Liliana conoce el placer a los 9 años
Sentir como crece en la nenita el deseo, las ganas de tocarme, de que yo la toque, unir su delicado cuerpo al mío…un proceso que vivo por primera vez en mi larga vida….
Hace un poco más de una semana, vi a una vecina llegando a su casa con su hijita, la que venía llorando…la nena entró a la casa y la vecina, volteó, me vio y me llamó agitando su mano derecha. Bajé, me acerqué y ella, muy tensa, me dijo que su hijita estaba muy mal en notas y que, como ya se termina el año escolar, tiene miedo de que repita el 4to. grado de primaria; que ella sabía que yo ayudaba a varias niñas y si sería posible que le dedique un par de horas diarias a Lily, como le dice a Liliana, su hijita (Si supiera lo que hago con las niñas).
Yo estoy un poco tenso porque Mayrita, mi nietita sexual, me ha comentado que las nenas se cuentan las cosas que hacen conmigo y por eso ella ha dejado de venir y les ha dicho que estoy enfermo y que no deben molestarme. A falta de compañía, me he dedicado a coleccionar fotos de nenitas de Internet y a masturbarme viéndolas. El pedido de la vecina me hizo dudar, pero el morbo primó sobre mi seguridad y, con una sonrisa de abuelito dulce, le dije que trataría de ayudarla. Quedamos que iría, desde ese día, de 2:45 a 4:45 de la tarde, porque a esa hora, Lily tenía que ir a entrenar fútbol como integrante del equipo de su colegio.
A la hora exacta, llegué, vestido como siempre, con un polo de algodón y el pantalón de buzo, sin ropa interior. La mamá me abrió, me hizo pasar y la llamó. Lily salió, con uniforme, muy seria, casi asustada y me saludó: – Buenas tardes, señor Ricky. Nunca antes habíamos tenido trato. La pude ver de cuerpo entero, un poquito alta para su edad, 9 años, pechito plano, piernas largas y formaditas, carita no fea, pero tampoco bonita, anteojos, cabello largo, agarrado en una cola. Contesté el saludo y pasamos al comedor. Nos sentamos en una esquina de la mesa, las piernas chocaron y ella retiró un poco las suyas. La mamá se sentó frente a nosotros, lo que hizo que Lily se ponga nerviosa. Miré a la vecina y le hice una señal para que se retire. Lo hizo.
Con el objeto de romper el hielo, le dije que a mí también me gustaba mucho el fútbol y que, de chico había jugado (más falso); le pregunté en qué puesto jugaba y, poco a poco me fue contestando, relajándose y hasta sonrió. Le dije que teníamos casi dos meses para que obtenga las notas más altas de su promoción, que no se preocupe; que eso de señor Ricky me hacía sentir viejo y que me diga Ricky nomás y me trate de tú. Nos pusimos a revisar sus tareas, en determinado momento, las piernas volvieron a chocar, y ella ya no retiró las suyas…obviamente, yo tampoco. A la hora exacta, vino la mamá y dijo que ya debíamos terminar porque Lily se tenía que cambiar para ir a entrenar. La nena se despidió de mí y entró a cambiarse. Le dije a la mamá que estaba seguro que todo se iba a arreglar y que sería mejor que Lily se cambié al llegar del colegio, para no perder tiempo de estudio (y poderla ver con menos ropa); además que le había pedido retirarse porque noté que ponía nerviosa a su hijita y que, mejor, ella no participe de las reuniones; que, en las mañanas, mientras Lily estaba en el colegio, yo le podía informar de los avances. Estuvo de acuerdo y me dijo que iba a aprovechar el tiempo de las clases para dormir. Le dije que era una buena costumbre tomar una siesta después del almuerzo.
Al día siguiente, la puerta de la casa estaba entreabierta, Lily, con su ropa deportiva, una camiseta verde con el escudo de su colegio, un short negro corto y apretado, un par de medias hasta casi la rodilla y zapatillas negras (tenis le dicen en México y otros países), se paró del sillón y se acercó a la puerta, abrió una reja que impide que su mascota, una perrita, salga, me saludó con una sonrisa:- Hola, Ricky. Sonreí, le sobé la cabeza y pasamos al comedor. Le dije que le quedaba muy bien su ropa deportiva (noté dos puntitas en su pecho, el inicio de pezoncitos) y que esperaba ir a verla meter goles. Sonrió y me dijo que eso la pondría muy nerviosa…
Nos sentamos, las piernas se juntaron…en determinado momento, ella me pisó. –Ah, conque con foul es la cosa… yo también la pisé. Se rió, bajó su manito y me golpeó el muslo. Yo bajé la mía y le pellizqué suave el de ella. Hizo como si fuera a llorar, le dije que debíamos trabajar. Tenía que hacer un dibujo, puso una cartulina sobre la mesa y se puso a dibujar; como había estado enrollada, el lado que daba hacia su cuerpo se levantaba. Estiré mi brazo y lo puse sobre ese borde de la cartulina. Ella, para alcanzar al otro borde, se tuvo que poner sobre mi brazo, que quedó exactamente sobre sus tetitas. Al sentir el contacto, ella me miró, con una carita de sorpresa, movió un poquito su pecho sobre mi brazo, me volvió a mirar con sus ojos muy abiertos y, prácticamente se echó sobre mi brazo y, dibujaba, moviendo lentamente su pechito…yo retrocedí un poquito para que mi mano quedara sobre su tetita derecha y, primero con el lado externo de la mano comencé a rozar su pezoncito; ella seguía dibujando y, de rato en rato, me miraba, sonreía y seguía…volteé mi mano y la comencé a apretar suavemente la tetita…se quedó inmóvil y cerró sus ojitos…la carita que puso nunca la había visto en mujer alguna…lo curioso es que, en vez de ponerse dura, mi pinga siguió semi erecta y sentí un profundo amor por la criatura…
