Modelo de Webcam y Los Niños del Vuelo II
Cómo conocí a otro niño cuando estaba en el vuelo de regreso a Medellin.
Para los que no han leído sobre mis experiencias anteriores, mi nombre es Natalia, tengo 26 años y soy una modelo de webcam aqui en Medellín, Colombia. Tengo una hermosa figura, soy alta, tengo cabello castaño, ojos verdes, piel blanca, con un gran trasero y senos grandes, un “cuerpo de un millón de dólares” como dice mi mama jaja. No me gusta mencionar las medidas de mi cuerpo ya que cambian si no hago ejercicio o si no uso tacones jaja pero las dejo aquí abajo. Estas son mis medidas actuales:
Altura: 1.76 m (5’9”)
Peso: 72 kg (158 lb)
Medidas: 35-27-42
Como mencioné en mis experiencias anteriores, me encantan los niños y me considero una pedofila. Me excitan mucho y, recientemente, desvirgué a tres. A dos de ellos los conocí durante un show privado de webcam, y al último lo conocí en un vuelo de regreso a Medellín. Si quieres leer sobre esas experiencias, ¡haz clic en mi perfil!
Durante mi vuelo de regreso a Medellín, conocí a una pareja, Cecilia y Roberto, y me ofrecieron la oportunidad de cuidar a sus dos hijos, Angelito y Miguelito. Han pasado semanas desde que eso sucedió, y he estado cuidando a estos niños y teniendo sexo con ellos tres días a la semana, los Lunes, Miércoles y Viernes. Este año casi termina, y mi vida ha cambiado por completo. No solo sigo haciendo shows de webcam por la noche, sino que también veo y tengo sexo con mis otros dos pequeños amantes, Danielito y Carlitos los Martes, Jueves y Sábados. Seis días de mi semana, puedo vivir mis fantasías más tabú con cuatro niños jovencitos, el más joven de estos niños, Miguelito, tiene solo diez años. Espero poder seguir encontrando más peladitos a los que pueda corromper, y he decidido que dejaría de tener sexo con cualquier niño cuando cumpla los catorce años. De momento, ellos están perfectos, entre diez a doce años. Me encanta sentir sus cuerpos pequeños encima de mí mientras me follan, y ,e encantan sus dulces y inocentes voces cuando me dicen que soy la mujer más sexy del mundo. Y lo más importante, me encantan sus penecitos entrando y saliendo de mi coño mientras me follan apasionadamente. A los catorce años, mis niños amantes ya serán adultos jóvenes, y lo más probable es que no me excitaran tanto como lo hacen ahora.
El día después de que Sofia y yo tuvimos sexo con Danielito y Carlitos, yo estaba en el salón de belleza, haciéndome una manicura de manos y pies alrededor de las once de la mañana. Llevaba un top blanco, una falda negra y unas chanclas blancas esa mañana, que es lo que tenía limpio ya que el resto de mi ropa aún estaba en la lavadora. Esa mañana, Cecilia me llamó y me preguntó si podía empezar a cuidar a Angelito y Miguelito ese mismo día, lo que me sorprendió de lo rápido que querían que empezara. Le pregunté a Cecilia a qué hora necesitaban que llegara a lo que me dijo que me necesitaba como a las cinco de la tarde porque ella y Roberto tenían que volar a Bogotá y estarían de regreso al día siguiente por la mañana. No estaba segura si llegaría a tiempo a su casa porque tenía una cita con el peluquero después del salón de belleza, y tampoco no sabía en dónde estaba ubicada su casa. Acepté a regañadientes que estaría allí a las cinco y que ella podría enviarme la dirección. Desconectamos la llamada y, unos segundos después, mi teléfono vibró y tenía su dirección en mis mensajes de texto. Afortunadamente, su casa no está tan lejos de mí, aunque ella vive en una área agradable en El Poblado, o Las Manzanas de Oro, como le llamamos nosotros a esa comuna. Así que quería asegurarme de que me veía lo mejor posible antes de poner un pie en esa área y en su casa. Además, también quería asegurarme de que me veía bien para esos dos chicos, jaja.
De repente, sentí una oleada de emoción ante la idea de volver a ver a Angelito y finalmente tener la oportunidad de conocer a Miguelito, el niño de diez años, ya que no tuve la oportunidad de hacerlo en el vuelo. El técnico de uñas terminó de aplicar una nueva capa de esmalte de uñas rojo en mis manos y pies, y se veían lindos, y esperaba que mis dos amantes jovencitos las apreciaran y les gustaran cuando tuvieran la oportunidad de follarme nuevamente jeje. Después del salón de belleza, conduje hasta mi cita con el peluquero, y cuando me arreglo el cabello profesionalmente, siempre me gusta que me lo alisen, ya que mi cabello es naturalmente rizado. Me sentí tan relajada y mimada ese día. Me encanta arreglarme el cabello y las uñas, y me encanta lucir lo mejor posible todos los días, no solo para mis cuatro amantes jovencitos, sino también para cualquier niño potencial con el que me pueda encontrar, ya sea en un parque, en una escuela, en cualquier lugar. No solo me encanta cuando recibo una mirada de un peladito, sino que también me encanta cuando recibo miradas de hombres adultos cachondos. No porque me guste que estos hombres me miren, o porque me atraigan sexualmente, sino porque ellos no saben que mi cuerpo voluptuoso y sexy está hecho solo para niños, y solo estará disponible para niños púberes y prepúberes cachondos. jeje.
Alrededor de las tres de la tarde, llegué a casa y puse la ropa que tenía en la lavadora a secar, ya que tenía uno de mis leggings negros favoritos y un top corto allí que quería usar. Tuve muy poco tiempo para cambiarme de ropa, maquillarme y empacar una bolsa de lencería sexy y ropa de dormir ya que primero estaría tratando con los padres de esos niños, y no quería levantar sospechas al llegar vestida como una puta. Así que en la bolsa, empaqué maquillaje, un tubo de lubricante en caso de que uno de esos peladitos fuera lo suficientemente valiente como para follarme el culo jeje, y como no sabía qué lencería usar ya que ambos me quedaban bien, empaqué dos estilos diferentes de medias y tacones altos. Empaqué un par de medias negras y medias blancas, y un lindo par de uno de los tacones negros más altos que tengo. También empaqué un par de tacones transparentes lindos con plataforma, los mismos que usé cuando tuve sexo por primera vez con Danielito y Carlitos, y un sexy sostén de encaje blanco y tanga para combinar con los tacones transparentes y las medias blancas. Ya tenía puesto un sostén negro sexy y una tanga negra para combinar con las medias negras y los tacones altos negros. Para dormir, empaqué un camisón de color rosa y una vez que terminé de empacar, dejé la bolsa a un lado y durante la siguiente hora me concentré en mi rutina de maquillaje, ya que quería lucir bien para estos niños.
Una vez que terminé de aplicarme el maquillaje, noté que me quedaban unos cuarenta minutos, así que rápidamente me acerqué a la secadora y saqué mis leggings negros y el top corto. Luego, volví a mi cuarto y rápidamente me quité la ropa que tenía puesta para poder ponerme la otra ropa, junto con un lindo par de zapatos deportivos Nike. No tuve tiempo de mirarme en el espejo, así que rápidamente agarré la bolsa que empaqué y salí con prisa y me dirigí a la casa de Cecilia y Roberto. El tráfico no fue tan mal ese día, y llegué a tiempo a su casa, que es una casa realmente hermosa y moderna. Como mencioné en mis experiencias anteriores, valoro mi identidad y me encantaría mantenerme en privado, y para proteger mi identidad y la identidad de los demás, no mencionaré ninguna dirección o calle, pero lo que si les diré es que la casa en donde viven está valorada en millones, junto con las otras casas en esa zona. Por pura suerte me involucré con estas personas, y me alegro de haberlas encontrado en ese vuelo porque sus dos hijos son muy adictos a mí. ¡Ellos, junto con los otros dos peladitos, satisfacen mis necesidades sexuales y no me canso de ellos! Después de pasar una puerta de seguridad, estacioné mi auto en su camino de entrada, caminé hasta la puerta y toqué el timbre.
