PAREJITA QUE SE ANIMO AL CUCKOLD
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Soy un hombre de buen nivel socio-cultural, de 52 años y mucha experiencia en el ambiente swinger de mi país (Argentina).
Me inicié junto a mi mujer e hicimos todo lo que quisimos en total libertad, ambos somos bisexuales y actualmente tenemos un perfil juntos y cada uno por su lado en una página de contactos sexuales.
En mi perfil suelo contar experiencias que voy teniendo con gente de esa página, siempre y cuando me lo pidan (la gran mayoría son muy reservados y se sientes deltados si cuento lo hecho).
La publicación de una experiencia vivida con otra pareja, disparó la decisión de M y S para contartarme, conocernos y contarme su fantasía, las ideas que se habían imaginado para concretarla y ver si sería posible lograrlo.
Todo fue sencillo porque ellos estaban decididos después de más de un año de hablarlo e imaginarlo en sus sesiones sexuales.
querían vivir una experiencia cuckold donde M presenciaba como S era poseída de todas las formas posibles por un hombre maduro.
No sería un relato erótico si no se detallan a los protagonistas, M y S son una parejita de 25 (ella) y 24 (el), M es delgada, linda cola redondita de teen, tetas chiquitas pero armoniosas con su cuerpo, las manos muy cuidadas, se viste llamativamente full time (desde que arranca la mañana en su trabajo medio tiempo hasta que termina su jornada en la univesidad -dejó la UBA por cuestión de horarios y concurre a una privada- de noche) pantalones ajustados, jeans raspados, camisas impecables, remeras ajustadas,vestidos livianos, siempre zapatos de taco, su media sonrisa encierra desafío, malicia y picardía, y la acompaña con unos ojitos marrones muy expresivos que confunden a uno en la magnitud de los efectos de la charla (y la caricia).
S es un flaco de buen cuerpo, le gusta salir a correr, comer sano y cuidarse, 1,70 más o menos (igual que M, auque ella parece más alta por los tacos que le gusta usar), se viste acorde con ella, no desentona en la elección de la ropa, usa barba incipiente, tiene buena conversación y es totalmente desprejuiciado al hablar de sexo (ella no tanto), y totalmente hetero.
Son una linda pareja que cualquiera quisiera tener como contacto sex.
Ellos se conocen desde la secundaria y comenzaron a convivir poco después de iniciar la misma carrera universitaria en la UBA.
Son del interior de la Provincia de Buenos Aires y redujeron los gastos al decidir convivir, ya que cada familia costea el alquiler de su hijo mientras estudia en Baires (costumbre muy común y habitual, hasta que el estudiante encuentra trabajo para solventar sus gastos).
Solo un par de meses después se consolidaron como pareja, que lleva ya más de 4 años.
Eso significó el despertar de la sexualidad de ambos, la liberación de una educación conservadora típica de pueblo chico donde privilegian el “qué dirán”, y fue esa libertad sexual que disfrutaron la que hizo que los deseos y la confesión de fantasías de ambos fluyeran como agua de manantial.
Recurrentemente S planteaba la inquietud de compartir sexualmente a M con otros hombres y era de un modo nada sesgado, sin dobles intenciones (muchos quieren cogerse a otra mujer, y lo plantean como una especie de sacrificio para acceder a la mujer ajena en un posterior intercambio), el quería verla gozar.
Como siempre digo, cuando un hombre está dispuesto a compartir a su pareja mujer es porque ella se erige como su único objeto de deseo (mucho más en el hombre hetero) y lo que busca es proporcionarle el máximo de placer sexual que pueda sentirla y verla plena, entregada, enloquecida y borracha de placer.
como contrapartida, la que decide si quiere mostrarse en ese estado ante su hombre es ella y nadie más que ella (siempre la mujer es la que decide).
En este caso, a M la calentaba la idea, más por los ratones que le despertaban las posibilidades de sentir dos pijas al mismo tiempo, tanto en dobles penetraciones, como en sexo oral y anal, que por el hecho de ser compartida por su hombre, de hecho hasta la idea de poder sentir cuatro manos sobre su cuerpo ya la encendía cuando lo charlaban.
Así fue que abrieron un perfil en la página, donde buscar terceros (únicamente terceros, hombres), que ilustraron con algunas fotos de M muy excitantes (una en pollera cortita y medias a medio muslo, otra en culotte rojo, otra en una tanga azul calzadísima, y más).
El “anuncio” tuvo un éxito rotundo, en menos de una semana tuvieron más de 1000 mensajes y propuestas de todo tipo, de la más variada gama de edades, lugares, roles y hasta ofrecimiento de dinero (nada raro en esta comunidad, por cierto, ya que hay bastante perfil rentado ultimamente).
Fueron conociendo hombres en encuentros, desde pendejos al límite de la edad, hasta maduros de más de 60 años, no concretaban pero iniciaron una especie de casting que terminaba con ellos dos revolcándose en su cama en largas garchadas donde estaban verbalmente presentes los tipos con que habían estado charlando poco antes.
Eso fue fortaleciendo la idea de efectivamente iniciarse y así lo hicieron, comenzaron como la mayoría, eligiendo al de mejor cuerpo, luego al mejor dotado, después al más bonito, probaron con distintas edades y en distintos lugares (incluso, en su propio depto.
