando, envuelta en una sonrisa.
– Ufff… Qué calentón, cariño.
– ¿Te gustaría follar con él? – le pregunté.
– puede, pero sólo es un calentón, cariño.
– Te excita imaginarte con otros hombres – le pregunté, ¿Te gustaría hacer un trío con otro hombre, con un tío maduro?
– Creo que Sí, pero es que eso es muy fuerte.
– Lo sé, pero me excita cuando fantaseas con otros hombres. – le dije
– Sólo son eso, fantasías – me replicó.
– Me gustaría que vivieras una de esas fantasías- Podíamos ir a un club de esos de intercambio – le propuse un tanto nervioso con la indecente proposición.
-¿Tú quieres ir?
– Podemos ir a tomar una copa, ir a eso, a ver el ambiente. Ahí no entra cualquiera. No estamos obligados a hacer nada raro.
– Yo es que paso de hacer nada raro, pero bueno, sí, podemos ir a tomar algo.
– El próximo sábado vamos, ¿vale?
– Ummmm, qué morbo, ¿eh?
– Sí.
Logré convencerla. Nos abrazamos y nos quedamos dormidos.
El club que más me convencía por su discreción después de indagar por Internet era uno que se llamaba Noss-relax, en el centro de Madrid. Eran casi mil metros de instalaciones y parecía un sitio libre y serio, de alto standing a juzgar por los precios, pero merecía la pena pagar para seleccionar a la gente, al menos así estaríamos seguros de que no entraría cualquiera, de que nadie iría acompañado de prostitutas, que el quisiera pagar los doscientos euros de entrada era porque se lo podía permitir y era de mente abierta.
– Los tíos irán con putas simulando que son sus esposas – temía Paula -. Serán todos unos babosos.
– Que no, Paula, es un sitio de ricachones. ¿Quién le va a pagar a una puta una entrada de doscientos euros? Que nos vale entrar cuatrocientos euros, amor.
– ¿Y no es demasiado caro?
– Pero merece la pena, al menos sabemos que acude gente seria, gente formal.
– Bueno, pero a tomar algo, ¿vale?
– Que sí, mujer.
El sábado a última hora de la tarde nos arreglamos y fuimos a cenar. Ya había telefoneado al Noss para hacer una reserva para esa noche. Íbamos muy pijos. Yo con unos chinos color caqui y una camisa blanca remangada y ella lucía un estrecho vestidito negro de hilo, cortito, muy ajustado al cuerpo, realzando las curvas de su culito y de sus pechos aperados y turgentes, con escote en pico. Complementaba su elegancia con unos zapatos de tacón y medias negras hasta medio muslo, con liguero y braguitas también negras. Estaba para comérsela.
Sobre las once y media de la noche fuimos al Noss-relax. Era un edificio de tres plantas con una fachada discreta, de hecho, para acceder al interior del edificio había que pulsar un portero automático y dar una contraseña que previamente me habían facilitado en la reserva.
Nos recibió en el hall una señorita muy simpática que nos explicó cómo iba todo aquello y a la que le tuvimos que entregar los cuatrocientos euros.
– Con el pago de la entrada, tenéis derecho a ocho consumiciones cada uno y a utilizar todas las instalaciones durante veinticuatro horas. En este lugar la gente viene a divertirse, a hacer amigos y a lo que surja. Podéis mirar o ser mirados, no hay límites, siempre dentro del respeto. ¿de acuerdo?
– Sí, sí… – se adelantó Paula.
– En la planta de arriba está el jacuzzi, hay un tatami donde se organizan orgías, por si queréis asistir, y el cuarto oscuro. En la segunda planta hay habitaciones, salas, cabinas, aseos, duchas, todo lo que necesitéis, y en la primera planta está el disco pub y la sala de espectáculos, bueno, espectáculos eróticos. En la primera planta podéis estar vestidos, pero para subir sólo se puede en albornoz, toalla o desnudos, como queráis. Todo entra en el precio, preservativos, sábanas… ¿Tenéis alguna pregunta?
– No sé, es la primera vez que venimos a un sitio así.
– Verás cómo os lo pasáis bien, y más vosotros, que sois tan jóvenes. Nos distinguimos por la seriedad, por la discreción y por el buen ambiente. Espero que repitáis.
– Gracias.
