1 Beta White Sissyboy and 2 Alpha Black Males (I,II,III)
Alexi es un pequeño y femenino niño con un cuerpo de puta, su padre lo presiona para ser un hombre de verdad, pero la verdadera naturaleza de Alexis sera puesta a prueba cuando dos machos negros en su escuela luchen por covertirla en una hermosa sis .
¡Hola lindas mariconas, sexys putitos, y hermosos sissyboys!, esta es mi primera vez escribiendo en sexosintabues, pero no es mi primera vez como escritora, tengo un blog propio, https://africanculteden.blogspot.com donde pubkico mis relatos, ahi podran encontrar la primera version de esta novela, version que quedo inconclusa y a mi paecer con muchos errores, esto es un intento de corregir y terminar dicha novele.
He reescrito gran parte de la historia de My New Black Daddy, en realidad se puede decir que la reescribí completamente, mordí más de lo que podía masticar al tratar de escribir una historia (mi primera historia sissy), donde una sola y pequeña sissy tuviese que convivir y elegir entre tres machos negros, me di cuenta de que cometí muchos errores y dejaba demasiados agujeros de guion, por ejemplo: no había ninguna razón lógica por la cual Alexis se negra a comportarse como una perfecta sissy , tenia el cuerpo de una puta, su mejor amiga la apoyaba completamente para ser una mujercita, y su madre estaba loca por tener un hijo marica al cual vestir como una nena.
Por lo cual no había una sola razón legitima de la negativa de Alexis a asumir su papel como sissyboy.
Asi que eh cambiado la estructura familiar de Alexis para que ahora tenga una razón válida de sentirse acomplejado y avergonzado por su feminidad, una razón por la cual esté en constante conflicto con su naturaleza de puta.
Y Alexis debe tener una lucha interna, una pelea constante entre lo que quiere ser, y lo que en verdad es, por que sin ese conflicto interno no habría una historia que contar, al menos para mis las historias sobre sissys y mariconas, que más disfruto son las de feminización forzada, no haya nada mejor que ver como un dulce e inocente niño, se ve obligado a convertirse en una hermosa y sensual sissy.
El segundo gran cambio en la historia de Alexis es el título de la misma, como ya habrán notado, y esto se debe a que he eliminado a Darius d la historia, he decidido quitarlo de la vida de Alexis, él no existe en esta novela y nunca existirá, sé que Darius era el macho favorito de muchos de ustedes, pero tenia que irse, por una sencilla razón el titulo de la historia era My new Black Daddy, y sin embargo durante seis capítulos Darius apenas hizo acto de presencia, y en ninguno de eso capítulos fue presentado como el nuevo padrastro de Alexis.
No se asusten, Darius merece una historia propia, una historia donde él y solo él sea el protagonista, el único toro negro que feminice y domine a un hermoso, blanco y pequeño sissyboy, y Darius tendrá su historia, y esa historia se llamará My New Black Daddy, y tratara sobre un hermoso y delicado niño rubio cuya madre odia a los homosexuales, y a atormentado a su hijo durante toda su vida por ser tan hermoso y delicado, esta cruel y malvada mujer se casa con Darius, y el enorme y maduro toro negro comienza a feminizar al bonito niño rubio contra su voluntad y a espaldas de su madre, transformándolo poco a poco en una sexy marica enamorada.
Asi la historia de Alexis y sus tres machos negros se dividirá en dos historias, permitiéndome ser más cuidadoso en ambas, en fin, espero que disfruten los cambios en la historia de Alexis, y esta vez lo prometo, pronto muy pronto subiré el primer capitulo de My New Black Daddy, y también el primer capítulo reescrito de St. Scarlett Sissy School, que también tuvo que ser reescrito pues también estaba lleno de lagunas, y errores en la trama.
Sin más por el momento me despido, espero que puedan dejar comentarios sobre los cambios en la historia.
Y si están interesados en apoyarme económicamente yo estaría encantada, háganmelo saber y puedo pasarle el numero de mi cuenta bancaria donde pueden hacerme donaciones directas, de verdad agradecería su apoyo.
Besos
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1 Beta White Sissyboy and 2 Alpha Black Males
βeta βunny βoy
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Prologo:
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El viento soplaba de manera salvaje, levantando la nieve violentamente, los pinos a mi alrededor crujían amenazando con partirse, levanté la vista y vi a través de las nevadas ramas el cielo estrellado de una noche imposiblemente hermosa, pero al mismo tiempo aterradora, estaba en medio de un bosque.
Pero, ¿Quién era yo?, ¿Por qué estaba en medio de un oscuro bosque?, ¿Que era yo?, mi mirada dejo las lejanas y frías estrellas en el firmamento y me fije en mi propio cuerpo.
Al principio ni siquiera pude ver mi propia piel, lo que era muy lógico, mi blanco pelaje esponjoso como el algodón se confundía con la nieve que cubría el suelo, miré mis bonitas patitas, y pude sentir el frio agitando mis esponjosas y peludas orejas.
Yo era una blanca y pequeña conejita, una conejita de nieve.
Pude ver mi rozada nariz temblando curiosa en la fría noche.
Asi que, era una pequeña y bonita conejita, perdida en medio de un oscuro bosque.
Porque estaba perdida, realmente perdida, confundida, débil, vulnerable.
Temblé, pero no a causa del frio… era el miedo el que hacía estremecerse mi pequeño cuerpo de conejita, era al miedo y la confusión, yo estaba tan perdida, tan sola, tan necesitada.
Y asi temblando de frio y de miedo comencé a caminar, mejor dicho, a dar pequeños saltitos, internándome en aquel bosque.
Yo seguí avanzando entre los altos pinos, por un tiempo indeterminado, hasta que el frio y el cansancio me obligaron a detenerme, levanté mi mirada al cielo nocturno.
Pero, ¿Quién era yo?, ¿Por qué estaba en medio de un oscuro bosque?, ¿Que era yo?, mi mirada dejó las lejanas y frías estrellas en el firmamento y me fijé en mi propio cuerpo.
Yo era un niño, podía ver un diminuto pene, yo era un niño… no, no era un niño, era una niña…
Yo era una hermosa y pequeña ninfa, una hermosa joven deliciosamente delgada, de hermoso cabello negro como la misma noche, ojos grises y melancólicos como la niebla que rodeaba mis delicados y pequeños pies, yo era una princesa de delgados y delicados hombros, con unos pequeños e hinchados pechos adolescentes, yo era una niña con un vientre plano y una cintura delgada de avispa, y unas enormes y obscenas caderas de yegua, yo era una elfina del bosque, con unas gordas y redondas nalgas de burbuja, eso era yo, una bella, sensual y femenina sílfide, con un patético pene y unos aún más patéticos testículos entre mis rotundos muslos de mujer, yo era una náyade, una nereida, una princesa…
Entonces reparé en mi completo estado de desnudes noté de golpe el cruel y afilado viento ártico que golpeaba cada centímetro de mi blanca y delicada piel.
Me abracé a mí mismo con mis delgados y elegantes brazos, pero poco o nada pude amortiguar el cruel frio que amenazaba por congelarme.
Me puse de pie y noté asombrado que mis pequeños y blanquísimos pies no se hundían en la fría nieve, por el contrario, yo era tan ligero que al caminar no dejaba huella alguna, era casi como si flotara.
De pie y usando mis brazos para proteger mis pequeños e hinchados pechos adolescentes, mi patético pene quedó completamente expuesto a la inclemente nevada, lo que provocó que mi ya de por si diminuto pene se escondiera aún más dentro de mi plano vientre, lo mismo paso con mis pequeños testículos, ambos retrocedieron en busca de calor dejando el pequeño, lampiño y rosado saco, vacío y completamente pegado a mi entrepierna… ahora solo la pequeña y rosada cabeza de mi pene asomaba fuera… no eso no era un pene, los hombres tenían penes, los hombres tenían vergas… pero yo no era un hombre, yo era una linda niña, yo no tenía un pene.
Comencé a caminar, sin rumbo, pues no sabía en donde estaba y no sabía a donde iba, un pie delante del otro, apoyando mi inexistente peso en la punta de los pies, mis masivas caderas se contonearon de forma femenina y sensual, era natural para mi caminar de esa manera, NO, era la única manera de caminar para mí.
Mis bazos seguían cubriendo mis pequeños senos, el mínimo roce de ese helado viento provocaba dolor en mis ya erectos y rosados pezones.
Camine por una cantidad de tiempo incalculable, bien podrían ser unos cuantos minutos u horas enteras, el frio y el viento estaban a punto de congelarme, mis gordas y bien torneadas piernas temblaban por el frio y el cansancio, mi pequeño cuerpo no estaba diseñado para ese clima, yo era demasiado delicado, demasiado débil, iba a morir, definitivamente iba a morir, era débil, pequeño y patético, y saberme tan vulnerable me tenía aterrado, desolado, estaba tan solo tan abandonado… comencé a llorar patéticamente y pude sentir como mis lagrimas se congelaban en mis bonitas mejillas.
Asi que sin poder más me quede quieto, abrazándome, desesperado por retener algo de calor, moriría, definitivamente moriría…
Ahí estaba yo Alexis, un delicado, hermoso y femenino niño a punto de morir, completamente solo, asustado, sin saber dónde estaba ni a donde ir, no sabía quién o que era yo completamente perdido, rodeado de frio, oscuridad y confusión…
Mi cuerpo entero temblaba víctima de mi llanto y del frio que estaba por quitarme la vida, cuando el ruido de una rama al romperse me distrajo de mi destino fatal…
Entre los grandes pinos algo se movía en le oscuridad, pero no podía ver que era, mi cuerpo que ya estaba temblando gracias a la fría nieve se estremeció de miedo, aquello que se movía en la oscuridad estaba mirándome, asechándome, preparándose para atacar…
Di un paso atrás asustado, el moustro escondido en las sombras estaba a punto de saltar sobre mí, lo sabía, simplemente lo sabía…
Levanté mis bonitos ojos grises, y frente a mi entre los pinos… estaba una enorme pantera negra, era impresionante, parecía una bestia mitológica, era por lo menos el doble de grande que cualquier león que yo hubiese visto en zoológicos o documentales, y su hermosa piel aterciopelada era más negra que la misma noche.
Pero, aunque sus enormes patas, sus afiladas garras del tamaño de navajas, y sus afilados colmillos tan blancos como la nieve que nos rodeaba eran atemorizantes. Lo que más llamaba la atención eran sus impresionantes ojos verdes, unos impresionantes ojos de fuego verde que brillaban con luz propia.
La enorme pantera se quedó quieta, me miró de los pies a la cabeza, su ardiente mirada me tenía completamente hipnotizado, y por alguna razón desconocida dejé de temblar, pese al miedo que me provocaba aquella impresionante fiera, porque definitivamente podía sentir mi corazón desbocado víctima del terror, al mismo tiempo me sentí… mejor, ya no estaba perdido ya no estaba solo.
El enorme felino negro lanzó un rugido a la fría noche, rugido que provoco que los enormes pinos de alrededor se estremecieran por la fuerza.
Y entonces instintivamente caí de rodillas, mi naturaleza me dictaba que esa era mi posición natural frente a este enorme moustro negro, sabía que la reacción natural de un hombre frente al peligro es pelear o huir.
Pero yo no corrí, yo no iba a pelear, yo no era un hombre.
¿Correr?, era estúpido creer que podría escapar de un león del tamaño de un buey, y pelear… mis hombros estrechos, mis delicados brazos, mi brevísima cintura y mis enormes y redondas nalgas de yegua no estaban hechas para la pelea, yo no había nacido para cazar.
Mi pequeño y delicado cuerpo de hembra estaba diseñado para otra cosa…
El enorme felino camino lenta pero seguramente hacia mí, y yo que ya estaba de rodillas, de nuevo guiado por mis instintos me acosté en la suave nieve y abrí mis brazos dejando al descubierto mis rosados pezones que ya estaban erguidos y gracias al frio tenían el color de las fresas silvestres, extendí piernas exponiéndome completamente, mis delicadas manos acariciaban mi vientre plano, y pude notar perfectamente como un fuego se encendió dentro, mis pequeños testículos, comenzaron a doler y vibrar deliciosamente dentro de mi vientre, el calor que nacía de mis diminutos testículos se extendía poco a poco por mi pequeño cuerpo desterrando el miedo y el frio.
Comenzaba a recordar quien era yo, pro más importante aún, comenzaba a recordar, que era yo, y cual era mi propósito.
La enorme patera doblo sus patas traseras tensando cada uno de sus poderosos músculos, lista para saltar sobre mí… En ese instante con un ensordecedor crujido un enorme tronco estalló justo donde la enorme pantera estaba unos instantes antes, esparciendo pedazos de corteza y astilla por los aires, el enorme felino había saltado tres metros a la derecha, evitando ser aplastada por el tronco.
La enorme y feroz pantera negra se erizó y mostrando sus afilados y agudos colmillos rugió hacia los árboles de donde había surgido el ataque.
Un enorme oso negro surgió de entre las sombras del oscuro bosque, con poderosas y pesadas pisadas, sin la elegancia y agilidad de la joven pantera, pero con más fuerza y ferocidad que el felino, el enorme oso se abrió paso en cuatro patas hasta el claro rugiendo completamente furioso, al entrar al claro la enorme bestia se paró en dos patas y rugió a la pantera, de su enorme hocico lleno de afilados dientes brotaba espuma y saliva como un animal rabioso, el enorme animal daba aterradores y peligrosos zarpazos al aire.
Las dos enormes y negras bestias se rugieron y amenazaron frente a frente, yo de rodillas en medio de aquellas dos magnificas fieras, debía estar completamente aterrado por estar en medio de aquellos dos machos negros a punto de destrozarse, extrañamente me sentía tranquilo, porque sí, aunque sentía miedo, respeto y admiración por estar en presencia de estos dos hermosos y poderosos machos negros, el sentimiento predominante en mi pequeño cuerpo era una irrefrenable excitación, mi tembloroso ano se abría y cerraba hambriento, y mi erecto goteante micro pene saltaba emocionado, y mis femeninos testículos vibraban dolorosamente, me sentía soñada, admirada, deseada, útil…
Ellos eran depredadores y yo era la presa, había nacido para ser ofrecida y sacrificada a ellos, era natural y correcto que yo fuera el premio para el vencedor, para el macho alfa, para el mejor hombre, el más fuerte, el más masculino…
Mi cuerpo temblaba de emoción esperando impaciente el desenlace, deseando con todo mi corazón pertenecer al vencedor de esa bestial pelea.
Y con sorpresa me di cuenta que en el fondo de mi emocionado corazón no tenía ninguna preferencia, los dos machos eran igual de fuertes a su manera los dos merecían “comerme” entera, yo les pertenecía a ambos, cualquiera de ellos podía tomarme cuando quisiera, yo no podía, no debía y no quería evitarlo, solo un macho alfa podía detener a otro macho alfa, yo no tenía ni voz ni voto solo me quedaba esperar el desenlace y entregarme completamente al macho vencedor.
En ese momento me miré a mí mismo y no fue una sorpresa descubrir que en lugar de mi femenino y sensual cuerpo de marica, me vi a mí misma como un pequeño y blanco conejito, un blanco y pequeño conejito de nieve.
Las dos fieras rugieron una última vez y se lanzaron hacia el centro, hacia mí, y yo siendo un débil pequeño conejito blanco solo pude quedarme temblando totalmente arrobado por las infinitas emociones que revoloteaban en mi corazón y mente, miedo, excitación, amor, adoración, humillación, seguridad, vulnerabilidad, me sentía débil, poderosa al mismo tiempo, sumisa y atrevida, deseada y despreciada a partes iguales.
Y cuando los dos machos negros, estaban por chocar…
¡Desperté!
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I
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Abrí los ojos de manera repentina, no pude ver nada gracias a la oscuridad, mi pecho subía y bajaba gracias al salvaje latido de mi corazón, mi mente aun abrumada por el miedo y la excitación estaba sobrecargada por las sensaciones y los recuerdos del confuso y extraño sueño que acababa de tener, tomando largas y profundas respiraciones pude por fin detener el rápido latido de mi corazón, pero no asi los temblores que sacudían mi delicado cuerpo.
Con mi mente ahora más clara puede notar el estado en el que se encontraba mi delicado cuerpo, Una fina capa de sudor cubría mi delicada piel, y podía sentir mis pezones hinchados y adoloridos, toda mi piel se erizó al sentir la fresca brisa que se colaba por la ventana de mi cuarto, pero lo que más llamó mi atención fue sentir mi pene completamente erecto y duro… Podía sentir como latía y saltaba, estaba tan erecto que el húmedo glande tocaba mi vientre, un líquido pegajoso goteaba sobre mi piel.
Las cobijas habían caído de la cama, seguramente me había movido durante aquel bizarro sueño, llevé mis pequeñas manos hacia mis adoloridos pezones, los aparte asi de inmediato y un suave gemido escapó de mi boca, estaban hipersensibles, y un dolor agudo atravesó mi cuerpo cuando las yemas de mis dedos los rozaron, extrañamente el dolor provocó que mi pene diera un nuevo saltito y dejara salir más de aquella sustancia pegajosa que ya estaba formando un charco en mi tenso y plano vientre.
Mi mano derecha bajó por mi cuerpo acariciando mi húmeda piel, mis dedos tocaron mi estrecha cintura mi suave vientre y por fin llegaron a mi duro y erecto pene… use mi índice y mi pulgar para sostener el pequeño apéndice, era tan minúsculo que no necesitaba más, pude sentir como latía y vibraba, era suave y duro al mismo tiempo, sentí el calor que desprendía, mis delicados dedos subieron hasta la punta, y toqué por fin el glande, mis caderas se separaron del colchón con un saltito involuntario, y yo gemí de placer, el pequeño y esponjoso glande estaba húmedo y derramaba gotas de líquido espeso como el aceite de bebé.