).
Ambos lo disfrutan mucho, M realmente se entrega y vive el momento del sexo a pleno, no dice que no a casi nada (en eso tienen mis mismos límites, nada de violencia física, insultos ni humillaciones, de ningún tipo), mientras que S suele asumir -sin dejar de ser activo- el rol de ayudante del tercero en la tarea de satisfacer completamente a M, diciéndole lo que le gusta, lo que quiere en ese momento y colaborando con mantenerla en esos estados de goce.
Los tríos que hicieron siempre involucran besos de M a S y al tercero, caricias de ambos a ella, sexo oral de M al tercero y de S a M, penetraciones simples y dobles, sexo anal y oral (a S y el tercero, alternativamente), como en una ceremonia ritual semejante a una puesta en escena.
Muchos hombres tuvieron la fortuna de poder compartir a M con S, M está siempre dispuesta a conocer nuevos hombres (tiene la teoría de que cada hombre tiene un modo totalmente distinto de cogerla, de moverse, de tocarla, de hacerla acabar), por lo que lo siguen haciendo regularmente y lo disfrutan.
Tu vieron muchas buenas experiencias y varias muy malas (ante un bombón como M es habitual que el invitado se desubique.
es tan difícil entender que la mujer accede a la cama compartida en función del placer de la pareja y no del tercero?).
El modo es simple, entran eligen en 5 minutos, mensaje y listo.
en esta comunidad, nadie en su sano juicio puede rechazar una invitación a garchar con M.
Lo cierto es que con el tiempo fue creciendo en la cabeza de S la fantasía de que M tuviera sexo con otro hombre y el no participara en trio, sino que solo miraría la escena como espectador privilegiado de todo lo que ocurriera, lo venían imaginando hace más de un año y el relato que subí hace poco sirvió de algún modo como disparador de lo que finalmente sucedió.
Recibí un mensaje de ellos donde S me hablaba en nombre de ambos, diciendo que tenían ganas de experimentar un cuckold con varias características muy excitantes, imaginaban que el corneador levantaba a M en un lugar público, que se la apretaba, la tocaba y manoseaba (ella se enciende con caricias sorpresivas), y finalmente la llevaba a algún lugar para cogerla a su gusto, que S estaría al tanto de todo, viéndolo solo como cornudo y sin nada de humillaciones (totalmente de acuerdo es ese punto).
parecía verso, una especie de “sueño del pibe tercero-swinger”, por lo que no le di demasiado crédito a su veracidad.
Veo el perfil y las fotos de M eran impactantes, una teen de cuerpito hermoso que quería entregarse a un tercero como juego sexual de su pareja, inmejorable.
Decidí seguir el chat y le respondo que no tengo problemas, que había que establecer límites hasta donde llegar sin desubicarme, que me contaran que lugar tenían pensado para el levante, los juegos posteriores y el garche, que lo ideal era conocernos en esos días e ir dispuestos a seguir hasta donde de (en casos de cuckold, donde la fantasía pasa por la entrega, no tiene mucho sentido el interminable intercambio de mensajes, sino que las más de las veces se concreta en el primer encuentro porque el morbo va por otro lado), y que mi condición era que S esté presente cuando tengamos sexo.
Me responden que si estaban dispuestos y después de confirmar que éramos reales por medio del varios mensajes de waths app, ese mismo viernes nos encontramos en una confitería céntrica (no me gusta ir a boliches ni bares swinger, dejaron de ser lo que eran) bastante concurrida.
Llegaron puntuales, ella con un pantalón de jean gastado con cortes (de esos que parecen rotos), camisa blanca y zapatos blancos de taco, pelo suelto, cartera y celular en mano, tan preciosa que un par de tipos se dieron vuelta a mirarla (me hizo acordar a la canción de Babasónicos.
sin piedad dejás atrás un séquito de vana idolatría).
S vestía jeans azules tipo chupín, remera roja y zapatos negros.
El sabe que todos miran a M, debe estar acostumbrado y parece que lo disfruta (… sos tan espectacular que no podés ser mia nada más).
Pedí unas bebidas y fuimos directo al grano, como dije antes, no tiene sentido el histeriquéo en estos casos, la mujer quiere verga y su hombre que se la den.
S resumió rápidamente lo que ya me había comentado por chat, que si M estaba de acuerdo podíamos hacerlo ese mismo día (es así en la mayoría de los casos), que teníamos que definir donde haríamos el levante y donde iríamos después.
M se disculpó y fue al baño, mientras nosotros nos quedamos definiendo el próximo paso y S me contaba que habían arreglado entre ellos que al volver del baño definía si lo hacíamos ese día o no, que si estaba Ok simplemente en lugar de sentarse junto a el, lo haría a mi lado y eso definía como seguía la tarde-noche.
Yo propuse un bar que conozco sobre Av. Cabildo, donde hay buen ambiente, luces tenues y algo de privacidad entre mesas por la disposición de las mismas, (le conté que hay de asientos dobles forrados tipo sofá, pero también hay mesas dobles y cuádruples en el pequeño salón, que lo ideal sería que pueda ubicarme con M en una de esas que tienen asientos dobles y que el podría vernos desde donde se pueda ubicar), S confió en mi conocimiento del lugar y aceptó ir para ahí si M accedía.
