Samantha de 12 y su maestro pt.4
La última parte de la historia de Sam, cómo dije, contaré cómo fue la primera vez por su culito. Disfruten..
Hola a todos, primero que nada, perdón por tardar en traer tanto esta cuarta parte, tuve algunos problemas, en compensación, e la más larga de las 4 si no me equivoco.
Y muchas gracias por haber seguido esta historia hasta esta, su última parte. Antes de comenzar, quisiera mencionar: He visto un comentario y siento que se puede llegar a pensar que Sam y Samantha son distintas personas, no, es la misma. Le digo de ambas formas sin darme cuenta.
Bien, una vez aclarado eso, comienzo.
Tras lo sucedido en la tercera parte, si recordarán, había hablado con su madre para darle a Sam clases extras (osea, los días que no habían clases), lo cuál ella aceptó, así que veía a Sam los cinco días de la semana. Lunes martes y miércoles eran las clases normales, y usualmente solo nos daba tiempo para que ella me la mamara, siempre al final cuando estábamos solos.
Los días martes y jueves eran nuestras clases privadas, su madre la llegaba a dejar alrededor de las 5 de la tarde y la recogía a las 7 u 8 de la noche. Si bien, el tema de las clases privadas si eran reales, obviamente aprovechabamos ese tiempo a solas para follar, y debido a que:
1. Estábamos solos.
2. Sabíamos un aproximado del tiempo con el que contábamos.
Dábamos rienda suelta a nuestra relación, ya podía follarmela por su coñito sin contenerme como tal, y saber eso me volvía loco, lo hicimos en el Dojo, en mi departamento (habitación, sala, comedor, incluso en la ducha). No conteníamos nuestras voces, le decía lo mucho que me fascinaba su cuerpo, besarlo, tenerlo, la llamaba putita (a lo cuál ella siempre se quedaba callada).
Por su parte ella, siendo de pocas palabras, se limitaba a gemir y a decir «sí» «más rápido» «más» o cosas parecidas.
En cuanto su madre llegaba siempre nos encontraba ya listos, como si nada hubiera pasado, ella se despedía con un simple «adiós maestro» y subía directo a su camioneta.
La madre algunos días hacía esperar a Sam en el vehículo un par de minutos, hablaba conmigo, me preguntaba cosas, a veces sobre su hija, otras veces sobre cualquier tema. A partir de ciertos días comenzó a llamarme «Rafael» y la verdad ni siquiera recordaba haberle dicho mi nombre.
En fin, así fue lo que quedaba del mes de Julio.
Agosto:
Sam no se presentó a clases durante las primeras dos semanas, ni siquiera recibí una llamada de su madre, quise hablarles, pero me di cuenta de que ni siquiera tenía el número de casa o el teléfono de su madre. Los primeros días no le había prestado importancia, es normal que un alumno falte a clases slgunos días sin avisar, pero, dos semanas, y más a las clases privadas de Sam, no era normal. Afortunadamente, Mauricio me brindó el número de casa, así que a mediados de agosto marqué. Las primeras veces no respondieron, pero tras una poca insistencia, Aurora (la madre) contestó.
— Buenas tarde, ¿Sra. Aurora?
— Si, ¿quién habla?
— Soy el maestro de Taekwondo de Samantha.
— ¡Hola Rafael! ¿Pero por qué me llamas Sra.? Me haces sentir vieja. —tomó confianza una vez que supo quien era.
— Hablo para preguntar sobre Samantha, no ha venido a clases en todo el mes, y no se han comunicado ¿ella está bien?
El hecho de que la madre de Sam hubiera tomado ese tono una vez que sabía quién era, me tranquilizó un poco, y me hizo pensar que Samantha estaba bien.
— ¡Si! Maestro, lo siento mucho, verá, los primeros días, mi Samantha tuvo un problema de chicas, se me olvidó avisarle que no iría, sin embargo después de eso no ha querido ir nuevamente, y ya no sé qué hacer con ella.
Me quedé pensando durante unos instantes, «problema de chicas», era muy claro, Sam había tenido su primer periodo.
— Mira, ¿qué te parece si vienes y hablas con ella? Quizás tú si la puedes convencer de volver, y… —hizo una pausa—, no sé, podríamos tomarnos un café, unas copas, o algo más si se te ofrece.
Acepté sin poner mucha atención a su oferta y le pedí la dirección, pensaba ir al siguiente día (sábado 15 de agosto, mi cumpleaños).