Desde el hall, accedimos al disco pub, una sala amplia con luces de discoteca y música de los ochenta a bajo volumen. Había una larga barra en forma de U y se respiraba buen ambiente, aunque enseguida nos dimos cuenta de que casi toda la gente era mayor que nosotros, de cuarenta para arriba, nosotros éramos los más jovencitos y enseguida muchos se nos quedaron mirando. Había bastante gente, diversos corrillos por la barra, grupos por los reservados, charlando, algunos besándose, pero nada especial. Había gente vestida como nosotros, mujeres en albornoz, también hombres, aunque algunos que bajaban por las escaleras venían con una toalla liada en la cintura.
Nos sentíamos bastante cohibidos, pero nos abrimos hueco en la barra y nos pedimos unas copas, yo de pie y ella sentada en un taburete. Más de uno la miraba, era la más guapa.
Nos tomamos un par de copas curioseando principalmente, fijándonos en las personas que abarrotaban la zona del bar, quien subía y quien bajaba, expectantes al extraño ambiente donde nos habíamos sumergido. De pronto, un tipo se acercó a nosotros. Sería de la edad, de mi padre, unos cincuenta y tantos ,alto y delgado, con una toalla blanca liada a la cintura a modo de minifalda. Tenía una ligera panza . Me tendió la mano y se la estreché.
– Hola, soy Joaquín, sois nuevos, ¿no?
Le presenté a Paula y le estampó dos besos en las mejillas. Le dije que era mi novia.
– Qué cosa más guapa.
Se tomó una copa con nosotros y nos pusimos a intimidar con él. Nos contó que estaba divorciado y que era un cliente habitual del Noss, que allí se echaban buenos amigos y que la gente se divertía practicando sexo, de manera seria, limpia y respetuosa. Era supersimpático y agradable. Era empresario y sugirió subir a las plantas de arriba, pero Paula era reacia a moverse del bar.
– Si es que nosotros hemos venido por ver el ambiente, no sé, lo hablamos, teníamos ganas de conocer un sitio como éste.
– Venga, mujer, vamos arriba y nos divertimos un rato. Ya verás. Mira tu novio, está más animado -. Se acercó a su oído -. Seguro que le gusta mirar. – le dijo.
Paula soltó unas carcajadas.
Seguía negándose y Joaquín no dejaba de insistir. No se movía de su lado, le susurraba piropos al oído, le pasaba la mano por la espalda, incluso llegó a pasarle los dedos por encima de las medias. No parábamos de beber, cada vez nos íbamos animando más. Yo apenas participaba en las conversaciones, aquel tipo mayor estaba obsesionado con tirarse a mi novia, pero Paula, aunque se comportaba de manera muy tontona, no cedía.Estuvo un buen rato con nosotros, esforzándose en convencer a Paula para subir, pero ante su constante negativa, se dio por vencido.
– Bueno, chicos. Que nada, encantado, no quiero obligaros. En estos sitios se va paso a paso.
Pero yo no quería que se fuera.
– ¿No quieres otra copa, Joaquín?
– Estoy con unos amigos. ¿Por qué no venís y os los presento ?
Nos presentó A una pareja que no llegaban a los cuarenta de edad, Serafín que era cirujano ,y Fina que era procuradora de los tribunales. Serafín , ataviado con un albornoz azul, y Fina tenía un culo nada despreciable, iba ataviada con un albornoz igual.
Tras un rato hablando serafín dijo :¿Por qué no subimos arriba? -. Coño, aquí hay mucho ruido y allí estamos mucho más tranquilos.
Paula trató de resistirse, pero al final entre los dos lograron convencerla, nos esperaron para que fuésemos a cambiarnos y eso hicimos. Aparecimos los dos en albornoz, del mismo color que el de los tres, con el anagrama del Noss. Paula seguía con los tacones y llevaba el albornoz muy bien abrochado. Nos estaban esperando los tres en la escalera.
– Qué corte.
– Que no pasa nada, mujer – la tranquilizó Joaquín -. ¿Tú quieres follar? Dijo entre risas
– No.
– Pues no se folla y ya está.
