Las Espinas II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por PoetaPerverso.
-Esto me parece patético… -Decía Miriam a su hermana- No me parece necesario recurrir a estos métodos para estar con él.
-Pero si yo te conozco, y sé que si no da él el primer paso, te quedarás quieta como una estatua para siempre.
-Pero, ¿Y si me casase con él, y le tuviera que contar esto como la causa de su atracción por mí en la primera cita?
-¿De modo que piensas en casarte con él incluso? Vas muy rápido hermanita.
– No sé porqué acudo a ti.
-¿Porque confías en tu hermana mayor? Mira, dos gotas, solo dos gotas en lo que sea que esté bebiendo, y con que le acerques un poco el escote, será tuyo. -Le dijo mientras le introducía un pequeño envase de plástico de color marrón translúcido en la mano-
-Lo voy a pensar.
A la mañana siguiente Jorge tendría un día muy complicado en el centro, la enseñanza pública es una amante poco agradecida, en la que los jóvenes a veces no aprecian el trabajo que desempeñas en su educación, y esto, desgraciadamente lleva a una desatención de tus deberes. Repartía exámenes hechos el día anterior por sus alumnos, y que él mismo había estado toda la tarde corrigiendo para ganar una fama de profesor que entrega rápido las calificaciones conforme se hace el examen, cuando se dio la siguiente discusión.
-Alicia, un gran trabajo, debiste estudiar mucho para este examen, te lo mereces. -Dijo el profesor entregando la hoja a su alumna-
-N… No, no. Yo no es que estudie mucho, se me quedan muy bien las cosas. -Respondió tímida y vergonzosamente.- ¡Mira Clara! -Dijo Alicia levantando la hoja del examen hacia donde se encontraba su amiga-
-Mmm… Sí, te felicito. -Respondió Clara-
Siguió repartiendo.
-Lina, Muy bien, la segunda nota más alta. Empezaste realmente mal el curso, me estás sorprendiendo. -Acarició su pelo por la coronilla suavemente-
-Es que explicas muy bien profe. -Respondió con una sonrisa leve y juguetona-
-Clara, esperaba más de ti, esto me parece que no es ni la mitad de lo que puedes llegar a hacer. -Le entregó el examen a la joven-
Clara al recibir su calificación enrojeció rápidamente por el enfado, pero se limitó a asentir y aceptar el consejo de su profesor.
-Clari, ¿Qué te pasa? -Preguntó Lina-
-¿Y a ti porqué te ha dado por llamarme “Clari” ahora?
-Si te molesta, dímelo, pero no me levantes la voz porque yo no soy como Ali, a mi no me puedes tratar como si nada. -El rostro de Alicia se llenó de tristeza y bajó la cabeza-
-Que no chica, que es broma… -Se disculpó Lina- Es que me pone nerviosa que me hablen de esas formas. -Alicia volvió a sonreír-
-Lo siento -Se disculpó Clara-. Pero es que me está pasando algo muy raro, y creo que os voy a tener que pedir un favor, pero no podéis decírselo a nadie. ¿Entendido? -Ambas asintieron tras imaginar la gravedad del asunto-.
Una vez en el departamento, y tras entregar los exámenes, llegó el turno de Miriam de mover ficha con Jorge, Tras estar bastante rato en el baño sombreándose de nuevo los ojos, y repitiéndose la raya porque al salir de casa con prisa le pareció que quedaba torcida, respiró hondo y se dirigió hacia Jorge.
-¡Hola! Oye, ¿Te has enterado de que han cogido a una alumna revisando los datos de la plantilla?
-¿Cómo? ¿Nuestros expedientes laborales? ¿Y una alumna para qué quiere eso?
-Ni idea… pero no nos han querido decir su nombre porque la chica parecía muy asustada y no quieren difamarla por ese pequeño fallo.
-Bueno, supongo que no tendría en cuenta la gravedad de lo que hizo…
-Sí… Eh, oye, ¿vas a venir esta tarde con los profesores del primer ciclo? -Preguntó con una gran sonrisa-
-Pff… Bueno la verdad es que no conozco a casi ninguno de mis compañeros. ¡Vale! ¿Pero si me ves solo, acércate un poquito vale? No creo que hable mucho y no me gustaría quedar como un marginado. -Dijo seguido de una leve carcajada que ella siguió forzosamente-
-¡Perfecto! Te recogeré en tu casa a las siete y media, ¿Te parece bien?
-Si, allí nos vemos.
