MI SEÑORA IMPOSIBLE
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Como estaba repodrido de la gran ciudad decidi mudarme a un pueblo tranquilo. Encontre uno junto al mar, a medio mundo de mi casa natal y alli decidi quedarme. Todo era nuevo para mi. Excepto los bares.
Siempre hay vida de bar en los pueblos y es alli donde se cuecen las habas.
Encontre un lugar en el centro del pueblo, que de todos los existentes reunia las condiciones de buen gusto, buena musica y gente linda que una persona como yo necesita como entorno para que la cerveza, el vino o el cafe no le causen retortijones de estomago.
Y de alli me hice parroquiano.
Soy Ingeniero, tengo 35 años y me conservo muy bien. Digamos que aun tengo pretensiones de ligar a destajo lo que se me ponga a tiro y sea de mi gusto.
Pero tambien era el forastero del pueblo, es decir, alguien que no conoce a nadie pero que es estudiado y conocido por todos.
Sin embargo, encogi mis hombros estoicamente frente a esta situacion y en cuestion de mujeres empece a elegir con quien soñar cada noche. Porque de follar nada ¿Eh?. Nadie le pasa bola al "de afuera".
De todas mis fantasias, una mujer se llevaba las palmas. Debo decir, por mal que le pese a mi amiga Kryxtal, que tengo debilidad por las maduras. Es que las mujeres menores que yo son muy kilomberas. En cambio las mayores, generalmente comprometidas con alguien mas, guardan el placer morboso por el sexo puro. Y saben callar despues.
Les decia que de todas las parroquianas de mi bar, habia una que se llevaba las palmas.
Aterrizaba en la barra con precision cronometrica todos los dias a las 19. Y por supuesto yo estaba esperandola solo para verla.
¿Ver que?, diran ustedes. Bueno ver y gozar su elegancia. Pantalones muy ajustados que exaltaban piernas y culo de veinteañera. Botas tradicionales de punta muy fina y taco muy alto (no como los zapatos lunares y de pesimo gusto que usan las mocosas ahora), camisas o yerseys entalladas para mostrar senos grandes y erguidos. Peinados prolijos en sus cabellos negros y lacios. Un placer de mujer. Fina y seguramente exigente. Inalcanzable para un vulgar y desconocido inmigrante americano (del sur, los yanquis roñosos nos han robado hasta el gentilicio).
Solo tenia un punto debil: su cara. Que no era fea, debo ser justo. Pero tampoco era de Top model y, en cierta forma, no cuajaba con su porte y su cuerpo.
Pero yo puedo perdonar algunos defectos. Despues de todo nadie es perfecto, ¿no?. Asi que acabo de presentarles a la que entonces era dueña de mis pajas.
Tendria que contarles mucho mas de lo que se admite en estos relatos, para explicarles porque a mi edad la voluntad de los dioses ya no me sorprende.
Y es aqui donde la historia empieza a ponerse interesante.
Porque ocurrio que un dia, desafiando inexplicablemente a las mafias locales de la construccion, logre ganar una licitacion comunal para la reparacion de unos monumentos publicos.
Quien conozca estos temas, debe saber que siempre se formalizan con la firma de un contrato que segun el monto de la obra requiere mayor autoridad para su rubrica.
Y a mi me toco firmar el convenio con el mismisimo Alcalde, cuya señora esposa era. . .
Si, lo han adivinado: la reina de mis sueños.
El alcalde era un buen tipo. No por nada ganaba las elecciones sistematicamente desde tiempo inmemorial. Un tipo honesto (robaria solo el 3% del erario publico, jajaja). Tendria unos 65 años y su esposa no llegaria a los 50.
En el agape posterior, tuve oportunidad de conversar con ellos. Asi me entere que Merce (ella), habia sido reina del lugar a los 19, cuando Juan (el) era ya un experimentado concejal en busca del ejecutivo.
Bueno. Mi tactica fue basica: no apurar las cosas y hacerme amigo de ambos.
Y vaya que lo logre. No fue dificil. No soy mal tipo y ellos eran macanudos.
Primero me estudiaron. Vigilaron mi trabajo como perros de presa. Pero yo no falle.