Unos momentos después, Cecilia abrió la puerta y ella, junto con los dos niños, me saludaron y en ese momento, mi corazón comenzó a latir más rápido al ver a esos niños. Angelito y yo inmediatamente nos miramos a los ojos y de repente, los recuerdos volvieron a mí. La sensación de su penecito joven penetrando mi coño dentro del baño de ese avión, y el orgasmo intenso que los dos compartimos juntos me inundaron, encendiendo lentamente una brasa de placer entre mis piernas. A medida que los recuerdos se desvanecían rápidamente, Cecilia me dejó entrar y les guiñé el ojo a los niños y sonreí cuando su madre me los volvió a presentar y bromeó diciendo que esta vez se estaban portando mejor y se llevaban bien. Nos reímos juntos y me incliné y saludé a cada uno de los peladitos y los abracé, dándoles a ambos un beso en la mejilla. Angelito y Miguelito se sonrojaron y cuando me puse de pie, Roberto se acercó a nosotros y me saludó. Aunque han pasado semanas desde que sucedió esto, Roberto no ha hecho nada para que yo me sientiera incómoda, aunque puedo decir que el me desea sexualmente jaja. ¡Si supiera que sus dos hijos están follandome jaja! Para no desviarme de la historia, estreché formalmente la mano de mi nuevo jefe, y él me agradeció por venir a cuidar a los niños en tan poco tiempo.
Cecilia también me agradeció y los dos me dieron un recorrido por su casa mientras los dos niños nos seguían de cerca. Primero me enseñaron las habitaciones de los niños, que estaban en el segundo piso. Mientras subíamos los escalones, podía escuchar a los niños susurrando entre ellos y cuando miré hacia atrás, supe que había elegido la ropa adecuada ya que esos peladitos pervertidos me miraban el trasero. Es por eso que me encanta usar leggings, no solo porque son cómodos de usar, sino también porque enfatizan mi trasero y mis largas piernas. Ahora que tenía la atención de estos peladitos ricos, aproveché la situación mientras sus padres subían los escalones frente a nosotros, así que para excitarlos, me baje los leggings un poco para que pudieran ver mis nalgas y mi tanga negra mientras subía los escalones delante de ellos. Sus susurros se hicieron más frecuentes y supe que a esos niños sucios les gustaba lo que estaban viendo. Cuando llegamos al segundo piso, me subí los leggings de nuevo hasta la cintura y entramos al primer dormitorio a la derecha, que es el de Miguelito. Su habitación tiene un tema en torno a un videojuego llamado «Minecraft,» y me di cuenta de que Miguelito es un gran admirador de ese juego, ya que sus sábanas son de ese juego, y tiene carteles de ese juego en todas sus paredes.
Cuando salimos de su habitación, caminamos por el pasillo y entramos a la habitación de Angelito a la izquierda, y su habitación es similar a la de Miguelito, pero el tema de el gira en torno a un juego llamado «Fortnite.» Estos dos niños me mostraron cómo jugar esos dos juegos, y jugamos estos juegos juntos antes o después de tener sexo, ¡y son muy divertidos! Cuando salimos de su habitación, entramos brevemente al baño al final del pasillo, y caminamos de regreso al primer piso donde Cecilia me mostró la cocina, ¡y qué hermosa cocina tienen! Luego me enseñaron el dormitorio principal, que es de Roberto y Cecilia, y les envidié mucho cuando lo vi. En el centro tienen una cama tamaño king, y las paredes están decoradas con hermosos lienzos. Los muebles alrededor de la casa, son modernos y, por lo que parecen, muy caros, lo que me hizo preguntarme a qué se dedican estas dos personas. Terminaron el recorrido mostrándome el dormitorio de invitados en el que me hospedaría, que está en el primer piso cerca de las escaleras. Esa habitación también es grande, y en esa cama, ¡tuve una experiencia increíble! Cuando entramos en esta habitación, puse mi bolso en el suelo cerca de la cama y me pregunté en qué cama tendría sexo con estos dos peladitos primero, jeje.
Momentos después, me encontré con Cecilia y Roberto en la puerta, y me preguntaron si podía cuidar a los niños tres días a la semana, los Lunes, Miércoles y Viernes a la misma hora de la tarde, a lo que acepté, y me emocionó tanto, ya que ahora tendría tiempo para estar con Angelito y Miguelito. Cecilia y Roberto estaban extasiados, y me dieron la bienvenida a la familia y dijeron que estarían de regreso en la mañana alrededor de las seis o las siete. Les dije que sus niños estarán bien bajo mi cuidado y que podian llamarme o enviarme un mensaje de texto durante el día para saber de ellos. Dijeron que lo harían, y luego miraron a sus hijos y les pidieron que se comportaran mientras estaban fuera y los dos niños les prometieron a sus padres que lo harían. Todos nos despedimos, y los vimos caminar por el camino de entrada y subieron al auto. Les dije adiós con la mano y cerré la puerta, y la misma oleada de emoción que tuve en el salón de belleza volvió a mí ya que ahora estaba sola con estos dos peladitos parados a mi lado. Los miré y los dos me miraban con tanta lujuria, y me arrodillé frente a ellos para que sus caritas pudieran estar nivelada con la mía.
Me presenté a Miguelito ya que no tuve la oportunidad de conocerlo en el vuelo y le pregunté en voz baja si su hermano mayor le había contado lo que él y yo habíamos hecho juntos en ese vuelo. Tímidamente, Miguelito asintió con la cabeza de arriba abajo y dijo que sí, y yo desvié la mirada hacia Angelito, y le pregunté si me había extrañado, y me dijo que sí, y que desde entonces pensaba en mí. Gemí suavemente y les dije a los dos que yo también había estado pensando en ellos, que quería tener sexo con los dos, y que no podía esperar para conocer a Miguelito mientras le di un beso en los labios, sorprendiéndolo en el proceso y haciéndolo jadear. Angelito se rió de su hermanito por ser tan tímido, y Miguelito le dio un puñetazo en el hombro y le dijo que se callara, y eso provocó una discusión entre los dos. Les dije a los dos que se detuvieran y que no es agradable que dos hermanos se peleen así, a lo que los dos dijeron al mismo tiempo que él fue que comenzó. Les dije a los dos que no importaba quién comenzó, y que se disculparan el uno con el otro, a lo que los dos se miraron y se pidieron disculpas. Sonreí, y les di las gracias mientras me puse de pie y les dije que me acompañaran a la sala para que pudiéramos empezar.
Cuando entrámos a la sala, Miguelito agarró mi brazo y me dijo que quería preguntarme algo, así que me arrodillé enfrente de él y me susurró algo al oído. Lo que me pidió me hizo sonreír, y acepté sus demandas y me excitó tanto que este niño de diez años me preguntara esto. Mientras me ponía de pie, le dije a Angelito, que se quedó mirándonos incómodamente, que Miguelito preguntó si el podía tenerme solo para él primero en su habitación. El caos volvió a estallar cuando Angelito escuchó eso jaja. Los dos comenzaron a discutir y pelear como lo hicieron hace unos momentos, así que tuve que decirles que si continuaban peleando así, que los dos no tendrían sexo conmigo en absoluto. Para calmar a Angelito, me arrodillé frente a él y le dije que a él también le tocaría su turno, que me tenía que compartir con su hermanito y que cuando estuviéramos listos bajaríamos las escaleras. Angelito todavía estaba molesto, y le pedí permiso, dandole un beso en los labios. Esto funcionó porque lo hizo sonreír y dijo que estaba bien y que nos esperaría en la sala. Le agradecí por darme el permiso mientras me levantaba y caminaba hacia la habitación de invitados para recoger mi bolso. Mientras salía de la habitación, les dije a los dos niños que tenía lencería sexy en la bolsa que usaría para ellos mientras me follaban, lo que los hizo tragar saliva con anticipación.
