LOS VIAJES DE ALEIDITA SOLITA. 1ª. PARTE.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sexigaleno.
2º.
Relato.
“Primer Viaje Solita”
Con un saludo afectuoso a mi bella comunidad, amigos de la página y lectores que me hacen el honor de leer los relatos que escribo y que son, dentro de lo que se articula reales sin rayar en la fantasía de plasmar, en este capítulo que comienza de esta saga, haré y confeccionaré, por primera vez actos que le sucedieron a la actora y dueña de este relato, en su corta vida de 12 años a la fecha, en los que se irán disfrutando estos eventos muy eróticos, morbosos y llenos de calentura a las mentes de quienes tengan el gusto de leer, de la manera siguiente:
Primer viaje solita.
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Corría el año de 2014 por los meses de octubre o noviembre de ese año, cuando por primera vez y por encargo de su madre, le indicó a Aleidita hacer un viaje a la capital solita, a traer unas telas que le habían obsequiado a esa señora, una ex vecina del pueblo donde vivían, ya pasadas las 6 de la tarde, Aleidita abordó el clásico camión de pasaje que la trasladaría a cumplir el encargo, luego de subir al mencionado camión fue a tomar el único asiento disponible que había y fue al final que encontró lugar, pidió permiso al que iba ser su acompañante de viaje, un señor de edad avanzada, mismo que en un inicio le hizo platica a Aleidita ya que era su compañerita de viaje, ya la tarde comenzaba a ser cubierta por la noche, las luces interiores del camión de pasaje, el conductor las había apagado con el fin de tener mejor visibilidad nocturna, con las luces delanteras de la unidad y la noche caía, quedando oscuro el interior completamente, la mayoría de pasajeros, su destino era la capital, así que el viaje no duró más de una hora, el ruido ensordecedor del motor de esos camiones viejos arrullaba a algunos y a otros los hacia ir bien despiertos, en el caso del vecino de viaje de Aleidita, quien entre platicas le preguntaba qué, ¿dónde iba solita allá en la capital?, que ¿qué iba a hacer? Y muchas preguntas a una niña, pero poco a poco la mano izquierda de ese señor iba tocando con el dorso de la misma, la pierna derecha carnudita y maciza de Aleidita, quien no percibía ese toqueteo cómo algo insano a su edad, volteada hacía la ventanilla observaba la inmensa oscuridad de los montes por donde transitaba el vehículo de transporte público, pero la mano iba ganando terreno, ya no era el dorso de la misma, ya era la mano sobre el muslo cubierto por la faldita escolar que portaba ella en ese viaje.
A medida que avanzaba la unidad la mano traviesa de ese anciano ya había ganado más terreno y estaba situada en el vértice que hacen los muslos de Aleidita, ella por un momento bajó su vista para ver qué pasaba con esa mano vieja y arrugada que casi tocaba su partecita prohibida, en un descuido propio de su edad, separó un poco sus piernas, ya que el camión cayó a un bache y por el brinco que dio, Aleidita salto dentro de su mismo lugar, pero al ubicarse de nuevo en su asiento la mano tocadora fue a incrustarse en el monte de venus de ella, quien bajó su mirada y en la penumbra de la oscuridad observó que un leve masaje era aplicado por el octagenario ese, en su tierna intimidad, la cual era manoseada sin su consentimiento, sus manitas juntas fueron a deslizar la mano abusadora alejándola de su abultadita conchita.
