Lency, prostituta que me desvirgó
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por gordilover.
Yo tenía 19 años. Hacía mi servicio social en una institución pública en el centro de la ciudad. Como a los de servicio social ni les prestan atención, me la pasaba en una computadora con un internet súper lento. Pocas eran las veces que me pedían algún trabajo pero era divertido cuando mi jefa salía y podía espiar a placer su lap. Mi jefa se llama Lidia, y estaba llenita, con un par de tetas grandes y firmes, y era muy atenta conmigo.
Un día ella salió, me dijo que probablemente ya no regresaría a trabajar y se despidió de mi. Entré a su computadora donde había dejado el explorador abierto. Como de costumbre chequé su mail y vi algunas fotos, pero en una ventana había abierta una página de relatos eróticos en donde ella tenía su sesión abierta y la sorpresa que me llevé fue que era escritora de relatos, y acababa de escribir uno donde según, ella hacía de todo conmigo en la oficina.
Lo leí, lo volví a leer y quedé tan cachondo y muy seguro de que pronto podría pasar algo, pero ella ya no iba a regresar y mi calentura estaba a todo lo que daba. Sinceramente a esa edad yo seguía virgen. Nunca sentí mi verga tan parada, era una grata costumbre masturbarme pero sentí la necesidad de ir más allá. Sabía que si al otro día hacía las cosas bien, Lidia y yo podríamos tener algo, pero la calentura era hoy.
Salí de las oficinas. En esa época yo era un total inexperto en el sexo y lo que lo rodeaba, pero estaba convencido de que debería haber putas cerca, o alguna mujer a la que pudiera convencer de tener algo. Caminé demasiado, fueron muchos kilómetros y una hora y media más tarde, regresaba a las oficinas por el otro lado cuando vi que en la otra esquina, la que nunca había pisado, había putitas esperando. Me sentí estúpido pero seguía cachondo y podía pagar.
Llegué y había 5 muchachas paradas, normales, nada del otro mundo. Pero en seguida me llamó la atención una señora gordita, morena y con unas tetas inmensas. Ella se dio cuenta, se acercó y me dijo:
– Hola mi amor, ¿quieres estar conmigo?
No me lo dijo dos veces. Pagué y pasamos a un cuarto muy feo por cierto, pero yo estaba clavado en sus tetas.
– Me llamo Lency mi amor, si quieres puedes tocarme mientras me quito la ropa
Me puse por detrás de ella y como en las películas que había visto, comencé a besarle el cuello.
– ¿Es tu primera vez verdad amor?
– Si Lency
– La mía también bebé
Empecé a tocarle sus maravillosas tetas y me vendió como extra un oral que acepté gustoso pero recibí decepcionado. Se acostó en la cama, se abrió de piernas y la penetré. Yo estaba tan cansado que no podía correrme hasta que ella me ayudó y me masturbó. Fue decepcionante. En mi inocencia, le pedí y aunque su boca apestaba a cigarro, por lo menos un beso en los labios y ella se negó, argumentando que eso no se hacía con los clientes.
Comenzamos a vestirnos y ella me dijo que si le disparaba una cerveza en la cantinita de al lado. Le dije que no y regresé al trabajo prácticamente para checar tarjeta de salida. Tomé mis cosas y me dirigí a buscar transporte pero algo me hizo volver hacia esa esquina nuevamente y ahí seguía Lency
– Ándale amor, cómprame una cerveza
Acepté. Como si la puta fuera milagrosa transformó su cerveza en ocho, yo apenas llevaba una y un agua mineral
– Oye amor, hace rato estabas bien nervioso, ¿de verdad fue tu primera vez?
– Si Lency
– ¿Y qué te pareció?
– La verdad yo andaba súper caliente, pero esperaba más
– Es que así se le debe tratar a los clientes papito
– Pues si tienes razón, es un negocio pero…
No me dejó decir más. Me robó un beso y le correspondí aún más cachondo que nunca. Ella tendría fácil unos 47 años y en lo personal, si las gorditas de por si son excitantes, estar con una madura es lo mejor que puede suceder.
– Vamos al hotel otra vez papito
– No Lency, ya no tengo dinero para eso
– Bueno ven
Nos fuimos a una mesa de un rincón, algo oscura. Me senté y ella en mi pierna, empezó a besarme apasionadamente. Mi primer real beso cachondo de mi vida. Me tomó una mano y la dejó en sus tetas, ella me gemía al oído. Me dijo:
– Ni tomas cerveza ¿verdad amor?
– No pero para acompañarte me tomé una
– Yo puedo hacer que tomes cerveza
– Claro que no
– Te lo voy a mostrar
Acto seguido, juntó sus tetas y derramó algo de cerveza, me dijo al oído:
– Tómame chiquito
Fue cachondísimo. Le chupaba la cerveza de sus tetas y ella se apoderó de mi verga, por encima del pantalón. Me levantaba la cara para besarme y para tomar más cerveza pero después me dejaba seguirle mamando sus pequeños pezones.
Sus labios eran muy carnosos, ya no me importaba el olor a cigarro. Se me acercó y me dijo al oído:
– Me gustas papito, te voy a estrenar de verdad
Se agachó y me abrió las piernas. Se metió toda mi verga a la boca y yo estaba fascinado. Me chupaba hasta los huevos y me vine en su boca.
– Lechita nueva –me dijo con una sonrisa-
Pidió otra cerveza, pedí la cuenta y me despedí de ella. Me dio un beso cachondísimo y me hizo anotar en el celular su número
– Ya no te pares por aquí mi vida, llámame y nos vemos en mi casa
Fue mi primera vez, regresé y decidí llegar a la oficina para lavarme la entrepierna porque me sentía raro. Entré a mi lugar y como no había nadie dejé la puerta abierta. Cuando estaba lavándome entró Lidia
– Hola
Pero esa, es otra historia.
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