Sonreí ante sus caritas traviesas mientras me acercaba a Miguelito y lo tomaba de la mano para que me llevara a su habitación. Le sonreí a Angelito mientras el caminaba hacia el sofá donde se sento pacientemente para nosotros durante unos treinta minutos. Mientras subíamos los escalones, me di cuenta de que Miguelito estaba muy nervioso, y días después de nuestra primera vez juntos, me dijo que no pudo creer lo que escuchaba cuando Angelito le contó todo lo que él y yo habíamos hecho en ese vuelo. También dijo que estaba enojado con su hermano mayor, y todavía lo está, por tener sexo primero y sin él, pero esperaba que de alguna manera, él fuera el próximo en perder su virginidad conmigo. Pensé que era tan lindo cuando dijo eso, y me sentí triste por él y sabía que debio haberse sentido excluido, y ahora, mientras escribo esto, entiendo por qué quería tenerme a mi para él solo primero. Y me alegro de que me haya tenido para él primero porque aunque es el más jovencito de mis cuatro amantes, es el que tiene más aguante, el que hace más preguntas, el más aventurero y el más dulce. Se ha convertido rápidamente en mi niño favorito y, con suerte, podré tener sexo con él durante los próximos cuatro años.
Cuando llegamos a la entrada de su habitación, entramos y se sentó en su cama visiblemente temblando. Sonreí, me acerqué a él y me arrodillé para decirle que estaría en el baño vistiéndome con ropa sexy para él, a lo que dijo nerviosamente que estaba bien. Sonreí y acerqué su carita a la mía y le di un pequeño beso en los labios para calmarlo. Me puse de pie, agarré mi bolso, salí de su habitación y caminé hacia el baño al final del pasillo y lo cerré con llave para poder vestirme. Cuando dejé la bolsa en el mostrador del baño, respiré hondo y sentí la humedad entre mis piernas. Estaba tan excitada y necesitaba esa polla de diez años dentro de mí, así que rápidamente me quité la ropa y me quedé allí con mi sostén de encaje negro y mi tanga. Metí la mano dentro de mi bolso y saqué las medias negras y deslicé mis piernas con cuidado en ellas para no dañarlas. Y para completar el look, saqué mis tacones altos negros y me los puse y aseguré las correas de los tobillos. Luego, retrocedí y me miré en el espejo de tamaño completo que tienen en ese baño antes de regresar a la habitación de Miguelito.
¡Me veía increíble! Quería vestirme como una puta para esos dos niños ese día, y la persona que vi en ese espejo definitivamente era una zorra amante de los niños jaja. Abrí la puerta del baño y caminé hacia la habitación de Miguelito y entré lentamente y cerré la puerta de su cuarto. Cuando me acerqué lentamente a ese peladito, me arrodillé frente a él, y juro que podía escuchar los latidos de su corazón mientras me miraba el cuerpo y veía mis senos grandes cubiertos. Miguelito tiene solo diez años, y quería tomarme las cosas súper despacio con él y no abrumarlo, y al mismo tiempo, quería saber si realmente quería tener sexo conmigo y si entendía lo que eso significaba. Le susurré esas preguntas, a lo que me dijo que pensaba y soñaba conmigo desde que me vio en ese avión y que tenía muchas ganas de tener sexo y hacer cosas conmigo. Gemí suavemente por él y le pregunté seductoramente cómo me imaginaba en su mente, a lo que me dijo que me imaginaba desnuda en su cama y se imaginaba encima de mí, pero que no sabía exactamente qué hacer después de eso. Gemí, y luego me desabroché el sostén y lo deslicé por mis hombros para presentarle mis senos grandes.
Pensé que sus ojos saldrían de su cabeza por la forma en que miraba mis senos desnudos. Le pregunté si así era como me imaginaba en sus sueños a lo que nerviosamente me dijo que sí y que nunca había hecho esto antes con una mujer, y especialmente no con una mujer sexy como yo. Le dije que lo entendía y le recordé que su hermano también era virgen, y que él también estaba nervioso conmigo, pero con muchas ganas de follarme en ese vuelo. Luego coloqué mis manos sobre sus manitas y las coloqué sobre mis senos y le mostré cómo masajearlos. Una vez que aprendió a masajearme solito, le susurré suavemente que me estaba haciendo sentir muy bien y que estaba masajeando mis senos perfectamente. Luego, le desabroché los jeans y se los saqué junto con sus boxers. Sonreí encantada cuando vi que su pollita saltaba y golpeaba su entrepierna. De todos los niños, él es el más pequeño ya que su penecito mide alrededor de 10 a 11 cm y Angelito es en realidad el más grande con alrededor de 14 a 15 cm, pero sus tamaños no me importan ya que son lo suficientemente grandes como para penetrarme. Gemí al ver su penecito, y comencé a desabotonar su camisa y se la quité, dejándolo sentado en su camita completamente desnudo. Envolví mi mano derecha suavemente alrededor de su duro penecito, haciéndolo jadear mientras lo acariciaba suavemente.
Le susurré y le pregunté si alguna vez se había masturbado antes a lo que nerviosamente me dijo que sí y que Angelito le había enseñado cómo cuando estaban viendo porno en la computadora de la familia, pero que cuando se masturba, su penecito no chorrea el líquido blanco que Angelito eyacula cuando lo hace. Pude ver que estaba visiblemente molesto, y dejé de acariciar su penecito y comencé a acariciar su tierna mejilla con la otra mano. Le susurré y le expliqué que el líquido blanco que sale del pene de Angelito se llama semen y que sale cuando un niño o un hombre tiene un orgasmo, y que cuando sea mayor podrá chorrear mucho de su propio semen cuando se masturbe. Entonces Miguelito me preguntó si era verdad lo que le estaba diciendo y yo le dije que sí, y que algún día podrá echar su semen dentro de mi boca, o por toda mi cara, o incluso dentro de mi coño, pero que por ahora está teniendo orgasmos secos y que está perfectamente normal para un niño de su edad. Rompí el abrazo y pude ver una sonrisa en su rostro, y eso derritió el corazón, ¡el es tan lindo!
Entonces, le dije que quería verlo masturbarse para mí mientras le acariciaba el penecito a lo que me dijo que pensaba que íbamos a tener sexo. Le dije que sí, que por supuesto que quería que tuviera sexo conmigo, pero que sería más emocionante si esperárabamos. También le dije que es mejor que un niño sin experiencia como él tenga uno o dos orgasmos antes de entrar en el coño de una mujer para que no se corran tan rápido una vez dentro de su coño porque una mujer tarda más en tener un orgasmo. Luego Miguelito me preguntó si es cierto que a una mujer le toma más tiempo tener un orgasmo. Le sonreí cariñosamente, rozando mi palma suavemente sobre su mejilla y le dije que sí, y que un niño o un hombre tiene que asegurarse de que su mujer tenga un orgasmo primero antes de tener el suyo. Entonces, le dije que tenía una idea. Le dije que los dos podíamos acostarnos en su cama uno frente al otro y masturbarnos sin tocarnos. Luego, Miguelito me preguntó si tendríamos sexo después de lo cual le prometí con un sí. Entonces Miguelito y yo nos subimos encima de su cama y yo me senté contra la cabecera mientras él se sentaba frente a mí. Su cama es muy pequeña para mi estatura y en el momento en que abrí las piernas para él, el único lugar en donde pude descansar mis tacones fue sobre el pie de la cama, con mis piernas a cada lado de Miguelito, creando una jaula para él.
