La rica tia de mi esposa
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Como se acerca el día del cariño, decidí relatar la mejor aventura sexual de mi vida. Soy Arturo, en ese entonces de 36 años, de 1.82 mt, de buena presencia, con un miembro de un poco más de 6 pulgadas. En el año 2002 construimos nuestra casa con mi esposa utilizando un crédito bancario, en el año 2004 a raíz de una reducción de personal fui retirado de la empresa donde tenía 5 años de laborar, fue un duro golpe a nuestros planes y a nuestra economía. Los tres meses siguientes no pude encontrar trabajo, por lo que teniendo visa norteamericana, me fui a trabajar allá para poder pagar las cuotas antes de que nos pudieran quitar la casa.
Los planes incluyeron que viviría una temporada con la tía de mi esposa, Mónica, era una mujer divorciada de 53 años, que tuvo dos hijos varones que actualmente viven en otros Estados. Ella misma me fue a traer al aeropuerto, la había visto un par de veces antes, la última hacía unos cinco años, es una mujer de tronco grueso (con varias libras de más), cara bonita, de piel muy blanca (entre blanca y rosada), de 1.60 mt, pelo castaño claro, su mejor atractivo y que me di cuenta al verla fue un manjar de par de tetas, muy grandes, blancas y con pezones rosados. Era muy simpatica y vivia sola desde que los hijos abandaron el hogar, por eso no dudó en recibirme en su casa, además yo sabia, a través de mi esposa, que entraba en depresiones por la soledad en que vivía. Ella trabaja medio tiempo.
Los primeros tres meses pasaron sin novedad, yo trabajando duro y viviendo con Mónica. Esos meses me deleitaba viendole a Mónica los generosos escotes de sus vestidos y blusas, sus tetas era increiblemente bellas, y más con tres meses de no coger. Con el tiempo nos haciamos compañía en la noche y fines de semana, ella era muy atenta conmigo; después de ese tiempo me animé a sacarla a bailar, fue la primera vez que pensé en ella, no como una pariente, sino como mujer. Esa noche se vistió muy provocativamente con un vestido corto que le dejaba ver sus pantorillas gruesas y sus muslos llenos, además, como de costumbre de un escote abundante. Ese día yo la restregué contra mi todo lo que quise, sin querer ya tenía una erección y era tanto tiempo de abstinencia. La pasamos muy bien ambos. Tomamos una tragos de ron que nos descohibieron un poco.
Esa noche, luego de regresar a casa tipo media noche, era un sabado, al otro día no se trabajaba. Nos despedimos y me fui a mi habitación a dormir, crei que ella iría al suyo también, luego de ponerme una pantaloneta (sin nada abajo) y una camiseta liviana. Sentí ganas de un vaso de agua y me dirigí a la cocina, cuando pasé por la sala de estar, vi su figura sentada en el sofá, al parecer estaba llorando, me acerqué y al confirmar que si estaba llorando me senté a su lado, me recordé que ella tenía depresiones. Dulcemente la traté de consolar, la abracé y le puse su cabeza en mi regazo, ella me dijo que su vida ya no tenía sentido, se sentía muy sola y que ya estaba vieja. Alli fue donde le dije que ya quisieran muchas mujeres tener su figura (lo hice más pensando en sus bellas tetas).
-Te gusto yo un poco Arturo?-, me preguntó Mónica.
La vi a los ojos y no tuve que decir ninguna palabra, solo movi la cabeza positivamente y viéndola a los ojos, nuestros labios se unieron lentamente, con miedo, pensando talvez que yo era el esposo de su sobrina. Nuestro beso fue lento, labios con labios y pronto nuestras lenguas se unieron y se frotaron degustando el momento. Alli estabamos en el sofa, yo sentado y ella acostada en mis brazos con sus pies sobre el sofa. Toda la experiencia de sus años de vida y de sus años de casada se fundieron en ese beso húmedo, mi verga se erecto por debajo de mi pantaloneta, una de mis manos se dirigió a sus deseadas tetas, las toqué, si eran duras como si fuera una jovencita. Ella me soltó los labios y me preguntó –te gustan?- refiriendose a sus senos. –Me encantaron desde que te vi!-. Diciendo esto y Mónica se bajó los tirantes de su vestido y luego el broche de su sujetador que estaba en medio de sus tetas.
