Sofía Ardiente Volcancito, Cap. 7.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sexigaleno.
Como todo un fin de semana cualquiera, llega don José a su hogar y con la alegría y ansiedad de ver a ese par de doncellitas, que lo esperaban igual de ansiosas, ya que habían quedado de ir a unas albercas ese viernes con él, mismas que ya aguardaban con sus respectivas bolsas con lo necesario para pasar la tarde refrescándose y jugueteando como todas unas pre-adolecentes, en eso llega a la sala don José, donde lo esperaban esas pequeñas musas a las cuales saludó de beso como de costumbre, cada que llega y se tira un momento en su sofá preferido y entre platicas de que ya se hacía tarde para ir a la piscina, de la parte de atrás unas manitas taparon los ojos de él, y una vocecita decía, ¡adivina quién soy!, de una manera muy infantil, pero como no dio quien era, pues esas manitas fueron quitándose de los ojos tapados y vio que era su primer gran amor, su niña que consintió por algunos años y se fundieron en un gran abrazo y un beso en sus respectivas mejillas, para quedar sorprendido de cómo había crecido esa nenita que lo había hecho sufrir mucho en los tiempos que ella era colegialita de primaria y a la cual el la llevo a descubrir los placeres de la sexualidad a una tierna edad.
Nota: en los siguientes diálogos se mezclan los 4 personajes los cuales se diferenciaran así:
So.
– Sofía———————-Sa.
– Sandra———————-Al.
– Aleida———————-Jo.
– José
Jo.
–
–
–
Pero mi niña, que te trae por aquí, tiene tiempo que no te veo allá en el pueblo, yo creí que ya te habías casado, ¡pero mira que hermosa estás!
Al.
–
–
–
Ay no papi, como crees, tú sabes que no lo haré, es más estoy aquí en la capital, con unas primas y estudiamos en la misma preparatoria, y pagamos juntas la renta del apartamento y pues estamos solitas, ¡tú crees papi!
So.
–
–
–
Sí debes de sentirte ¿muy solita?, vamos Aleida no seas hipócrita si andas con un chamaco del pueblo que estudia aquí también, ¿no creo que te sientas solita?
Sa.
–
–
–
Ya van a empezar a discutir, uff, mejor ya vámonos a las albercas, ¿vienes con nosotras Aleida?
Jo.
–
–
–
Sí acompáñanos Aleida sirve que platicamos un poco, te gustará el lugar donde vamos, y de regreso te llevamos a tu casa, ¿pero traes bañador?
Al.
–
–
–
Uy no papi, no sabía que irían a las albercas, pero pues los acompaño y mientras ellas se meten a la albercas, nosotros platicamos, sip.
So.
–
–
–
Nada de eso Aleida ya te conozco, ¡quieres estar a solas con mi papi!, ¿para…?, ¡bueno no sé qué!, pero no, mira vente te prestamos un traje de baño, ven vamos a mi recamara, para que ya te lo lleves puesto.
Sa.
–
–
–
Uy no creo que le queden nuestros trajes, está bien culona la Aleida, mira nada más se va a comer con la cola la tela, ji ji ji.
Jo.
–
–
–
Ya no sean así con mi Aleida, préstenle un traje y que se lo pruebe, a lo mejor sí le queda, no sean envidiosas, es como si fuera su hermana, acuérdense en la primaria, que hasta se compartían el almuerzo y siempre andaban juntas.
So.
–
–
–
Sí papi, ¿nada más el almuerzo, verdad?, ¿y lo demás qué?
Jo.
–
–
–
Ya Sofía no seas celosa ya ves que las quiero por igual, no sean egoístas, además a Aleida la conocí primero que a ustedes y siempre la cuide mucho, ¡platícales hija, como fui contigo en ese tiempo!
Al.
–
–
–
Ah, sí cierto Sofía, papi me cuidaba mucho en la escuela, ya ves que siempre andaban tras de mi los chamacos que me querían andar tocando las nalgas y los maestros que me castigaban para no salir a recreo y estar con ellos ¡a solas! en el salón.
So.
–
–
–
Bueno pero eso fue en la primaria, pero ahora ¡me cuida a mí!, no se te olvide que eras bien celosa con mi papi, no querías ni que lo saludáramos, eras como envidiosa con él.
Sa.
