Marissa, de MILF a GILF
Marissa en una vecina que conozco desde hace mucho y en este relato rememoro los momentos antes de hacerlo por primera vez con ella. .
Marissa es la peluquera del barrio, mujer de 40 años desde hace 15 años, madre soltera desde los 17 años y posiblemente la mujer más sexy que conozco, para mí es evidente cuando usa sus fajas formadoras y sus pantalones levanta glúteos o usa sostenes levantadores, porque la vi desnuda, muchas veces. No es que no trabaje en su cuerpo, lo hace y muy duro, solo que nadie le gana al tiempo, pero ella realmente sabe como engañarlo. Ojos ligeramente rasgados, piel blanca con algunas pecas, labios grandes y una cabellera tan lisa que le daría envidia a una japonesa, incluso ahora, no pierde nada de ese encanto.
La conozco desde siempre, siempre que volvía a la escuela luego de vacaciones, era ella quien me cortaba el cabello. Cuando estaba en primaria, apoyaba sus pechos, de forma no intencionada, sobre mi hombro al momento de cortarme el cabello, cosa que me dio mi primera erección, ya para cuando estaba en ella secundaria tenia mucho mas cuidado, aunque una que otra vez había un «error» que yo provocaba. Y así pasaron los años, ella fue madurando y yo creciendo y nuestros roles casi siempre eran los mismos, yo en su silla y ella cortándome el cabello, hasta que su hija se graduó de medicina y organizo una fiesta donde casi todo el barrio estaba invitado, como era evidente ella bebió de más y no faltaron algunos buitres que se querían aprovechar, así que mi mamá me pidió por favor que la llevase hasta su cuarto para que descansase. Yo siempre me considere buen tipo, pero…
-Raúl, lleva a la vecinas hasta su casa, toma sus llaves, le ayudas a tomar agua en su cocina y luego te vas a dormir, y te aseguras de cerrar bien la puerta.
-Sí mamá, Vecina Marissa, levántese.
-Un poquito de agua y ya estoy bien- replico ella y mi mamá le responde- No vecina, esta muy mal, mejor vaya a descansar.
-Sí mamita, el vecino te va a llevar a la casa para que descanses, le dijo Sayori, su hija.
Maissa se puso a hablar con su hija, botella con agua en mano, como por 10 minutos hasta que por fin pude llevármela, bajo la atenta mirada de mi madre que espantaba a los posibles buitres.
Ya dentro de su casa, le quise ayudar a tomar agua, pero ella me pidió si la ayudaba a ir al baño, primero.
Por un momento dude, pero luego acepte, la lleve hasta su baño y por lo mareada que estaba no cerro la puerta y yo no tuve voluntad de hacerlo, de la forma menos elegante posible, se levanto el vestido negro y oí como expulsaba su orines en un chorro, mentiría si dijera que no me sentía algo decepcionado, al fin y al cabo ella era mi amor platónico. Así que me di la vuelta, pero ella no salía, luego de un par de minutos.
-Raulito, ven- grito- ayúdame.
Rápidamente cerré la puerta e hice como que abría.
-Sí señora ¿Qué hago por usted?
-No le digas a tu mamá, porque puede pensar mal, pero ayúdame a quitarme este vestido por favor, voy a darme un duchazo.
-S-, claro.
Ella descubría su cuello para mí- Miras esa cremallera ¿Sí?- con cuidado y con las dos manos, ábrela-
Lo hago, y el ruido de la cremallera abriéndose opaca por completo a la música lejana que se oye desde afuera, a medida de que cierto aroma muy agradable va tomando el baño a medida que voy llegando a su cadera.
-Raulito… creo que ya esta, ve afuera y recíbeme el vestido cuando te lo pase por favor , ponlo en una silla y… ve a mi cuarto y tráeme una toalla, creo que la deje colgada en la puerta de mi ropero.
Hago todo lo que me dice. Metras escucho el agua de la ducha no puedo dejar de imaginarla desnuda y recorriendo todo su cuerpo con sus manos, así que me quedo, con la esperanza de verla vestida únicamente con una toalla
Para cuando ella sale, se asusta al verme.
-Raulito ¿Qué haces aquí?- Dice ella un poco más despierta.
-Sus llaves.- Se veía realmente sexy con el cabello mojado y el maquillaje medio corrido. Con las gotas de agua recorriendo sus hombro y pantorrillas y cayendo al suelo.
-Sí, este, te tienes que ir, iré a dormir y gracias por todo, sí. Y tu también deberías dormir.- Ella entrecierra los ojos para luego sutilmente relamerse el labio superior- Acércate.
A medida que me acerco, el corazón me late más fuerte y más fuerte hasta el punto que siento que el temblor de mis manos y piernas se debe a los latidos de mi corazón
-Raulito, hace mucho que no hago algo y creo que hay algo en lo que me podrías ayudar.- Marissa me da la mano y nos dirigimos a su habitación- Lo que te voy a pedir hacer es algo secreto, ni tu mama, ni tu papa, ni mi hija, ni nadie se debe enterar.
Llegamos a la puerta de su cuarto, me suelta la mano y se gira para mirarme a los ojos para decirme.
-¿Me entendiste?
-Sí, yo no la acusaría de algo, porque desde hace mucho yo quiero hacer eso…. con usted.
Ella levanta una muy ligera sonrisa y clava sus ojos sobre mí y se limpia algo del labial corrido con su dedo gordo izquierdo- ¿Y que es «eso» que vamos a hacer?
Parece como si me retara y no puedo quedarme atrás, así que con todo el valor que puedo juntar, respiro hondo y procurando no tartamudear le digo.
-Amor, quiero que hagamos el amor.
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