Pasados unos minutos la mano nuevamente hizo su aparición en su rodilla izquierda y lentamente iba subiendo, pero esta vez debajo de la falda suavemente, hasta llegar a su conejito cubierto por su calzoncito, las manos de ella volvían a retirar esa mano invasora, pero sus fuerzas no eran suficientes, para detener ese manoseo que separaba únicamente la prendita intima de Aleidita y la mano del anciano, por lo que optó por dejarse hacer esas caricias no consentidas, pero que le daban ciertas cosquillitas de placer, ya que a esa edad ella ya había experimentado de su actual protector múltiples toqueteos y algunos avances sexuales que ya le habían despertado el morbo y casi robada su breve inocencia, y era obvio esas caricias en la oscuridad, solita y viajando fueron placenteras por lo que apartó sus piernas, para dejar la invasora mano adentrarse a esa rajita imberbe a la cual le eran proporcionadas unas buenas pasadas en su rajita infantil, misma que a esas alturas ya estaba húmeda ya que su calzoncito lo delataba y el dedeo continuaba lentamente, hasta que de su boquita lanzo un gemidito que sólo escuchó el anciano, y un pequeño orgasmito se hizo presente en el dedo invasivo, mismo dedo hizo a un ladito la prenda mojadita y fue a dar entre los labios carnosos de Aleidita y por instinto y calentura ella alzaba su cadera muy delicadamente a modo que el dedo avanzara y masajeara su botoncito de placer que estaba en ese instante resbaloso y caliente, el vejete saco su mano y se llevó esos dedos a su boca, chupó el néctar de Aleidita golosamente, para volver a posarlos donde los había retirado y seguir ese manoseo caliente por el tiempo que restaba de viaje.
Aleidita acabó en tres tiernos orgasmitos en ese viaje de placer que no buscó, ¡se lo dieron sin su consentimiento!, el anciano en su excitación se colocó una chamarra encima de sus piernas y se dio a masturbarse lentamente, pero no podía acabar por más intentos que hacía y tomó la mano derecha de Aleidita colocándosela sobre su pene, para que, al sentir la manita suave y cálida en su arrugado, flaco y débil aparato sexual, le hiciera acabar unas cuantas gotas de semen, que lo hicieron ponerse al borde de un infarto, por el manipuleo que le proporcionó Aleidita, quien al instante, su mano la retiró y la secó de esas gotas con la chamarra del hombre que le había dado placer minutos antes.
Ya una vez llegado a la terminal Aleidita se bajó y lo primero que hizo fue meterse al baño de mujeres de la terminal, a limpiarse y tratar de secar el puente de su calzoncito que estaba mojado de orines y juguitos vaginales de su edad, para salir e ir inmediatamente a la casa cercana a esa terminal de autobuses, por el encargo anteriormente descrito, ya una vez con una lona de harina llena de telas se dio de vuelta a la terminal a esperar la unidad que la llevaría de regreso a su pueblo, el cual estaba por salir de vuelta a su lugar de origen, mismo que abordó con su lona y se fue a sentar a un lado de un joven hombre vecino cercano de su casa, al que conocía y se fueron platicando, pero cómo su faldita era cortita al sentarse se le subía a medio muslo, obvio a su vecino se le iban los ojos de ver a Aleidita, no es por decir, pero Aleidita tiene unas piernas muy gruesas y a la vista muy atractivas y esa edad ya estaban en franco desarrollo, por lo que a algunos vecinos, maestros y alumnos no paraban de piropearla, haciendo alusión a esas piernotas y ese culito respingón, que se paraba excitante a las miradas, pero ella ni caso les hacía a esa edad; bien regresando de vuelta a casa.
A medida que el autobús avanzaba ya adentrándose a la oscuridad del camino de retorno, y dejar las luces de la ciudad, comenzaba a hacer frío ya que eran las noches de finales del otoño, y ya casi estaba en puerta el inicio del invierno, al autobús ese, le faltaban unos vidrios en algunas ventanillas y el aire helado se colaba y llegaba a pegar en la cara y brazos de Aleidita, quien iba del lado de la ventanilla, por lo que se dio a pedirle a su conocido le pasara una de las telas que iban en la lona, para cubrirse sus brazos, mismo que buscó en la oscuridad una de ellas, la cual resulto ser una cobija delgada nueva, misma que le pasó y entre los dos la desdoblaron a fin de que ella se cubriera bien sus bracitos y sus piernitas, pero sobraba tela, y jugando le dice su vecino ¿me das un pedacito para taparme?, y ella accedió por la confianza que existía entre ambos, el hombre se tapó los brazos también cayendo el resto de la tela en sus piernas, por lo que ambos iban completamente tapados de las piernas hacía arriba, el autobús hacía paradas continuas ya que había gente que se bajaba en el camino y la llegada tardaría más de lo que normalmente se hace un autobús en servicio directo y sin escalas.