Estaba fascinado por sentir mi pequeño pene duro, era la primera erección en mi vida…
Comencé a acariciar y frotar mi delicado instrumento y pude sentir como el placer aumentaba, ya que solo necesitaba dos dedos para darme placer mi mano izquierda se dirigió por si sola a uno de mis adoloridos pezones, mi espalda se arqueó por el dulce dolor, y un chillido agudo resonó en la habitación, ¡Dios! Eran tan sensibles, gemí ruidosamente mientras me masturbaba con mayor velocidad, mi mano izquierda froto mi adolorido e hinchado pezón y maullé extasiado.
Continué con estas sensuales caricias durante un par de minutos hasta que mi respiración volvió a ser errática y acelerada, mi piel se bañó con gotas de rocío y mordí mi labio inferior tratando de dejar salir un poco de la pasión que me llenaba en ese momento, mi índice y mi pulgar sacudían ferozmente mi pequeño pene y mi mano izquierda acariciaba mis dos necesitados pezones por turnos, estaba al borde de… de algo… de algo grande, de algo maravilloso, estaba a punto de tener mi primer orgasmo… pero no podía, no podía llegar al clímax, no podía tocar la cima, me hacía falta algo, pero no sabía el que.
Gemí enojado y ansioso, estaba por volverme loco de frustración cuando mi cuerpo se movió solo por sí mismo una vez más, los dedos que estaba usando para frotar mi pequeño pene abandonaron lo que estaba haciendo y bajaron lentamente, acariciaron el apretado y encogido saco donde debían de estar mis testículos, pero en ese momento podía sentirlos arriba en mi vientre, escondidos, vibrando dentro de mí, no me detuve ahí mis delicados dedos siguieron hasta tocar mi apretado ano…
Cuando la punta de mis dedos tocó mi pequeño y estrecho año grité extasiado, el placer que sentía por frotar mi pene era bueno, el delicioso dolor de mis hipersensibles pezones era mejor, pero lo que sentí al rozar la entrada de mi capullo fue una locura, gemí y maullé mientras mis dedos acariciaban la húmeda entrada, porque sí, mi ano estaba húmedo, mojado por una espesa baba que no dejaba de salir…
Lloriqueando gracias el placer de las nuevas sensaciones que mi cuerpo experimentaba por vez primera, mis dedos acariciaban con mayor fuera mi apretado capullo, cada vez más intensamente, cada vez más fuerte, hasta que comencé a meter mis dedos en mi apretado ano y entonces… ¡Me detuve!
De golpe recordé a mi valiente, fuerte, valiente y muy masculino padre enfundado en su impecable uniforme de sargento de la Armada de Estados Unidos de América, recordé a mi padre y la decepción en su mirada, su decepción cada vez que me miraba, recordé su dura voz cada vez que me ordenaba ser más varonil, cada vez que me ordenaba a voz en grito ¡Compórtate como un hombre, ¡Se un hombre!, recordé que yo era un niño, no, yo era un hombre, y debía comportarme como tal, un hombre no se masturbaba acariciando su ano, un hombre no metía sus dedos en su pequeño y apretado capullo…
Abrí asustado mis ojos la oscuridad de mi habitación ahora estaba iluminada por los moribundos rayos de la luna que se colaban por las rendijas de la persiana en mi ventana.
Asustado traté de recuperar la calma, respiraba lentamente, mientras mi cuerpo aún se estremecía víctima de mi interrumpido orgasmo, mis pezones aún estaban erectos e hinchados, y suplicaban atención, y mi diminuto pene pulsaba y latía ansioso por explotar, pero era mi ano el que me estaba volviendo loco, podía sentirlo latir, abriéndose y cerrándose, derramando miel espesa y pegajosa, podía sentir como mi apretado ano picaba y dolía, rogando por ser usado… me sentía tan vacío…
Me quede mirando el techo hasta que por fin mi corazón volvió a latir de manera regular, ya no estaba excitado, ahora me sentía aterrado, había tenido mi primera erección, y fue la primera vez que me había tocado para obtener placer.
Y sin embargo no estaba feliz, sabia, aunque no podría explicar cómo, que la manera en que me estaba tocando no era normal, no era correcta… mis ojos se empañaron de lágrimas, las emociones y sensaciones que acababa de experimentar eran demasiado intensas y abrumadoras, me superaban, y estaba a punto de llorar por el miedo, la vergüenza y frustración, pero entonces…
¡BEEP, BEEP, BEEP! ¡BEEP, BEEP, BEEP!, ¡BEEP, BEEP, BEEP!,
El reloj que descansaba en mi mesita de noche llenó mi habitación con su repetitivo y molesto sonido.
Me giré para ver los números brillar con su fantasmagórico resplandor verde.
6:30 am.
Me removí en mi cama tratando de comprender la extraña pesadilla que había provocado mi primer sueño húmedo… la nieve, el frio, aquellos enormes y peligrosos machos…
¿Por qué diablos me había excitado soñando con tres bestias de negro pelaje salidas del bosque?
Me hubiera gustado desenmarañar aquel raro sueño en donde yo era un conejito blanco perdido entre la nieve, pero el molesto ruido del despertador me obligó a salir de la cama, dejé mis frías y húmedas sabanas y corrí las cortinas dejando entras los últimos rayos de la luna, aún estaba oscuro afuera.
Siempre dormía desnudo, mi piel era tan delicada que solo soportaba las finas sabanas de seda que mi madre usaba en todas las habitaciones de la casa.
Me acerqué al espejo de cuerpo completo incrustado en la puerta de mi closet y me vi completamente desnudo, la luz moribunda de la luna ilumino mi blanquísima piel dándole un tono casi plateado.
Ahí estaba yo, Alexis un chico de 15 años pero que parecía tres o cuatro años menor, aunque estaba pasando por la pubertad no había sufrido ninguno de los horribles cambios con los que la maestra de educación sexual nos amenazaba cada viernes en la escuela.
Mi piel fina y suave era clara, no, en realidad era blanca, verdaderamente blanca como la leche, ni una sola peca o imperfección arruinaba mi tersa piel de porcelana, todo mi cuerpo relucía por el sudor a la clara luz de la luna y hablando de mi cuerpo… me observé mientras me estiraba entrelazando mis delgados y largos dedos de pianista y arqueando mi espalda hacia atrás mientras trataba de alcanzar el techo… un intento estúpido pues aún estirado en mi totalidad no superaba el 1.55mts. y no pesaba más de 50 kilos, ¡Ridículo, simplemente ridículo!, mientras había compañeros en mi clase que median dos metros o más y pesaban más de cien kilos yo parecía un niño de escuela secundaria en lugar de un jovencito que estaba por entrar a la universidad.
Mi bonito rostro era completamente infantil, mientras los demás chicos que me rodeaban se llenaban de granos o vello facial, normalmente ambas cosas, mi cara no haba cambiado en los más mínimo a lo largo de los años, los mismos rasgos delicados y redondeados de mi infancia me hacían parecer un niño y mis enormes ojos grises me daban una expresión perpetua de melancolía y timidez, mis labios en lugar de lucir un bigote incipiente, eran gruesos y pequeños y parecía que siempre estaban fruncidos como si estuviera a punto de dar un beso o hacer un berrinche, en definitiva no era el rostro de un muchacho, mucho menos de un hombre, mi blanca piel resaltaba aún más gracias a mi cabello levemente rizado y negro como la noche que siempre crecía demasiado rápido, asi que aburrido de ir al estilista cada mes lo llevaba largo cubriendo en ocasiones mis bonitos ojos grises por lo cual me veía obligado a quitarme el pelo del rostro y ponérmelo detrás de la oreja cada cierto tiempo.
Pero mi bonito rostro de niño bueno, mis gruesos y rosados labios, mis enormes e inocentes ojos de sierva y mi rizado cabello color tinta no eran mi mayor problema.
Podía soportar ser el más bajo no solo de mi clase, sino de toda la escuela, y a lo largo de mi vida había aprendido a manejar mi pálida y delicadísima piel, normalmente usando camisetas de manga larga o sudaderas, y cuando hacía mucho calor como estaba ocurriendo estos días, usaba litros de protector solar, porque mientras que los demás chicos blancos se bronceaban al sol yo me quemaba irremediablemente si no me cuidaba.
Asi que mi rostro andrógino e infantil no me molestaba tanto pues al menos no tenía acné, y ya me había resignado a pasar mi vida siendo pequeño y débil, y aunque era una molestia tener tantos cuidados con mi piel ya me había acostumbrado.
Pero lo que de verdad odiaba de mi cuerpo era mi trasero, mis nalgas, mi culo, ¡era enorme!, mis gordas caderas eran una herencia de mi madre, igual que su cabello rizado y abundante, aunque ella era una castaña de un metro setenta y de con setenta kilos era hermosa y sexy, y sí, tenía unos kilos demás, pero todos en los sitios correctos, poseía unos enormes pechos talla FF, pero lo que más llamaba su atención era definitivamente su enorme y redondo trasero de burbuja, trasero que yo ahora lucia con vergüenza.
Si bien mis nalgas no eran tan enormes como las de mi madre si eran demasiado grandes para un chico, mi reflejo lo hacía claramente visible, mis hombros estrechos y delgados mis pechos pequeños pero hinchados con unos pezones pequeños y rosados, (rosados, otro rasgo raro, ¡hurra!), mi cintura pequeña y delgadísima, 50 centímetros de diámetro se transformaban repentinamente en unas enormes nalgas de casi un metro de diámetro florecían a ambos lados dando inicio a unas piernas gruesas y torneadas que parecían larguísimas en mi pequeño cuerpo y terminaban en unos pequeños y delicados pies.
Mis nalgas eran tan voluminosas que podías ver mis enormes caderas desde el frente, si me mirabas de perfil, mi enorme y redonda cola llamaba la atención de cualquiera, y Dios sabe que cualquiera que estuviera detrás mío solo podía fijarse en la perfecta forma de durazno que tenía mi vergonzoso culo.
Odiaba esas enormes y redondas nalgas, mi padre tenía razón, mis caderas eran demasiado femeninas demasiado… sexis, yo tenía la mejor cola que la mayoría de las chicas en la escuela, y solo unas pocas tenían un trasero más grande y redondo que el mío.
Era claro que aquel raro sueño había nacido de mis complejos por mi femenino cuerpo, siempre había sido blanco como la nieve, y era tímido y pequeño como un conejo… pero ¿de dónde diablos habían salido aquellas dos bestias negras como la noche? ¿Qué representaban?
Mi cuerpo se estremeció al sentir el frio aire de chicago sobre mi húmeda y delicada piel.
Suspiré frustrado y el aire hizo que un mechón de mi largo cabello revoloteara frente a mis ojos, asi que lo tome y lo recogí detrás de mi oreja.
Mientras más veía mi cuerpo blanco y delgado con esas horribles caderas de mujer más me odiaba, recordando las risas, y abusos de Tafari, un enorme defensa del equipo de futbol de la escuela cuyo segundo deporte favorito era tortúrame diariamente, secundado por su pandilla…
Cuando pensé en Tafari una parte del sueño se reveló, había un terrible y furioso oso negro dispuesto a despedazar a cualquiera que se atreviera a quitarle su presa… y su presa era yo.
¿Por qué diablos recordaba al oso de mi sueño al pensar en Tafari? ¿y por qué al recordar al enorme matón mi pequeño pene se agitó, amenazando con ponerse erecto de nuevo?
Agité mi cabeza tratando de desterrar los terribles recuerdos de los abusos que había sufrido en la escuela… pero al hacerlo recordé otras burlas y humillaciones que despertaban mis sensuales curvas, burlas y humillaciones de mi propio padre, podía ver la cruel sonrisa de mi severo padre al ver mi afeminado cuerpo.
Pasé mis finas manos por mis pequeños pechos, sí, yo tenía un par de pequeños y suaves pechos que se veían hinchados y alegres coronados por un par de pezones rosados, que ahora después de aquel salvaje y húmedo sueño se veían un poco rojos, cuando los toqué con mis delicados y delgados dedos sentí un chispazo en ellos, siempre habían sido delicados, como todo mi cuerpo, seguí acariciando mi piel, hasta mi vientre plano, fruto de mi fallido intento de volverme más varonil, desde hacía un año había acompañado a mi madre en sus sesiones de ejercicio todas las tardes antes de la cena, ella pasaba dos horas de cada día animándome a realizar cada una de las posturas y estiramientos de yoga, y presionándome hasta el límite hasta que cada uno de mis ejercicios fuera perfecto, habíamos hecho miles de sentadillas de sumo, planchas abdominales, elevaciones de piernas, elevación de pelvis, Hip Thrust, Mountain Climbers, Side Raises, Patadas de Burro y Sentadillas Bulgaras, había pasado cientos de horas a cuatro patas dando patadas al aire, había corrido cientos de kilómetros en su bicicleta estática mientras mi madre me exigía pedalear más fuerte, alentándome cada vez que estaba por rendirme, pero aunque usaba las pequeñas mancuernas de mi madre para hacer los ejercicios mi masa muscular no aumento en lo absoluto.
Las elevaciones de piernas y las planchas abdominales no habían logrado marcar un sixpac como los que lucían los jugadores futbol en mi colegio, ahora lucía un abdomen tenso y plano con un ligero montículo en mi pubis y mis gordas nalgas solamente aumentaron de tamaño, hinchándose hasta alcanzar sus obscenos 120 centímetros de diámetro, aunque definitivamente ahora estaban más firmes y redondas.
Mi vista viajo por todo mi reflejo hasta mis caderas y ahí estaba otro de mis más grandes complejos, o más bien mi complejo más pequeño, más minúsculo…
“Un patético, pequeño y débil, weenie”, como lo llamaba mi padre.
Las crueles palabras de mi padre resonaron en mi cabeza.
Mi malvado y estricto padre se burlaba de mi cada vez que me veía en ropa interior, siempre tenía una palabra hiriente o alguna broma cruel de mi pequeño weenie.
Mi pequeño y rosado weenie… mi cara se sonrojó furiosamente ante el espejo cuando lo sostuve entre mi índice y mi pulgar, lo levante y lo acaricie suavemente viendo como el glande rosado se asomaba tímido y húmedo, pero, aunque aquella sustancia liquida pegajosa y transparente seguía brotando de la punta, la furiosa erección con la que había despertado había desaparecido, lo sacudí aún más y entonces… nada.
No pude conseguir otra erección.
Mis compañeros no hablaban de otra cosa que no fuera follar, o masturbarse, y por sus comentarios pareciera que pasaban la vida teniendo erecciones, pero yo no, jamás había tenido una erección, hasta ahora.
Pero, aunque esas veces había tratado de masturbarme y correrme, no había logrado nada, a mis 15 años jamás me había corrido.
Por eso mismo ahora mismo estaba realmente asustado y frustrado, asustado por reconocer que casi había tenido mi primer orgasmo gracias a un sueño donde yo era una indefensa princesa marica a merced de dos enormes machos de negro pelaje, y frustrado por no poder alcanzar la cima del placer, ahora estaba ahí, desnudo, agitado, sudoroso, pero sin posibilidad de encontrar satisfacción, aun podía sentir mis testículos dentro de mi vientre, era doloroso pero de una manera placentera, mi pene había dejado de gotear, pero una espesa y cálida miel bajaba por mis muslos, mi ano aún seguía goteando aquella extraña sustancia, y un aroma dulce llenaba el cuarto, mi cuerpo entero rogaba por un orgasmo.
Aunque pensándolo bien tal vez no podía correrme de verdad, pues con un pene de cinco centímetros, y unos testículos tan pequeños como unas uvas, unas uvas muy pequeñas, aun cuando pudiera eyacular no sería la gran cosa.
Me quedé mirando mi diminuto weenie y mis aún más pequeños testículos totalmente lampiños, ni un solo pelo había nacido ahí abajo, otro fallo de la pubertad en mi persona, en realidad no tenía vello en ninguna parte del cuerpo, ni en mis delicadas y suaves axilas, ni en mis torneadas piernas y mucho menos en “mi parte especial” como lo llamaba la maestra Granth, definitivamente algo andaba mal conmigo, mi padre tenía razón en burlarse de mí, pero nunca había acudido al médico, me negaba a tal humillación.
Y mis padres jamás me llevaron tampoco.
Agité mi cabeza una vez más, negando las femeninas curvas en el espejo, parecía una dulce y sexy niña.
¡No!
Yo era un niño, es decir yo era un hombre, y seguiría haciendo ejercicio y encontraría la manera de volverme más varonil les demostraría a todos, a mi padre, a mi madre, a Tafari y as su pandilla, a Alika y a las chicas, y sobre todo a Aiyden, yo no era un afeminado no era gay, yo no era un marica.
Estaba por hundirme en una depresión adolescente cuando mi radio se encendió automáticamente, exactamente a las 7:00 am. como lo había programado en caso de no despertar con la alarma.
La voz alegre y chispeante de la locutora de Nexus me animo a levantarme y saludar al día con una sonrisa.