Al día siguiente, cerca de las 9 de la mañana, fui a su casa. Me recibió la madre, me invitó a pasar, la mesa del comedor estaba aún con platos del desayuno, Sam parecía estar en su habitación.
Aurora me ofreció desayuno el cuál rechace, traía puesto un saco y una falda de oficina, me comentó que debía ir a su trabajo, pues los sábados trabajaba hasta las 2 de la tarde.
Me invitó a pasar al cuarto de Samantha, tenía la puerta cerrada, pero abrió sin siquiera tocarla.
Estaba sentada en la cama con su laptop y sus audífonos puestos.
— El maestro Rafael vino a verte. —le dijo su madre.
Samantha no respondió, pero me quedó viendo, bajó la pantalla de la laptop sin decir nada.
— Ya quítate la pijama, no crié a una vaga. —le dijo a su hija.
Aurora salió, no sin antes decirme qué cualquier cosa estaría afuera. Dejó la puerta medio cerrada y salió de la habitación.
Una vez su madre fuera, me acerque a su cama, a un costado de ella.
— ¿Puedo sentarme?
Sam no respondió, solamente hizo un movimiento con sus hombros como diciendo «como sea». Mire de reojo la computadora y note que estaba viendo un video porno, estaba pausado, pero la imagen era de una joven pelirroja y un tipo que parecía profesor de educación física follando en las duchas de un vestidor.
Sam se quitó un audífono y se dejó el otro puesto, dando play al video nuevamente.
— ¿Quieres contarme por qué no has vuelto a las clases?
No dijo nada y simplemente se limitó a mover los hombros nuevamente.
— ¿Estás enojada por algo que hice?
Otra vez ese movimiento de hombros.
— Sam, no puedo saber que es si no me hablas.
— Cosas… —dijo en voz baja.
— ¿Qué cosas?
— Mi mamá me dice «estúpida», «tonta», «inútil», «malcriada» —confirme iba diciendo las palabras su voz se iba haciendo más tenue y sus palabras sonaban más a cómo si quisiera romper en llanto. La abracé rodeado su espalda con mi brazo y pegando su cabeza a mi pecho. Sentí una de su manitas intentando secar sus lágrimas—. Y luego —continuó—, cuando usted y yo lo hacemos, siempre me dice «putita» o cosas parecidas, al principio no sentía nada, pero después comencé a sentir que si lo era, o al menos que esa era para usted, ¿usted piensa eso de mí?
Esa pregunta me tomó por sorpresa, pues como mencioné en partes anteriores, el lenguaje es algo por lo que me dejo llevar a la hora de tener relaciones, y si bien, no lo decía con mala intención, nunca pensé en lo que Sam pensaba o sentía por ello.
— No, no, claro que no creo que seas eso, o al menos no en el sentido en el que te lo imaginas o sientes —besé su cabeza—. Soy un tonto, y cuando digo eso, en realidad es como si dijera que me encantas, que me importas. Mira Sam —le sostuve de sus mejillas y la miré a los ojos—, eres una jovencita encantadora, y estoy muy feliz de hacer lo que hago contigo, de como eres. Por favor, no te sientas mal cuando lo digo.
Ella sonrió, esa tierna sonrisa tan llena de pureza, sentí un impulso de besarla, y justo cuando lo iba a hacer, se pegó a mi pecho nuevamente.
— Entonces, ¿volverás a clases? —le pregunté.
— No sé.
Le iba a preguntar el porqué cuando su madre entró a la habitación.
— Lamento que esta niña te atosigue (atosigar = molestar) de esa manera Rafael —dijo con tono de vergüenza—, te juro que no la crié así.
— No, para nada Sam es una molestía, es una niña encantadora, y una excelente estudiante. —le dije sin rodeos.
— Supongo que puede llegar a serlo —dijo con una risa temerosa—. Debió heredarlo de mi.
Aunque era lo último que quería, tuve que callarme.
— Sam, ya me voy a trabajar, quedó la comida lista, solo falta que la calientes y te sirvas ¿puedes hacer eso?
— Entonces, creo que volveré más tarde para hablar con Sam. —interrumpí para que no siguiera hablándole así a su hija.
— ¿Por qué no se queda a comer conmigo? Maestro —dijo Sam—. Así también podría ponerme al día con lo que han hecho en las clases.
— Magnífica idea, en ese caso intentaré llegar temprano. —dijo enseguida la madre, y creo que es la primera vez que decía algo bueno de su hija.
