La primera vez de Brenda
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Faltaba poco para que Brenda cumpliera 12 años y la escuela le parecía muy aburrida, sobre todo las interminables pláticas de seguridad que daban los profesores en las tardes; 2 niñas se habían caído en la zona que reconstruían y la escuela tenía una demanda por ello, así que empezaron a dar pláticas a los alumnos para que se cuidaran unos a otros.
Debido a esta demanda, y por orden de la directora, se había contratado a nuevo personal para cuidar la zona. Uno de ellos era Rodrigo, un joven de 28 años que estaba haciendo su servicio social como paramédico. Cuando era la hora del receso de clases, Rodrigo tenía que quedarse cerca de la construcción, pero entre clases podía pasearse por todo el lugar.
Ya se había fijado en algunas niñas muy atractivas, sobre todo cuando les tocaba hacer deportes en el gimnasio. Le encantaba mirarlas en sus pequeños shorts y blusas delgadas, y siempre tenía una botella de agua para ofrecerles y platicar un momento.
Conoció a Brenda y a sus amigas en la plática que dio en el patio central, cuando terminó se le acercaron a preguntar por las medidas que se tomarían y hasta cuándo tendrían prohibido el paso a esa zona. Notó que las 3 tenían mucha confianza con él y desde entonces platicaban cuando se encontraban.
Él las buscaba en el gimnasio para disfrutar de sus piernitas y ellas "coqueteaban" con él para presumir con el resto de las chicas del salón.
Como él jugaba en un equipo de Rugby, se iba temprano los jueves para llegar a los partidos; ellas fueron a verlo en dos ocasiones cuando se salieron de la escuela y él les ayudó a entrar para que no lo notaran sus padres. Poco a poco le iban tomando más confianza.
Susana fue la primera en invitarlo a su casa: una linda niña de 13 años, cabello lacio y largo, piel morena y ojos claros. Le presumía a sus vecinas que Rodrigo era su novio, pero sólo estuvieron nadando un rato en la alberca para pasar el rato; él tenía a Brenda en la mira y no quería desperdiciar su oportunidad. Todo lo que la pequeña consiguió, a pesar de haberle mostrado "accidentalmente" un pezoncito, fue un beso en los labios.
Al otro día le contó a sus amigas y ellas pensaron que era un chico tierno y muy decente, por lo que las tres formaron casi, casi un club de fans para él.
Aunque platicaba con todas, siempre intentaba coquetear de más con Brenda, para que pensara que Susana no había conseguido más debido a ella. Y funcionó.
Llegó su cumpleaños número 12 y lo invitó a la fiesta que darían sus padres, pero sabía que era arriesgado intentar algo en esa ocasión. Le dijo que sí, le mandó su regalo por correo y se disculpó de no ir debido a una emergencia con sus padres. La pequeña se entristeció un poco, pero la Pantalla que le mandó le quitó lo triste. Cuando lo vio de nuevo el lunes, le dio un abrazo y le agradeció el regalo; Rodrigo le dijo que lamentaba no haber asistido y le prometió que le daría un pastel para compartirlo juntos. Sobra decir que la pequeña estaba encantada con él.
El jueves le preguntó por el pastel prometido y él le preguntó cuándo podía llevárselo a su casa; ella no podía dejar que sus padres lo vieran, así que le dijo que los sábados estaba sola en su casa hasta las 6 de la tarde. Le pidió su dirección y le dijo que estaría ahí a las 12.
Rodrigo sabía que había llegado su oportunidad.
Llegó el sábado y la pequeña Brenda estaba muy nerviosa; caminaba de un lado a otro y no sabía ni qué ponerse. Por fin se decidió por una blusa de tirantes, una falda corta de mezclilla y sus tenis rosas. Se miró al espejo y pensó que podría hacerse un peinado rápido, pero se conformó con amarrarse el cabello con un broche y ya.
Rodrigo también se preparó para ese día: sabía que tendría a esa pequeña para él solo y casi no podía contenerse. Tenía práctica de Rugby en la mañana, así que pasó por un pastelito cerca del edificio de Brenda.
Subió las escaleras hasta el cuarto piso, tocó el timbre de la puerta 8 y esperó. Sonrió cuando la pequeña le abrió la puerta: una niña delgada, piel blanca, ojos y cabello castaños, bajita y mordiéndose un dedo por el nerviosismo. Le encantó ver sus hombros desnudos y su rostro sin maquillaje.
Le dio un beso en la mejilla y la abrazó diciéndole "Feliz cumple". Entró y ella puso seguro a la puerta.
Se sentaron en un sillón y le entregó el pastel.
– De nuevo, discúlpame por no estar hace ocho días, pequeña.
– No, no, ps no pudiste y ya, no importa.
-Gracias, eres tan linda. Oye, un favor muy grande, ¿sí?
– Ajá, ¿qué pasó?
– Vengo de la práctica y no pude pasar a bañarme, pero traigo mis cosas. ¿Puedo bañarme rápido? No me tardo nada.
– Je, je, sí. Allá al fondo.
– 0k, ya vuelvo.
La pequeña escuchó la regadera y no sabía qué hacer, así que se quedó sentada y esperó.