“¡Vamos chicas! Ya es hora de despertar dormilonas… asi que levanten sus bonitos traseros y sonrían a esta nueva y hermosa mañana de verano. ¡Asi es mis amores! El sol está aquí y llegó para quedarse asi que saquen esas minifaldas y sus shorts más pequeños y a lucir lo que tienen amigas, muestren sus encantos al mundo, y aunque muchas aún estamos estudiando o trabajando, pronto comenzaran las vacaciones… Y todas nosotras sabemos lo que significa… ¡playa, sol, arena y… bikinis!, ¡claro que si dulzuras!, es tiempo de lucir nuestros encantos y broncearnos en una hermosa playa, pero cuidado, todas sabemos lo problemático que es ser una chica linda y sexy en chicago asi que no se dejen intimidar, ¡dejen que esos tipos las escuchen rugir!, Y hablando de rugir, ¡esto es ROAR de Katie Perry!
En ese momento la hermosa voz de Kattie Perry llenó mi habitación inundándome de energía y dándome el valor que necesitaba para enfrentar mi día, comencé a mover mi cuerpo al ritmo de la energética canción, mis caderas se movían mientras saltaba escogiendo la ropa de mi closet.
Me detuve en seco… ¿escuchar una estación de radio POP para chicas me hacía gay? No claro que no, yo escuchaba esa estación porque… porque siempre daban buenos consejos sobre la vialidad, el hecho de que yo no tuviese auto no importa ¿verdad?
Y lo de bailar al ritmo de Kattie Perrie… bueno eso es porque… porque Kattie es hermosa… eso es todos mis compañeros varones querían follársela, asi que yo también la deseaba, deseaba su música y sus atuendos y sus zapatos… porque se ve tan sexy en ellos no porque yo quisiera usar sus fantásticos atuendos…
Entré a la ducha mientras Kattie Perry seguía rugiendo en la radio, cuando regresé me puse unos jeans enormes dos tallas más grandes que la mía, y aun así se atascó en mi gordo culo, salte un par de veces hasta que obligué a la prenda a subir hasta mi cintura, mis caderas y mis piernas llenaron por completo el pantalón haciéndolo lucir entallado de la parte superior y holgado y flojo de la parte inferior, eso sin contar que ahora tenía que usar un cinturón para poder ajustar el cinto pues mi delgada cintura dejaba una tercera parte del talle sin llenar.
Bufé de nuevo al verme al espejo, estaba totalmente ridículo, parecía un payaso, asi que me puse una de mis muchas sudaderas, esta era negra, y era tan grande que podría quedarle un chico gordo y alto perfectamente, pero que a mí me servían de escudo y disfraz, la sudadera ocultaba mis delgados hombros, mis pubescentes pechos de pezones rosados, y mi vientre tenso y plano, la sudadera era tan larga que me llegaba hasta las rodillas cubriendo mi gigante trasero y mis gordas piernas.
No podía hacer nada por mi rostro de niño bueno, pero al menos mi cabello largo escondía mis largas y rizadas pestañas y mis melancólicos ojos grises quedaban ocultos detrás de mis lentes rectangulares de marco grueso, lentes de niño nerd.
Bajé a la cocina y encontré a mi madre en la cocina vistiendo una sexy bata de seda rosa, mi hermosa madre me vio entrar, estaba concentrada en voltear los panqueques que inundaban con su delicioso aroma a mantequilla la cocina de nuestra lujosa casa en los suburbios.
“Buenos días mami”. Mi delicada voz llamó su atención
Mi madre se dio la vuelta y pude notar que su ligera bata de seda estaba abierta, y pude ver la sensual lencería que estaba utilizando, un conjunto de lencería rosa, una tanga de encaje se perdía entre sus enormes y redondas nalgas con forma de durazno, unas gordas y sexys nalgas idénticas a las mías, sus enormes y pesados senos estaban poniendo a prueba el hermoso brasier de encaje rosa, eran más grandes que mi cabeza y amenazaban con reventar la delicada tela que lo cubría.
Llevaba su cabello castaño ondulado y oscuro, hasta media espalda, incluso recién despertada estaba perfectamente peinado haciéndola verse sexy y bonita a partes iguales.
“Buenos días cariño”, la hermosa voz de mi madre era suave, melodiosa, y llena de amor, mi voz era casi idéntica a la suya, solo que la mía era aún más aguda y delicada.
“¿Necesitas ayuda?”, pregunté, mientras ella regresaba su atención a la estufa sin verme, aunque yo seguía viéndola a ella, había algo hipnotizaste en su sexy cuerpo apenas cubierto por lencería, aquella lencería rosa y no era que me excitara ver a mi madre semidesnuda, ¡ni hablar!, la había visto miles de veces en ropa interior y otro millar completamente desnuda. Y era solo cuando usaba lencería o incluso un atuendo sexy cuando más captaba mi atención, las prendas se veían hermosas en su cuerpo… tan reveladoras y al mismo tiempo escondiendo algo… no sabía por qué, pero me encantaba ver la lencería de mamá, sus tacones altos eran tan bonitos y sexys…
Recordé de nuevo las crueles burlas de mi padre, ¡Sé un hombre!
Cerré los ojos y me convencí de que me gustaba la lencería sexy, las minifaldas, y los tacones altos porque me excitaba ver mujeres en lencería… eso es, me gustaban las mujeres vestidas de lencería y encaje, me gustaban las mujeres sexys como a cualquier hombre, no me gustaban el encaje, la lencería y los tacones altos por que quisiera usarlos, no, eso jamás.
“Gracias cariño, si quieres ayudarme podrías preparar cuidar que el tocino de tu padre no se queme, mientras hago los huevos, para ti y para mí habrá panqueques y frutas con miel”.
Dejé de ver a mamá y ruborizado ayudé a freír el tocino de mi padre, también arrojé un par de huevos a la sartén, mamá me sonrió agradecida y ambos cocinamos en un agradable silencio.
Pero el intimo silencio fue roto por los pesados pasos de mi padre y por su estruendosa voz.
“¡Mírate!, cocinando como una mujer, ¡compórtate como un hombre Alexis!”
Ahí estaba mi padre, vistiendo su impecable uniforme azul de la marina, su amplio y poderoso pecho adornado con varias medallas, testigos de su valor en batalla, cada pequeña y reluciente estrella o listón una prueba de su hombría y masculinidad.
Él era alto fuerte y de hombros anchos, su piel bronceada y curtida demostraba que había pasado mucho tiempo bajo el sol, sobre la cubierta de algún portaaviones o algún bombardero.
“Todo el tiempo estás cocinando o limpiando la casa, pareces una maldita criada. ¡Y no creas que no me he dado cuenta de que peinas y maquillas a tu madre como si fueran unas estúpidas niñas adolescentes!”
Me estremecí y una daga de culpa y vergüenza se clavó en mi corazón, las duras palabras de desprecio de mi padre me hicieron sentir humillado y miserable.
“¡Alberth!, ¡No digas esas horribles cosas!”.
Mi madre reprendió a mi padre enojada y dolida.
“¡Cállate Alicia!, ¡por tu culpa Alexis es un maldito afeminado!”
Mamá bajó la mirada avergonzada e intimidada.
Yo no pude decir nada, ¿cómo enfrentar a mi padre cuando aún podía sentir mis pezones hinchados e hipersensibles?, ¿cómo podría negar las acusaciones de mi padre cuando aún podía sentir cosquillas en mi apretado ano?
Mi padre se sentó a la mesa y me miró con decepción y furia, yo solo me encogí asustado y avergonzado, mi madre me miraba con comprensión y amor.
Mi padre engulló el tocino y los huevos como un vikingo hambriento, mientras que mi madre comía recatadamente su ensalada de frutas, yo también comí poco, los tres terminamos nuestro desayuno en silencio.
“¡Me largo!, quisiera que fueras el hombre de la casa mientras no estoy, pero sé que solo eres un pequeño maricón, trata de cuidar a tu madre”.
Y con estas palabras mi padre salió de la casa, y cerró con un portazo la puerta, instantes después pudimos escuchar el motor de su carro encenderse y finalmente alejándose.
Mamá yo simplemente nos miramos y suspiramos resignados, siempre era lo mismo, mi padre estaba en casa durante tres meses y después se embarcaba en algún portaaviones durante medio año o más.
Mi padre jamás había estado en los momentos importantes de nuestras vidas, cada cumpleaños, navidad o aniversario él estaba haciendo la guerra en algún mar del golfo pérsico.
Mi voluptuosa y sexy figura definitivamente eran la mayor causa de mi comportamiento femenino y tímido, pero era obvio que la ausencia de una figura masculina durante mi infancia me había afectado de sobremanera, los pocos meses en que mi padre estaba en casa, me obligaba a realizar tareas y pasatiempos netamente masculinos, como trabajar en el motor del auto, reparar nuestro hogar, pescar, e incluso una vez me llevó a cazar cuando tenía 10 años, pero me perdí y el me encontró con un conejito en los brazos.
Todos sus esfuerzos fueron inútiles, pues tres meses de forzada masculinidad no podían superar 9 meses al año de convivir con mi femenina madre, un viaje al bosque cazar venados, no podían borrar cientos de días jugando y ayudando a mi madre con las tareas en la casa, arreglar el auto un par de veces al año, no podía competir con las pijamadas de los sábados donde mi madre y yo veíamos comedias románticas hasta la media noche mientras yo peinaba su largo cabello y maquillaba su hermoso rostro.
Asi crecí copiando las femeninas actitudes, los elegantes movimientos y los delicados amaneramientos de mi madre.
Mamá y yo permanecimos en silencio durante unos minutos, yo miraba mis panqueques cubiertos de miel de maple, mi apetito se había esfumado, remplazado con un agudo malestar en el estómago provocado por la culpa y la vergüenza.
“No escuches a tu padre, eres perfecto tal como eres Alexis”.
La miré enojado, e injustamente descargué sobre mi hermosa y amorosa madre toda la furia y el desprecio que sentía por mí mismo.
“¡No soy perfecto!, ¡mírame!”, me puse de pie de manera intempestiva derribando la silla al suelo, señalé mis largas y bien torneadas piernas, mis gordas y redondas nalgas en forma de durazno, “¡luzco como una maldita puta, y es tu culpa!”.
Señalé entonces el sensual cuerpo de mi madre, que yo había heredado.
Mamá hizo un gesto de dolor y culpa al escuchar mis recriminaciones, la había lastimado y me arrepentí de inmediato, pero la furia que ardía en mi pecho pudo más y continué gritando.
“Y siempre me has tratado como a una niña, ¡no soy una niña!, ¡soy un niño!, ¡soy un hombre!”. Grité dando un fuerte pisotón al suelo, lo cual provocó que mis gordas nalgas rebotaran, eso casi me vuelve loco y un par de lágrimas corrieron por mis suaves mejillas.
Mamá aprovechó ese momento de debilidad para hablar.
“Lo siento, lo siento mucho, tienes razón… siempre te he tratado como a una niña, y sí, es mi culpa que tengas el mejor culo de tu escuela, pero no me disculpo por eso, eres mi hijo y te amo… para mí siempre serás perfecto, y me duele verte triste, me duele ver cómo te esfuerzas por ser algo que no eres solo por complacer a tu padre… es mi culpa por permitir que tu padre te exija ser algo que jamás podrás ser, jamás te he contado la verdad sobre ti, sobre tu verdadera naturaleza sobre lo que en verdad eres, y por eso te pido perdón, por mi culpa tú jamás serás un hombre real, no, tú siempre serás mi débil y pequeño niño bonito”, ahora mi madre también estaba llorando, un mar de lágrimas se derramaban de sus hermosos ojos verdes, sus enormes pechos talla F se balanceaban a causa de su llanto.
La culpa apagó toda la furia que sentía de golpe, odiaba ver sufrir a mi madre y odiaba aún más ser la causa de ese sufrimiento.
“Mamá… yo… lo siento no quise… yo no…”, el enojo, la culpa y la humillación se mezclaban y confundían en mi mente, impidiéndome formar una oración coherente.
Pero entonces las palabras de mi madre cobraron sentido, “por mi culpa tú jamás serás un hombre real, no, tú siempre serás mi débil y pequeño niño bonito” ¡Mi madre creía que yo jamás podría ser un hombre!
La furia volvió a llenar mi pecho y en un arrebato de enojo arrojé mi plato al suelo donde se rompió en pedazos derramando los restos de mi desayuno.
“¡Alexis!, ¡regresa!, ¡debemos hablar!, ¡debes saber la verdad!”.
Sali de mi casa dando un portazo y comencé a caminar hacia la escuela que se encontraba a unas cuatro de cuadras de mi casa.
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II.
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Llegué a la escuela caminado rápidamente, mi pecho agitado por la pelea con mi madre y aunque aún no eran ni las ocho de la mañana ya estaba comenzando a sudar, el verano estaba casi encima y comenzaba fuerte, por un momento me atrajo la idea de quitarme la sudadera pero recordé que abajo estaba completamente desnudo y además dejaría a la vista de todos mis gordas y redondas nalgas, y mis hinchados pechos de adolescente, no, mejor no hacer una locura, una ventaja de que mis hormonas aun no estuviesen trabajando era que mi sudor no olía, o al menos yo no percibía olor alguno, lo único que podía detectar era el suave aroma de fresas con crema que siempre perfumaba mi cuerpo, gracias al protector solar que usaba para cuidar mi delicada piel de alabastro.
Después de pararme a respirar y calmarme en la entrada del edificio me dirigí a mi casillero donde me reuní con mi grupo de amigas…
Sí, yo me juntaba con puras mujeres… pero la única razón por la cual yo tenía solo niñas como amigas era por que planeaba seducir a alguna de ellas, sí, ese era mi plan, definitivamente no era porque me gustara sus pláticas sobre chicos, moda y chismes.
Y ahí estaban reunidas las cuatro abejas reinas de la escuela.
Roxy una latina despampanante de piel caramelo y cabello negro como el ala de un cuervo, lacio y largo hasta sus bien formadas nalgas, Roxy tenía el mejor culo, un culo latino, en realidad el tercer mejor trasero de la escuela, mi madre tenía razón, el primer lugar lo disputaban mi enorme trasero en forma de durazno y el perfecto culo de Alika… sacudí la cabeza para alejar esos pensamientos nada varoniles de mi mente.
Roxy usaba unos jeans tan pegados que parecían pintados sobre su piel, la morena usaba una camisa a cuadros atada al debajo de sus pechos, dejando al descubierto su plano abdomen mientras que al mismo tiempo la camisa realzaba sus pequeños pechos talla B.
Cindy una rubia BIMBO de grandes tetas copa EE tan redondas y firmes que todos sospechábamos eran operadas, se sabía que Cindy tenía un Sugar Daddy que le compraba todo lo que quería, la rubia usaba coletas largas y sedosas que le daban un aspecto de colegiala inocente, aspecto que se perdía cuando veías que usaba unos mini shorts tan pequeños que bien podría ser un cinturón de mezclilla, aunque en realidad su bonito culo era muy pequeño, definitivamente sus enormes tetas eran su mejor encanto.
Después estaba Hana Thang una chica mitad japonesa, mitad americana que, a diferencia de las demás asiáticas de la escuela, era alta bien formada y con unas tetas doble DD que presumía con camisas entalladas que hacían visibles sus pezones oscuros, usaba faldas escocesas y sus lentes de pasta gruesa como los míos le proferían un aire de niña inteligente.
Y al final de todas estaba Alika, la espectacular afroamericana de nuestro multirracial grupito, era alta y delgada pero con un trasero digno de su raza negra, sus pechos también pequeños pero firmes la hacían parecer una amazonas, pues mientras que el abdomen de todas las otras era plano, el de ella estaba marcado por unos pequeños abdominales fruto de su duro entrenamiento como capitana del escuadrón de porristas, porque obvio que las cuatro chicas más sexys de la escuela eran porristas, yo… yo solo era el ayudante personal de Alika, el chico de los recados, ayudaba a la niñas a hidratarse, tener sus toallas listas y acomodar los materiales que usaban, como pompones y bastones, a veces también lavaba los uniformes cuando le escuadra tenía demasiado entrenamiento o salían a competir.
“¡Hola chicas!”, saludé con mi suave y tímida voz de soprano.
Las chicas me saludaron dándome un beso en cada mejilla excepto Alika que se conformó con mirarme y mover su mano en señal de reconocimiento.
“¡Lex, que bueno que llegas, algo horrible a ocurrido!”, Chilló Cindy mientras saltaba alarmada provocando que sus enormes pechos falsos rebotaran.
“¿Que sucedió?”.
“La directora quiere prohibir la ropa reveladora en la escuela y también quiere modificar los uniformes de la escuadra, dice que son demasiado sexys”, Hana me explicó.
“¡No puede hacerlo!, ¡mi abuelita trabajó mucho en ellos!”, se quejó Roxy, mientras daba un pisotón al suelo enfadada.
Ese gesto femenino de enojo, era exactamente el mismo que yo había hecho esta mañana frente a mi madre, mis mejillas se sonrojaron al enfrentar el hecho que incluso furioso yo hacía gala de gestos absolutamente femeninos.
Pero me obligué a dejar de pensar en eso, y me concentré en el problema que ahora se presentaba a la escuadra de porristas.
La abuelita de Roxy quien era costurera, era la responsable de la creación de los atuendos más sexys y hermosos que había tenido el escuadrón de porristas en toda la historia.
“¿Y qué propones pequeño niño blanco, tú puedes pensar en una solución?, Porque si quieres seguir dentro de la encuadra tendrás que ayudar a solucionar esto, ¿entiendes?”
Alika me había acorralado entre ella y mi casillero mientras me daba una mirada fría y sádica.
“Vamos Alika deja al pobre chico en paz”, Roxy me defendió con ese acento latino.