Como la obra tenia que ver con monumentos publicos y el gusto femenino era fundamental, mi inspectora fue Merce, que, a pesar de no tener cargo oficial, auxiliaba a Juan en esas tareas.
Aparecia de improviso en los trabajos, vestida con ajustadisimas prendas y anteojos de sol. Yo perdia la concentracion y me masturbaba freneticamente por las noches con su imagen diurna.
A veces me retaba con una altura proverbial. Otras simplemente daba su opinion. Pero por suerte siempre se iba conforme.
Fue lejos mi mejor trabajo. No podia fallar por la perspectiva economica a futuro y tampoco queria hacerlo porque la deseaba a ella con todas mis fuerzas.
Despues de esa obra vinieron otras y otras y en un pocos meses me transforme en un tipo adinerado. Y solitario.
No me fijaba en otras mujeres. Mi obsesion por Merce era tal que debia luchar por no venderme ni dar que hablar al populacho.
Tarea muy dificil disimular mi pasion. Sobre todo porque el matrimonio me abrio primero las puertas de su casa y luego me brindo su amistad.
Juan me invitaba los sabados al golf (deporte que odio) o de pesca (deporte que aborrezco), o de caza (deporte que me pone al borde del suicidio). Pero todo ello lo soportaba porque despues seguia el almuerzo con Merce, que siempre lucia esplendida.
Tambien me presentaron la clase alta local.
Me invitaban a toda clase de fiestas. ¡Y que fiestas!. No faltaba nada en ellas. Champagne en cataratas, whisky del mejor, mujeres vestidas como modelos y quizas hasta pasta en los excusados.
Comenzaban temprano y terminaban al alba. Con esposos muy bebidos para conducir y esposas con ganas de follar que no serian satisfechas.
Y yo solo. Como un vil pajero.
No era que me faltasen oportunidades. Simplemente no era Merce la que me las daba.
Nos hicimos muy amigos en menos de un año.
Y tambien confidentes.
Juan me decia que ya no tenia el vigor de antes, y que estaba preocupado porque para Merce no parecia pasar el tiempo.
"Mirate tu", me decia. "Tu eres un adonis". "Las mujeres que yo tenia a tu edad me las tiraba en grande". "Pero ya no puedo, aunque quiero".
Merce por su lado, me contaba que Juan estaba deprimido y que bebia demasiado. Una forma implicita de confiarme que ya no la follaba.
Yo apenas la escuchaba. Solo queria comerme su coño. Pero hacia esfuerzos demenciales por defender a mi amigo.
Sin embargo, una tarde de sabado de primavera, en que hacia un espantoso calor, pude ver el problema en directo.
Habiamos tenido una tremenda caminata de caza. Y Juan habia rematado su cansancio con una botella entera de rioja.
Durante el almuerzo todo iba mas o menos bien. Pero a los postres no aguanto mas y se retiro a la siesta para fermentar su trago.
Quedamos Merce y yo charlando de sobremesa amigablemente.
De pronto me dijo "Me ha dado ganas de tomar el sol junto a la piscina"
"Pues hazlo. No te preocupes por mi".
Ella sonrio y me dijo: "Ire a cambiarme".
Yo quede solo a la sombra del aromo bebiendo mi unica copa de rioja.
Pero a los 15 minutos, casi me atraganto cuando volvio cambiada.
A ver.
Lo contare despacio porque me complace recordarlo.
Caminaba con una tanga dorada minuscula. Su cuerpo no tenia ni un gramo de grasa. Ni celulitis. Su culo era de una redondez perfecta y dejaba entrar el hilo dental dorado entre sus cachetes con una perfeccion absoluta.
Su parte superior acentuaba el tamaño de sus senos y los juntaba para mostrar un canalillo exuberante.
Y todo estaba rematado con unas sandalias de tiras finisimas y tacon medio que resaltaban la belleza de sus pies y de sus uñas pintadas de rojo carmesi.
¡Una diosa!.
Se acerco a la piscina y se sento en un catre de sol. Me miro. Me regalo una sonrisa y me pregunto:
"Daniel, ¿Me untarias la crema?"