No teníamos tanto espacio en su cama, y Miguelito todavía estaba bastante cerca de mí pero lo suficientemente lejos para verlo masturbarse y yo estaba lo suficientemente lejos para que él pudiera verme masturbarme. Me di cuenta de que mi idea definitivamente excitaba a Miguelito cuando comenzó a acariciar lentamente su penecito en el momento en que me acosté en su cama y abri las piernas para el. Coloqué una mano en mi tanga y la separé de mi coño y le pregunté a Miguelito si le gustaba lo que estaba viendo a lo que me dijo nerviosamente que sí. Acarició su penecito más rápido mientras yo deslizaba mis dedos dentro de mi coño húmedo, haciéndome gemir. Le pregunté qué le gustaba de mi cuerpo, y yo me di cuenta de que el se dio cuenta de que las palabras se pueden usar no solo para excitarse a sí mismo, sino también para excitar a su pareja. Nerviosamente, susurró que le gustaba cómo yo me estaba tocando mi coño, y que le gustaba cómo se veían mis piernas en los tacones altos y las medias, y que le gusto cómo se sentían mis senos grandes en sus manitas cuando las tocó antes. El me estaba excitando mucho, y me gustaba saber que mi cuerpo lo estaba excitando. Deslicé mis dedos más profundamente en mi coño y comencé a frotarme más rápido, haciendo que Miguelito me siguiera mientras el se acariciaba más rápido y más fuerte. Entonces, el me tomó por sorpresa y emocionadamente me preguntó qué me gustaba de su penecito.
Gemí fuerte y quería aumentar su confianza diciéndole que me gustaba su pene porque es grande para su edad. Le dije que es el pene de un hombre, y no el penecito de un niño, y que me encanta cómo es tan pálido y grueso. Entonces, con tanta emoción, Miguelito me preguntó por sus bolas y si a mí también me gustaban, a lo que le dije que sí, y que también me gustaban porque son redondas, pesadas y bien colgadas como un toro. Gemí que dentro de unos años, sus bolas se llenarán con su precioso semen y que anhelo que se corra en mi cara y en mi boca, para poder saborearlo, y que espero tener sexo con él durante muchos años. Miguelito luego jadeó con sorpresa cuando inserté todo mi puño dentro de mi coño y lo acaricié dentro y fuera de mí con furia mientras lo miraba. Su trasero comenzaba a saltar arriba y abajo sobre el colchón mientras se masturbaba frenéticamente frente a mí mientras su excitación aumentaba. Él gimió en voz alta, diciéndome lo sexy que soy, y en este punto, la vista de este niño de diez años masturbándose y la sensación de mi puño empujando frenéticamente dentro de mí me estaban volviendo histérica de lujuria.
Gemí su nombre mientras mi cuerpo se retorcía en sus sábanas manchadas de sudor, diciéndole que lo estaba haciendo muy bien y que siguiera acariciándose rápido y fuerte. Le rogué a Miguelito mientras yo me follaba el coño con el puño, gimiendo que me gustaría poder nadar en su semen, tragarlo y saborearlo. Gemí y le pregunté qué sentía cuando vi cómo su puño subía y bajaba sobre su penecito hinchado a lo que gimió que se sentía bien y que sentía que algo podría pasar. Acarició sus bolitas en la palma de una mano mientras apretaba su penecito con la otra. Gemí y le dije que lo que estaba sintiendo era su orgasmo y que estaba a punto de correrse. Esto me llevó al límite, y le rogué a Dios como una puta. Gemí el nombre de Miguelito cuando la fuerza de mi orgasmo me hizo desplomarme en la cama, haciendo que mis piernas colgaran del pie de la cama acercando mi coño al penecito de Miguelito. Los jugos de mi vagina fluyeron alrededor de mi puño, empapando las sábanas debajo de mí cuando saqué mi mano y suspiré felizmente, con los ojos en blanco.
No solo mi coño se frotaba contra su pollita, sino que mi coño también lo cubría con sus jugos, haciendo que Miguelito gritara mientras su orgasmo inundaba su cuerpo. Nada salió de su penecito, pero eso no me importó ya que no esperaba que eyaculara a su edad. Suspiró y se tumbó encima de mí, a horcajadas sobre mi estómago mientras yo acariciaba su cabello sudoroso y su espalda. Le tomó unos minutos recuperar el aliento, y cuando lo hizo, levanté su rostro y lo besé, y me sorprendio cuando Miguelito metió su lenguita profundamente en mi boca, recorriendo mis encías y dientes mientras yo hice lo mismo con el. Sentí que se erguía de nuevo debajo de mí mientras nos besabamos, su penecito se desenroscaba en mi ombligo. Rompi el beso y le susurré al oído y le pregunté si estaba listo para follarme a lo que emocionadamente me dijo que sí y que estaba listo para follarme como lo hizo Angelito. Gemí suavemente y lo bajé entre mis piernas abiertas, su penecito parado en atención entre mis muslos temblorosos. Nerviosamente, Miguelito hizo una pausa y colocó sus manitas sobre mis rodillas elevadas mientras su penecito presionaba contra mi coño. Le susurré con voz ronca, diciéndole que no debería estar nervioso y que lo haría bien mientras guiaba su pollita dentro de mí. Se bajó torpemente encima de mí mientras su penecito duro se deslizo dentro de mi coño mojado.
Instantáneamente, mis músculos entrenados apretaron su penecito hinchado y lo empujó profundamente dentro de mi coño. Unos segundos después de sumergirse dentro de mí, jadeó de placer, gimiendo mi nombre en el proceso. Mi coño latía con la necesidad de su penecito de diez años, y suspiré de alivio cuando finalmente lo tuve dentro de mí. Envolví mis largas piernas alrededor de su cintura y lo insté a que comenzara a follarme y le mostré cómo hacerlo. Gemí y le dije que para follarme tiene que meter su pene de arriba abajo sin sacármelo. Él entendió, y después de unos segundos, sus embestidas se volvieron menos torpes y se volvieron más lujuriosas con cada golpe lento de su ingle contra la mía. Hoy estoy segura de que Miguelito se sintió como si estuviera en la cima del mundo ese día. Golpeó su penecito dentro y fuera de mí con gran deleite y entusiasmo mientras yo gemía por él, diciéndole que siguiera follándome y que me diera cada centímetro de su pene duro rápido. Miguelito gimió y me preguntó si era así como yo lo quería mientras se estrellaba contra mí fuerte y rápido, apretando su pelvis contra el mío mientras su respiración se volvía ronca y delgada. Gemí fuerte y le dije que sí, que así lo quería y que me siguiera follando así.