El calor que le proporcionaba a Aleidita esa manta, hizo que se durmiera por momentos, ya que despertaba para ver donde iban y así otra vez caía en sueños cortos, el autobús ya se había casi vaciado de pasaje, sólo quedaban algunos pasajeros hasta la parte delantera y ellos iban casi hasta la parte de atrás, el vecino puso su mano en la pierna de Aleidita, que dormida no sentía nada, y la fue subiendo muy despacio, hasta encontrar el dobladillo de la faldita escolar de Aleida, hizo un tiempo breve y nuevamente comenzaba a subir la mano hasta encontrar la separación de las piernitas gruesas y duras, pero seguía avanzando hasta llegar al borde del calzoncito de Aleidita que permanecía en sueños, siguió un dedo el camino que llevaba el borde de la prenda hasta encontrar la suave y gordita panochita infantil a la que le propinaba masajes muy tenues por encima de la prenda íntima, hasta que el manoseo que era objeto la despertó completamente, bajó su manita que estaba entrecruzada con la otra en su pecho y sintió la mano de su vecino que ya escudriñaba entre la telita y su piel suave, puso su mano encima de la de él, tratando de alejarla, pero a la vez ella misma la atraía hacía su conejito, la retiraba y la posaba nuevamente, hasta que las palabras se hicieron presentes entre los dos paisanos, vecinos y compañeros de viaje.
Aleidita.
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¿Qué me haces J…?
Vecino.
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Ah, ¡pues te estoy dando un masajito en tu cosita!, ya que te quedaste dormida y me jalaste la mano y tú misma te la pusiste entre las piernitas.
Aleidita.
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¿A poco?, pues no me acuerdo habértela jalado, ¡pero ya no me toques lo sagrado J…!
Vecino.
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Bueno te reto, si ya no quieres, ¡tú misma retírame la mano de tu sabrosa y jugosa gordita!
Aleidita.
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Ay J…, es que me dan cosquillitas en ese lugarcito, ¡quítala tú mejor!
Vecino.
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¿Sabes?, sería un pecado quitar mi mano de ahí, es más siente cómo estás de mojadita, ¡te gusta!, hasta te orinas a gotitas, ¡tócate!
Aleidita.
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Sí ya sentí que se me sale a gotitas mi pipí, ¡bueno no la quites!, sígueme haciendo cosquillitas, ¡pero no le cuentes a nadie de esto eh!
Vecino.
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Cómo crees que ande contando esto, ¡tú debes de ser muy reservada!, ya que me meterías en problemas con mi mujer o con la gente que nos conoce del pueblo.
Aleidita.
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Ya, ni digas, ¡yo cierro el pico!, ahh, que bonito me tocas J… ¡vas a hacer que me orine!, espera mejor me quito el calzón por si acaso me hago mucho pipí.
Vecino.
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Orale pues, ¡dámelo para guardarlo!, no se vaya a caer al piso y te vaya a hacer daño el polvo, cuando te lo vuelvas a poner.
Aleidita.
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Sí, ten, ayy que rico dedito me das en mi cosita, ahhh, ahhhhh, si tenías razón estoy muy mojadita, ahhhh, ahhhhhhhh, ¡no me metas el dedo!, sólo por encimita, soy virgen, ahhhh
Vecino.
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No cómo crees, que te meta el dedo, noo, sólo en la entradita y masajitos en tu crestita, oye, ¿me puedes tocar tú, mi pitito?, ahhh, ahhh, ¡qué rico te mojas Aleidita!, mojas mucho.
Aleidita.
