MI MADRINA CUARENTONA, SOLTERONA Y…VIRGEN
«…MI MADRINA, LA MÁS DECENTE, PURA Y CORRECTA MUJER QUE CONOCÍA, ME ESTABA PROPORCIONANDO EL MÁS ERÓTICO ESPECTÁCULO QUE HAYA VISTO…».
Hola, les envío un saludo fraterno desde mi hermoso país MÉXICO.
En esta ocasión, pongo a su consideración este relato que escuché de labios de un gran amigo,
y que traté de escribir lo más fielmente posible.
“…Amigo querido, hoy te quiero contar la verdad acerca de un capítulo de mi vida, que ha
levantado mucha polémica entre los habitantes de nuestro barrio, y que en gran parte son
verdades a medias, o de plano mentiras.
Como sabes, por lo que te he contado, mi relación con mi querida madrina comenzó hace poco
más de 5 años, cuando murió su mamá, y Julita, mi madrina, se quedó totalmente sola, pues por
cuidar de aquella, dejó pasar su vida y su juventud, siguiendo la absurda tradición de que la hija
menor debe dedicarse a cuidar a su madre hasta que ésta muera; y así lo hizo, sólo que cuando
Doña Pachita murió, su hija ya tenía 38 años, y prácticamente era imposible que alguien se
acercase a ella con intenciones amorosas, aunque algunos lo intentaron, pero fueron rechazados,
ya que sus intenciones eran monetarias, pues ella es poseedora de una cuantiosa fortuna,
herencia de sus padres; así como de una pequeña empresa productora de quesos.
En ese tiempo, yo tenía 22 años, y estaba a meses de concluir la carrera de Administración de
Empresas, así como una gran experiencia en el puesto de administrador, por haber trabajado con
el Tío Rodrigo desde los 16 años cuando aún cursaba el bachillerato; pues, en ese tiempo, el tío
se dio cuenta de la facilidad que yo tenía para los números y la gran cantidad de ideas que
surgían de mi cabeza, para mejorar sus empresas. pero sucedió que tanto el tío como su esposa
enfermaron, y por recomendación de su médico, decidió vender todo e irse ambos a vivir al
puerto de Acapulco, México.
Fue entonces que me quedé sin empleo y buscando otro, cuando un día, regresaba de la
universidad camino a casa, cuando me topé con mi madrina, quien regresaba a su casa,
cargando un par de pesadas bolsas con diversos víveres; frutas, verduras, carnes, pollo, etc.
adquiridos en el mercado ambulante cercano, que acá en México les llamamos tianguis:
– Madrina, permítame ayudarle.
– No, gracias hijo, no te molestes.
– Ninguna molestia madrina, además de que podría lastimarse la espalda. por favor
permítame…
Y ella continuaba resistiéndose a la oferta de ayuda, que casi le arrebaté las bolsas, las cuales,
comprobé que estaban bastante pesadas, y que aún le faltaba un buen tramo de calle para llegar
a su casa.
Cuando por fin llegamos, y como yo conocía muy bien su casa, prácticamente me metí hasta la
cocina, donde dejé las bolsas:
– Servida madrina, y con su permiso
– Muchísimas gracias hijo, pero por favor, no te vayas todavía, – y tomando una de las
bolsas con naranjas que acababa de adquirir, las lavó en el fregadero y me las ofreció –
comete una, hijo.
– Gracias madrina, pero me tengo que ir.
– Por favor hijo, hacía mucho tiempo que no te veía, acompáñame un ratito…
– Está bien madrina, tiene razón, la he descuidado mucho.
– Gracias hijo, no sabes cuanto bien me hace tu compañía.
Y mientras pelaba y despachaba un par de naranjas, ella preparaba un par de los filetes recién
adquiridos, en tanto que conversábamos de diversas trivialidades, como mi familia, su salud, mi
recién perdido empleo; hasta que llegamos al tema de su familia y sus finanzas:
– Perdone la pregunta madrina, pero, ¿por qué va usted sola por su mandado?
– Ay hijito, pues…porque no tengo quien me acompañe…
– ¿Y sus hermanos y hermanas? ¿sus sobrinos y sobrinas?
– mmmmmm hijo, desde antes que muriese mi mamá, ya nadie me seguía…
– Pero entonces, ¿por qué no contrata a alguien que le ayude?
– Porque no me alcanza el dinero para pagarle a ese alguien hijo…
En ese momento, salió de sus ojos una lágrima, que rápidamente se limpió con el dorso de su
mano. fue entonces que, por primera vez, la observé detenidamente; su cabello, negro
entrecano, atado en dos largas trenzas, y muy bien cuidado, le llegaban a mitad de su espalda;
su rostro sin gota de maquillaje, aún no tenía arrugas, y se veía terso conservando todavía
rasgos juveniles; su frente amplia, sus pómulos altos, su mentón regular, su rostro ovalado, pero
sobre todo, sus oscuros y aterciopelados ojos de enormes pestañas le dieron siempre un aire
angelical, que a mí me había encantado siempre, y que de niño creí haberme enamorado de ella,
hasta los inicios de mi adolescencia, y mis primeras masturbaciones, en que era ella la musa de
mis primeras eyaculaciones; pero al crecer y conocer a chicas de mi edad, y algunas mayores, y al
tener mi primera vez a los 15 años, y con ella, la atracción de muchas chicas y grandes, algunas
de ellas desvirgadas por mi verga, me hicieron olvidar poco a poco a mi primer amor: MI MADRINA.
– Madrina, aquí hay algo que no me cuadra, ¿por qué si usted es la propietaria de todo
esto, y hasta donde yo sé, la única heredera de sus padres, está usted viviendo en una
situación que raya en la miseria? ¿quién administra sus bienes?
Ella, pensándolo unos momentos, dijo:
– eeehhhhmmm…mi hermano Juan…
– ¿Sabe usted dónde guarda los libros contables?
– Si, en el despacho de esta casa.
– ¿Confía usted en mí? le aseguro que no me molestaré si me dice que no; pero presiento
que en todo esto se está cometiendo una injusticia con usted y quiero ayudarla.