El lugar del garche lo definía con M cuando vaya avanzando, y eso a S le gustó más porque ponía fuera de su alcance saber dónde sería.
M no tardó en llegar, parecía aún más radiante que hacía un rato -cosa que yo creía imposible-, se dirigió directamente a sentarse a mi derecha, lo que disparó una sonrisa de satisfacción en S.
Le apoyé mi mano izquierda sobre su pierna derecha, al tiempo que le acariciaba la cara con el dorso de mi mano derecha, ese combo de caricias y la devolución de sonrisa y mirada, ya me habían puesto la pija gomosa, y se lo hice saber (con solo tocarte, ya se me está parando bombón, le dije bien bajito).
Me devolvió una amplia sonrisa y dejó caer su cabeza hacia mi mano, que seguía acariciando su cara (a mi también me están gustando tus caricias, me dijo en tono de voz suficiente como para que S oyera).
S pidió la cuenta, discutimos un poco sobre quien pagaría y encaramos hacia afuera (siempre soportando las miradas de algunos atrevidos).
Qué te parece si M viene conmigo, y nos encontramos allá? Le tiré a S, y dio su Ok después de cruzar miradas con M.
Ni bien subimos al auto le pedí permiso a M para besarla, cosa que la tomó desprevenida porque quizás pensó que un corneador no debería pedir sino tomar, que era condición del bull perder la caballerosidad, y por supuesto que eso no es así (a mi modestísimo modo de ver nunca, jamás se debe perder el respeto debido a la mujer de otro hombre que se entrega a los juegos sexuales.
sean cuales fueran), soltó una risa ahogada pero vino hacia mi boca tomándome del cuello, la besé larga y profundamente, con toda la pasión que puede despertar tener entre mis brazos una mujercita como M dispuesta a todo conmigo, le acaricié la cara, los hombros, las tetas, la cintura y la entrepierna, que emanaba un calor divino ya a esa altura.
y recién empezábamos.
Ella bajó una mano hasta mi pija y la acariciaba por arriba del jean, desde los huevos hasta la punta.
Así estuvimos unos minutos, hasta que dejé de acariciarla y nos separamos, puse en marcha el auto para salir del estacionamiento y previo pago enfilé para el bar donde nos esperaba S.
M estaba recostada en el asiento, me miraba de esa manera, con esa sonrisa maliciosa, que me era imposible no mirarla cada 3 segundos, “que hermosa sos.
que bien te queda esa ropa que te pusiste.
como te voy a comer toda, bonita!!!” le decía, y ella sonreía más y más, “ me encanta esta camisa, y estos pantalones me hacen linda cola, no? Un poco ayudan los tacos, pero.
” respondía.
“Me mostrás las tetas? “le pedí, y llevó sus manos a la camisa, la desabotonó y corrió el corpiño hacia abajo, dejando las tetas al descubierto, estiré mi mano y se las volví a tocar, ahora piel a piel, tomando cada pezón entre mis dedos y apretándolos suavemente.
M se lamía el labio superior con la punta de la lengua.
“Hermosas! Y tu colita? Me gusta ver antes lo que voy a comer”, avancé, y M demostró que estaba totalmente prendida a lo que le propusiera, se desabrochó el jean, bajó su cierre y previo desatarse del cinturón de seguridad del auto, se bajó los pantalones apoyándose en el respaldo del asiento con ese culo redondito de nena que tiene hacia adelante,mostrando apenas una tanga blanca metida hasta el fondo de las nalgas y se perdía en la entrepierna.
Mi mano buscó su concha, y se encontró con un charco de jugos y la tanga empapada, estaba mojadísima.
“cómo pide esa conchita, M, estás hirviendo y me encanta”, dije, y ella me volvió a mirar de ese modo que me mata y me dispara “hoy soy toda tuya, me está poniendo a full este jueguito”.
Ibamos llegando al bar, y la verdad es que el camino es muy iluminado, asi que desde afuera se podía ver bien claro que yo iba manejando y a mi lado iba una mina culo en pompa hacía adelante, por lo que le pedí que se acomode en el asiento pero que antes me obsequie la tanga.
Estuvo a punto de romperla para dármela, pero la paré diciéndole que la quería sana (ya era tarde, la había roto de un lado), así que hizo unos movimientos rarísimos para poder liberarse del pantalón primero y de la tanga después.
Me la dio (estaba totalmente mojada) y le pedí que me dejara olerla y luego la pusiera en mi bolsillo del pantalón, asi lo hizo, tenía un olor a mujer tremendo, embriagador.
Al poner la tanguita en mi bolsillo se quedo un rato en la zona, acariciándome la verga y algo recostada sobre mi pecho, me besaba el cuello.
Llegamos muy pronto, estábamos cerca y costó más estacionar que llegar al bar.
S estaba sentado en una mesita chica cerca de la puerta del bar, ubicado en forma lateral, de modo tal que podía mirar hacia afuera o hacia los sillones dobles de cuero tipo sofá, que estaban de frente a como se había acomodado.
Son 3 mesas de asientos dobles de ese tipo que están cuando uno entra sobre la derecha del bar y dos estaban ocupados, (el bar tiene estas 3 mesas de asientos dobles, 2 mesas con sillas para 4 personas, más 3 mesitas con sillas para 2 personas en el salón), por lo que no nos quedó más alternativa que ir hacia el que estaba vacío, justo el del medio, quedando casi de frente a S y a escasos medio y medio de donde él estaba.