Frente a mi emergieron las dos tetas más preciosas que había visto en mi vida, su forma, su color y sus pezones rosados, eran un sueño, sin esperar mis labios las tomaron, primero fueron sus pezones, al contacto se pusieron parados y duros, lo chupaba y luego pasaba al otro pezón, Mónica cerraba los ojos cada vez que los estrujaba con los labios. Todo lo que mi boca le hacía a sus senos era insuficiente para saciarme. Mi mano izquierda se metió por la parte inferior de su vestido y luego dentro de sus calzones, rapidamente palpé su monte de Venus, que era bastante, acaricié sus labios mayores, y un dedo los partió por la mitad, ¡Estaba mojadísima y caliente!, eso terminó por excitarme y le incrusté un dedo en su raja, ella gimió recio, mientras le mamaba las tetas le pajeaba mi dedo. Mónica alcanzó un orgasmo, lo supe cuando me clavó sus uñas en mis brazos.
Me puse de pie, ella quedó acostada en el sofá aún reponiéndose de su orgasmo, me puse a su lado, metí mis manos en su vestido y le saqué su calzón, luego abri sus piernas, ella no puso ninguna objeción, me sumergí en su bollo peludo, tal como lo había imaginado, sus labios vaginales eran colorados al igual que la entrada de su vagina (lo cual siempre me ha excitado). Lamí toda su raja peluda usando mi lengua y mis labios, Mónica gemía como desquiciada y me jalaba el cabello, más de alguna vez tuve que parar para sacarme pelitos de su bollo de la boca Al rato le metí un dedo en su raja mientras le chupaba el clítoris, ella se estremeció alli en el sofá, un minuto después le metí otro dedo en su raja, a los pocos segundos de esto sentí como su vagina se cerraba sobre mis dedos, la tía Mónica tenía otro rico orgasmo.
Me quité de entre sus piernas y me paré para quitarme la ropa, ya quería follarla. Pero ella me tomó de la mano, y asi semidesnudos me llevó a su habitación, ella tenía una cama tipo king, o sea era enorme. Me pidió que me acostara, ahora ella a horcajadas se fue subiendo sobre mi y llegó a mi verga erecta, la tomó con su mano cerrada y se la llevó a su boca, la comenzó a chupar con mucha paciencia, la que le daba la experiencia de mujer madura. Mónica me chupó toda la verga hasta los cojones, hizo un excelente trabajo de sexo oral, me hizo vibrar alli acostado. Luego puso mi verga entre sus tetas y me hizo una cubana inolvidable. No tardó en hacerme llegar al climax, cuando vio que estaba por acabar, se metió mi verga en su boca y ya no la sacó, estallé en un buen chorro de esperma y Mónica se la tomó toda.
Con tres meses de abstinencia, mi verga apenas se bajó, asi que sin perder tiempo la puse boca arriba y me subí sobre ella, tomé mi falo con la mano y lo puse en la entrada de su vagina, luego se la dejé ir lentamente, su vagina estaba empapada, asi que no costó que se fuera toda adentro. Ella me abrazó y sus piernas rodearon mi cuerpo, la follé duro, ella gemía, se quejaba, la estaba pasando de maravilla, mientras yo la jodia y de pilón le mamaba sus buenas tetas. Entramos en ritmo frenético, la cama brincaba con nosotros encima, los gemidos, el calor, su raja mojada, todo estaba preparado para que los dos llegaramos juntos esta vez, ella inició su orgasmo, yo aceleré aún mas para llevarme también, otra ración de semen salió de mi verga, esta vez se la deposité dentro de su raja, hasta que mi verga terminó sus pulsaciones se la saqué.
Nos quedamos un rato sobre la cama, luego le di un beso en la boca y tomé mi ropa para marcharme, ya en mi habitación, pensaba si había sido conveniente lo ocurrido.
Al día siguiente, no lograba concentrarme en el trabajo, realmente me había encantado el encuentro con la tía de mi esposa. De pensarlo se me endurecía la verga. Regresé a casa a eso de las 6:00 PM, había hecho un par de horas extras, no sabía que conversación habría entre Mónica y yo.
