La Profeta.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por nereo23.
Desde que era niño siempre me había gustado la historia; ya sé que esto es algo muy extraño pero así es, ignoro cuál sea la razón pero desde que tengo uso de razón siempre me encanto leer acerca de hechos históricos y cuando fui creciendo este gusto fue aumentando hasta convertirse en una autentica pasión. Como es lógico de suponer esta materia jamás supuso ningún problema en la escuela y casi siempre la exentaba. Cuando llego el turno de elegir una carrera universitaria me decante por ser historiador; esto tenía una doble lógica, por una parte no era una carrera muy saturada y me resultaba muy fácil obtener un lugar en esa carrera además de que al no haber muchos estudiantes la competencia en un futuro seria menor y lo que era más importante: Me encantaba esa materia así que por donde lo viera mi decisión era la correcta.
Entre a la carrera y todo me fue muy bien, pronto comencé a ser un alumno destacado y todo era miel sobre hojuelas. Paso el tiempo y por fin llego el momento de hacer mi tesis, yo tenía pensado hablar en mi tesis acerca de la religión y su historia atreves de los siglos y de cómo de una religión se van formando sectas. Una parte fundamental de mi tesis era que debía de recabar datos acerca de alguna secta y la mejor forma de hacerlo era visitando algún lugar de reunión de alguna de las muchas sectas protestantes que florecían en el país. Yo sabía que en estos lugares miran con recelo a los nuevos así que para recabar mis datos de primera mano y de una forma más eficiente decidí hacerme pasar como uno de los muchos infelices que buscan consuelo y guía en uno de estos lugares.
Por suerte no muy lejos de mi casa había un lugar en donde se reunía una de estas “nuevas” religiones y sin dudarlo mucho un día me presente en el lugar y casi sin proponérmelo ya estaba adentro de lo que llamaban “templo”; y lo digo de forma sarcástica por que aquello era un simple patio grande y techado con un improvisado estrado donde estaban una bocinas y un micrófono; una multitud de sillas completaban el mobiliario. Al entrar vi que el lugar aparecía semi lleno; había muchas personas, en su mayoría mujeres con niños pequeños y ancianos. Me acomode en una silla y por suerte a nadie le pareció importar mi presencia. Tras unos minutos de espera entro un tipo y se subió al estrado y prendió el micrófono, sin más comenzó a hablar con una voz aguardentosa y desagradable; aquel sujeto era el pastor, era un hombre moreno, canoso, bajito, gordo y con una aura de antipatía que inundaba todo el lugar, de solo verlo me cayó mal y al oírlo hablar aquel desprecio creció aun mas.
No voy a atormentar al lector con la sarta de idioteces que dijo aquel sujeto, solo diré que era el discurso normal de cualquier pastor y que estos acostumbran usar para engatusar y embaucar a los ilusos. Ese día termino y en verdad estuve a punto de no volver pero debía de hacerlo; la calidad de mi tesis dependía de que tomara la mayor cantidad de datos de ese tipo de lugares y era fundamental de que asistiera a él “templo” por unos días más. Hubo pocas cosas agradables esos días mientras fui a los servicios religiosos, eran siempre los mismos sermones estúpidos, las mismas y más que dudosas curaciones “milagrosas” y las mismas canciones y canticos ridículos; hice uso de toda mi paciencia con tal de recabar la mayor cantidad de datos antes de irme de ese lugar para no volver. Solo hubo un hecho destacado en esos días.
Una vez y antes de que el pastor hablara mis ojos se clavaron en una mujer que aparecía a su lado, era una mujer bajita de estatura, de piel morena clara, ojos negros, cabello negro y lacio el cual le caía por la espalda, su rostro redondo tenía algunas arrugas marcadas y aun así me parecía que tendría a lo mucho unos cuarenta y tantos años aunque puede que tuviera unos cincuenta años; su estampa no era muy atractiva aunque parecía ser delgada pero como digo distaba de ser objeto de deseo sexual, había algo en su mirada que me indicaba que era una persona inteligente, despierta y sagaz, no sé porque pero había algo en esa mujer que me agradaba. Pasaron unos días y me entere que era esposa del pastor, se llamaba Gabriela pero todos en la congregación le decían la pastora Gabi o la profeta Gabi; a mí me parecían ridículos aquellos títulos pero a los feligreses parecía que les causaba un hondo respeto. Un día y cuando ya había terminado mi toma de datos llegue al servicio, el lugar lucia lleno y me acomode en el único lugar vacio que había que era en la parte de atrás. Me senté y espere a que llegara el pinche pastor. Entonces una sensación me saco de mis pensamientos, sentí que alguien me miraba y al voltear note que a mi lado estaba Gabi, la esposa del pastor, la mujer me sonrió y me saludo; así comenzó una plática muy agradable, la mujer era muy simpática, afable, con una inteligencia punzante que ya hubiera querido para mí; en resumen que era todo lo contrario al puto de su esposo.