– Si hijo, confío plenamente en ti – esto me lo dijo con lágrimas en sus hermosos ojos –
– Entonces, por favor permítame revisar sus libros.
Sin dudarlo fue, y en pocos minutos regresó con los citados libros; y para no cansarte, te diré
que pude constatar que no solo su hermano, sino en general toda su familia se estuvo
beneficiando con las jugosas ganancias de la empresa familiar, que, de no ser por mi
intervención, a mediano plazo se habría ido a la quiebra.
Afortunadamente, pude rescatar la empresa, después de amenazar con enviar a prisión a todos
los involucrados, quienes huyeron o se hicieron a un lado, dejándome el campo libre para, en
poco más de 2 años, levantarla y hacer de ella la más próspera de la región
En ese tiempo le enseñé a mi madrina y a su sobrina Ana María, quién también era su ahijada y
en quien la madrina confiaba por haberle dado muestras de fidelidad, a administrar la empresa
sin necesidad de mí, aunque ellas me insistieron tanto en quedarme, que, hasta la fecha sigo al
frente. además, con Ana María (Anita), tengo una historia que contaré a su tiempo.
Volviendo al relato, les diré que todo empezó, en una ocasión en que habiendo terminado mi
jornada y ya estando con rumbo a mi casa, recordé haber dejado unos documentos que
necesitaría al día siguiente muy temprano.
Pensando en que mi madrina ya estaría preparándose para descansar, volví a entrar tratando de
no hacer ruido, y al salir me dirigí hacia el baño, cuando me sorprendió ver a mi madrina dirigirse
también hacia ahí, vestida todavía con sus ropas del día, descalza, con el cabello suelto (siempre
se peinaba de trenzas o con un chongo), y llevando una toalla en la mano. me detuve en seco
tratando que no me viera para no asustarla, lo cual conseguí por estar en la penumbra del pasillo
frente al baño.
Me sorprendió también que no cerrara la puerta del baño, tal vez por creerse sola. el sentido
común me animaba a retirarme, pero la curiosidad y el morbo me hicieron quedarme, y
acercarme sigilosamente a la puerta abierta, procurando mantenerme en la penumbra.
volví a sorprenderme cuando la vi terminando de quitarse el vestido que llevaba y que no
permitía admirar sus exuberantes formas, que por primera vez contemplaba, y que me habían
dejado totalmente arrobado por la oculta belleza que ahora podía admirar.
Su ropa interior era como la de cualquier mujer conservadora de su edad, blanca y de algodón,
un sostén común sin adornos y una pantaleta o calzón, también común, pero al despojarse de
ambas prendas, dejó ver un cuerpo espectacular, digno de una veinteañera: unos hermosos
senos no muy grandes (calculé un 34 a), muy blancos y con unas areolas grandes de color café
oscuro, coronados de dos enormes pezones; un vientre que, para sus 40 años, no es totalmente
plano, pero que me sorprendió gratamente, pues esperaba ver un abdomen abultado por la edad;
unos muslos y piernas bien torneados, y cuando se dio vuelta, pude ver la parte posterior de esos
deliciosos muslos, coronados por las más hermosas nalgas de una mujer madura que haya visto,
redondas, bien paraditas, sin un gramo de grasa o celulitis, y que aún desafían a la gravedad,
lo mismo que sus preciosas tetas. Como su ducha no tenía mampara o cortina, pude observar,
desde la penumbra en que me encontraba, como abrió las llaves del agua, y después de lograr
la temperatura ideal, meterse debajo de la tibia lluvia, que caía sobre su cabeza y hombros, se
deslizaba por su delicada espalda y sus bellas nalgas, sus turgentes pechos, su terso vientre y esa
tupida mata de negros y ensortijados vellos; terminando por caer al piso de la ducha por sus
delicadas pantorrillas y pies.
Al principio, dirigió una de sus manos a su entrepierna, creyendo yo, que para limpiar su mata de
vello y su vulva; pero también, con la otra mano, empezó a acariciarse sus deliciosas tetas,
areolas y pezones, estremeciéndose y gimiendo quedamente, ¡SE ESTABA MASTURBANDO!
Yo no podía dar crédito a lo que mis ojos veían, MI MADRINA, LA MÁS DECENTE, PURA Y CORRECTA
MUJER QUE CONOCÍA, ME ESTABA PROPORCIONANDO EL MÁS ERÓTICO ESPECTÁCULO QUE HAYA
VISTO.
Y es que esto, en lugar de decepcionarme, por el contrario, se formó en mí una nueva
perspectiva acerca de ella, y de inmediato mi verga se me puso durísima, amenazando con
romper la tela de mis calzoncillos y mi pantalón.
Ella, sin darse cuenta que la miraba, siguió acariciando primero, y después, introduciendo su dedo
mayor dentro de su vulva, al mismo tiempo que, con la otra mano, apretaba sus pechos y
pellizcaba sus areolas y pezones. su rostro, siempre hermoso, en esos momentos se veía
desfigurado cada vez más por el placer que ella misma se proporcionaba. para entonces, yo ya
tenía una formidable erección, y unas ganas enormes de desnudarme y meterme con ella a la
ducha, continuar masturbándola hasta hacer que se viniera, y finalmente perforar su ardiente
vagina hasta derramar mi caliente semen dentro de ella y que ella se corriera una vez más; pero
me contuve porque, hasta donde yo sabía, ella seguía siendo virgen, cosa que pude comprobar
poco tiempo después, y que, además, y para seguir guardando las apariencias, ella se negaría,
terminando todo de manera desfavorable para mí, por lo que me limité a sacar mi pene de su
prisión de tela, y a masturbarme siguiendo con mi mano el ritmo que ella imprimía a la suya en
su ardiente coño. gimiendo calladamente, y siguiendo con el frenético ritmo, algunos minutos
después ella entró en trance de su inminente orgasmo, que se produjo finalmente entre gemidos
de parte suya, siendo de tal intensidad, que se tuvo que aferrar a los grifos del agua para no
caer. al mismo tiempo que su ardiente vagina soltaba sus cálidos jugos, mi propia venida salió
de mi verga en potentes chorros de blanca y lechosa esperma.