M y S cruzaron miradas y yo traté de no hacer contacto visual, pero vi una sonrisa de S y un guiño de ojo.
M estaba en pleno contoneo de caderas y desplegaba la más elocuente representación de mujer fatal ante los concurrentes (y el propio S), con esa maliciosa media sonrisa dibujada en la boca, yo la traía de la cintura, que solté al llegar a la mesa para que pase hacia el lado de la pared y yo ubicarme a su lado.
S sorbía su vaso y miraba alternativamente hacia afuera, la barra y a nosotros.
no era el único, un tipo desde la barra, el hombre de una pareja que estaba en la mesa doble de adelante de la nuestra, y una mesa entera de 3 hombres ubicada casi al lado de la barra (al fondo del salón), no perdieron detalle de cada paso y cada movimiento de M desde que entró hasta que se sentó y ahí ya perdieron la posibilidad de verla, por como estaban dispuestas las mesas.
M estaba disfrutando esa especie de devoción que despertaba en el lugar, su sonrisa era amplia y sus expresivos ojitos marrones brillaban, achinaditos (cuando se calienta los achina más, y más), ya venía entonada del viaje y esto se iba poniendo mejor.
Pedimos unas bebidas y me dice “No sabés como me está poniendo esto de estar sin la tanga, tengo la costura metida hasta los ovarios y el roce con mi botoncito me está mantando.
debo estar toda mojada”, sin decir palabra giré hacia ella, bajé la mano y la calcé desde la pelvis hasta el culo (tengo manos grandes y dedos largos), realmente estaba muy húmeda, pero imposible saber cuanto y si se le notaría al levantarse.
Subí la mano y me chupé el dedo medio, pasándoselo después a ella por los labios, en movimientos que podían parecer simples mimos para quien viera, menos para nosotros.
y para S que estaba ya acomodando su paquete viéndonos.
Otra vez a besarla, pero esta vez dulcemente, disfrutando el olor de su perfume (no logré identificarlo aunque soy bastante bueno en eso), la textura de su lengua y la carnosidad de sus labios, caricias inocentes en cintura y hombros, cara y pelo.
Ella solo acariciaba mi barbilla y cuello y se dejaba hacer, suspiraba cada vez más profundamente, sus ojos destellaban y se movía muy despacio -casi imperceptiblemente- su cadera.
se estaba pajeando con la costura del jean.
Cuando vi venir el pedido, la solté separándome, y le susurré al oído “Chorreá tranquila bombón, en un rato te la lavo con la lengua”.
me miró fijo, con esa expresión de desafío inigualable, esos ojitos achinados brillando, dio un movimiento en el asiento -como acomodándose, pero ambos sabíamos que era ooootra cosa- y otro suspiro más largo y ahogado que los anteriores, pero se enderezó y recobró la postura para recibir su gaseosa.
El gesto de sonrisa era permanente, disfrutaba esto y mientras tomaba miraba fugaz y furtivamente a S, que tendría una erección importante a juzgar por la imposibilidad de quedarse quieto en su silla.
Yo me giré otra vez hacia ella, e hice que ponga su pierna derecha por sobre la mía izquierda, quedando casi de frente a mi (y quitando visión a todos los que pudieran estar viendo, incluso S que quedó a mi espalda), mi mano derecha fue directo a palpar su humedad mientras que la izquierda agarró su pera para atraerla otra vez a mi boca, luego bajó hasta sus tetas, y finalmente a sus caderas.
M accedía dócilmente a cada movimiento que yo le proponía, me besó adelantó la pelvis cuando vio la intención de mi mano de tocarla y me devolvió la caricia agarrándome la pija por encima del jean (yo estaba como en un sueño por lo que estaba viviendo, e inevitablemente ya estaba al palo), ella estaba a punto y era momento de definir lugar e ir a garcharla, lo necesitaba, si pudiera lo pediría a gritos.
“Vamos a un telo que yo conozco, te parece? No tienen problema en que entremos los 3 ni que sean 2 los autos, tengo muchas ganar de chuparte toda y cogerte como nunca cogí a nadie”, la respuesta fue otro largo suspiro ahogado y asintió moviendo la cabeza afirmativamente.
“Mandale waths app a S y preguntale como está viendo todo, que ya definimos ir a garchar ahora mismo a un telo, y solo si el está de acuerdo ya salimos y vamos para allá, que también te diga si quiere que vos vayas con él” (que sea una fantasía cuckold no significa que el hombre de la pareja pierda todo tipo de poder de decisión, podría arrepentirse y es de bien nacido aceptarlo y volver a ocupar el lugar de tercero).
Me clavó la vista con gesto de interrogante, pero le despejé cualquier duda que pudiera tener “Siempre debe ser así, M, me muero por garcharte acá mismo pero este juego es de los 3 y lo peor que puede pasar es que S no esté de acuerdo en este paso, o que hubiera cambiado de idea, puede pasar y por apurarnos hoy perderíamos la posibilidad de hacerlo otro día del mejor modo”.
Sonrió otra vez, ampliamente, y le mandó el mensaje a S, que nos miraba como queriendo saber qué decíamos en nuestro cuchichéo.
