Mi abuelo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Noelia, ahora tengo 28 años, casada.
A mi me crió mi abuela con su pareja.
Yo le decía abuelo.
Un hombre muy bueno.
Mi abuela es una mujer joven, cuando me fui a vivir con ella y su novio, tenía 48 años y yo casi 8 años.
Mi madre tuvo una vida muy díscola un día se fue y desapareció.
Mi abuela es enfermera y mi abuelo es diseñador gráfico, y trabajaba en casa.
Los primeros tiempos fue muy duro para mí, me hacía pis en la cama, y siempre estaba el abuelo defendiéndome cuando la abuela me castigaba.
Yo le tenía más confianza al abuelo que a la abuela.
El siempre me ayudaba, cambiaba mis sábanas, una vez, hasta me compró un colchón de tanto que lo había originado.
Cuando tenía 9 años, ya casi no me hacía pis, «abuelo, hoy tampoco me hice pis», le dije contenta, «muy bien mi niña hermosa», me dijo y me dio un beso en la frente.
«Habría que darle un premio a tú «chichita», pero que premio le podemos dar?», me preguntó sentado en su ordenador trabajando.
«Un besito?», le dije con toda inocencia.
«Un besito?, pero si se entera la abuela vamos a tener muchos problemas», me dijo.
«Yo no le voy a decir nada, va a ser nuestro secreto», le dije con una sonrisa inocente.
«Bueno, a partir de mañana, cuando no te hagas pis, le doy un besito», me dijo.
Yo estaba contenta, siempre estaba a su lado, él me consentia en todo.
Al otro día me levanto y voy corriendo buscando al abuelo, «abu, no me hice pis», le dije.
«Muy bien mi niña hermosa», dijo contento.
«Quiero mi premio», le dije, sin saber que eso iba a marcar el principio de una relación mucho más íntima.
Corrí a mi cama y me saqué la braga, esperando al abuelo con mis piernitas abiertas.
Él me quedó mirando, se arrodilló entre mis piernas y me miraba mi pequeño coño.
Me abre más las piernas y siento su boca besar mi coño.
Sentí como un espasmo, me acosté y seguía abriendo mis piernas.
Recuerdo que sentí la lengua del abuelo pasar por mi copo, haciendo que me de como un escalofrío.
Siguió besando mi pequeño coño, pasando su lengua, recuerdo que me gustaba mucho que me hiciera eso.
«Bueno, basta de premio», dijo poniéndose en pie, note un bulto entre sus piernas que nunca había visto.
Se fue de mi habitación dejándome acostada de piernas abiertas.
Me vestí y salí detrás de él.
«Me gustó mucho el premio, me dieron unas cosquillitas muy lindas», le dije.
A partir de ahí siempre que mi abuelo me premiaba era dándome besos en mi vagina.
Cuando tenía 10 años, yo le pedía que me bese ahí, que me gustaba mucho.
Una vez le pregunté que era ese bulto entre sus piernas, que me lo muestre.
No quiso, pero tanto insistí que un día me lo mostró.
Recuerdo que me impresionó ver esa cosa redonda, gruesa, cuando la cogí con mi mano, la sentí caliente, parecía que palpitaba en mi mano.
«Yo también te puedo dar premios como los que tú me das a mí», le dije mirando su cara.
A partir de ahí el me besaba el coño y yo su polla.
Poco a poco me fue enseñando a chuparla.
Recuerdo que al principio me sentía extraña con esa cosa en mi boca, hasta que me fui acostumbrando y me gustaba chuparla.
«Hoy te voy a dar otro premio», me dijo después de darme muchos besos y lamidas en mi coño.
Me hizo abrir más las piernas y sacando su cosa la empezó a pasar por mi vagina, haciendo que gima de gusto.
Una vez me dijo que íbamos a hacer otra cosa.
Me hizo poner boca abajo y sentía como me besaba las nalgas y las abría, sentía su lengua por todos lados.
Me gustaba que me bese el culete también.
Un día me hizo poner de rodillas, se la chupe mucho rato hasta que la saca de mi boca y veo como salía algo blanco, cremoso, espeso, caliente que caía en mi cara, en mi pecho, y cuando terminó de salir eso, la volvió a meter en mi boca.
Recuerdo que no me gustó el sabor, pero me dijo que la siga chupando.
Ese hombre me estaba llevando con mucha paciencia por el camino del sexo.
Cuando cumplí los 13 años, nos acostabamos desnudos mi abuelo y yo, y el me besaba y lamia mi coño hasta hacer que sienta que explotaba por dentro, quedaba medio dormida, ya le había empezado a chupar su polla y hacer que se venga en mi boca.
La primera vez me asusté al sentir esos chorros que salían de su polla, poco a poco y con mucha paciencia mi abuelo hizo que me acostumbre, que me guste sentir su leche en mi boca, tragarla.
Él me había explicado todo sobre el sexo.