Mientras mi madrina enjabonaba su escultural cuerpo, continuando su aseo, yo me dirigí a la
cocina por algunas toallas de papel con que limpiar los restos de mi semen caídos sobre las
losetas del corredor donde observaba a Julita masturbarse, y, después de limpiar, salí de
la casa dirigiéndome a la mía.
Al llegar me fui directamente al cuarto de baño, donde recordé las escenas recién vistas,
consiguiendo que mi vara volviera a erguirse, y volviendo a pajearme hasta alcanzar otra copiosa
eyaculación, evocando las eróticas formas de mi madrina y la no menos erótica sesión
masturbatoria, que recién había presenciado.
Después de repasar este inolvidable acontecimiento, me dí una rápida ducha y me prepare para
dormir, aunque sabía de antemano que no lograría conciliar el sueño, precisamente porque aún
tenía presentes los momentos vívidos contemplando a mi madrina masturbarse en forma por
demás cachonda. fue en ese momento que tomé la decisión de hacer mía a Julita mi querida
madrina; decidí que sería yo quién se quedaría con su virginidad en la punta de mi verga, que
le enseñaría los placeres que da una polla y no solo los de sus dedos, y que la llevaría de mi
mano a conocer las delicias del sexo entre un hombre y una mujer; y aunque sabía que sería una
misión difícil, también confiaba en mis dotes amatorias, no en vano había conseguido seducir a
casi una docena de mujeres de diversas edades, desde un par de universitarias, compañeras
estudiantes, pasando por tres o cuatro casadas; aunque eran más las maduras, 5 o 6, incluida
Adelaida la Hermana Mayor de Julita, que, además, fue quien me desvirgó a los 15 años, y fue por
ella que prefiero a las maduras cuarentonas como mi madrina; y a todas ellas las dejé siempre bien
complacidas (aprendí mucho con Adelaida); por lo que estaba seguro de que, si hacía bien las
cosas, conseguiría seducir a mi amada madrina Julia.
Viendo que no podría dormir, empecé a trazar el plan para conseguir mi objetivo. recordé que
su única forma de salir de su entorno, era por medio de excursiones que se organizaban en la
parroquia del pueblo, a los principales santuarios de nuestro querido México: Fresnillo en
Zacatecas; San Juan De Los Lagos En Jalisco; y el Cristo de la Montaña (El Cubilete) En Guanajuato;
haciendo una escala recreativa en algún puerto de la Costa Del Pacífico.
Yo decidí investigar en diversas agencias de viajes, buscando algo que se aviniera a sus creencias,
y encontrando una que ofrecía un tour por los principales santuarios en Europa: el de la virgen
de la macarena en España; Lourdes y Notre Damme en Francia; así como los santuarios de Turín
y Milán en Italia y la basílica de San Pedro en el Vaticano, incluida una audiencia pública con el
Santo Papa. este tour de 10 días, incluía 3 en una playa de la Riviera francesa, tiempo más que
suficiente para lograr cumplir mis deseos.
Al día siguiente puse en marcha mi plan, llegando una hora más temprano a la casa de Julita,
encontrando que preparaba un delicioso chocolate, con una rosca de pan del mismo sabor,
preparados por ella misma.
Me saludó, como siempre, con un abrazo y un cálido beso en la mejilla, los cuales anteriormente
no me hacían mella, en ese momento me inquietaron un poco, pues me hicieron recordar
nuevamente los sucesos del día anterior, y que provocaron una poderosa erección de mi
miembro viril, que apenas si pude disimular frente a ella.
Me ofreció su exquisito desayuno, y mientras lo despachábamos, le solté lo del tour:
– Madrina, ¿hace cuanto que no se va de vacaciones?
– uuuuuyyyy hijo, pues creo que unos 3 años, cuando mi mamá cayó enferma y finalmente
murió.
– Pues entonces creo que ya es tiempo de que se tome un descanso.
– Si, ya había pensado en llamar a doña Mari, la que organiza las excursiones de la
parroquia.
– NOOOOO MADRINA, Me Refiero A Vacaciones Importantes.
Me miró con cara de interrogación; y yo le respondí, mostrándole un folleto del tour, al que se
le quedo viendo con verdadera sorpresa y deleite:
– ¿A Europa?
– Así es madrina, visitando los principales santuarios católicos en España, Francia, Italia y el
Vaticano, incluyendo la audiencia pública con el Santo Papa.
Se quedó como fulminada, aquello rebasaba totalmente sus expectativas de vida y por un buen
rato no pudo pronunciar palabra, y según comprendí gratamente sorprendida. finalmente se
repuso y comentó:
– Pero…esto debe costar una fortuna hijo…
– Pues si, pero podemos cargar una parte a gastos de representación de la empresa.
– Pero, ¿por qué a ese rubro?
– Porque estuve analizando los itinerarios del tour, y entre los paseos y visitas guiadas, le
dan a la gente tiempos de 2 o 3 horas para hacer compras o lo que deseen; tiempo que
nosotros podremos aprovechar para ofrecer nuestros productos a posibles clientes de
allá, y lograr los propósitos de exportación que te le mencionado antes.
– Pues…suena muy bien, pero, ¿si no resulta?
– Pues, sólo habremos perdido algunas horas de valioso tiempo para pasear o comprar los
regalos de la familia, pero ¿y si resulta que si da resultados…?
Ella se quedó en silencio por algunos minutos, hasta que finalmente comentó:
– Bueno…, como siempre voy a confiar en ti, y dejar que hagas lo que creas más
conveniente.
– Usted sabe que todo lo que hago en este negocio, es para beneficio de todos, y creo que
hasta hoy no le quedado mal, ¿verdad?
– Tienes razón hijo, perdona mis inquietudes, pero como comprenderás, una vieja como
yo…
– La perdono, con la condición de que no vuelva a decir que es usted una vieja. tal vez ya
no es joven, pero…
– ¿Pero…Qué?
– Que, si cambiase un poco su aspecto, se vería muy bien todavía.
