La seducción de las palabras (Amanda)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por tartufo.
Cambié de dormitorio con intención de leer un rato; sin embargo, en lugar de seguir con la novela que tenía entre manos, abrí internet en busca de algún relato breve y, sin saber muy bien cómo, llegué a tener delante uno que iba a ser muy especial en adelante.
Desde el comienzo me enganchó de tal modo que deseé ser Laura, la protagonista femenina y disfrutar de aquellas experiencias que desplegaban ante mí todo un abanico de sensaciones, sensaciones que materializaban las palabras de su narrador. Se llamaba Luís y contaba un extraordinario encuentro sexual con su pareja ocasional (Laura) y con otro amigo.
Aquella fue la primera noche que me acaricié pensando en él. En mi imaginación se habían enganchado algunas imágenes tan electrizantes, tan cargadas de deseo… Imaginé que yo era ella.
Al día siguiente me sentí tan atraída por sus protagonistas, que no paré hasta dar con otros relatos del mismo autor. Estaba verdaderamente ansiosa por saber más de él e hice algo completamente nuevo en mí: me registré en esa página en la que él había volcado éste y otros relatos, todos verídicos, todos en primera persona… Imprimí el primero y aguardé a la noche; pensaba darle a David una pequeña sorpresa.
Le sugerí darnos una ducha juntos y seguir con una sesión de masajes. No le dejé acabar de secarse y le pedí que se tumbara para que pudiera empezar, pero a cambio, debía leerme el relato que le había dejado debajo de la almohada. Noté en sus ojos una expresión de sorpresa, me acerqué a su boca y sin llegar a besarle, le lamí los labios muy despacio, notando cómo aumentaba su deseo. Me unté las manos con aceite aromático y él comenzó a leer…
La excitación inevitable que siguió nos llevó a una sesión de sexo que nos dejó a ambos extenuados, pero después de un momento de reposo, le conté a David mis ?averiguaciones? sobre Luís, le dije que me parecía un hombre enormemente atractivo sólo por lo que había leído de él y le pregunté qué le parecería si le enviaba un email invitándole a conocernos por msn. Estuvo de acuerdo y aunque en el fondo no estábamos muy seguros de que él fuera a responder, le mandé un breve mensaje elogiando su relato y disculpándome por agregarlo sin haber sido invitada.
Habían pasado algunos días y una tarde, al abrir msn, allí estaba él, al alcance de mi mano… Lo que sentí en ese momento fue una mezcla de vergüenza, alegría y excitación difícil de explicar. Comenzamos a hablar y enseguida me hizo sentir cómoda; Me confirmó -siempre en un tono educado pero con un regusto sensual que me tenía totalmente cautivada- que las experiencias de sus relatos eran todas reales.
Nuestra primera conversación fue breve, pero suficiente para intuir una relación muy prometedora…
La noche siguiente, mientras David estaba todavía con nuestros hijos viendo una película, me dispuse a abrir el correo y de nuevo lo encontré conectado. Me asaltó una emoción parecida a la del día anterior… pero sin tanta vergüenza. Fue realmente el momento de las presentaciones: intercambiamos algunas fotos, hablamos de nuestras parejas, de lo difícil que resulta encontrar personas que entiendan y vivan el sexo de forma abierta, sin tabúes y sin renunciar al juego…
La conversación iba poco a poco subiendo de tono, ambos notábamos la excitación del otro, ninguno quería cortar, pero se hacía tarde, incluso tuve que refugiarme en el baño para continuar un poco más cuando subió mi hija… Luís me había mandado un relato escrito por Laura; quería que también lo leyera para comentarlo en otra ocasión. Finalmente me despedí y, cuando ya todos se habían dormido, me recreé leyendo el relato de Laura.
Durante el fin de semana tuve ocasión de mostrarle a David las dos conversaciones y el nuevo relato, y comentamos lo excitante que podría llegar a ser una cita con ambos, con Luís y con Laura, de modo que en nuestra siguiente conversación se lo propusimos. A él también le pareció buena idea y acordamos conocernos nosotros tres primero puesto que ella estaba fuera; La noche siguiente David prefirió que ultimase yo la cita. De sobra sabía la excitación que me producía hablar con Luís…
Como en las ocasiones anteriores, tras una charla inicial muy amistosa y con un punto de humor, la fantasía de sus palabras me fue llevando hacia un hipotético encuentro de los tres en un local liberal… Yo, por supuesto, me dejaba llevar; sentía perfectamente el calor que me producía ese ambiente, el contacto de sus manos desabrochando mi blusa, el aliento agitado de los dos hombres entregados a mi deseo… No quisimos poner un clímax a esa fantasía, era como si prefiriésemos dejar la posibilidad de culminarla en la realidad.
