Mi experiencia con octogenario
Fui a cuidar de un anciano y terminó follandome.
Una vecina de el edificio dónde vivo me había contratado para que cuidara de su padre, un hombre que ya alcanzaba los 80 años, no necesitaba de tantos cuidados, sólo que estuviese con él y le hiciese compañía mientras ella estaba en el trabajo, cómo yo estaba desempleado y no tenía nada que hacer, pues accedí. Al señor Jaime le costaba caminar un poco debido a un problema en un pie, así que tendría que ayudarlo un poco a ir a la sala, al baño o a dónde necesitara desplazarse dentro del apartamento. Era un hombre corpulento para su edad, llevaba un gran bigote blanco y estaba casi calvo, vestía un pijama todo el día y sólo hablaba cuando maldecía a algún político mientras leía los periódicos. -Buenos días señor Jaime- le digo al entrar en la sala. Él no me contesta, sólo me mira de pies a cabeza y me echa una mirada como de odio, yo me siento a su lado y le pregunto si se le ofrece algo pero no contesta. Así pasaron algunas horas, los dos en silencio, yo leyendo un libro, él sentado leyendo sus periódicos y el televisor frente a nosotros con el volumen bajo. De pronto veo que trata de levantarse y le pregunto si quiere que lo ayude, niega con la cabeza y apoyándose a su bastón consigue levantarse y camina poco a poco dirigiéndose al cuarto de baño – ¿Necesita que lo ayude, Señor Jaime?- -No. No necesito ni de tu ayuda ni la de nadie, no sé qué le habrá pasado por la cabeza a mi hija al pensar que yo necesito ayuda- sigue andando con el bastón, entra al baño, se tarda algo y vuelve a salir. Yo siempre atento tras la puerta a ver si necesita algo. Al salir me encuentra junto a la puerta y me grita: -¡quita, coño! – y con ese malhumor va andando hacia la cocina y yo lo sigo, abre el refrigerador, toma un poco de agua y me dice, ésta vez con algo de amabilidad -anda hijo, ayúdame a ir hasta la habitación, ya me siento sin fuerzas, y quiero tomar la siesta. – Claro, señor Jaime. – le contesto con una sonrisa. Al llegar a la habitación le ayudo acostarse, le pregunto si quiere que lo arrope con la frazada pero me dice que no, que así está bien. -dejaré la puerta un poco abierta para escucharle por si me necesita en algo- le digo. Él asiente con los ojos cerrados y el ceño fruncido, cómo si sintiese mucho cansancio. Salgo al salón de la tv y me siento en el sofá. Sigo leyendo mi libro, hasta que me quedo dormido. Despierto sobresaltado, miro el reloj y solo había pasado una media hora. Me dirijo al cuarto del anciano y está completamente dormido, ronca suavemente. De pronto noto debajo de su pijama, el evidente estado de erección en qué se encontraba, temía que la tela se le fuese a reventar, jamás había visto algo tan grande. Inmediatamente me puse a mil, no entendía que me pasaba, el corazón me latía con fuerza y le dije despacio -¿señor Jaime? Luego un poco más alto -¿¿señor Jaime??- pero seguía roncando. Me acerco sigilosamente hacia la cama, vuelvo a hablarle pero no responde, estaba completamente dormido. Me arrodillo en el suelo sin hacer nada de ruido y quedo junto a él, a la altura de su gran erección. Casi temblando le bajo suavemente el pijama y cual es mi sorpresa cuando veo salir disparada la verga más grande que he visto en mi vida. Enorme, una verga impregnada de venas, con una mata de vellos blancos y un gigante y vital glande rosado. Bajo más el pijama y me encuentro con unos cojones también enormes y hermosos. Mi corazón latía cada vez más rápido y observo la cara del señor, pero éste seguía roncando. Me acerqué a esa pollla gorda que olía a macho y empecé a lamerla suavemente, le pasaba la lengua a ese falo octogenario, la agarré y empecé a pasármela por la cara, no hallaba que hacer con ella, estaba desesperado, y ademas temeroso de que el anciano se despertara en cualquier momento. Empecé a masturbar aquella verga, al principio con suavidad, luego fui más rápido, y ahí me encontraba yo: pajeando a aquel viejo que fui a cuidar, él no paraba de roncar, así que confiado, me metí todo aquel monstruo en la boca, me la metí hasta la garganta, me la sacaba y me la metía cuanto me placía. De pronto ocurrió algo, sentí la mano del anciano que me agarraba del pelo y con cierta violencia me sacó todo aquel trozo de carne de mi boca. Me tenía agarrado y me miraba con furia, – pero ¿se puede saber que coño haces, maricon?!!- Gritó por fin, yo no sabía que hacer ni que decirle… – Señor Jaime… – luego ocurrió lo inesperado, me acercó con la misma violencia y comenzó a besarme, el contacto con sus bigotes y con su lengua me estremeció, le correspondí besándolo como él lo hacía conmigo, después de unos minutos me dijo -sigue- y bajé hasta su verga nuevamente y seguí mamandola hasta creer que me quedaba sin labio, le lamí las enormes bolas mientras él se desvestía por completo, me pidió que yo hiciera lo mismo, me desnudé y me pidió que buscara un frasco de vaselina que había en el baño, al volver a la habitación me pidió que le engrasara la verga, lo cual hice con mucho esmero mientras el anciano gemía de placer, me dijo que me embadurnara mi culo de puta con la vaselina, lo cual hice como un experto y me pidió que me metiera su verga en mi ano, busqué la manera correcta de cabalgarlo, me metí el glande despacio y luego me empalé por completo hasta sentirlo todo dentro de mi, yo gritaba, gemía de placer, mis bolas golpeaban el vientre del viejo, mientras el marcaba el ritmo, bajé mi cabeza mientras me follaba y nos dimos lengüetazos -jode, cómo extrañaba esto- me dijo, o creo que eso me dijo. Yo estaba perdido en el placer que me proporcionaba aquel señor , al final se corrió dentro de mi , me quedé con su polla dentro por unos minutos mientras sentía que me había enamorado del señor Jaime. Ni en mis sueños más locos pensé que esto ocurriría, era mi primera experiencia sexual con un hombre. Me levanté, mientras el semen del anciano me chorreaba por las piernas, me pidió que me acercara a él, que acercara mi polla a él, entonces lo hice y me dio una mamada inolvidable, con solo ver sus bigotes blancos metiéndose mi rabo entero y agarrando con su mano mis bolas y dándome esa mirada de cachorro extraviado, me corrí dentro de él, mi leche le salía por las comisuras de sus labios y nos volvimos a besar compartiendo mi leche, que nos chorreaba ahora a ambos. Su verga aún estaba semi erecta y volví a mamarsela hasta que volvió a levantársele por completo y me folló por la boca sin piedad. Después de mi primer día de cuidar al señor Jaime no pude dormir pensando en lo que había pasado y de lo sórdido que me parecía ahora todo, sin embargo al otro día volví a casa de mi vecina a cuidar nuevamente de su padre, pero el señor Jaime me volvió a tratar con la misma hostilidad e indiferencia que el día anterior, excepto a la hora de la siesta que repetimos nuestro ritual.
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