Mi vecinita Angie (1a parte)
Introducción de «Un sábado cualquiera con mi vecinita Angie».
Soy profesor de educación básica, desde hace años he tenido un gusto por las nenas, pero ninguna como mi vecinita Angie, una niña morenita, delgada, pero con un coñito y un anito bien cerraditos y deliciosos.
Angie es la hija de 10 años de una vecina, madre soltera, que vive a un par de casas de la mía, dado hemos charlado en algunos momentos sabe de mi profesión por lo que pidió que le diera clases particulares a su hija para que mejorara sus notas.
Para mayor comodidad las clases se las doy los sábados en las mañanas, por un par de semanas no había problemas hasta que una mañana, sin proponérmelo comencé a apreciar su figura y ver como piernas como se dibujaban sus labios vaginales en sus pantaletas, pues llevaba una linda falda plisada.
Estaba tan distraído viendo el espectáculo que sólo salí de mi concentración cuando oí su voz diciendo:
– ¿Qué está viendo profe?
Volteé a verla y como estaba leyendo pensé que no me vería y bajando mi cabeza continué viendo sus piernas, ella se levantó y sentándose sobre mis piernas, me dijo:
– ¿Qué le llama la atención profe…?
Me puse rojo y no le contesté….
– ¿Me estaba viendo mis piernas?
Alcé la mirada y me sinceré.
– Sí, te estaba viendo las piernas y son muy bonitas.
Ahora ella era la que se ponía roja y tímidamente me decía:
– Gracias.
-¿Crees que soy bonita?
– Eres muy bonita Angie, estás creciendo y pronto vas a tener muchos muchachos detrás de ti.
-¿Usted cree?
– Por supuesto, no te mentiría, pero termina, no te distraigas.
Esto último se lo dije para que no viera lo cachondo que me estaba poniendo.
– Bueno.
Dijo con cierta resignación. Sin embargo, mientras estaba sentada en mis piernas empezó a moverse de un lado a otro, es movimiento de nalgas hizo que comenzara a tener una erección, al grado que ella lo notó:
– Profe, ¿qué ocurre?
– Nada, deja de moverte y continua.
El roce de sus nalguitas y movimiento estaban haciéndome delirar, pero no quería que se diera cuenta, además podía meterme en problemas por ello. Así terminó esa clase.
Al siguiente sábado planee ver que tan lejos podía llegar con ella, por ello dejaría una Tablet con algunas páginas y videos porno a los que pudiera acceder fácilmente, para ello le propuse que podía jugar o ver vídeos en ella por ir muy bien en sus clases, entonces la deje un momento sola y al regresar, la caché mirando porno.
– Angie, ¿¡qué estás haciendo!??
– ¡Perdón, perdón! Solita se abrió la página
– ¿Cómo que solita?, ¡sí veo que estás viendo esos videos!
– Perdón, profe no le vaya a decir a mi mamá, ¡me va a regañar!
– Bueno Angie, sólo porque eres tú te voy a perdonar
– ¿De verdad?
– Claro Angie, pero tienes que contestarme.
– Sí, está bien, pero no le diga a mi mamá.
– Una pregunta, ¿has jugado a La Casita?
– Mmm, sííí, con mis muñecas y unas amigas.
– ¿Y quién hacía de papá y de mamá?
– Mmm, yaaa, nooo, eso, nunca lo he jugado.
– ¿Entonces no sabes besar?
– Mmm, no, pero quiero aprender.
– Bueno, lo que viste en el vídeo es exactamente eso, jugaban al papá y la mamá.
Ahora empieza a ponerse roja y se muerde el labio al escucharme.
-Mmm, ¿te gustaría jugar conmigo?, podríamos jugar como ellos, será nuestro secreto, no le diremos a nadie, ¿de acuerdo?
Se quedó inmóvil y callada, pero asistió tímidamente con la cabeza.
Entonces tomé la iniciativa y puse mi mano en su pierna y fui subiendo por su pierna hasta llegar al borde de su pantaleta y pasando mi dedo índice por sus labios vaginales le dije:
– ¿Sientes rico?
– Sí profe
Entonces comencé a darle besarla despacio y posteriormente le levanté la falda de su vestido hasta la cintura para verle completamente sus piernas y su pantaleta y apretando mi mano contra su intimidad, sorprendentemente me dijo:
– Me gusta, ¡¡¡se siente muy bien!!!
Eso me ánimo más y le quité las pantaletas y puse mis dedos entre sus labios vaginales y procedí tocarla y metérselos en su conchita, se sentía muy caliente y húmeda, con mi otra mano presionaba su clítoris. Su reacción fue cerrar sus piernas y gemir.
