Pendejo con suerte (aka Baldío Parte 2)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Empezare refiriéndome como Gordon.
Solo por tener un nombre.
La verdad es que si bien cada tanto me doy una vuelta por la pagina, para leer algún relato que me remonte a determinadas épocas de mi vida sexual, no soy tan asiduo como para crearme un perfil, y escribir tan seguido.
Ni creo que en algún futuro cercano me cree una cuenta tampoco.
Por eso no puedo responder comentarios.
Tampoco es que me interese realizar amigos aquí.
Sin embargo, me tomare este inciso para comentar sobre otro relato que hay en la pagina y en la misma sección, con un terreno baldío, y con una situación similar… (y que por supuesto ya leí y disfrute).
Ha sido una casualidad o interesante situación que no me esperaba.
Cosas del destino?
No sé, no creo mucho en eso.
Pero como sea, eso me ha llevado a re-titular esta pequeña saga, para no confundirnos.
Están avisados que esta es una historia similar, pero un relato y vivencias diferentes.
No lo pensé ni lo planee.
De hecho, si lo hubiera planeado, me habría tomado años quizás hacer algo así.
Pero ocurrió que estaba en mi adolescencia con mis hormonas aun activas y con muchas ganas de coger.
Y justo se dio que esta mocoso de 11 años, apareció una tarde de la nada, mostrándome su culito y burlándose con sus amigos, como ya comente en mi anterior relato.
Una nena tratando de imitar cosas de adultos, termino siendo desvirgada en forma poco suave por mí.
La convertí en mujer.
Y por supuesto que quería seguir cogiéndomela.
No estaba satisfecho.
Pero Vane, así como le decían sus amiguitos, no apareció.
No la volví a ver.
Hoy, me angustio un poco al pensar las cosas que me podrían haber pasado por ser un pendejo descuidado y caliente.
La nena me podría haber denunciado, o la madre… la pude haber dejado embarazada al haberme acabado dentro.
O haberla lastima más de lo que yo sabía.
P ara mi suerte, nada de eso ocurrió.
Pude continuar mi vida, mis estudios, para terminarlos y tener hoy, un trabajo honesto y respetable.
Habrá pasado casi un año y medio, cuando en la primavera del 1996, yo cortaba camino por ese baldío.
Me rendí a la idea de volver a verla, y por el contrario, por esa época estaba más atento a levantarme (conquistar) una chica que me gustaba muchísimo, una compañera de clase.
Por la misma razón, era que como un baboso, simulaba ir en la misma dirección que mi compañera, y me desviaba unas cuantas cuadras en otra dirección, y así poder charlar con ella.
Así que por lo tanto, terminaba volviendo a casa media hora más tarde de lo habitual.
El terreno estaba un poco más despejado, y sus matorrales mucho mas aplastados.
Esto hacia que llegara un poco mas de luz al lugar, al sendero, proveniente de las luminarias callejeras.
Aun así, era imposible ver a alguien que camine en el sendero, desde la calle.
Seguía siendo un lugar para tener un poco de privacidad.
Algunos hombres, aprovechábamos para orinar en un costado, si estábamos apurados.
Yo venía enfrascado en mis pensamientos, cuando un poco más adelante, de entre uno de los matorrales, asomaba una figura femenina.
Me sorprendió, por no decir que me asusto un poco el verla salir de pronto.
Me frene en seco, y al ver que no habían problemas, continúe mi camino, acercándome a la figura.
Me saludo con una tierna voz.
– Hola.
– Hola- le respondí.
Cuando pensé que solo saludaba por cortesía, y seguía mi camino pasando a su lado, me dijo:
– Que no te acordas de mi? Ya no te interesa cogerme?
Wow! Aquello me tomo aun mas por sorpresa, sin saber que decir.
– Un ratón te comió la lengua?
– No, no… claro que me acuerdo de vos…-me tomo un rato recordar a Vane, y que podría ser ella.
Y ahí estaba.
No podía ver bien su cara.
Estaba más alta que antes, incluso más rellenita.
Su voz era más dulce de lo que recordaba, más tierna.
Incluso su perfume era muy dulzón.
Ya no era la marimacho que solía revolcarse con sus amiguitos, se había convertido ahora en una princesa.
Y eso, asumí que se debió a mí.
Probo las delicias del sexo, de mi sexo, y ahora había madurado un poco.
Obvio que todo aquello me devolvió a ese estado calentón que yo tenía.
Un poco de nervios previos pero me le acerque, y la bese.
Que rico el sabor de sus besos!
Ambos habíamos cambiado y ahora sabíamos como besar mejor, no solo yo.
Sus besos eran de mujer.
No mediamos muchas palabras más… ella comenzó a manosearme, ya mas como una mujer.
No podíamos acostarnos en el suelo o entre los matorrales húmedos.
Y de hecho, el ambiente se sentía bastante frio.
Así que buscamos un lugar más apartado del sendero y a cubierto del viento.
Ambos estábamos con ropa abrigada, así que los manoseos eran más con manos frías.
Estuvimos un buen rato, entrando en calor, abrazándonos, besándonos.
La tibieza y el olor dulce de su piel… el sabor de su boca…
Dios!!!
Qué rica que estaba la nena!
Llego un punto en donde no dábamos mas de la calentura.