–
–
–
Eso sí cierto Aleida, eras muy odiosa, cuando nos acercábamos a don José, ¿qué te pasaba?, hasta pensé en ese tiempo que don José era tu novio, ya ves que hasta nos querías madrear, ¡bueno así decías!
J.
–
–
–
Ya están listas mis amores, que se hace tarde, y quiero tomarme unos vodkas en la piscina mientras ustedes juguetean en la alberca.
So.
–
–
–
Ya papi, ya estamos listas, mira como le queda el traje a Aleida, te gusta como se ve, o se lo cambiamos por otro, mira como se le mete entre las nalgotas, uff, y mira por delante, parece que lo desaparece en su puchita, ¡se la parte la rajita bien!
J.
–
–
–
Ah, pues sí está muy justo, así no está bien, a ver ven Aleida, ¿no te lastima la tela en medio de tus labiecitos de la cosita?
Al.
–
–
–
Ah, sí papi, ¡se me clava mucho en mí puchita! y mira mis nalgas las reparte y se me sube, ¡me queda bien pelada mí colita!
J.
–
–
–
No pues te vas a sentir incomoda, vámonos pasamos a que te compres uno a tu medida, ¡mira lo que haces, nada más de verte así!
Sa.
–
–
–
Ay don José ya se puso como “burro”, mejor ya vámonos sino aquí va a pasar algo muy calientito con Aleida, Sofía, usted y yo.
So.
–
–
–
Sí cierto papi, se ve que te calienta Aleida con su cuerpo voluptuoso, mejor vámonos, al rato regresamos y pues haber sí Aleida se queda con nosotras y veremos qué sucede ¿te gustaría quedarte hoy con nosotras?
J.
–
–
–
Bueno pónganse de acuerdo ustedes, mejor vámonos, antes que se haga tarde, al rato ya veremos qué pasa, tienes razón Sandra.
Ya en camino a las dichosas albercas, pasaron antes a un centro comercial y don José les indico a las tres que fueran a ver, sí había un bañador para Aleida, mientras él fue a comprar su botellín de vodka y demás cosas, para pasar una tarde agradable admirando esos cuerpitos que se desarrollaban muy rápido, pero el de Aleida era un monumento de niña, ya que era bajita de estatura, pero con unas piernotas bien gruesas y macizas, así como sus senos los cuales eran de un muy buen tamaño de cintura estrecha y de amplias caderas que enmarcaban un monumento al pecado, en eso dejo sus compras en el auto y fue a buscarlas donde estaban viendo lo del mencionado bañador, por lo que se acercó a las alegres chiquitinas a las que les dijo; que si ya habían encontrado la prenda para Aleida, a lo cual le dijeron que las acompañara al vestidor ya que se lo estaba probando y que viera sí ese estaba bien, que era uno de 2 piezas, ya que de los completos no había de su medida, en eso Sofía entró al vestidor y le dijo a Aleida que saliera un poco, para que la viera su papi, la cual salió y don José se quedó con la boca abierta de ver a esa figurita de niña, vestida como para concurso y en el acto una erección tremenda hizo su aparición en la bragueta del pantalón de don José, quien disimuladamente se acercó a la modelito y le apretó una parte de una nalguita, brincando asustada Aleida, le dijo ay papi, no me toques aquí, mira ya sabes cómo me pongo, mejor al rato, ya salte me voy a cambiar, para irnos a la alberca, en eso pasó al lado de Sandra que estaba parando la cola abrochando unas sandalias y le rozó el paquete muy discretamente sin que se notara, sólo Sandra sintió eso que la puso nerviosa, ya que pensó que la había visto alguien, se retiró de la cola de Sandrita y vio a Sofía que luchaba por alcanzar un bikini que estaba colgado en las alturas de un exhibidor y la tomó de su cintura, la levantó para que llegará a bajarlo y al descenderla le presentó su hombría entre esas nalguitas paraditas de culito pequeño, pero apetitoso y cómo un acto reflejo volteó a los lados, para ver si no había visto alguien esa acción caliente, que la puso nerviosa por un momento, pero todo quedó ahí, se acercaron los cuatro a la caja a pagar y se retiraron, en el auto todos iban platicando muy amenamente y escuchando música del equipo de sonido, mientras en el asiento trasero iba Sofía y Sandra y en el del copiloto iba Aleida, mostrando sus piernas ya que llevaba una minifalda de mezclilla corta que al sentarse se le subía hasta casi el borde de su panty, la cual mostraba sin que ella se diera cuenta y don José sudando no poder poner la mano, en ese que fue su tesoro por unos años y que lo excitaba a mas no poder, cuando en eso llegaron por fin a esas multimencionadas albercas, mientras se cambiaban las tres pinguillas don José se dio a hacerse un trago de vodka y sentarse a bajar su erección que no cesaba desde el centro comercial, en eso pasaban por su vista múltiples chicas, jóvenes y damas, todas vestidas para nadar o disfrutar el agua a las cuales observaba y más se erectaba al grado de ponerse unos lentes de sol y quedarse como dormido, pero viendo los cuerpos pasar de un lado a otro.