– Ahhhhhhh, Profe.
– Profe, ¡aaaaaaagggggg!
Lo repetía mientras tenía los ojos cerrados y la boca abierta.
– Oooooohhhh.
– Mmmmmm.
Al decir esto último me percate que había tenido un orgasmo pues mojó mi mano y dedos copiosamente, después me dejó lamer su conchita y acariciarle un buen rato sus nalgas, una vez termine se vistió y se fue a su casa, sin despedirse ni decir algo.
Paso una semana, días durante los cuales me mantuve intranquilo pues temía que le hubiese dicho algo a su mamá, afortunadamente no fue así, pues Angie regresó a tomar sus clases lo cual me tranquilizo me permitió preguntarle:
– Angie, lo del otro día, ¿qué te pareció?
Ella no contestaba, se mantuvo demasiado callada, así que seguí preguntándole
– Mira, si no te gustó puedes decírmelo, no me voy a enojar, además como te dije será nuestro secreto.
Entonces por fin hablo.
– Sí profe, me gustó mucho.
– ¿Te gustaría volver a probar?
– Sí
Y así estuvimos por varias sesiones, yo la masturbaba y lamía, hasta que, en una de esas, tocó mi pene por encima de mi pantalón, el cual estaba totalmente erecto y duro, lo sobó y apretó, sin embargo se quedó pensativa y le dije:
– ¿Quieres verlo?
– Sí
Me contestó.
Me desabroché mi pantalón y bajándome la trusa se lo enseñé, ella se sorprendió al verlo, pero el sorprendido fui yo al verla tomarlo con sus manos, revisándolo, lo levantaba, veía mis huevos y los tocaba con curiosidad, yo estaba súper excitado y trataba de controlarme para no venirme, ella empezó a acariciar mis huevos y yo le decía como masturbarme ya que era el primer pene que tocaba en su vida y le pedí que se lo metiera a la boca, como en el video que miró, ella lo hizo mordiéndome, lo cual se sentía muy rico.
Mientras me la mamaba, yo le iba despojando de sus ropas, cuando quedó desnuda comencé a manosearla por todos lados, en ese momento me acordé de que tenía un bote de crema batida y fue cuando lo saqué y fui embarrándosela en todo su lindo cuerpecito, el cual instantáneamente comencé a comerme a lengüetazos, Angie se estremecía de tanto placer y cuando acabé de quitarle toda crema, comencé a comerme su culito y una vez bien lubricado le metí un dedo, ella apretó sus nalguitas y me dijo:
– Espere…
– No te preocupes, sólo quiero darte placer.
Y seguí jugando con su culito, así que me acosté y la puse encima, de forma inversa, para formar un 69, así que mientras ella también me masturbaba y comía la verga, yo lamia su vaginita y culito hasta que gimiendo llegó a su orgasmo, los dos nos corrimos al mismo tiempo, ella mojó mi mano y yo le lancé un chorro de leche a su carita.
– Aaahhh, ¿qué es esto?
Gritó al sentir mi cálida leche, puso una de sus manos en mi glande y seguía masturbándome recibiendo en su palma el resto de mi eyaculación. Con sus dedos lo tocaba como verificando su viscosidad y textura, lo acercó a su nariz.
– No huele mal…
– Es mi semen, mi leche.
Le contesté.
– Así como tú mojaste mi mano cuando la he metido, los hombres eyaculamos y le decimos semen o leche
– ¿Quieres probarlo?
Lo volvió a oler, sacó la punta de la lengua, pero se arrepintió.
– No, mejor otro día.
Se limpió la cara se fue a su casa.
Ésa era nuestra rutina, masturbarnos mutuamente, la cual paulatinamente fuimos agregando besos y caricias a nuestros cuerpos.
Saludos amigo (a), leo con sorpresa que te «apoyas» en partes de mi texto «Traviesa Vecinita», publicado en dos páginas más, pero de una manera inapropiada como es «Cortar y Pegar». Eso no está bien en esta comunidad de escritores y lectores de Eróticas, que escriben sus experiencias bien o mal facultados por su propia imaginación o creativida. Escribir no es fácil, todos aprendemos con esfuerzo, y lo más terrible son los Diálogos que deben ser naturales. Para eso hay que poner atención como habla la gente y en este caso las niñas. Te recomiendo que no copies textual a nadie, eso deja mucho que desear de quien lo hace. Espero continues haciendo relatos pero con el respeto a la autoría de otros y de los lectores, que precisamente uno me habló de tu publicación ayer. Otra cosa, trata de no equivocaste en el género No es «Sexo con maduras», Tu Angie no tiene 100 años. Mucha suerte y si deseas me escribes y conversamos.