Aquella tarde la pobre muchacha de piel blanca, pelo negro y ojos grises como el metal, reflexionó largas horas sobre el conjunto de hechos sucedidos en el día. Y lo más importante: ya sabía dónde vivía su profesor, había conseguido convencer a sus amigas de su plan para el cortejo, pero seguía inquieta por algo. De nuevo sus padres no estaban en casa y la curiosidad se dejaba ver en su más inocente máscara. La muchacha abría en el ordenador de su padre una carpeta, en principio oculta, llena de fotografías de mujeres sin ropa y de videos de parejas que, estando desnudas, se dedicaban mutuamente los besos y las caricias más salvajes y lujuriosos de sus vidas. La joven disfrutaba viendo estos videos, y conocía la mayoría de formas de proceder en su ejecución por la práctica mental y las constantes recreaciones en su imaginación; pero volvía a mirar en sus ingles; eran suaves y agradables, mas no eran iguales; aquellas mujeres tenían una abertura más cómoda para la entrada del miembro, y la suya, apenas dejaba al descubierto un pequeño orificio que siempre estaba cubierto por pequeñas pelusas que sus pantys soltaban. De nuevo retiraba las pequeñas motas de tela una a una, y dejaba su sexo completamente limpio, cogía un espejo y comenzaba a mirar, a tocar, a experimentar; tenía ganas de hacerlo, pero era muy aprensiva para introducirse un dedo ella misma. En la ducha ya cogía la presión del chorro de agua y se masajeaba la zona; este pequeño placer se había convertido en un minuto de suma relajación prohibida en su baño. Las películas por lo general acababan de la misma forma, el hombre empezaba a manosearse febrilmente su miembro mientras respiraba con dificultad y la mujer esperaba el chorro de esperma con los labios entreabiertos esbozando una leve sonrisa. Ella estaba convencida de que hoy sería el día en el que consiguiese saborear la dulce miel de su profesor. Pero había una gran diferencia entre lo que ella quería hacer con su profesor y la mayoría de los videos: normalmente había más de una mujer.
Y mientras tanto, en aquella taberna acogedora en la cual habían decidido disfrutar de un buen rato los profesores en su tiempo libre.
-¡Vamos! ¿Tómate otra por mí de acuerdo? -Insistía Miriam de nuevo-
-Todas las que me he tomado han sido por ti. -Respondía Jorge-
-Me dijiste que no me apartara de ti en toda la noche, y no lo he hecho… -Puso sus labios como si fuese a soltar un pequeño puchero-
-¡Bien! Está bien, tráeme esta y ni una mas.
-¡Te pones tan mono cuando bebes! -Le dio un beso en la mejilla-
El beso de la profesora le confortó enormemente, sus suaves labios habían dejado un pequeño rastro de carmín rojo, ella tenía un pintalabios que no dejaba manchas, pero esta noche quería dejar huella en su hombre.
-Aquí tienes tu último trago de la noche. -Miriam sujetaba un vaso largo en el cual había diluido 3 gotas de cierta mezcla que guardaba en su bolsillo-
-En fin. Por ti, Mili. -Bebió-
Las luces de la noche se tornaban difusas, el pobre docente quería ansiosamente regresar a su casa porque sabía que tarde o temprano tendría que vomitar, y no quería que la atractiva muchacha que llevaba toda la tarde invitándolo a copas y colmándolo de conversación y halagos lo viera en ese estado. Ya se disculparía mañana, pero ahora tenía que irse.
Caminó largos y tediosos minutos en una noche en la que las farolas desafiantes irradiaban una luz más bella que la de la misma luna y miraban a las estrellas con desprecio, tras muchos pasos en diagonal, una puerta blindada, unas escaleras muy sucias y una puerta de madera bastante antigua, llegó a su casa, entró en el baño y vomitó casi todo lo que había consumido aquella tarde, pero los peores efectos de sus consumos saldrían a la luz en breves instantes. Sintió calor, mucho calor, aún bajo los efectos del alcohol, razonó; pensó que sería idóneo masturbarse en aquel momento. Pensó en buscar en Internet alguna de sus webs favoritas, pero antes de desabrocharse el cinturón, llamaron a la puerta desde el telefonillo de abajo.
-¿Quién es? -Preguntó Jorge-
-Eh… Soy… Soy Clara.
-¡Ah! ¡Clara! Pasa, mi vida…
La joven mantuvo la compostura, aunque estaba sorprendida por la respuesta, disimuló la euforia ya que no quería pasar por una amante de poca importancia frente a las dos amigas que la acompañaban. Alicia, una joven que llamaba la atención frente al resto por la dulzura de su rostro, su pelo rubio y sus ojos azules como el cielo daban a su redonda cara un aspecto angelical; junto a ésta, Catalina -Lina-, una muchacha mayor que sus amigas, de un pelo rojo como el cobre si se pudiese mezclar con el oro; a diferencia del resto, ella destacaba por sus pechos, pese a que sus ojos verdes reposasen sobre una cara tierna pero maliciosa, irradiaban un aire felino y exótico; era la única de las tres que llevaba maquillaje.