Un camarero nos condujo por un pasillo hasta una sala vip. Era una sala rectangular con tres largos sofás rojos, uno de ellos enorme, para al menos siete plaza, colocados alrededor de una mesita pequeña de cristal. Había paquetes con sábanas, máquina de preservativo y una televisión plana empotrada en la pared donde se reproducía una película porno. El suelo estaba enmoquetado de rojo y las paredes estaban decoradas de pinturas eróticas, todo bajo la iluminación de una tenue luz rojiza. El camarero colocó las botellas en cubiteras de hielo en la mesita y se retiró cerrando la puerta tras de sí. Mi novia y yo nos encontrábamos a solas y en albornoz ante aquella panda. Yo estaba empalmado, me excitaba comprobar cómo la miraban. Volvíamos a cohibirnos al estar a solas con aquella gente.
– Estáis entre amigos – exclamó Joaquín -. Sentaos.
Mientras Joaquín se dedicaba a repartir las copas para servir el champán, nos sentamos en el sofá más grande, Paula a mi lado y justo a su lado joaquin . Cruzó las piernas, erguida, y los faldones del albornoz se le cayeron hacia los lados dejándole las medias al descubierto, con los encajes visibles en los muslos, incluso llegaba a verse un trozo de la tira del liguero. Para nuestra sorpresa, el viejo se despojó del albornoz y se quedó completamente desnudo. Vi cómo Paula abría los ojos al verle y cómo serafín bromeaba con ella.
– ¿A que nunca has visto un abuelo desnudo?
– No, jajaja.
– Espero que a la señorita no le importe – dijo Joaquín.
– No, no, tranquilo.- respondió
Joaquín seguía sirviendo champán y brindando en medio de bromas. Noté cómo a Paula se le iban los ojos tras la desnudez del viejo y como Joaquín la rozaba. Tras un largo rato bebiendo y hablando de temas sexuales, la temperatura estaba en lo mas alto, Fina, la mas borracha en ese momento se desabrochó el albornoz y dejó al descubierto su vientre , sus pechos aun firmes y su chocho depilado, estaba desnuda totalmente, se puso a cuatro patas delante de su marido y metió su mano bajo el albornoz de éste, comenzando a hacerle una paja allí mismo.
Paula observaba perpleja y seria la paja que le hacía fina a serafín, Paula se mordió el labio inferior, como para contener la excitación. Joaquín la miró y le acarició el muslo de la pierna, llegando con la palma hasta el encaje de la media, ya con la delantera de las bragas negras visibles a los ojos del cirujano que ahora estaba de pie mientras su mujer aun a cuatro patas lo masturbaba suavemente.
¿Te pone cachonda cómo se la menean al cirujano? – le preguntó Joaquín deslizando la mano por todo su muslo.
– Un poco sí, nunca habíamos visto una escena en directo, ¿verdad, Mario?
– verdad, – contesté.
Vi cómo Paula tragaba saliva fruto de los nervios, se acercó a mi oído y me dijo: – Mario me estoy poniendo muy caliente, además ,Joaquín me está acariciando la pierna, ¿Qué hacemos, nos quedamos o nos vamos?.
Yo estaba excitadísimo viendo como fina desnuda pajeaba a su marido y como Joaquín acariciaba las piernas de mi novia casi hasta la ingle .No quería dejar pasar aquella oportunidad.
-Yo me lo estoy pasando bien, mi amor
– Ya lo veo – me dijo Paula mientras miraba como debajo de mi albornoz se erguía un bulto que no dejaba lugar a dudas respecto de la erección que tenía.
Sonreí un poco nervioso, me acerqué a su boca y comencé a besarla, poco a poco, primero los labios para después abrir la boca y lamerle con mi lengua sus labios rojos
– que haces Mario? – me dijo entre sorprendida, nerviosa y excitada
Yo seguí besándola cada vez con más pasión, fui bajando a su cuello y sus orejas, mientras tanto Paula aceleraba su respiración y no dejaba de mirar como fina había empezado a chupársela a serafín, justo a medio metro de ella. Joaquín, en silencia y con su cuerpo pegado al de Paula continuaba acariciando la pierna de mi novia. Tomé la mano de Paula y abriéndome el albornoz la puse sobre mi polla erecta, ella la tomó entre sus delicados dedos y comenzó a masturbarme muy lentamente, de forma casi imperceptible.
