Sofía Ardiente Volcancito, Cap. 2.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sexigaleno.
Una llamada telefónica al consultorio particular de un servidor que escribe este relato, y después de concertar la respectiva cita, para una fecha cercana, fue ahí donde se dio el encuentro que hasta el día que escribo, se transformó en amistad entre un servidor, don José y la pequeña Sofía, quien después de un breve cuestionamiento, procedí a la revisión notando desde ese instante, algo que no era normal en mi paciente, ya que para su edad de cerca de los 13 añitos, ya debería de tener un aparato reproductor más desarrollado, por lo que ordené a mi asistente y Dra.
Apoyadora en residencia de gineco-obstetricia, le ordenara un ultrasonido, para descartar alguna anomalía.
Días después y ya con los resultados en su respectivo expediente, llamé a mi amigo, para que viniera y platicáramos, acerca de lo realizado a Sofía, por lo que lo cité después de las 9 de la noche y en una mesa de café, de mi pequeña clínica-hospital, procedí a darle mi diagnóstico, el cual no lo expongo, pero se han de imaginar “algo”, mismo que por un principio ético y profesional no lo digo; ya una vez platicado con este amigo, la situación se volvió calma, pero eso ya depende de cómo lo había tomado don José, mismo que me apoyo en este relato, para escribirlo, leámoslo:
C.
–
Hija vengo de la clínica de tu ginecólogo, y ¿ya me dio tu diagnostico?
S.
–
Y que le dijo, dígame don José, ya ve qué, desde ese día ando nerviosa, ¿tengo algo malo?
C.
–
No hija, nada tienes malo, lo que pasa.
.
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, bueno es que.
.
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¿*******?
S.
–
Que don José ¿es malo, o qué?, ¡ya dígame!
C.
–
Bueno vamos a conversar de lo que me dijo el médico, para empezar ¡no tienes nada malo!, que eres una pequeña jovencita, que no se desarrolló en su infancia de tu partecita, por eso es que la tienes “miniatura”, pero que no existe problema alguno.
S.
–
Ay don José, ¿pero que me va a crecer un poquito o ya se va a quedar así de chiquita?, ya ve como me lastima, cuando estamos en eso.
C.
–
Sí, un poquito crecerá, pero es una cosa que no lo notarás mucho, ya que aparte eres de matriz infantil, ya que tu cérvix, útero y lo demás están a menos de la mitad de crecimiento en comparación de una chica de tu edad, por eso es que te molesta lo que hacemos.
S.
–
Ay don José, ¿entonces la tengo de bebé mi cosita en pocas palabras?
C.
–
Sí mi amor es de bebé, pero a mí me gusta como la tienes, mejor así, te cuidaras más y yo también te cuidaré, ¿Cuándo estemos solitos jugando.
.
.
?
S.
–
Sí don José, ¡pero a veces me da miedo, de su penesote!, ya ve que lo tiene grande y no sea que un día se le vaya a pasar, con esas metiditas que me da y ¿me vaya a mandar al hospital?
C.
–
Cómo crees, ahora que ya se lo que te puede pasar, ¡lo haré con mucho más cuidado!, es más estoy pensando yo a manera independiente del doctor, de comprarte un ¿dildo pequeño y delgadito?, para que tu comiences a penetrarte suavecito y luego otro más gruesito y así, hasta que ya pueda yo entrar un poco más en ti, ¿quieres?
S.
–
Está bien don José, cómo quiera, ¿pero que no se vaya a enterar su sobrina de esto?, ya ve que platica mucho con usted, por su celular o cuando coinciden aquí y me daría pena.
C.
–
Tu descuida de eso Sofía, ya sabes que soy muy discreto contigo y más con esa pequeña intimidad, que es mi adoración, ¿quieres estar un ratito jugando en la recamara?
S.
–
¿Quiere usted?, pero sólo un poquito y con cuidado, ¡llévame cargando al cuarto!, ji ji ji.
En esa intimidad la chiquilla comenzaba a calentarse de tantos besos, y caricias que don José le daba a todo su cuerpo, pasando sus manos en sus nacientes pechos, masajeaba el vientre y le daba circulitos a su ombligo, para ir bajando poco a poco, hasta poner la mano encima del monte de venus que pareciera tuviera vida, ya que Sofía movía su cadera con el fin de encontrar caricias más intensas, y don José excitado, fue bajando el short que se ceñía a la silueta junto con un bikini rosita de florecitas, e internándose, como siempre a tomar esos pocos, pero exquisitos juguitos que emanaba Sofía de su interior, hasta que por un instante y después de tantas lamidas a su pepita, la fue colocando a modo de penetrar esa joyita palpitante.
S.