Alika la miro enojada, odiaba cuando alguien la contradecía, pero Roxy nunca se había dejado intimidar por ella tal vez era la sangre mexicana, pero morena era valiente.
“Sí Alika, no seas mala con Lex, siempre nos ayuda mucho, además es súper lindo… ¡míralo!” Cindy me tomo de las mejillas y las estiro provocando que mis se tiñeran de rosa. “¡Es como un pequeño conejito!”.
Cindy terminó de tocar mi rostro.
“Si tan solo no te vistieras tan mal podrías ser bastante popular, hay un monton de chicas interesadas en los chicos femeninos y delicados como tú, ya vez mi primo Riosuke tiene a montón de locas haciendo fila y parece uno de esos maricas coreanos que cantan K-pop” Hana miraba criticando mi holgada y horrible ropa.
Yo me abracé y me hice más pequeño intimidado por toda la atención recibida por parte de estas diosas sexys, ninguna de ellas me había visto sin mi disfraz de nerd.
“Yo creo que deberías concentrarte en ayudarnos en el problema de los uniformes y dejar de pensar en encontrar novia, todas sabemos que eres un pequeño marica, a ti no te gustan las mujeres, ¿cierto?”, Alika seguía mirándome molesta.
“Deja de molestarlo Alika, no es tu problema si a Alexis le gustan los hombres o no”. Roxy de nuevo estaba defendiéndome de las crueles burlas de la capitana de porristas.
“Yo creo que le iría mejor con los chicos, ¡eres tan bonito!, yo mataría por tener tu piel”, Cindy seguía viendo mi rostro como si quisiese arrancármelo y usarlo para un sábado en la noche.
“Me importa una mierda si este putito tiene novia o novio, la única razón por la cual está en la escuadra es porque es de utilidad, si no ayuda en resolver este problema se larga”.
Alika pincho mi pecho con su afilada y larga uña perfectamente manicuradas, y por desgracia para mí su dedo se clavó en uno de mis sensibles pezones, y un femenino gemido de dolor escapó de mi bonita boca.
“Lo hare Alika, leeré el código de la escuela y veré si puedo encontrar algo útil”, dije mansamente, no me gustaba hacer enojar a nadie, y menos aún a Alika que era la reina de toda la escuela.
“Más te vale pequeño niño blanco, porque si me obligan a vestirme como una monja estas fuera de la escuadra y mejor te vas consiguiendo otros amigos porque…”
“Él ya tiene otros amigos”.
Alika fue interrumpida por una grave y sensual voz masculina.
Levanté la mirada sabiendo a quien encontraría, y en efecto ahí estaba de pie en toda su gloria.
Aiyden Prince, el mariscal y capitán del equipo de futbol americano.
Con sus dos metros de altura y sus 110 kilos de puro musculo, Aiyden se alzaba frente a nosotros como un Dios ante meros mortales, su enorme pecho y hombros se marcaban perfectamente debajo de su camisa negra, sus jeans blancos estaban ajustados a sus poderosas piernas, Aiyden llevaba el cabello casi rapado y un pequeño bigote bien rasurado que lo hacía ver muy varonil, su mirada era seria y dura y su piel color caramelo oscuro casi brillaba a la luz de las lámparas del pasillo.
Era increíble que alguien tan enorme y perfecto… es decir tan musculoso, tuviese solo dos años más que yo.
Aiyden dominó el lugar con su sola presencia como si de su perfecto y bien esculpido cuerpo irradiara ondas de poder masculino ante el cual la única opción lógica era someterse y obedecer.
La presencia del enorme muchacho negro alteró a todo nuestro grupo, Cindy arqueó la espalda mostrando sus enormes y blancos pechos, Hana miró hacia arriba mientras se menaba de un lado al otro con ojos de gatito japonés, Roxy inmediatamente dejo caer uno de los libros que sostenía, para poder inclinarse y mostrarle su caliente culo latino, Alika se alejó de mi asustada y yo… bueno yo sentí que mi pequeño pene dio un saltito, pero seguramente fue la sorpresa.
Aiyden solo les dirigió una breve mirada a las otras tres sexys chicas y después se concentró en Alika y en mí.
“Siempre que volteo estas acosando a Alexis, ¿por qué no lo dejas en paz de una buena vez?, deberías estar agradecida por todo lo que Lexy te ayuda”
Aiyden miraba decepcionado a la chica afroamericana.
“¡Claro defiéndelo como siempre!, en lugar de saludar a tu hermosa novia lo primero que haces al llegar es defender a tu pequeño niño blanco, creo que lo quieres más a él que a mí, pasas más tiempo con él, eso es seguro”
Alika cruzó los brazos debajo de sus pechos lo cual provoco que estos quedar más a la vista.
Aiyden los miro un poco embobado.
¡Idiota!, siempre caía en ese truco, lo miré sintiéndome enojado y traicionado por alguna razón que no supe explicar.
Aiyden se recuperó pronto y negando con la cabeza simplemente suspiró.
“Alika, nena, no es que no te quiera, es solo que no me gusta que molesten a Lexy, entiéndelo, sabes que gracias a Alexis aprobé algebra y química, sin su ayuda estaría fuera del equipo, ¿es eso lo que quieres, que me echen del equipo?”
La joven negra seguía molesta, negándose a ver a su novio, con el entrecejo fruncido y una postura altanera, Aiyden tomó la barbilla de Alika en sus manos y la obligo a mirarlo.
Alika aun molesta trataba de evitar su mirada.
“¡Mírame!”.
La orden fue directa y firme, no admitía desobediencia, y Alika lo miró directamente a sus ojos.
Yo también lo hice, obedeciendo sin siquiera pensarlo, Aiyden tenía los ojos más oscuros que yo hubiese visto en mi vida, casi negros.
Aiyden se dio cuenta de que yo lo miraba directamente y sonriéndome se inclinó a besar a su novia, y anqué Alika cerró los ojos disfrutando de los labios de su hombre, Aiyden seguía mirándome mientras la besaba, de nuevo mi micro pene dio un saltito y esta vez se quedó un poco erguido, tal vez para cualquier otro chico ese hubiese sido un problema, pero para mí no, mi enorme pantalón y mi diminuto pene confabularon para que nadie pudiese ver que estaba teniendo una semi erección.
Cuando el beso termino bajé la mirada, avergonzado, con las mejillas ardiendo, ¡Me había excitado mirando a Aiyden…!, no, claro que no, lo que me emocionó fue ver a Alika la sexy capitana de porristas en tan apasionado beso, eso fue, por supuesto que sí.
Aiyden entonces me tomó del hombro y me llevó con él.
“¡Hasta luego chicas!, me llevo al pequeño Alexis, necesitamos hablar sobre el próximo examen de algebra”.
Y sin esperar contestación me llevó con él, todos en el pasillo abrieron paso mientras caminábamos, algunos chicos blancos incluso bajaban la mirada cuando Aiyden pasaba a su lado.
Yo me sentía protegido y a salvo.
¡Me sentía feliz!, saber que Aiyden el más apuesto, fuerte y popular chico de la escuela me consideraba su amigo me hacía sentir en las nubes.
Antes de que la Sra. Thomson me asignara como tutor particular de Aiyden los demás chicos me hacían bullyng y me molestaban, en especial la pandilla de raza negra de Tafari, era como si estuviese en la naturaleza de esos jóvenes africanos naturaleza humillar y someter a todos los niños blancos y débiles que encontraban por su camino… yo había tratado de defenderme de Tafari y su pandilla, con desastrosos resultados, era más que obvio que esos enormes gorilas negros podían hacer conmigo lo que quisieran, y lo hicieron…
Jamás acudí con el director o con el consejero escolar, y mucho menos con mis padres, lo último que quería era que mi autoritario y estricto padre, capitán de la marina, se enterara de que yo era el juguete personal de un fuerte y bruto gorila negro.
Pero, aunque yo jamás pensé en protestar por las continuas bromas y torturas que los chicos negros me hacían, cuando ayudé a Aiyden a aprobar sus exámenes él puso punto final al bullyng, nadie podía tocarme de nuevo.
Mientras caminaba por el pasillo mirando las expresiones de respeto de todos los varones, y las miradas de deseo descarado que todas las niñas le dirigían al alto y perfecto capitán del equipo… me sumergí en los recuerdos…
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Después de que el director me ordenó ser tutor personal del mejor atleta del colegio, tenía que esperar cada tarde a que Aiyden terminara sus entrenamientos, asi que me sentaba en las gradas viéndolo hacer pases y anotaciones.
Mientras los poderosos “BLACK BULLS” sudaban en la cancha, la escuadra de porristas practicaba a los pies de las gradas, las doce hermosas y sexys chicas daban saltos, bailaban y practicaban poses seductoras y sensuales, como si trataran de provocar a los jóvenes machos que se golpeaban y empujaban en la cancha.
Fue en una de esas tardes mientras yo no podía dejar de mirar a Aiyden dominar el campo como un semidiós, cuando Roxy me descubrió y me pidió que fuera por algunas botellas de agua y asi comencé a ser el chico de los mandados de todas esas sensuales porristas, hasta que, gracias a Cindy y Roxy, quienes hablaron con la entrenadora de las porristas, la Profesora Rosaline Reed, me incluyeron oficialmente para poder obtener créditos escolares.
Desde entonces yo ayudé a las chicas de la escuadra mientras Aiyden entrenaba en la cancha, él y aprovechaba los pocos momentos de descanso para visitar a su novia, la sensual Alika… y yo siempre tenía una botella de agua y una toalla húmeda y fría listas para el sudoroso joven africano, él siendo el perfecto caballero que era, siempre tenía una palabra amable y una hermosa sonrisa para mí.
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Pero eso había pasado un año atrás, el mejor año de mi vida, siendo amigo de Aiyden todos me conocían y me respetaban… No, no me respetaban a mí, respetaban a Aiyden y como yo era propiedad de Aiyden, y todos respetaban las cosas de Aiyden.
Su propiedad…
Un escalofrío me recorrió cuando me detuve en ese pensamiento, yo era de Aiyden, le pertenecía.
Incluso Alika lo dijo, “Tu pequeño niño blanco”, yo era el pequeño niño blanco de Aiyden.
¡Mierda!, agité la cabeza para alejar esos pensamientos raros de mi mente.
Aiyden y yo llegamos frente a una máquina de bebidas, y sin preguntar metió algunas monedas y compró dos bebidas la suya un Gatorade azul, la mía una caja de leche de fresa.
“¿Leche de fresa? ¡Yo quería una Coca-Cola de cereza!”, un puchero infantil se dibujó en mis gruesos labios.
Aiyden, que estaba bebiendo su Gatorade, se atragantó al ver mi mimado puchero, el líquido azul cayó por sus gruesos labios africanos.
Tosiendo, mi musculoso amigo se limpió la boca mientras desviaba la mirada de mis sexys labios rosados.
Mi pecho se hinchó de felicidad y orgullo, y un rubor cubrió mis bonitas mejillas, aunque no sabía por qué me hacía feliz por provocar esa reacción en el perfecto joven africano.
Cuando Aiyden se recuperó me miró de nuevo, y tratando de parecer serio y rudo dijo:
“Debes tomar leche si quieres crecer grande y fuerte algún día Lexy… y necesitas ser fuerte, ¡no permitas que Alika te trate de esa manera!, debes ser más firme, más valiente, no puedo protegerte todo el tiempo… aunque quisiera hacerlo.”
Recordé las crueles palabras que mi madre me había dicho esa mañana, “por mi culpa tú jamás serás un hombre real, no, tú siempre serás mi débil y pequeño niño bonito”, y recordé que me había prometido a mí mismo que me esforzaría por ser más masculino, más varonil, debía ser un hombre de verdad… lo haría para demostrarle a mi madre, lo haría para demostrarle a mi padre, para callar de una buena vez las burlas de Alika, y más importante lo haría para no defraudar a Aiyden.
Esa era mi oportunidad.
“Eso es lo que quiero, quiero… entrenar contigo”.
Aiyden me miró sorprendido y después soltó una carcajada.
Yo me enojé y me encogí de hombros mientras mis labios de nuevo formaban un puchero sin que yo lo pudiese controlar.
“No es gracioso”, di un pisotón al suelo de forma infantil.
“Ok, ok, no me reiré, asi que quieres entrenar conmigo… está bien, supongo que te lo debo, tú me enseñas química y matemáticas, yo te enseñare deportes, pero seré muy duro contigo”
Aiyden me tomó por la barbilla como había hecho con Alika y me miró directo a los ojos.
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, erizando mi delicada piel, mientras mi mirada gris se hundía el los oscuros ojos de mi caballero negro, y mi nariz se llenaba del seductor aroma de loción para afeitar que Aiyden usaba.
“No creas que por ser pequeño y lindo tendré piedad, ahora sé un buen niño y bebe tu leche, estoy bastante ocupado con el equipo justo ahora, pero podemos empezar la próxima semana, ¿te parece bien?”
No pude contestar, sentir mi mejilla en la palma de Aiyden me nublaba la mente, solo un gemido de aprobación salió de mi garganta cuando Aiyden me acaricio la mejilla.
Mi cara debía estar al rojo vivo pues la sentía arder de vergüenza, mientras mi pequeño pene daba saltitos, amenazando con tener una erección completa.
Aiyden por fin me soltó y después de prometer que nos veríamos en la biblioteca mañana en la tarde, para resolver su tarea de química nos despedimos, él que siempre chocaba puños con sus amigos a mí me despeinó el cabello en una caricia amistosa y se fue.
Tardé un par de minutos en reaccionar… un largo suspiro salió de mis bonitos labios mientras notaba como mi pene daba saltitos, y mi ano se calentaba y humedecía, justo como esta mañana al despertar después de ese extraño sueño con la pantera… ¿Por qué había recordado a aquella pantera?
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Las clases pasaron sin que yo prestara demasiada atención, lo cual no me preocupaba demasiado, yo era un ratón de biblioteca y el favorito de los profesores, en especial de los profesores varones.
Pero lo que si me preocupaba es que todo el día estuve pensando en Aiyden y como me trataba, como me acaricio mi mejilla mientras me veía con esos oscuros ojos.
Pero más que nada no podía dejar de pensar en cómo mi cuerpo reaccionó ante su toque.
¡No soy gay!, me dije, ¡no soy un marica!, ¡no soy una niña!
Me esforzaría al máximo en el entrenamiento con Aiyden y le demostraría que podía ser valiente y fuerte y entonces podríamos ser verdaderos amigos.
Entrenaría al máximo hasta ser un verdadero hombre, y les demostraría a mis padres que su hijo no era un afeminado, patético y débil niño blanco.
Cuando el timbre de la tercera hora resonó en toda la escuela todos mis compañeros salieron en estampida de la clase de aritmética, gritando y armando alboroto, Hana de quince años cursaba el en primer grado como yo y compartíamos muchas clases.
Ambos nos quedamos al final, no era propio de unas damitas… es decir no era propio de una dama como Hana salir corriendo y empujando.
“¿Vamos por un café e la máquina de bebidas?, casi me duermo con la voz de este vejestorio”, Hana señalo con la mirada al viejo y decrepito profesor Bean, “no voy a aguantar historia sin un poco de cafeína”.
Yo solté una musical y femenina risita de niña, que detuve al darme cuenta de ello y respondí.
“Te acompaño por el café, también necesito un poco de energía, pero yo me voy a la biblioteca, tengo que leer el código de la escuela, Alika se va a poner como loca si no tengo nada para la hora del almuerzo”.
“¿No te preocupa saltarte la clase de historia?”, me preguntó Hana mientras salíamos del aula de matemáticas.
“No, hace un mes entregué un informe sobre el imperio egipcio tan bueno que ira a un concurso de ensayos sobre historia, dudo arruine mi promedio”, dije yo orgulloso de mi inteligencia.
Hana se encogió de hombros y continuamos caminando.
Cuando Hana y yo tuvimos nuestras bebidas ella se fue hacia el salón de la profesora Antique, contoneando exageradamente sus caderas y haciendo sonar sus largos tacones sobre las baldosas del pasillo y no fue una sorpresa que las miradas de todos los chicos que llenaban los pasillos se fijaran en el sexy conjunto de colegiala que vestía Hana, sus enormes y redondos pechos eran la atracción principal, aunque su bonito y redondo culo amenazaba con asomarse por debajo de la minifalda escocesa que vestía.
Yo la mire con un repentino pero profundo odio.
“Estás muy orgullosa de esos enormes pechos ¿verdad?, solo eres una perra presumida, yo tengo mejor culo y si me vistiera como tú, como una puta, nadie voltearía a verte, es patético que uses un maldito disfraz de Halloween a diario, todos sabemos que tus lentes son falsos, los míos son de verdad y me quedan mejor”.
Esa horrible frase resonó en mi mente, con la suave y sedosa voz de una actriz porno, asustado me detuve y miré alrededor de mi para asegurarme de que en efecto esa femenina voz había sonado en mi cabeza y no en el mundo real.
Sacudí mi cabeza, lo que provocó que mis largos mechones de cabello negro cubrieran mis lentes de niño nerd.
Me aparté el rizado cabello de mis ojos y lo puse detrás de mi oreja con ese gesto tan delicado y femenino que ya era natural en mí.
De repente quise llorar, me odié por todo, por esa repentina voz en mi cabeza, por mi femenino gesto y por ser tan sensible como para casi ponerme a llorar en medio del pasillo.
Pero pronto todas estas mariconadas terminarían, yo entrenaría con Aiyden y seria grande y fuerte y me juntaría con otros hombres grandes y fuertes, sí, definitivamente eso sucedería, y esa sensual y aterciopelada voz en mi cabeza era solo una ilusión, nunca la había escuchado, no existía.
