LIZETTE UN VOLCÁN DE 9 AÑITOS – 4 FINAL
…y se inicia una nueva etapa de amor y mucho sexo….
Llegó el lunes, el primer día de clases…y comenzó con una frustración para mí, pues las escolares no fueron con uniforme sino con ropa deportiva: una camiseta ancha, un pantalón también ancho y zapatos deportivos…y yo que había alucinado con la falda cortita de Lizette y hasta me había masturbado con esa imagen…a las 10:00 me paré en la puerta de mi casa para esperarla…ya tenía lista la tableta-para-verga y el vaso con agua; en mi dormitorio había colocado el lubricante de ano en la mesita de noche, tenía muchas ganas, la mente morbosa hervía, la verga estaba inquieta, los huevos llenos de leche…el colegio queda muy cerca, por lo que Lizette, la pequeña gran potona, mi hijita de leche, apareció en la esquina, pocos minutos después, acompañada de Mayra y dos nenas más…se detuvieron a charlar un instante, luego se despidió y caminó hacia su casa…asumí que lo hacía para esperar que las chicas se fueran a sus respectivas casas y la calle estuviera libre…Mayra, al pasar frente a mí, me miró, sonrió, en la puerta de su casa me dio la espalda, se inclinó hacia adelante para resaltar su culito, volteó, sonrió nuevamente y entró. Si bien la verga comenzó a pararse, como cada vez que la veía, sentí que su tiempo había pasado y me recriminé nuevamente por no haberla atendido en su momento. De pronto, pensé qué sucedería si se enterara que era yo el papá de leche de Lizette; cómo parecía que a ella su papá sólo le había despertado el deseo sexual y no la satisfacía totalmente, se me ocurrió que le podía decir a Lizette que invitara a Mayra a conocer a su papá y que la trajera…ufff, dos boquitas, dos conchitas, dos cuerpitos a mi disposición…descarté la idea porque sentí que eso le iba a hacer mucho daño a Lizette y me iba a quedar sin soga y sin cabra…además, a estas alturas del partido, debo agradecer que exista el Sildenafil y que aún aguante uno o dos polvos en un día… Las otras dos nenas siguieron su camino.
Dejé la puerta abierta, subí, tomé la tableta y fui a esperarla en la escalera. Lizette llegó corriendo y entró rápidamente a mi casa…subió, nos saludamos con abrazo, beso y manoseo…me dijo que me había extrañado mucho y que le debía su leche dominical…fuimos directo a mi dormitorio, nos desvestimos y le pedí darnos un baño; me miró, sonrió, me hizo sentar en la cama y me dijo que la espere un ratito…agarró su mochila y entró al baño… regresó con su uniforme: su blusita y su faldita; me dijo que ella sabía que yo esperaba verla así ese día y que no me podía fallar; me impresionó su inteligencia y madurez…la miré, le agradecí, le dije que se volteara para verla por atrás, lo hizo, le pedí que se inclinara un poco, lo hizo…estaba sin calzón y sus grandes glúteos aparecieron hasta desafiantes… no se me ocurrió agarrar la cámara como lo había imaginado, me arrodillé en el suelo, la jalé, le comencé a besar su culito, a tocarle las piernas, a manosear todo su cuerpito…ella me pidió que me pare, me agarró la verga y me dijo que lo primero que tenía que hacer era darle su lechecita de ayer, y me comenzó a mamar la verga, casi con desesperación…me apretaba los huevos, succionaba, lamía…no paró hasta que recibió buenos chorros de mi semen y lo saboreó con gusto…me dijo que ya había cumplido con lo del domingo, pero que la tenía que alimentar muy bien hoy; sólo de verle la carita de satisfacción, se me volvió a parar…nos dimos un duchazo muy caliente, pero yo tenía que aguantar para lo que quería hacer después…
