MI TIO VAQUERO CALIENTE
Nunca había contado esto. Fue un verano que nunca olvidaré y que marcó mis preferencias en cuanto al sexo..
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sebasr38.
Tengo ahora 40 años, soy un tipo de lo más normal, divorciado, con un hijo. Soy bisexual, creo desde siempre, tal vez esto que voy a relatarles tuvo que ver en mucho con mis preferencias sexuales.
Tenía yo 8 u 9 años, era verano y por algunas circunstancias familiares mis padres me llevaron a pasar mis vacaciones a casa de los tíos, al Este de México. Mis tíos eran una pareja, en aquel entonces, de 38 o 40 años aproximadamente y tenían 3 hijas: Una joven de 16 o 17 años y unas gemelas de mi edad. Mi tía era una persona muy cariñosa y cordial y mi tío era un tipo grande, grueso y bigotón; siempre lo recuerdo con sus jeans, botas, camisa de manga larga y sombrero, motivo por el cual, en la familia le llamábamos el tío vaquero. Era muy dicharachero y bromista, a mí siempre me causó admiración por lo imponente de su altura y también me causaba cierto morbo, ya que cuando descansaba en su cama viendo la TV después del trabajo, discretamente metía su mano en sus pantalones, jugándose la verga; eso no sé si lo hacía siempre o solo cuando estaba junto a mí, me producía sensaciones, para ese entonces, extrañas, sentía cosquilleos en el vientre y me ponían erecta mi pequeña verguita.
Una mañana, la tía me despertó muy temprano, me dijo que acompañaría al tío vaquero a su trabajo, eufórico por la noticia me levanté, preparé una pequeña mochila con ropa y me metí al baño, ya calentaba el agua para meterme cuando mi tío abrió la puerta y dijo que nos bañaríamos juntos para ahorrar tiempo. Yo me sentí apenado por mi desnudez, pero por el rabillo del ojo le veía quitarse el pijama: tenía el pecho lleno de vellos, pero mi asombro fue mayor cuando dejó ver su enorme verga colgando entre un mundo de vellos y dos enormes huevos igual de peludos, era impresionante, nunca había visto algo así, le vi acercarse a la ducha, su verga se movía de un lado a otro, no podía dejar del verla, mi tío debió darse cuenta ya que agarrándosela me preguntó, entre risas, si mi padre la tenía así de grande, creo que no le respondí. Ya en la ducha comenzó a enjabonarme, sentía sus manotas en mi espalda y luego bajaba hasta mis nalguitas, donde se detenía, las separaba y tallaba, mientras con la otra mano me lavaba mi verguita diciendo algunas bromas de mi erección, me sentía un poco incómodo pero me gustaba mucho lo que me hacía; aquella verga de gran cabeza que estaba junto a mí, me producía sentimientos encontrados y no perdía oportunidad de rozarla con la mano. Era como un imán.
Después de bañarme, él continuó con lo suyo: era enorme, la espuma le cubría el cuerpo y le escurría por su verga y por sus nalgas cubiertas de vello, comenzó a lavarse su verga, jugaba con la cabeza, el tronco y los huevos, yo estaba como hipnotizado y casi sin darme cuenta aquella enorme verga comenzó a crecer más y a ponerse dura. Me asusté cuando aquel palo estaba completamente arqueado hacia arriba, era impresionante, nunca había visto algo así; mi tío no decía palabra, se bañaba como si nadie estuviera con él. Después de la ducha, salimos, él como siempre diciendo y haciendo bromas y yo ya más calmado riendo de sus ocurrencias, siempre fue muy divertido. Camino a su trabajo, me preguntó si no solía bañarme con mi padre, yo le respondí que a veces solía bañarme con alguno de mis dos hermanos, pero no con mi padre.
Mi tío trabajaba en una fundidora, desde su pequeña oficina se podían ver enormes calderos y máquinas que movían enormes piezas de hierro, fundían rieles para el tren. Había muchos hombres trabajando, bajo ese rojo calor insoportable. Yo pasé todo el día admirando todo ese panorama desde la oficina, mientras mi tío subía y bajaba en todo momento. Poco antes de la hora de salida, mi tío me preguntó si quería bajar para ver de cerca todo aquello, por supuesto que dije que sí, así que bajamos con cascos y una camisola que me puso para mi seguridad. -No te separes de mí- me ordenó. Así recorrimos las calderas y toda la maquinara, mientras mi tío saludaba y hacía bromas a cuanto compañero se encontraba. De pronto se oyó un gran zumbido, era la hora de cambio de turno, así que poco a poco se fueron separando de sus puestos y dirigiéndose a las duchas.
