Aprendiendo a ser.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
No se cómo era en sus casas, pero en la mía, el tema del sexo, era un tema tabú. Mis padres, a pesar de que se esforzaban por que tuviéramos un buen estilo de vida, no eran personas preparadas, y la verdad, es que hicieron lo mejor que pudieron para educarme.
Por aquel entonces, tendría unos 10 años, era delgadito, de cara bonita, aniñada, con un culito respingón, muy bien portado, muy educadito, con un carácter delicado y un tanto femenino. Hasta esos días, nunca me había planteado la idea de ser una niña, pero todo cambió de pronto una vez que tuve que quedarme al cuidado de mi tío.
Aquella vez, mis padres tuvieron que salir de la ciudad a la boda de la hija de un compañero del trabajo de mi papá, así que me dejaron con mi tío, el hermano de mi mamá, quien siempre se había portado muy cariñoso conmigo. Una vez que mis padres se fueron, mi tío cerró la puerta y me dijo:
“Pues muy bien nena, vamos a hacer de cenar, para que luego te duermas”?“Tío, no soy niña, soy niño”?“No Mary, eres una nena”?“Tío, me llamo Mario”?“No nena, tu nombre es Mariquita, y más vale que te portes como una buena nena, si no voy a tener que reprenderte y le diré a tu mami que te has portado muy mal”
La mirada y la voz autoritaria de mi tío me hicieron entender que debía de comportarme para no recibir un castigo, así que dócilmente respondí:
“Sí tío, lo que tú digas”?“Así me gusta, que niña tan linda. Ahora, vamos a la cocina para que hagas de cenar”?“Pero… es que no se cocinar…”?“¿Cómo es eso? ¿Tu mami no te ha enseñado a cocinar?”?“No tío…”?“Ay, es que como tu papi quería tanto tener un hijo, no te han educado para ser la niña que eres, pero no te preocupes, en estos días que estarás aquí, voy a tratar de enseñarte a ser la niña que eres…”?“Entonces… ¿yo soy una niña?”?“Claro que sí, eres una niña, y una niña muy especial”?“Pero, tengo pipí, tío”?“Las niñas como tú lo tienen, pero solo les sirve para hacer pipé”?“¿En serio, tío?”?“Claro que sí, y ahora, vamos a hacer esa cena…”?“Sí, tío”?“Ay, pero primero, vamos a que te quites esas ropas que se te ven horribles”
Me llevo a un cuarto en su casa. Al entrar me encontré con un cuarto pintado de colores rosas y púrpuras, con detalles muy femeninos, con una cama con un cobertor de Rosita Fresita, y encima muchos ositos de peluche, un tocador de madera, con un espejo. No se por qué, pero me encantó ver ese cuarto.
“Este va a ser tu cuarto Mary, ¿te gusta?”?“Sí, tío. Mucho”?“Bien. Ahora vamos a que te cambies Mary. Quítate esas ropas”
Quería mucho a mi tío, y lo que me había dicho me hacía sentido, yo no era un niño, era una de esas niñas que tienen pipé. Mi papá siempre me forzaba a hacer cosas que no me agradaban, como jugar a la pelota, hacer cosas que hacían los demás niños, y que muy en el fondo no sentía que eso no era lo que yo quería. Mi papá, había decidido como decorar mi cuarto, y que ropas usar. Esto me sentaba mejor, me gustaba la delicadeza de este cuarto, así que obedecí a lo que mi tío me indicaba. Sacó de un cajón unas pantaletas blancas, con encajes en rosa, un corpiño a juego, unas mallas de algodón blancas, una faldita de mezclilla, y una blusita rosa. Extrañamente aquellas ropas me quedaban a la perfección, y con los zapatitos negros que me dio, me veía hermosa.