Acordamos conocernos en un lugar menos comprometido y con el convencimiento mutuo de que ? si bien la atracción física podía suceder o no- la charla nos haría pasar una sugerente velada. Y así fue.
Llegó la noche de nuestro encuentro. David y yo habíamos llegado un poco antes y esperábamos en la terraza del pub donde habíamos quedado con Luís. Llegó sonriente, seguro de sí mismo, encantador desde la primera impresión. Se había sentado frente a mí de modo que, aunque me diera un ataque de timidez, no podría escapar al imán de su mirada. Como habíamos imaginado, la conversación transcurría de forma fluida; David, buen conversador como siempre, ponía el oportuno toque de humor mientras le contábamos nuestras anteriores experiencias de encuentros con alguna pareja y con un chico con el que habíamos tenido una magnífica relación.
Él, a su vez, nos habló de su relación con Laura… Los tres estábamos disfrutando con la situación tanto que decidimos tomar una copa dentro del local. Encontramos una mesa algo apartada del resto, pero esta vez Luís se situó a mi lado y dejó que su rodilla permaneciera en contacto con mi pierna. Yo lo interpreté como un signo de atracción y aprovechando que David iba a pedir las copas, cogí una de sus manos mientras hablábamos con una naturalidad que me sorprendió a mí misma; la retuve unos instantes y a él pareció encantarle. Cuando David volvió, notó enseguida que el tono de la conversación había cambiado, creo que tanto a Luís como a mí se nos notaba el deseo por llevar más lejos nuestro encuentro… Puse una mano sobre la bragueta de David y comprobé que él estaba también excitado con aquella situación y él me hizo una caricia por debajo de la mesa mientras Luís, sin darnos tregua en la conversación, me preguntó qué me gustaría hacer en ese preciso momento. Le contesté lo que hubiera hecho si no hubiera otras personas allí: habría empezado ya a comerles la boca a uno y otro.
No se conformaba, quería más y me empujaba a describirle alguna de mis fantasías… Yo podía percibir el deseo en la mirada de los dos, me sentía segura y atractiva y me recreé en aquellos instantes en los que les hacía imaginar que estaba desnuda sobre una mesa… A mi alrededor varios comensales, hombres y mujeres, se disponían a tomar su postre: repartían sobre mi cuerpo frutas jugosas, chocolate caliente, mermelada… Cada uno a su antojo y sin permitirme el más leve movimiento, me degustaban comiendo primero los trozos de melón, piña, los granos de uva, las cerezas… derramando sus jugos sobre mi cuerpo, dejando los dulces lengüetazos del chocolate para apurar mis pechos, mi vientre, que obligado por las reglas del juego, debía permanecer quieto a pesar de estar sacudido por espasmos de placer…
Estábamos en un momento bastante ?crítico? de la velada, a los tres nos hubiera gustado continuar, esta vez en un sitio más íntimo, pero el sentido común nos hizo frenar nuestros impulsos: Luís salía de viaje al día siguiente, era tardísimo y nosotros teníamos que regresar también a casa. Nos despedimos con el convencimiento de que volveríamos a vernos. Me acercó la mejilla dándome un beso que noté dulce, pausado e intenso.
Aquella noche cuando apurábamos los mejores momentos de sexo y placer, David me hizo imaginar que Luís estaba allí, con nosotros, ofreciéndome su miembro a la altura de mi boca al tiempo que David lamía mi sexo empapado y me hacía tener un orgasmo de los más explosivos que recuerdo.
Los días siguientes supusieron un paréntesis, ya que tanto él como nosotros nos habíamos marchado de vacaciones. Al volver, me dediqué a indagar y leer todo lo que encontré sobre Laura: sus aportaciones en algún foro sexual y, sobre todo, sus relatos eróticos en los que se iba desvelando para mí una impresionante mujer capaz de disfrutar de una relación de dominación con su pareja sexual – su Amo, como a ella le gusta llamarle-, que yo sabía ya que era Luís, aunque lógicamente ella le llamara con distinto nombre.
Precisamente la segunda noche después de nuestro regreso, estaba fantaseando con uno de los relatos escritos por Laura, , cuando él se conectó al msn. ¡Casi me mareo del subidón! Él también estaba excitadísimo por la coincidencia, de modo que nos entregamos a una velada que acabaría de un modo totalmente sorprendente e inesperado para mí.
Rememoramos nuestro reciente encuentro en el pub confirmando entre bromas que nos habíamos quedado los tres con ganas de seguir y enseguida empezamos a hablar de una próxima cita que tanto él como nosotros deseábamos con urgencia. Le confesé que habíamos ?jugado? con él en nuestras últimas relaciones sexuales y que, al leer los relatos de Laura, yo no podía dejar de pensar que él era su amo, su objeto de deseo, que le podía poner cara a ese hombre, y eso me producía también a mí un deseo incontrolable de ser para él … Hacía un rato que David se había tumbado a mi lado; me dejaba hacer ofreciéndome alguna caricia de complicidad, pero aquella noche era ya tarde y no resistió despierto mucho más tiempo.
