Los maduros y sus placeres – III
La experiencia es la madre de la ciencia.
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Relatos cortos nº 3: REBECA – III
Apenas vi asomar las cabezas de Rebeca y su amiga por la verja del jardincito, me levanté de inmediato. No quería entablar ninguna conversación con las niñas en mi jardincito y a la vista y al oído de los vecinos y de las clientas del Super, así que entré a la casa y ellas me siguieron. Me senté en el sofá, Rebeca se sentó a mi lado y me cogió el puro como tantas veces hacía. La amiga se acercó sonriente a nosotros pero muy roja por la vergüenza ¡aunque creo que ninguna de las dos sabía lo que era esa palabra! Las dos niñas se parecían bastante, Sobre 155-160 de altura, delgaditas, y con tetitas ya bien desarrolladas y prominentes. De repente, la mandona de Rebeca le dice:
–Fernando, esta es Yolanda. Anda Yoli, sácale la polla y demuéstrale que sabes hacer buenas mamadas. Y no te olvides que desde ahora, la polla de Fernando es tu dios.
Y Yoli se acercó a mí. Apenas se puso de rodillas entre mis piernas y me sacó la polla abriendo mis pantalones lo que pudo, Rebeca le ordena:
–Así no, imbécil ¿no ves que si le salta le leche puede mancharte el vestido? Como tu madre vea las manchas y vea que son de leche de tío… ¡te mata! Además, ya que te vas a levantar, coge aquella botella de la mesa y me la traes.
Apenas Yoli le trajo la botella de coñac, se la metió en la boca y se tragó una buena cantidad de licor. Luego siguió fumando el puro y como era su costumbre, se tragaba el humo ¡joder con los vicios de esta putita de 12 años! Y como Yolanda no se movía, le volvió a ordenar que se desnudara y me la mamara de una puta vez.
No solo se desnudó Yoli, sino también Rebeca. Ninguna de las dos llevaba nada debajo. Rebeca lo tenía prohibido por mí, pero Yoli era nueva…
–Yoli, ponte en el sofá a cuatro patas y le enseñas el culo y el coño a tu dios. Que sepa este camionero lo puta que eres y lo bien que lo vas a tratar –le ordenó Rebeca-
Yolanda nos sonrió a Rebeca y a mí, y mientras se subía al sofá, se ponía de a cuatro, me pegaba todo su culo a mi cara para que viese bien su sexo y su ano. Aunque yo miraba a Rebeca y pensaba en Rebeca.
No sé qué Dios del Olympo me la envió, pero nunca he sido tan feliz con una mujer, como con esa niña. Delgadita, un poco más alta de lo normal, con unas preciosas mandarinas bajo cada pezón, y aunque todavía tenía 12 años, era la mujer más puta que jamás había conocido. No tenía reparos en hacerlo todo, incluso lluvia dorada. Es más, te exigía que la trataras fuerte, y solo hacía tres semanas que yo mismo había destrozado su virginidad. Y aun así, se entregaba con una pasión enorme. El sexo la volvía loca.
Bebía licores fuertes hasta cansarse, pero nunca la vi muy borracha. Nunca la vi fumando cigarrillos, pero mi puro no lo dejaba cuando estaba conmigo y se tragaba el humo. Me juró que me traería amigas para hacer yo un puticlub de niñas, del que yo sería el semental y el chulo de las mismas… y ya me traía una nueva ninfa para desvirgar. Y se comportaba como si formase parte de mi vida.
Y como ya me daba igual ir a la cárcel por follarme a una niña o a cien, me preparé para hacernos todos un favor. Pero apenas empecé a hurgar en su sonrosada e infantil vulva, me dice Rebeca:
–Es virgen Fernando, por los dos agujeros. Pero te aseguro que es muy buena mamona, las pollas de los compas de bachiller se las traga hasta el fondo y ya quería follar con ellos, quiere ser una puta de verdad, pero quiero que seas tu el primero ¡eres mi amigo! No tiene miedo a quedarse preñada y sabe que le va a doler, pero no se quejará ¡ya lo verás! Sabe que has sido camionero y muy bruto, pero así aprenderá mejor a follar con todos. Yo haré que se acostumbre a fumar tus puros y a beber de este coñac barato que tienes. Ya verás como siempre será tuya y te hará todo lo que le pidas ¡pero no será nunca tan tuya como lo soy yo!