“¿Cómo te sientes Mariquita?”?“Bien, tío. Gracias”?“Bueno, ahora vamos a la cocina a preparar la cena”?“Tío, pero ya te dije que no se cocinar…”?“¿Sabes preparar un sándwich?”?“Jijiji, claro que sí, tío”?“Bueno, prepara dos sándwiches y sirve dos vasos de leche”?“Ok”
Me dejó en la cocina, y preparé los sándwiches, y cuando estaba sirviendo el primer vaso de leche, escuché a mi tío:
“A mi no me sirvas leche”?“Ok, tío”
Llegué a su lado, ofreciéndole el plato con su sándwich, y me hizo una señal para sentarme a su lado. Cuando me senté, noté que estaba en la televisión la imagen de una niña como yo, con pipí, pero desnuda y con bubis, a la cual, acariciaban y besaban dos hombres mayores. La imagen me impactó.
“No te asustes Mary, las nenas como tú reciben muchos cariñitos”?“¿De verdad tío?”?“Claro que sí, Mary”
De pronto aquellos hombres tomaban a aquella niña y la obligaban a ponerse en cuatro, el rostro de ella era una mezcla entre miedo y algo que entonces no pude entender, y que después supe que era excitación y deseo. De pronto se vieron los pipís de los dos hombres. Se veían enormes, y la niña besaba y chupaba uno de ellos, mientras sostenía el otro en su mano y lo acariciaba. Mi tío volteó a verme:
“¿Qué piensas Mary?”?“No se, tío”?“¿Ves como esa niña también tiene pipí como tú?”?“Sí, tío. Pero, ¿por qué los hombres que están con ella son tan mayores?”?“Porque las niñas como tú nacen para complacer a los hombres mayores”
En la pantalla se veía como uno de esos hombres penetraba a la niña, la cual gritaba y le salían lágrimas de sus ojos.
“Pero, ¿por qué llora?”?“Porque es su primera vez. Espera un poco, y vas a ver como empieza a disfrutar”
A los pocos instantes el hombre bombeaba a aquella niña, y la actriz empezaba a jadear llena de placer (tiempo después me enteré de que todo era actuación).
“Ya ves, lo esta disfrutando. Los dos son sus novios y la van a embarazar, y va a tener un hermoso bebé”?“¿Tiene dos novios?”?“Sí, las niñas como tú pueden tener varios novios, hasta que encuentres a aquel que te haga la mamá de sus hijos. ¿Has tenido novio?”?“No, tío”?“Si no quieres que te duela la primera vez con tu novio, tienes que practicar. Las niñas como tú, practican desde que son muy pequeñas, hasta que encuentran a su esposo”?“Oye tío, y ¿cómo puedo empezar a practicar?”
El pantalón de mi tío mostraba un bulto que se veía cada vez más grande.
“Pues primero debes vestirte como estás vestida hoy, y después…”?“Después ¿qué?, tío”?“Pues después tienes que aprender como tratar a tu novio”?“Y ¿cómo debo de tratar a mi novio?”?“… ay Mary, eso debería de enseñártelo tu mami, no yo…”?“Por favor, tío, enséñame”?“No se, Mary. No quiero tener problemas con mi hermana…”?“Por favor, tío. Te prometo, que no le digo que tú me enseñaste…”?“¿Lo juras?”?“Sí, tío”?“¿Por Dios?”?“Sí, tío”
Se desabotonó el pantalón, quedándose en boxers, los cuales dejaban ver una gran erección.
“Ok, entonces acaríciame ahí” (mientras señalaba su entrepierna)?“Sí, tío”
Comencé a acariciarlo, y acerqué mi boca, como vi que lo hacía la niña en el video. Saqué su pene del bóxer y comencé a besarlo, tal como lo hiciera la actriz. Y me metí su pene dentro de mi boca, sus manos me ayudaron a que estuviera todo dentro de mi. Sentí que me ahogaba, pero mi tío me dijo que tenía que acostumbrarme. Ya tenía toda su herramienta en mi boca, y me estaba empezando a acostumbrar, cuando me la saca de un solo golpe y me toma en sus brazos y me pone bocabajo.
Una vez que me tuvo en cuatro, me bajo las mallas y la pantaleta y empezó a lamerme la cola. Sentí que moría de la excitación cuando metió su lengua. De pronto, empecé a sentir como su pene, empezaba a tratar de penetrarme. Me dolía mucho, así que empezó a ponerme cremita en la entrada de mi cola, y me introdujo uno, y después dos, y después tres dedos, los cuales me masajeaban y me hacían sentir rico.
