Mi profesor del colegio es un Pervertido
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por RelatosDeTodos.
Mi profesor del colegio es un pervertido. El otro día, vi cómo se mordía los labios al ver el escote de mi amiga Ana. Como estábamos en examen, nadie más se dio cuenta, pero yo siempre lo estoy vigilando porque sé que es un pervertido asqueroso. Desde aquella vez, me he fijado cómo se le van los ojos cuando Cintia pasa frente a él y cómo le encanta que Raquel le ayude a borrar el pizarrón.
Sólo para estar cien por ciento segura de lo que digo, decidí hacer la prueba yo misma. Ese día me subí la falda del uniforme y me senté en la primera fila de la clase. Al principio hizo como que no se daba cuenta, pero cuando crucé las piernas, de inmediato me dirigió una mirada de soslayo.
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El resto de la clase se la pasó titubeando y equivocándose en la lección, pero eso sí, no perdió detalle del momento en el que tuve que agacharme para recoger la pluma que había caído de mi pupitre. Tuve que arrodillarme de espaldas al pizarrón y pegar la cabeza al piso para poder ver exactamente en dónde estaba la pluma. Para colmo, la falda se me subió un poco, dejando parte de mi ropa interior al descubierto… El muy puerco estuvo comiéndome con los ojos todo ese rato.
Por si fuera poco, me puso a borrar el pizarrón en vez de Raquel. Tuve que pararme de puntitas para alcanzar la parte más elevada de la pizarra. Mientras lo hacía, sentí sus ojos examinando mi cuerpo con detenimiento… ¡Qué sinvergüenza!
En el colmo del descaro, se le ocurrió hacer examen sorpresa sólo para poder estar recreándose con mis piernas. Yo intentaba concentrarme, pero su mirada lasciva no me dejaba pensar. ¿Qué estaría pasando por su mente perversa? Me puse muy nerviosa: me mordía los dedos y frotaba los muslos uno contra otro… el cerdo no dejaba de mirarme. Me ruboricé e incluso empecé a transpirar, así que tuve que desabrocharme la blusa para refrescarme un poco… sobra decir que sus miradas se hicieron más explícitas y yo me puse aún más inquieta.
Cuando me di cuenta, el tiempo se había agotado y no había logrado terminar. No quería arriesgarme a una mala calificación, así que me levanté para ir a preguntarle si no podía evaluarme de otra manera. Se me quedó mirando de arriba a abajo, deteniéndose en mi escote, y luego dijo que no acostumbraba darle trato especial a ningún alumno. Le dije que podía hacer tareas o trabajos extra… sin importar lo difíciles que fueran. De nuevo me miró de arriba abajo. Luego me dijo que sólo una vez había hecho una excepción… sonriendo, me preguntó si estaba dispuesta a quedarme después de clases. Seguramente estaba pensando en alguna de sus fantasías perversas. No tenía muchas opciones, así que le dije que podía quedarme esa misma tarde. Me dijo que íbamos a dar un buen repaso para ayudarme a subir mis notas.
Aquella tarde me quedé en el salón mientras todos mis amigos iban rumbo a casa. Antes de empezar, me puse a borrar el pizarrón… no me importó que estuviera limpio, quería mostrarle al profesor que tenía muchas ganas de subir mi calificación. Al ver la energía con la que limpiaba la pizarra, él también se sintió contagiado. Ni siquiera esperó a que terminara de borrar, aprovechó que yo estaba de puntitas para empezar con el repaso inmediatamente. Esta vez, en lugar de examinar mi cuerpo con los ojos, decidió hacerlo con las manos, poniendo especial atención en la firmeza de mis senos y la suavidad de mis nalgas. ¡Uf! El cochino levantó mi falda y me manoseó el trasero mientras yo seguía empeñada en dejar el pizarrón bien limpio. Yo aprovechaba el repaso al máximo, pidiéndole que hiciera mayor énfasis en todos aquellos puntos débiles que era necesario reforzar una y otra vez.
Tal fue mi atención y entusiasmo, que mi profesor repitió la actividad punto por punto pero ahora en forma oral. Para ello, me sentó sobre el escritorio, desabrochó mi blusa y soltó mi sostén. Después de enredarse en mis pezones, su lengua fue bajando a lo largo de mi torso hasta llegar a las ingles, donde aprovechó para desnudar y repasar también mi florecita. El método oral me pareció muy efectivo, era una dinámica que me había enganchado profundamente. Me apasionó tanto que, como buena alumna, puse en práctica los conocimientos adquiridos de manera inmediata. Al principio me costó un poco de trabajo pero mi profesor fue guiándome a lo largo de todo el camino. Mis labios recorrieron su sexo una y otra vez, demostrando la notable facilidad que tengo para los exámenes orales.
Mi desempeño fue tan bueno que el profesor decidió alargar la lección para darme más puntos. Con el pantalón en las rodillas y mis calzones en el piso, me empinó sobre el escritorio y me penetró en forma delirante. En la forma de cabalgarme, se notaba que estaba muy orgulloso de mi perseverancia y que deseaba premiar mi aprovechamiento con los más altas calificaciones. Yo gozaba al sentir su generosa virilidad repasando mi rincón más sensible. Y fue así cómo mi profesor me fue llenando toda con su energía hasta que nos fue imposible detener el maravilloso orgasmo en el que estallamos los dos. Para tener puntos extra, me incliné sobre su pene aún tieso y me bebí aquella tibia leche que seguía brotando y brotando hasta que mi profesor se derrumbó en la silla, totalmente extasiado.
Obviamente, mis calificaciones han mejorado desde entonces. Y es que ahora las clases me parecen interesantísimas, a tal grado que siempre me ofrezco como voluntaria para borrar el pizarrón, mientras el cerdo de mi profesor me desnuda con los ojos y se imagina quién sabe cuántas porquerías. Además, por las tardes, seguimos repasando las lecciones pasadas. Algunas de mis amigas han notado mi mejoría y quieren estudiar conmigo… Por el momento les he dado largas pues no sé si están dispuestas a poner el entusiasmo que yo pongo en las lecciones que me da mi profesor. Y es que he mejorado a tal grado que mi profesor siempre me pide que demos un repaso oral de todas las lecciones anteriores para luego enterrar su tronco en mis entrañas y terminar embarrándome su leche por todos lados. No sé, tal vez algún día podamos repasar la lección entre varias…
Así pues, definitivamente, mi profesor del colegio es todo un pervertido… por eso, no puedo esperar a que llegue el próximo examen, pues parece que necesitaré sesiones de repaso extra.
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