Mientras ella escribía, me respaldé en el asiento, y haciéndole una seña de ojos a S, saqué unos 15 centímetros de la tanga de M que tenía en el bolsillo.
su reacción fue de sincera felicidad, gesto de asombro y sonrisa natural, eso me confirmó que su respuesta iba a ser positiva.
Ni bien M terminó de mandar el mensaje, veo de reojo un movimiento de S hacia su celular, cliquéo rápido y, al instante, pedido de cuenta.
Estaba todo Ok.
Ibamos saliendo y ya era de noche, M caminando de mi mano (S ya había salido) pero adelante mio, como guiándome el camino hasta estar en la calle, si bien siempre me manejo de ese modo más por caballerosidad que otra cosa, en ese momento era algo indispensable porque la entrepierna de M estaba muy mojada y cambiaba el color del jean, oscureciéndolo en esa zona y hasta la parte baja del culo.
Llevaba su cartera adelante y a mi detrás.
Verla como estaba vestida y con esa actitud de entrega ya me ponía a full, y con esos “secretitos” compartidos simplemente me hacía estallar la cabeza.
“S me pidió que vayamos los 3 en nuestro auto, si te parece y después venimos a buscar el tuyo”, a lo que accedí sin reparos, era un hecho que iba a degustar a esta nena que tanto me estaba gustando, con el Ok de su hombre.
S ya estaba al volante, y M se subió atrás.
Naturalmente, me dirigí hacia el asiento delantero del acompañante, pero M me pidió que vaya con ella atrás para “charlar” hasta que lleguemos.
no era lejos, unas 20 cuadras aproximadamente.
Al subir le agradezco a S la posibilidad que me da de poder disfrutar no solo del cuerpo, sino de los besos y las caricias de M, que yo pensaba que ella era un bombón hermoso y que realmente me sentía muy halagado de ser elegido por ellos (lo dicho, el tercero siempre debe agradecer al hombre de la pareja la posibilidad de compartir a su mujer.
siempre).
S sonríe y me tranquiliza diciéndome que ya lo tenían decidido desde antes y que no entendían esto de otro modo, cuando eligen a alguien van hasta donde de, que en su caso siempre es hasta el final de la experiencia.
Mientras S me contestaba, M se acomodó sobre mi pecho, bajando la mano hasta mi cinturón, que desprendió, desabotonó mi jean y bajó el cierre, al momento que con 2 dedos movió el boxer hacia abajo y liberó mi verga, que estaba paradita y lista, mojadísima por la cantidad de presemen que se fue juntando ahí de toda la franela, y sin perder ni un segundo de tiempo se la metió hasta la mitad en la boca, parando cuando hizo tope en su garganta.
Como estaba, bajé mi mano por su espalda hasta alcanzar ese culito apretadito por el jean, empapadísimo, como pude desabroché el botón del pantalón y bajé el cierre (era difícil porque inició una chupada frenética y no podía cambiarla de posición), para poder meter mi mano entre el pantalón y su piel.
la concha de M era un mar, me resbalaban los dedos, busqué rozar su clítoris y dio un empujón de cintura hacia adelante, cambié al ojalito del culo (me encanta) y casi al instante se tragó la primera falange del dedo índice y tiró la cadera hacia atrás en ese momento, como queriendo clavárselo todo.
M suspiraba profundamente, mientras seguía con un mete saca de mi pija en su boca poco más allá de la cabeza, y sumado a las sensaciones de mis propios dedos me estaba dejando al borde de explotar.
S miraba lo que podía mientras manejaba, por el espejo retrovisor y también dándose vuelta.
saqué la tanga del bolsillo de mi pantalón apenas bajado y se la di para que la oliera, fue un gesto de complicidad propio del juego cuckold (que el hombre de la pareja puede entender libremente -según su morbo- como cierta humillación, o demostración de dominio de la situación, sin que sea en modo alguno la finalidad del “obsequio”.
no me gusta nada la humillación, pero mucho la complicidad).
S la tomó y al verla rota de un lado se alarmó, preguntando porqué estaba rota, entonces M dejó la chupada que me estaba dando y lo calmó diciéndole que fue ella quien la había roto, porque había entendido mal que yo le pedí eso (la verdad es que me encantó el modo en que le contó lo que hicimos en el auto mientras íbamos al bar, que el trato que le había dado era muy respetuoso, que era un dulce, y demás que no escribiré acá.
LO PROMETIDO, CUMPLIDO S).
El se llevó la tanga a la nariz y la olió profundamente, lamió la tela todavía mojada y sonrió al tiempo que anunciaba que estábamos llegando al hotel.
Nos acomodamos la ropa antes de bajar del auto, pedimos habitación y entramos, primero ellos, yo detrás.
Sin tocarse ni besarse (lenguaje corporal que dice muchas cosas), S fue a sentarse al banco alto del barcito que está en un rincón, se aflojó el pantalón y se sacó la remera, casi inmediatamente, se preparó para disfrutar del espectáculo que había imaginado tanto tiempo.
M subió la escalerita hasta el desnivel donde está la cama, y más allá el jacuzzi, apoyó la cartera y el celular sobre una de las mesitas de luz y se quedó parada al pié de la cama, esperándome.
