mi primera vez en el campo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por priapiton.
Aquí estoy nuevamente para contarte otra época de mi niñez casi adolescencia, era la época de mis enamorados y que me daba el lujo de darles calabazas. Me sabia muy linda- eso me decían y yo me la creía- además que el espejito no me dejaba mentir, mis ojos verdes, mi perfil de una muñequita, nariz respingada y una boquita que en unos momentos mas van a ser testigos de cómo se me ensanchó.
Resulta que un trabajador de mi papa siempre me consentía, era el de mas confianza para el rancho, pues desde temprano estaba cumpliendo sus labores, y se despedía al ultimo, yo siempre le tenia consideración, hasta le regalaba que una fruta, que un pastelillo y el me lo agradecía.
Últimamente yo le tenia tanto apego, que hasta la daba un beso en la mejilla y el se turbaba todo, pero como yo era todavía una niña, pues no me daba cuenta. Cuando recién cumplí los 10 años, pues yo acompañaba a mi papa al rancho y aunque jugaba con mis amiguitos de la escuela, comencé a sentir cierto cariño por Juan, que asi se llamaba. El era muy alto, media caso 1.90 y delgado, sus manasas eran enormes y yo de alguna manera me sentía protegida cuando el me acompañaba. Y mi papa le tenia confianza y mi mama también. Cuando tenia que ir a fuerear –o sea hacer pipi atrás de la casita del rancho, un día note que estaba escondido detrás de un pilar y me observaba, yo ya tenia algunos pelitos en el pito y mis chichitas ya se me notaban un poquito hinchadas- pero nada que llamara la atención francamente. No tome en cuenta ese hecho. O sea hice de cuenta que yo lo había notado.
Cada vez mas frecuentemente le caia en la movida de observarme cuando yo hacia mis necesidades, inclusive en la casa de la ciudad. Cuando me bañaba de manera coincidente le sorprendia viendo mi cuerpo y lanzándome miradas lascivas.
También a mi me acicateaban los deseos propios de mi despertar puberal, pues comenzaba a tener sueños eroticos que no sabia como explicar y que no comentaba con nadie.
Finalmente ocurrió, un dia en el rancho me fui a hacer pis y accidentalmente vi que el estaba haciendo sus necesidades, o sea estaba orinando o cagando , waw!, que cosa mas grande le colgaba, casi como mi bracito y la cabeza como mi puño. Me quede petrificada observando aquella cosota. El reparo en mi persona y trato de ocultar aquella mandarria. Yo le suplique, dejame verla!, el se sonrojo y dijo no, nos van a cachar. Yo estaba ansiosa, nadie lo va a saber le dije.
A regañadientes se la fue sacando pero ya estaba mas pequeña, como que se intimido, le dije no es tan grande. Bueno me dijo el, pero puede crecer. Puede crecer? Le dije incrédula, claro que si me dijo pero la tienes que tocar…. Poco a poco fui acercando mi mano a aquella cosa y cierto, mientras mas la acariciaba, mas crecia, tenia un sombrero enorme que la hacia ver como los hongos de paraguita que había visto entre los arboles y el suelo. Fui agarrando confianza hasta que prácticamente lo tenia entre mis manos, era enorme, lo estaba empezando a desear. El lo noto y me dijo Lornita luego seguimos por que nos pueden caer en el negocio.