Agité una vez más mi cabeza para despejarla, provocando que mi largo cabello negro revoloteara y esparciera ese aroma a miel que siempre tenía gracias al champú para bebés que mi madre compraba para mí, mi delgado y bonito pelo se estropeaba si usaba cualquier otro jabón, seguí caminando a paso rápido, pero aun perdido en mis pensamientos, mirando al frente, pero sin ver.
Y mientras corría hacia la biblioteca, matemáticas, choqué repentinamente contra lo que parecía un muro de ladrillos, el impacto me arrojó hacia atrás, no pude sostenerme y terminé cayendo sobre mi enorme culo, apenas y sentí dolor pues mis enormes nalgas redondas amortiguaron el golpe como dos almohadas.
“Ahhh…” mi voz salió en ese tono de niña mimada como un jadeo más que una expresión de dolor, un jadeo sexi.
Miré hacia arriba, preguntándome a quien se le había ocurrido levantar una pared en medio del pasillo.
Y no era de ladrillo, pero definitivamente era un muro, ahí de pie de espaldas estaba Tafari Ajani.
Si Aiyden era una feroz pantera, rápida, elegante y hermoso, Tafari era un gorila africano, enorme pesado, poderoso y peligroso.
Aiyden era pesado con sus 210lbs, pero cada gramo era puro musculo entrenado, su cuerpo era delgado pero fornido, nacido para ser veloz, pero lo suficientemente pesado para poder ser el mariscal del equipo, su poderoso brazo lograba hacer pases casi imposibles y también podía correr tan rápido como el viento, derribar a sus rivales y anotar un Touchdown cuando fuese necesario.
Pero Tafari pesaba 350lbs y media 6’ 2” y aunque mucho de ese peso era musculo su figura era ancha y enorme luciendo como si estuviera gordo, pero perfectamente ejercitado, sus enormes bíceps eran más grandes que mi cabeza y podría sentarme cómodamente sobre uno de sus hombros de haberlo querido, sus peludos brazos eran muy largos incluso para su tamaño y terminaba en las manos más grandes que hubiese visto.
Aunque su apodo oficial era T.A. (Ti, Ei), había escuchado a sus amigos llamarlo un par de veces Gibson, por aquel famoso defensa de los Bears, y como aquel famoso defensa T.A. era respetado por que a pesar de ser el más pesado jugador de los Black Bulls, (sí, nuestro equipo de futbol americano eran los toros de chicago, me imagino que le añadieron el “Black” para evitar demandas de la NBA) y también el más pesado de toda la escuela, la orgullosa Martin Luther King Jr. High School, Tafari era también el más ágil de los defensas, en realidad era el defensa estrella.
Su posición era la Nose guard, y era muy respetado por todo el equipo y realmente temido por nuestros adversarios, al ser tan pesado uno esperaría que solo fuera extremadamente fuerte, pero la verdad es que también era muy rápido, muchas veces había logrado atravesar la línea ofensiva antes de que sus rivales reaccionaran obteniendo asi muchos sacks y otras tantas veces lograba que el equipo contrario perdiera yardas, era en definitiva un tanque humano.
Tafari se giró con el entrecejo fruncido para ver que idiota se había atrevido a golpear al defensa estrella de la escuela, y cuando su fea cara me miró una malvada sonrisa se dibujó en sus primitivas facciones.
Donde Aiyden era hermoso y apuesto, Tafari era brutal y feo, sus rasgos negroides me recordaron de inmediato a King Kong, su ascendencia africana era muy marcada, su nariz era muy ancha y muy chata sus ojos de color marrón, sus labios no eran elegantes o sensuales, eran gruesos labios africanos y su barba crecía rizada, espesa y salvaje, lo que lo hacía parecer aún más malvado, todo en él recordaba a un enorme gorila lomo plateado, un gorila enojado.
Su sonrisa creció tanto que puede ver su colmillo de oro, había perdido el original un año atrás en una pelea contra otros tres defensas de una escuela rival, un trio de chicos blancos que habían sido humillados por Tafari en uno de los juegos.
La pelea fue lejos del colegio y nadie llamo a las autoridades, por eso Tafari no fue expulsado, y definitivamente habría sido expulsado si alguien hubiese visto como habían quedado aquellos tres pobres estúpidos, Tafari ganó la pelea, enviando a sus atacantes al hospital con muchos huesos rotos y varios dientes menos, toda la escuela se había enterado e incluso había un video que se compartía de manera secreta entre los estudiantes, yo no había visto el video pues solo se había compartido a los hombres de verdad… es decir yo no quería verlo, pero era un secreto a voces el estado en que nuestro defensa había dejado a aquellos tipos.
“Bueno, bueno, bueno, miren quien está aquí, si es el pequeño niño blanco de Prince, ¿Acaso te perdiste Sissy? ¡O es que Aiyden por fin se aburrió de su muñeca de porcelana y te ha tirado al suelo donde perteneces?”
Al ver a ese brutal hombre parado delante de mí me encogí instintivamente replegando mis piernas hacia un lado de mi cuerpo como una sirena, una clásica posición de damisela en peligro.
Tafari era el líder de los bullys de la escuela, y por supuesto que era él quien comenzó el acoso hacia mí.
Antes de que Aiyden me tomara bajo su cuidado, Tafari se pasaba la vida insultándome con palabras como, Sissy, putito, patético niño blanco, débil blanquito y muchas más lindezas.
Pero su acoso no se limitaba a humillarme verbalmente, T.A. y yo compartíamos tres clases, inglés, matemáticas, y biología, aunque Tafari tenía 17 años y cursaba el último año de preparatoria tenía varias materias reprobadas de su segundo año, materias que ahora tenía que cursar y aprobar si quería graduarse este año y durante esas tres clases que compartíamos Tafari se sentaba detrás de mi y gastaba su tiempo en arrojarme bolitas de papel, o algún objeto pequeño, otras veces me pellizcaba la cintura los brazos o el cuello, provocando que me retorciera en mi asiento, una vez cortó un mechón de mi rizado cabello, o pasaba toda la clase quitándome mi lapis de la mano, lo arrojaba al suelo y se reía mientras veía mi enorme culo cuando me inclinaba a recogerlo, y cuando estaba por levantarme me daba una terrible nalgada con su poderosa mano, a veces pegaba una hoja de papel en la espalda con la palabra SISSY en letras mayúsculas, muchas veces había llegado a casa después de pasar todo el día con aquel letrero en mi espalda.
Pero lo que más le gustaba al gran T.A. era acorralarme en los pasillos y pellizcar mis sensibles pezones hasta hacerme llorar y gemir de dolor, y asi llorando y retorciéndome de dolor el me obligaba a decir cosas horribles sobre mí mismo, tenía que admitir que yo era un marica, un sissyboy, un putito, o llamarlo señor, maestro o amo, por fin cuando mis lagrimas cubrían mi bonito rostro, Tafari me soltaba y alejaba riéndose malvadamente con su grupo de amigos.
Cuando Aiyden puso punto final al abuso que yo sufría, creí que Tafari lo enfrentaría, y de verdad tuve miedo, pero no pasó nada, Tafari como los demás dejó de molestarme, lo cual era extraño, porque si bien era obvio que los demás chicos de la escuela le tuviesen miedo a Aiyden, no me creía que un gorila que mandó al hospital a tres defensas tuviese miedo de algo.
Y parecía que ahora por alguna razón Tafari comenzaría a acosarme de nuevo, me había llamado Sissy de nuevo y también muñeca de porcelana… mis mejillas se sonrojaron, sabía que eran insultos, pero por alguna razón me sonaron a dulces halagos.
“Y qué demonios hace una perra débil como tú tratando de empujarme, ¿te crees mejor que yo zorra?, o ¿ahora que tienes dueño te has vuelto valiente, patética perra blanca?”
Una zorra, una débil perra blanca, mi pequeño cuerpo fue atravesado por un escalofrió… seguramente de miedo, tenía miedo de lo que este primitivo africano podría hacerle a una débil niña como yo y más que nada tenía miedo de Aiyden se enterara de que Tafari me hubiese atacado, eso provocaría una pelea entre estos dos guerreros negros.
«Pero sería genial que ambos se pelearan por ti Sissy, solo imagínalo, dos grandes machos negros pelando violentamente por ti, debe ser tan sexy…»
La sensual y jadeante voz que había escuchado con Hana volvió a sonar en mi cabeza.
“¡Cállate!”, murmúrame, molesta por esos pensamientos.
“¡¿Qué es lo que dijiste, estúpido niño blanco?!”, La voz molesta de Tafari resonó en el pasillo lleno de casilleros, y yo me encogí aún más, sin atreverme a levantarme del suelo.
“No dije nada… señor”, ¿Por qué diablos lo había llamado señor?
«Porque él es un hombre de verdad, y tú solo una niña buena y las niñas buenas le hablan con respeto a los verdaderos machos»
La mimada voz de niña sexi en mi cerebro me recordó lo que Tafari me había obligado a decir hace mucho tiempo mientras me torturaba, yo le debía respeto a los verdaderos hombres, a los hombres negros, y aunque una parte de mi odiara a Tafari otra parte me obligaba a obedecerlo y respetarlo, era lo natural.
La fea cara de T.A. mostró una expresión de sorpresa, pero inmediatamente se transformó en una sonrisa malvada, de nuevo su colmillo de oro resplandeció.
“Asi que Señor… me gusta blanquito, es bueno ver que no has olvidado tus buenos modales… ¿o acaso ese presumido de Prince ha estado entrenando a su pequeña mascota?”.
No respondí, pues por un momento me imaginé al hermoso y fuerte Aiyden entrenándome como a una perrita, yo en cuatro patas, totalmente desnuda y con un collar de perro atado a una cadena.
“Responde cuando te hablo, perra”, T.A. exigió mostrándose de nuevo enojado.
“No señor, es decir sí señor… es decir…”, mi voz salió aguda y asustada y mis labios de nuevo hicieron ese puchero que mi madre envidiaba tanto, mientras mis ojos comenzaban a mojarse.
“¡Diablos niño blanco!, ¡sí que eres patético!, ¡mírate!, estas a punto de llorar”.
Me quede callada y baje la mirada avergonzada, no quería que viera mis lágrimas.
“¡Mírame cuando te estoy hablando, zorra!”, Tafari me tomo de mis largos cabellos y jalándolos de manera violenta me levanto del suelo, haciendo que me pusiera de rodillas ante él, lancé otro de esos femeninos gemidos de dolor.
“Sí señor”, levanté la mirada, T.A. se veía poderoso, malvado y absolutamente brutal, mi cuerpo se estremeció, y mi micro pene dio un saltito, mi espalda se arqueó instintivamente exhibiendo mi pecho, por supuesto la horrible ropa tres tallas más grandes hacían imposible ver esta patética demostración.
“Asi está mejor perra, debes saber qué he estado muy aburrido desde que no puedo molestar a mi patético niño blanco”.
“Lo lamento señor”.
“No, maricona, aun no lo lamentas, pero lo harás…”.
La sonrisa que se dibujó en sus feos labios causo otro escalofrió en mi pequeño cuerpo, y esta vez mi ano hizo un guiño mientras sentía a mi pequeño pene saltar de nuevo.
“Pronto pagaras por evitar que me divierta, lo harás ¿verdad?, serás un buen niño blanco y dejaras que me divierta contigo ¿cierto?”
“Sí señor seré un buen niño blanco”, dije en un gemido, mirándolo con ojos borrosos, por las lágrimas… y el deseo.
“Maldita sea perra, no sé qué cambió en ti, pero me gusta”, T.A. dio un tirón a mi cabello provocando que echara la cabeza hacia atrás, mirando el techo, y entonces se acercó para oler mi blanco y delicado cuello con su fea y chata nariz de gorila.
“Gracias señor”.
“¡Maldita zorra!, ¡hueles a hembra!, eso es lo que eres, una mujer, una hembra, y las hembras necesitan un macho… Yo soy un hombre real, yo soy un macho no como tú patética marica blanca, porque eso es lo que eres ¿cierto?”
“Sí señor, usted es un verdadero macho, señor”, Mi voz era un jadeo enamorado, al tener la enorme cara de ese macho negro enterrada en mi cuello, yo también pude olerlo, olía a sudor y a almizcle, a furia y fuerza, Tafari no usaba loción como Aiyden, el amargo almizcle que estaba respirando era su esencia pura, y era deliciosa, mi pene comenzó a babear, sentí como mojaba mi ropa interior.
Tafari entonces se volvió loco y sujetándome del cuello me arrojó hacia uno de los casilleros, mis nalgas amortiguaron una vez más el golpe, pero aun asi mi espalda golpeó el frio metal, mi cabello seguía enredado en su gigantesca mano.
“¡¿Que mierda estás haciendo putito?, ¿crees que soy un maldito homosexual como tú?, ¿eso es lo que crees? ¿Tratas de volverme gay maldita perra? ¿Estas tratando de seducirme?!”
Su mano se cerró alrededor de mi delicado cuello y mi respiración se hizo más errática, no estaba ahogándome, pero tenía que esforzarme por respirar, mi micro pene dio otro par de saltitos y mi apretado ano ya estaba hirviendo y babeando, mis pezones gritaban por ser tocados.
“No señor, no estoy haciendo nada, no trato de seducirlo”.
Tafari gruño en mi cuello, la mano que tenía en mi cabello bajó a una de mis nalgas que, aunque escondidas debajo de mis enormes jeans, se notaban enormes y redondas, mis gordas y redondas nalgas eran monstruosamente grandes, pero Tafari pudo abarcar una con su mano asi de enormes eran esas manos de gorila.
“¿No tratas de seducirme? ¿No soy lo suficientemente bueno para ti? ¿Eso es lo que estás diciendo putita?, ¿solo te gustan los chicos guapos y presumidos como ese estúpido de Prince? ¿Él es mejor que yo? ¿Eso dices?, ¿no te gusto? ¿No soy suficientemente hombre para una zorrita como tú?”
La voz de Tafari no solo se escuchaba enojada, también pude notar un poco de dolor, de desesperación.
“Se equivoca señor, por supuesto que usted es un verdadero macho, un hombre de verdad, pero yo no trato de seducirlo… no soy una marica, señor”
Tafari me miraba a los ojos, y su rostro enojado volvió a sonreír, la mano que tenía en mi cuello se aflojó un poco y la que tenía en una de mis nalgas se apretó asiéndome gemir delante de él, mi aliento tocando sus gruesos labios negroides, y yo misma respirando su aliento, estábamos a milímetros de tocarnos.
“Claro que eres una zorra marica… y te lo voy a demostrar perra, ¿quieres eso maricona?, ¿quieres que te demuestre que eres una putita, una sissy?”
Mi cuerpo estaba totalmente entregado, mi espalda arqueada sacando mis nalgas hacia atrás restregándolas contra su poderosa mano, y mi pecho con los pezones ardiendo exhibidos hacia adelante rogando por atención, mi gris mirada borrosa detrás de mis lentes fija en la horrible cara de mi torturador, y mis labios de puta entreabiertos esperando un beso…
Mi pene estaba totalmente erguido, saltando y babeando, mi ano ya estaba húmedo, ardiendo y frunciéndose cada pocos segundos mientras esa miel caliente lo humedecía, preparándolo…
“SSIII…”, estaba a punto de contestar cuando una puerta cercana se abrió y el sonido de unos tacones se escucharon en el pasillo, Tafari por fin sacó su rostro de mi cuello y se giró para ver…
Lo que vio debió tomarlo de sorpresa porque inmediatamente me dejó caer al suelo.
Mis largas piernas no pudieron sostenerme, las sentía de gelatina.
Me recargué en los casilleros mirando ese gorila africano, con adoración y deseo, mis ojos de manera natural se dirigieron hacia su entrepierna donde pude ver una gigantesca anaconda tratando de escapar de sus holgados pantalones.
Mi pecho se hinchó de orgullo, yo había provocado esa erección, era mía, y la quería…
M lamí mis gruesos labios de puta, mientras miraba a los ojos de Tafari, terminé mordiéndome mi labio mientras agitaba coquetamente mis largas pestañas.
Tafari se quedó alelado mirándome ahí en el suelo abierta de piernas mordiéndome el labio de deseo, y su enorme verga salto dentro de sus pantalones.
“¿Qué diablos le haces a Lexy, tu grandísimo bruto?”
Tafari y yo giramos la cabeza, Roxy venia caminando, con sus altísimos y sexis tacones rosas de 5” Roxy caminaba de prisa, pero aun asi se aseguraba de contonear sus caderas de un lado hacia otro, poniendo un pie delante del otro como en una pasarela.
“Mira putito, no vuelvas a acercarte a mí de nuevo, no sé qué mierda me hiciste, pero si vuelves a hechizarme de esa manera voy a matarte, no soy un maldito homosexual”.
T.A. me susurró, su voz grave y ronca se notaba agitada.
“Solo estoy hablando con mi buen AMIGOU… cosas de hombres Jajaja, ADIOUS”, dijo amigo y adiós en español, para burlarse de Roxy, se dio la vuelta y camino dándole la espalda a la latina.
“Si le hiciste algo le diré a Aiyden”, Roxy por fin había llegado a mi lado y estaba tratando de matar con la mirada a T.A.
Él simplemente levanto su enorme mano e hizo un ademan de espantar una mosca molesta, después entró al baño de chicos que estaba en el pasillo, me lamí los labios de nuevo imaginando lo que ese macho haría ahí dentro.
