Mi primera vez con el novio de mi mamá
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola, para esta historia me referiré a mí misma como Yanet y al novio de mi mamá como Ramiro.
Soy mexicana de 24 años, vivo cerca de la costa, mido 1.50 de estatura, peso 52 kg; mis medidas no son perfectas, soy de culo pequeño, delgada, mi parte favorita de mi cuerpo son mis tetas, que aunque no son tan grandes (copa B), mi pequeña estatura hace parecerlas más grandes.
Me gusta lucirlas, con blusas pegadas y/o escotadas.
Nunca me han faltado los pretendientes, pero tengo un novio de hace varios años, tenemos realmente una relación abierta.
He tenido varias aventuras, pero la más reciente comenzó hace un año.
Mi mamá comenzó una relación con un señor que conoció en su trabajo, Ramiro, aproximadamente de 40 y algo de años, no mucho mayor que mi madre.
Al poco tiempo mi mamá tuvo un hijo con él, aunque no se han casado, siguen juntos y frecuentemente mi medio hermanito está en mi casa, Ramiro no vive con mi mamá.
Lo que ella no sabe es que desde hace un poco menos de un año Ramiro y yo nos volvimos amantes.
Ramiro no es un hombre feo, mide 1.75, de piel morena en el punto medio entre clara y oscura, es en realidad bastante simpático, cuando lo conocí me alegré por mi mamá, porque me pareció que había elegido bien, además de que se notaba mucho más feliz desde que empezó con él, mi papá falleció cuando era pequeña y Ramiro siempre me hizo sentir cómoda con él, nunca me intentó tratar como su hija, pero siempre hubo mucho respeto mutuo.
Como decía, mi mamá se veía más contenta gracias a Ramiro y un día que sin querer la escuché mandándose audios por Whatsapp con una amiga suya la oí mencionar algo sobre el miembro de Ramiro, le contaba a su amiga que Ramiro estaba muy bien dotado, considerablemente más grande que todos con los que ella había conocido (que creo son 3 o 4 aparte de mi padre fallecido).
Eso solo me dio risa, no le dije nada para que no le diera pena y seguí con mi día.
Un día yo estaba cuidando a mi hermanito, que para entonces tenía algo menos de seis meses, mientras mi mamá trabajaba.
Yo estaba triste y molesta, porque tuve una pelea con mi novio, porque dos noches antes me fue a ver cuando no había nadie en la casa, yo tenía muchas ganas de coger y él llegó ebrio.
No me gusta cuando está ebrio, porque casi siempre se queda dormido mientras cogemos, pero yo estaba caliente, lo senté en mi cama, me desnudé y lo ayudé a desvestirse también, me costó algo de trabajo porque estaba bastante torpe por el alcohol, pero por fin ya desnudos empecé a darle una mamada, como siempre que está borracho tardó un poco mas de lo normal en ponérsele bien dura, pero por fin lo logré con una buena mamada, pero sin advertirme me tomó de la cabeza y empezó a metérmela profundo en la garganta, lo cual normalmente disfruto, pero lo hacía muy bruscamente, y casi en seguida se vino en mi boca, no me quedó de otra mas que tragar, fui al baño a enjuagarme la boca y por los condones y cuando regresé se había quedado dormido.
Estaba yo que me llevaba el demonio del coraje.
Me fui a dormir en el cuarto de mi mamá, vivimos en un departamento pequeño con dos cuartos, y por la mañana cuando se despertó peleamos, le reclamé como nunca, se fue enojado y yo me quedé frustrada, llorando de coraje.
Para cuando llegó mi madre con mi hermanito yo ya podía disimular casi todo mi coraje, pero igual mi mamá lo noté, le dije que me peleé con, llamémosle Antonio, por otras cosas que le inventé, no le iba a decir la verdad.
Todo ese día estuve así molesta, hasta el día siguiente, que llegó Ramiro.
Mi mamá se había ido al mercado a comprar cosas para mi hermanito y se lo llevó con ella, me dijo que regresaba algo tarde, como a las 9 o 10 de la noche.
Como a eso de las 3 llegó Ramiro a la casa.
-¿No ibas a verte con mi mamá en el centro?- le pregunté.
-No pude ponerme bien de acuerdo con ella, me quedé sin saldo, pensé que nos íbamos a ir de aquí juntos- me respondió.
–Pues márcale de aquí de la casa- le dije; le llamó desde nuestra línea fija y mi mamá le dijo que ya no la alcanzara, que como trataría de llegar lo más temprano posible a casa, peor igual eso sería casi a las 9 de la noche.
–Qué pena- me dijo.
–No, cómo crees.
¿Te irás o la esperas aquí?- le pregunté; -Aquí la espero mejor, si me lo permites-, -Claro, ya sabes que no hay problema-, respondí.
Lo dejé viendo la tele en la sala, mientras yo me encerré un rato en mi habitación, para auto torturarme con el recuerdo de la pelea que tuve con Antonio.