Estábamos los dos desnudos en la cama, yo estaba boca arriba, abriendo mis piernas, dejando que mi abuelo pase su polla por mi coño, siento como la apoya y me mira, «Si abuelo, mete tu polla en mi coño», le dije mirando la cara de ese hombre que lo es todo para mí.
Sentí como la metía despacio, hasta que algo no dejaba que siga entrando, hizo fuerza, sentí un fuerte dolor dentro de mi vagina, como que me quemaba.
Grité de dolor, pero sentí como la polla de mi abuelo terminó de entrar toda dentro mío.
Era una mezcla de dolor y placer.
Una sensación como jamás sentí.
El abuelo me dio un beso en la planta de mis pies y nos dimos vuelta, yo me subí sobre él y siento como acomodando su polla me vuelve a entrar.
Sentí un poco de dolor, pero me gustaba tanto que seguí disfrutando sin decir nada.
Cuando mi abuelo se movía sentía su polla moverse en lo más profundo de mi copo.
Eso me daba una sensación que no puedo explicar con palabras.
Lo único que quería era seguir así como estaba, con toda la polla dentro, que no me la saque.
No se cuanto tiempo me abuelo me folló, sólo recuerdo que había sentido unas sensaciones deliciosas, quería dormir, hasta que el abuelo me sienta bien en su polla, haciendo que me entre toda, y siento como gime y los Corros de leche salir con una tremenda fuerza.
Los sentía calientes, sentía como me llenaba el coño.
Quedé tan cansada, que sólo quería dormir.
Esa fue la única vez que mi abuelo se corrió en mi coño.
Follabamos casi todos los días, pero siempre se venía en mi boca.
Yo tenía 14 años y no era la nieta, era la mujer de mi abuelo.
Cuando él estaba muy ocupado, yo me metía debajo de su mesa donde trabajaba, y estaba chupando su polla todo lo más que podía hasta hacer que se venga en mi boca.
La abuela estaba feliz conmigo, ya que mis notas en el Instituto eran excelentes.
A mi me encanta estar desnuda con mi abuelo y sentir como me acaricia toda y me chupa mis tetas, sentir sus dedos acariciando mi coño.
Una vez estaba en cuatro patas y él me estaba chupando el culo, «abu, por ahí también se puede hacer?», le dije sintiendo su lengua en mi ano.
«Claro que se puede hacer por ahí también», me respondió siguiendo con su lengua en mi ano.
«Abu, hazmelo por ahí también», le pedí.
Noté lo contento que se puso.
Rebusco algo parecido a una crema, la sentí fría, viscosa, gemi cuando me metió uno de sus dedos.
Estaba nerviosa pero relajada a la vez.
Sabía que mi abuelo no me iba a hacer daño.
Siento su polla apoyada contra mi ano.
Grité de dolor cuando el abu hizo fuerza y su polla empezó a abrir mi ano, sentía como si se rasgara, como se iba abriendo a medida que su polla entraba en mi culo.
De a poco y con toda la paciencia que lo caracteriza, me la metió toda.
Yo quería hacer caca, pero el abu me dijo que era sólo la sensación.
Paso su brazo por debajo de mi tripa y nos fuimos acomodando en el borde de la cama.
Ahora quedé sentada sobre él, sentía su polla tan adentro de mi culo que me parecía imposible.
Sentí sus manos acariciando mis tetas, mi coño, como lo acariciaba, como metía sus dedos, como me relaje y disfrutaba como mi abuelo me follaba el culo.
Sus caricias me volvían loca, gemia, gritaba de placer, sentía que me orinaba.
Eran tantas las sensaciones que tenía que no puedo describirlas, sólo me acuerdo que el placer era indescriptible.
Acariciaba los pies de mi abuelo con los míos, mi cabeza estaba pegada a su pecho, lo único que podía hacer era gemir.
Siento como mi abuelo me coge de las nalgas y me empieza a subir y bajar, haciendo que su polla salga y entre de mi culo.
Yo me puse a llorar de felicidad, «te quiero abuelo, te quiero», le decía sintiendo y disfrutando de como su polla entraba y salía de mi culo.
Me empezó a subir y bajar con más fuerza, más rápido.
Yo daba fuertes gemidos, gritaba de placer, hasta que el abuelo me sentó fuerte y empecé a sentir como su polla palpitaba dentro de mi culo.
Yo estaba entre dormida, estaba exhausta, muy cansada, pero con una sensación de felicidad increíble.
Fue maravilloso como mi abuelo me había follado el culto.
El abuelo fue mi único hombre hasta que me casé.
Casi todos los días follabamos, me follaba por el coño, por el culo, le tuve que haber tragado litros de leche de su polla.
Mi marido es mi segundo hombre, pero siempre que puedo, me escapo a casa de mis abuelos, a follar con mi abuelo, el único hombre de mi vida, el que me enseñó a ser mujer.
Y cuando estoy entre sus brazos, me siento la mujer más feliz del mundo, sintiendo a mi abuelo follarme.
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