Ángela
Un Ángel en el camino…
Serian poco más de la 1 a.m. de la madrugada del sábado. La noche era agradable, temporada anunciando la llegada del verano. Poco movimiento vehicular y de peatones. Me había escapado de la fiesta de fin de año con mis compañeros de la universidad.
Mi mamá me había prestado su auto con la condición de que no bebiera. Éso era difícil ya la cantidad de alcohol que estaba disponible era más que suficiente y la idea era tomar y tomar.
En la fiesta del año pasado, mi primer año de universidad, fui sin auto porque sabía y quería tomar bebidas alcohólicas. Durante el asado las cervezas desfilaban, el vino y los brindis por el buen año se sucedían uno tras otro. Después del asado y las típicas ensaladas vinieron lo tragos combinados y el baile. Un departamento que se hizo chico, con el calor que hacía esa noche, las remeras y las polo comenzaron a volar, los torsos desnudos de los hombres y los sostenes de las mujeres estaban por donde mirara.
¡ La botella ! Gritó uno, rápidamente se hizo un círculo y en medio comenzó a girar una botella. Yo no conocía el juego. Éste consistía en que al que apuntaba la botella se sacaba una prenda de vestir o de lo contrario tenía que tomarse un trago de Vodka en un vaso que cada uno tenía ante sí.
Como eramos más hombres que mujeres, rápidamente los hombres en ropa interior, boxers o slip y las mujeres con los pechos descubiertos.
Como me daba vergüenza sacarme los boxers, cada vez que me tocaba, bebía un vaso de vodka. Lo mismo hacían las mujeres. Las que andaban acompañadas, que eran las menos, se fueron al comenzar el juego. No se sacaron los sostenes, se tomaron el trago y se fueron ante la protesta de todos. No te podías ir. Como el Vodka me estaba haciendo efecto y ya no quería tomar más, me saqué los boxers, quedando completamente desnudo como la mayoría de los hombres y la mitad de las mujeres. Las mujeres que no querían sacarse los calzones ni tomar, tenían que darle un beso al hombre que había hecho girar la botella, despues le tocaba hacer girar la botella al que le habi tocado dar el beso. Cuando la botella la hizo girar una mujer y apuntó a otra mujer, todos pidieron el beso y las chicas se dieron un beso con el aplauso de todos. Yo ya había besado varias chicas, pero cuando me tocó darle un beso a un chico, me tomé el vaso lleno de vodka. Así lo hicieron varios, pero cuando el nivel de alcohol encendió las alarmas, tuve que besar a otros chicos y ellos a mí. Cada beso era recibido con gritos y aplausos, de manera que ya no tenía nada de raro el beso entre chicas o entre chicos. La verdad es que era una novedad para mí y me pareció divertido, incluso cuando encontré que el beso de algunos chicos era algo apasionado. Claro que el beso tenía que ser un beso, los piquitos no se consideraban besos. El grado alcohólico fue subiendo y grado erótico también. En esa situación, yo ya tenía una erección cuando los besos comenzaron y las chicas estaban desnudas.
Para subir un grado a la dificultad, el beso de las mujeres tenía que ser en el pene de los hombres y el de los hombres en la vulva de las mujeres. Algunas renunciaron al juego, pero otras siguieron. El beso que me dio una chica a mi, fue en la punta y sentí sus labios húmedos y cálidos en mi glande. Cuando me tocó besar a una chica, me besó fue largo y con succión, la chica tuvo que decirme que ya estaba bien. Los besos pasaron a succión entre mujeres y entre hombres. Entre muchos vasos de vodka y unas cuantas succiónes a los compañeros, dije que tenía que ir al baño. Me paré, pero perdí el equilibrio y me caí. Me ayudaron a levantar y me llevaron al baño. Comencé a vomitar el exceso de alcohol mientras un compañero me sujetaba desde atrás y yo apoyado con mis manos en el borde de la taza. Sentía la presión y la dureza de mi compañero entre mis nalgas, pero no estaba en condiciones de protestar.
Cuando desperté en la mañana, estaba acostado desnudo de cara a la almohada y dos chicos desnudos, uno a cada lado.
Me levanté sigilosamente para no despertarlos. Le miré sus miembros y pensé si a ellos también se los había chupado, qué vergüenza.
Busqué mi ropa y no la encontré, fui al baño a orinar y sentí ganas de lo segundo, me senté y comencé a botar un líquido. Me limpié con papel higiénico y mi ano me dolía, lo tenía delicado, como si tuviera una herida. Me lavé las mano y la cara. Fui al living y habían más chicos desnudos durmiendo. Encontré mis zapatillas, mis pantalones y mi polera. Me vestí rápidamente y despacio abrí la puerta y me fui.