Como a las 5 me asomé a comer algo, Ramiro llevó un pollo para los dos, debió comprarlo en el tiempo que estuve en mi cuarto.
Cuando salí me había olvidado de su presencia, salí con un short con el que normalmente ando en la casa y una playera corta blanca, sin sostén, y con los ojos aun llorosos.
Ramiro me recibió con el pollo rostizado, noté que de inmediato se esforzó de desviar la vista de mis pechos, que estaban casi descubiertos, aunque la tela de mi blusa no era tan transparente.
Le agradecí y nos pusimos a comer, no me tomé la molestia de cambiarme porque supuse con no habría morbo entre nosotros.
-¿Te pasa algo, estabas llorando?- Preguntó.
–Eh, no, tuve un problema con mi novio, pero nada anormal- le respondí.
-¿Quieres contarme?-, en ese momento pensé en que no había podido platicar con mi mejor amiga, así que pensé “¿por qué no?” y empecé a contarle, tal cual había pasado todo.
Noté que se estaba poniendo ligeramente incómodo.
–Creo que no es del todo apropiado que me platiques de eso a mí- me dijo, -¿Sabes qué es lo peor? Que me dejó caliente nada más, desde hace dos días tengo muchas ganas de coger y no tengo con quién- le dije ignorando su comentario.
-Insisto, creo que no es…-, -¿a ti te ha pasado?- lo interrumpí; -¿Qué cosa?, -¿Pues que te quedes dormido a mitad de una cogida?-, le dije mirándolo fijamente a los ojos.
–Pues no, pero…- dijo ya algo nervioso.
No sé qué rayos se me metió, que le dije –He escuchado a mi mamá decir que la tienes grande, ¿es verdad?-, casi se le atora el pollo en la garganta.
-¿Qué, por qué quieres saber eso?, -porque mi novio no la tiene tan grande y quiero saber si tú la tienes más grande-, le respondí.
-¿Cuánto te mide?- le pregunté, mis pezones empezaban a ponerse erectos y se veía en el rostro de Ramiro que él lo estaba notando, le costaba trabajo mantener contacto visual.
-18 y medio centímetros-, me dijo, creo que con la intención de terminar ahí la conversación, pero eso solo despertó aún más mi curiosidad, y mi excitación, pues a mi novio le mide un poco menos de 15.
-¿Me la enseñas?- le pregunté, creo que él no se esperaba que yo fuera a ser tan desafiante, abrió bastante los ojos y me dijo –Claro que no, eres solo una niña, además si tú mamá se entera de que estuvimos hablando de esto me mata-, -pues ese es el punto, que mi mamá no se va a enterar de nada-, le respondí; se quedó callado un momento.
–No, si quieres verga tendrás que buscar en otro lado-, me dijo titubeante-.
–Pero tú tienes una muy buena y al alcance de mi mano-, le dije mientras estiraba mi mano hasta su rodilla, empecé a acariciar su pierna derecha, él no se quitó.
–No creo que esto sea una buena idea-, me dijo tragando saliva, solo necesitaba un empujón más.
Me levanté la blusita que traía, enseñándole mis firmes tetas, -¿seguro que no?-, le pregunté-, hizo un gesto como cuando pierdes una pelea y se abalanzó sobre mí, empezó a darme un profundo beso, su lengua buscaba la mía con deseo, y yo le respondía con la misma fuerza.
Se volvió a sentar en la silla del comedor donde estábamos sentados mientras me jalaba hacia él, retiró completamente mi blusa y empezó a devorar mis tetas.
Sé lo mucho que los hombres las admiran, me encanta tentarlos con ellas.
El muy cabrón sabía lo que hacía, me estaba dando mucho placer cómo manoseaba mis tetas, chupaba mis pezones deliciosamente.
–No sabes cuántas veces me he masturbado pensando en estas tetas-, me dijo jadeando, tallando su cara en medio de mis tetas.
Levanté su cara por el mentón y le di otro beso intenso, -pues tu pene me ha pasado por la mente algunas veces, y por fin lo voy a probar-, le dije, lo tomé de la mano hasta la sala y lo senté en el sofá, tomé una de las ligas que traía en la muñeca como pulsera y me hice una cola de caballo, mientras él se puso de pié para quitarse la ropa, quedando solo en boxers y calcetines.
Así de pie como estaba le bajé el bóxer, descubriendo ese delicioso pene que estaba a punto de hacerme gozar.
Quizás era porque la de mi novio es más corta y delgada, pero la verga de Ramiro se veía muy grande, a pesar de que aún no estaba del todo erecta.
Ramiro sonrió con mi cara de sorpresa al ver su gran pene, se volvió a sentar en el sofá y empezó a acariciar su virilidad, de arriba abajo.
-¿Te gusta?- me dijo con una gran sonrisa en su boca, -me encanta-, le dije también sonriendo, moviendo la cabeza de arriba abajo al ritmo en que estaba masajeando su verga.
-¿Y qué piensas hacer con ella?- preguntó, lo cual me provocó a ponerme de rodillas frente a él.