Cuando en la plática que teníamos surgió el nombre de su marido ella hizo un gesto de odio y dijo: “¡Mhhh! ¡ese cerdo, es un cabron machista! ¿No has visto como me trata enfrente de todos? Lo odio, nada mas estoy junto a el por qué vivo bien a su lado…Bueno, bien económicamente, es un puerco, si supieras lo que me hace.” Yo la mire extrañado, ¿a qué chingaos se refería con eso de lo que le hacía? Sin embargo y como soy un chico muy educado no ahonde en ese tema, pronto el pastor subió al estrado y comenzó a predicar, se me hizo raro que Gabi no se despidiera de mi pues era lógico que su marido la buscara para tenerla a su lado ya que eso era lo que siempre pasaba. Pero no fue así, durante la predica que duro cerca de una hora la mujer se quedo sentada a mi lado y de cuando en cuando hablaba conmigo de algunas cosas comentando sarcásticamente acerca de las predicas de su esposo. Cuando le pregunte si no temía que su marido la viera junto a mi ella sonrió: “¡Ayyy hijo, eres un amor! Pero no te apures, mi marido es un pinche borracho, míralo más detenidamente y te darás cuenta de que viene bien pedo; se tomo varias cervezas antes de venir al servicio; de seguro al rato y cuando termine de hacer su programa de radio se va a ir de farra con sus amigotes, ¡No le da vergüenza al muy cínico! Salir en radio bien borracho y diciendo tarugadas.”
Yo al principio no entendí pero me explico que su marido tenía todos los domingos un programa de radio en una estación local; el programa era a la medianoche por lo cual el pastor (que era un vicioso y un alcohólico) acostumbraba aprovecharlo para irse de parranda una vez terminado su programa. Yo escuche con atención las quejas de Gabi acerca de su esposo, mientras su marido predicaba furiosamente contra el pecado y se veía claramente que estaba ebrio. Gabi pronto dejo de hacer caso a las predicas del pastor y se puso a platicar conmigo; termino el sermón y empezaron los canticos y alabanzas, aquí todo era ruido, música, gritos y bailes idiotas. Gabi compartía mis opiniones asi que se levanto y me indico que la siguiera a la parte de afuera del templo, nadie noto que nos salimos pues todos estaban extasiados con las alabanzas.
Una vez afuera la mujer me sonrió por enésima vez y note en su rostro el agradecimiento que sentía hacia mí por haberla escuchado, no sé porque pero al mirarla mejor me pareció más atractiva, me caía bien y yo a ella. Pronto le conté cosas de mi y cuando se entero que era un estudiante y que estaba ahí solo para recopilar datos ella no solo no se molesto por mi confesión sino que hasta le dio gusto, me dijo: “¡Vaya, ya decía yo que eras un buen chico! Me parecía increíble que tu estuvieras en este lugar porque creyeras en la sarta de tonterías que predica mi esposo, no cabe duda que eres un chico muy inteligente” Acaricio mi hombro y yo le sonreí. La plática siguió y me conto muchas cosas sobre ella, me dijo su edad (tenía 56 años) me conto que deseaba con toda su alma dejar a su esposo y buscar un nuevo futuro; yo la anime y la consolé pues las lagrimas amenazaban salírsele de sus ojos; ella agradeció mi gesto y me dijo: “¡Eres un amor! De seguro eres el consentido de tu mama, sería imposible que una mama no quisiera un hijo como tú, así bien lindo, serio y estudioso como tú” Yo negué con la cabeza pues sentí que aquello no era verdad.