Mi tío y yo estábamos excesivamente sudados, así que nos dirigimos también a las duchas: Hombres gordos, flacos, viejos, jóvenes… todos haciendo bulla, unos bajo la ducha, otros paseándose desnudos, otros más junto a sus casilleros quitándose o poniéndose la ropa. Enormes vergas y nalgas por todos lados, aquello parecía un mercado de hombres desnudos, yo estaba asombrado. Mi tío y yo nos bañamos en una sola ducha, pero yo no perdía ocasión de ver a todos aquellos cuerpos desnudos, me sentía muy excitado; luego, nos dirigimos a su casillero donde nos cambiamos la ropa y del que mi tío sacó un maletín, luego nos dirigimos a su oficina. Ya ahí, se sentó frente a su escritorio y de aquel maletín sacó algunas piezas de hierro, como ceniceros y llaveros de distintas formas que él había fundido, yo estaba admirado por todo aquello; luego sacó una figura en forma de verga parada con sus huevos, de unos 6 o 7 cms., yo reí y lo tomé, estaba como recién pulido, brillaba. -Te gusta? Yo reí. -Es para un llavero, pero eso no lo puedes usar, te matarían tus papás, ja, ja, ja, – Reímos.
Después sacó una revista donde había mujeres desnudas con enormes pechos, yo las veía con asombro, no era la primera vez que veía algo así, ya que en alguna ocasión le descubrí a mi hermano mayor una parecida entre sus ropas. -Solo no digas a nadie de esto, eh… – dijo. Después sacó otra revista del maletín, esta vez era una de hombres desnudos pero de los que no se les veía la verga, eso me terminó de excitar y mientras veía esta revista, mi tío se levantó y cerró las persianas. -Ya nos vamos?.- pregunté. -Si quieres nos quedamos un rato a ver las revistas.- me dijo, por supuesto que dije que sí. Entonces mi tío se sentó detrás de mí (yo estaba parado junto al escritorio) y juntos veíamos la revista, de pronto sentí la mano de mi tío en mi verguita. -Ya está parado aquello!.- rió, yo me sentí apenado. -Te gusta?. Preguntó, yo asentí con la cabeza sin dejar de ver las revistas. Sin preguntar, mi tío me sentó en sus piernas para que yo viera más cómodo la revista, de pronto sentí algo duro en mi trasero e instintivamente pasé mi mano buscando lo que me incomodaba y me asusté al tocar algo; era la verga de mi tío que estaba fuera de sus pantalones y completamente parada, él dijo algunas bromas al respecto y me pidió que no me asustara, que así o más grande estaría la mía cuando creciera, no le creí; me bajé de sus piernas y quedé como hipnotizado viendo aquel enorme palo. -Quieres tocarla?, sin miedo!.
Con miedo pero con excitación la toqué, estaba muy dura, la recorrí toda y de pronto el tío sacó sus huevos, también estaban muy duros y peludos, admirado de todo eso se los acaricié. Mi tío comenzó a acariciarme mis nalguitas y a meter su mano en mis pantalones; sabía que lo que estábamos haciendo era malo, pero me gustaba mucho, me producía muchas cosas nuevas; metía sus dedos entre mis nalgas y tocaba mi culito. -Que bonitas nalgas tienes mi’jo . -Me decía.
Yo no podía dejar de acariciar aquel enorme palo y mi tío me decía cómo lo tenía que acariciar, yo estaba extasiado, nunca me había sentido así. Mi tío me bajó los pantalones, jugaba con mi verguita y mis nalgas. De pronto sacó de unos de los cajones un frasco, supongo que con alcohol, tomó la figura de hierro en forma de verga y la limpió, se puso saliva en sus dedos y los pasó por mi culito, sentí muy extraño pero me gustó, comenzó a meter un dedo y me dolió, lo sacó e intentó de nuevo con más saliva, logró meter, creo, parte de su dedo, después tomó de nuevo aquella figura de hierro y comenzó a metérmela, yo me quejé de un poco de dolor, pero no me lo sacó. -No sea chillón mi’jo.
Me dijo muy cariñosamente mientras me abrazaba contra su pecho. Después, ya no sentía dolor, solo sentía mi veguita más dura que jamás había estado, hasta que sentí un rico cosquilleo dentro de mi, algo muy extraño pero muy rico y después un pequeño ardor en mi verguita. Mi tío debió haber notado algo ya que lentamente y con un poco de dolor me sacó aquello que traía en mi culito, todo aquello me hizo soltar la verga de mi tío, quien tomó mi mano de nuevo y la envolvió en su verga de, esta vez haciendo movimientos más fuertes.
De pronto mi tío cogió un pañuelo de su escritorio y se cubrió la verga, yo no sabía que ocurría, los gestos que hacía le hacían parecer una persona extraña, segundos después se limpió su verga y al notar que el pañuelo estaba mojado, le pregunté si se había orinado. Él rió y me dijo que solo un poco. Después de todo aquello me puse de nuevo mis pantalones mientras mi tío se acomodaba los suyos, me alzó por las axilas y me paró en su escritorio, y con su rostro casi tocando el mío me hizo prometer que no diría nada a nadie, que ese era nuestro secreto «entre hombres» y finalmente me dio un beso en la frente. Esto último lo recuerdo con especial sentimiento ya que a pesar de que yo sabía que lo que hicimos no era bueno, me tranquilizó mucho.
Esa tarde llegamos a la casa y comimos todos como siempre, entre sus bromas de mi tío y la bulla de mis primas.
Después de aquella vez, nunca más volvió a repetirse la situación y mucho menos a mencionarse entre nosotros, a pesar que no fue el único verano que pasé con ellos y que muchas veces esperé que se repitiera.
Que rico tu tío.