— No sé si podría. —dije.
Apenas dije aquello, sentí una mano de Sam pellizcando mi pierna por debajo de la sábana.
— Pero de acuerdo, si a Sam no le molesta que la acompañé, me parece estupendo. —concluí.
— Samantha, necesito hablar con tu maestro un rato, aprovecha para quitarte ya esa pijama y deja esa computadora.
La madre me pidió que la acompañara hasta la sala.
— Entonces, ¿te quedas a comer? —preguntó.
— Supongo que si, no tenía planes de todos modos.
— ¿Qué hace un maestro en sus días libres?
— No mucho, pero me alegra pasar mi cumpleaños cerca de Sam, le he tomado mucho afecto.
— Oh, ¿es tu cumpleaños? —preguntó ignorando completamente la parte de Sam—, bien, supongo que traeré un pastel también, y si te quedas hasta tarde quizás te agradezca por cuidar de Samantha y te de un obsequio.
Sin darme a tiempo a responder me beso, de manera invasiva metió su lengua dentro de mí boca. Como dije una vez, Aurora no es el tipo de mujer que encuentro atractiva, y más su actitud, pero creo que puede entrar en los estándares de belleza «tradicional», sin conocer su actitud, claro.
Delgada, cabello castaño oscuro, algo ondulado, de estatura algo bajita, no tanto como Sam. Pechos pequeños, piernas delgadas y un trasero algo parado.
Se despegó de mi y me lanzó una sonrisa… me dio… no asco, pero si incomodidad.
Desde la parte 2 algunos ya me habían dicho que debería tener relaciones con la madre, y créanme que lo había pensado, pero casi desde que la conozco, fue como una patada en los testículos. Aún así, es algo que si, ya llegué a hacer (no esa noche, pero si poco después).
Aurora se fue, me dirigí de nuevo al cuarto de Sam, aún tenía su pijama puesta, pero se había recogido el cabello en dos trenzas y puesto sus gafas, se hallaba viendo su computadora nuevamente.
— Es bueno que ahora sea el novio de mi mamá maestro. —dijo cuando me sintió entrar.
— ¿De qué hablas? No soy el novio de tu madre, ni quiero serlo.
— Pues debería, ya que ya no podrá hacerlo conmigo.
— ¿De qué hablas?
— Ya puedo quedar embarazada… —dijo desviando su mirada.
Recordé que su madre me había insinuado lo de su período.
— ¿Por eso no quieres regresar a las clases?
Ella asintió.
— Mira Sam —le dije tomando asiento a su lado—, tienes razón, estás en la edad en la que las niñas ya pueden quedar embarazadas, pero, hay días a los que llaman «seguros», pronto veremos eso, también tenemos la opción de los condones, o… aquí, ¿recuerdas? —dije mientras le apretaba su culito.
— Tiene razón, pero no sé si debería, si sea lo correcto.
— Nunca lo fue. —no resistí más y la jale hacía mi para besarla, la levante. Yo estaba sentado sobre su cama con las piernas arriba, y la senté sobre mí quedando frente a frente.
Al inicio se resistió un poco a que la besara, pero no tardó en volver a ser la Sam de antes, con la que había disfrutado tanto.
Desabroche su blusa de pijama dejando a mi vista sus tetitas, con los pezones algo ya erectos, comencé a chuparlos, besarlos, succionarlos, pasaba mi lengua, mordía suavemente, ella restregaba su cuerpo contra mi cara como si me invitara a hacerlo más.
La tenía sujetada por sus caderas, mi verga estaba ya erecta y podía sentir el contacto de mi bulto sobre su coñito, separado por nuestras ropas.
Fui subiendo mis labios hasta llegar a sus hombros, cuellos, oreja, y volver a su mejilla y boca. Ella me tenía abrazado, así que mientras la besaba, masajeaba sus pecho con mi mano, pellizcaba sus pezones babeados, tiraba de ellos y los retorcía, ella gemía y se aferraba con más fuerza que antes. Sus pechos habían enrojecido por el trato.
— ¡Sam, eres increíble! ¡Te extrañé tanto! Quiero que seas… —detuve mis palabras recordando la platica de hace un rato.
— Dígalo maestro… no hay problema. —dijo entre gemido y gemido.
— Quiero… que seas mi putita, ¿entiendes?
— Si maestro, quiero serlo, ¡use mi cuerpo otra vez por favor!