Sus manos recorrieron los costados de su cintura, subieron hasta su camisa y comenzó a desabrocharla, dejándola suelta sobre sus hombros y por afuera del pantalón, se lamí el labio superior con la punta de la lengua y sus ojos brillaban como nunca.
Tras cerrar la puerta, y siempre mirándola, me dirigí al teléfono y pregunté que querían tomar (eso descolocó un poco M que pensó que iría a avalanzarme sobre ella y poco menos que violarla, pero al ratito me dijo), gaseosas, agua mineral y un champucito en frapé para que se vaya enfriando, iban marchando.
Colgué el teléfono y me acerqué a la escalerita -de 3 escalones hacia arriba- que lleva al desnivel donde estaba M esperándome al pié de la cama.
la imagen era realmente impresionante, vista desde abajo parecía altísima, el jean rasgado en las rodillas pegado a las piernas, con una notoria mancha de humedad en la entrepierna que oscurecía el color de la tela azul, camisa desabrochada por afuera del pantalón, y esos tacos que la elevaban varios centímetros más del piso.
ojos achinaditos y brillantes y esa media sonrisa alucinante.
Sus brazos a los costados del cuerpo y las manos en constante movimiento (las cerraba como apretando el puño y las abría).
Una reina, una diosa, una provocativa mujer, una anhelante cómplice, una amante caliente.
o todo eso junto.
Me deshice de la camisa que traía puesta, los zapatos y las medias y subí la escalera despacio, con solo jeans puestos, disfrutando al máximo la mágica visión de M, que a cada paso que me acercaba se me hacía más hermosa y más real.
Al subir y avanzar -muy lentamente- los cortos 2 pasos que me separaban de ella, tomé su pera con mi mano derecha y la atraje otra vez hasta mi boca para volver a besarla.
Ella vino dócilmente (como en cada movimiento que le proponía) y se prendió con ganas a un beso lleno de pasión, mientras con su mano derecha me tanteó la pija, e inmediatamente llevó su otra mano para desabrocharme el pantalón, “Quiero comértela”, me susurró sin dejar de besarme y ya bajando pantalón y boxer hasta mis muslos.
“No te apures bonita, te prometí que te iba a lavar la concha con la lengua y por supuesto que voy a cumplir, en este mismo instante” le respondí, al tiempo que le calzaba mi mano abarcando pubis y parte del culo, “Estás mojadísima M!!!, bajate el pantalón y ponete en 4 al borde de la cama por favor”, y sin decir palabra, sus preciosas manitos fueron a desabotonar su jean, en tanto yo la ayudaba a quitarse del todo la camisa y el corpiñito.
En segundos, estaba como le pedí, cara apoyada en la cama, al borde sacando el culo hacia afuera en 4, con el pantalón bajo hasta los tobillos y los zapatos de taco aún puestos, ofreciéndole a mis sentidos en primer plano concha y orto por primera vez.
El cuadro lo completaban una larga espalda rematada por hombros estilizados, el pelo revuelto y el perfil divino de su carita sobre la sábana.
todo su cuerpito brillaba por el sudor, y lo resaltaba la luz ténue propia del telo.
Sonó el aviso del barcito que habían llegado las bebidas, S se encargó y seguimos como si nada hubiese pasado.
Me recosté a su lado y mientras me saqué del todo pantalón y boxer, le di un pico a su boquita y me arrodillé a su derecha dejándole la poronga al alcance de la mano por si quisiera agarrármela (yo estaba totalmente al palo pero con el objetivo claro de hacerla estallar de placer), entonces inicié una verdadera degustación del cuerpo de M, muy lentamente besé sus hombros, corrí su pelo (que olía riquísimo) y fui hasta la nuca y volví a besarla ahí, mordí suavemente el músculo y empezaron sus reacciones (besos, mordiscos, lengua y bigotes son buen combo, es sabido.
).
M movía su cadera abajo y arriba, sacaba el culo para afuera y comenzó a gemir.
Con la lengua comencé el recorrido hacia el abismo más deseado por mi, bajando por su columna, vértebra por vértebra, muy despacito, tomándome el tiempo de sentir sus vibraciones, sus gemidos y el sabor de su piel.
Al llegar a la zona lumbar, me desvié hasta los riñones, para darle un superficial chupón sobre cada uno, y eso la terminó de encender, “Me estás matando!!!” decía y se aferró de mi pija, al tiempo que llevó la otra mano a su entrepierna para masturbarse.
Paré por un momento la actividad de mi lengua, saqué su mano de la concha, y me la llevé a la boca para chuparla dedo por deo (tiene manos perfectas, y mojatidas de sus jugos.
uffff), “Sin trampas, ese manantial es mio hoy”, le dije, y ella apretó mi pija y movió más rápido la mano con la que me tenía agarrado, pajeándome.
Seguí mi camino pasándole la lengua por la columna (cada tanto estiraba la mano hasta sus tetas y jugaba con sus pezones, ya duritos), al llegar a la zanja del culo, me acomodé mejor para quedar de frente al orto (perderse esa imágen hubiese sido imperdonable), y la pincelé varias veces metiendo la punta de la lengua en el ojal y con la lengua para arriba, otra vez al ojal y para arriba, una vez más.