“¿Te gusta Mary?”?“Sí, tío”?“Qué bueno nena, ahora, prepárate, te va a doler un poco al principio…”
No terminó de decir eso cuando sentí entrar la cabeza de su pene, lo cual me hizo pegar un grito, el cual traté de apagar mordiendo la almohada. Sentí mucho dolor, mientras el se movía frenéticamente, al tiempo que me decía muchas cosas, entrando y saliendo de mi. De pronto sentí como me presionaba con más fuerza, para después gritar dolorosamente, al tiempo en que sentía como un líquido me llenaba las entrañas, para luego sentir todo su cuerpo sobre de mi.
“¿Te gustó Mary?”?“Me dolió mucho tío”
Una bofetada me cruzó la cara.
“Las niñas como tú dan las gracias”?“Perdón, tío. Gracias”?“Así está mejor. Ahora, vámonos a dormir. Dormirás conmigo”?“Sí, tío”
Me llevó a su cuarto, me hizo quitarme las ropas y ponerme un camisón negro, y otra pantaletita de encaje a juego. Durante la noche, volvió a montarme, llenando mi colita con su leche.
A la mañana siguiente, se despertó y me despertó, y me mandó a hacerle el desayuno. Cuando bajó a desayunar, me vio y me dijo:
“Ay, Mary. Espero no haberte dejado embarazada”
Ese día, volvieron mis padres. Me fui con ellos, sin contarles lo sucedido, pero en mi cabeza no podía dejar de pensar en si no estaba embarazada de mi tío.
Aquella noche llegué a casa, y seguía pensando en lo que me había dicho me tío, de si no me había dejado embarazada.
A la mañana siguiente, me desperté muy temprano, casi no había dormido, pensando en eso. Como era sábado, le pedí a mis papás si podía pasar el fin de semana con mi tío, ellos aceptaron gustosamente. Deseaba platicar con él. Llegué a casa de mi tío, y una vez que mis padres se fueron:
– Hola Mary, ¿qué pasó?
– Tío, estoy muy preocupada, casi no pude dormir…
– ¿Por qué criatura?
– Me quede pensando en lo que me dijiste, de que podías haberme dejado embarazada
– Me lo imaginé Mary. No te preocupes, vamos a resolverlo
– Pero… ¿cómo tío?
– Primero tenemos que saber si estás embarazada o no
– Y ¿cómo lo sabremos?
– Ahorita es muy pronto para saberlo. Tendrás que esperar una semana. Pero ya que estás aquí, vamos para que te cambies. Recuerda que eres una nena, Mariquita.
– Sí, tío, está bien. – me dio una bofetada que me tumbo al suelo
– Se dice gracias. Tienes que acostumbrarte a agradecer a los hombres siempre, ¿entendido?
– Sí, tío, perdón. Gracias por darme ropita para vestirme.
Me llevó a su cuarto, y sacó unas bolsas con ropa y unas zapatillas de tacón alto. Puso sobre la cama: una pantaleta negra de encaje, un brasiere a juego, medias de red, liguero, una mini de mezclilla y un corset púrpura.
– Vístete, Mariquita.
– Sí, tío. Pero no se ponerme el corset.
– No te preocupes, yo te ayudo a ponértelo.
Comencé a vestirme, mi tío me colocó el corset y lo apretó mucho, me dolía, me costaba trabajo respirar.
– Tío, me duele mucho, casi no puedo respirar.
– Aguántate. Esto ayudará a que tengas un cuerpo más bonito.
Después de terminar de vestirme, me monté en aquellos tacones. Me costaba mucho trabajo caminar, pero mi tío me decía que tenía que acostumbrarme, que las niñas como yo debían usarlos todo el tiempo, porque a los hombres así les gustaba, y que ese fin de semana andaría en ellos. Salimos del cuarto y me llevó a la sala. Ahí me dijo:
– Bueno Mary, ¿qué esperas?
