LOS VIAJES DE ALEIDITA SOLITA. 2ª. PARTE.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sexigaleno.
2º.
Relato.
“Mi Primera Excursión Solita”
En esta parte de este capítulo y de este segundo relato, narraré otra vivencia más de Aleidita, que espero lo disfruten mucho, como yo al escucharlo de la viva voz de la dueña de este, e irlo plasmando para esta saga, que se pone muy morbosa, por lo que a su corta edad le ha sucedido, y por ser en ese tiempo una niña de doce añitos, muy desarrollada de su cuerpo, misma que llamaba mucho la atención alrededor de quienes tuvieron el placer de conocerla y admirarla, según me platica, que más de tres profesores de distintos salones, tenían que ver con ella, en el aspecto de saludarla e invitarle alguna golosina, chatarra o un refresco y además, siempre piropearla decentemente, pero se enteró por boca de unas amiguitas compañeritas de ella y de su propio salón de clases, que habían escuchado una plática, respecto a que un profesor de esos tres, ¡¡¡se masturbaba pensando en ese cuerpito lleno de curvitas infantiles y de colita respingona!!!
Pues se llegaba el tiempo de la conclusión de ese ciclo escolar y la maestra del salón dónde Aleidita le impartían la enseñanza primaria al igual que a sus compañeritos, les propuso una excursión a un lugar de unas cascadas en otro lugar alejado de su pueblo, y la mayoría acepto ese viaje incluyéndose Aleidita, quien por ser la más aplicada del salón y en sus calificaciones, la maestra le asignó la tarea de hacer una lista de los que irían a ese lugar y los costos que implicaría para ir allá, por lo que se llegó el momento de la salida y otros grupos también irían a ese lugar, se habían alquilado unos camiones, para la transportación especial de todos los que estaban en lista de partida, tres autobuses llenos de niños, maestros y algunos padres que apoyarían en el cuidado de los menores.
Ya una vez llegado a ese mencionado lugar, en orden los alumnos y vigilados por los maestros, se dieron a recorrer los paisajes que la madre naturaleza obsequiaba a la mirada de esos pequeños visitantes, caminos desconocidos para todos, que tenían que cruzar, hasta llegar a un claro de la vegetación parecida a una selva y descubrir la cascada de aguas cristalinas que caía de lo alto de una rocas, en ese lugar todos sacaron sus lonches de tortas, sándwich, tacos, chatarras y refrescos, para desayunar todos incluyendo a sus cuidadores, quienes posterior a ese opíparo desayuno, se dieron a la tarea de improvisar unas cabañas mal hechas, pero que servirían para acampar esa noche, cómo es obvio los niños en una galera, las niñas en otra similar y los maestros y padres acompañantes en otra, los cuales se rotarían por horas, para vigilar cualquier eventualidad que surgiera con los educandos, que al caer la noche, se fueron despidiendo, para ir a dormir dentro de esas covachas improvisadas y en las colchonetas que llevaban.