Se quedó muy sorprendida y con los ojos como platos por lo que le decía, pero proseguí:
– De verdad madrina, es más, debe usted hacerse un cambio.
– Pero… ¿por qué? ¿para qué?
– Bueno pues, porque voy a necesitar que alguien me acompañe a visitar a nuestros
posibles clientes allá, ¿y quién mejor que usted? además, solo iremos usted y yo
Volvió a quedarse en silencio, y después de un minuto largo:
– Una vez más, creo que tienes razón, no me puedo presentar con esta ropa, ni con estos
pelos ante los altos ejecutivos del queso en Europa, y, ¿cuándo nos iríamos?
– Dentro de 10 días.
– Pero, ¿tú me vas a ayudar al cambio?
– No, yo no sé cómo, pero sé muy bien quién si puede hacerlo…
Llamé entonces a Anita, quién al escuchar nuestros planes, aceptó con entusiasmo la tarea de
hacer un cambio en nuestra común madrina. el cambio se realizó siguiendo mis instrucciones, y
al cabo de una semana, Julita se transformó en DOÑA JULIA: con el cabello de negro entrecano, a
Castaño Oscuro; de lacio amarrado, a semi rizado tipo leonado suelto; con muy poco maquillaje,
rizado de pestañas sin sombras en los párpados; y un ligero toque de lápiz labial.
En cuanto a su ropa, y también siguiendo mis instrucciones, Anita le ayudo a dejar sus ropas
oscuras tipo de luto, por trajes sastres de colores más claros: azules turquesa, azul rey, verde
claro, vestidos de noche, casuales y para la playa.
En cuanto a su ropa interior, Anita me comentó, que aceptó cambiar las prendas de algodón
blanco, por coordinados de seda, y de lycra en colores rojo, púrpura y azules; así como un
precioso coordinado de encaje color negro; además de medias, pantimedias y un par de ligueros
que combinaban con el coordinado de encaje negro.
Mientras Anita me describía las prendas adquiridas para la madrina, yo la imaginaba con ellas
puestas, y más que nada la ropa interior, especialmente el coordinado de encaje negro, con las
medias de seda también negras, y el liguero a juego. sólo de imaginarla así vestida, se paró mi
verga con una importante erección, que, afortunadamente, Anita no pudo notar por estar
emocionada describiendo las prendas adquiridas, y yo detrás de mi escritorio. cuando salió de la
oficina, yo me dirigí a mi baño privado, volviendo a imaginar a Mi Julita enfundada en la lencería
de encaje y seda recién adquirida, volviendo a endurecerse mis 18.5 cm. y yo a jalármelos sin
dejar de pensar en ella, aunque un pensamiento me llevó a otro, pues me acordé del día en que
la vi bañándose desnuda y masturbándose, y masturbándome yo me vine en otra de las
fenomenales venidas que me he pegado a la salud de mi querida madrina.
Amigo del alma, para no alargar más la historia, te diré que en la fecha acordada salimos hacia
Europa, visitando los lugares prometidos, y en los que mi madrina vivió, sin duda alguna, la
mejor experiencia de su vida, y que estuvo disfrutando al máximo.
Además, cuando visitamos a nuestros posibles clientes, estos, todos maduros, se quedaron
encantados con el porte y belleza de mi bella madrina; realmente lucía espectacular, y como
predije, fue precisamente su BELLEZA MADURA el factor principal para conseguir que nuestros
prospectos prometieran visitarnos en México. incluso te diré que, en Francia, uno de nuestros
“prospectos”, nos invitó a cenar con él y algunos de sus colaboradores, a uno de los más
prestigiados restaurantes de París. para la ocasión, yo me vestí de smoking y mi madrina con un
vestido largo en tela de lamé, de color azul eléctrico, hasta media pantorrilla, de tirantes, sin
medias y con zapatillas del mismo color del vestido, el cual se ajustaba perfectamente a los
contornos de sus deliciosas curvas, resaltando la generosidad de sus redondos pechos, que, al
parecer, sujetaba con un bustier sin tirantes; así como su formidable trasero, que, formando un
corazón perfecto, se veía sensacional.
Por mi parte, al verla por primera vez vestida de esa manera, no pude evitar emitir un silbido de
admiración, quedándome arrobado por tan espectacular belleza, y fue ella quién me hizo
reaccionar de mi arrobamiento:
– ¿Ya te disté cuenta que tienes la boca abierta?
– Perdón Madrina, pero es que, realmente está usted bellísima…
Ruborizándose me respondió:
– aaaayyy, mentiroso, eres un adulador.
Pero alcancé a ver un brillo diferente en sus ojos, el de la mujer que descubre por primera vez
su belleza, y se siente halagada cuando se lo dicen.
Presintiendo que algo podría pasar, invité a dos de nuestros acompañantes a nuestra cita, y al llegar
al restaurante, ya nos esperaba nuestro anfitrión, un hombre de unos 60 años, con su
gente, e inmediatamente nos hicieron pasar al interior del lugar. ya instalados, el “prospecto»
ordenó la cena y dos botellas de champaña, una de las cuales se bebió el solo.
esto me hizo ponerme alerta, pues sabía perfectamente los efectos del alcohol en las personas,
sobre todo, las que padecen de alcoholismo.
El tipejo nos acomodó de tal manera de tener a mi madrina a su lado, tratando de seducirla
delante de todos. ella solo volteaba a verme y yo trataba de mostrarle mi apoyo. por esto
ella rechazaba amablemente los avances del tipejo aquel, hasta que francamente se
sobrepasó poniendo su asquerosa mano sobre uno de los muslos de julita; ella se levantó y
disculpándose sr dirigió a los sanitarios.
El viejo, que según se veía, estaba acostumbrado a no aceptar un no por respuesta, también se
levantó detrás de ella, y yo, después de dirigir una mirada amenazante a sus acompañantes, me
fui detrás de él.
