Madura calentona
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Carmen.
Soy una mujer de 65 años. Aún me conservo bastante bien, pues nunca me he casado y trato de cuidarme lo mejor posible. Soy de mediana estatura, algo gordita, pero bien hecha, con un busto de 110 y unas caderas de 100. Siempre estuve al cuidado de mi mamá enferma que falleció hace muy poco, lo que impidió que me dedicara a formar un hogar. Sólo recuerdo algunas relaciones esporádicas con algún amigo, que no logró dejarme totalmente satisfecha.
Ahora que estoy sola, vieja, con un buen pasar, me ha dado por conocer lo que nunca tuve, pero ahí viene mi problema. Me he dado cuenta que me gustan los jovencitos que podrían ser mis hijos o mis nietos. Cuando veo esos jovencitos de 17 a 25 años, me caliento muchísimo y en mis pajas solitarias, mi fantasía es hacerlo con estos lolitos. De sólo pensarlo me da mucho morbo y mis masturbadas son sensacionales, pero a la vez luego siento mucha vergüenza.
Muchas veces cuando voy en un bus o en el metro atestado de gente, me gusta ubicarme delante de algún jovencito y disimuladamente, pongo mi trasero, que no es nada despreciable, de nalgas redondas y sobresaliente, a su alcance, muchos se cambian de lugar, pero otros se quedan y comienzan a clavarme y siento sus duras vergas entre mis nalgas, lo que me calienta y las muevo casi imperceptiblemente, pero que ellos lo noten y siento como sus vergas van creciendo al contacto y aumentan su presión.
Yo noto la humedad de mi concha y me dan ganas de tomárselos con mis manos y darles una buena masturbada, pero debo resistirme. Claro que cuando llego a casa y me saco los calzones húmedos, la paja que me doy es extraordinaria. Pero no me atrevo a más…
Conversando con una amiga de mi edad, que nos hacemos mutuas confidencias, ella me alienta y me dice que son muy ricos, con una potencia bárbara y que además no te comprometen, pues buscan satisfacerse sexualmente sin buscarse complicaciones, dejándote muy contenta.
– No seas tonta, inténtalo, mira que a nuestra edad, son muchos los jovencitos que buscan mujeres maduras como nosotras. –me dice muy seguido.
La verdad es que lo he pensado mucho y he seguido con mi afición de sentirme clavada en los atochamientos de gente en el metro o en el bus. Lo disfruto mucho, sobre todo cuando son jovencitos. Cerca de mi casa hay un taller de cerrajería en el que trabaja un joven de unos 20 años, que me gusta mucho y al que no dejo de mirar cuando paso por allí, luciendo mi gran trasero con faldas a las rodillas, ajustadas a mis nalgas, con tacones medios y blusas escotadas, dejando entrever mi gran juego de tetas, pues como les decía soy un poquito gordita, pero bien formada.
He optado por vestirme un poco más sexy, pero siempre como gran dama y sé que aún provoco miradas de los hombres. Siempre que paso, siento la mirada de este joven clavada en mi culo, lo que me pone algo nerviosa, pero feliz de despertar esos deseos.
Un día se me ocurrió una idea. Fui hasta el taller y hablé con el dueño solicitando que enviara al joven, pues se me había roto una cerradura, para que la cambiara. Me contestó que en una hora más lo enviaría, anotando mi dirección. Yo me sentía como una colegiala en su primera cita. Me vestí con una falda más corta que lo normal y una blusa abrochada adelante, dejando los primeros botones abiertos. Por supuesto no me puse sostén. Al mirarme al espejo, mis tetas se veían grandes y algo caídas, pero creo que bastante insinuantes. Una tanga negra que hacía resaltar mi gran trasero completaba mi vestuario.
Quedé muy conforme al mirarme al espejo. A los pocos minutos, sentí el timbre de la puerta. Era el joven cerrajero. Vestía un overol con parte del pecho descubierto. Era un hermoso ejemplar de muchacho, alto, delgado y de una mirada tímida y sonrisa simpática.
– ¿Usted es la señora Mercedes? –preguntó con voz tímida.
– Sí, mijo –respondí con la mejor de mis sonrisas- adelante, pase.
–
Lo acompañé a la puerta del dormitorio, donde supuestamente debería cambiar la chapa. Noté que su mirada se clavaba en mis nalgas apretadas por la falda blanca que lucía, me di vuelta y le di un pequeño espectáculo de mis senos, pues había desabrochado otro par de botones de la blusa y se veía casi la mitad de mis tetas desnudas. Su mirada se dirigió hacia allí, pero cuando notó que yo lo miraba, desvió su vista hacia la puerta.