Casi sin darnos cuenta empezó a anochecer, aquel era mi último día en que iba a asistir a ese lugar, ya tenía datos suficientes para mi tesis así que no tenia caso seguir viniendo al culto. Me despedí de Gabi y ella supo que yo no volvería. Fue una despedida cálida y amistosa, me di la media vuelta y me eche a caminar. Como mi casa no quedaba lejos podía irme caminando del templo a mi casa; ya había caminado una cuadra y media cuando una camioneta se freno justo a mi lado, yo me asuste pues al oír ese ruido pensé que quien iba a dentro del vehículo iba a bajar y me iba a asaltar pero no fue así, abrieron el vidrio y vi que era Gabi, ella venia conduciendo al parecer sola, me animo a subir a la camioneta y no sé por qué obedecí sin rechistar.
Una vez adentro la mujer arranco el vehículo y nos dirigimos a gran velocidad a una gran avenida que quedaba cerca; durante varios minutos Gabi no me dijo nada y yo no me atreví a hablar; pronto llegamos a la avenida y al llegar al primer semáforo nos detuvimos y empezó a hablar, me miro con ojos suplicantes y dijo: “Tu eres el único que puede ayudarme, eres la única persona que conozco y en la que confió, quiero que me ayudes a vengarme del puerco de mi marido; el no está en casa, ahora va rumbo a la estación de radio para hacer su estúpido programa, quiero que vengas a mi casa conmigo para que me ayudes a ponerle los cuernos.” Yo la mire boquiabierto, no solo era el hecho de que me estuviera pidiendo eso sino que además de todo ella pues…no me resultaba muy atractiva…La mujer me miro y se dio cuenta de mis dudas, pensé que se molestaría y que me echaría de su camioneta pero fue todo lo contrario, me sonrió y me dijo: “ Yo sé que eres un niño bueno, por eso mismo te lo pido, no quiero hacerlo con un viejo sucio y mañoso ni con algún joven que este todo loco y que sea malo; además yo intuyo que tu eres más travieso de lo que aparentas, no sé, tengo ese presentimiento.” Ella sonrió traviesamente y yo asentí con la cabeza de forma torpe.
Gabi se dio por satisfecha y tomo ese gesto como un sí; sin más arranco la camioneta y fuimos rumbo a su casa, durante el camino me fue contando todas las cochinadas que su esposo le hacía: “El muy cochino me obliga a chuparle su pene y lo tiene bien sucio y apestoso, ¡puaajjj! Y luego quiere que le bese el hocico cuando le apesta y aparte, le encanta escupirme en la boca, quiere que compartamos la saliva, ¡Ajjjjj! Casi me hace vomitar y lo que si nunca jamás le he permitido es que él quiere que le chupe su verga después de hacerme sexo anal; ¿Ves como te digo que es un malnacido?” Yo solo asentía con la cabeza, yo me preguntaba qué diablos estaba haciendo, iba rumbo a la casa de una señora que podía ser mi mama para tener sexo con ella…lo peor es que no me atraía demasiado pero no había manera de dar marcha atrás así que trate de verle el lado bueno a la situación, después de todo no todos los días uno encontraba un coño tan dispuesto a coger.
Llegamos a su casa la cual era grande aunque parecía que aun había obras en ella. Entramos Y sin más Gabi fue a la cocina, regreso a la sala donde yo estaba sentado y me ofreció un vaso de refresco, yo lo agradecí y ella se volvió a excusar, se fue a otra habitación y me quede ahí sentado esperando; pasaron unos minutos y ella volvió, con una seña me indico que la siguiera, yo la obedecí y pronto entramos a una habitación, era la cama donde dormía con su esposo, era una cama matrimonial y la habitación lucia limpia y pulcramente ordenada. Gabi me indico que me sentara en la cama y entonces note que traía algo en su mano, era un sobre color metálico; ¡era un condón! La mujer noto que me había dado cuenta y me dijo: “Lo siento, tengo prisa y no porque mi marido vaya a regresar, no es por eso, tengo prisa porque ya quiero que me cojas.”