Sería pasada la medianoche, que le correspondió vigilar por una hora y media a ese maestro, que en sus fantasías se masturbaba en honor de Aleidita, entró a la galera de los varones con una lámpara de petróleo y vio que todos los chicos dormían profundamente, salió de ese lugar y rondó los alrededores de esas galeritas, con el fin de cerciorarse si no había alguna culebra o algún animal que fuera a picar o morder a algún estudiante o a los adultos que dormían profundamente, pasó a donde las niñas dormían y vio con la luz de ese quinqué que llevaba, que todas estaban en sus respectivas colchonetas cubiertas hasta la cabeza, las jefas de cada grupo entre ellas Aleidita estaban durmiendo casi en la puerta cubierta con carrizos y hojas gigantes que se dan en esos lugares de humedad, acostadita boca abajo y con una manta cubriendo su erótica figurita, a la que se le marcaba esa colita paradita, sus glúteos alzaditos, cómo si tuviera una almohada bajo su pelvis eran una invitación a admirarla en todo su esplendor, así que se sentó entre el pasillo que dividía cada grupo, puso esa lámpara en la tierra a la que le bajó la intensidad de la luz, a manera de quedar casi, cómo una vela, estiró su mano y la puso en la espalda cubierta de Aleidita, la movió con el fin de que despertara, pero el sueño pesado que tenía, ni sintió ese movimiento, así que lentamente la mano temblorosa por la excitación de ese maestro, fue tomando rumbo despacio al encuentro de esos globos carnudos que los tenía a no más de veinte centímetros de ser tocados, en eso una niña se sentó en su colchoneta y vio al maestro que estaba al lado de Aleidita y le dijo que quería hacer pipí, por lo que le dijo que no hiciera ruido y se pasara con cuidado, con el fin de no molestar a las demás, para llevarla afuera a que hiciera su necesidad, a la cual le puso la lámpara para que iluminará el lugar, la pequeña hizo lo que tenía que hacer, pero había olvidado papel sanitario para limpiarse, y el maestro con el fin de no entrar y hacer ruido, tomó unos pañuelos desechables que llevaba en ese momento y se dio a secar la humedad de la orina de esa niña, quien se dejó muy sanamente sin malinterpretar esa acción, la llevó adentro y la hizo que se acostará y siguiera durmiendo, se salió de ahí y fue a dar otras vueltas de vigilancia.
Le faltaba más de media hora, para que su relevo de esa noche lo supliera, así que optó por volver a dónde estaba, antes de que esa niña pidiera ir a hacer su necesidad, se sentó cómo antes, bajó la luz y la misma acción de poner la mano en la espalda de Aleidita, quien no se movía ni siquiera para abrir sus ojitos, la fue bajando lentamente, hasta llegar al quiebre que hace su cintura con la cadera, la detuvo por un momento ahí, y cómo no veía signos de que despertara Aleidita, siguió, ahora su mano tomaba un rumbo distinto, primero descendía de la espalda rumbo a esa colita erotizante y ahora tomaba un camino ascendente, ya que esas nalguitas estaban cómo esculpidas a propósito en carne maciza, las cuales en un principio las frotaba muy tenue y suavemente, hasta que la excitación lo hizo apretar una de ellas a lo cual Aleidita en su sueño profundo no sentía nada de esas lascivas caricias que le propinaban en estado de inconciencia, cómo no respondía a esos tocamientos, el maestro se animó y metió su mano bajo la manta, con el fin de palpar más directo y sentir la tibieza que emanaba de esa piel, pero sorpresa que se llevó, ya que Aleidita estaba desnuda bajo la cobija, así que no hubo esfuerzo alguno, para palpar la cálida pulpa de niña en desarrollo, pero con una cola torturadora a la excitación de ese hombre, así que tocando la carne y apretando con suavidad por unos minutos, la misma mano fue bajando hasta tocar la intimidad gordita, que estaba húmeda y con algo de lubricación entre sus labiecitos vaginales, los cuales manaban muy sutilmente, ya que el dedeo que le propinaba a su partecita, hacía que más mojara su dedo violador, los cuales los olfateaba y se los llevaba a su boca varias veces.
Su excitación aumentaba a medida que esas caricias no tenían rechazo alguno, se bajó su pants y su ropa interior, para poner su miembro en la zanja que divide la carne glútea a la que encima de ella y sin aplastarla, recargándose de sus antebrazos, le resbalaba su viril instrumento, hasta que encontró el orificio anal, que calientito esperaba sin resistirse a esas embestidas suaves, pero llenas de morbo, que sin traspasar ese ojito, por unos instantes, y así llegar a sentir ese hombre los gorditos labiecillos exteriores vulvares, de esa pequeña ninfa a la que con su mano dirigió su erecto pene y profanó su puertita delantera, pero el calor que manaba de esa parte vaginal, hizo que un torrente de semen fuera a dar en esa cuevita, que sin perforarla estaba aceptando la marea, que en chorros vertía ese maestro en disparos intermitentes, hasta que declinó su erección por inercia, se bajó de esas montañitas carnudas, para limpiar con pañuelos desechables a la dormilona Aleidita, la tapó con su manta, para dejarla seguir durmiendo, mientras él se salió a limpiarse afuera sin hacer el más mínimo ruido, se sentó en una piedra, vio su reloj y faltaban escasos minutos de ser relevado, “””para su suerte nadie vio nada de ese suceso que cometió contra la más hermosa y sensual niña primariana”””.