“Oh mi Dios, ¿Lexy que diablos te estaba haciendo ese gorila?”
Roxy se agachó preocupada y asustada, yo seguía en trance mirando la puerta del baño de los chicos deseando poder seguir a ese gran toro negro.
“Lexy cariño, reacciona, dime algo, ¿te golpeo?, ¿te hizo algo?”, Roxy me sacudió un poco tratando de hacerme reaccionar.
Cerré los ojos y me obligue a dejar de pensar como una maldita puta, y me concentre en el problema que podría comenzar si no lo detenía justo ahora.
Abrí los ojos y mire a Roxy que lucía siempre perfectamente sexi, estaba confundida mirándome, sabía que algo andaba mal conmigo, pero supongo que no podía saber que mis mejillas sonrojadas mi cabello despenado y mi mirada vidriosa eran por excitación y no por miedo.
“Estoy bien, Roxy solo estábamos hablando, nada más, por favor no le digas a Aiyden, no quisiera que hubiese una pelea dentro del equipo, ahora en medio de la temporada, por favor”.
Roxy se mordió el labio de esa manera femenina que yo también lo había hecho, meditando.
“¿De verdad no te hizo daño? Te ves extraño”.
“De verdad estoy bien… Pinkie promise”, levanté mi dedo meñique.
“Está bien te creeré, pero si ese idiota se vuelve a acercar a ti, definitivamente le diremos a Aiyden, ¿Pinkie promise?”
Me reí y ambas cruzamos nuestros meñiques.
“Ahora ayúdame a levantarme, me tiemblan las piernas… me asusté bastante”, la mentira me supo amarga en la boca, justo después de cruzar meñiques con mi mejor amiga.
“Claro que te asustaste querido, ese Tafari es espeluznante, si no fuese tan buen jugador hace mucho que hubiera sido expulsado”.
Roxy me levantó y juntos caminamos hacia los baños del otro pasillo.
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III
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La pantalla de la computadora les daba un tono azul a mis hermosas facciones, mientras buscaba entre decenas de reglamentos escolares, cada maldita escuela tenía el suyo, el reglamento de la Martin Luther King Jr. Descansaba a mi lado, un pequeño libro cubierto de piel negra.
Era el reglamento de la escuela, había ido directamente a la biblioteca después de que Roxy me ayudara a recuperarme de mi encuentro con Tafari.
En el baño después de mojarme la cara con agua fría en el baño de chicos, y despejar un poco mi acalorada mente, pude pensar con claridad, y avergonzarme de mi asqueroso comportamiento, se suponía que dejaría de comportarme como un maricón, y solo había bastado que mi antiguo bully me tocara un poco para derretirme en sus manos, en sus gigantescas y negras manos africanas, y hablado de derretirme, tuve que entrar a uno de los excusados para poder limpiarme, mi micro pene había babeado mucho, creando una mancha de humedad al frente de mis horribles boxers, la parte de atrás no estaba mejor, mi ano seguía caliente y húmedo, la espesa y extraña miel que había brotado de mi apretado capullo esta mañana había vuelto a escurrir, manchando un poco la tela, el agridulce aroma de mis fluidos llenaba el cubículo.
[El aroma de una perra en celo, una zorra caliente, una potra en calor con ganas de macho…]
Maldita sea Alexis deja de pensar de esa manera, me ordené.
Roxy había vuelto a su clase, aunque no antes de advertirme que teníamos que hablar seriamente.
Ahora estaba en la silenciosa y vacía biblioteca tratando de olvidar mi comportamiento de puta, me despreciaba por ser tan débil ante un hombre negro, al parecer cualquier hombre negro, la voz en mi cabeza parecía más fuerte y convincente cada vez.
Suspiré enojado, y me concentré en la pantalla frente a mí.
El código de vestimenta en nuestra escuela y en la mayoría de las demás preparatorias era claro, los alumnos debían vestir de manera pulcra y respetable…
Las reglas citaban de la Martin Luther King Jr.
“Está prohibido usar prendas provocativas o con mensajes “indecentes, obscenos o lascivos” o que “sustancialmente perturben” las actividades escolares o relacionadas con la escuela. También está prohibido el uso de prendas de vestir que fomenten el uso de drogas.”
(Los mensajes “indecentes, obscenos o lascivos” incluyen mensajes sexualmente explícitos incluyendo desnudez o el uso de palabras profanas u ofensivas.)
Mientras leía la información un mechón de mi largo cabello me cubrió mis lentes, asi que como siempre tuve que poner el rebelde mechón detrás de mi oreja con la punta de mis delicados dedos.
“Se prohíbe el uso de atuendos “relacionados con pandillas”
(Cualquier prenda o insignia que ensalce o pertenezca a una pandilla queda totalmente prohibida, pañuelos, cadenas, o sudaderas con el logo de una pandilla criminal no serán aceptadas en el recinto escolar)
Eso explicaba porque Tafari y sus amigos todos ellos jóvenes negros, dejaron de vestirse de blanco, al principio del ciclo escolar, T.A. y su grupo comenzaron a vestir totalmente de blanco, sus pantalones holgados y sus enormes camisetas de baloncesto o de futbol, e incluso sus zapatillas deportivas eran blancas, por no hablar de los pañuelos y bandanas, todo era blanco puro, adornado con picas negras ♠, vistieron de aquella manera durante un mes, hasta mediados de septiembre, mes en el cual muchas de las chicas de la escuela todas ellas novias de la banda de Tafari también comenzaron a vestir de blanco, los profesores no se metieron con ellos porque la mayoría de los miembros de aquella banda recién fundada eran los mejores jugadores de la escuela, tanto de basquetbol, como de futbol, pero cuando apalearon aun chico blanco que se atrevió a vestir totalmente de blanco, la junta escolar prohibió el uso de prendas que se usaran para demostrar la pertenencia una banda.
Ahora recordando a T.A. con aquellas prendas blancas mi corazón se saltó un latido, Tafari se veía muy bien de blanco, su piel negra africana destacaba escandalosamente gracias al contraste, e incluso con esa cara de rasgos feos y rudos mi bully se veía extremadamente guapo…
Me mordí los labios al recordarlo, pero inmediatamente después sacudí mi cabeza, debía dejar de pensar como una quinceañera enamorada.
Fue por ese incidente que la junta escolar y la asociación de padres de familia habían convocado a una junta y el código de vestimenta se hizo más estricto, y ahora a finales de verano, cuando las chicas querían aprovechar los últimos días de sol y calor, luciendo la ropa más sexy y descubierta que tenían, la junta escolar estaba censurando las prendas pequeñas y ajustadas.
Me estiré en la silla de la biblioteca, arqueando mi espalda, y entrelazando mis dedos mientras los elevaba hacia el techo, un bostezo escapo de mis gruesos labios, bostezo que se convirtió en gemido cuando mis sensibles pezones rozaron la tela de mi hoodie, hacia una hora que estaba investigando y mi cuerpo aún seguía sensible y excitado por las rudas “caricas” de Tafari.
Me odie tanto, yo era un niño, un niño heterosexual, y cuando estaba con mi padre podía comportarme como tal, y aunque estuviese junto a mi madre y a mis amigas podía pensar claramente la mayoría del tiempo, aunque admitía que tenía que esforzarme para no hacer gala de mis gestos y amaneramientos femeninos que había copiado de mi madre, mi padre tenía razón, yo era un hombre no un maldito gay, y mientras estuviera alejado de cualquier hombre negro, los pensamientos homosexuales que inundaban mi mente me asqueaban, y me repelían, pero al parecer era suficiente oler el fuerte almizcle de un toro negro para enloquecerme y convertirme en una puta, una Sissy.
[Vamos niña, tranquilízate, no hay nada de malo en ser una Sissy, deberías estar orgullosa, deja de pelear contra tu naturaleza, eres una linda y sexy niña y lo sabes.]
Cerré mis ojos firmemente, y traté de bloquear aquella sexy voz.
Leí otra vez aquellas reglas que estaban amenazando la escuadra de porristas.
“Las niñas en no podrán usar blusas cortas (que muestren el abdomen y el ombligo) y otros artículos previamente prohibidos como micro minifaldas y shorts muy cortos, tampoco se podrán usar ligueros, o dejar a la vista la ropa interior, como tangas, y lencería”
“No se permitirán tatuajes ni perforaciones a menos que estén relacionados con la religión, la ideología y la sexualidad del estudiante”
Bebí un sorbo de mi leche de fresa, que había comprado con Hana antes de entrar a la biblioteca, quería comprarme un café o una Coca-Cola de cerca, pero Aiyden quería que yo bebiera leche de fresa, y yo necesitaba obedecerlo… es decir, necesitaba el calcio de la leche para poder crecer.
“Los uniformes de los diferentes clubs y equipos deportivos también se regirán por las normas antes mencionadas.
Los hombres no podrán llevar cadenas, joyería o perforaciones, con la excepción ya antes mencionada: solo por motivos religiosos, ideológicos y de orientación sexual”
Suspiré de nuevo, al parecer estábamos en problemas, la única manera en que dejar que las chicas vistieran los indecentes y súper sexys uniformes de porristas, sería que de alguna manera convenciéramos a la junta escolar que eran una prenda religiosa, o que todas las porristas fueran lesbianas y que eso obligaba a las chicas a vestirse como putas.
Una completa locura.
Miré hacia el techo, las lámparas de neón lastimaron mis grises ojos, los cerré, Alika se enojaría si no encontraba algo útil.
Mi IPhone vibró mientras Call Me Maybe de Carly Rae Jepsen sonaba en la silenciosa biblioteca, lo que ganó un regaño enojado de la anciana bibliotecaria la Señorita Worm.
La pantalla se iluminó dejándome ver el color rosado de mi fondo de pantalla, donde tenia la imagen de un conejito con un enorme moño rosa.
Desbloquee mi celular para leer el mensaje de texto:
¡¿Dónde demonios estás , pequeño niño blanco ?!
El mensaje era de Alika, al parecer seguía enojada por que Aiyden me había defendido esta mañana.
[Que se joda esa negra, es natural que un macho negro como Aiyden prefiera a una suave, pequeña, linda, débil y femenina niña blanca como tú, Alika es demasiado fuerte, y con todos esos músculos es tan poco femenina, ¡tú eres diez veces más mujer que ella!]
De nuevo aquella sensual y egoísta voz estaba llenando mi mente de ideas maricas.
Cerré los ojos con fuerza para ahuyentar a aquella puta maricona que al parecer tenía como conciencia.
Estoy en la biblioteca , investigando sobre el código de vestimenta , como me lo ordenaste
Envié el mensaje, y justo después me di cuenta de los emojis que usé para adornarlo, los hombres no usaban emojis, solo las chicas llenaban sus mensajes de corazones y caritas felices.
Yo era un hombre asi que tendría que evitar usar emojis en mis mensajes a partir de ahora, sí, esa era una buena idea, asi que me prometí no volver a usar dibujitos en mis publicaciones de Facebook, ni en mis mensajes, nunca más… ¡pero eran tan bonitos!
¡No!, ¡no pienses de ese modo Alexis!, ¿Qué diría tu padre?
En ese momento mi celular volvió a vibrar y lo abrí antes de que la hermosa voz de Rae Jepsen se escuchara en la biblioteca, ahora pensándolo mejor, tener una canción pop como tono de llamada no era nada masculino, seguramente Aiyden o Tafari ni siquiera supieran quien era Rae Jepsen, no, ellos jamás se interesarían en una sexy cantante de Pop, a menos que fuera para follársela.
Tendría que cambiar mi tono de llamada, y tenia que dejar de escuchar Pop, ese no era un género musical digno de un hombre.
Suspire deprimido, me encantaba escuchar a Dua Lipa, Britney Spears, Katy Perry, Ariana Grande, Madona, a Doja Cat, y a todas otras esas princesas del Pop.
[Por supuesto que te encanta escuchar esas bonitas y femeninas canciones, son rosas, sexys y lindas… exactamente como tú, es natural para las sissy como tú escuchar música para niñas mimadas.]
Sacudí mi bonita cabeza una vez más, si esa voz seguía susurrándome esas femeninas ideas me daría una jaqueca de tanto sacudir mi cabeza.
¡Encuéntranos en la cafetería y por tu bien espero que encontraras algo útil!
Miré la hora y me di cuenta de que en diez minutos seria la hora del almuerzo, Alika se volvería loca, no había encontrado nada ni remotamente útil, tenía miedo de admitirlo, pero lo más probable era que la escuadra de porristas tuviese que vestir más discretamente tanto dentro como fuera de la cancha.
Regresé la mirada a la pantalla de la vieja computadora de la biblioteca, y cuando estaba a punto de rendirme uno de los miles de resultados de mi búsqueda en Google llamó mi atención.
Era una nota de un periódico escolar de un colegio en Washington D.C. que hablaba sobre una niña a la cual le habían dado permiso de vestir con total libertad, y por la foto que acompañaba la noticia, gracias a que sus padres habían amenazado con demandar a la escuela por discriminación… no terminé de leer el artículo, pero la fotografía que acompañaba la noticia, mostraba a una pequeña y hermosa niña de rubios cabellos, una delgada quinceañera con un peinado estilo pixie, de profundos ojos azul, su pecho era casi plano pero sus caderas eran grandes redondeadas y anchas, resaltadas por una brevísima cintura, pero lo que llamaba la atención de esa foto no era la inocente belleza de aquella adolescente rubia, no, lo que me hizo fijarme en aquella nota de internet era las reveladoras y eróticas prendas que portaba la niña, unos micro mini shorts tan pequeños y ajustados que en realidad parecían una tanga echa de mezclilla, tan mínimos que dejaban al descubierto la pantis de encaje rosa que llevaba debajo, el plano y delgado vientre de la sexy rubia estaba totalmente expuesto pues la bonita niña está usando un sexy top rosa ajustado y tan pequeño que apenas y cubría sus casi inexistentes pechos, su delicados pies calzaba unas zapatillas de plataforma con tacones de quince centímetros.
En resumen, la foto que estaba viendo mostraba a una sensual quinceañera vestida como una puta.
Ni siquiera Alika se atrevería a vestir de esa manera tan vulgar, me pregunté como los padres de aquella niña habrían conseguido que le permitieran usar semejantes prendas en una escuela pública, pero no tenía tiempo, para leer el artículo completo.
Imprimí todo lo que había reunido y justo cuando la campana sonó salté asustado, tenía miedo, miedo de que Alika me regañara por la poca ayuda que podría darle, y miedo de Tafari, era la hora del almuerzo y la escuela en pleno estaría reunida en la cafetería, por supuesto Tafari estaría ahí, en la mesa del rincón rodeado de sus enormes y negros amigotes… mi cuerpo se estremeció al recordar sus poderosa garra alrededor de mi cuello y de mi gorda nalga, si me veía de nuevo tal vez quisiera abusar de mi un poco más… y eso seria malo, sí, eso seria terrible, yo no quería que Tafari me maltratara y humillara, no, definitivamente yo no quería llamar la atención de ese horrible, feroz, bruto, fuerte, valiente y masculino gorila africano.
¡Basta Alexis!, ¡Trata de controlarte niña! me exigí.
Espera, ¿niña?, niño, ¡yo era un niño, maldita sea!
Los murmullos, gritos y risitas histéricas llenaban la cafetería, muchos de los estudiantes aún estaban formando una fila en la barra, donde un grupo de ancianas latinas servían el almuerzo del día, en mi charola solo había ensalada de frutas, una barra de granola y un brownie de chocolate, de beber un nuevo cartón de leche de fresa, ninguna de las porristas comíamos la misteriosa materia que aseguraban era carne.
La escuadra completa de porristas me rodeaba en la mesa que teníamos reservada en la parte más alejada de la entrada del comedor, donde uno de los prefectos vigilaba a todos los estudiantes, lo cual nos permitía hablar, planear y criticar a nuestras anchas sin tener oídos curiosos dispuestos a castigarnos.
Yo era el único “hombre” del grupo, y vistiendo mis gigantescas y horrendas ropas de niño, desentonaba horriblemente en ese grupo de sexis sirenas.
Roxy, Cindy, Hana y Alika eran las únicas chicas de la escuadra que me hablaban de verdad, todas las demás solo me usaban como un sirviente, yo era quien les daba sus toallas secas, sus botellas de agua fría y lavaba sus uniformes, para ellas yo era poco más que un elfo doméstico, ahora mismo todas estas hermosas y sexys porristas estaban hablando y comiendo sus almuerzos bajos en calorías sin siquiera volear a verme, incluso Roxy estaba concentrada en la pantalla de su celular mientras se llevaba a la boca un poco de ensalada, yo simplemente eme encogí en mi lugar mirando hacia el rincón más oscuro y alejado del comedor, buscando con la mirada a Tafari, y sí, en efecto lo encontré, ahí estaba él enorme y poderoso, rodeado de su grupo de amigos, todos ellos defensas del equipo de futbol, parecían un grupo de gorilas machos, aullando, gritando y riendo, mientras se golpeaban e insultaban de manera varonil.
Los trece machos jóvenes que jugaban como defensa para nuestro equipo (solo dos de ellos se quedaban en la banca durante los juegos), eran todos grandes, pesados, fuertes, malvados y negros, pero Tafari era el más grande, el más pesado, el mas malvado y el más negro de todos ellos y por eso era el líder.
Y ahí estaba él en el centro de la mesa rodeado y admirado por sus compañeros y amigos, como Jesucristo con sus doce apóstoles, también había varias niñas sentadas entre los enormes toros negros, todas ellas jovencitas extremadamente hermosas e increíblemente sexys, todas ellas negras.