Entonces Gabi se comenzó a quitar la ropa, traía puesto un vestido largo y color negro y aparte traía puesto un suéter de esos de abuelita; pues bien cuando se quito el vestido me quede boquiabierto, de hecho casi me desmayo; ¡Puta madre! La mujer estaba muy buena, era más delgada de lo que suponía, su cintura lucia breve pero lo que más me impresiono fueron sus caderas ¡Eran increíbles! ¡Que ni que colombianas o caribeñas o venezolanas o rumberas! ¡Esas si eran nalgas las que tenia Gabi! Viéndola así tenia cuerpo de violín, y aparte de todo y como aderezo lucia una tanga de encaje color negro que contrastaba con lo blanco de su piel. La mujer sonrió y dijo: “¿Te gusto, niño’” Le dije: “¡Si señora, usted está muy buena” Ella se acerco a mí y comenzó a desabotonar mi pantalón y me dijo: “No me digas señora, dime Gabi o si quieres dime puta; tu si puedes decirme así, en tus labios es un halago no como en los de mi marido.” Yo estaba muy excitado, ya tenía la verga bien parada y la mujer me quito el pantalón y los bóxers y al ver mi verga así de dura sonrió y dijo: “¡que buen pito tienes, niño! Lo tienes bien venudo y prieto, ¡y mira que grueso! La vamos a pasar muy bien, de mi cuenta corre” Y sin más comenzó a mamar, lo hacía como si la vida le fuera en ello, lamio todo mi tronco y al llegar a mis huevos los lamio y los chupo, yo cerré mis ojos y grite pues nunca nadie me había hecho eso; ella se rio y dijo: “¡Lo siento chiquito pero no pude aguantarme! Ya quiero exprimir tus huevotes, se ve que ahí adentro hay mucha lechita.” Ella siguió chupando mi pito, le costaba trabajo meterlo muy adentro de su boca pues lo tengo grueso.
Entonces de pronto dejo de mamarlo y saco el condón, me lo puso con su boca y me miro, dijo: “Lo siento bebe, pero ya necesito cogerte, me voy a poner encima de ti y me voy a dar sentones muy duros, ¿crees poder aguantar?” Yo le dije que sí y la mujer sin dudarlo se subió encima de mí y se dejo caer sobre mi verga, me excite muchísimo al ver como mi verga era devorada por la tremenda puchota peluda de Gabi, a pesar de que mi verga es gruesa y cabezona literalmente ese coño se trago por entero mi pene.
Una vez que lo tuvo todo adentro Gabi grito de placer y comenzó a darse sentones, ella no se midió, desde el principio lo hizo con fuerza, eran sentones duros, parecía como si deseara quedarse con mi pito ahí adentro de su panochon. Yo estaba extasiado, era cierto que no tenía el coño muy apretado pero aun así se sentía increíble, yo estaba en mera gloria; oía como sus nalgotas chocaban contra mi cuerpo y no pude resistirlo, las agarre con mis manos y las apreté a placer, estaban bastante firmes para la edad que tenia Gabi; ella gritaba a cada momento que se clavaba mi verga: “¡Aghhhh, ahhhhhh, niño, así dame, que rica verga tienes, hazme olvidar al puto del pastor!” Entonces ahí yo moví mis caderas hacia arriba y arremetí con fuerza contra el coño de Gabi, la mujer comenzó a gritar como loca, se escuchaba el choque de mis huevos contra la pucha de Gabi y entonces ella grito como poseída, al parecer se había venido; ella se repuso y se rio, se bajo de mi y se puso en cuatro, me dijo: “¡Niño, coges bien rico, ahora dame así, dame como a una perra.” Meneo sus nalgotas animándome a que la cogiera, yo ni tardo ni perezoso me puse detrás de ella y sin dudarlo le metí mi chile de un solo golpe y hasta el fondo, la mujer grito de placer y yo la tome por la cintura y comencé a bombear, le dije: “¡Mhhhhh, señora, tiene unas nalgotas increíbles, usted es una yegua, una yegua en celo”
Ella sonrió y me volteo a ver, me dijo: “¡Y tu eres un potro en brama! ¡Tómame, hazme tuya, jodeme como si quisieras preñarme!” Yo enloquecí y comencé a penetrarla como si estuviera poseído, se oían nuestros cuerpos chocar, yo sudaba y sudaba y la buenota de Gabi no dejaba de gemir y de gritar; por fin la tome de su larga y negra cabellera y la comencé a joder como si ella fuera mi yegua, como si la estuviera montando, le di varias nalgadas duras, le dije” ¡Toma puta, toma, goza de mi pinche verga, disfrutala puta de mi verga!” Ella solo gritaba y gozaba, me dijo: “¡si dame, soy tu ramera, soy la madre de las mil rameras, hazme tuya!” Aquello era un pasaje de la biblia según recordaba y le di varias nalgadas, le dije: “¡Puta blasfema! ¡Toma, toma!” Ella grito y se rio: “¡Jajajaja, es verdad, soy bien putota!, la única forma que se me va a quitar es que me cojas a diario, ¿quieres?” Yo asentí con la cabeza y la seguí jodiendo con fuerza, después de unos minutos me detuvo y me dijo: “Espera niño, quiero que me cojas por el culo, mi marido acostumbra solo cogerme por ahí y el muy cabron siempre termina adentro de mi ano, y en los días siguientes ando cagando su pinche semen, quiero que ahora tu me des verga por el ano y que termines adentro de mi, necesito que tu dulce y lindo semen limpie y purifique mi agujero de la asquerosa suciedad de mi marido, ¿lo harías por mi?”