Al día siguiente después de haberse levantado todos los alumnos, se dieron a desayunar las comidas enlatadas que llevaban, Aleidita no aparecía con ellos, por lo que una maestra fue a buscarla, pero no la encontró en la cabañita, la buscaron por los alrededores y nada de encontrarla, así que un grupo de mayores se dio a la tarea de localizarla y cerca del arroyo por donde desciende la cascada estaba dándose un baño solita en ese riachuelo, por lo que, la esperaron para llevarla con los demás niños y desayunara, ya que irían todos a una pirámides cercanas, para regresar a la hora de comida y seguir divirtiéndose todos con esas caídas de la cascada.
Después de haber comido todos, se dispusieron a jugar algunos y otros a meterse al río, bajo vigilancia de sus acompañantes mayores, cerca de que la noche hiciera su aparición y cubriera esa pequeña selva de vegetación abundante, las dos otras jefas de los grupos y Aleidita se sentaron a platicar de lo bello del lugar y de las pirámides visitadas ese día, todas andaban con shorts, por lo que sentadas en la tierra de ese lugar se pusieron a dialogar muy privadamente, ya que las jefas otras habían visto lo que pasó en la madrugada y le comentaron a Aleidita, ¿qué si no había sentido algo raro en su cuerpo?, ¿qué si no le dolía algo?, ya que habían visto a X, encimarse en su cola, por lo que se dio una plática muy calientita entre las tres chicas de 12 años, de la manera siguiente:
Jefa 1.
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¿Oye Aleida que sueño tan pesado tienes?, a poco no sentiste que estaban encima de ti en la madrugada, estabas destapada y sin ropa interior y te estaban haciendo “cosita”.
Aleidita.
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¿Cómo?, a ver explíquenme eso, ¿qué me estaban haciendo travesuras?
Jefa 2.
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Sí tonta el maestro X, estaba encima de ti y nos despertó, ya que hacía raro, parecía que le faltaba el aire, por eso vimos lo que te hacía.
Aleidita.
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A, poco, pues no sentí nada, en la mañana que estaba bañándome en el riachuelo, lavándome mi colita y puchita, sentía que me ardían, pero no me dolían, y algo me salía de mi cosita, algo así, como una babita espesa, pero me lavé bien, y no sentí nada después.
Jefa 1.
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Bueno es que cómo yo estaba durmiendo hacía tus pies, vi bien al maestro X, que te acariciaba las nalgas y luego te metió la mano entre ellas, para después ver que sus dedos te los pasaba en la chucha, ya que puso la lámpara entre mi cabeza y tus pies y todo lo vi.
Aleidita.
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Bueno tú que viste bien, ¿qué me hizo ese maestro?, platícamelo bien, ya que no sentí nada de lo que me estás contando, ¡dímelo!
Jefa 2.
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Si manita cuéntaselo por sí al rato llega a estar ese maestro, ¡que se dé cuenta ella!, de lo que le hace dormida, ¡platícale todo!
Aleidita.
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Ándale dime ¿qué me hizo el maestro X?, hoy voy a hacerme la dormida para cacharlo, pero ya dímelo.
Jefa 1.