–
Ay ayy, don José métalo despacito, ohhh, ohhhh, no fuerte por favor, ayyy, ayyyyy, no me haga llorar don José, ayyyyyy, ayyyyyy, ya, yaaa, yaaaa, hasta ahí, ya no masss, ya, ayyyyyy, ¡¡¡no se lo aguanto, me lastima mucho!!!, ayyy, despacitooooooo, ayyyyyyyy, uffffffff
C.
–
Ya mi amor, no te pongas nerviosa, ya sabes que hasta ahí me quedo, ya no te lo meto más, ahhh, ahhhh, ¿pero, te duele, pero no dejas de mordérmelo?, ahhh, ahhhhhhh
S.
–
Ayyy, ¿pues no sé si muerde?, ayyy, sólo siento que duelee, ayyy, ayyyy, ¡ya no se mueva!
C.
–
Ahhhh, no mi amor, ahhh, no me muevo, ahhhh, ahhhh, ¡tú eres la que se mueve!, ahhh
S.
–
Ayyy, ayyy, ¡qué grueso lo siento hoy!, ayyyyy, me lastimaaaa, ayyyyy, ayyyyyy, uff, ¿cómo me abre su pene, don José?, pero me gusta sentirlo ayy, ya tenía ganitas, ayyy, ayyyyy, de, ¿qué mi cosita comiera de su carnota?, auuuuu, auuuuu, ¡déjelo, quieto metidito ese poco!
C.
–
¿Pues sí ya querías porque no me decías?, ahhh, ahhhhh, ¡pero te gusta andarte manoseando tu sola!, ahhh, ahhhhh, ¿o, no?
S.
–
Ayyyy, síii un poquito ahhh, ¡ya me está doliendo menos!, ayyy, ahhh, ¡hágame despacito!, ahhh, ahhhhh, es que me da miedo su pene, está muy ancho y me lastima ayyy
C.
–
Sí, ¡de que está grande y gordito está!, qué quieres, así me lo dio la naturaleza y es para ti, ahhh, cómetelo, aunque sea por pedacitos, ahhh, ahhhh, ahhhhh, ¡cabrona aprietas rico!
S.
–
Ayyy, síii, si lo tiene muy grande ayyyy, ¿yo no sé cómo Aleida se lo aguantó?, ayyy, ahhh
C.
–
¿Cómo dijiste, que Aleida me lo aguanta bien?, y cómo sabes eso, ahhh, ahhhhh, dímelo
S.
–
Ayyy, don José ya no me puye más, ya nooo, ¡ya quédese quieto con lo que me metió!, ayy ayyyy, ayyyyyyy, ¡ella nos contó a Sandra y a mí!, ayyyyy, ahhh, ¡que se lo metió todo!, ayy y que hasta sangre le saco, ya que estaba quinto, ayyy, ayyyy, ayyyy, yaa, yaaa, yaaaaa
C.
–
Pues sí, ¡pero eso fue antes de tenerte aquí?, y además tu aunque seas chica, eres como mi mujer, ahhhh, ahhhhh, por eso te mando a estudiar y te compró cosas que necesitas.
S.
–
Síii, siiii, pero me da como celos de esa, ayyy, ayyy, amiga, usted sabe, ¡me gusta mucho su penesote!, ayyyy, ayyyyy, ¿aunque me lastime mucho?, ¡me gusta!, ayyy, ayyyy, ayyyyyyy
C.
–
Ya no me hables de Aleida, ahhh, ahhhhh, que me excitas más, ahhhhhhhhh, me vas a hacer, ahhhh, ahhhhhhhhh, venir, con esa platica, ¿ya quieres la lechita caliente?, ahhhh
S.
–
Bueno, ¿cómo usted quiera?, échemela, échemelaaaaa, ayyyy, adentrooo, ayyyyy, ayyyyy
C.
–
Sii, síii, tenla está calientita, ahhhh, ahhhhhhhh, ahhhhhhhhh mmmmmmmmm, que rico ahhhh, exprímeloooooooooooooooo, ahhhhhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh
S.
–
Ayyy, ayyy, me quemaaaa, ayyyy, que calientita la siento adentrooo, ayyyyyyy, ayyyyyyyy, quédese adentro de miii, ayyyy, no me la saquee, ahhhh, ahhhhhhhh, ahhhhh, ahhhh, ahh
Pasados los minutos y después de perder poco a poco la erección don José, su pene flácido comenzó el retroceso y abandono, de esa mini cuevita que emanaba calor intenso además de una cantidad considerable de esperma, brotaba al exterior esa pequeña gruta, que en contracciones eructaba en buenas cantidades, para que un cansancio obligará a don José a quedarse dormido encima del cuerpo de Sofía, quien se acomodó a manera de no ser asfixiada por el peso y tamaño de ese hombre, al que comenzaba a celar continuamente.
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C O N T I N U A R Á.
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