Cuando Rodrigo salió, sólo llevaba su toalla alrededor de la cintura y se apresuró a sentarse.
– Perdón, me tardé un poquito. ¿Te parece si cortamos el pastelito ya para no hacerte esperar?
– Ah, bueno, sí.
Cortaron y comieron el pastel y empezaron a platicar sobre cualquier cosa. Mientras Brenda veía su abdomen y sus brazos, Rodrigo le acariciaba los hombros y la hacía reír con sus historias tontas. Ella le picó las costillas con su dedo y él la abrazó para hacerle cosquillas; la cargó sobre sus piernas y ella no paraba de reír. Cuando se detuvo le dio un beso en los labios y se disculpó.
– Disculpa, es que no lo pude evitar.
– No, ps está bien, no te preocupes.
– Es que me gustas mucho, pero no debí hacerlo.
– Mmmmmm, ps me gustó, estuvo rico.
Era lo que Rodrigo esperaba escuchar. La volvió a besar, pero más intensamente; empezó a acariciar su espalda y sus hombros.
– Oye, ps mi tía vive aquí abajo.
– Entonces vamos a estar lo más calladitos que podamos, ¿de acuerdo, linda?
– Je, je…
Mientras besaba su cuello, Rodrigo desató la toalla de su cintura y dejó salir su pene totalmente erecto. Cargó a la pequeña por encima de sus piernas y la sentó en ellas, de frente a él. No dejaba de besar sus deliciosos labios y ella no sabía qué hacer; le tocó los hombros y el pecho mientras se dejaba besar. Él se detuvo y la miró fijamente, ella lo miró y cuando bajó la mirada…
– ¡Ay! No había visto que…
La besó de nuevo. Tomó su pequeña manita y la llevó hacia su pene. Era la primera vez que tocaba una erección y sintió mucha excitación. Él le quitó la blusa, dejando al descubierto sus senos casi imperceptibles, pero que lo excitaron de una manera que jamás había sentido. Besó sus pequeños pezones, lamiendo delicadamente el contorno de sus areolas.
La tomó por la cintura y la acostó en el sillón.
Le quitó los tenis y las calcetas. Acarició sus piernas mientras las iba besando hasta llegar a los muslos. Desabrochó la falda y la bajó con todo y su calzoncito de Bob Esponja.
Se levantó para admirar a esa pequeña belleza desnuda. Ella lo miró de arriba a abajo, deteniendo la mirada en su pene.
Él había pensado en disfrutar de todo su cuerpo lentamente, pero al ver esa pequeña figura desnuda, frágil e inocente, sintió la necesidad de penetrarla lo antes posible.
Se hincó frente a ella, levantó sus piernas para descubrir los más hermosos labios vaginales que había visto en su vida, y comenzó el primer sexo oral de Brenda. Ella sintió su lengua, húmeda y tibia, en su pequeña vagina; sintió cómo le daba pequeños besos y pequeñas lamidas; sintió la lengua entrando un poco, deteniéndose en un "granito" que la hacía retorcerse de placer.
Era la primera vez que experimentaba esa sensación. Sintió que un fluido salía de ella y llegaba a la lengua de Rodrigo, quien lo saboreó y continuó lamiendo.
Él se levantó para sentarse en el sillón. La tomó por la cintura y la cargó para besarla nuevamente. Le dijo que mantuviera las piernas abiertas, que sentiría mucho más que hasta ahora. Empezó a bajar a la niña; dejó que su pene rozara la vaginita y la separó un poco. Un hilillo de líquido preseminal unía ambos genitales.
Comenzó a bajarla de nuevo. Esta vez no la detuvo.
Él miraba su rostro, primero sonriente y después una mueca de sorpresa y dolor que cambiaba rápidamente a una sonrisa y de nuevo a dolor. Mordió su labio inferior mientras se desgarraba el himen dentro de ella.
Un pequeño gemido que se apagó con un beso.
La niña sentía una extraña presión en su interior; un pequeño ardor que dolía y disfrutaba al mismo tiempo. No quería abrir los ojos por temor a terminar esa sensación.
Sintió que la levantaba y que el pene la rozaba mientras salía; de nuevo ese roce, pero ahora hacia adentro. No supo cuántas veces se repitió esto, sólo sintió que poco a poco lo hacía más rápido. Sentía que ese dolor/placer le provocaba ganas de gritar; pero no salían sonidos de su garganta, estaba muda.
Rodrigo no cabía de placer, estaba hipnotizado viendo ese cuerpecito sudoroso disfrutando al igual que él. Sintió que iba a explotar en su interior, así que empezó a moverla más rápido. Empezó a venirse dentro de la niña; quiso detenerse un momento para disfrutar esa tremenda corrida, pero no pudo hacerlo. Sintió su semen descargándose mientras seguía moviendo arriba y abajo a la pequeña.
Brenda sintió que un calor líquido la inundaba por dentro; era tan extraño, nuevo y excitante que no sabía si era de ella o de él.
Quizá fuera por el esfuerzo, o quizá por el placer, que no escuchaba ni su voz ni la de Rodrigo; sólo recuerda que al abrir los ojos vio a su tía entrando por la puerta y gritando:
– ¡¿Pero qué haces?!
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