Lili y Clau descubren el Chat
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por AndiCat.
A los 18 años ya tenía varios gastos pendientes, la mayoría eran para fiestas y salidas con amigos y chicas, así que tuve que trabajar para ganar dinero extra. Encontré una vacante en una lonchería no muy lejos de la Universidad, así que no le busqué más; el trabajo era muy sencillo, consistía en preparar diversos emparedados y atender la barra.
La mayoría de la clientela eran mujeres de entre 20 y 30 años que llevaban a sus hijos o hijas al colegio privado de la esquina; se trataba de una primaria y secundaria juntas, así que me resultaba agradable platicar con ellas mientras las atendía. Aprovechaba para coquetear con algunas, pero sólo para que tuvieran confianza y mantener la venta en el local.
En ese entonces, y estrenando mi lap top, me encantaba entrar a los chats para enseñar y ver a chicas en la cámara. En una ocasión entré a una sala de mi ciudad y empecé a platicar con varias chicas sobre nuestras fantasías sexuales, pero al cabo de un rato me aburrí de algunas y sólo dejé 2 ventanas abiertas; en una de ellas había 2 chicas, o eso me dijeron, y me dejaron platicarles lo que me gustaría hacerles. Al fin les dije que pusiéramos la webcam y aceptaron, pero me sorprendí al ver a una niña de unos 12 años y su hermanita (pues eran casi iguales) de 9 o 10. Al principio no supe qué hacer, pues yo ya apuntaba la cámara a mi pene y me estaba masturbando, así que simplemente seguí. Las niñas sólo se rieron y me veían entre atentas y curiosas. Les pedí que me enseñaran algo y la grande se levanto un momento la blusa, con lo que pude ver unos mini senos muy lindos, apenas perceptibles; después me dijeron que se iban y cerraron el chat. Sobra mencionar que me quedé muy caliente y con ganas de verlas de nuevo, así que varias noches las busqué con el nombre que tenían en la sala: pRiNcEsSmX.
Tuve suerte hasta una semana después que las volví a encontrar, por lo que no perdí tiempo y les mandé la videollamada. Ellas estaban en shorts y blusas de tirantes, y yo sólo en boxer. Les pregunté que qué les había parecido la otra vez y que si les había gustado, sólo dijeron que sí y preguntaron si las dejaría ver de nuevo. Les dije que sí, pero que primero tenía que verlas a las dos; apenas leyeron eso, acaso, y se quitaron las blusas para dejarme ver sus tiernos senitos que aún no se desarrollaban. Eso me calentó mucho, pero les dije que yo quería ver sus nalguitas también, así que se bajaron y subieron rápido los shorts y me dijeron que ya con eso. Como cumplieron, yo también cumplí: me bajé el boxer y les mostré mi erección mientras me masturbaba.
Dejé que la vieran un rato antes de preguntarles si les gustaba, a lo que respondieron que sí entre risas. Seguí masturbándome un rato hasta que la grande me preguntó si les enseñaría la leche. Aquí me sorprendí aún más, ¡pues ellas ya le decían leche al semen! Era obvio que no era la primera vez que veían a un chico masturbándose, así que les dije que sí, pero que necesitaba ayuda; les pedí que me mostraran sus nalguitas de nuevo, pero que debían quedarse así hasta que me viniera. La grande fue la primera en quitarse el short y el calzoncito, se subió a la silla que tenían y me mostró su tierno culito; la pequeña la imitó y yo tenía a dos niñas mostrándome y abriéndose las nalguitas para mí. La grande preguntó que cuánto más tardaría y le dije que ya vieran, pero no le dijo a su hermana y me dijo que ya me veía. Mientras sentía que mi semen empezaba a salir, listo para satisfacer a esas pequeñas, tomó las nalguitas de su hermanita con las dos manos y las abrió para que le viera su hoyito. ¡Ésta fue la cereza del pastel! Me vine en una toalla y les mostré la leche en mi mano. La pequeña volteó para ver y se rieron bastante las dos. Acto seguido, cerraron el chat.
Eso pasó durante tres semanas más, casi cada viernes y sábado las encontraba para que nos viéramos por cámara. Empecé a pedirles que se abrazaran mientras estaban desnudas; después les dije que se dieran un besito en los labios o que se dieran pequeñas nalgadas. Supe que se llamaban Liliana, de 12 años, y Claudia, de 10, y que sólo habían visto a un señor una vez por cámara, por eso sabían qué era la leche y demás.