– Creo que esta chapa está buena –me dijo- ¿qué quiere que le haga?
– Bueno, quiero cambiarla porque…. porque ¡perdí la llave! – se me ocurrió decirle- creo que aquí tengo una nueva –continué sabiendo que era mentira y me subí sobre una silla para buscar en la parte superior del closet. Eso permitió mostrarle mis piernas. Nuevamente sentí su mirada en mis piernas y mi culo. -¿sabes? No la encuentro – le dije mirándolo desde arriba – ayúdame a bajar –le pedí estirando una mano. Él tomó mi mano y bajé una pierna, quedando al descubierto mis muslos por lo corto de la falda.
Hice como que resbalaba y me apoyé con todo mi cuerpo en él, aplastando mis tetas en su pecho, mientras él me tomaba de la cintura para afirmarme. Quedé algunos segundos apretada al muchacho y luego me retiré. Miré su pantalón y noté que su miembro estaba muy abultado, seguramente con una erección que no podía disimular.
– ¿Cómo te llamas? –le pregunté.
– Oscar –me respondió.
– ¿Tienes novia Oscar?
– No… no tengo –respondió tímidamente. Yo me ponía de forma que él pudiera ver mis grandes tetas, lo que no podía evitar. Su mirada tímida no podía desviarse de mi escote y mis piernas.
¿Te gusta lo que ves mijo? –le pregunté con un tono que hasta a mí me sorprendió.
– Bueno… yo… por supuesto… usted es muy bella… –respondió tímidamente.
– Mira yo sé lo que soy -continué- sé que podría ser tu abuela y debes tener muchas admiradoras de tu edad.
– No crea, soy muy tímido y me cuesta mucho hacer amigas –respondió- además me gustan maduras… y además, usted no es mi abuela, afortunadamente…
– No creas que no me doy cuenta cómo me miras cuando paso por el taller…. pero me gusta…. me gusta mucho como me miras!
A todo esto, ya descaradamente yo le mostraba mis tetas, y él no quitaba los ojos de ellas.
-¿Te gustan? –le dije tomándome las tetas con mis manos, como levantándolas- ¿te gustaría vérmelas?
-¡Por supuesto! –exclamó- siempre me han gustado, al igual que sus caderas y sus piernas.
Ya lanzada, me desabroché completamente la blusa y la abrí. Mis tetas quedaron desnudas ante su vista, grandes, redondas y con el pezón oscuro completamente erecto, mi concha la sentía empapada por la conversación y por la expectativa de que ese muchachón me “comiera”.
-Ven –lo invité- tócalas… son tuyas… acarícialas como deseas…
El chico se abalanzó sobre mis tetas, primero tímidamente las tomó con sus manos y luego de sobarlas y acariciarlas, posó su boca sobre un pezón y comenzó a chuparlo suavemente… yo me derretía y sentía cosquilleos desde mis pezones por mi cuerpo llegando hasta mi entrepierna que estaba empapado y me latía mi zorra como pidiendo también una caricia.
– Aaaaaaah… aaaaaaag –exclamé- que bien lo haces… hacía tanto tiempo que no me chupaban las tetas así…!
Comencé a acariciar el pecho del muchacho, abriendo los botones de su overol. El hizo un movimiento y quedó con el torso denudo. Lo acaricié y besé en los labios, él abrió su boca y nuestras lenguas se enredaron en un baile erótico… Yo sentía cómo se mojaban mis calzones y un cosquilleo me recorría completamente, cuando el joven pasaba sus manos por mis tetas desnudas y luego bajaba por mi cintura y me agarraba de las nalgas con cierta brusquedad, lo que a mí más me calentaba.
Lo arrastré hasta mi cama y me senté, permaneciendo él de pie, poco a poco fui bajando su overol dejándolo sólo con un pequeño slip que no podía contener el tamaño de su gran verga… mucho más grande de lo que imaginé… me dio un poco de miedo, pero el morbo y la calentura pudo más. Le bajé el slip y su verga saltó hacia delante insolente y preciosa. La tomé con mis manos, mientras él continuaba besándome y acariciando mis tetas.
– ¿Te gustan? –pregunté.