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Aja, si, ¡mojo mucho!, haber deja agarrarte el pitito, ahhh, pero no dejes de dedearme, ahhhh, que siento cosquillitas en mi cosita y pancita, ahhh, ahhhhhh, ahhhhhhhhhhhh
Vecino.
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A ver ya me desabroche la bragueta mete la mano y búscalo con tu manita, ahhh, ahhhhh, no la quites, sóbamelo, sácamelo y menéalo con tus deditos calientitos, ahhh, ahhhh, ahhhhh
Aleidita.
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Ahh, sigue, no dejes de darme cosquillitas, ahhh, ahhhh, ¿Qué es esto?, uff, ¡lo tienes bien grandote!, y ancho, ¿qué quieres que le haga?, ¡enséñame!, ahhh, ahhhhhhh,
Vecino.
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Pues muévelo así, ¡bájale el cuerito!, y lo meneas haciéndolo de arriba para abajo, muchas veces, para que me saques la lechita, ahhh, ahhhhh, eso así, sigue, sigueee, ahhhh, ahhh
Aleidita.
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Oye, ¡me estoy orinado a chorritos!, ¿sientes?, ya te moje tus dedos y la mano completa, ahh, ahhhh, no puedo detenerlooooooooooooooos, ahhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh
Vecino.
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A ver Aleidita alza las piernitas y las recargas en el asiento, que te voy a dar lengüita en esa cosita pelona, ahhh, ¡levántalas en el asiento!, eso así, ya voy a besártela, ahhh, mmmmm, que rico huele tu conchita, ahhh, ¡qué aroma tan tierno a puro pipí y berrinchito!, mmmm
Aleidita.
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Ahhhh, ahhhhh, ¿qué me haces?, ahhh, ahhhhh, que rico me lengüeteas mi cosita ahhh, uyyy, me metes la lengüita, en el hoyito ahhh, ahhhh, dame más, masss, massss, ahhhhhh,
Ese asiento desvencijado fue testigo de la calentura de Aleidita, ya qué cómo ojo mudo e inerte, quedaba impregnado de la lluvia dorada que vertía en espasmos la chiquilla por la manipulación que era objeto, y de los toqueteos, manoseos, así como sexo oral que le propinaba su vecino, más de diez minutos de lengua en su pequeña vaginita fue objeto y con la anuencia de ella, su vecino se ubicó entre sus piernas alzándoselas a sus hombros masculinos, para pasarle el glande en esa estrecha hendidura que resbalosa aceptaba las pasadas y acometidas de ese glande, de arriba hacia abajo y viceversa, hasta que sus labios mayores e hinchados como los tiene hasta hoy, se aperturaron brevemente para dar paso a alojar el glande objeto de su excitación, al cual, él le daba movimientos rítmicos coitales, sin ingresar en el pequeño orificio virginal, hasta que de tanto friccionar entre esos gordezuelos labiecitos externos y sin retirarse, acabó vaciando el contenido espermático entre la cálida vaginita infantil de Aleidita, quien mordiéndose los labios aceptó la descarga de su vecino sin refutarle nada, pasados esos momentos morbosos y eróticos se dieron a limpiar sus respectivos órganos sexuales ya acomodados debidamente en sus respectivos asientos cada uno, el vecino le estiro un rollito de papel sanitario que traía en su bolsa del pantalón y él se limpió con su pañuelo sudoroso que llevaba consigo, se acomodaron correctamente, pidiendo ella su calzoncito, para ponérselo, pero no le fue devuelto por su vecino, quien se lo llevó como un recuerdo de esa hermosa nalgoncita, y así llegar a la terminal y bajarse ambos, él ayudándole con esa lona de telas y ella, aún con el frío de la noche, se notaba sudorosa y sus mejillas rojas como manzana, la acompañó a su casa cargándole su pesada lona, y fueron recibidos por su madre quien le agradeció el apoyo de ayudar a su pequeña hija.
? Próximamente: una excursión excitante días antes de terminar su primario, no se la pierdan, estará morbosa y excitante, hasta pronto.
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