El tercer día, al llegar, la mamá y ella salieron sonrientes y me entregaron tres cuadernos con tareas calificadas con A…nunca había obtenido esa calificación. Ya en el lugar de trabajo, dijo que le habían dejado un crucigrama. Para poderlo ver de frente, lo volteé hacia mi lado. Yo estaba sentado casi en el borde de la silla, con las piernas abiertas. Ella se paró a mi costado, yo abrí más las piernas y ella se puso entre ellas…como no me dejaba ver bien, se sentó sobre mi muslo izquierdo, bajó su mano y quedó sobre mi pinga que ahora sí actuó instantáneamente. Ella, al sentirla, me miró, me preguntó: – ¿Te duele? Le dije que no, entonces se acomodó y mi pinga quedó entre sus nalgas…Yo miraba a cada rato hacia adentro, pues pensaba que si su mamá nos veía en esa posición, de seguro daba por terminado mi contrato…Cuando llenamos el crucigrama tuve que pedir prestado el baño porque la leche se me derramaba…
Esa noche, casi no pude dormir…traté de recordar si en mis 64 años (comencé a los 10) de pajero, corneador, marido, adicto a las putas y, en los últimos tiempos, a las nenas, había tenido una experiencia como esta, en la que, cada día, la nena va tomando confianza, va descubriendo el placer, va encontrando formas de decírmelo. Lo de siempre ha sido que, la primera vez que salía con una chica, terminábamos en la cama y, si no había una chica cerca me iba al burdel y si no tenía plata, me tiraba unos pajazos de campeonato, cosa que hago hasta ahora…ahora, si bien esa tarde se me había parado la pinga y había tenido que darle un par de manotazos para vaciarme en el baño de su casa, no siento la necesidad de perforarla, estoy aprendiendo a disfrutar de su avance diario…
Ese cuarto día, me senté, ella entró a sacar sus libros y cuadernos, los puso sobre la mesa. Se me acercó, miró hacia adentro, estiró sus manos, me tomó de la cara y me dijo: – Ricky, te quiero…pegó su cuerpito al mío, cerró sus ojitos y suspiró. Yo la tomé de la cintura, bajé un poco mis manos, a sus nalgas; le besé sus tetitas. Se sentó en su sitio, se sacó los zapatos, puso sus piernas sobre las mías y se puso a hacer las tareas. Bajé mi brazo, le hice cariño en sus piernas y llegué hasta su conchita…me miró, respiró rápido varias veces, me agarró la otra mano, me la besó y metí un dedo en su boquita; lo mordió suavemente y se puso a chuparlo… con los otros dedos le acariciaba su carita. Fue otro momento mágico.
Las buenas notas continúan llegando y los toques en las diferentes partes de nuestros cuerpos se van haciendo más íntimos. Hoy estaba con uniforme, la camisa medio salida de la falda, su carita de cansancio. Al verme, se paró, se acercó a la puerta y me dijo que yo abra, que ella estaba muy cansada…lo hice, entré y ella me tomó de la mano, me llevó al sillón de la sala y se puso un letrerito en la frente que decía: “Quiero un abrazo”. Le pregunté por su mamá y me dijo que estaba durmiendo. Me paré, le saqué los zapatos, la cargué para que se pare en el sillón y la abracé fuerte. Acercó su boquita a mi oído y me dijo: -Me he quedado con uniforme para que me puedas tocar mejor. Te quiero, Ricky y quiero que me toques y me hagas estas cosas ricas siempre… Metí mi mano bajo su falda, mirando hacia el dormitorio de su mamá, le jalé su calzón a un lado y le frote suavemente su vulva y su conchita. Respiró fuerte, me agarró del brazo y lo jaló hacia ella, me agaché, metí mi cabeza bajo la falda y le lamí la conchita. Me jalaba los cabellos y me empujaba la cabeza para que entre más…se movía, gemía…tuvo su primer orgasmo…casi gritó…literalmente se desvaneció sobre mi hombro izquierdo…Pensé en hacer que me mame la pinga, pero como el tiempo pasaba y teníamos que hacer tareas, cogí su mano, la llevé hasta mi pinga al palo y la hice que la agarre, que toque mi glande lleno de pre cum y fuimos al baño de visita, me bajé el pantalón para que vea mi pinga y le hice que me masturbe, guiándola, hasta eyacular…Le prometí que venían nuevas experiencias, cada vez más ricas…ella me escuchaba pero no soltaba mi pinga, la miraba fijamente y la seguía masturbando mientras yo hacía lo mismo con ella…
No sé qué pasará mañana…Siento muchas ganas, pero, a la vez, quisiera mantenerla en ese estado de continuo aprendizaje, hasta llegar, luego de los exámenes finales, obtención de buenas notas y aprobación del grado, a graduarla de mujer…de mi mujer…
Ricky
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