Comenzó a desvestirme, me quitó la playera que llevaba y me desabrochó el pantalón, se quitó de encima de mi y se puso en cuatro sobre la cama con su boquita apuntando hacía mi verga que ya había salido de un salto, la tomó con una mano y comenzó a masturbarme. Terminé de bajarme el pantalón quitándome los zapatos en el proceso, eso le dio chance de mientras con una mano masturbaba, con la otra, acariciaba mis huevos. Se acercó un poco más y comenzó a pasar la cabeza de mi verga en sus pecho, se tocaba los pezones, al mismo tiempo ella se encontraba a la altura de mi pecho y comenzó a lamer los míos, comenzó a morderlos, apretar con sus dientes, dolía pero se sentía muy bien. Bajó de nuevo hasta mi verga y comenzó a lamerla, se metía la cabeza a su boquita y succionaba, no quise esperar más y sin avisarle, la tomé de la cabeza y se la introduje en la boca, entró hasta la mitad de golpe, aunque dio arcadas al inicio y luchaba por salirse, no la dejé y la empujaba más adentro. Segundos después ella misma decidió ir más dentro llegando hasta el fondo.
Tenía mi verga entera en su boquita, sentía su lengua luchando por moverse dentro, en cierto momento hizo movimiento de que quería salirse, pero no la dejé, tenía dos semanas sin estar con ella y bastó solamente eso para correrme, terminé en su garganta. Volvió a dar arcadas y mi corrida escurría por la comisura de sus labios. Cuando termine de correrme la saqué de golpe, era como ver aparecer una espada desde su funda.
Pensé que se molestaría por hacerle eso, pero apenas estuvo fuera, se lanzó a mi tallo para limpiar lo que había quedado, comenzó a lamerlo haciendo que no se pierda la erección.
— Escuché que era su cumpleaños —dijo mientras se bajaba el pans de su pijama y se iba acercando—, una última vez, sin protección, como regalo… —añadió mientras se sentaba sobre mi quedando frente a frente, apuntó mi verga erecta a la entrada de su vagina y se dejó caer de un golpe, que fue más que suficiente para que entrara por completo. La besé, estaba de nuevo dentro de ella. Comenzó a subir ya a bajar por su cuenta con un mete y saca rítmico, mientras tanto yo me dedique a alcanzar uno de sus pechos siguiéndolo de arriba para abajo, mordí su pezón con la misma fuerza que ella lo había hecho, lanzó un grito de placer, pero no sé detuvo, así que volví a hacerlo. Ella continuaba metiendo y sacando, la sujetaba de su culito y de sus caderas.
Cuando me despegue de su pecho, lo noté completamente rojo y ensalivado, así que me detuve. La miré a los ojos, la acerqué hacía mi, la sujete de su culito con ambas manos y aumente la velocidad del ritmo que ella llevaba. Mi verga entraba y salía a toda velocidad y con fuerza de su pequeño coñito, su cuerpo se tensaba, pero sentía placer. Le dije que abriera sus piernas por completo, como si hiciera un split. Esto con el fin de que lo sintiera llegar más profundo, y así fue.
Tenía su culito ligeramente parado, sus piernas completamente abiertas, y mi verga entrando y saliendo de ella. Con mi dedo índice busque la entrada de su ano, lo metí y por el sube y baja ella lo sintió inmediatamente.
— ¡Duele! —me dijo.
— Tendrás que soportarlo, porque quiero romperte por ahí en un rato —diciendo esto metí el dedo medio también, y con mi pulgar la estimulaba—. ¿Quieres que me detenga?
Negó con su cabeza— Está bien, siga. —dijo.
Al terminar de escuchar aquello metí mi dedo anular y el meñique al mismo tiempo teniendo un total de cuatro dedos en su culito, todo eso mientras me la follaba por el frente. Movía mis dedos dentro de ella.
— Estás muy rica Sam. —le dije, para luego besarla.
Sin sacarle la verga de su coñito, y mis dedos de su culo me puse de pie y la puse de espaldas contra la pared. Le pedí que fuera ella quien se agarrase a mi, y así lo hizo con sus brazos y piernas, así que con mi mano libre la solté y me recargue en la pared. Comencé a follarla mientras la tenía suspendida en el aire contra la pared, cada vez que la embestia ella se levantaba un poco.
Estuvimos así por varios minutos, era increíble, esa nena de 12 años ya aguantaba mi verga por completo, ya no había dolor, solo su voz llena de placer en mi oído. No importa cuánto tiempo pasara, solo quería seguir follándomela.