Yo estaba alucinado ¿qué cojones iba a fumar y beber yo con mi paga de pensionista? Pero no sabía si estaba más alucinado por lo que decía mi niña, o por lo cerrados que veía el coño y el culo de Yoli. Por supuesto le iba a doler en los dos sitios. Pero hoy le abriría solo el coñito. Esa pequeña vulva sonrosada y agresiva, merecía una atención especial urgente ¡se veía tan estrecha su entrada!
Agarré con mis manos ese divino culito y mi boca se pegó inmediatamente entre los glúteos. Mi lengua buscó sobre su vulva ¡totalmente rasurada!, la grieta que me introdujese al interior de la sacrosanta cueva. Su agujero era tan estrecho que yo mismo pensé que sería imposible meter mi polla, nada pequeña. Mi lengua sí empezó a penetrar y ese virginal culo empezó a moverse. Con mi rostro pegado entre sus glúteos, y mi lengua penetrando dentro de mi adorada niña, me sentí extraordinariamente feliz.
¡Cuántos hombres darían parte de su vida por hacer lo que yo estaba empezando a hacer! La niña empezó a gemir y a moverse. El olor que salía de esas partes sexuales me volvían loco ¡Qué carne más prieta… más suave… qué grieta tan estrecha! ¿No sería acaso un crimen romper esa virginidad y hacerla mujer para que tantos otros se vaciasen dentro de ella?
–Toma, bebe –le dijo Rebeca a Yoli- Bébete lo que quieras y te iré dando el puro para que fumes. Cuanto más borracha estés, menos dolor notarás ¿Tú ves Fernando? Tus putas nos vamos a hacer camioneras, coñac barato y puros de mierda. El único que ganas eres tú. Te follas a unas niñas vírgenes, las haces tus amantes, y encima ganas dinero con sus coños.
–Y con sus culos. Y con vuestras bocas. Sí mi amada Rebeca, seré vuestro semental. Os follaré casi cada día. Disfrutaré con vuestros pequeños cuerpos y vuestros estrechos agujeros. Es posible incluso que sea yo quién os preñe primero, pero el tiempo que esté con vosotras voy a ser muy feliz y os haré muy putas. Y tú me gustas mucho Rebeca, tú serás algo muy especial. Una puta sin complejos y con hambre de ser follada.
–¿Quieres que sea tu novia? No me importa tu edad. Mi madre se emborracha casi todas las noches. Puedo emborracharla del todo todas las noches y me vengo a follar y dormir contigo. Y si me traes ya clientes, con ellos también follaré y ganaremos dinero. Podrías romper esa ventana que hay en el pasillo junto al baño y hacer una puerta que dé a la calle de atrás. Nosotras podemos entrar por allí y los clientes también.
–En mi casa, mi padre hace tiempo que se fue con otra chica, y mi madre se toma pastillas para dormir. Me puedo escapar y venir también ¡Y dos putas ganan más dinero que una! –añadió Yolanda-
Joder con las niñas. En este barrio casi no había una familia normal. Y posiblemente el más anormal de todos era yo. Pero vi que Yoli se bebió una muy generosa ración de ese coñac barato ¿cómo son capaces estas niñas de trasegar tanto alcohol y drogas a su edad? Rebeca le acercó el puro y la niña aspiró profundamente y tosió:
–¿Tú ves como este humo es más fuerte que el de los cigarrillos y los porros? Le dijo Rebeca. Tú fuma poco a poco hasta que te acostumbres. Y te digan lo que te digan de los puros ¡tú te tragas el humo! ¡Hemos de ser las mejores putas del polígono!
Me olvidé un poco de estos comentarios ¡y menudos comentarios! Hasta había previsto Rebeca, que la ventana del pasillo la echase a tierra e hiciese una puerta muy discreta ¡pues la haría! Y eso de pasar las noches con las dos… ¡gracias Baco!
Cambié mi lengua de agujero y penetré su culo con ella ¡necesitaba saborearlo! Los olores anteriores me decían que hacía poco que había defecado y aunque bien limpio por fuera, al penetrar mi lengua noté el maravilloso y agrio sabor de sus excrementos infantiles. Y lamiendo ese sabroso agujero tan estrecho como el anterior, mi lengua, mi mente, y mi polla, desearon a la vez ser el dueño de ese cuerpo ¡de esos cuerpos tan menudos y frágiles!
Me levanté casi de golpe. Cogí los glúteos de Yolanda con mis dos manos. Mis dos pulgares separaron dichos glúteos, apoyé mi pollón sobre los pequeños y frágiles labios vaginales y empecé a apretar, pidiendo a los dioses ayuda para poder penetrar ese agujerito hasta el fondo.