Nos secamos y, desnudos, la cargué y regresamos al dormitorio…la paré en la cama y yo me quedé en el suelo, nos abrazamos y besamos, le chupe los pezoncitos, ella pegó su conchita a mi verga y comenzamos a frotar nuestros cuerpos, primero suavemente y, poco a poco, la presión fue en aumento…le agarré la conchita, ya estaba húmeda, la eché, le abrí las piernas, puse una almohada bajo su cuerpito y comencé a lamerle la vulva, los labios, el clítoris…a meter mi lengua, a moverla, a hacerla gemir, suspirar, moverse, chorrearse…ella me empujaba la cabeza con sus manitas y me apretaba con sus piernitas…yo bajé la lengua a su culito, le abrí las nalgas con ambas manos y le lamí la entrada del camino a su anito, virgen y apretadito…estiré mi mano, tomé el frasco del lubricante, me eché un poco en la mano y comencé a tocarle la zona, le metí un dedo en el culito, ella, por reflejo lo retiró un poquito, me froté el glande y el cuerpo de la verga con el lubricante…ella se movía, me decía: – Papito, te quiero…
Cuando sentí que estaba bien lubricado, coloqué la punta de mi glande en su huequito…ella me miró, hizo una muequita, sonrió y me dijo: – ¿Ya, papito? …estiré mis brazos, la agarré de sus hombritos, jalé todo su cuerpito hacia el filo de la cama, hacia mi… conforme avanzaba, la verga la iba penetrando…ella puso carita de dolor, pero no emitió ninguna queja…me miraba, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojitos y mojar su carita, yo seguía entrando, la verga la sentía muy apretada, hasta me dolía un poco, pero su entrega era tan hermosa, que no podía parar…tomé aire y se la clavé totalmente…vi que su boquita se abría y, antes de que saliera algún sonido, la besé profunda y amorosamente, le acaricié su carita, nos quedamos inmóviles…mi verga latía, sentía que su anito también…el calor era intenso…ella comenzó a mover su cinturita suavemente y yo a sacar y meter, una y otra vez, cada vez más fuerte, más rápido, más arrecho…ella me apretó los brazos con sus deditos, me pellizcó fuerte, subió y bajó dos o tres veces su cintura y, en el instante en que mi leche brotó, caliente y feroz a llenar ese lugar sagrado, ella gritó: – ¡¡¡Siiii, papito, Siiii, eres mi amooorrr!!! Y soltó todo su cuerpito, quedando exhausta y sonriente…lentamente fui sacando la verga, disfrutando cada milímetro de ese nuevo centro de pasión y placer…me eché a su lado, ella se subió sobre mí y nos quedamos mudos, adoloridos, satisfechos, chorreados de semen, sangre, fluidos de su conchita y llenos de amor…
Creo que dormimos un rato, al mirar el reloj, vi que eran 11:45…su mami estaba por llegar a almorzar…la acaricié, me dijo que le había dolido mucho, pero que sabía que lo hacía por amor y por eso no gritó…me impresionó nuevamente con su profundo sentimiento… ¡nueve añitos!… le dije que ya éramos totalmente uno del otro, que organice sus horarios y que, simplemente venga cuando quiera, que yo siempre la voy a estar esperando…que me haga conocer su horario para organizar mi tiempo, que era ella ya lo más importante de mi vida…se le veía feliz, pero adolorida…nos dimos un rápido baño para limpiarle el culito del semen y algo de sangre que le salió y se fue segura de que estaba comenzando una nueva etapa en su corta vida…lo mismo pensé yo, aunque no llegaba a entender totalmente cómo había llegado a convertirme en el papá-lechero-amante de una nena de nueve añitos, teniendo yo 72…
Noooo, final, nooo. ¡Espero la continuación y ahora con las dos amiguitas!
Gracias, Cris, por tu comentario. Lo que pasa es que creo que hemos entrado ya a la vida cotidiana con Lizette; cuando haya algo nuevo, con gusto lo publicaré y, sobre Mayra, no sé, voy a ir, suavemente, tratando el tema con Lizette para ver qué ocurre; mientras tanto, no sé si has leído mis otras historias, tan reales como esta y estoy recordando otras para compartirlas. Un abrazo
Que rico relato como quisiera tener una nena así jejeje
Muy buena serie, pero hay que agregar mas vecinas muy bueno yo no tuve ni aun de chico esas vivencias, así que así al menos me imagino y lo disfruto que siga