M chorreaba -literalmente-los jugos que brotaban del interior de la argolla ya se deslizaban por el lateral de las piernas, gemía cada vez más y movía la cadera descontroladamente.
Yo me centré más en su ojalito, lo lamía, metía la lengua, lo besaba, lo chuponeaba, otra vez lo penetraba con mi lengua.
M gemía y suspiraba cada vez más aceleradamente y era evidente que estaba por explotar, por lo que llevé una mano hacia abajo y le rocé con mi dedo índice el clítoris, causándole un inmediato orgasmo pleno de estertores y estremecimientos de su cuerpo (el esfinter se apretaba y abría con una rapidez que jamás había visto), y un sonoro suspiro que fue la expresión más genuina del placer que estaba sintiendo con mis caricias.
Todavía en trance, la giré sobre su espalda y ahora si, saqué sus zapatos y el pantalón, quedó tendida de espaldas, los bracitos a los costados del cuerpo, y las piernas abiertas, con la rodillas algo levantadas para ayudar al esplendor del ofrecimiento que me hacía de su entrepierna empapada.
M no está totalmente depilada, una característica bastante inusual en estos tiempos (y más en este ambiente, donde algunos hasta exigen que el hombre también esté depilado.
hay cada mambo!!!), conserva una mata de pelitos muy cuidada sobre la parte superior del tajo, costados y más abajo perfectamente depilados.
Me detuve a admirarla unos segundos, ella se pasaba la punta de la lengua por el labio superior (un gesto suyo habitual que me gusta mucho), estuve a punto de pedirle permiso pero no lo hice, y me incliné sobre ella, otro pico que se convirtió en un tremendo beso, bajé a lamer y morder sus pezones (suave, claro), seguí bajando hasta el ombligo y también me detuve a lamerlo y besarlo (M se estremecía), y finalmente llegué a donde quería desde el primer momento que toqué esa conchita (en mi auto, cuando M me mostraba el culo camino al bar donde nos esperaba S).
M ya estaba totalmente abierta de piernas, las rodillas flexionadas y separadas formando una M (como la que usaba Sex Humor en su grafía -comentario solo para entendidos-) al verla de frente.
Mi lengua lamió cada lateral de la vagina, bajaba por ambos y con la punta buscaba el ojal del culo, volvía una y otrta vez, sorbía todos los líquidos que encontraba en mi andar por ese paraíso, M gemía y me pedía que se la chupe de una buena vez, y se apretaba las tetas.
cuando su culo comenzó otra vez a latir (seña inconfundible de que estaba llegando a las puertas de otro orgasmo), lamí sus labios externos y sorbí su clítoris (con ruidito, ya que ese aire aspirado provoca una vibración en la piel).
M levantó brúscamente la cadera de la cama, casi golpeándome la mandíbula, y acabó entre gritos y suspiros, se movía y retorcía en la cama, se apretaba los pezones.
aproveché el movimiento y le metí medio dedo índice en el culo (solo quise estimular el ojalito, pero “se lo tragó”), y hundí mi lengua en la entrada de la concha para lamer, sorber y tragar todo lo que me regaló en la boca, unos minutos después de esto pasé otra vez al clítoris, lo tomé entre mis labios y le dediqué todo tipo de atenciones (tocadas directas con la punta de la lengua, lamidas laterales, besitos, lamida con todo el largo de la lengua, tomarlo fugazmente con los dientes, succión con ruidito, y más.
no voy a enseñarle nada nuevo a gente taaaan experimentada como los integrantes de esta página), para ese momento ya le había metido mis dedos índice y mayor en el culo y entraban a gusto y piacere.
M volaba, no dejaba de fluir líquidos, su cintura temblaba, estaba íntegramente sudada, y a punto de enganchar otro orgasmo, y yo así lo quería (seguía con una erección terrible, pero mi cabeza estaba donde quería estar.
metida de lleno en la conchita del bombonazo de M).
Acabó entre suspiros y entremecimientos musculares, aunque con la espalda pegada en la cama, como más rejada sintiendo el orgasmo que venía desde lo profundo de su entrepierna, el esfinter se contraría y aflojaba alrededor de mis dedos, al compás de los ahora lentos caderazos que daba hacia arriba buscando mi boca, hasta que quedó quieta, sus manos soltaron los pezones y se deslizaron hacia los costados de su cuerpo, tu expresión fue inolvidable para mi, tenía una sonrisa amplísima, los músculos de la cara tensos y el ceño fruncido, que se fue aflojando hasta quedar en un estado de plenitud y felicidad reflejada en toda su cara, el corazón le latía aceleradamente, su pecho se inflaba por su respiración y suspiraba buscando aire.
fue mi gloria sentirla y verla así.
Se mantuvo así solo un par de minutos, yo en ningún momento dejé de acariciar su caderas, su pancita y sus muslos, como en cámara lenta, le besaba la concha, le pasaba la naríz a lo largo de la raya, lamía sus pelitos, besaba -y soplaba- su clítoris, que seguía hinchadito.
“Tengo que ir a hacer pis, perdoname pero no aguanto más.
” me dijo, entonces me separé para ayudarla a ponerse de pié y nos trenzamos en un dulce beso acompañado de caricias y un abrazo constrictor, como si nos despidiécemos para siempre.