En mi casa me duché y me lavé, me dolía mi ano, no me quedaba ningún duda de que me habían violado. Cuantos y cuantas veces? No lo supe nunca, porque nunca hablé del tema y nadie hizo ningún comentario cuando volví a la universidad después de las vacaciones. Como si nada hubiera pasado.
Por eso que ahora me había tomado una cerveza, y cuando tenía que cambiarla por otra, la rellenaba con agua. Lo mismo hice con el combinado, a la mitad lo rellenaba con bebida y antes de que la cosa comenzase a ponerse caliente, me escabullí. Y aquí iba sobrio, tranquilo conduciendo a mi casa. Al dal la vuelta, vi algo que brillaba con luz propia. Parecía un Ángel, era una chica rubia con un vestido blanco en una parada de autobús. Me detuve a su lado y bajando el vidrio de ese lado la invité a subir. Sin decir nada, se dio vuelta y se alejó unos pasos.
– Hola – le dije bajándome del auto, no respondió, ni siquiera me miró.
– No importa que no me quieras hablar, pero déjame que te acompañe, no puedo irme y dejarte sola –
– Mira, vengo de una fiesta con mis compañeros de la universidad, mi mamá me prestó el auto y voy para mi casa. Te puedo llevar a tu casa si quieres –
– Qué me dices? Nos vamos –
– No – dijo ella.
– Que bueno que hablas, pensé que eras muda, aunque para mí no era un problema –
– Me tienes miedo? –
– No –
– Cómo te llamas? Me puedes decir tu nombre? –
– No –
– Que nombre más cortito. Te dicen No y tú vas cuando te llaman ? – noté una disimulada sonrisa.
– Oye No, me llamo Carlos y vivo cerca del supermercado, si no te quieres subir al auto, lo cierro y nos vamos caminando. Te parece? –
– No. Y no insistas. Así que te puedes ir –
– No, no me voy a ir. Me voy a quedar hasta que llegue el autobús y después me voy. Ya te dije que no voy a dejarte sola – me apoyé en el auto y me crucé de brazos.
– Que lindas se ven las estrellas –
– Pero con la estrella que está aquí a mi lado, apenas se ven – me dije a mi mismo, dándole la espalda. 20 minutos después rompí el silencio.
– Mi mamá me va a retar por la hora a la que voy a llegar – hablando conmigo mismo.
– No me va a creer cuando le diga que es por culpa de un Ángel –
– Bueno, vamos – dijo ella a mí espalda.
Me di vuelta y allí estaba, radiante mirándome con su pupila azul. Hasta ese momento no la había visto a los ojos, bueno, ella no me había mirado.
– Adelante – le dije abriéndole la puerta del auto. Cerré la puerta, me di la vuelta y partimos.
– Como te llamas? – le pregunté.
– Ángela –
– Ya sabía! – dije golpeando el volante con la palma de mi mano.
– Un Ángel es un Ángel y tu eres mi Ángel – ella se sonrió.
– Que estudias? – preguntó.
– Ingeniería Civil, aprobé el segundo año –
– Que bueno, eres muy inteligente –
– Y tú que estudias? – le pregunté.
– Pasé a segundo – dijo
En el semáforo la miré con atención.
– Qué me miras – dijo nerviosa.
– Eres hermosa, que edad tienes? 16 ? –
– 15 –
– Eres una niña hermosa. Yo voy a cumplir 21, te incomoda mi edad? –
– No, me gustan mayores –
– Osea que te gusto? –
– No sé, no te conozco –
– Pero eso no es problema, a medida que vayamos conversando, nos vamos ir conociendo. Te parece? –
– Si, dobla por aquí –
Con la luz de los postes que pasaban, podía ver sus blancas piernas hasta medio muslo, hermosas piernas.
– Ya, déjame por aquí – dijo.
Era una plaza, me estacioné a la sombra de un árbol.
– Te puedo ver mañana? – le dije mientras ella soltaba el cinturón de seguridad.
– No sé, tengo que pedir permiso para salir –
– Bueno, yo te espero aquí mismo, si no puedes venir, no importa, te voy a esperar igual.
– Bueno, chao – me dijo dándose vuelta para darme un beso en la mejilla. Me pilló de sorpresa y ante mi titubeo nos dimos un beso » cuneteado «. Mitad mejilla mitad labios.
Se bajó rápidamente y cruzó la calle. Me quedé esperando hasta que llegó a su casa, me hizo una seña de despedida con la mano y entró.
Eché a andar el auto y me fui feliz.
–
Buena historia