Hasta que aparecieron sus doncellas, las cuales le dijeron que se meterían a nadar un rato, y que dejaban sus maletitas con él, para que se las cuidara, una de esas maletas estaba abierta del cierre y se asomaba morbosamente una prenda íntima que era de Aleida, ya que por la prisa no la cerro y su panty quedó encima de toda su ropita, la cual don José la jaló y la llevó a su nariz de una manera muy discreta, misma que olfateo por buenos minutos, hasta que fue desapareciendo el buqué de esa niña, la observó con detenimiento y vio que la misma prendita estaba impregnada del puente, de la misma miel que años anteriores él había degustado muchas veces y directamente de esa fuente de efluvios de niña, de ese tiempo, con suma delicadeza lo doblo muy calmadamente, como si lo fuera a poner en un estuche y lo guardo discretamente en una de las bolsas de pantalón, siguió dando sorbos a su bebida, hasta que se la termino y se preparó una nueva, en eso llego Sofía a su lado y le dijo:
So.
–
–
–
Oye papi, dice Aleida que quiere quedarse hoy en la casa, ¿tú que dices?, yo creo que quiere algo otra vez contigo, por lo que dice.
Jo.
–
–
–
No creo Sofía, ya sabes cómo es Aleida de comunicativa, pero si quiere quedarse, pues que se quede, total, que se duerma con Sandra en su recamara y tú solita en la tuya, para que no te sientas mal, ya ves que no dejas ni a Sandrita dormir contigo.
So.
–
–
–
Uff, papi, pero hoy quiero estar contigo, ya tiene varias semanas que llegas y casi no tenemos acción, ¡tú sabes a lo que me refiero!, y Sandra también me dijo ¿que si te pasa algo?, que ya no nos llamas a jugar como antes, ¿te pasa algo papi, ya no nos quieres?
Jo.
–
–
–
Cómo no las voy a querer mis chiquitas, lo que pasa es que llegó cansado de toda la semana, pero ustedes son la vitamina de mi alma, pienso en ustedes a cada rato, ya ves que siempre les llamo a sus celulares, no pienses mal, ¿te perece que hagamos unas cositas esta noche muy morbosas los cuatro?
So.
–
–
–
¿Cómo qué papi?, ¿nos quieres coger a las tres juntas, verdad?
Jo.
–
–
–
Bueno, ejem, ejem, pues podemos jugar algo muy morbosillo, que te parece si las tres se disfrazan hoy mira tú de Blanca Nieves, Sandra de la Sirenita (Ariel) y pues a Aleida la disfrazamos de Pocahontas, ya ves que son mis personajes favoritos que tengo en películas y me gustan mucho, y así me imagino que son, las tres princesas juntas, ¿te gustaría?
So.
–
–
–
Uff, papi de donde sacas tanta imaginación eh, eres un pillo, pero no tenemos disfraces, ¿los comprarías?
Jo.
–
–
–
No mi amor, los alquilamos, ya ves que pasamos por donde alquilan disfraces para fiestas y los devuelves el lunes temprano, así los cuatro nos divertimos y ustedes se verán muy hermosas.
So.
–
–
–
Bueno papi, como quieras les voy a decir a ellas a ver qué dicen, pero por mí y Sandra no hay problema ya ves que ella hace lo que yo le digo, sólo convenceré a Aleida, te veo al rato papi, ¡voy al agüita, besitos!
Jo.
–
–
–
Orale aprovecha y dile a Sandra que venga, que quiero hablar con ella.
Sa.
–
–
–
Uy papi está bien rica el agua de la alberca, ¿qué quieres?, me dijo Sofía que viniera contigo, ¿te preparo un vodka papi?
Jo.