Yo estaba encantada al notar la excitación creciente de Luís. Cambié de habitación; necesitaba acariciar mi sexo mientras hablábamos, ya me había abandonado por completo a nuestro juego de seducción: él se convertiría en mi maestro, y yo sería su obediente alumna, igual que lo había sido Laura. Le provoqué diciéndole que estaba dispuesta a empezar mi aprendizaje aquella misma noche. La señal surtió efecto inmediato: Comenzó el juego:
– Desnúdate de cintura para abajo, deja desnudo tu sexo.
– Estoy recostada en un sillón esperando lo que quieras pedirme.
– Dime cómo te sientes.
– Muy excitada y algo nerviosa…
– ¿Tienes idea de lo que daría por estar arrodillado frente a tu sexo empezando a lamer tus muslos…
– Esa idea me vuelve loca…
– …observando tus ojos, mirando tus gestos, sintiendo cómo vas abriendo las piernas…¿Las abrirías para mí, verdad?, agarrarías mi cabeza, verdad?
– Estoy totalmente entregada a ti.
– Te acercaría a mí; sé que tirarías de mí… pero me resistiría, te haría sufrir…
– Mi sexo está empapado, suplicante.
– ¿Estás deseando masturbarte, verdad?
– Lo estoy haciendo… casi no puedo escribir.
– ¡No lo hagas! ¡Ojala pudiera verte acariciándote! ¡Mastúrbate! Hazlo!!! Quiero que lo hagas como si yo te viera, como si estuviera frete a ti, lamiendo tu sexo mientras lo haces, lamiéndote entera, acercando mi polla a tu boca…
– Me gustaría correrme para ti…
– Quiero que te corras para mí, que gimas para mí, mete tus dedos, fóllate… imagina mi polla entrando sin parar…
– Ufffffffff… Imagino tu lengua lamiéndome…
– Restriega tu sexo contra mi cara, mastúrbate contra mi boca. ¿Lo imaginas?
– Siiiiiiií.
– Te vas a correr para mí, te moverás sin parar, quiero verte, quiero ver cómo lo haces… te veré un día… te masturbarás para mí.
No pude demorar el orgasmo por más tiempo. Era una situación electrizante, morbosa; lo ?veía? allí, dándome un increíble placer… Pero yo aún no estaba saciada, necesitaba seguir, quería complacerle y llegar un poco más lejos:
– Me gustaría poder comerte entero. Empezaría por la boca ; me encanta tu boca… te acariciaría mientras tanto, recorriendo suavemente tu espalda, bajaría por tu culo y seguiría besándolo, mordisqueándolo… Te daría la vuelta hasta colocarme frente a tu polla, esperando unos segundos a que tú guiaras mi cabeza, lentamente al principio…
– Te agarraría bien fuerte y notarías mi polla en tu boca… me movería despacio, follándote lentamente, agarrándote, no dejándote escapar ni un milímetro…
– Luego te pediría que te corrieras sobre mí, en la cara…
– ¿Quieres que me corra en tu cara?, Dime cómo te sientes, dímelo!!!
– Me siento lasciva y … muy puta. Quiero que me des tu leche caliente, quiero notarla en mi cara y que me acaricies con ella…
Mientras, yo no podía parar de masturbarme. Él continuaba, pidiéndome que abriera bien las piernas, que me metiera los dedos y me follara con rabia, como lo haría él en ese momento, embistiéndome, moviendo las caderas con furia, susurrándole a su puta. Estaba a punto de volver a correrme, creía que ya no podía llegar a sentir más excitación y placer, pero Luís aún no había terminado conmigo… Cuando introdujo en el juego a Laura y a David, los movimientos de mi mano me arrastraron a un placer intenso, casi doloroso. Me corrí por segunda vez.
Acabé exhausta, emocionada; y entonces, antes de que me asaltara algún tipo de duda o me dejara llevar por un repentino pudor, él, como adivinando mis pensamientos, me dijo (casi podía oír su voz irresistible): ?Lo haremos un día para ti, te volveremos loca de placer?.
Con esa promesa que resuena todavía en mi cabeza y que me ha hecho llamarme a partir de ahora Amanda, nos despedimos aquella madrugada y ahora sí, estoy segura de que pronto se cumplirá.
He terminado de escribir este breve ?diario? al volver de la segunda parte de nuestras vacaciones. Y, al llegar a casa, David y yo nos hemos llevado una sorpresa emocionante. Laura nos ha enviado un correo!!! Por fin podremos conocernos los cuatro.
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