Miré de reojo hacia Joaquín. Estaba desnudo, se había quitado también la toalla y exhibía una gruesa polla,. Se la sujetó y se la empezó a menear despacio para ponérsela tiesa mientras no dejaba de mirar a Paula, le sonreí en signo de complicidad, algo que el entendió de inmediato.
Joaquín deslizó ligeramente el albornoz de Paula dejando a la vista su hombro derecho, Paula me miro totalmente caliente y fuera de sí. Nuestro amigo comenzó a besar su hombro, Paula no pudo evitar soltar un gemido de placer.
Joaquín acercó la boca a su oreja y le susurró – déjame que te vea las tetas – .
Paula aceleró aun más su respiración al oirlo, me miro indecisa y excitada, no contestó a Joaquín, pero yo, con un leve gesto le autoricé a continuar su avance.
Con la mano derecha desabrochó el albornoz de Paula y se lo abrió hacia los lados, exhibiendo sus pechos aperados y erguidos, de piel blanca, con pezones muy empitonados fruto de la excitación. Joaquín, viendo que mi novia se dejaba hacer, desde atrás comenzó a acariciárselos, a cocérselos con la palma de su mano y a rozar los pezones con la yema de sus dedos.
Baje mi mano hasta la entrepierna de Paula, poco a poco fue abriendo sus muslos dejando libre su coñito para que yo pudiera acariciarlo, sus empezaban a moverse, presa de la libido y el placer, al ritmo que mis dedos marcaban sobre su húmedo coño.
Miré de reojo hacia Joaquín. Estaba desnudo, se había abierto la toalla hacia los lados y exhibía una gruesa polla, se la empezó a menear despacio mientras con la otra mano sobaba las tetas de mi novia. Paula gira la cabeza y miraba directamente como jaquin se hacia una paja mientras yo con mi manos dentro de sus bragas le hacia un dedo.
– ¿Te gusta mi polla? – le preguntó Joaquín
Paula presa del gusto que le estaba proporcionando con mis manos y de la excitación de ver a aquel cincuentón hacerse una paja mientras ella le enseñaba las tetas y permanecía en bragas, no pudo ni responder, tan solo movió la cabeza levemente.
Joaquín le cogió la mano derecha, una manita de dedos finos y elegantes, con las uñas pintadas de rojo, y la guió hasta plantarla encima de su tiesa polla. Se miraban a los ojos.
– Hazme una paja – le dijo. Enseguida empezó a acariciarle, muy suavemente, deslizando la palma por todo el miembro,
siguiendo los contornos de la verga.
– Así, muy bien, bonita, ¿te gusta?
– Sí… – contestó Paula con una sonrisa temblorosa, alternando la mirada hacia mí, el viejo y el cirujano, que miraba la escena mientras su mujer a cuatro patas en el sofá, le comía la polla.
me sentía muy excitado al ver a mi novia pajeando a otro hombre, así que decidí avanzar algo más, me puse de rodillas a los pies del sofá, junto a Paula y comencé a bajarle sus negras bragas, cuando las tuvo en los tobillos ella misma las deslizo fuera de los mismos , le abrí las piernas ,descubriendo su coñito perfectamente recortado, y metí mi cabeza entre ellas; comencé a besarle y lamerle su coñito, oía perfectamente los suaves gemidos de mi novia que tenia la polla de Joaquín en una mano y con la otra se acariciaba las tetas.
Cuando llevábamos un par de minutos así, me levante y tome a Paula de la mano llevándola al sofá de al lado que estaba totalmente vacío.
– Ponte a cuatro patas- le ordene
Ella, aturdida aun por lo que le estaba pasando me obedeció lentamente, puso sus manos y sus codos en el asiento del sofá y dobló una de sus rodillas, dejando la otra estirada y puesta en el suelo. Su espalda arqueada terminaba en su culo en pompa, que con las pierna abiertas dejaba a la vista su coñito rosado y húmedo. La tome por las caderas y desde atrás comencé a rozar con mi polla su chochito y su clítoris, ella estalló de placer y comenzó a mover su culo a la vez que gemía como una zorrita.