Yo casi tropiezo por la celeridad en levantarme a cumplir los deseos de mi señora. Pero lo disimule bien.
Me acerque y empece a friccionar su espalda suavemente.
O bien Merce pensaba que yo era gay o me estaba provocando escandalosamente.
¡No podia ser tan pelotudo!. ¡Me estaba provocando escandalosamente!. Queria, deseaba mi polla.
Mire a mi alrededor. Recorde que el sabado la servidumbre tenia franco en la casa.
Pero no me animaba a intentar nada.
Ella reia cuando la untaba. Acusaba cosquillas en su espalda.
Mi polla estaba a reventar.
Mis manos se movian circularmente sobre la espalda de esa hembra que seguramente estaba insatisfecha hacia tiempo.
Le sugeri pararse para untar su espalda baja con mas comodidad.
Ella se levanto y yo me sente detras de ella.
Merce saco su culo hacia mi cara de forma tal que mi aliento debia llegarle. No aguante mas.
Me levante, la tome por la cintura y empece a besarle el cuello suavemente mientras mis manos acariciaban su cintura, y mi pija se apoyaba en su culito.
Ella se mostro demasiado artificialmente sorprendida.
"¡"Daniel. . . ¿Que haces?!"
Yo no le hice caso y comence a caminar con ella hacia el vestuario.
Al entrar, cerre la puerta tras de mi y la bese intensamente tomando su culo con la fuerza de ambas manos.
Ella devolvio mi beso y nuestras lenguas se buscaron con fuerza.
Desprendi el sujetador y dejando sus senos al aire.
¡Eran preciosos!.
"Te deseo Merce", atine a decirle. "Quiero follarte y que seas mi hembra"
Ella no contesto.
En lugar de eso se arrodillo frente a mi y empezo a mamar mi polla.
Yo acariciaba sus cabellos y la empujaba cada vez con mas fuerza. Me la follaba por su boca.
Luego de un rato la incorpore, corri su tanguita y la penetre.
Note como si una corriente de mil voltios la atravesara. Ella gritaba en mi oido su placer.
"Metemela. Metemela hasta el fondo. Quiero esa polla desde que pisaste este pueblo. Damela"
No podia creer lo que mis oidos percibian. ¡Cuanto tiempo perdido!.
La recontraacabe alzandola con las manos en el aire. La acabe por su coño y enseguida tambien por su culito, del que se notaba no era virgen. Mas adelante supe que ella gozaba mas de la penetracion anal.
Porque claro, fue desde entonces mi amante. Al principio en secreto y luego la comidilla del pueblo. La alcaldesa y el extranjero 15 años menor. . .
Juan no tardo en enterarse y cuando lo hizo no le importo.
Es mas, cuando lo supo me dio su aprobacion ("mejor que seas tu el que me haga los cuernos") y solo me pidio que lo dejara espiar.
A sus años se habia transformado en perverso. Pero aun asi era mi amigo.
Por supuesto que la vida aparente siguio igual. Siempre la apariencia manda en los pueblos.
Seguia siendo invitado a sus fiestas y era una sensacion extraña llegar y que la dueña de casa me saludara con un beso frances frente a su marido e invitados, o que me masajeara la polla en los rincones o me follara en los excusados cuando su limite de alcohol la liberaba.
Yo tambien pedia mas.
Las fiestas de la alcaldesa eran cada vez mas permisivas y el cambio de parejas en ellas era algo habitual. Aunque yo no le permitia otros hombres y ella no me lo pedia.
Llegue a follarla unas cuatro veces en la misma fiesta. No alcazaba a llenarle su coñito que ya la deseaba de nuevo.
Aparecia de improviso en mis obras luciendo modelos cada vez mas escandalosos. Cada dia era mas puta. Mas mi puta.
Y un dia, Juan murio.
Concurri sentidamente a su sepelio y luego lo recorde revolcandome en su cama con su viuda y follandola en su honor.
Merce fue mi mujer por cinco años mas. Hasta que yo simplemente cambie. Y tan silenciosamente como una vez llegara a ese pueblo, desapareci sin dejar rastros.
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