Ella se dio vuelta, y se bajo un poco el pantalón.
Lo suficiente como para que yo le metiera mi verga, pero no tanto como para sentir el frio.
Me acomode en un lugar un poco más bajo, ya que yo era bastante más alto, y así poder quedar a su altura para penetrarla.
Sentí como ella abrió sus nalgas, y yo le frote mi verga todo a lo largo de su orto.
Busque su agujero vaginal con un dedo, mientras me llenaba de su lubricación.
Una vez hallado, acomode la punta, y comencé a empujar.
Costo que entrara, se salía.
Me acomode un poco mejor, y ella si aguantar más, ni bien sintió mi punta, empujo con fuerza hacia atrás, entrando toda.
– La tenes muy grande!
– Como la ultima vez… mamita.
– No, la ultima vez no me dolió tanto.
Yo seguía bombeándola.
Estábamos gozando de maravilla, a pesar del frio.
Incluso ella se acomodo girando su cabeza, yo me incline hacia adelante, y comenzamos a besarnos, sintiendo el aliento de uno en el jadeo de la otra
En un momento, ella quiso cambiar.
– Ahora por la cola.
Nunca lo había hecho por ahí… no sabía que ella lo hacía o lo quería por ahí.
Pero yo contento.
Así que se la saque, ella volvió a abrir sus calientes nalgas, y se la acomode en el agujero del orto, para luego comenzar a empujar.
– No, mójala.
– Que?
– Esta seca.
Yo opte por lubricar mi verga con sus jugos vaginales y luego probé.
– Sos tonto o qué? Mójala con tu saliva.
Pues hice lo que ella me pidió, le lubrique el orto también, con mi punta busque el agujero y comencé a empujar.
Costo lo suyo, pero luego de unos cuantas segundos, comenzó a entrar, su ano comenzaba a dilatarse y mi verga abrirse paso en sus entrañas.
– Despacio, te dije que la tenes mas grande!
– Bueno…
Continuamos lento, pero luego con su culito dilatado, le entraba bien.
Ella empujaba repetida y rápidamente hacia atrás, mientras yo le masajeaba las tetas, que ciertamente le habían crecido bastante.
En un momento, tuve que empezar a besarla, para que no grite tanto.
Le pegue mi boca abierta, y ella seguía gritando dentro de mi boca.
Entre el frio, y la posición, fue muchísimo más duradero que la vez anterior.
Es decir, yo estaba muy caliente, ella también, pero no acabe enseguida.
Habrán sido unos buenos 15 minutos de coger, hasta que no pude mas, y le llene su culito de mi leche masculina.
Sentía como la pendeja me apretaba, mientras me decía lo bien que se siente mi leche dentro suyo.
Se la deje un rato mas.
Se sentía bien ese calorcito interno.
Ambos abrigándonos mutuamente con las camperas, y a la vez pegados.
Comenzó a llover bastante fuerte, así que no nos quedo otra que separarnos rápidamente, acomodarnos la ropa como pudimos, e irnos.
No hubo tiempo para decirle algo mas, por que cuando me di cuenta, me dio un:
– Voy yo primero así no sospechan, quédate un poco mas aquí.
No me preocupe mucho mas… asumí que aunque no lo dijéramos, ella estaba de vuelta, así que podríamos vernos de nuevo al día siguiente.
Pues eso no paso.
No la vi al día siguiente, ni al siguiente de ese.
La vi casi una semana después, en el almacén del barrio.
Como era mi vieja, o mi hermano menor los que siempre van a comprar, yo no iba casi nunca… hasta que pase a comprar una gaseosa para ir al cumpleaños de un amigo, cuando siento un olor conocido, una voz conocida, y al girar, veo la misma campera y el mismo rostro que angelical que ese día, estaba cubierto en las sombras.
Cuanto había cambiado ahora que la volvía a ver de día.
No era el lugar ni el momento, así que opte por no saludarla ni nada similar.
Quizás si cruzáramos las miradas, solo habría una sonrisa de complicidad.
La mirada ocurrió, pero no hubo sonrisa, no hubo nada.
Mi sorpresa fue mayor cuando el almacenero, la saludo y la llamo “Beatriz”.
Asumí que ese sería su verdadero nombre y quizás Vanesa su segundo nombre o algo de eso.
Pero no, habían varias cosas que no coincidían.
De hecho lo sentía mucho antes pero en la calentura ni me fije.
Para resumir:
Investigue un poco más acerca de la chica.
No era mi pequeña Vanesa, a la cual me había cogido dos años atrás.
Esta era Betty, una chica de 16 años, tierna y dulce como la miel, porque tenía un problema de no recuerdo que.
Es decir, dicho en criollo y con falta de tacto, la chica tenía un ligero retraso mental que yo no pude percatarme antes.
Y resulto que yo no era el chico que ella esperaba.
Esa tarde, yo solo iba caminando por el lugar, como es costumbre, ella me habrá confundido quien sabe con quién en la oscuridad y cogimos.
Ella no me conocía…
Es de esas cosas fortuitas… oportunidades? Que aparecen de la nada.
A veces uno las aprovecha, otras no.
Y a veces, uno tiene una suerte de puta madre.
Y mi pequeña Vanesa?
Ah… esa es otra historia, para la siguiente parte.
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