Subieron las escaleras, esperando encontrar una puerta que estuviese abierta y tuviese la luz encendida en el recibidor. La encontraron, y pasaron dentro. Él, algo ebrio, aún con cierta lujuria que crecía por momentos, la esperaba de pié frente al marco de la puerta.
-¿Clara? ¿Por qué has traído a dos amigas contigo? ¿No recuerdas lo que te dije?
-¿Te lo puedo explicar dentro?
-¿Les has contado algo? -Preguntó preocupado-
-¿Qué te ocurre? Te veo raro, ¿estás bien? -Preguntó Clara-
-Mmm… No, la verdad no me encuentro bien. -Se sentó en una silla-
La muchacha de pelo negro y ojos grises cruzó el umbral de la puerta, hizo una señal a sus compañeras para que entrasen y cerró la puerta a sus espaldas.
El docente no se preocupaba por la presencia de las tres jóvenes en su casa, que aunque había llegado de manera repentina, no le incomodaba. Clara se acercó a Jorge que tenía las manos sosteniendo su rostro, y le preguntó si le ocurría algo. Él no respondió, al ver su cara llena de preocupación simplemente acercó sus labios a su rostro, y esperó. Clara lo primero que hizo fue comprobar con una fugaz mirada si sus amigas lo estaban viendo todo, así era: Alicia miraba hacia abajo y de cuando en cuando la curiosidad la obligaba a alzar un poco los ojos, pero luego arrepentida los bajaba y enrojecía; Lina, no movía ni un milímetro sus ojos que se fijaban como témpanos de hielo apuntando al suelo en el punto exacto donde se unían los labios de su mejor amiga y su maestro. El docente se levantó sin despegar sus labios de los de la joven.
Ésta no pudo responder a la altura de su amante perfecto, y se tuvieron que despegar por la diferencia de altura. Tras terminar aquel dulce beso, Clara reaccionó, y viendo los rostros de sus amigas, se puso de rodillas frente a su profesor. -Esa misma tarde, cuando terminó de pensar en su asalto estuvo en el armario de su padre buscando un cinturón para hacer una pequeña práctica, para así, la siguiente vez, no encontrarse con resistencia para llegar a ese tesoro tan preciado.- Quitó el cinturón con bastante facilidad y bajó suavemente los calzoncillos, encontrando el miembro erecto en su más elevada excitación que se veía revelada por su temperatura. Clara se pasó la lengua por los labios humedeciéndolos todo cuanto pudo y sujetó el miembro con ambas manos, se lo introdujo en la boca, lo sumergió todo cuanto pudo, pero no fue suficiente para cubrirlo; aunque hacía un gran esfuerzo en llegar lo máximo posible, solo conseguía acariciar a penas un milímetro del vello rizado con la nariz.
Al ver que no podría llegar a introducirse el miembro por completo, comenzó a lamer por los lados mientras lo agitaba de arriba abajo con sus manos. Estuvo así 5 minutos, hasta que él completamente entregado al placer, cogió las manos de la joven y las colocó en sus caderas, ella lo entendió: “Ahora no puedo usar las manos”. Sujetó las caderas del docente y sumergía y volvía a expulsar el miembro de su boca repetidas veces con fiereza aprovechando la lubricación de sus labios. El profesor no pudo aguantar más, cogió las manos de la muchacha y las retiró de su cadera, pasó su brazo izquierdo entre la axila de la muchacha, y sujetándola por el omoplato derecho, comenzó a masturbarse. Arrebatándole el glande de la boca a la joven, ésta respondió abriendo la boca y cerrando los ojos mientras intentaba pegar su nuca a la espalda. No tuvo que esperar mucho para obtener su recompensa, un primer chorro impactó de lleno en su enrojecida lengua, el segundo también, pero ya el tercero cayó cubriendo la nariz, y el cuarto, con menos cantidad, cubrió levemente su mejilla izquierda. La muchacha al recibir toda la miel que podría desear, se dio cuenta de que el olor era algo menos dulce de lo que esperaba, y que en su boca, solo distinguía el sabor de su propia saliva mezclado con algo cremoso. Mantuvo cerrada la boca intentando no tragar nada de lo que tenía dentro y extendió los brazos hacia su amiga Lina, ella corrió a su encuentro.