No quería correrme aún, así que la devolví a la cama, se quedó boca arriba en la orilla, con las piernas abiertas hacía afuera. Me puse de rodillas y comencé mi labor en su coñito, mi lengua se deslizaba hacia dentro con facilidad. Con mis manos comencé a abrir sus labios vaginales, seguía siendo estrecha a comparación de una mujer adulta, pero ya no era la misma niña de la primera vez. Sorbí ansioso su entrada, olía muy bien. Ella arqueaba su espalda y se pellizcaba sus pechos, la vi clavándose las uñas a sí misma en sus pezones. Gemía envuelta en placer.
Entonces, levante un poco más su culito, y con mi lengua recorrí hasta la parte trasera, encontrándome con la entrada de su ano. Estaba cerradito casi en su totalidad, a pesar de haberle metido cuatro dedos minutos antes. Mi lengua se posaba en su entrada, blanquita con toques de rosado. De pronto sentí como mi lengua se hundió unos centímetros y desapareció en su culito. Comencé a meterla y sacarla, la movía dentro lo más que podía, Sam cerraba sus piernas por instinto, así que tuve que sostenerla para mantenerlas abiertas.
Con mis manos sostuve cada una de sus nalgas y comencé a ejercer fuerza para abrirselas, poco a poco así fue, no se notaba muy abierto, pero se sentía la diferencia.
Con mis pulgares me apoye para abrir un poco más su agujerito. Hurgaba y olfateaba con mi nariz, no era el olor más rico del mundo, pero sí muy excitante. Escupí en su entrada y me acerque para mamarla, me puse a succionar su culito, Sam gemia sin decir nada. Tras unos minutos, busque introducir mi pulgar, debido a la saliva entró entero relativamente fácil, una vez dentro comencé a moverlo, podía sentir sus paredes moldearse al paso de mi dedo. Ella dio un grito en cuanto sintió que comencé a aumentar la velocidad dentro, y aunque denotaba un poco de dolor, su rostro reflejaba placer. Cuando sentí que estaba lista introduje mi otro pulgar y comencé a jugar con ambos adentro, al mismo tiempo volví a su coñito para comérselo, introduje mi lengua nuevamente, me la estaba follando por delante con mi lengua y por detrás con mis dedos. Sentí cómo mi cabeza quedó atrapada por sus piernas que me aprisionaron, también sus manitas presionando mi cabeza hacía ella haciendo que mi respiración diera justo en su entrada. Tras unos minutos sentí cómo un líquido caliente se metía por mi boca y escurría por mi barbilla y sus piernas, se había orinado, sin dudarlo y por el placer del momento, lo bebí sin decirle nada.
Saque mis pulgares y en su lugar entraron mis dos dedos índices y medios, sacaba y metía eran más largos y a pesar de la previa saliva, costaba un poco más, tuve miedo de lastimarla, pero me pidió seguir, así que saque una de mis manos y le hice escupir en ella para luego hacerlo yo, así entraría con más facilidad.
Estuve metiéndole dedos como por 25 o 30 minutos. Apenas iban a dar las 11 de la mañana, y teníamos hasta las 2 de la tarde para hacer lo que quisiéramos.
Después de eso, me puse de pie al borde de la cama, y levante mucho más su cadera quedando su entrada directamente hacía arriba, brillaba debido a la saliva. Volví a abrirle sus nalguitas con mis manos, ahora era más fácil, aunque no es que abriera mucho más que antes, dejé caer un poco de saliva, me encanta ver como se le desliza hacía dentro.
— ¿Estás lista? —le pregunté mientras buscaba su carita.
Tenía sus ojitos cerrados y arrugados, como si buscara estar preparada en cualquier momento para sentir el empujón. «Si» asintió con la cabeza rápidamente.
Acomodé mi verga en la entrada de su culito. Mientras con una mano la sostenía con otra fui conduciendo para entrar «fácilmente». En cuanto la cabeza se deslizó dentro, sentí como se tensó de golpe e incluso abrió los ojos, pero no grito; decidí quedarme quieto, quería verle la carita, pero si me movía hacia delante, se volvería a tensar.