Apreté mis piernas alrededor de su cintura, aumentando la presión dentro de mi coño devastado. Me di cuenta de que a Miguelito le encantaba cada segundo, mientras se hundía profundamente en mi coño mojado con cada embestida, haciéndome temblar de placer. Aunque su penecito es el más pequeño de todos los niños, se sentía tan grande dentro de mí y pensé que encajaba perfectamente en mi coño apretado , pero lo que me llevó al límite en ese momento fue el hecho de que este penecito le pertenecía a un niño de diez años. Su pollita se sentía increíblemente bien y quería seguir sintiéndolo más profundo dentro en mí, así que levanté las piernas al aire y las abrí lo más que pude para él. Podía escuchar su respiración dificultosa a través de sus gemidos mientras colocaba sus manitas en mis muslos y me lo daba tan fuerte como podía, golpeando, y embistiendo dentro de mí con toda su fuerza joven. Yo deliraba de placer, y en ese momento yo era el juguete de Miguelito, su zorra, su mujer. Sus embestidas eran magistrales, parecían encontrar lugares que nunca antes pensé que existían dentro de mí. Mi clítoris estaba obteniendo el beneficio de sus embestidas bien dirigidas. Sentí que se acercaba mi segundo orgasmo y decidí recostarme para disfrutarlo. Me di cuenta de que Miguelito se emocionaba más y más por los gruñidos y gemidos que salían de mi boca.
Me vine en ese momento y grité histéricamente mientras mi coño se convulsionaba y se retorcía, con más fuerza y placer que antes. En cualquier segundo, sabía que él también cruzaría el borde y tendría su propio orgasmo. Entonces, Miguelito gruñó como un animalito, enroscándose en mi coño, entrando en lo más profundo de mi coño mientras gemía que ya casi estaba allí y que iba a explotar. Dejó escapar un gemido final mientras su cuerpo se estremecía y se retorcía con espasmos de éxtasis. Se derrumbó encima de mí mientras le susurraba lo bien que me había follado y lo bien que lo había hecho. Estábamos temblando en los brazos del otro y apenas podíamos respirar. Las palabras no podían transmitir la sensación de satisfacción que los dos habíamos sentido ese día. A través de respiraciones laboriosas, Miguelito me preguntó si realmente me folló bien mientras el sudor caía de su rostro, aterrizando en mis senos. A través de mi propia respiración dificultosa, dije en voz baja que era maravilloso, que me follo bien y que era el mejor sexo que había tenido con alguien, y en ese momento recordé que Angelito todavía nos estaba esperando en la sala. Me sentí tan mal y le susurré a Miguelito que su hermano todavía nos estaba esperando abajo.
Me sentí tan vacía cuando Miguelito me sacó su penecito al levantarse de la cama, pero sabía que pronto tendría otro pene dentro de mí. Cuando abrí la puerta del dormitorio, le grité a Angelito que bajábamos, a lo que él respondió con entusiasmo que estaba bien. Tomé la manita de Miguelito y caminé delante de él mientras nos dirigíamos a las escaleras y bajamos con cuidado ya que llevaba tacones altos y no quería caerme de los escalones. Tan pronto como Angelito me vio en ropa interior y con mis senos grandes afuera, frenéticamente se quitó la camisa y comenzó a desabrocharse los pantalones. Yo ya podía ver un bulto en esos pantalones y cuando se los bajó, su penecito saltó a la vista, completamente erecto y listo para mi. Una vez que estuvo completamente desnudo, exhaló profundamente y dijo que estaba feliz de que finalmente estuviéramos aquí, y yo le pedí disculpas por habernos esperado tanto, ¡me sentí tan mal por mi otro amante pequeñito! Extendí mis brazos hacia él para abrazarlo y él se precipitó hacia ellos mientras me abrazaba, su carita plantada en mi estómago y sus manos en mi trasero. Me masajeó las nalgas, haciéndome gemir y inclinar mi pierna derecha hacia él. Mientras me tocaba las nalgas y el muslo, Angelito le preguntó a Miguelito si todavía estaba enojado con él y si el sexo era tan bueno como le dijo que sería a lo que Miguelito sonrió y dijo con deleite que era mejor de lo que pensaba.
Los tres nos reímos, y me hizo muy feliz ver a estos dos hermanitos llevándose bien. Entonces, Angelito me preguntó si podíamos ir todos al sofá a lo que obedecí mientras los dos peladitos desnudos tomaban cada una de mis manos y me llevaban a su sofá. Sus penecitos estaban duros, y la idea de que estos dos mocosos quisieran salirse con la suya conmigo en su sofá me excitó mucho. Me senté en su sofá blanco y Angelito se agachó y agarró la cintura de mi tanga mojada mientras Miguelito miraba. Levanté un poco mi trasero del sofá y levanté las piernas mientras él pasaba mi tanga sobre ellas y mis tacones. Volví a bajar las piernas al suelo mientras me inclinaba y las abría, haciendo que los dos niños me miren mi coño. Le rogué a Angelito que me tocara el coño con su lenguita y él se inclinó y lo lamió con cautela. Me emocioné con su torpeza, y en ese momento le pedí a Miguelito que se sentara a horcajadas sobre mi estómago para que pudiera jugar con mis senos. Mientras se sentaba a horcajadas sobre mi estómago, comenzó a acariciar mis senos con un movimiento circular, enviando ondas de placer por todo mi cuerpo, haciéndome gemir en el proceso. Angelito relamía sus labios, saboreando los jugos de mi coño mientras mojaba su lenguita en mi coño, acariciando el interior carnoso con ella. ¡Estaba en el cielo!
Gemí sus nombres, y cuando Angelito escuchó mis gemidos, comenzó a arrastrar su lenguita más profundamente, hasta que sin saberlo estaba besando mi clítoris, volviéndome loca de placer. Animé a Angelito a que siguiera besándome en ese lugar y lo hizo mientras lamía y chupaba mi clítoris hinchado, haciéndome retorcerme y apretar mi coño contra su carita. Angelito estaba haciendo ruidos de sorbos fuertes y emocionantes, y le pedí que entrara más profundo con su lenguita y que me metiera los deditos. Mis palabras debieron haberlo excitado cuando me metió primero dos, luego tres deditos dentro de mi coño, y me hizo gemír tanto. Sus labios, lenguita y deditos estaban por todo mi coño en ese momento. Ese peladito se volvió mucho más atrevido en comparación con nuestro primer encuentro en el avión. ¡Sus deditos estaban haciendo maravillas en mi coño y me estaba volviendo loca! También podía sentir el penecito de Miguelito rozando mi ombligo mientras masajeaba y lamía mis tetas, así que comencé a acariciarle el penecito suavemente, haciéndolo gemir alrededor de mis tetas. En ese momento, no pude más, y necesitaba que uno de estos peladitos me penetrara ya sea por el coño o por el culo, ¡y decidí que sería por el culo!
Le dije a Angelito y a Miguelito que dejaran de hacer lo que estaban haciendo para que yo me pudiera subier al sofá y ponerme en cuatro. Los dos dejaron de hacer lo que estaban haciendo y le dije a Miguelito que se sentara sobre el reposabrazos del sofá mientras me ponía en cuatro sobre el sofá y deslize una de las almohadas del sofá debajo de mi estómago. Entonces, le dije a Angelito que fuera al baño de arriba y que vería una bolsa, y que dentro de esa bolsa había un tubo de lubricante que el necesitará para poder follarme el culo. Podía oírlo susurrar un emocionado wow en voz baja mientras me miraba levantar las piernas hacia arriba y hacia abajo, y se apresuró a subir al baño. Miguelito estaba sentado frente a mí, y le susurré preguntándole si quería que le chupara el penecito a lo que nerviosamente me dijo que sí. Gemí suavemente y acerqué su penecito a mi boca ansiosa. Pasé mi lengua arriba y abajo por su penecito preadolescent, sintiéndolo estremecerse con mi toque. Sus bolitas estaban en la palma de mi mano y se las apreté y las hice rodar suavemente, excitándolo aún más. Antes de tomar su penecito dentro de mi boca, Angelito regresó y rápidamente le dije que se parara en el sofá detrás de mí y que exprimiera la botella de lubricante por todo mi trasero. Ese peladito de doce años exprimió el lubricante sobre mis nalgas y exprimió un poco dentro de mi agujero.