Toda la escuela sabía que los trece jóvenes machos negros eran un grupo extremadamente selecto y racista, Tafari era un maldito supremacista negro, que pasaba todo el tiempo hablando sobre la superioridad negra, los actos de reparación, y el NUEVO ORDEN MUNDIAL NEGRO, esa era la razón por la cual solo había trece defensas en el equipo escolar, aunque los entrenadores querían tener más hombres para ala defensa, Tafari y sus amigotes trataban con salvaje brutalidad a cualquier nuevo recluta que se presentara a las pruebas, si era negro y no compartía la ideología de Tafari lo presionaban y acosaban al limite hasta que el chico nuevo simplemente terminaba por abandonar el equipo, a los estúpidos niños blancos que se presentaron a las pruebas para ser defensas del equipo, simplemente los golpearon salvajemente durante el primer entrenamiento, las palizas habían sido tan extremas que algunos de ellos habían terminado en el hospital.
Fueron esos trece enormes gorilas negros y sus sensuales novias afroamericanas quienes se vistieron de blanco y formaron aquella pandilla escolar por la cual ahora la junta escolar estaba regulando la forma de vestir de los alumnos.
Mis bonitos y grises ojos de sierva estaban clavados en la enorme figura de Tafari Ajani, quien reía y comía como un león hambriento varias porciones de carne misteriosa bañada en espeso gravy, sus enormes músculos se estiraban y flexionaban amenazando con romper la camiseta que usaba aquel joven africano.
Una sensual niña negra, de piel color caramelo, y con un peinado afro, estaba sentada en el regazo de Tafari, acariciando sus enormes y duros pectorales mientras le susurraba algo al oído.
Un fuego se encendió repentinamente en mi pecho, y pude sentir como la furia y los celos inundaban mi corazón y mente.
[¿Quién diablos es esa perra negra?, ¿y cómo se atreve a tocar a Tafari de esa manera?, ¡Esa zorra negra, es demasiado… negra!, Todos saben que los machos negros se ven mejor con una niña blanca a su lado, Tafari se vería mejor con una pequeña, frágil y sexy conejita blanca, una pequeña, débil y femenina conejita blanca como tú.]
La aterciopelada y femenina voz en mi cabeza rugió furiosa, como una gata enojada, y como una gata enojada yo use mis bonitas uñas para rayar la superficie de madera de la mesa, imaginando que estaba rasgando la suave piel color caramelo, de esa perra negra.
Y mientras trataba de matar con la mirada a aquella sexy niña africana, Tafari levantó sus fríos ojos y me miró directamente, mis bonitos ojos grises y sus oscuros ojos negros se conectaros durante unos instantes, ninguno de los dos parpadeo, ni se movió, una fuerza invisible unía nuestras miradas, pude ver la oscuridad dentro de esos negros orbes, pero dentro de esos pozos negros, había algo más, algo brillaba y ardía en lo profundo de aquella abismal mirada, y pude sentir como Tafari también podía ver aun detrás de mis gafas lo que se escondía detrás de mis bonitos ojos grises, mis miedos, e inseguridades, mi culpa, y vergüenza, mis deseos y anhelos más secretos.
Pero antes de que pudiese descubrir que es lo que el feroz y malvado Tafari escondía en lo profundo de su oscura mirada, su novia miró hacia mí, y yo me detuve de golpe al comprender que estaba actuando como una niña celosa, como una novia celosa al ver que otra perra esta robando a su macho.
Sacudí mi cabeza para despejarla de esas peligrosas y nada masculinas ideas, y respiré hondo un par de veces para calmar el latido furioso de mi corazón,
Cuando estuve más tranquilo, desvié mi mirada de Tafari y su club de supremacistas negros.
Esta vez estaba buscando a Aiyden, necesitaba hablar con él urgentemente, la femenina voz en mi cabeza era cada vez mas fuerte e insistente, y yo necesitaba con desesperación convertirme en el hombre que mi padre esperaba que fuera, era necesario comenzar con el entrenamiento, si seguía escuchando aquella voz y sus femeninos consejos me convertiría y en un maldito maricón, en una patética sissy.
Pero la mesa donde se reunía la parte ofensiva del equipo de futbol se encontraba vacía, por supuesto nadie osaba ocupar esos lugares, toda la escuela sabia que aquella mesa pertenecía a Aiyden y sus amigos.
¿Dónde estarían ellos?, me pregunté suspirando con tristeza, mi corazón se sentía melancólico y triste al pasar demasiado tiempo lejos de Aiyden y ya estaba ansioso por nuestra tutorial de matemáticas el domingo en mi casa.
Pero no pude pensar más en ello por que la severa voz de Alika me sacó de mis cavilaciones.
“Muy bien, muy bien, silencio chicas” Alika se levantó de su lugar, a la cabeza de la mesa, todas guardamos silencio inmediatamente, la abeja reina estaba a punto de hablar, “sé que todas están planeando que hacer este fin de semana, pero justo ahora debemos centrarnos en como poder defender nuestro derecho de usar la ropa que queramos”
Todas las chicas en la mesa asintieron, mirando los atuendos que en ese momento llevaban, jeans ajustados, micro minifaldas, micro shorts de mezclilla que dejaban media nalga al descubierto, algunas incluso dejaban ver los hilos de sus tangas aferrados a sus caderas, los hermosos senos de diferentes tamaños y formas estaban apenas cubiertos por tops y blusas diminutas, que dejaban al descubierto sus planos y sexis vientres, los escotes eran tan amplios que podías ver el color del sujetador de la mitad de la escuadra, y en el caso de Cindy, sus enormes tetas operadas amenazaban con reventar su ajustada blusa de licra rosa que vestía en aquel momento.
Cuatro de las doce chicas lucían perforaciones en sus ombligos, y una de ellas en su labio, más de la mitad usaban tintes para el cabello, la más extravagante, Laura, se había pintado recientemente el cabello de plateado, inspirada en Ariana Grande.
Alika lucia en su hombro derecho un tatuaje tribal, Estrella, otra chica mexicana, de enormes caderas y grandes senos, también tenía un tatuaje en uno de sus bonitos senos, tres estrellas de diferentes tamaños llamaban poderosamente la atención a sus redondos pechos bronceados.
Definitivamente no lucían como las responsables y lindas estudiantes que deberían ser, en realidad la mesa lucia como la reunión de un club de prostitutas de lujo, de prostitutas muy jóvenes.
“Si queremos seguir luciendo fantásticas, sexis y calientes, debemos resolver este problema, pero más importante aún, si vamos a ganar este año las nacionales de porristas, tenemos que asegurarnos de poder usar los uniformes que la abuelita de Roxy nos hizo, todas sabemos que la mitad de los jueces se masturban viéndonos, asi que usando esos uniformes tenemos la victoria asegurada, somos unas perras sexis, debería ser ilegal no poder mostrar esto”
Alika remato su pequeño discurso con una nalgada en su cadera que resonó en la mesa.
Todas aplaudimos al unísono, un fuego se prendió en mi pecho.
[Alika tiene razón, no pueden prohibirnos mostrar nuestros encantos al mundo, somos unas zorritas sexis y es necesario mostrar al mundo nuestras sensuales curvas, nuestros femeninos cuerpos, es necesario dejar que los machos nos vean, es nuestro derecho poder vestir como putas…]
¡Cállate de una maldita vez!, susurré para mi mismo, esa maldita vocecita estaba volviéndome loco.
“Asi que… ¿niño blanco que es lo que conseguiste?”
La mirada depredadora de Alika se posó en mí.
Todas las demás también giraron a verme de nuevo.
“Yo, yo…”, tomé un respiro mientras Roxy me daba un suave apretón de en mi gordo muslo, como muestra de apoyo, “yo investigué y… no creo que sea tan fácil, los códigos de vestimenta varían de escuela en escuela, son decididos por la junta escolar y el comité de padres, el asunto es que después de que Tafari trato de crear su pandilla, y ya saben, comenzar a vestir de blanco y usar símbolos, la junta escolar decidió que no se aceptarían más ropas que hicieran alusión a bandas, droga o sexo… y eso incluye ropa indecorosa, sexi o provocativa”
Todas las chicas gimieron frustradas y enojadas.
Alika se pasó una mano por el cabello desesperada.
“¡No es aceptable, maldita sea maricona!, si no sirves para esto ¿para qué diablos queremos aun patético niño blanco en la escuadra? somos mujeres empoderadas y libres, y no podemos permitir que un grupo de madres viejas con las vaginas secas nos digan cómo vestirnos, te dije que tenías que encontrar una solución, si en lugar de perder el tiempo coqueteando con los novios de otras, te dedicaras a investigar…”
“¡Alika! no es culpa de Alexis, es culpa de ese idiota de Tafari, si él no hubiese comenzado a crear una estúpida pandilla nada de esto estaría pasando”, Roxy de nuevo saltaba en mi defensa.
“¡No me importa de quien es la culpa!, lo que me importa es que si no hacemos nada al respecto pronto nos obligaran a vestir como unas malditas monjas”
Alika golpeó la mesa con las palmas de las manos para enfatizar su punto.
El silencio se posó en la mesa.
Tomé una respiración profunda y me armé de valor.
“La única manera de que nos permitieran usar cualquier tipo de ropa es por una razón religiosa, o por alguna razón política, incluso la orientación sexual es una razón válida para usar casi cualquier prenda, pues es ilegal que te censuren por querer expresar tu sexualidad, ya saben todo eso del movimiento LGBT, pero, aunque todas ustedes se declararan lesbianas no es motivo real para usar ropa sexy, y por lo que sé, ninguna religión promueve vestirse con minifaldas”
Todas las chicas gimieron de nuevo, algunas de ellas incluso pegaron sus frentes a la mesa preocupadas, tratando de pensar en algo.
Alika frunció el ceño mientras meditaba algo muy profundamente, se veía bastante concentrada.
“Aquí tienes todo lo que investigué”
Le di todas las impresiones que había reunido aquella tarde.
Alika de inmediato se puso a leer los documentos, concentrada en proteger su derecho a vestir como una puta caliente.
Las demás chicas comenzaron a murmurar entre ellas tratando de dar ideas para defender su derecho de vestir como quisieran.
Yo simplemente me sentí contenta de poder comer mi ensalada de frutas tranquila.
Roxy se inclinó hacia mí, y mientras comíamos nuestras ensaladas hablamos.
“No le prestes atención Lexy, Alika es una perra malvada, lo mejor es ignorarla”.
Asentí con la cabeza y estaba a punto de contestar, cuando la fría voz de Alika me ordenó.
“Niño blanco, se útil y ve por una bebida para mi”
“Sí, Alika, ahora mismo”, mis instintos sumisos me obligaban a obedecer inmediatamente.
Me acabé mi yogurt y me levanté rápidamente de la mesa, y a pasos rápidos me dirigí hacia el fondo de a cafetería, donde estaban las maquinas de bebidas, donde estaba la mesa de Tafari.
Pasé sin mirar a esos enormes machos negros que gritaban y reían, pero pude oler el fuerte aroma del sudor de aquellos fuertes y jóvenes hombres negros.
El olor del almizcle de aquella manada de gorilas causo que mi piel se erizara, y que mi micro pene diera un saltito, amenazando con tener una erección, pude sentir como mi apretado capullo se estremecía.
Avergonzado caminé más rápido y por fin llegué frente a las máquinas expendedoras, Alika no me había dicho que bebida quería, pero yo compraría otro cartón de leche de fresa, Aiyden siempre me compraba aquella bebida, y cada vez que probaba el dulce sabor de la leche rosada, podía recordar lo amable y dulce que era Aiyden conmigo.
Asi que compré dos cuadritos de leche de fresas y me dispuse a regresar a terminar mi almuerzo.
Caminé hacia la mesa de las porristas, con un cartón de leche encada mano, y con la vista fija en mi destino, cuando mis pies tropezaron con algo y caí al suelo de frente sin posibilidades de parar la caída gracias a que mis manos estaban ocupadas.
Una carcajada general estalló en la cafetería, todos vieron como caí dolorosamente al suelo sin poder detenerme, un femenino grito de dolor surgió de mis sexys labios y dejé escapar el par de cartones de leche.
El dolor en mis rodillas y en mis sensibles pechitos provocaron que un par de lagrimas escaparan de mis bonitos ojos, mis lentes habían resbalado de mi nariz y estaban en el suelo, a un par de metros de mí.
Las risas a mi alrededor seguían resonando, divertidos por ver la humillación y dolor ajenos.
Uno de los amigos de Tafari me había puesto una zancadilla, haciéndome caer.
El tipo era un feo y gordo negro de dientes torcido que se reía a carcajadas mientras veía como mis ojos se humedecían por las lagrimas que trataba de reprimir.
Entonces Tafari se levantó y dio un fuerte golpe en la mesa con sus enormes palmas de gorila, todos callaron al unísono, el aura masculina del macho alfa los acalló mejor que la autoridad de cualquier profesor.
Tafari caminó seguro de sí mismo, hasta quedar enfrente de mí, podía ver su entrepierna justo delante, pude ver la silueta de lo que parecía un enorme y grueso pepino debajo de sus holgados pantalones de mezclilla.
Levante la mirada y ahí estaba en toda su gloria, el enorme y poderoso defensa estrella de los BLACK BULLS, Tafari Ajani.
“Deberías ver por donde caminas, niño blanco, o ¿acaso tus gafas no funcionan?”.
Tafari se agachó y recogió mis lentes del suelo y los observo desde todos los ángulos, jugando con ellos con sus enormes garras negras.
Yo simplemente me quede ahí de rodillas mirando hacia arriba a aquel musculoso y negro macho, temblando de miedo y de… deseo.
Tafari entonces me puso los lentes de manera casi delicada, sus gruesos dedos acariciaron mis orejas y mi sedoso cabello negro, yo solo pude gemir ante esa suave caricia.
“Se dice gracias, sissyboy, ¿tu mamá no te enseño modales maricona?”,
“GRA… gracias”, pude murmurar entrecortadamente.
“Gracias, señor”. Me corrigió Tafari.
“Gracias, señor”, pude sentir como cada poro de mi piel se erizaba, como mis pezones se hinchaban, sentí como mi micropene cobró vida y se irguió dando saltitos emocionado, pero más importante aún pude sentir con claridad como mi ano comenzaba a abrirse y cerrarse, mientras se humedecía lentamente.
Una nueva ola de risas estalló en la cafetería, debía ser un espectáculo patético, un pequeño y débil niño blanco de rodillas agradeciéndole a un fuerte y poderoso matón negro.
“¡Silencio!”, la grave y furiosa voz de Tafari hizo callar a todos una vez más, “veamos que tenemos aquí…”
Tafari se inclinó una vez más y recogió del suelo los dos cartones de leche rosada, los observó con curiosidad.
“Es leche, señor”, dije estúpidamente, tratando de complacer a este enorme y peligroso macho africano.
“¡Ya sé que es leche, estúpido sissyboy!, rosa, el color de los maricas como tú… pero ahora es mía, si quieres beber leche tendrás que pedírmela, dime, ¿quieres que te de mi leche?”
Miré confundido a Tafari, mi cuerpo temblaba de miedo al recordar los abusos de los que era victima antes de que Aiyden me protegiera, pero también temblaba de deseo y excitación por estar frente aun macho tan salvaje, malvado y fuerte.
“Sí, señor, eso me gustaría”.
Tafari sonrió con malicia.
“Pues pídemelo, dime que quieres beber mi leche”.
Yo me estremecí de miedo, que demonios estaba pasando hacia un año que nadie se metía conmigo, todos sabían que yo era propiedad de Aiyden que estaba bajo su protección, y aquí estaba de rodillas frente a toda la escuela siendo humillado y degradado nuevamente por mi matón personal, y en lugar de sentirme triste o enojado, de alguna manera ame sentía feliz y emocionado, era como regresar a casa después de un viaje, de alguna manera había extrañado esto, de alguna manera yo sabia que este era mi lugar, en el suelo siendo abusada y humillada por Tafari.
“Por favor, señor Tafari, ¿podría darme un poco de su leche?”, gemí completamente metida en el papel, mendigando por un poco de leche.
Las risas estallaron de nuevo a mi alrededor, sumando más humillación al patético espectáculo que estaba dando.
“Puedes hacerlo mejor sissyboy, ruégame”, Tafari gruño, su atención completamente enfocada en mí.
Los ojos de Tafari me recorrieron de arriba abajo deleitándose en mi humillación.
Me lamí los labios, pues sentía la boca seca por el miedo y la emoción, pero gracias a mis gruesos labios de puta el gesto fue femenino y lascivo.
Cuando su negra mirada y mis ojos grises se encontraron sonreí tímida mientras mis mejillas se sonrojaban, el enorme gorila negro se quedó hechizado ante mi linda mirada, unos cuantos segundos pasaron y aunque no podría explicarlo sabía que él se estaba preguntando como me vería desnudo, me sonrojé al pensar en ello.
La extraña tensión sexual que se creó entre Tafari y yo era ahora evidente para todos, lo que provocó que las risas fueran remplazadas por murmullos aprensivos y curiosos, Tafari por fin despertó de aquel extraño poder que tenía mi femenina mirada sobre él y enojado levanto su poderosa mano, y con un movimiento rápido me dio una terrible bofetada, la cachetada resonó en la cafetería haciendo que los mormullos y criticas murieran de inmediato, la fuerza de aquel golpe fue tal que fui arrojado una vez más al suelo, lancé un chillido de dolor y angustia.