Una vez que la sentí un poco relajada volví a empujar de nuevo, entró un poco a poco y sentía como su culito se iba abriendo centímetro a centímetro, aunque antes le había metido mis dedos y lengua, ahora era distinto. Lanzó un quejido lo que hizo detenerme de nuevo. Iba menos de la mitad, así que decidí estimular con una de mis manos su clitoris, sentí como su tensión se fue transformando en placer unos minutos después de comenzar a tocarla, ya estaba limpia de su orina. Está vez fue menos el tiempo que ocupo para relajarse y seguí con mi tarea. Di otro empujón más, cada vez era más difícil meterla. A la mitad volvió a quejarse así que me detuve.
— Creo que deberíamos marcar un límite. —le sugerí, ya que aún seguía con quejidos y enganchada a las sábanas.
— ¡No! —grito— A éste paso no vamos a terminar hoy —dijo entre dientes y forzando sus palabras—, meta el resto de un empujón, puedo aguantarlo.
— ¿Estás loca?
— ¡Quiero! Quiero sentirlo todo dentro hoy, por favor. —se continuaba quejando a pesar de sus palabras, aún así su tono me hacía confiar en ella. A pesar de su ignorancia, me hizo sentir que sí lo aguantaría.
Tras pensarlo unos momentos le dije que estaba bien, lo haría.
— Gracias maest… —sus agradecimientos se vieron interrumpidos por mi empujón, el cuál introdujo mi verga casi por completo de un golpe— ¡AAHHH! —gritaba, sus agradecimientos se cortaron por ese grito y comenzó a respirar agitada. Su culito apretaba mi verga, nunca la había tenido en un lugar tan estrecho, dolía un poco, pero seguramente no se comparaba al dolor de ella.
Me quedé quieto y decidí estimularla nuevamente por su coñito, introduje un par de dedos, aunque gemia, aún se quejaba. Pasaron varios minutos y aún no dejaba de quejarse.
— Voy a sacarla —le dije—. No debí meterla toda hoy.
— ¡No maestro! Está bien… —jadeaba de dolor, cansancio y poco placer— comience… a… moverla, por favor.
— ¿Cómo se te ocurre? No lo vas a aguantar.
— ¡Hágalo! —gritó— ¿¡Acaso no quiere disfrutar de ésta pu… —calló sus palabras momentáneamente—… de SU putita el día de su cumpleaños!? —terminó de decir— ¿No le excita que hable así?
— No Sam, tú no puedes hablar así —le dije, a pesar de qué aún era consciente de mis acciones, la niña había sabido sacar mi lado «salvaje»—. Si, eres mi putita, pero solo yo puedo hablar así, ¿entiendes? —pregunté al mismo tiempo que comencé a mover mi verga para terminar de meter el pedazo que faltaba, llegando al fondo de un golpe que hizo soltar a Sam un grito— ¿Duele? —le pregunté sin obtener respuesta, así que aunque ya me encontraba al fondo, empujé nuevamente y volví a preguntar—, ¿¡Qué si te duele!? Responde putita.
— Si. —escuche levemente.
Ya sacaba un poco menos de la mitad y lo volvía a introducir— Bien. Tú querías esto, así que aquí tienes —le dije volviendo a embestir nuevamente—. Tú culo es mío, tus tetitas, tu coñito, toda tu eres mía. Eres mi puta, mi perra, zorrita, estás para darme placer ¿lo entiendes? —Sam había vuelto a su actitud callada, no decía nada—. Eres mi juguete, eres la mejor que he conocido en mi vida, y por eso me encantas. —no veía su rostro, pero pude sentir como sonrió al escuchar esa última parte.
Sin darme cuenta, mi verga ya entraba y salía más de la mitad de su culito, y poco a poco sus quejidos se habían vuelto gemidos. El mete y saca de su culo iba en aumento, aún apretaba mucho, pero ya era más fácil hacerlo. De vez en cuando la embestia de golpe, algunas veces se quejaba, otras veces gemia.
La seguía hablando de manera vulgar, en cierto punto vi como asomaba mi cabeza y fue cuando supe que podía aumentar la velocidad con un poco más de confianza. Le di una nalgada, la sostuve con ambas manos y comencé a embestirla, me decía que sentía su cabeza rebotar contra la cama. En cierto punto me advirtió que podía ver como entraba y salía de su culito, me dijo que le gustaba y quería hacerlo más veces.