Cuando llegué a los servicios, el tipejo tenía a mi madrina abrazada por la cintura y trataba de
besarla a la fuerza, lo sujeté por los hombros y lo obligué a soltarla; su reacción natural fue
tirarme un golpe, pero siendo más joven y ágil que él, fácilmente lo esquivé, al tiempo al tiempo
que le tiraba una patada a su abultado vientre, rematándolo con un potente derechazo en medio
de su repugnante cara.
Con la nariz sangrando y desde su posición en el suelo, me amenazo en su idioma francés con
algo que traducido decía:
– ¡¡¡A mí nadie me dice que no, y pueden olvidarse de nuestro trato!!!
Yo, en mi perfecto francés, pero utilizando frases típicas mexicanas para insultar le respondí:
– ¡¡¡Métase sus asquerosos quesos por donde le quepan, viejo cabrón, rabo verde!!!
Y tomando a mi madrina por los hombros, la hice salir del restaurante, junto con nuestros
acompañantes, tomando uno de los taxis estacionados afuera del mismo, llegando en pocos
minutos al hotel, sin que ninguno de los dos mostrara sus emociones.
Fue hasta que estuvimos en la estancia de nuestra suite, que Julita se arrojó en mis brazos,
soltándose a llorar, temblando de miedo. yo la abrazaba fuertemente, pasando una de mis
manos por su espalda, sujetándola con la otra, y besando su frente y mejillas, secando con mis
besos las lágrimas que salían de sus hermosos ojos.
Después de un buen rato, se calmó poco a poco, y con su cabeza recargada en mi hombro me
preguntó:
– ¿Qué vamos a hacer hijo?
– Tenemos que irnos madrina, ese tipo es de los que no se quedan así nada más.
y levantando su hermoso rostro, me miró directamente a los ojos:
– Pero, ¿adónde vamos a ir?
– Voy a hablar con el coordinador de tour, y por lo pronto nos vamos a otro hotel, y
mañana a primera hora a Milán. y tomando su bello rostro entre mis manos le aseguré:
– no se preocupe, con la ayuda de DIOS saldremos con bien de ésta…
Y, como para reafirmar lo dicho, deposité un suave y tierno beso en sus jugosos labios, que,
según supe después, era su primer beso, después de casi 30 años que la habían besado, cuándo
muriera su papá y tuvo que hacerse cargo de su madre. y aunque se sorprendió, no me dijo
nada.
Esa misma noche nos cambiamos de hotel y al día siguiente, muy temprano, partimos hacia Italia,
buscando librarnos de un problema mayor, lo cual hemos conseguido hasta hoy. El tour con el
que viajábamos llegó al día siguiente, continuando nuestro viaje con ellos sin contratiempos,
hasta llegar al Vaticano, donde comenzó a desarrollarse la consumación de mis proyectos.
El día de nuestra llegada, todos los que íbamos en el tour, le pedimos al coordinador que nos
llevase directamente a la plaza de San Pedro, donde al llegar encontramos una enorme multitud
de gente, que quería estar lo más cerca del balcón principal de la Casa Papal; yo también, pero
con la secreta intención de estar lo más pegado posible al sensual cuerpo de mi madrina, lo cuál
conseguí sin ninguna dificultad, pues la misma multitud me permitió lograr mis propósitos.
teniendo todo el tiempo a julita sujeta por los hombros, y a ratos abrazándola por la cintura, le
pegaba mi paquete a sus aún duras y deliciosas nalgas, aprovechando los apretujones que la
misma multitud nos daba, restregaba mi endurecida verga en sus mullidos glúteos, disfrutando
plenamente los involuntarios movimientos de mi querida madrina, quien, sin darse cuenta, me
estaba proporcionando el más delicioso placer que hasta ese momento había disfrutado durante
todo el viaje.
Cuando Su Santidad apareció en su balcón, fue la apoteosis de toda aquella fervorosa multitud;
todos, incluida mi madrina, saltaban de gusto, al ver a su venerado líder saludarlos desde allá
arriba; yo por mi parte, aproveché para arreciar los movimientos de mis caderas y mi endurecida
verga sobre sus formidables y deliciosas nalgas, moviéndome de atrás hacia adelante con
verdadero frenesí y gozando en gran medida del sensual momento, durando este poco más de
20 minutos, en los que pude alcanzar un tremendo orgasmo derramando una oleada de ardiente
leche seminal, que hizo que mojara mis calzoncillos y que dejase una visible mancha en mis
pantalones. Un minuto o dos después, Su Santidad se despidió de la multitud, adentrándose en sus
aposentos, y la gente poco a poco comenzó a dispersarse, y mi madrina se volvió hacia mí,
abrazándome por el cuello y besando mis mejillas, y finalmente me besó en los labios, con un
beso dulce y tímido, que solo duró unos cuantos segundos, pues, tal vez, ella se arrepintió casi
de inmediato, aunque el rubor de sus mejillas y el brillo de sus ojos, demostraban que ella lo
había disfrutado tanto o más que yo.
Regresamos al hotel con la intención de tomar una ducha, cambiarnos y bajar a cenar, pero
nada más entrar, la tomé en mis brazos y la besé con algo más de pasión que en la plaza, mientras
mis manos recorrían su espalda hasta los hombros, y hacia abajo hasta la frontera entre su
cintura y su precioso culito; mientras que ella hacía lo mismo en mi espalda, brazos y pectorales;
mientras, nuestros besos eran cada vez más profundos y cargados de pasión, nuestras lenguas
libraban una sensual batalla cargada de erotismo y pasión.
Después de unos minutos de sensual cachondeo, decidí ser más audaz, seguía acariciando
su espalda hacia arriba, y al bajarlas, cada vez más, pasaba mis manos sobre sus formidables
nalgas; subía y bajaba mis manos, hasta que se quedaron en sus duros y al mismo tiempo
mullidos glúteos, dedicándome a sobarlos, apretarlos y pellizcarlos por encima de su muy ligera
falda de seda floreada, pasando mis dedos por el canal entre ellos, deteniéndome brevemente en
dónde sabía que está su orificio anal; con ese mismo movimiento, le fui levantando la falda,
hasta sentir sus soberbias nalgas, cubiertas por un bikini también de fina seda. Seguí
masajeándolos con una mano, mientras la otra subió por el frente, hasta encontrar sus preciosas
tetas, que empecé a sobar por encima de su blusa y sostén. en todo ese tiempo, no dejamos de
saborearnos con nuestros labios unidos, a veces con besos dulces y tiernos, otros cargados de
pasión, en los que nuestras lenguas se enredaban, y se enfrentaban en una batalla erótica y
sensual.