Luego, tomé el penecito de Miguelito dentro de mi boca y comencé a mover lentamente mi cabeza arriba y abajo sobre él, mi lengua recorría arriba y abajo su penecito grueso mientras chupaba, haciendo que este niño de diez años gimiera de placer. Cuando comencé a chuparlo, escuché a Angelito decir que esto va a ser bueno mientras suspiraba y se equilibraba detrás de mí, colocando su manitas en mis nalgas aceitosas. Miguelito le respondió a su hermano mayor y dijo que ya se siente bien mientras colocaba sus manitas detrás de mi cabeza, empujándome lentamente sobre su pollita. Me preparé para el dolor inicial del penecito de Angelito, pero una vez que comenzó a penetrarme, no fue tan doloroso como había anticipado y me pregunté si era porque Carlitos me había follado el culo el día antes. ¡En cambio, el placer comenzó casi de inmediato una vez que Angelito comenzó a empujarse dentro y fuera de mí! Gemí por su penetración, extasiada y haciéndome escupir el penecito de Miguelito. Miguelito gimió de frustración y me dijo que lo volviera a poner en mi boca a lo que obedecí, y lo volví a meter en mi boca mientras el me presionaba la cabeza, obligándome a tomar cada centímetro de su penecito. Le rogué a Dios, pidiéndole que nunca dejara que esto terminara, y que quería que estos peladitos me siguieran follando para siempre.
De seguro Angelito estaba en el cielo. Su penecito se sentía tan rico dentro de mí mientras se metía profundamente en mí, haciendo que mis nalgas temblaran y rebotaran al ritmo de sus embestidas mientras me lo metía más rápido y más profundo en mi agujero. Mientras me follaba, deslicé uno de mis dedos dentro de mi coño, entrando y saliendo cada vez con mayor rapidez. Podía sentir mi tercer orgasmo hirviendo profundamente dentro de mí, ¡y no estaba segura si podia aguantar mucho más! Miguelito estaba rebotando sobre su trasero, cada vez más estimulado por mi boca. El estaba a punto de tener su orgasmo seco cuando agarró mi cabello y forzó mi cabeza hacia él. Miguelito gimió y dijo que no podía aguantar mucho más y echó la cabeza hacia atrás, ¡y dijo que nunca se había sentido tan bien en su vida! Lo saqué de mi boca y acaricié su penecito cubierto de saliva, gimiendo por él y diciéndole que se pondrá mejor, y le rogué a Angelito que siguiera embistiendo su penecito en mi culo y que me siguiera dando cada centímetro de su amor. De repente, escuché a Angelito gemir que se estaba corriendo mientras se tambaleaba hacia atrás sobre las puntas de sus pies, sacando su penecito de mi culo en el proceso y frotándolo en mis nalgas.
Jadeé de placer cuando cálidas hebras de su semen comenzaron a caer sobre mis nalgas y me provocaron un tercer orgasmo intenso y satisfactorio. Gemí y gemí, olvidándome momentáneamente de las necesidades urgentes de Miguelito. Lo miré y el vio cómo su hermano se corrió por todas mis nalgas y cuando lo volví a tomar en mi boca, lo sentí temblar mientras el tuvo su propio orgasmo. La vista del semen de su hermano cubriendo mis nalgas debio haber sido demasiado para él y él temblaba incontrolablemente en mi boca y en ese momento, deseé que él también pudiera eyacular y dentro de mi boca. Cuando nuestros orgasmos disminuyeron, me agaché en el piso y agarré mi tanga, y le pedí a Angelito que me limpiara el trasero para que pudiera sentarme sin manchar su sofá. Hizo lo que le dije, y le di un último beso en el penecito a Miguelito y le pedí que se sentara en el sofá. Angelito terminó de limpiarme el trasero y todos nos sentamos en el sofá, con un niño a cada lado de mí, mientras envolvían sus cortos brazos protectoramente a mi alrededor, compartiéndome entre ellos. Era tarde en la noche cuando terminamos, y los dos niño bostezaban, exhaustos por el sexo que acabábamos de tener. Les dije a los dos que se levantaran y que era hora de acostarse a lo que protestaron.
Yo tampoco quería que terminara, y para que no se enojaran conmigo, les dije que los volvería a ver en dos días, y que si no me escuchaban y si no se acostaban a tiempo, que sus padres me despedirían y que nunca los volvería a ver. Los dos peladitos entendieron en ese momento, y se levantaron del sofá. Angelito agarró su ropa del piso y comenzó a vestirse antes de que subiéramos a sus habitaciones. Mientras subíamos las escaleras, le pedí a Miguelito que fuera a su cuarto a vestirse y que me esperara mientras yo llevaba a Angelito a su cuarto. Cuando entrámos, Angelito se subió a su cama y yo lo arropé con sus sábanas y le pregunté si le gusto follarme el culo, a lo que dijo que sí y que era mejor que mi coño. Me reí y lo besé en la frente, y le deseé buenas noches y que volvería a verlos en dos días. Mientras me alejaba de él, apagué la luz y ya podía escuchar a mi dulce Angelito roncando. Cerré la puerta de su cuarto y me acerqué a la habitación de Miguelito y pude ver que ya estaba vestido y sentado en su camita. Noté un ceño fruncido en su rostro, así que me acerqué y me arrodillé frente a él y le pregunté si no le gusto lo que hicímos juntos.
Miguelito dijo que le gusto todo lo que hacímos, pero que le entristecía no poder correrse en mi cara, ni en mi boca, ni encima de mí como lo hizo su hermano. Lo traje para abrazarlo y le susurré que sucederá pronto y que solo necesita ser paciente ya que todavía es un niño en crecimiento. Entonces Miguelito me preguntó si podía seguir practicando conmigo hasta que lo hiciera, y le hice una propuesta. Rompí el abrazo y le dije que sus padres no estarían en casa hasta las seis de la mañana, y que si él quiere, puede bajar tranquilamente a la habitación de invitados a las dos de la mañana y podría tenerme para él solo otra vez. Luego, noté su teléfono en su mesita de noche, lo agarré, y puse una alarma para él a las dos de la mañana. Se lo di, y también le di mi teléfono, y le dije que si no puede dormir, que puede abrir mi galería de fotos y masturbarse con mis fotos y videos, y que si se duerme, la alarma en su teléfono lo despertaría a tiempo. Le pregunté si entendía y emocionadamente me dijo que sí y me dio las gracias y que bajaría tranquilamente a la habitación de invitados. Sonreí y le di un beso en los labios mientras saboreaba su boca con mi lengua. Miguelito me hizo lo mismo con mi boca y nos besamos por lo que pareció una eternidad.
Rompí el beso después de unos momentos y le dije que lo estaría esperando con otra ropa sexy mientras recogí mi sostén del suelo cuando me lo había quitado antes, me levante del piso y lentamente me alejaba de él, enfatizando los movimientos de mis caderas, dándole a ese peladito una linda vista de mi culo. Me reí de su reacción, apagué las luces de su dormitorio y cerré la puerta. Caminé hacia el baño y recogí del piso la ropa que estaba usando antes, tomé mi bolso del mostrador y bajé las escaleras. Antes de dirigirme a la habitación de invitados, noté el tubo de lubricante y mi tanga en el piso y los recogí y los metí en mi bolso, y me alegré de haberlos notado o de lo contrario sus padres lo habrían hecho. Entré en la habitación de invitados, me quité los tacones y las medias, y lo bueno de esta habitación es que tenía su propio baño y televisión. Cerré la puerta del dormitorio, entré al baño y me di una ducha necesaria para limpiarme el sudor y las manchas de semen en mi trasero. Unos veinte minutos más tarde, me sequé y me acerqué a la cama para sacar mi sostén blanco, mi tanga, mis tacones altos de plataforma transparente, y camisón rosa de mi bolso para poder usarlos para Miguelito.