Recorrí sus muslos con mis manos, hasta que llegué a su caliente miembro, palpitante, no podía rodearla toda con mi mano.
Quería provocarlo lo más posible, demostrarle que aunque fuera el doble de mi edad yo también tenía habilidades.
Lo primero que hice fue recorrer con mi lengua, muy despacio, desde los huevos hasta la punta, al llegar a ella me metí la cabeza a la boca, apenas me cabía.
Ramiro se estremeció, echando la cabeza hacia atrás.
Empecé a darle una buena mamada, nunca había tenido un pene tan grande en mi boquita.
Tenía poco pelo, al parecer se los recorta con máquina, se veía muy limpia en ese sentido, muy agradable a la vista, además de su gran tamaño.
Empecé a pajearlo con ambas manos, estaba embelesada admirando ese enorme pene, grueso y venoso.
Cada que le brotaba líquido pre-seminal se lo limpiaba con la lengua, así lo tuve un par de minutos, haciéndolo gozar y sufrir a la vez; entonces me tomó de la coleta y me jaló hacia su verga, -pon las manos en tu espalda-, me ordenó, lo cual me puso muy caliente.
Lo obedecí y él tomó control, me hizo mamarle la verga al ritmo que él quería, pero era consciente del tamaño de su miembro, que apenas me cabía en la boca la mitad, haciéndome dar arcadas, me la metía lo más que podía y luego la sacaba para dejarme respirar.
–Eso putita, trágatela toda-, me decía calentándome más y más.
Estaba usando mi boquita como si fuera una vagina y yo lo estaba disfrutando bastante, así como mis ojitos de llenaban de lágrimas por atragantarme con tremendo falo, mi vagina empezaba a mojarse mucho también.
Estaba yo como hipnotizada, disfrutando de ese delicioso pene en mi boca, saboreándolo como si fuera el último que fuera a tener; -Me voy a venir, nena, abre la boquita, quiero que te lo tragues-, me dijo poniéndose de pie y sacándomela de la boca.
Con una mano puso mi cara en la posición que él quería, jalándome del cabello, mientras que su otra mano le dio un par de jalones a su verga y empezó a venirse, yo estaba con la boca muy abierta, esperando mi recompensa.
Derramó una gran cantidad de leche, rica y espesa, que yo me tragué con una gran sonrisa en la cara, y proseguí a continuar chupando su gran pene, delicadamente, dándole besitos en la punta.
–Qué pervertida resultaste nena-, me dijo sonriendo.
Así, empapado en sudor, con su gran pene aun erecto y sonriendo, empecé a verlo bastante sexy.
Quizás era el efecto embriagador de su aroma de hombre, junto con su semen que recién me había tragado, pero estaba disfrutando mucho lo que estaba pasando.
-Ven, vamos a tu cama-, me dijo levantándome y llevándome a mi cuarto; entramos, dejó la puerta abierta para más o menos vigilar si llegaba mi mamá, pero sabíamos que faltaban al menos un par de horas para que llegara.
Me aventó sobre la cama, quitó mi pequeño short que aún vestía, y empezó a devorar mi panochita, de manera experta.
Me quitaba el aliento su habilidad, me estaba dando el mejor oral de mi vida.
Mientras devoraba mi panochita con su boca, llevaba sus manos a mis tetas, apretándolas y pellizcando mis pezones con mucha habilidad, lo cual me estaba llevando a la gloria, no lo podía creer.
De repente se puso de pie, se quitó el resto de su ropa, ya desnudos los dos me tomó de las piernas y me colocó justo al borde de la cama para poder penetrarme.
-¿Estás lista?- preguntó, -¡Métemela ya!- le contesté; él sólo sonrío y empezó a sobar la cabeza de su gran pene en la entrada de mi vagina, haciéndome retorcer, y sin advertencia me la introdujo toda.
Me tenía vuelta loca con su bombeo, gritaba y chillaba de placer.
Puso su torso sobre el mío, lo rodeé con mis piernas y su cuello con mis brazos, me fundí en un intenso beso con él.
Por fin estaba sintiendo a un macho de verdad dominarme.
Su sudor y el mío nos estaban empapando, lo cual me encantaba.
Después de unos minutos así me puso en cuatro patitas y procedió a seguirme bombeando, perdí la cuenta de cuántas veces me hizo venirme.
No tardó mucho en venirse, vaciándose esta vez sobre mi espalda.
Nos desplomamos los dos jadeando sobre la cama, empapados de sudor y fluidos.
Ninguno de los dos lo podía creer, por un momento fue incómodo, pero hablamos y acordamos que mi mamá no se enteraría de nada.
Aún quedaba más o menos una hora para que llegara mi mamá, por lo que nos metimos a bañar, juntos, dándonos placer oral el uno al otro una vez más.
Él se visitó y se fue para que mi mamá no sospechara nada.
Desde entonces lo hemos hecho muchas veces, de hecho Ramiro fue el que me estrenó el culo, pero esa es otra historia…
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