–
–
–
No hija, todo está bien, es que quería decirte que hoy en la noche quiero que juguemos a algo muy distinto los cuatro, ya que se va a quedar Aleida e iremos a buscar unos disfraces de princesas para que se vistan ustedes, para hacer “cositas calientes”, ¿quieres?
Sa.
–
–
–
Sí papi, como quieras, pero ¿las tres contigo a la vez?, papi, vas a tener que tragarte el doble de pastillas azules, ya ves que Sofía es muy caliente, casi no me deja que me hagas mucho, ah pero ella sí se pasa buenos ratos encima de ti, pero sí está bien, ya quiero estar contigo papi, desde hace tres semanas que no me tocas, ya vez hace rato me rosaste la cola en el centro comercial y uff, me calenté.
Jo.
–
–
–
Ok, entonces no se hable más, saliendo de aquí pasamos a alquilar los disfraces, vete a juguetear un rato más y dile a Aleida que venga, para que le diga lo que haremos, los cuatro.
Al.
–
–
–
Hola papi, me dijo Sandra que quieres platicar conmigo, ¿qué quieres?, mira como me queda el traje, ¿te gusta?, este no se me mete en ningún ladito mira.
Jo.
–
–
–
Bueno hija, hoy te vas a quedar en casa con nosotros, ¿verdad?, bueno tengo pensado vestirte de Pocahontas, te acuerdas cuando hiciste ese personaje en la primaria y como te chulearon los maestros y los padres de familia, de que te veías muy sexi y que se te veía un cuerpo de mujercita en miniatura, ¿te acuerdas?
Al.
–
–
–
Sí claro que me acuerdo, que el maestro de educación física me metió a un salón y a la fuerza me unto su pene en mi cola y se vino en el disfraz, qué asco papi, ¡nada como tus espermitas son muy ricos!, mmm
Jo.
–
–
–
Bueno eso nunca me lo dijiste, pero bueno quiero disfrazarte hoy así, para mí, ¿quieres?
Al.
–
–
–
Si, papi, como tú quieras, ¿pero quiero que juguemos como antes?, te acuerdas, en todo este tiempo que no te vi, a nadie le he dado tu panquecito, sólo mis deditos lo tocan y me froto en una almohadita, así se me pasan las ganitas, pero yo quiero eh, ya veraz que estoy bien cerradita, sólo tú me has penetrado, ¡me voy al agua un ratito más papi!
Pasadas las 8 de la noche de ese viernes, los cuatro se retiraron de esas albercas y pasaron a alquilar esos atuendos de princesas, para irse a encerrar a esa casita testigo de muchas cosas calientes, morbosas y eróticas que se daban continuamente, las tres chiquillas se fueron a bañar con el fin de quitarse el cloro de la alberca y asearse las tres, entre ellas se decían que la iban a pasar bien esa noche, ya que el papi de Sofía las consentía a las tres, en eso Aleida les comentó que perdió su bikini en el vestidor de la alberca, ya que no lo encontró y se vino sin nada debajo de su faldita y que su papi, la venia viendo, ya que se sentó de frente hacía el, mientras manejaba y le venía viendo “la cosita”, y ella vio que su papi, se puso bien erecto cuando manejaba, en eso estaban platicando, ya en la recamara y ya estaban disfrazándose, cuando llegó un pedido de pizzas, refrescos, helados y demás cosas, para no salir a comprar nada, procedieron a cenar y entre risas y pláticas entre ellas don José dijo, bueno mis niñas, mientras terminan de cenar y de arreglarse me voy a mi recamara, me toca mis “pastillitas”, ¿verdad Sandra?
Sa.
–
–
–
Sí papi, en media hora te alcanzamos, ¿no te vayas a dormir?, besitos.
So.
–
–
–
Sí papi hoy queremos jugar mucho, así que tómate otro vodka, para que estés despierto.
Al.
–
–
–
Ya nada más me hago la cola de Pocahontas en el cabello, a Sofía le pintamos los labios de blanca nieves y Sandra le ponemos el traje de la sirenita, ahí te alcanzamos.
Jo.
–
–
–
Ok, se ponen muy bonitas que las voy a poner en el espacio a ver estrellitas y planetas, mientras me doy un baño y mis pastillas, allá las espero.