Todos en el comedor jadearon sorprendidos por la violencia de Tafari, sí, durante años el enorme gorila negro había abusado de mí frente a todos impunemente, pero siempre fue un bullyng normal, si existe tal cosa, nunca me había golpeado de verdad, y nunca con tal fuerza.
Me levanté llorando, mis gafas se habían caído de nuevo y esta vez no supe dónde quedaron.
Y aun sin lentes y con mis grises ojos anegados en lágrimas, pude notar lo que parecía un enorme y grueso pepino hinchado y semirrecto formando un enorme bulto en sus pantalones, era su enorme y gorda verga negra, una enorme y gorda verga negra que llegaba hasta su rodilla, y estaba sufriendo una erección por mi culpa… el humillarme, el tenerme de rodillas rogándole, e incluso la terrible cachetada que me había dado, había provocado una erección en ese varonil, masculino y muy heterosexual macho negro.
Me sentí orgullosa, mis lagrimas seguían corriendo por mis pálidas mejillas de porcelana, gracias al terrible dolor en el lado izquierdo de mi rostro, yo seguía en el suelo de rodillas completamente humillado, derrotado, totalmente subyugado y dominado, y sin embargo me sentí poderosa, especial, orgullosa.
Levante mis bonitos ojos de niña desamparada y miré directamente a los negros ojos de Tafari y entrelazando mis delicados dedos adopte una pose de oración y con mi delicada voz de castrati, volví a rogar.
“Señor Tafari podría por favor, por favorcito, darme un poco de su leche, de verdad, de verdad quiero beber su deliciosa leche, señor”.
Tafari me miró con los ojos abiertos como platos, sorprendido y fascinado a partes iguales, dio un paso atrás… ¿asustado?
Bajé mi mirada a su entrepierna, y encontré lo que estaba buscando.
La larga y gorda banana de Tafari ahora trataba de romper sus pantalones, ya no estaba semi erecta, ahora estaba completamente dura, y solo la mezclilla evitaba que aquella moustrosa verga negra se pusiera completamente erecta.
Pobrecito macho negro, su enorme verga negra estaba hinchada y adolorida, necesitaba mimos y besitos, y era mi deber darle cuidados y caricias a esa enorme banana africana, ese brutal macho alfa necesitaba una perra blanca de rodillas atendiendo su enorme virilidad, Tafari tenía derecho a una puta blanca, y yo era una puta y era blanca asi que…
Estaba por separar mis manos, que seguían entrelazadas en esa pose de oración, para poder tocar aquella adolorida verga negra, pero entonces Tafari estiró su enorme mano de gorila y me pellizcó uno de mis hinchados pezones, un gemido profundo y femenino surgió desde el fondo de mi ser y lo miré con los ojos entrecerrados de placer yo dolor, Tafari retorció mi excitado pezón lo cual me hizo gritar agudamente, mi micro pene que para estos momento se encontraba completamente erecto comenzó a babear.
El enorme toro negro entonces me escupió en el rostro, su saliva me dio justo en mis gruesos labios rosados y brillantes, me lamí su espesa saliva golosamente mientras aun lo miraba directo a sus negros y malvados ojos, el retorció de nuevo mi pezón hasta que comencé a chillar como una cerda, y aprovechando que tenia mi boquita de puta abierta en una mueca de dolor, procedió a bañarme con leche de fresas, muy poca de aquella rosada bebida entró en mi boca, la mayoría se derramo sobre mi rostro, sobre mi rizado cabello negro y sobre mi ropa.
Tafari escupió otra enorme cantidad de saliva en mi boca abierta, yo bebi sedienta su esencia que me pareció mil veces más delicios que la leche de fresas, por fin soltó mi adolorido pezón dejándome, gimiendo, temblando y completamente empapada, pero no solo era que mi ropa estuviese completamente mojada por la leche rosada, podía sentir como mi micro pene había babeado tanto liquido que una mancha de humedad adornaba el frente de mis pantalones, y mi tembloroso y caliente ano estaba escurriendo esa espesa miel que había descubierto que producía esta mañana.
“¿Cómo se dice perra?”
“Gracias…”. Pude responder con mi temblorosa y aterciopelada voz de actriz porno, “Gracias… señor Tafari”.
Tafari de nuevo se quedó mirándome embobado, al parecer mi actitud completamente sumisa y entregada lo fascinaba.
Tafari me tomo por la sudadera con su poderosa garra y me levanto del suelo como si yo no pesara nada, pronto mis pies dejaron de tocar el suelo, y me encontré flotando con mi bonito y empapado rostro a centímetros de la fea cara.
“Eres tan patético, eres tan débil, eres el pequeño niño blanco de siempre, eres una sissy, una maricona asquerosa, y eres mi juguete y no quiero que olvides eso”. Tafari gruñía estas horribles palabras mientras acercaba sus feos y gruesos labios a mi bonita boca de puta, nuestros alientos mezclándose, yo temblando de anticipación entrececerré los ojos y fruncí mis ya hinchados labios en un puchero, rogando a Tafari por un beso, y de nuevo bajo el hechizo de mi gris mirada se inclinó hacia mí.
Yo temblaba de excitación y miedo, totalmente de acuerdo con cada cruel palabra que Tafari decía sobre mí.
Era cierto, todo era cierto, y yo lo sabía, siempre lo supe, pero necesitaba escucharlo para admitir la verdad.
Yo estaba a punto de admitir con un beso cada una de las verdades que Tafari me había susurrado al oído…
Pero entonces muchas cosas pasaron rápidamente.
Un momento estaba flotando sobre el suelo sostenido por la enorme mano de gorila de Tafari y al siguiente caía al suelo de nuevo, mientras veía como un puño negro golpeaba salvajemente la fea cara de Tafari.
Tafari retrocedió un par de pasos sorprendido y lastimado, pude ver como sus gruesos labios negros comenzaban a sangrar.
En un instante los doce gigantes, gordos y musculosos amigos de Tafari estaban detrás de él con los puños en alto dispuestos a defender a sui líder.
Pero Tafari levantó una de sus enormes garras de oso y los detuvo con una sonrisa en su feo rostro.
Fue una sorpresa descubrir que verme libre de las garras de ese salvaje gorila negro no me causó alivio, y verlo herido y lastimado al contrario de lo que se esperaría no me hacia sentir mejor, todo lo contrario, una furia ciega llenó mi pecho, ¡¿Quién diablos se atrevía a interrumpir nuestro momento?!, ¡¿Qué acaso no se daban cuenta de la hermosa revelación que estábamos viviendo Tafari y yo?!
Dejé de mirar al poderoso gorila herido y mis bonitos ojos grises vieron la elegante figura de Aiyden que en posición de pelea parecía un superhéroe negro, mi enojo fue completamente olvidado, y mi corazón que ya latía desesperado por la emoción y excitación, se encabritó amenazando con salirse de mi pecho, Aiyden estaba ahí, ahora nada malo podía pasarme, mi héroe, mi protector y guardián había llegado.
Una parte de mi sentía pena y preocupación por Tafari, otra parte más grande ahora que Aiyden estaba defendiéndome, se sentía completamente arrobada por la caballerosidad de mi apuesto héroe.
La cafetería que había estado en total silencio mientras Tafari me humillaba y obligaba a rogarle como una marica sumisa, estalló en gritos emocionados por parte de los niños y chillidos de terror y espanto de parte de las niñas.
En un segundo toda la escuela se reunió alrededor de nosotros tres gritando y aullando, todos ello sedientos de sangre y violencia, alentando y animando a los dos jóvenes negros a destrozarse uno al otro.
Tafari se recuperó rápidamente del sorpresivo golpe, se limpió la sangre de sus gruesos y feos labios y sorprendiéndome, lanzó una sonora carcajada.
“¿Que hay Prince?, ¿te puedo ayudar en algo?”
Su tono era de burla, pero la voz suena enfurecida, dolida.
“De hecho asi es”, Aiyden dio un paso delante de mí cubriéndome, protegiéndome, veo sus puños cerrarse con fuerza, “voy a pedirte que jamás vuelvas a tocar a Lexy de nuevo”.
Aiyden nunca bajo su guardia, y sus hermosos ojos color miel estaban atentos a cada movimiento de Tafari, el pesado gorila por su parte no había levantado sus enormes puños, simplemente estaba ahí de pie con una burlona sonrisa en si feo y primitivo rostro de mono.
“Ya veo, el famoso capitán del equipo está enamorado del putito de la escuela… tengo que admitirlo Prince, no esperaba que fueras un maldito homosexual, aunque comprendo que este patético sissyboy te haya hechizado, es una maldita bruja blanca”.
Tafari me miro con furia y ¿miedo?
No era la primera vez que veía esa emoción en los ojos de ese poderoso gorila africano, pero no me atrevía a creer que era miedo lo que revelaban sus oscuros ojos al mirarme, ¿cómo podría tenerme miedo un enorme oso negro de casi dos metros de alto y ciento cincuenta kilos?, yo era un pequeño, débil y patético niño blanco que no pesaba ni cincuenta kilos, ¿Cómo podría Tafari tener miedo de alguien como yo?
Aiyden cierra los puños con tanta fuerza que incluso su oscura piel palidece un poco.
“Lexy no es una bruja, y tú eres el que estaba a punto de besarlo, asi que deberías aprovechar ahora para admitir que eres gay, no tengas miedo, estas en un lugar seguro”.
La multitud entera lanzó una risita burlona.
Aiyden sonrió mientras se acercaba a él con los puños en alto listo para atacar en cualquier momento.
Tafari seguía sin mostrar señales de querer pelear, incluso guardo sus enormes manos en los bolsillos de su pantalón, Tafari lanzó una nueva carcajada al viento y comenzó a caminar casualmente alrededor del circulo que habían formado la muchedumbre.
“Te digo que esa perra es una bruja blanca, y usa sus encantos de sissyboy para engatusar a los hombres negros, si fueras más inteligente, te alejarías de ella”.
Tafari detiene su paseo y mirando con furia al capitán de su equipo, camina hasta quedar a unos tres pasos de su rival.
Aiyden respira profundo, puedo ver todos sus músculos tensarse.
“No sé de qué diablos hablas Tafari, pero no voy a repetirlo, aléjate de Lexy, no vuelvas a tocarlo jamás, o mejor dicho no trates de besarlo de nuevo”.
Una nueva risita burlona surge de la multitud de curiosos que observa con ansias el enfrentamiento de los dos jugadores más importantes del equipo de futbol.
Tafari mira a Aiyden, su rostro es la máscara de la furia.
“¡No iba a besarlo!, ¡yo jamás besaría a un maldito maricón!, ¡nunca besaría a un patético niño blanco¡, ¡nunca besaría a un asqueroso sissyboy!”
Esta vez las palabras de Tafari si me lastimaron, a diferencia de los crueles y humillantes insultos que me había dicho hacía unos momentos esta vez no me excite por su desprecio, al contrario, escuchar que Tafari se negaba a besarme me heria profundamente, cada vez que aquel fuerte y peludo macho africano gritaba que no deseaba besarme era una puñalada en mi tierno y femenino corazón, lagrimas saladas corrieron por mis mejillas.
Aiyden sonrió amargamente, y una risa malvada salió de su garganta.
“No me sorprende que tengas que obligar a Lexy a besarte, pero tienes que entender que no es su culpa mía que ninguna chica quiera besarte, es entendible, que clase de pervertida besaría aun feo mono como tú, ¿por qué no regresas al zoológico del que escapaste maldito negro?”
Tafari se movió rápidamente hasta quedar frente a frente de Aiyden, el enorme gorila tenía que levantar un poco la cabeza para sostener la mirada de su rival, Aiyden era más alto.
“Este es un día lleno de sorpresas, no solo descubrimos que el perfecto Aiyden Prince eta enamorado de Alexis el sissyboy, también eres un maldito racista, pero que se puede esperar de un maldito mestizo como tú”
Aiyden no retrocedió ni un milímetro, y su sonrisa jamás abandono sus bellas facciones.
“El hecho de que yo no actué como un maldito aborigen no me hace un racista, es tu culpa comportarte como si aún vivieras en la jungla”.
Tafari temblaba de furia contenida y mi acelerado corazón amenazaba con salir de mi pecho, estaba horrorizada por la inminente pelea entre estos guerreros negros, pero al mismo tiempo mi excitado cuerpo se derretía por pensar en la violencia que estaba a punto de ver, y más aún en pensar en que el trofeo que reclamaría el vencedor, seria yo mismo.
“¡Todo es culpa de esa maldita maricona, tú también has caído en sus hechizos, es una bruja, una maldita bruja blanca!”
Tafari me miró de nuevo y pude ver que detrás de su furiosa mirada se escondía el miedo a lo desconocido, el miedo nacido de la superstición e ignorancia de un pueblo tribal que de verdad creía en la magia.
“¡No te atrevas a insultarlo de nuevo idiota!, ¡sé que pasaste el todo el año pasado torturándolo, pero eso se acabó, ahora lárgate!”
Tafari seguía mirándome directo a los ojos, yo sigo de rodillas en el suelo, y puedo oler la testosterona de aquellos dos machos africanos saturando el ambiente, y puedo sentir mi apretado ano temblar y derramar más de esa extraña miel.
“¡Ella no te pertenece, no eres su dueño… y tampoco eres dueño de la escuela, aunque todos los demás idiotas te hagan creer que eres el rey del lugar!”
mi micro pene dio un saltito emocionado al escuchar a Tafari referirse a mí como “ella”, ¡Tafari me consideraba una niña!
Sentí un escalofrió recorrer mi cuerpo entero, de la cabeza a mi húmedo y caliente ano.
“Última oportunidad Tafari, lárgate de aquí y aléjate de Lexy”
“¡Esa niña blanca era mi juguete antes de que tu siquiera supieras que existía!”
Las palabras de Tafari estaban llenas de odio nacido de la injusticia.
“Pues ahora ella es mía”, Aiyden respondió con ferocidad.
Mi micro pene, mis hinchados pezones y mi apretado ano se estremecieron, ahora también Aiyden me llamaba niña.
Aiyden dio el último paso que los separaba y su frente casi toca la frente de Tafari, y con una voz tan baja que no pude oír nada, le susurró algo a Tafari.
La expresión enojada de Tafari pasó a la de sorpresa e indignación, y después a la del desprecio y desagrado.
Me miró una última vez y con una amarga expresión en su cara de gorila salió de la cafetería hecho una fiera, sus amigos lo siguieron, no sin antes dedicar una mirada de odio a Aiyden.
Aiyden se quedó mirando la puerta unos segundos para asegurarse que aquella bestia se había marchado realmente, después respiro hondo un par de veces y cuando se hubo relajado se giró hacia mí.
Yo seguía en el suelo en mi pose de sirena, que ya estaba comenzado a hacerse habitual en mí.
“Ese estúpido gorila, no sabe hacer otra cosa que meterse en problemas”.
Aiyden me miró, y supongo que pudo ver mi expresión de miedo y deseo en mis grises ojos, porque inmediatamente se agachó a mi lado y comenzó a acariciarme la cabeza tiernamente, como tratando de calmar a su mascota asustada.
“Ya, ya pasó, ese idiota no va a lastimarte, te lo prometo”
Yo me abracé a él instintivamente, necesitaba sentir su piel sus músculos y su calor para saber que todo estaba bien, necesitaba estar rodeada de sus fuertes brazos africanos para sentirme protegida y segura.
Él me abrazó y continuó acariciando mi cabeza hasta que dejé de temblar.
“Ahora vamos a la enfermería, necesitas un poco de hielo en esa mejilla, y tienes que cambiarte la ropa, estas completamente empapado”.
Me levantó con la facilidad que le permitía su fuerza superior, y me cargó al estilo princesa.
Yo completamente abrumado por las fuertes emociones recién vividas, me aferré a su fuerte cuello con mis delicados brazos, y dejé que me llevara.
Aiyden caminó a la salida de la cafetería con paso firme, todos los curiosos abrieron paso para que el capitán del equipo de futbol, pasara, y me sentía protegida y segura en sus fuertes brazos negros.
Aiyden pasó junto a Alika sin siquiera verla, ella enojada trató de interponerse en el camino de mi héroe, pero este con una mirada severa y decepcionada la hizo a un lado sin siquiera hablar, yo simplemente miré a la capitana de porristas y le sonreí burlonamente, mientras restregaba mi mejilla en el amplio pecho de su novio como una amorosa gatita, pude ver como Alika temblaba de furia contenida, mientras trataba de matarme con la mirada.
Yo simplemente cerré mis bonitos ojos grises y me abracé a al poderoso y perfecto cuerpo de Aiyden, mientras respiraba profundamente el aroma almizclado de su sudor, el aroma de un macho alfa que me había reclamado como suya.
Me encanta!!! Ya quiero la siguiente parte… Y lo puedo evitar pensar en algo así https://www.xvideos.com/video58886829/big_cat_jock_destroys_little_foxo~_animation_credits_at_end_ al leer esta historia, ya quiero que llegue la acción, saludos!!!
Genial. Excelente. Sin palabras. Espectacular, sobre todo para las «lindas, mariconas, sexys putitos, y hermosos sissyboys», tales como yo. Te amo. Besito y escríbeme, por favor.
Soy Marcos/Wanda (Andrógino).
Muy buen relatos. Seguia tus otros relatos por otra pagina y siempre espere ver ese gran cambio. Pero no se llego a terminar deseo q este termine xk tienes una forma de escribir muy erótico y sensual.
Espero ver como ese pequeño lexy se vuelve la sissy q es de corazon antes q vuelva su papa
P.D: entre a su pagina q mensiona pero no sale nada.