La nalgueaba de vez en cuando, le decía «putita», ya solamente la escuchaba gemir, incluso cada que la embestia. Decía que aún le dolía, pero que comenzaba a gustarle y a sentir placer. Sin avisarle la tomé por la espalda y la levante para follarla así a sentones, se pegó a mi pecho, me rodeo con sus brazos y piernas y comenzó a menearse mientras la cargaba. Aquello casi hace correrme de golpe, sus paredes bailando mientras mi verga estaba dentro, y ahora ella gimiendo también. Mientras se meneaba busque su hoyito siendo penetrado por mi verga, quería hacerla sentir más, así que mientras tenía mi verga dentro, le metí dos de mis dedos. Ya no gritó, al contrario me apretó más y siguió con su labor.
Estuvimos en esa posición bastante rato. Quería correrme en su culito, pero aún no era momento. Le saqué mi verga y senté a Sam en la cama, cuando la tuvo al alcance se abalanzó y comenzó a mamarla, la tomaba con sus dos manitas, engullía la cabeza y pasaba su lengua por el tallo, todo con desesperación.
— Sabe rara. —me dijo sin parar de chuparla.
— Eso no importa, sigue. —le respondí. Seguramente era porque había estado en su culito y había topado con algo.
— Sam, quiero intentar algo.
— ¿Qué cosa?
Sin responderle la tomé de sus trenzas, la puse de pie y la acomode para que quede en cuatro sobre la cama, me subí yo también.
Apunté mi verga nuevamente a su culito y volví a metersela, esta vez sin preocupaciones, de una sola embestida entró más de la mitad, y el resto con una siguiente.
Al no soltarle las trenzas, su cabeza se echó hacia atrás, ella gritó como instinto solamente, pero después se dejó hacer.
Comencé a cabalgarla tirando de sus trenzas, sacaba y metía, ella me ayudaba, pero quería sentir como era metersela a causa de un tirón.
Aquella niña delgadita de 12 siendo cabalgada por un hombre de 38 años, sus gemidos eran la gloria, el cielo. Aunque su cuarto estaba abierto, las ventanas y puertas de su casa no, así que se puso a gritar de placer, gritos casi idos. En unos de esos tirones una de sus trenzas se deshizo, así que la tomé del puro cabello y la seguí cabalgando. Sentía que podía correrme en cualquier momento.
Solté la mitad de su cabello y con una mano libre la tomé del cuello y apreté ligeramente. Le puse mi dedo en su boca y comenzó a mamarlo. La jale hacía sin parar de follarla, la sostenía por el cuello con la mano derecha y ahora la izquierda se hallaba pellizcando y retorciendo sus pezones sin piedad.
— ¡Voy, voy! —gritaba, dando a entender que estaba por correrse.
Había comenzado a encontrar placer en el dolor. También estaba por correrme, guié sus manos a su coñito y le dije que se tocara, a su vez la tire hacía delante haciendo que quede con su culito parado, la tome por sus caderas y aumenté mucho más la velocidad y fuerza de las últimas embestidas. Su cama ya estaba destentida en su totalidad, sus sábanas y la ropa en el suelo, su cabello hecho un alboroto. La sentía retorcerse de placer, escuchaba sus gritos ahogados por la almohada con la que su cara topaba.
Instantes después comencé a llenarle el culito con mi corrida, y sentí como se su coñito también ella se había corrido. Su espalda se arqueaba, sus piernas y brazos temblaban.
Una vez que terminamos de corrernos ella se dejó caer sobre la cama, mi verga salió flacida y manchada de corrida y un poco de caca de su culito, el cuál tenía un agujero que no esperaba verle la primera vez. Con los brazos temblando se volteó como pudo y se llevó mi verga a su boca, la iba a detener por lo de las manchas de su caca, pero no pareció importarle y siguió chupando, se dedico a recoger la corrida restante de mi verga y luego a recoger la que había caído en la cama, las junto en su boca y la trago.
Iban a dar las 12, nos acostamos en su cama un rato.
La abracé, la besé, le dije que la amaba a lo que ella respondió igual.
— Todo lo que te dije… como te hablé. —le dije.
— No se preocupe maestro, mientras me diga que soy la mejor y me haga sentir bien, puede decirme y hacerme como y lo que quiera. —sonrió.
Quedamos en silencio un rato.
— Debería salir con mi madre —habló de repente—. Así ella no sospecha y podría venir
— ¿No te molesta?
— Un poco, pero si eso ayuda, me parece bien.
— Lo pensaré.
Le dije que había que limpiar su habitación antes de que su madre regresara y que también debíamos ducharnos, pues olíamos.
Antes de ir a la ducha le ayude a recoger su habitación, y separar las sábanas manchadas de corrida. Lo hicimos desnudos.