– Son preciosas, -respondió entrecortadamente- siempre que la veía pasar, deseaba tener estas grandes tetas en mis manos, y fueron muchas las pajas que me hice por usted!
-Ahora son tuyas –respondí- soy toda tuya… quiero que me hagas gozar como hace mucho no lo hago… tú también me tienes caliente y deseaba este momento.
Y diciendo esto, comencé a lamer la verga del muchacho como si se tratara de un helado, pero caliente. Lo lamí un rato y luego comencé a darle una mamada como si estuviera acostumbrada a hacerlo… pero…¡era mi primera chupada de verga de mi vida! Nunca lo había hecho, pero el instinto y la calentura me indicaban como hacerlo… él gemía y movía sus caderas con su pichula enterrada en mi boca… apenas cabía… pero me daba maña para tratar de meterla lo más profundamente posible… me atragantaba pero la disfrutaba… su masaje a mis tetas me tenían hirviendo y su pico en mi boca me hicieron alcanzar mi primer orgasmo… fue como si un barrote caliente me penetrara desde mi concha hasta mis tetas en un ir y venir de sensaciones extraordinarias… gemía y sollozaba con la verga lo más adentro posible de mi boca… el calor y el placer no me dejaban… una corriente eléctrica me recorría y no dejaba de sentir un placer inaudito…. era mi primer orgasmo quizás en cuántos años… él parece que lo sintió, pues de repente se envaró y sus movimientos se hicieron más rápidos como si me estuviera culiando por mi boca… de pronto sentí que explotaba y un chorro de leche caliente inundó mi boca… el primer chorro pasó directamente por mi garganta, pero los siguientes los pude retener en mi boca… era mi primera chupada y había culminado con una acabada en mi boca… tragué todo lo que pude… ¡estaba tan caliente que no alcancé a reaccionar!
Lo único que quería era seguir chupando ese rico pico y seguir sintiendo las sensaciones brutales de mi orgasmo. El joven dejó de moverse y yo sólo por inercia, seguí chupando hasta dejarlo seco y limpio. Caí desmadejada sobre mi cama y Oscar tendido a mi lado. Aún no me había sacado ni los calzones y había tenido ese fabuloso orgasmo, guardado de no sé cuántos años, acumulando toda la pasión y el deseo medianamente aplacado por mis diarias pajas… pero esto había sido demasiado.
Oscar se recuperó a los breves minutos y comenzó a besarme y acariciarme las tetas, que eran su delirio, luego descorrió el cierre de mi falda, sacándomela. Me besó las tetas y comenzó a bajar sus besos por mi estómago, por mis rollitos que él encontraba súper sexy, hasta llegar a mi monte de venus. Con sus dientes y manos me despojó de mis calzones. Una mata de vellos grises adornaba mi vagina, yo abrí lo que más pude mis piernas y con mis dedos entreabrí los labios de mi concha empapada en jugos. Oscar dirigió hacia allí sus besos, lamió mi mata de vellos abundantes y buscó entre ellos con mi ayuda la entrada a mi gruta de amor que lo esperaba ansiosa.
Comenzó a darme lamidas suaves y profundas a mis labios, haciéndome retorcer de placer… gemidos, suspiros y quejidos escapaban de mi boca… en eso encontró el clítoris que estaba erecto. Hacia allí dirigió su ataque… una corriente eléctrica nuevamente me sacudió y lanzando un grito comencé a subir y bajar mis caderas como si me estuvieran culiando… el placer que sentía era inenarrable… ¡es que eran tantos años de espera por sentirme así..!
Con su lengua lamía mi clítoris y le daba pequeñas chupadas, haciendo que me revolcara en la cama como tratando de escapar de esa lengua fantástica pero deliciosa… pasados breves minutos me vino mi segundo orgasmo, acabando con una fuerza extraordinaria, empapando con mis jugos la cara del joven que no dejaba de lamer y chupar mi clítoris… mis movimientos se hicieron más bruscos… mis caderas subían y bajaban con gran rapidez, hasta que ya no pude más.
– Aaaaaaaaaaaaaagh….. aaaaaaaaaaaaaugh….. bas….ta…. yaaaaaaaa…. acabo como ye…gua…. yaaaa baaasta! –gritaba y me movía como loca- aaaaaaaaugh….. ya… por… favor….. basta………
Oscar le dio una última lamida a mi zorra, chupó mis labios, tragó mis jugos y se tendió a mi lado besándome en la boca, saboreando yo el gusto de mis propios jugos… Fue una acabada brutal que me dejó por varios minutos tendida en la cama, con las piernas abiertas y jadeando como si hubiera corrido varias cuadras.