Fue entonces que mi mano en su bikini, lo hizo a un lado, encontrando la espesa mata de vello
púbico e introduciendo el dedo medio en medio de su ardiente vulva.
su reacción a esta caricia me sorprendió, pues me separó de ella empujándome y diciendo:
• No, por favor no, esto no está bien hijo…
• Pero ¿por qué no julita si lo deseas tanto como yo?
• Si, nooooo, ya ni sé lo que digo.
• Tranquila Madrina, no hay nada malo en lo que queremos hacer.
• ¡NO ES CIERTO, ES UN PECADO!
• ¿PECADO? no puede ser pecado hacer el amor, amándola como yo la amo a
usted.
• Pero…eso no es posible, yo podría ser tu madre, siempre te visto como al hijo
que renuncié a tener…
• Pero, ¿por qué madrina?
• Porque le ofrecí a DIOS mi virtud, así como no caer en este pecado…
• ¿Y no es más pecado tener deseos, malos pensamientos y malas acciones
respecto al sexo?
• ¿A qué te refieres?
• Antes que nada quiero pedirle que me perdone, ya que todo esto lo planeé
deliberadamente y con el propósito de hacerla mía – y mirándola a los ojos, – de
hacerte mía
Ella solo me observaba muy sorprendida, mientras yo continuaba:
• Y este deseo nació una noche, en que, sin querer, te ví desnuda cuando te
metiste a bañarte, pero antes de eso, vi cómo acariciabas tu cuerpo, cómo tus
manitas se apoderaban de tus deliciosos pechos, cómo tus deditos aprisionaban y
pellizcaban tus oscuros pezones; vi como una de tus manos bajaba hasta tu vulva,
comenzando a estimular tu rosado clítoris, ví como introducías tus dedos en tu
cálida y sedosa vagina hasta que te viniste en un delicioso orgasmo.
Sus bellos ojos, pasaron de la sorpresa a la furia, pero yo, que ya esperaba esa reacción, y
sabiendo de antemano como reprimirla al mismo tiempo que hacerla desearme, continué:
• Pero creo que tienes razón Julia, si tú no sientes por mi lo que yo siento por ti,
todo lo que yo diga o haga no podrá convencerte que el sexo, cuando se hace con
amor, no puede ser pecado, – y, dejando de tutearla, – descuide madrina, tenga
la seguridad que nunca volveré a importunarla.
• ¿Qué quieres decir?
• Que mañana es nuestro último día en Roma, pasado mañana nos trasladamos a
la Riviera y una vez que la deje instalada en el hotel y se la deje encargada al
coordinador, tomaré el primer vuelo de regreso a México.
• Pero…
• No Julita, no tiene que decirme nada, la entiendo muy bien.
• Pero yo a ti no, ¿por qué quieres dejarme?
• Porque no puedo estar cerca de usted, de ti, sin poder contenerme, sin
desearte, sin poder tocarte, acariciar tu rostro, sin poder tomar entre
mis manos tus redondos senos, tus deliciosas nalgas, no poder
desnudarte, besarte toda, comer tu apetecible coño, saborear la miel que
de él emana, después perforarlo con mi verga y finalmente derramar mi
semen dentro de él.
En ese momento, me quedé callado, para que ella pudiera asimilar mis palabras. tenía la
experiencia para aprovechar el momento psicológico de mujeres como julita, quién me miraba
entre sorprendida y furiosa, pero viéndola a sus ojos, también excitada y deseosa; y viendo que
estaba a punto de decirme algo, le di la puntilla diciendo:
• Pero sé qué eso es imposible, por eso tengo que alejarme de usted, de ti.
Y dando media vuelta me dirigí a mi alcoba de la suite, dejándola en el living muda de la
sorpresa. esa noche no pude dormir y creo que ella tampoco, pues, al día siguiente, cuando
salió de su alcoba, impecablemente vestida, traía puestas unas gafas obscuras, para que yo no
viera que no durmió, y se había pasado la noche llorando.
Pasamos el día sin novedad, yo sin despegarme de mi madrina, pero hablando sólo lo necesario,
distante pero amable, cortés pero frío. a la mañana siguiente llegamos al aeropuerto,
abordamos el avión y llegando al hotel de nuestro siguiente punto de destino, la llevé a
nuestra suite, y dejándola instalada, dispuesto a salir le dije:
• Voy a ver al coordinador
Ella no se movió ni me dijo nada, solamente se quitó las gafas, y me miró con una mezcla de
ansiedad y temor, pero no dijo nada.
Yo sabía el momento psicológico por el que estaba pasando, y efectivamente fui a ver al
coordinador, pero solamente para pedirle el itinerario del tour correspondiente, y hacer algunos
comentarios de la excelente manera en que se estaba realizando.
Regresé a la suite dirigiéndome a mi alcoba, y al entrar, no me sorprendió encontrar ahí a mi
querida madrina, vestida con una bata de seda y pantuflas, debajo de su bata se podía notar
que no traía sostén y que sus pezones, totalmente erguidos, amenazaban con romper la
delicada tela. yo disimule muy bien mi satisfacción por lo bien que estaban resultando mis
planes:
• ¡¡¡MADRINA…!!!