Luego de eso decidimos ducharnos juntos… lo cuál llevó que volviera a follarmela en la ducha, incluso, llegué a correrme nuevamente dentro de ella, está vez en su coñito. Y esa fue la última que se lo hice por ahí sin protección, y mucho más que termine dentro de su coñito.
Al salir de la ducha ya no tuvimos sexo, pero la seguía besando de vez en cuando, nos cambiamos, terminamos de arreglar, le ayude a lavar las sábanas manchadas. Calentamos la comida y nos dispusimos a comer mientras veíamos porno, me enseñó que tenía gran cantidad descargado, e incluso se había tomado nudes.
Alrededor de las 3 de la tarde llegó su madre con un pastel de cumpleaños, estuve con ellas el resto del día, incluso parte de la madrugada, al inicio soportando un rato los comentarios hirientes de Aurora hacía Sam, pero un rato después incluso eso cesó.
Sam comentó contenta que volvería a las clases.
Ya avanzada la noche, Sam se había ido a dormir quedando solo con Aurora, que me invitó a pasar la noche, lo cuál rechacé.
Pero al acordarme de lo que Sam dijo, la invité a salir para los próximos días. Al despedirme ella le besó, al inicio me costó besarla, pero pensé en Sam y me deje llevar, a tal punto que ella tuvo que separarme diciendo que Samantha se iba a despertar.
Y así, es como termina la saga de Samantha, cómo inició como una de mis alumnas, y se convirtió en la persona que más me hace gozar con tan solo 11 y 12 años.
Dando un resumen de lo sucedido hasta el día de hoy.
* Ahora soy pareja de Aurora, si bien, no la amo, le he tomado cierto cariño y aunque la relación con su hija no es la mejor para nada. Al ser su pareja ya pude decirle lo que opino y ha disminuido sus agresiones emocionales.
Con ella (Aurora), tengo relaciones 2 o 3 veces por semana, y algo que me gusta es que con ella puedo dar rienda suelta a mi modo de hablar en la cama, pues le gusta que le digan vulgaridades. Y debo admitir que aunque no al nivel de Sam, uff, es una maestra en la cama.
* Sam, ella volvió a clases, tanto las normales, como las privadas, así que volvimos a hacerlo en el dojo y mi apartamento, aunque la mayoría anal, y si es por su coñito, con protección. La he descubierto espiando cuando tengo relaciones con su madre, ya no sé si le molesta o le excita.
Ahora si, muchas gracias por leer las 4 partes, y sobre todos a aquellos que las comentaban.
Como dije, no quiero extender esto más de lo necesario, pues si bien, amo a Sam y es la mejor, creo que es suficiente de sus historias, aunque, si llega a ocurrir algo interesante con ella vendré y lo escribiré.
Otra cosa, pensaba en hacer un relato, de una sola parte de algunas de las ocasiones que follo con su madre, o bien, no sé si recuerdan en la parte 1 mencioné que Sam no es la primer alumna con la que tengo relaciones, pensé en escribir sobre ella.
En cualquier caso, son relatos que tardarán en salir, si es que llegan a salir.
Muchas gracias y espero que les haya gustado esta aventura con Sam, y gracias porque de verdad, siento que le tomaron cariño a ella (Sam).
Nos veremos en la próxima.
Que mal que no cuentes más de Samantha (Sam) me exitaba mucho leer sus relatos y si quiere diga donde esta el dojo y le llevo a mi hija no es virgen pero le gusta el karate y la verga tiene 13 años y es morenita con bonitas tetas en crecimiento, nalgona y un coñito goldito y con unos incipiente pelillos
Hola! Gracias por seguir los relatos, es bien recibido saber que te gustaron. Y respecto a lo del dojo y su hija, aprecio la oferta, supongo, pero he de rechazarla, por seguridad, pero estoy seguro de que su hija es muy bella.
Y el final de los relatos de Sam puede no ser definitivo, quizás vuelva en un futuro, si sucede algo que valga la pena contar
Quiero eso al revés, chuparle el picho a un nene y que me coja, me chupe las tetas y me diga mil cosas sucias
Que mal no conocernos. Un amigo pedo es muy arrecho con las nenas y mas si ya tienen tetas. Tiene su vip pero no es como contactar alguien del sitio. Le encantaria clavarse a la tuya.
Me encanto la historia ojala y cuentes la historia con tu otra alumna