Luego de pocos minutos de descanso, la verga de Oscar estaba nuevamente dura como fierro. El me besaba la boca enredando nuestras lenguas, y me acariciaba las tetas y mi zorra con sus manos, produciéndome una nueva calentura. Pero ahora lo deseaba adentro de mi… era lo que más quería. Había gozado demasiado con la chupada de pico y con la lamida de zorra que me había hecho Oscar, pero ahora quería sentirme ensartada por esa gran verga. Acosté al muchacho boca arriba con su gran pico apuntando al cielo y yo me monté a horcajadas sobre él. Poco a poco me fui sentando sobre tan extraordinaria herramienta y me fui ensartando suave, lentamente hasta tener la mitad adentro… era demasiado grande y yo estaba bastante apretada a pesar de mi edad, quizás por el poco o casi nada de uso.
De pronto me vino una calentura tremenda y bruscamente me senté sobre él ensartándomelo completamente, lanzando un grito de dolor, placer y triunfo…. al fin tenía un gran pico enterrado hasta la empuñadura en mi caliente zorra, ansiosa por tanto tiempo de ser culiada.
Comenzamos a movernos rítmicamente, empujábamos al unísono en un concierto de gemidos y grititos de mi parte. Yo movía la cabeza para ambos lados, con los ojos semi cerrados, concentrada en el gran placer que estaba sintiendo, mientras el muchacho agarraba y chupaba mis tetas que bamboleaban con mis movimientos y por su gran tamaño. Oscar me agarraba de las nalgas, me sobaba el culo y lo empujaba hacia él sin dejar de moverse empujando su pico en mi concha, yo montada gozaba y gritaba de placer… ese placer negado por tanto tiempo y que ahora lo disfrutaba plenamente… muy pronto sentí nuevamente esa corriente eléctrica que precede a mis orgasmos, preparándome para la gran acabada… la sentía venir lentamente como tomando fuerzas, avasalladora…. pujante… hasta que sentí ese gran calor que inundó mi cuerpo… casi pierdo los sentidos cuando me inundó esa ola inmensa de placer… mis gritos se intensificaron…
-Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaagh….. aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaugh…. quiero moriiiiiiiiiir….. que riiiiiiiiiiiii coooooo!
Mis movimientos se hicieron convulsivos cuando de pronto Oscar se envaró, levantó sus caderas clavándome hasta el alma y me lanzó andanadas de leche hirviendo que inundó mi concha y mi interior llenándomela de líquido que hicieron que mi orgasmo aumentara en intensidad, moviéndome más frenéticamente aún…
Quedamos desmadejados en la cama, yo sobre él recostando mi cara en su pecho, mis tetas aplastadas por su cuerpo y mi zorra aún ensartada en su exquisito pico, con mis nalgas al aire….
Después de unos minutos, nos besamos nos acariciamos y nos desacoplamos. Fuimos a la ducha juntos, besándonos y acariciándonos sin dejar de decirnos palabras lindas y cargadas de deseo.
Oscar se vistió y se marchó, con el recado de que tendría que comprar una chapa nueva, pues la que tenía no servía, a pesar que perdió casi dos hora intentando ponerla… (la chapa, para su jefe, pues su tranca la supo poner muy bien). Yo me quedé desnuda y así lo fui a dejar a la puerta, prometiéndome el muchacho que pasaría muy seguido a visitarme después del trabajo y yo lo esperaría siempre dispuesta a pasar esos ricos momentos nuevamente.
Esa fue mi pequeña historia. A las damas de mi edad, les digo que nunca es tarde para gozar. Háganlo y verán, no pierdan las oportunidades.
Mucho me gustaría que me escribieran mujeres maduras, que como yo lo están haciendo con muchachos jóvenes o tienen los deseos de hacerlo, para que comentemos nuestras experiencias y fantasías. Podríamos formar un círculo de damas maduras que se comen muchachitos, ¿no les parece? Ja ja ja! A todas contestaré., incluso a los jovencitos calientes.
Me gusto mucho tu relato felicitaciones…. Muy caliente…
Que buen relato y muy bien detallado las maduritas si que saben mover el bote y ricas que están yo todo el tiempo e estado y haciéndolo con ellas nada que ver con las jóvenes de ahora se los recomiendo 😉😋
Esta mu bien el relato