Yo me diji ahora es cuando, si no este cuate pensara que le voy a ir con el cuento a mi papa y nunca mas lo tendre entre mis manos. Cuando por fin alcanzo su tamaño como cuando lo sorprendi, se me vino a la mente que podía darle un beso; lo hice y el se estremeció y aquello se revolvio como una vibora. A mi edad no media las consecuencias de lo que hacia. El se relajo poco a poco y yo le empece a besar con fruición hasta que el me tomo de la nuca y de un golpe me la enterro prácticamente hasta la garganta. Por poco se me salen los ojos y me dieron ganas de vomitar. Después se me paso y comencé a meterme y sacarme la gran cosota y se me comenzó a escurrir la saliva, de repente me volvían a venir las ganas de vomitar pero mientras mas la saboreaba mas deseos de seguirla chupando. Creo que creció otro poco mas y note que mi boquita se ensancho porque ya no me costaba trabajo metérmela hasta dentro. Para ese entonces me temblaban las piernas y me punzaba la pepita, apenas con unos pequeños pelitos, la sentía inflamada y me comencé a meter mi manita; el lo noto y que me mete la suya, era tan enorme que al sentir uno solo de sus dedos sentí que se me partía en dos. Después me vinieron unas ganas inmensas de orinar, pero no era orin, sino un liquido viscoso y de un olor penetrante que lo enloqueció pues note un brillo extraño en sus ojos y comenzó a jadear. Me tomo entre sus brazos y sentí que me sacaba el aire, me comenzó a besar con violencia pero despertando en mi una lujuria que yo no sabia como explicar. El me levanto y en vilo me coloco su boca enorme y carnosa frente a mi pequeña panochita y la comenzó a succionar. Yo sentí que volaba y después caia a un vacio por lo que sentí una necesidad de lanzar un grito que el ahogo con un beso en mi boca ya no tan pequeña por el efecto del chupeteo de su verga de burro, se me ocurrió bautizarlo con el nombre de Juan “burro”, por su tamaño pues. Cuando ya sin voluntad le pedi que me la metiera, no sin antes percatarme que nadie nos veía.
Era como un escondite detrás de unos arbustos.
El me coloco suavemente sobre la hierba y yo quede con mis pechitos al aire y también la vulva , la cual comenzó a ensalivar abundantemente, cuando calculo que estaba suficientemente lubricada me la fue metiendo poco a poco, sentí que se me partia la pelvis hasta tronarme prácticamente. Comencé a moverme y entonces sentí que el gran garrote estando metido solo a la mitad, ya me estaba tocando el fondo. Primero fue como una estaca pero con los movimientos de vaivén me fui acoplando y una vez cai en el ritmo de Juan “burro”, ya no sentí dolor, solo un gran placer y entonces me comencé a moverme como una puta. No dejaba de besarlo donde se podía y a enrollar sus riñones con mis piernitas, sin lograrlo. Comencé a sentir algo que me recorría en todo el cuerpo y que me hizo gritar acompasadamente al ritmo de los espasmos de mis primeros orgasmos.
El hombre aquel se volvió loco de placer y no me soltaba, estábamos trabados como perros y el no terminaba, seguía y seguía y yo ya no veía, mi respiración se volvió ronca y no me salía casi. Por fin sentí un gran chorro dentro de mi vaginita y me comenzó a escurrir un liquido blanquecino como leche, caliente y viscoso. Por fin después de un buen rato aquel varejonudo se me despego y se escucho un chasquido ¡Shooock! Y me salió toda aquella leche que me llego hasta los pies. El agarro una cubeta con agua y me lavo las piernas hasta que me quedaron limpias y después de un salto se agazapo detrás de unas matas de plátano. Justo en ese momento mi papa se asomo y me dijo, Lornita, donde estabas, ya tiene rato que te ando buscando y nos tenemos que ir, nos has visto a Juan?, no, no lo he visto, estaba viendo si habían plátanos para llevar. Si quieres ya vámonos. Yo busco a Juan. Juan!, Juan! Donde te metiste?. A lo lejos (no tanto) me contesto: aquí estoy!. Ya ves papa? Ahí esta Juan. Vámonos pues me dijo mi papa.
Nunca se me olvidara la perdida de mi virginidad y sobre todo mi experiencia con Juan “burro”. Ahora ya sabes como es que se me ensancho la boca (y la panocha). Ahora me cabe una buena verga sin importar el tamaño.
buen relato, espero halla mas
«yo ya tenia algunos pelitos en el PITO y mis CHICHITAS ya se me notaban un poquito hinchadas».
¿En qué quedamos? ¿Tienes uno o tienes las otras? ¿Eres hombre o mujer? Confunde esa variación.
Me la mojan los niños y me dan ganas de chupártelo y de cogerte un montón si eras uno, pero eso me echa atrás.