Ella, que estaba sentada en la cama, se levantó dirigiéndose a mi, y pude observar sus
hermosos ojos, entre llorosos y enamorados:
• Hijo, por favor no te vayas, no me dejes aquí sola…
• Pero madrina, creo que…
• NO, POR FAVOR NO ME DIGAS NADA, HE ESTADO PENSANDO EN LO QUE ME DIJISTE, Y
CREO QUE, COMO SIEMPRE, TIENES TODA LA RAZÓN, – HIZO UNA BREVE PAUSA PARA TOMAR
AIRE –; AUNQUE ME NEGABA A RECONOCERLO, DESDE HACE TIEMPO QUE YA NO TE VEO
COMO UN HIJO, MUCHO MENOS COMO AHIJADO, SINO COMO HOMBRE, Y SÍ, ME
MASTURBO PENSANDO EN TI, EN QUE ME TOMES EN TUS FUERTES BRAZOS, QUE TU BOCA ME
LLENE DE BESOS TODO EL CUERPO, POR TI HE SABIDO LO QUE ES UN ORGASMO, Y CONTIGO ESTOY
DECIDIDA A PERDER MI VIRGINIDAD, Y NO ME IMPORTA YA SI ESTOY PECANDO, PUES ESTOY
SEGURA QUE LO HAGO CON TODO MI AMOR.
Después de tan insólita confesión, hice realidad sus sueños y deseos, la tomé en mis brazos y
con mis labios busqué los suyos, primero tiernamente, saboreando el momento, más que
besarla, acariciaba su boca, mientras mis manos recorrían su espalda por encima de su vaporosa
bata de seda, pasando a sus deliciosas tetas, regresando a su espalda, bajando a sus
formidables nalgas, bajando más hasta el borde de su bata y subiendo nuevamente por dentro
de la misma hasta encontrar su bikini también de seda, pasando al frente, y encontrándolo
totalmente empapado de sus jugos vaginales, mientras nuestras bocas seguían unidas y
nuestras lenguas se enfrascaban en una sensual y erótica lucha, se enredaban y se saboreaban;
en un momento dado, atrapó mi lengua y después mi boca con sus dientes, aunque sin fuerza,
cosa que me encantó, haciendo yo lo mismo, mientras uno de mis dedos se introducía en su
mojada vagina.
Le desanudé la bata, y al abrírsela dejé al descubierto sus grandes, blancos y preciosos senos,
coronados por dos enormes y oscuras areolas, y sus más oscuros y enhiestos pezones, los que
fueron en ese momento el blanco de los ataques de mi boca, mi lengua y mis dientes. los besé,
los succioné, los lamí, los mordí, alternando uno y otro, mientras mis dedos frotaban su cálida
vulva por encima del bikini, el cual hice a un lado y comenzando a frotar la entrada de su
vagina y su erguido clítoris, logrando que en pocos minutos alcanzara su primer orgasmo:
• ¡¡¡ooooooghhhhh, aaaaaahhhhh, siiiii mi rey me vengo, aaaaaahhh siiiiiiiiii!!!
Tuve que abrazarla con fuerza, pues se le doblaron las piernas y a punto estuvo de caer de no
haberla sostenido. la cargué en brazos y llevándola al lecho, aproveché su momentáneo
desmayo para desnudarme.
Me acosté junto a ella y terminé de desnudarle a ella, sacándole el bikini por los pies, besando
sus torneadas piernas y pies, regresando hacia arriba por el interior de sus muslos hasta su
peluda vagina. con mis labios y dientes jalaba sus vellitos púbicos, proporcionándole pequeños
toques de dolor y placer, de tal modo que, cuando empecé a introducir mi lengua en su
apretado coñito, volvió a derramarse en otra fenomenal venida mientras yo bebía de tan cálida
fuente.
Seguí subiendo con mi boca por el virginal cuerpo, deteniéndome unos instantes en los
voluminosos cántaros de miel que eran sus tetas volviendo a subir hasta sus carnosos labios,
enfrascándonos en una cachonda sesión de ardientes besos, en los que nos chupábamos,
mordíamos y se enredaban nuestras lenguas. entre tanto, con mis piernas abrí las suyas,
posicionando mi erguido tolete en sus labios vaginales, e introduciéndolo con estudiada
lentitud, hasta encontrarse con su virginal himen, volví a retirarlo, para restregar mi
glande contra su erguido clítoris, mientras ella gemía cada vez con más fuerza:
• ¡¡¡Ya mi vida, métemela toda, por favor desvírgame de una vez mi
amor!!!
Yo, sin hacerle caso, seguía dando pequeños golpecitos a su clítoris con la cabezota de mi
tolete, hasta lograr que se corriera una vez más, momento que aproveché para, de un golpe
de cadera, meterle mis 18.5 cm. hasta la empuñadura, rompiendo su virginidad y
arrancando un sonoro grito de sus labios, que seguramente se escuchó hasta la recepción del
hotel:
• ¡¡¡aaaaaaghhhhhh!!!
• ¡¡¡¿Te duele Julita? ¿quieres que la saque?!!!
• ¡¡¡aaaahhh, siiiii, nooooo, sí, me duele, pero no la saques, por lo que mas
¡¡¡quieras no la saqueeeeesssss!!!
• ¡¡¡Lo que más quiero eres tú, y lo que más deseo es hacerte muy feliz!!!
• ¡¡¡Si mi vida, hazme feliz!!! ¡¡¡hazme gozar como nadie lo ha hecho!!!
• ¡¡¡Es mi más grande deseo cariño!!!
Y mientras hablábamos, yo esperé durante un minuto largo a que su coñito se acostumbrara al
invasor de su intimidad. cuando ella comenzó a gemir de gozo, empecé a bombear mi verga
dentro y fuera de la cálida funda, sintiendo como su coño la apretaba, como si fuera una
suave y a la vez firme mano, volviendo a entrar en trance de su 4to. o 5to. orgasmo, sus
músculos vaginales internos, se contrajeron de tal modo que parecía como si su ardiente coño
fuese una mano que sujetaba mi verga, y no le permitía moverse hacia afuera ni hacia
adentro, aunque con ese apretón, me estaba proporcionando el más grande placer que, hasta
entonces, nunca había experimentado con ninguna mujer, y que a ella le provocaba un
orgasmo tan intenso, que empezó a convulsionarse y a gritar sin ningún pudor y sin importarle
que alguien pudiese escucharla:
• ¡¡¡aaaaarrrrrgggghh, siiiiiiii mi amoooooorrrr, que deliciaaaaa, dame más, más,
maaaaaaaasssss…!!!