También saqué mi bolsa de maquillaje y la puse encima del tocador que estaba en la esquina de la habitación. Luego, me puse mi sostén blanco y tanga y dejé los tacones en el suelo y me cubrí con el camisón rosa y até su cinturón rosa alrededor de mi cintura. Pasé otra hora maquillándome y cuando terminé, me miré en el espejo y aprobé mi apariencia. Parecía un regalo rosa a punto de ser desenvuelto por Miguelito jaja. Aún faltaban tres horas para las dos de la mañana, y para pasar el rato, miraba Netflix en la tele, y pensaba en Miguelito y me preguntaba si se había ido a dormir o si seguía despierto mirando mi galería de fotos masturbándose, y pensando en mí. En mi galería tengo videos de mi masturbándome, y también tengo fotos muy sexys de mí desnuda y en posiciones traviesas. El tiempo pasó muy lento, y finalmente, faltaban diez minutos para las dos, y decidí prepararme. Me levanté para abrir el cerrojo de la puerta del dormitorio, apagué la televisión y recogí mis tacones altos del suelo y me los puse. Luego me senté en la cama, crucé las piernas, asegurándome de que gran parte de mi muslo estuviera expuesto, y esperé a mi amante de diez años.
Momentos después, pude escuchar sus pasos mientras bajaba las escaleras, haciéndome sonreír con anticipación. La perilla de la puerta del dormitorio giró, y un Miguelito desnudo entró lentamente con mi teléfono y el suyo en la mano, y tan pronto como me vio, su boca se abrió en estado de shock. Me miró de pies a cabeza y ya podía ver que su penecito se endurecía lentamente. Como una puta, le hice un gesto con un dedo hasta que estuvo de pie frente a mí, frotando su penecito duro en mi pantorrilla. Su carita estaba a la altura de mis senos, y le susurré al oído y le pregunté si le gustaba mi camisón a lo que el me dijo que sí. Esto me hizo gemir, agarré mi teléfono y el suyo de su manita y noté que el me estaba grabando con su teléfono. Él no sabía que había notado que la aplicación de la cámara estaba abierta, y sonreí al pensar que este niño de diez años quería grabarnos juntos, así que dejé que el teléfono grabara y lo apoyé contra la lámpara en la mesa de noche junto con el mio. Luego tomé sus manitas y las coloqué en mi cinturón rosa, y le susurré que le gustará aún más lo que llevaba dentro en el camisón, y que todo lo que tenía que hacer era quitarme el cinturón para poder ver. Nerviosamente, dijo ok mientras comenzaba a desabrochar el cinturón mientras yo masajeaba su penecito, frotándolo con mi pantorrilla. Una vez que desabrochó el cinturón, descrucé la pierna y abrí mi camisón, revelando a sus ojos jóvenes mi sostén blanco y tanga blanca mientras me quitaba de los hombros el camisón.
Observó mis senos grandes cubiertos y le susurré si le gustaba lo que estaba viendo, a lo que me dijo que sí, y que los videos y las imágenes en mi teléfono no se comparan. Gemí y me encendió mucho descubrir que este peladito estuvo despierto todo este tiempo mirando mis fotos y videos. Le pregunté si se había masturbado con ellos mientras agarraba su penecito y lo acariciaba suavemente a lo que dijo entre gemidos que sí y que me deseaba tanto. Lo acaricié más rápido y le admití que yo también lo había estado deseando y que no podía esperar a que viniera aquí, a lo que me preguntó si realmente quería decir lo que dije. Le susurré en voz baja que sí, y que los niños jóvencitos como él me vuelven loca. Luego me preguntó qué íbamos a hacer, y le dije a cambio que quería saber de él qué quería hacer conmigo ahora que estaba lista para él. Luego dijo tímidamente que quería subirse encima de mí y tocarme los senos, y como una verdadera puta, le obedecí y lo levanté del suelo y lo puse a horcajadas sobre mi estómago. Gemí y le susurré que haría cualquier cosa que me dijera y le pregunté por qué quería grabarme con su teléfono, a lo que me dijo nerviosamente que quería grabarme porque quería ver mi cuerpo sexy de nuevo en menos a través de un video.
Le acaricié la mejilla y le pregunté si sus padres tenían acceso a su teléfono, a lo que Miguelito me dijo que no y que no le hacían caso a su teléfono ni al de Angelito. Le dije que eso estaba bien, y que no necesitaba grabarme porque yo estaría aquí con él y Angelito tres veces a la semana, y que en el futuro, si me quería grabar, tenía que pedirme permiso. Le dije que mientras me pida algo siempre le obedeceré ya que soy su juguete, su mujer, su puta y sobre todo su amante. Miguelito entendió y me dijo que la próxima vez me pediría permiso, y cuando dijo eso, yo le entregué su teléfono y le dije que siguiera grabando y que no se lo mostrara a nadie más que a su hermano. Miguelito me prometió que no se lo mostraría a nadie más que a Angelito, y apuntó la cámara del teléfono a la mitad superior de mi cuerpo. Sonreí seductoramente a la cámara y desabroché mi sostén para este mocoso atrevido, gimiendo su nombre y diciéndole que mis senos son suyos mientras tiraba el sostén al suelo. Miguelito apuntó la cámara a mis senos grandes mientras yo las apretaba y las acariciaba para él, todo mientras le gemía, rogándole que me las tocara y las chupara. Entre gemidos susurró un ok nervioso y me entregó el teléfono y le apunté la cámara, grabando como frotaba su penecito contra mi ombligo. Luego, se inclinó sobre mí y masajeó mis senos con un movimiento circular mientras chupaba mis tetas, alternando ocasionalmente entre mis dos senos, volviéndome loca de placer.
Me di cuenta de que Miguelito se estaba divirtiendo, su respiración se volvió más errática mientras continuaba jugando con mis senos. Unos momentos después, gemí y le dije que acercara su cuerpo a mi boca para que yo pudiera chupar su penecito. Emocionado, Miguelito se movió hacia arriba hasta que su pollita estuvo justo por encima de mis labios cuando le entregué el teléfono para que pudiera grabar la mamada que estaba a punto de darle. Tomó el teléfono con una mano y agarró su penecito erecto con la otra, y apuntó la cámara hacia mi cara mientras se grababa a sí mismo guiando su penecito dentro de mi boca abierta. Esto me emocionó mucho y llevé mis dedos a mi coño y los inserté adentro mientras Miguelito empujaba su penecito dentro y fuera de mi boca. Me di cuenta de que le encantaba la forma en que mis labios húmedos se envolvían alrededor de su pollita joven, dándole una deliciosa fricción contra mi lengua. Su penecito se sentía tan duro y podía sentirlo latiendo dentro de mi boca, y me pregunté si esta vez realmente eyacularía. Miguelito gimió mi nombre, diciendo que sentía algo diferente dentro de él mientras entraba y salía de mi boca, y mientras lo hacía, miré su carita, que estaba contorsionada por el placer que yo le estaba dando. Estaba gimiendo suavemente, y me excitó lo suficiente como para sacarlo de mi boca y provocarlo con palabras.