Yo por supuesto que acepte, era cierto que jamás lo había hecho por ahí y por tanto mi experiencia era nula, es más, ni siquiera el sexo anal formaba parte de mis fantasías pues me parecía algo muy rudo y sucio pero por otra parte, ¿Quién era yo para negarle a Gabi ese placer? Me quite el condón y apunte mi pene a su ano y con cuidado se lo fui metiendo; debo de decir que me costó algo de trabajo pero más por mi inexperiencia pues Gabi bien que me ayudo a hacerlo abriendo sus tremendas nalgas y relajándose. Una vez adentro apenas si me pude mover pues estaba muy apretado, casi sentí que me estaba exprimiendo el pito con su ano, yo estaba sintiendo mucho placer aunque igual sentía una cierta incomodidad; Gabi estaba gimiendo mucho, pensé que le dolía bastante y tentado estuve de sacar mi pene pues no deseaba lastimarla, ella creo que se dio cuenta de mis intenciones pues dijo: “¡No, nene, no lo saques! Si grito es porque lo tienes bien grueso y cabezón…y si me duele mucho pero igual también me encanta, ¡Dame, destroza mi ano!” Yo como Dios me dio a entender empecé a bombear, apenas si podía hacerlo pues sentía que si me movía con fuerza iba a terminar muy pronto; el caso es que poco a poco fui tomado ritmo y pronto se empezó a escuchar como sus nalgas chocaban contra mi pelvis; yo sentía que iba a desmayarme por tanto placer que sentía, Gabi gritaba y gritaba, ella pedía mas: “¡Ahgggggg, asiiii, maaassss ayyyyyyyy, destrózame niño, asiiii despedázame!” Yo estaba fuera de mi, le di varias nalgadas fuertes y sin dejar de penetrarla le dije: “¡Si ramera, grita, goza de mi verga! Voy a purificarte, voy a darte verga hasta que tu coño y tu culo queden satisfechos.” Ella solo decía: “¡Si,si,si, niño, purifícame, quítame lo golfa!” Yo sentí que ya no podía mas, mis huevos estaban ya muy gordos y no podía contenerme, le dije:”¡Ahhhhhhhhyyyy, putaaa, ramera, ya no puedo mas, ahhhhh!!””
Ella grito igual y contrajo mas su ano, grito:” ¡Siiii, purifica, limpia mi ano y mis intestinos con tu hermoso semen!” Yo grite como nunca y arroje dentro de ella mi descarga, creo que me desmaye o me prive por la fuerza del orgasmo que tuve, solo recuerdo que estaba recostado y ella aun estaba en cuatro patas, vi como de su ano brotaba algo de mi semen, ella dijo: “¡Ufff, niño, estuvo increíble! Ahora ya no queda ni rastro del cochino semen de mi esposo y todo gracias a ti y a tu dulce lechita.” Se acerco gateando hacia mí y se recostó a mi lado, me beso y me abrazo. Esa noche ya no pudimos continuar, me di una ducha rápida junto a ella y después nos despedimos. Durante el mes siguiente nos veíamos cada tercer día y seguimos con nuestras sesiones de “purificación anal y vaginal” a las que también incluimos varias sesiones de “purificación oral” que consistían en que Gabi se tomara una buena dosis de mi semen. Así fue por un mes hasta que dejamos de vernos pues parecía que el esposo sospechaba y eso impidió que continuáramos viéndonos; luego paso el tiempo y Gabi se mudo a Estados Unidos, hace poco la volví a ver pero lo que ahí ocurrió será motivo para otro relato.
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