Mientras pasaba el tiempo teníamos más confianza; les inventaba alguna historia para que la imaginaran y les hacía preguntas para saber qué harían en esas situaciones. Ellas disfrutaban verme y yo a ellas. Me pidieron un video porno y les pasé una página para que los vieran; con esto, aprendieron a masturbarse ellas, aunque dudo que sintieran tanto como un orgasmo.
En fin, casi un mes después de haber empezado esas pláticas, y mientras estaba en la lonchería, vi a una niña muy parecida a Liliana, pero no supe si era porque estaba atendiendo a varios clientes. Al otro día decidí poner atención a todas las niñas que pasaran. Cuando atendía a una de mis clientas favoritas, pues nunca se quejaba y era muy amable, la vi de nuevo, pero ahora estaba seguro: Liliana y Claudia estaban en la banqueta esperando a su mamá… ¡que me estaba comprando como siempre! No pude creer que no las había reconocido después de tantas veces que habían pasado, pero era su costumbre esperar afuera mientras su mamá les compraba el almuerzo conmigo. Aparte de verse diferentes con uniforme y bien peinadas, ya que yo las veía con el cabello suelto y, la mayoría de las veces, ya sin ropa.
Al siguiente viernes continuamos con nuestras sesiones, pero ahora me producía más morbo al saber que eran unas tiernas niñas que conocía de vista. Esto me llevo a pedirles más: les dije que sentirían rico si se tocaban una a la otra, o que intentaran explorar sus culitos entre ellas. La más aventada era Liliana, que agarraba a su hermanita como muñequita sexual de práctica; le metía un dedito el culito, le sobaba sus tiernos labios vaginales e, incluso, jugaban con sus lenguas mientras las veía.
Entre semana las veía pasar, y empecé a saludarlas con la única intención de sentir un morboso gusto de saber que ellas ignoraban quién era yo, pues nunca les mostraba mi cara. Los fines de semana veía cómo se exploraban las hermanitas mientras me masturbaba.
Una ocasión no estuvo Claudia, sólo Liliana, pues la pequeña se quedó a dormir con una amiga suya. Aproveché esa oportunidad para mandarle un video lésbico sobre cómo una mujer le hacía sexo oral a una jovencita. Le gustó tanto que se masturbó conmigo y me pidió que le mostrara mi leche para que imaginara que estaba con ella. Al terminar le dije que sentiría más rico si le pedía a su hermanita que le hiciera lo mismo, a lo que me preguntó cómo se hacía bien y le expliqué para que le dijera a su hermanita cuál era la nueva tarea.
Al día siguiente, sábado, no podía esperar para saber qué pasaría. Me conecté temprano y las esperé muy ansioso; cuando por fin se conectaron me puse súper caliente. Lili ya le había dicho a Clau qué iban a hacer las dos y me dijo que primero querían verme a mí, a lo que obedecí con gusto. Se quitaron la ropa y Lili se sentó en la silla mientras Clau empezaba a besar y lamer su vaginita; yo me excité tanto que me vine inmediatamente, pero aún tenía muchas ganas de seguir, ya que una oportunidad así se presenta muy pocas veces. Supe que las "cosquillas" que sentía Lili eran mayores cuando tomó a su hermanita por la nuca para que no se detuviera.
Las dos estaban tan metidas en lo suyo que, estoy seguro, olvidaron que las estaba viendo; ellas siguieron con ese tierno sexo hasta que Lili se deslizó hacia atrás en la silla y se inclinó hacia adelante. Se quedó así un momento hasta que le dijo algo a Clau y salió del cuarto. Clau y yo nos quedamos en el chat y le mostré cómo me venía por tercera ocasión en un ratito. Cuando Lili regresó, traía una bata y el cabello húmedo, pero sólo me dijo que había sentido muy rico y se había bañado con agua fría porque había sudado mucho. Supuse que había tenido su primer orgasmo, y su hermanita fue la responsable de él.
Continuamos otro rato hasta que se fueron a dormir; ya le tocaría otro día a la pequeña Claudia.
El siguiente miércoles llegaron las dos, como siempre, afuera de la lonchería, pero su mamá se siguió de largo para platicar con alguien y les dio el dinero para que ellas mismas compraran su almuerzo. Yo ya sabía qué llevaban, así que se los di y cobré rápidamente. Cuando le daba el cambio a Lili le dije "Así que les gusta desnudarse frente a la cámara para que un chico se masturbe, ¿verdad?".
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