–No tengas miedo Fernando. A mi me hiciste mucho daño pero ahora ya ves que me la metes bastante bien y me duele solo un poco. Ella quiere ser puta, como yo, así que trátala como puta, no como niña y fóllala a tope ¡necesitamos dilatarnos!
–Yolanda ¿de veras quieres que te la meta? Te va a doler.
–Ya me lo han dicho Rebeca, Marga y otras amigas, pero si quiero ser puta tengo que tener los agujeros grandes, así que fóllame duro ¡como a Rebeca!
Mientras hablábamos, más que nada para distraer a Yoli y que se relajase, mi cuerpo no dejaba de hacer fuerza para meter mi polla en tan estrecho agujero. Algo parecido a eso de meter un camello por el ojo de una aguja. Pero por fin metí de un golpe seco mi glande, y la chiquilla no gritó, pero lloró bastante fuerte. Yo la acariciaba, la besaba dulcemente… Y Rebeca le daba coñac, el puro que ya se terminaba ¡y también le daba besitos en las mejillas y en los labios ¡12 años, putas, y bisexuales…! Seguí metiendo la polla y vino un milagro en nuestras ayuda. ¡Yoli se corrió!
La dejé descansar un poco. Lo que aproveché para hurgar algo dentro de ella y así mojar un poco mi polla. Instantes después la volví a introducir y noté, a pesar de su estrechez, que iba entrando mejor. La sacaba un poco, la volvía a meter. La volvía a sacar y meter… y cada vez más rápido, con más fuerza. Y la niña se tragaba el coñac y los mocos. Y de repente llegué al fondo de su matriz y no solo lo noté yo.
–¡Rebeca, Rebeca –gritaba la niña- Ya ha llegado al fondo. Me la ha metido toda!
¡Qué más quisiera yo que meterla toda! Algo más de la mitad estaba dentro de ella ¡eso seguro! Y otra vez la mandona voz de Rebeca:
–Ahora reviéntala Fernando. Ya la tienes dentro. Eres su semental, demuéstrale quien manda y para qué sirve un coño.
La leche ¿para qué sirve un coño? Para volver loco de placer a cualquier hombre que aprecie un coñito tan estrecho. Su vagina, sus músculos vaginales aprietan la polla como el mejor guante carísimo hecho a medida del placer. Envuelven la polla. La llenan de calor, de humedad. Está la polla tan apretada que parece que ha crecido de tamaño. Es como si en lugar de una polla grande, le hubieses metido un bate de beisbol de tan ajustada, y notas el placer de esa ninfa al ser tan brutalmente dilatada ¿Cómo no van a pagar los hombres lo que sea, por follarse a unas niñas como estas? Estarían locos rechazándolas.
Pero ahora esas niñas eran mías. Esos coños eran míos. Y el coñito de Yoli era posiblemente más estrecho que el de Rebeca. Aún tardarían muchos meses las dos en estar dilatadas para ser folladas a su gusto… por lo que hasta entonces SOLO mi polla entraría en esos agujeros y me vaciaría en ellos ¡a mi gusto! ¡Qué par de putas tan maravillosas iba a crear! ¡¡¡ Y sus madres durmiendo mientras las follo !!!
La respiración de Yolanda se iba relajando. Los brazos de la niña descansaban sobre el apoyabrazos del sofá. Rebeca la besaba, la acariciaba. Y fui notando como todo su cuerpo, a pesar de que mi follada no era nada suave, se me entregaba. Y quise disfrutar de ese cuerpo y empezar a enseñarle el poder de las caricias, como parte importante del placer y de la entrega total.
Su cuerpo estaba sudado, pero no me importó. Hice un ligero hueco en mis manos para poder acariciarla sin que la palma de mi mano se pegase a su piel sudada. Mis manos empezaron a recorrer su cuerpo mientras mi polla seguía jugando y dilatando su coñito. Cuando mis manos llegaron a la parte alta de su espalda y mis dedos acariciaron su nuca ¡un nuevo estremecimiento la sacudió! Otro orgasmo el primer día de su follada. Y mi polla empezó a moverse mejor. Muy apretada, pero con mejor deslizamiento. Sujeté su cuerpo bajo sus sobacos, y las yemas de mis dedos empezaron a acariciar sus tetitas ¡qué duras y prietas eran!
Estaba yo muy excitado, pero más me excité cuando vi como las dos niñas se besaban en la boca y poco después, sus dos lenguas como serpientes locas, se enroscaban y jugaban mientas las dos se acariciaban. Comprendí que mi polla y mis huevos ya no podrían aguantar tanta dicha y placer, y desde atrás la agarré de sus tetitas. Las apreté, las agarré con fuerza, arqueé su cuerpo hacia atrás mientras se la seguía clavando, y esta vez me aseguré de hacerlo con fuerza para demostrarle quien mandaba de los tres.