– ¿Para qué?, tío.
– Pues para atender a tu tío. ¿te acuerdas lo que te enseñé ayer?
– Sí, tío.
– Siempre que estés con tu hombre, tienes que atenderlo. Así que, ven acá y enséñame que aprendiste bien.
Me acerqué a él, abrí su pantalón, y saqué su pene, el cual ya estaba en total erección, y le salía un líquido de la puntita.
– Bésalo, Mary
Empecé a besarlo, y lamer la puntita, para luego, guiada por sus manos, me lo metí en la boca. En esta ocasión, mi tío comenzó a clavármela hasta el fondo, metiéndola y sacándola, sin importarle si me gustaba o no. Llegó un momento en que su pene se hinchó y descargo en mi garganta su leche, la cual tragué hasta la última gota.
– Ahora, ven acá Mary. Te has portado muy bien, y te quiero dar muchos apapachos.
Me senté a su lado, y el comenzó por besarme profundamente. Su lengua invadía mi boca y mi garganta, mientras sus manos me acariciaban toda. Me tocaba las piernas, las nalgas, el pecho. De pronto, noté como su pene volvía a ponerse duro.
– ¿Ves lo que haces Mariquita?
– ¿Qué? tío.
– Me has vuelto a excitar y como toda buena niña, tienes que complacerme.
– ¿Te la vuelvo a chupar?, tío.
– No, Mary. Ven, vamos al cuarto.
– Sí, tío
Lo seguí hasta el cuarto. Una vez adentro, volvió a besarme y manosearme, pero ahora un poco más violento. Me jalaba de los cabellos, me apretaba fuertemente las nalgas, me quitó la faldita, y de pronto me botó en la cama.
– Ahora sí, Mariquita
– Tío, ¿qué vas a hacer?
– Lo mismo que hicimos ayer, nena
– Tío, pero y ¿si estoy embarazada?
– Mira, si lo estás, ya lo arreglaremos, y hoy voy a usar condón, para no embarazarte.
– Pero… ayer me dolió mucho
– Así es Mary, pero tienes que acostumbrarte
No bien acabó de decir esto, me metió un dedo con lubricante, y luego dos, y luego tres. Yo lloraba de dolor, pero el me decía que tenía que aprender. De pronto, sentí como la punta de su pene se posaba en la entrada de mi culito. Mordí la almohada para no gritar. No se puso condón, y me penetró de un solo golpe, lo cual me dolió hasta el alma. Empezó con el mete y saca, al tiempo en que me decía al oído
– Que rico culito tienes Mary… eres toda una putita… que rico aprietas… me encanta como te mueves Mariquita…
Hasta que de pronto, volvió a llenarme de su leche, para luego de un rato desmontarme y hacerme limpiarle su pene.
– Perdón, Mariquita. Me tenías tan caliente que no tuve tiempo de ponerme el condón.
– Tío, pero y ¿si quedo embarazada?
– Mira, no te preocupes, déjame llamarle a un amigo que es doctor, quizá nos puede decir qué hacer.
Mi tío me dejó tirada en la cama, se levantó, se puso su ropa y se fue a la sala a hablar por teléfono. Tardó un par de minutos, y volvió y me dijo:
– Ya hablé con mi amigo y le conté la situación, y dijo que nos puede recibir, así que vamos.
– Ok, tío. Deja me cambio.
– No te cambies, solo acomódate tu pantaletita, y ponte la falda.
– Tío… pero me van a ver…
– Y eso ¿qué? eres una nena, así que hazme caso y vamos.
– Ok, tío. Como digas.
Obedeciendo a mi tío, me levante adolorida, me acomodé la pantaleta con mi culito aún chorreando el semen de mi tío, me subí la falda, y salí de su casa para irnos a ver a su amigo el doctor. Me daba pena salir así a la calle, y sobretodo, después de haber sido cogida por mi tío, y andar con el culito chorreando semen.
Antes de ir a donde su amigo, mi tío se detuvo en el camino en un lugar de tatuajes.