S estaba completamente desnudo y se pajeaba lentamente, sin lugar a dudas estaba disfrutando de nuestros juegos, se había servido gaseosa y cuando M se fue al baño me ofreció algo de beber.
Le agradecí pero lo dejé para más tarde, fui también al baño y me acerqué a M que estaba sentada en el inodoro orinando, la tomé de la pera, acaricié su cara (ella me devolvió la caricia recostando la cara sobre mi mano), agarré la pija y se la acerqué a la boca, tomándola una vez más de la pera para que me la chupe.
La altura era justa, su boca quedaba exactamente a la altura de mis huevos y solo había que inclinarla un poco para que la posición fuera ideal.
M tiene la tendencia a devorar pijas en chupadas frenéticas, cosa que a mis 51 años ya dejó de ser mi preferencia, por lo que tuve que pedirle lo que quería que me haga, particularmente prefiero la chupada con más detalles, mucha lengua a lo largo de la verga y cabeza, estimulación de frenillo, lamida de huevos y nada de paja, todo lengua y labios.
además, amo dar y recibir besos negros (es un viaje de ida, y en mi caso significó un argumento más para reconocerme como bisexual).
Ella fue haciéndolo tal y como yo se lo pedía, pasaba la lengua a lo largo de la pija y se metía la cabeza en la boca, sugaba con la punta de la lengua en el frenillo, volvía a bajar, iba hasta los huevos, los lamía y chupaba, volvía a subir y otra vez lo mismo.
me gustaba sentir el roce de su lengua y sus labios, pero mucho más gozaba de ver su carita con esos ojitos casi cerrados y brillantes yendo y viniendo.
“Vamos a la camita que te la chupo más cómoda”, me dice y se levanta del inodoro para llevarme hasta la cama agarrado de la poronga.
Yo me siento contra el respaldo y me ubico con las piernas abiertas, para ofrecerle la comodidad absoluta que pedía para mamármela.
media pija de un golpe adentro, sacó, bajó con la lengua hasta los huevos, volvió a subir a la punta de la pija para metérsela ahora hasta que hizo tope en su garganta (hizo una pequeña arcada, pero siguió), otra vez a los huevos y fue más allá, rozando el culo con la punta de la lengua.
“Me encanta eso linda!!! me chupás el orto?” y entre dientes me responde “Dale, siempre quise probarlo y nunca lo hice.
voy a debutar”, mientras me mostró una tremenda sonrisa, seguramente provocada por lo que había dicho en relación al debut.
Me acomodé mejor, bajando la espalda y me puse de costado (para el que se inicia en esto del beso negro, la imagen del culo en pompa ofrecido a la boca puede ser chocante y hasta hacerlo retroceder en el deseo de hacerlo), para que comience probando, se vaya animando a chuparlo y según las ganas e intensidad me iría acomodando boca abajo para que lo disfrute a su antojo.
La verdad es que yo ya estaba por acabar, y haber dejado de centrarme en ella me estaba poniendo en un camino casi irreversible.
Pasó tímidamente la lengua por los huevos hasta el ojal, y apenas comenzó a lamerlo se retiró, volvió a hacerlo y lamió los huevos (ya parecían uno solo por la contracción que causaba mi estado) y al llegar al culo se quedó un poco más (eran lamidas externas, como reconociendo la textura del orificio con la lengua), fue otra vez a los huevos y volvió (rápidamente esta vez) al culo.
M endureció la lengua y le dio un estiletazo al medio del orto, demostrando que quería culearme con la lengua , entonces me acomodé boca abajo pero con el culo algo levantado (no solo le dejaba mejor accesibilidad a ella, sino que mi erección me impedía apoyar el cuerpo contra la cama sin tener dolor), y en esa posición se dedicó a meterme la lengua el culo todo lo profundo que llegara, lo lamia y besaba (la verdad es que se sentía muy muy bien).
Yo estaba listo para explotar y se lo avisé, entonces ella abandonó el beso negro para que me vuelva a sentar, ahora se arrodilló de frente a mi y agarrándome la verga de los huevos me la chupó profundamente, mientras la otra mano buscó mi ojal y dos dedos de esa manito de porcelana se metieron en mis entrañas.
no necesité nada más, acabé copiosamente en su boca y al separarse en su cara y pelo.
La expresión de su carita divina, esa sonrisa y esos ojitos destellantes (son los rasgos que más me emocionaron de su estado de calentura), la cara salpicada de mi leche y mostrándome los restos que tenía en la boca (no tragó, la mantuvo en la boca para mostrársela a S de pasada hacia el baño), es una de las imágenes que persistirán en mi mente hasta que me muera.
Ese encuentro continuó con mucho más, la garché por cada rincón de la habitación, en no menos de 10 posiciones diferentes (ya descargado, tenía tela para rato) y nos acomodábamos para darle mayor participación visual a S.
comencé por ese culito redondito hermoso, le abrí la concha de mil maneras, la pajeé y la seguí chupando hasta que estuvo totalmente satisfecha, al punto que si la tocaba le causaba cosquillas y si la rozaba sentía como electricidad.
No me gusta caer con reiteraciones, estoy convencido que aburren.
NUNCA REPRIMAN SUS DESEOS SEXUALES, LA VIDA SE VIVE SOLO UNA VEZ!!!
SALUDOS A TODOS Y CUIDENSE MUCHO!!!
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