Mientras pasaban la media hora las nenas-princesitas se daban sus últimos retoques, para subir a “jugar”, con don José, el cual ya estaba más que puesto, y pensaba que esa noche iba a ser algo excepcional, ya que por primera vez Aleida, Sofía y Sandra de 15, 16 y 17 añitos las iba a tener juntas en el lecho sexual, ya las milagrosas pastillitas azules hacían el efecto esperado, la circulación sanguínea se centraba en el órgano sexual de don José, el cual de manera más que erecta pedía ser encerrado en algún estuche de piel de alguna de ellas, las cuales por jovencitas estaban muy estrechas, pero con calma él sabía penetrarlas sin causarles grandes estragos, ya que las hacía disfrutar sin grandes molestias, amén de que él era un hombre bien dotado por la naturaleza.
Jo.
–
–
–
Ya mis nenas vengan a jugar, a ver “blanca nieves” (Sofía) tú te vas a hacer que estás en la casita de los enanitos, pero desmayada, ok y tu “Ariel” (Sandra), que estás con un tritón luchando, en el fondo del mar y debes de estar acostada en la alfombra boca abajo, ok y tú Pocahontas (Aleida) estarás dentro de una laguna remando una canoa en la que te encuentro y .
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.
bueno tú ya sabes qué pasa, súbete a la cama Pocahontas.
Al.
–
–
–
Ay papi, pero así, no jugué esa vez en la escuela cuando caractericé este personaje, nada más salí y.
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, pero está bien me subo contigo, mientras la blanca nieves esta desmayada por la manzanita que le dio la bruja, y a Ariel se la está queriendo coger el tritón, ¿Qué me vas a hacer papi?
Jo.
–
–
–
Tu no preguntes y súbete a mi lado, mira nada más que hermosa te ves así vestida de Pocahontas, mmm, hueles muy rico, haber cuéntame eso que me dijiste hace rato, en la alberca de que nadie ha profanado “mi panquecito”, después de mí.
Al.
–
–
–
Ay no papi, como crees, ya sabes que no me gusta que me toquen, si no eres tú el que me enseñó, nadie me toca, no me dejo, mejor me doy deditos o me froto mi pulpita con una almohadita y me siento bien así, pero nadie entra, siénteme como estoy de cerradita, apenas entra mi dedito, así me la dejaste hace 2 años, ¿te acuerdas?
Jo.
–
–
–
Ah, sí me acuerdo, de esa primera vez tuya, en ese hotelito, ya vez que te metí camuflajeada en el carro, ya que estabas bien enana de estatura.
Al.
–
–
–
Sí pero me agarraste de sorpresa, me acuerdo que estábamos bien tranquilos nada más de momento te me subiste y me lo empezaste a meter más de lo que siempre me dabas y como me dolió, pero te aguante papi, me sacaste sangre, me dolió la puchita más de una semana y mi pancita, fuiste malo papi, pero me gustó mucho lo que me hiciste.
Jo.
–
–
–
Oye y si invitamos a blanca nieves y a Ariel a que se suban con nosotros para que se encienda el ambiente de jueguitos morbosos y calientes, ¿quieres?
Al.
–
–
–
Sí papi, háblales que se suban, pero me das a mí también, mira cómo estoy de mojadita, ¿siente?
Jo.
–
–
–
Haber blanca nieves y Ariel, vénganse a subir a la cama, con Pocahontas, ya que queremos jugar todos a la vez, ¿o no quieren?
So.
–
–
–
Eso estaba esperando papi, mira de oírlos ya me estoy derritiendo de mi cosita, ya súbete Sandra deja de estar en la alfombra boca abajo parando él culito.
Sa.
–
–
–
Uy si papi, ya los escuche yo también me imaginé que era yo en lugar de Aleida a la que desvirgaste en ese hotelito, y sí mira papi, siente ya también moje mi pantaletita, ¿Cómo nos acomodamos papi?
Jo.
–
–
–
Pues yo creo que, todas se quitan sus calzones se suben sus falditas de los disfraces y se ponen como gatitas a la orilla de la cama y yo las voy penetrando por atrás una a una y ya después se verá cómo terminamos, ok.
So.
–
–
–
Si, papi, como digas, pero yo primero, ya sabes que a mí me gusta sentirte antes que todas, ayyy papi, con cuidado, que no ves que está muy chiquita mi pepita, despacito eh.
Jo.
–
–
–
Ya cállate mi blanca nieves te voy a hacer despacio, haber ¿Cuándo te he lastimado?
So.
–
–
–
No pues nunca, pero ayy, despacito, échale salivita aunque sea papi, que no vez mi pezuñita de camello es bien chiquita y tu pene es como de burro, uff, duele, ayyy, ayyy, ayyyyyyy
Jo.