Clara puso sus labios como si se dispusiese a soplar y Lina lo entendió enseguida: Tenía que recibir parte de lo que tenía su amiga en la boca para disfrutarlo también. “Clara ya se lo había explicado antes”. Sacando la lengua recibió todo cuanto su amiga quiso darle, cerca de la mitad de lo que tenía. 5 segundos después Lina hizo un gesto desagradable mientras tragaba y después abrió la boca mostrando a su profesor que se encontraba limpia tras una gran sonrisa. Clara esperó a que Jorge le dedicase una exclusiva mirada, y cerrando los ojos, tragó lo que tenía en la boca; un leve ruido salió de su garganta confirmando que lo que se encontraba tragando era más espeso que la saliva. Una vez tragado, se arrojó hacia la cama del profesor, no se había dado cuenta, pero Alicia no estaba, se encontraba en la puerta del baño mirando a una distancia segura donde no se apreciase de cerca su gran curiosidad por lo que estaba sucediendo. Clara en la cama de su profesor, se quitó la falda, los pantys, pero se dejó las medias y la camiseta que llevaba puesta, apoyó las rodillas en la cama, y las palmas de las manos algo más adelantadas. Mientras daba la espalda a su profesor, con sus dos dedos, palpó en medio de sus nalgas indicando el lugar que sería el refugio del ya recuperado miembro del docente. Tenía unas nalgas bastante blancas, estaba en un buen peso, pero su piel pálida le daba un aspecto frágil y aterciopelado.
El profesor comprendió que la joven no quería una penetración vaginal por miedo al dolor que podía experimentar con ello, y en su lugar ofrecía otro de los lugares de su cuerpo dedicados al placer del sexo contrario. Él palpó las nalgas de la muchacha y abriéndolas encontró el delicado orificio rosado que ofrecía la joven tan inocentemente. Lo lamió repetidas veces haciéndolo brillar con la luz de la habitación, y suavemente introdujo su dedo meñique; ella cada vez aceleraba más la respiración, y cerraba los ojos recibiendo los primeros dolores del placer. Una vez entrados 4 dedos y un quinto apenas dentro, lubricó todo cuanto pudo con saliva su pene y la entrada de la joven.
Llegó la primera puñalada; ella gritó, gritó ahogadamente y agarró con fuerza las sábanas clavando las uñas en el colchón; hubo una segunda puñalada; con fuerza, pegó su rostro al colchón y lanzó un lamento con los labios cerrados; hubo una tercera, fue un grito más airado, con lo cual el docente, algo preocupado por el dolor que experimentaba la muchacha, descansó y se quedó mirando la nuca sudorosa de la joven. Ésta, empapada en sudor, hizo un gesto a su amiga escondida en el baño, ella se acercó y la sujetó de la mano dándole fuerzas para continuar. Miró a su profesor, e hizo un gesto de afirmación mientras una pequeña lágrima cruzó desde su párpado hasta su boca.
La muchacha, apretando la mano de su amiga para sacar fuerzas y aguantar ese dolor tan atroz, enterrando su rostro en las mantas y sábanas de la cama y sudando grandes cantidades que formaban gotas en su espalda, recibió la primera penetración de la nueva ronda con algo más de tolerancia. El profesor no lo introducía por completo, y lubricaba constantemente, pero pese a ello, no lograba encontrar facilidad en la entrada a la joven. En la novena entrada del miembro, él notó un grito ahogado algo más intenso que el resto, y sacando su miembro observó las pequeñas marcas del rojo dolor que habían aparecido al sacarlo. Decidió parar, era demasiado para aquel cuerpo blanco como la nieve y sus rosadas nalgas. Cuando miró la escena, Alicia acariciaba el pelo y el cuerpo a su amiga y le daba palabras tranquilizadoras, mientras ella se incorporaba y se acariciaba las nalgas doloridas intentando sentarse; al posar sus nalgas sobre el colchón hizo una pequeña mueca de dolor y se levantó para caminar hacia donde estaba su profesor, y lo rodeó con sus brazos en silencio. Jorge al mirar a su espalda vio como Lina tenía su teléfono en la mano y le preguntó:
-¿Quién te ha dado permiso para tocar nada mío?
-Lo siento, como estabas tan ocupado haciendo gritar a mi mejor amiga, creía que no te molestaría. -Respondió a modo de reproche-
Él algo ya con consciencia de lo sucedido, reflexionó un segundo y viendo la cara fatigada de Clara, comprendió lo que había hecho. Ella lo miraba aún sonriendo pero con dificultades para mantenerse de pie, y de hecho lo hacía gracias a que seguía abrazándolo. Él se arrodilló ante ella y le pidió disculpas; a punto de llorar, no entendía cómo había podido entregarse a tal castigo para la hermosa joven sin que sufrieran gran dolor su bondad y principios. Arrepentido por completo por aquel arrebato de lujuria tan cruel para tan bello ángel suplicó mientras pegaba su rostro a las rodillas de la muchacha.
-Perdóname, Lo siento tanto. -Decía humedeciendo las rodillas de la joven con una lágrima-
-Amor… -Respondió Clara-
-Dime, mi vida. -Recordó su apodo preferido-
-Nunca podría llegar a odiarte, mi amor.
Continuará…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!