Ángela
Mi Cuñada .
Como habíamos quedado, las estaba esperando sentado en el auto. Estaba nervioso, no sabía cómo iba a reaccionar su hermana. Ella quería conocerme y yo quería conocerla. Seria la puerta de entrada a la familia de Ángela. Su padre y su hermano no aceptan su condición, la mamá la entiende y su hermana la acepta.
Miraba la gente pasar, niños jugando en la plaza, una señora con un coche de guagua y…ellas. Ángela era inconfundible, su figura y su andar, a su lado su hermana.
Una chica hermosa, más baja que Ángela, pero bien proporcionada hasta donde alcanzaba a ver.
Me bajé del auto y caminé unos pasos a su encuentro.
– Hola – le dije a Ángela besándola en la boca como siempre.
– Hola – dijo ella – esta es mi hermana Miriam – me dijo presentado a su hermana.
– Él es mi novio, del que te hablé – dijo dirigiéndose a su hermana.
– Hola – dije dándole un beso en la mejilla. Su perfume, su cabello, su suavidad me encantó.
– Hola – dijo ella devolviendo el beso con sus labios cálidos y húmedos que me dejaron como una marca en mi mejilla.
– Subamos al auto – dije abriendo la puerta del copiloto para que subiera Ángela.
– No, yo me voy atrás – dijo ella.
– Miriam, sube tú adelante – le dijo a su hermana.
Al momento de subir pude apreciar las hermosas piernas de Miriam. Ángela se subió atrás, di la vuelta y me subí al volante.
Me detuve en el mismo lugar de siempre, cuando salía con Ángela.
Miriam usaba una falda corta ajustada, y ahora sentada era más corta aún, lo que le permitía lucir sus piernas a cabalidad. En cuanto a sus pechos, sin ser grandes, tenían un buen tamaño, se notaban firmes, su areola se marcaba y los pezones parecían romper la tela.
Apagué el motor y me quedé en silencio.
– Yo me voy a bajar para que conversen tranquilos – dijo Ángela abriendo la puerta y bajando del auto.
– Y bien ? – me dijo Miriam.
– Qué – le respondí
– Yo amo a mi hermana y me tiene preocupada esta relación que tiene contigo –
– Yo la amo, qué tiene de malo –
– Tu sabes qué tiene entre sus piernas? – me preguntó.
– Si, lo sé – respondí. En realidad estaba algo nervioso, no sabía a dónde apuntaba la conversación.
– Y te gusta? –
– Ya te dije que la amo –
– A su pene me refiero. Te gusta o no? –
– Te dije que la amo. La amo tal como es –
– Y qué pasa con su pene? No te complica? –
– No, la amo tal como es, también amo su pene –
– Eres gay? –
– No, porqué lo preguntas ? –
– Dices que amas su pene, se lo tocas? –
– Si, y también se lo chupo – dije.
Se quedó en silencio unos minutos.
– Pero te gustan las mujeres? –
– Si, claro que me gustan –
– Te gustan mis piernas? – dijo subiendo más su falda hasta ver la punta de sus calzones blancos.
– Son hermosas, creo que son las más lindas que he visto – dije, la conversación y ahora sus piernas me habían producido una erección.
Ella tomó mi mano y la puso sobre su muslo.
– Te gusta? – me dijo.
– Si, son deliciosas – dije subiendo suavemente por entre sus piernas.
Ella entreabrió sus piernas y me dejó tocarla, lo que hice suavemente con mis nudillos.
– Espera – dijo sacando mi mano debajo de su falda.
– Te gustaría coger conmigo? – dijo pasando sus dedos por mi erección y dándome unos apretones suaves.
– Si, claro, sácate los calzones – le dije desabrochado mi pantalón y liberando mi miembro que estaba al 100.
– De veras, ahora, cogerias conmigo ? – moviendo su mano de arriba y abajo por mi miembro mirándome a los ojos.
Tomé su cara con mi mano izquierda y la besé apasionadamente.
– Y Ángela? –
– Qué pasa con ella ? – dije
– No dices que la amas pero estas listo para coger conmigo –
– Tu quieres probar si soy gay o no. Y yo quiero demostrártelo que no – le dije metiendo de nuevo mi mano bajo su falda. En realidad estaba a 1000 y si Miriam me dejaba le haría el amor como nunca se lo habrían hecho.
– Espera, espera…- me decía mientras besaba su cuello y mis dedos buscaban su clitoris.