–
–
–
Bueno ya medio te entro blanca nieves, uff, ahora le voy a dar a Ariel que ya me espera, ahorita regreso contigo otra vez, ahhh, que apretada tienes la cosa Sofía, ahhhh, ahhhh
Sa.
–
–
–
Ahhh, papi, dame despacio también no vez que estoy muy estrechita, ayyy, ayyy, suave papi, me duele, ayy, ayyyyy, ¡no muy adentro papi!, ayyyy, ayyyyyyyyy, ahhhhhh, ahhhh
Jo.
–
–
–
Ya entre más de la mitad Ariel uy que calientita está tu puchita, mmmm, y aprietas muy rico ahhh, ahhhh, quieres más o más al rato, mientras le doy un poco a la Pocahontas, espera regreso otra vez.
Al.
–
–
–
Papi, acuérdate que yo no le he hecho desde hace 2 años, estoy selladita, ayyy, ayyyy, papi, me acuerdo que así me hacías en la escuela, y me hacías orinarme en tu camita de allá, ayyyy, ayyyyyyyy, despacito, despacito, ayyy, ayyyyyyyyyyy, ayyyyyyyyy
Jo.
–
–
–
Claro que me acuerdo de todo mmmm, ahhhhhhhh, que bonito la pasábamos en el dormitorio, ahhhhh, hasta tres veces me hacías venir en tu cosita te acuerdas, ahhhh, ahh
Al.
–
–
–
Aja, sí, hasta me hacías llorar de tanto que presionabas el huequito, uff, pero me echabas la leche bien adentro, hasta se me escurría mucho en mi casa y tenía que andarme poniendo papel sanitario, para que no mojara los calzones, ahhh, ahhhhhhhh, uyyyyyy
Jo.
–
–
–
Ahhh, ya no digas más Pocahontas que me vas a hacer venir y todavía falta que les dé más carnita a blanca nieves y a Ariel, y a ti también, mmmm, ahhhhh, ahhhhh, que rica ¡ya extrañaba mi pene esa vaginita carnudita que tienes! ahhhh, ahhhhhhh, ahhhhhhhhhh, a ver las tres una se monta a ensartarse otra a mi boca y otra a mamar la puchita de quien este desocupada, ahhhh, ahhhhhhhhhhhhhh, “que ricas están mis viejas”
Ya una vez todos acomodados se daban un gran fiesta de carne, ya que Sofía no daba tregua, siempre quería estar penetrada por José, Sandra, le gustaba el sexo oral que le hiciera José y Aleida, se turnaba por ratos con Sofía, para estar penetrada y se cambiaban una con otra, y como si fuera una fantasía, Aleida comenzó a orgasmear y lanzar gemidos muy eróticos y a quejarse, estando penetrada, pero Sofía en ese momento alcanzaba el suyo conjugándose ambas vocecitas semi infantiles en gemiditos muy eróticos y calientes, mientras Sandra estaba acabando en la boca de José en un abundante charco de fluidos ya que ella cuando orgasmeaba, los sacaba al exterior como si fueran expulsados a presión, obviamente José también de escuchar esa música de gemidos el hacía lo suyo, acomodando a las tres a manera de estar parado a la orilla de la cama, y verterles varios chorros de esperma los cuales caían en esos cuerpitos morbosamente delineados, y así mismo detenerse por un momento y continuar ese festín que no acabaría de comer en toda la noche, ya que por la ingesta de esos medicamentos para alzar la erección el acabo en cada una de ellas en 2 ocasiones, y estaba aún en posición de seguir haciéndolo, pero Sofía se había quedado dormida por el desgaste a que fue sometida, Sandra se fue a sentar a un mueble de la recamara a sobarse su partecita que acusaba dolor por las embestidas que le dio José y Aleida estaba despierta pero ya se quejaba de dolor y ardor en su partecita, ya que cómo no lo hacía de dos años atrás, pues fue desgastante y además estaba completamente irritada, pero ya había quedado servida copiosamente de esperma de José, que era un semental en espera de una vaginita dispuesta de alguna de ellas.
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C O N T I N U A R Á.
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.
P.
D.
Sí llevan gusto comentar acerca del relato y sus capítulos, les pido lo hagan en mi perfil, la autora y sus amiguitas le darán la respuestas a cada uno de sus amables mensajes,
Atte, sexigaleno
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