– te gusta ser mi puta ? – le susurré al oído
– Sí… – jadeó ella
Al oír eso empecé a meterle mi polla bien dura en su coñito, que iba abriéndose poco a poco para recibir mi verga. Podía sentir como iba entrando centímetro a centímetro en el mojadito coño de mi novia hasta que la penetré por completo. Toda mi polla estaba dentro de ella
En ese momento, el cincuentón se levantó y se acercó hasta la altura de Paula. Tenía su polla totalmente empalmada y se hacía una paja a escasos treinta centímetros de la cara de mi novia. Paula levantó la mirada hacia él y el viejo la acarició bajo la barbilla
– chupamela un poquito guapa- le dijo
Paula giro su cabeza para mirarme al oír eso, su expresión era de absoluto placer y excitación…
– venga hazlo – le dije entre jadeos
Paula cogió su polla y abrió su boca, Joaquín metió la cabeza del glande y puso una mano detrás de la cabeza de Paula, estaba excitadísima ,su boca bajaba y subía en el pene de Joaquín… primero lentamente, con su lengua recorriendo toda esa polla, pero cada iba vez más rápido, con mas lujuria… nunca me imagine que ver a Paula así iba a ponerme tan caliente. Aun me calentó más el escuchar los gemidos de mi novia. Empecé a follarla con más fuerza, mas rápido… poco a poco comencé a sentir un cosquilleo por toda mi región pélvica.. Hasta que en un inesperado momento estallé en un gran orgasmo y entre fuertes gemidos vacié mi semen dentro de mi novia.
Caí exhausto al sofá, mientras Paula aun a cuatro patas seguía chupando la polla de nuestro amigo cincuentón. Me puse a su lado y le pregunté: – todavía no te has corrido , ¿verdad? –
– ¿quieres que Joaquín te folle ? – le pregunte – tienes que ser mi puta esta noche – continúe
– Sí… – jadeó ella. – Absolutamente borracha de deseo y placer
Joaquín la irguió y se lanzó a lamerle las tetas, comiéndoselas , mordisqueándola con mucha suavidad, acariciándole los pezones con los labios. Ella revolvía el cabello cabeceando entre gemidos.. Paula respiraba de manera jadeante ante tal explosión de excitación y placer
– ven, que voy a follarte, – le dijo Joaquín
El se sentó en el sofá para que ella se pusiera encima a horcajadas. Paula pasó una rodilla al otro lado de sus robustas piernas. Joaquín se colocó la enorme polla en vertical y ella se dejó caer despacio hasta clavársela en el chocho. Pude ver cómo le dilataba el coñito, cómo se la hundía entera hasta los huevos. Ella se echó sobre él pegando las tetas a su cara y él la agarró por el culo para subírselo y bajárselo por el tronco de la ancha verga. Sus manazas ásperas abarcaban todo el culito de mi novia. Paula gemía a chillidos. Podía distinguir su ano tiernecito al abrirle la raja con sus abruptos dedos. Cabalgaba sobre aquella polla a un ritmo aligerado. Empecé a masturbarme viendo cómo aquel hombre maduro se follaba a mi novia. Joaquín acezaba como un perro y comenzaba a brillarle el sudor por todo el cuerpo. A veces le asestaba alguna palmada en el culito.
Paula movía sus caderas cada vez más rápido con la verga dentro, esta vez erguida, con sus tetitas botando como locas mientras se las comía se la estaba follando como a una puta cualquiera. Pero Paula estaba disfrutando como pocas veces la había visto.
Poco a poco el ritmo se incrementaba, los gemidos eran ya bastante fuertes anunciado el cercano orgasmo
– Así… Muy bien putita… – jadeaba con los dientes apretados – sigue por favor ! , sigue! , sigue !, sigueee !
Joaquín estallo en un gemido gutural y prolongado fruto del intenso orgasmo que estaba teniendo, justo en ese momento Paula comenzó también a gemir
– Ahh ! ahh ! ahh ! – gritaba más que gemía
De pronto ambos pararon, Paula se separo de él cayendo derrotada en el sofá junto a mi, con la respiración acelerada y una expresión de alivio y placer en la cara. Pasamos un par de minutos en silencio, los dos, uno junto al otro. Poco apoco nos pusimos los albornoces y nos fuimos a vestirnos.
Al llegar a casa y tras una ducha nos metimos en la cama abrazados, recordando cada detalle de lo acababa de suceder… nos besamos y nos dormimos. A la mañana siguiente ya con el cuerpo y la mente más descansados los dos estuvimos de acuerdo en volver a repetir la experiencia en un futuro cercano.
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