– ¡ Basta ! – me dijo – te creo –
Se arregló el pelo, se bajó la falda y se abotonó la blusa por donde había escapado uno de sus pechos.
Yo guardé como pude mi » herramienta » me acomodé la ropa y nos quedamos en silencio.
– Estuviste a punto de cogerme –
– Yo también te estaba probando. El problema es que si no me detienes, creo que lo hubiera hecho –
– No te sientas culpable, creo que cualquier hombre hubiera reaccionado igual, dadas las condiciones –
– Y tú, también te exitaste, noté lo mojada que estas –
– Si, creo que se nos pasó la mano. Hace tanto tiempo que no hago al así, que apenas pude contenerme. Si no fuera por Ángela –
– Estoy dispuesto para ti cuando tu lo desees – le dije.
– Pero y Ángela? –
– Primero le contaría a ella, no quiero que sea un engaño –
– Si me hubieras conocido a mí primero, yo sería tu novia ahora? –
– Sin dudarlo. Eres la mujer perfecta para mí –
– Voy a bajar a tomar un poco de aire – dijo abriendo la puerta.
Yo también bajé del auto. En realidad necesitaba respirar aire fresco para bajar las revoluciones.
– Me gustas – dijo mirando el suelo.
– A mí también me gustas tú – le dije.
– Me gustas como novio de mi hermana – dijo sonriendo.
– A mí me gustas como cuñada – dije riendo.
– Todo bien ? – preguntó Ángela acercándose.
– Si hermanita, todo bien – le respondió abrazándola.
– Bueno, entonces nos vamos – dijo subiendo al auto.
– No – le dijo Miriam – ahora tú te vas adelante – subiéndose ella atrás.
Nos subimos todos al auto, ahora Ángela estaba a mi lado.
– Tienen algo que contarme? – preguntó.
– Tuvimos una conversación sin tapujos – le dije yo.
– Ya, y no pueden decirme algo? –
– Lo único que te voy a decir es que él te ama. Me gusta que sea tú novio y que si no fueras mi hermana, te lo quitaría – dijo Miriam riendo.
– No tengo problema en compartirlo contigo, si él quiere – le respondió.
– No digas eso, es tu novio –
– Si, pero talvez y mas de una vez habrá querido tener sexo con una mujer y de ser así prefiero que sea contigo Miriam, hablo en serio –
– Mira, lo que Miriam quería saber es que si yo sabía que tienes pene y le dije que si sabía –
– Después me preguntó si te lo tocaba y le dije que si –
Metí la mano debajo de la falda de Ángela y tomé su pene, con la otra levanté el vestido y le dije a Miriam que viera como lo hacía.
– Pero qué haces ? – me dijo Ángela.
– No te preocupes, si ya se lo he visto muchas veces a Ángela, no me asusta – me dijo Miriam.
– Mejor nos vamos – dijo Ángela arreglando su ropa y poniéndote el cinturón de seguridad.
También arreglé mi ropa, levanté el respaldo del asiento, me puse el cinturón de seguridad, eche andar el motor y nos fuimos.
Cuando nos despedimos con Ángela lo hicimos con un beso como siempre. Miriam que venía atrás se despidió con un beso y por la forma como estábamos, el beso también fue en la boca.
Mientras iba manejando me preguntaba si Miriam me hubiera dejado, me hubiera cogido? Yo creo que sí, estaba tan caliente que no me hubiese importado nada.
Llegué a la casa, guardé el auto, me fui a la pieza y me acosté a pensar.
Entro mi hermana y se sentó en la cama a mi lado.
– Qué pasó ? – me preguntó. Yo le había contado que me iba a juntar con Ángela y su hermana mayor, la que me iba a examinar.
Le conté todo lo que pasó con la hermana y que me había dejado caliente.
– Quieres que me acueste contigo ? – me preguntó.
– Si no te importa – le dije.
– Claro que no – dijo desnudandose.
Rápidamente me saqué la ropa y le dije que se subiera. Seguimos conversando un poco más mientras ella me decía que mi cuñada quería conmigo y que se lo dijera a Ángela. La conversación estaba tan cálida que antes de los 10 minutos ya todo había terminado y ella descansaba encima mío.
– Qué linda eres hermanita y cómo te amo – le dije al oído.
– Yo también te amo – fue la respuesta. Poco después estábamos durmiendo.
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