–¡Me duele! –le oí decir a la niña-
–¡Rómpela Fernando! ¡Métesela en la barriga si hace falta… pero fóllala con fuerza! –me gritaba Rebeca-
Y la follé con fuerza. Sin pensar en sus 12 años. Como si fuese una puta más de las muchas que conocí en mi vida de camionero. Fuertemente agarrada por mis brazos y penetrándola una y otra vez hasta el fondo de su estrechísimo coñito..
Y los huevos se cansaron de mantener mi leche en sus depósitos y la sacaron a presión. Varias descargas de leche llenaron su vaginita ¡debería ser tan pequeña! Mi polla estaba pegada tanto a sus paredes, que el semen salía lentamente entre mi polla y sus músculos. Su cuerpo, estrechamente unido a mí, me transmitía todas sus emociones. Oía el aire de sus pulmones. Los rugidos que querían salir de su garganta… pero nos había jurado no gritar y los contuvo. El estremecimiento de un último orgasmo. Su cuerpo empezó a pesarme ¡mi princesa se había mareado y se abandonaba en mis brazos! Pero la misión estaba ya cumplida ¡Yolanda ya no era virgen!
Dejé el cuerpo de Yoli sobre el plástico del sofá, boca arriba y apenas lo hice, me dice Rebeca:
–¡Qué cabrón eres Fernando… menuda follada! Mira como está de agotada, sacando leche, sangre, sus propias corridas ¿Vas también a romperle el culo hoy? Y como has visto, no ha gritado. Cada amiga mía que te traiga para follar, ya verás como te las traigo enseñadas. Podrás hacer con ellas todo lo que quieras… ¡y nunca te denunciaran!
Y la muy puta me sonríe, me acaricia el brazo, y me dice:
–Hoy no me has follado. Pero esta noche dejaré que mi madre se emborrache del todo y vendré a pasar la noche contigo. Podremos estar toda la noche follando. Déjame la ventana del pasillo abierta y entraré por allí.
Me la quedé mirando y vi tanta ironía en su sonrisa y tanto vicio en sus ojos, que la polla se me puso más dura que el titanio. Y no me pude aguantar. La tiré contra el respaldo del sofá, le levanté la falda y no llevaba bragas. Le abrí los glúteos y en muy poco tiempo la penetré vaginalmente. Seguía siendo estrecha, muy estrecha, pero la muy cabrona le dice a su amiga que estaba bajo ella:
–Ves Yoli. Solo hace tres semanas que me está follando y ya me la mete de cine. Tienes que tener paciencia y ya verás como pronto te la podrá meter entera.
Pero al follarme a Rebeca, vi el cuerpo de Yolanda que la pobre estaba destrozada y sin arreglar. Me follé muy rápido a Rebeca aunque ella me pedía tranquilidad, y una vez me corrí dentro de ella, fui al baño y traje cosas para limpiar y rebajar la inflamación de Yoli. Ya me estaba haciendo un botiquín bastante extenso, y tendría que ampliarlo con esas putitas para poder arreglarlas después de cada follada.
Una vez limpia y arreglada, compartimos coñac y puro los tres, y un rato después de ir al baño. Yoli estaba ya “casi” segura de poder ir bien a su casa a pesar del dolor de su entrepierna. Pero andaba como un pato, con las piernas abiertas y la mano derecha como agarrotada. Según me dijo días más tarde, tenía unas ganas enormes de rascarse en el coñito, pero claro, no podía hacerlo. Estaba muy inflamado y dolorido.
Pero Rebeca ¡siempre Rebeca! Aún no había terminado con las sorpresas, y me pregunta:
–Fernando ¿has follado alguna vez con niñas que sus padres son de África pero no son negras? Porque tengo dos hermanas de 11 y 14 años, Janna y Amira, muy guapas, muy mamonas, y que quieren pollas de verdad. Pollas a cambio de dinero. Y no te olvides que esta noche la pasaremos tú y yo follando. No cierres la ventana.
Y cerrando ella la puerta, desaparecieron las dos niñas.
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Libre95*** [email protected]
Excelente cuento, que excitante, me gustan los cuentos con niñas putonas, me calientan y me erectan la verga. Muy bueno.
Rico lo disfrute y masturbándome tuve los mismos orgasmo qué la niña recién desvirgada