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Bueno escucha te lo voy a contar, pero no me vayas a meter en chismes, yo sólo te diré, ya tú sabrás si le cuentas a tu mamá, ¡mira! tú estabas bien dormida, cuando se levantó Marianita a hacer chis, y el maestro la llevó, pero al regresar los dos de afuera, él se sentó a un lado tuyo, yo vi que puso su mano en tu espalda y la iba bajando, hasta que llegó a tu culito, pero como no despertabas, él te apretaba las nalgas, en eso levantó tu cobija y estabas desnuda, entonces te tocaba y masajeaba tu carne, luego bajó la mano y la metió entre tus nalguitas y la iba bajando, bueno ahí ya no vi, pero siento que te tocó la puchita, ya que se bajó el pants y su calzón y se te encimó, yo vi que se agarró el pito y te lo metió entre las nalgas un rato y se movía encima de ti, sin aplastarte, luego vi, qué con una mano lo bajaba y se ponía a resoplar como marrano, yo creo que te estaba metiendo su pájaro en tu puchita, yo la verdad, al principio me espante de ver eso, pero cuando te limpió y se fue, yo sentí que me estaba cómo orinando a gotas, y mi mano la puse a sobarme mi pucha encima del calzón y hoy toda la mañana, me anduvo bajando algo baboso y ahorita que te cuento esto, ¡¡¡estoy como mojadita de la raja!!!
Jefa 2.
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¡Ándale!, después de lo que vi, a mí también me pasó algo parecido, ya que me levante y mi calzón tenía una manchita babosa transparente en el puente, y eso lo vi, porque fui a orinar y mi rayita estaba bien babosa, e igual me pasó cómo a la compañera, hoy anduve aceitosa toda la mañana y me acuerdo de lo que te hizo ese maestro y se me salen gotitas de pipí, ¿pensé?, cómo quisiera y se equivocara hoy el maestro y me atacará así, cómo te hace a ti, con su pito en mi culo, uff, mejor ya no digo, ¡espera me estoy orinando ahora regreso!
Aleidita.
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¡A su ma.
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que ca.
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!, hoy lo descubro, pero ustedes deben de estar con el ojo pelón, no me vaya a violar, así ustedes están al tanto de lo que me haga, ¿no se vayan a dormir?
Ya una vez todos en sus respectivas chozas, la vigilancia de dos maestras de las 9 de la noche a las 10:30 y la otra que seguía hasta la medianoche, para continuar con un padre de familia hasta la 1 y medía de la mañana, y así darle paso al maestro X, que estaría de vigía hasta las 3 de la mañana, su rutina de rondar las chozas, para adentrarse al de las niñas que dormían plácidamente, excepto Aleidita que se hacía la dormida y las jefas 1 y 2, las cuales estaban una con la cabeza a los pies de Aleidita y otra con la cabeza a la altura de la cintura de esa culoncita, que despertaba mucha excitación por sus carnes simulando un par de montañitas que invitaban a perderse en ellas, recorrió los estrechos pasillos que dejaban las colchonetas y se fue a sentar a un lado de Aleidita, que al instante puso su mano con confianza, la deslizo casi de inmediato a la carnuda cola a la que sobó cómo si fuera una parte de él, levantó la colcha, para ver desnuda y boca abajo esa estatuilla de carne a la que se acercó a darle un beso a cada nalga y pasar su lengua ensalivando la ranura trasera, sin percibir que era visto, deslizó su short e interiores, para subirse como la madrugada anterior y colocar su pene en la zanja divisoria, para hacer movimientos copulatorios, su pene la mitad se perdía entre la carnita de esos globitos, por unos minutos, hasta que Aleidita levantó su rostro y vio que era abusada por ese hombre, el tipo al verse sorprendido, le hizo una señal con el dedo en la boca, para que guardara silencio, pero al instante la jefa 1, ya estaba sentada en la parte de atrás de él, sin darse cuenta que ya era observado de los abusos que cometía en contra de Aleidita, mientras de lado unos ojos observaban cómo platos también esa hazaña que sin consentir por parte de Aleidita le estaba haciendo.