• ¡¡¡Si mi reina, es tuya, tómala toda,
Se corrió una vez más, sólo que ahora, y por primera vez, con una verga profundamente
incrustada en su ardiente y recién desflorado coño.
Yo, por la posición misionera en que lo hacíamos, controlaba el sublime acto, y, en esos
momentos, se la saqué para acomodar sus piernas sobre mis hombros, se la volví a clavar,
logrando con esta posición, una penetración aún más profunda, quedándome quieto durante
unos instantes y seguí con movimientos circulares de mi pelvis, logrando tocar cada centímetro
del interior de su vagina, no dejando ningún rincón sin estrenar. con el mete y saca que le
estaba dando, logré que se viniera una vez más:
• ¡¡¡oooooohhhhgggg, sííííí mi vida me vengo otra veeeeeez, mi amoooooorrrrr
sííííiii…!!!
Yo continué moviendo mi verga en círculos dentro de la ardiente cueva, logrando tocar
todos los rincones de la recién desflorada vagina de mi querida julita, hasta que, no
pudiendo controlarme más:
• ¡¡¡Yo también me vengo julita, voy a derramar toda mi lechita dentro de ti!!!
Y uniendo la acción a la palabra, dejé que mis testículos soltaran un verdadero torrente de
lava seminal, que fue a reunirse con los ardientes jugos de la enésima corrida de mi
madrina julia; tres, cuatro y hasta cinco chorros de hirviente semen deje ir, en el no menos
ardiente coño de julita, quedando los dos desmadejados, cansados, pero inmensamente
felices, pues ambos habíamos podido lograr nuestros deseos, tenernos uno a la otra y
viceversa.
Bajé sus hermosas piernas de mis hombros, y por algunos momentos permanecí sobre ella,
sintiendo cómo mi erección, después de pocos minutos volvía a crecer dentro de ella, quién
también reaccionó, moviendo sus caderas al ritmo de las mías, y que hizo que mi verga
volviera a taladrar su deliciosamente cálido chochito:
• ¡¡¡Mi rey, mi vidaaaaaaa!!! ¡¡¡me vas a matar de placer mi niñooooooo!!!
• ¡¡¡Eso es lo que quiero julita, llevarte a la cima del placer, hacer que
experimentes la muerte chiquita (orgasmo), no una, sino mil veces cariño!!!
• ¡¡¡Si mi amooooor, hazmelo todas las veces que quieras, soy tuya desde hoy y
para siempreeeeee!!!
Volví a llevarnos juntos a la cima del gozo y el placer carnal, sacándo mi verga casi
completamente, dejando dentro sólo la amoratada cabeza, estimulando con ella su ardiente
clítoris durante algunos minutos, en los que logré que rogara una vez más:
• ¡¡¡Ya mi amor, métemela toda, por favor, por favoooooorrr…!!!
• Tranquila mi reina, confía en mi, en que te voy a dar mas placer del que nunca
has sentido.
• ¡¡¡Si mi rey, mi vida, mi amor, soy toda tuya, haz conmigo lo que quieras, soy
tuyaaaaaaaaaa…!!!
En ese momento sentí que volvía a venirse y yo a meter y sacar mi miembro con rapidez
desbordada, logrando yo también soltarle mi semen al mismo tiempo que ella se corría por
enésima vez.
Nos quedamos así, yo encima de ella aplastando sus deliciosas tetas con mis pectorales, durante
algunos minutos, hasta que me bajé de ella, saliendo mi verga de su ardiente vagina, junto con
un torrente de nuestros fluidos, mezclados con un hilo de sangre, prueba de su virginidad
perdida.
Ella me abrazó con mano y una de sus piernas, besando mi pecho en señal de adoración:
• ¡¡¡Gracias mi vida, gracias por hacerme mujer!!! ¡¡¡desde hoy soy tuya para
siempre!!!
• ¡¡¡Gracias a ti julita, por permitirme ser el primero y desde hoy el último hombre
en tu vida!!!
• Solo me preocupa una cosa…
• ¿Qué Amor…?
• Que yo todavía estoy en edad fértil y no tomamos ninguna precaución.
• ¿Cuándo te bajó tu menstruación?
• Me debe bajar dentro de 3 días
• Entonces no hay problema cariño, ya no estás en tus días fértiles.
• ¿¿SEGURO??
• Por supuesto que sí Corazón, aunque para próximas veces, tendremos que tomar
precauciones.
• ¿Quieres decir…tomar pastillas o algo así?
• no precisamente, podemos seguir el único método anticonceptivo que acepta la
iglesia.
• ¿Y cuál es?
• El del ritmo…
Y entonces le di una breve cátedra de cómo funciona el ciclo menstrual de la mujer, en el que
se pueden tener relaciones sexuales, durante los días no fértiles de ellas. en ese tiempo, ella
se fue adormilando, hasta terminar ambos profundamente dormidos durante un rato.
al despertar, lo primero que hice, fue llamar al coordinador del tour, para decirle que no los
acompañaríamos ese día, ya que mi madrina se sentía indispuesta y yo me quedaría a hacerle
compañía. después, desperté a julita para bañarnos, y en la ducha volvimos a encendernos para
hacerlo nuevamente con la misma pasión de la primera vez.
Ese día y el siguiente, nos la pasamos cogiendo como recién casados, parando solamente para
comer o descansar.
Fue hasta el tercer día, el último del viaje, que nos unimos al grupo para disfrutar de las playas
de la Riviera francesa, descansando de los 2 pasionales días que vivimos julita mi madrina y
yo.
Querido Amigo, como te cuento, esto sucedió hace poco más de 5 años, durante los que hemos
vivido un bello romance, no exento de habladurías, que, acá entre nos, a mí no me importan;
pero como te digo, algunos son verdaderos, como un episodio que vivimos en el avión de
regreso del tour…
Pero…esa, es otra historia…”
Y yo estoy en espera de la continuación por parte de mi amigo.
Saludos A Ellos, Y Besos A Ellas Desde Mi Querido MÉXICO…🇲x
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