Gemí por él, diciéndole si le gustaba mi boca y mi lengua mientras presionaba y golpeaba su penecito contra mi mejilla, diciéndole si le gustaba, a lo que tembló y gimió un sí. Luego, se corrió y una pequeña cantidad de un líquido transparente pero pegajoso cayó sobre la mejilla en la que estaba abofeteando su penecito y el resto de este líquido salpicó mi cara. Cuando Miguelito terminó de tener su primer orgasmo verdadero, gemí y lo volví a tomar dentro de mi boca y chupé ese penecito tan joven y rico, chupándolo más fuerte que antes, para poder succionar su lechita transparente restante para saborearlo. Su lechita sabía más dulce en comparación con la lechita completamente desarrollado de los otros tres niños, ya que la de ellos es mucho más salada, pero sabrosa de todos modos. Miré a Miguelito y le sonreí y me reí tontamente mientras él esbozaba una sonrisa de placer al sentir su penecita todavía palpitando dentro de mi boca. Saqué su penecito para acariciarlo y le pregunté si todavía pensaba que le estaba mintiendo que algún día podría correrse a lo que dijo entre jadeos que ahora no y que se sentía tan feliz de que finalmente se había corrido. Le dije que grabara dónde echó su primera corrida y apuntó la cámara a mi cara salpicada de su lechita tierna mientras recogía un poco y me lo lleve a la boca.
Entre gemidos me preguntó si me gustaba su semen a lo que le dije que sí y que es más dulce que el semen de su hermano mayor. Esto lo complacía ya que su pene comenzaba a estar completamente erecto nuevamente, así que le dije que me pasara el teléfono y se interpusiera entre mis piernas. Necesitaba su penecito dentro de mí y supe por la expresión de su rostro confiado que el quería follarme el coño. Cuando se interpuso entre mis piernas abiertas, apunté la cámara hacia él y le susurré, pidiéndole que me quitara la tanga blanca. Él obedeció y agarró mi tanga de la cintura y la levantó de mi trasero y hacia mis rodillas. Luego, levanté mis pantorrillas en el aire y él las deslizó de mis tacones altos, y apoyé mis pantorrillas sobre sus pequeños hombros. Miguelito luego agarró su penecito y le mostré dónde penetrarme deslizando mis dedos dentro de mi agujero mientras apuntaba con cuidado su penecito hacia mi entrada. Entró en mí con facilidad ya que mi coño estaba tan húmedo y lubricado, y agarró mis piernas mientras se metía dentro de mí lentamente, haciéndome gemir como una perra en celo debajo de él. Gemí su nombre, diciéndole lo bien que se sentía su penecito dentro de mí y eso lo motivó a aumentar su ritmo mientras me empujaba más rápido.
Alcancé mi coño y froté mi clítoris con furia mientras Miguelito me penetraba, convirtiéndome en su puta por segunda vez mientras dejaba caer mis piernas a cada lado de él. Envolví mis piernas alrededor de su cintura mientras le entregaba el teléfono y él disminuyó el ritmo y apuntó el teléfono hacia su penecito, grabando cómo desaparecía dentro y fuera de mi coño. Miguelito luego apuntó el teléfono hacia mi cara y me preguntó, con la voz tensa por la emoción, si me gustaba cómo me estaba follando a lo que gemí que sí, y que quería que me siguiera follando y que me hiciera su mujer, su puta, toda la noche. Mi coño estaba en llamas y quería sentir su penecito más profundo, así que desenvolví mis piernas de su cintura, las levanté en el aire y las abrí lo más que pude. Miguelito me entregó el teléfono nuevamente y apunté la cámara hacia él mientras colocaba sus manitas en la parte posterior de mis muslos para equilibrarse mientras metía su penecito dentro de mi coño duro y profundo. Gemí su nombre y le dije que me siguiera follando así y que entrara más rápido y esto lo motivó a entrarse más rápido. El sudor rodaba por su rostro mientras me follaba, y podía escuchar su respiración dificultosa y sabía que estaba cerca de su orgasmo como yo estaba cerca del mío.
Agarré las sábanas debajo de mí con mi mano izquierda mientras estaba completamente envuelta en placer desde la punta de los dedos de mis pies hasta las raíces de mi cabello. Mi cuerpo de repente se sacudió en espasmos repentinos y no pude controlar mis músculos cuando mi orgasmo me inundó. ¡Lágrimas de felicidad caían de mis ojos al pensar en lo maravilloso que era este niño! Su respiración se volvió áspera y esporádica y una sonrisa salvaje se extendió por su adorable rostro joven mientras el sudor continuaba saliendo de su cuerpo, aterrizando sobre mis senos. De repente, Miguelito perdió el equilibrio y el control mientras empujaba dentro de mí por última vez mientras gritaba que se iba a correr y sacó su penecito mojado y roció su lechita transparente en mi montículo y estómago. Despues, se derrumbó encima de mí, su mejilla presionando contra mis senos cuando detuve la grabación y coloqué su teléfono en la mesa de noche. Eran las dos y media de la mañana y pensé en tomar una siesta rápida con Miguelito ya que el se había quedado dormido encima de mí, pero sabía que el riesgo de dormirme con él y ser descubierta por sus padres era demasiado grande. Lo levanté suavemente para poder quitarme los tacones altos, y después de eso, lo cubrí con las sábanas y lo levanté en mis brazos.
Suave y silenciosamente abrí la puerta del dormitorio y caminé hacia las escaleras hasta su habitación y lo acosté suavemente en su cama. Hice lo mejor que pude para vestirlo y lo cubrí con sus sábanas antes de salir de la habitación y cerrar la puerta. Regresé a la habitación de invitados y me vestí con la ropa con la que llegué, y esa mañana dormí maravillosamente. Como a las siete de la mañana llegaron Cecilia y Roberto y yo ya estaba despierta y los niños seguían durmiendo en sus cuartos. Me preguntaron si los niños se portaban bien a lo que les dije que sí, y que no se pelearon en absoluto. Cecilia y Roberto quedaron complacidos, me pagaron bien y la verdad es que no me importaba el sueldo! ¡Me importaban más esos niños deliciosos y increíbles! Cuando salí de su casa y conduje de regreso a la mia, reflexioné sobre algunas cosas sobre la sociedad. La sociedad quiere que creamos que los niños a esa edad no están completamente desarrollados para entender qué es el sexo o que no son capaces de consentir en tener relaciones sexuales, pero ¿por qué estos cuatro niños cachondos de entre diez y doce años no solo estan dispuestos a tener relaciones sexuales conmigo, pero también lo disfrutan y hacen todo lo que pueden para complacerme también?
En mi mente, no siento que esté haciendo nada malo con estos cuatro niños , y basándome en algunas de las historias que he leído en este sitio y en mis amigas modelo de webcam que han tenido shows con niños menores de edad, siento que no estoy sola en esto. A cualquiera que esté leyendo esta experiencia y mis otras experiencias anteriores, ¡gracias! Me hacen sentir menos sola y me hacen sentir menos pervertida jaja! ¡En mi próxima publicación, compartiré con ustedes una experiencia que tuve recientemente con uno de los amigos de Sophia y su hijo!
Con mucho cariño y besos, Naty.
Wow qué exitante relatos te juro que tus relatos nos los puedo leer seguidos tengo que esperar un rato tomar energia y después seguir leyendo por que los detalles que das son exquisitos
Siempre Ricos tus relatos Hermosa 😋
Me encantan tus relatos, que suerte tiene esos 4 pequeños, que envidia me dan, desearia saber donde haces tus show en webcam pero no creo que proporciones esa info, en fin sigue escribiendo mas porfavor
Me encantó no se me hizo largo y me quedé con ganas de más imagina su tuvieras a esos 4 niños en una habitación crees que se pelearían, sería genial tener esos 4 niños para ti y tu amiga o para ti sóla si ya no quieres compartir porque no probaste con la doble penetración al mismo tiempo sería genial espero tu siguiente historia