Descubierto por las niñas jefas, de ese abuso que hacía, en voz baja las invitó a salir de la choza, para platicar con ellas, las cuales aceptaron para no despertar a las demás, que ni por enteradas se dieron de ese acontecimiento, ya una vez alejados de la pequeña comunidad provisional y cerca del riachuelo alumbrados con la lámpara de petróleo platicaban el asunto, pero entre reproches de las jefas y de Aleidita, de que lo iban a acusar al regreso, el hombre sacó de una de sus calcetas unos billetes mal doblados de alta denominación en México y les extendió a las tres esa cantidad, con el fin de guardar silencio, de lo que pasó, y así nervioso y pidiendo perdón, las convenció, ya con ese dinero en las manos de las tres chiquillas, se dieron a ponerlo todo junto en una roca y le dijeron las jefas 1 y 2, que también querían sentir lo que le hacía a Aleidita, por lo que sorprendido ese maestro y nervioso aún, tomó a la jefa 1, cómo era la de más estatura y delgadita, la subió en un tronco caído, dejándola a la altura de él, le levanto su camisón de dormir y le bajó sus calzones a las rodillas, mientras se ubicó de frente a ella y comenzó a pasarle el glande en la conchita sin bellos hasta que la excitación llegó a un punto extremo y metió el pene entre las piernitas flacas de esa jefa, mismo que entraba y salía cómo si estuviera dentro de la chamaquita, él la jalaba y la pegaba a su pelvis sintiendo ese huesito de placer que le daba el también pubis infantil, hasta que en temblores se orinaba esa nínfula hasta quedar exhausta de esa manipulación nueva, que había sido objeto, la sentó en ese tronco y jaló a la jefa 2, a la que igual le aplicó el mismo tratamiento, pero cómo si fuera un acto anal, ya que el miembro erecto pasaba rosando la imberbe vulva que manaba lubricante infantil, poco, pero muy resbaloso, mismo que la hizo acabar en un torrente de imparable de lluvia dorada, para caer sentada a un lado de la otra que no se reponía de sus temblores y sensaciones que había sentido minutos antes.
Ya despachadas esas novatitas en capullo y sin haberlas penetrado, tomó a Aleidita de espaldas y con su mano dirigió su masculinidad a la división del culito apetitoso al cual le introducía más de medio pene hasta topar con el anito inviolado, por un buen rato, luego bajo la mano y le colocó entre los labiecitos vaginales el glande, haciendo que se agachara recargándola de un árbol, por lo que, de tanto empujar, logró introducir el glande entre esos gorditos labiecitos infantiles que en ese momento eran un horno, por el calor que pasaba a su órgano erecto, y los gemidos que levemente emitía la nena eran escuchados por las niñas jefas, quienes por inercia sus manitas fueron a darse un dedeo muy morboso y entre gemidos las chicas volvieron a tener otra pequeña lluvia dorada solitas, mientras Aleidita entre gemiditos propios, terminó siendo receptora de una potente eyaculación entre sus labiecillos semi aperturados, la cual entre los disparos primarios fueron a dar dentro de su vulvita y ella también acabó en un mar dorado temblando de sus sensaciones propias.
Acabado ese juego prohibido de las menores con un adulto, se dieron vuelta a la choza, pero antes, pasaron a la roca por ese dinero ya que cerca estaba el tiempo del cambio de vigía, por lo que escasamente llegaron y se acostaron y el maestro afuera esperando el cambio.
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Espero haya sido del agrado a las mentes de ustedes, califíquenlo, ya que, por la temática del relato está prohibido el panel de comentarios en este mismo, pero en mí perfil Sexigaleno o en el de aleiditainocente81, se aceptan las críticas que tengan a bien hacer de una manera respetuosa, ella la dueña de esta saga contesta los dos perfiles en mi ausencia, yo los escribo Aleidita es la autora, motívenla a seguir escribiendo a mi lado, hasta pronto.
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Nota importante: > No hay intercambio de fotos y videos, ya que no existen en la vida de la pequeña y joven autora, sólo existen sus relatos, sus vivencias y no hay redes sociales, para contacto, sólo este medio que proporciona nuestra distinguida comunidad, hasta pronto.
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Próximamente:
El tercer capítulo del segundo relato de secuencia, el cual es “otra vueltecita a la capital”, muy morbosa y excitante.
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