Entre a la casa y vi que la mesa del comedor estaba arreglada con flores y velas de olor, y la cena estaba servida, en la cocina vi la figura de Mónica, ella llegó y me saludó de un beso cerca de la boca, luego me dijo que me sentara que iba a servir la cena, estaba vestida siempre sexy con otro generoso escote. Nos sentamos y hablamos de cosa de trabajo, nadie tocó el tema de lo sucedido anoche. Cuando terminé de comer, me dijo que tenía una sorpresa para mi, me tomó de la mano y me llevó a su habitación, la cama estaba rodeada de velas olorosas, me dijo que me quedara parado allí, luego ella vino y se levantó su vestido, no llevaba calzones, yo me quedé atónito, -mira, sorpresa!!-, Mónica se había depilado su raja, sus labios colorados y piel rosada le daban un toque especial a su coño, me acerqué la tomé y la aventé sobre la cama, le abrí las piernas y le empecé a comer la raja, ahora con una locura que mi lengua registraba toda su vulva, la cual era tersa y fresca, se la mamé hasta que se vino en mi boca.
Luego la monté encima y la penetré con fuerza, puse sus pies en mi pecho y la follé sin clemencia, sus gritos y gemidos inundaban la habitación adornada con velas aromáticas. Luego la puse en cuatro, sus nalgas no eran del otro mundo pero aún estaban duras, mientras la cogía en esa posición, le jodía su culo con un dedo, le metía y le sacaba la punta. En un minuto se me ocurrió cogerla por el ano, ella intuyó lo que me proponía y se volteo para decirme que ella nunca había probado por atrás. Yo no cambie de opinión y le empecé a meter más mi dedo en su culo. –Mi amor en mi mesita hay una cremita, úntame mi culito para que no me duela!!- busqué la tal crema, se la únte en su orificio y en mi verga también, luego se la puse en la entrada y empujé con decisión, costó un poco al inicio, pero una vez entro mi glande, se la hundí poco a poco hasta que toda desapareció en su interior, luego me puse a joderla, ella gritaba, se quejaba, pero siempre relajó su ano para dejarme entrar. Su culito virgen apretó tanto mi verga que en diez minutos se la deje ir dentro de su culo, la leche emanaba de su ano, fue una delicia cogerla por allí.
Me quedé un rato acostado, mientras ella entró a su tocador para asearse tanto su raja como su culo. Al salir, me dijo que quería que pasara la noche con ella, que no quería pasar sola esa noche. –Ven!!- le dije señalandole que quería que se subiera sobre mi, pero no sobre mi verga flácida, sino sobre mi cara, ella me puso su bollo en la boca y le di una soberbia mamada que la hice venir de nuevo, luego la follé de lado hasta que logré echarle otro poco de esperma en su raja. Nos quedamos cansados alli abrazados de ladito.
Asi empezó esto, empezamos a vivir como si fueramos pareja, la primera semana cogimos diariamente, a veces hasta dos veces en el día. A pesar de su edad, ella siempre estaba dispuesta y era original para hacerlo. Una de esas veces la tenía ensartada en la posición del misionero, cuando mi esposa llamó por teléfono, lo tomé de la mesita de noche de Mónica y hablé con ella unos cinco minutos mientras mi verga entraba y salía del coño de Mónica. Fue increíblemente erótico.
Como a los seis meses tenía que volver a mi pais, el permiso era de seis meses. Debía permanecer un tiempo y luego regresar otros seis meses. Mónica lloró el día que me fui, me dijo que presentía que ya no regresaría. Pero por la necesidad del dinero y de ver a mi viejita caliente, regresé al mes exacto, ella ya me esperaba con algunos juguetitos sexuales que había comprado, como un vibrador que yo le metía en el culo mientras la penetraba la raja y viceversa, adquirió también esposas para colocar en la cama, jaleas para penetración anal, videos porno, etc. Mónica estaba preparada para recibirme y darme placer, y cogimos varias horas ese primer día. Los siguientes seis meses vivimos como pareja, ella se prepara todos los días para mi, con ropa muy provocativa, ambientes sensuales, ella está lista para mi. Averigüé con ella que las mujeres maduras son candela, lo que envejece es el cuerpo y no el alma.
Solo estuve un año en el vecino país del norte. Aún compartimos correos con Mónica, quien me cuenta que ya tiene novio, pero nunca podrá olvidarme.
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