– Antes de que vayamos a ver a mi amigo, quiero que te hagas un tatuaje…
– Pero tío… se van a dar cuenta mis papás…
– No, nena. Lo vamos a poner en un lugar que no se note…
No tuve más remedio que aceptar a lo que mi tío me pedía. Entramos a aquel establecimiento. Yo caminaba cuidadosamente, tanto por los tacones, como por el dolor de la cogida. El hombre detrás del mostrador me veía con lujuria. Mi tío se acercó a él y le dijo:
– Buen día, quiero que le hagan un tatuaje a mi Mariquita
– Y ¿cómo qué tiene en mente?
– Pues me gustaría que le pusieran su nombre, de un modo muy femenino, en la parte baja de la espalda.
– Ok, de acuerdo.
– Mariquita, ve con el señor para que te haga el tatuaje
– Sí, tío.
Acompañé a aquel hombre por un pasillo oscuro. Mientras íbamos caminando, sentí como una de sus manos se posaba en una de mis nalgas y la apretaba fuerte. Llegamos a una habitación, en donde estaba una camilla, y una máquina a lado.
– Quítate la falda y acuéstate boca abajo, Mariquita.
Con mucha pena me quité la falda, dejando ver mi pantaleta, mi liguero y las medias, lo cual excitó mucho aquel hombre. Me acosté en la camilla, dejando a la vista mi trasero cubierto por la pantaleta, la cual mostraba las señalas del semen que aún se alojaba en mi interior
– Así que te acaban de coger, putita
Con mucha pena, no tuve mas que decirle un tímido sí.
– Me encantan las nenas como tú, bien putas. A ver que día me das la oportunidad de estar contigo.
Tras decir esto, sus manos se deleitaron toqueteándome las nalgas, las piernas, para luego empezar con su trabajo de hacerme el tatuaje, el cual me dolió mucho. Una vez que terminó, me hizo levantarme, mostrarle el resultado, para luego abrazarme y plantarme uno de los besos más asquerosos que me han dado en mi vida. Después de eso, llamó a mi tío para que viera el tatuaje, el cual le encantó, y si dejarme verlo, salimos de aquel lugar.
– Ahora sí, Mariquita, vamos a ver a mi amigo.
Subí a su auto, y manejo por unos minutos, hasta que entramos a un estacionamiento, uno de esos lotes baldíos que sirven para dicho fin. Me hizo bajar del auto y llegamos a un edificio muy viejo. Tocó el timbre del “consultorio” de su “amigo”, y entramos al edificio. Subimos un par de pisos por las escaleras, lo cual me costó un gran trabajo con los tacones, hasta que llegamos a un departamento, y en la puerta nos esperaba su amigo.
– Pasen. Qué linda nena traes contigo Luis.
– Pues sí, jeje, pero quiero que la revises, quizá la haya dejado embarazada…
El amigo de mi tío sonreía con lujuria. Pasamos al interior del consultorio, en donde se veía un escritorio, un par de sillas y una camilla.
– Acuéstate en la camilla y súbete la falda… (Una vez que lo obedecí)… Luis, se ve que te la acabas de montar. Bueno empezaremos con la revisión…
Me empezó a revisar, tocándome las piernas y las nalgas, para después abrir mis nalgas con mucha fuerza, dejando mi hoyito a su antojo. Fue entonces que empezó a penetrarme con sus dedos, para explorarme, lo cual me producía dolor. Al cabo de un rato, me dijo
– Necesito vaciar lo que llevas dentro, para revisarte mejor.
Dicho esto, me introdujo el final de una cánula, la cual empezó a bombear un liquido tibio en mi interior, lo cual se sentía bastante bien.
– Contén el agua, Marikita
Así lo hice, para luego ordenarme vaciar el contenido en el baño, operación que repitió un par de veces. Después de limpiar mi interior, me dijo, que al menos, por lo de hoy, no estaba embarazada, pero que debía revisarme, por si había quedado embarazada de la otra vez. Me recosté en la camilla, el tomo mis piernas, abriéndolas, y empezó a introducir en mi interior un aparato que vibraba, diciéndome que era un instrumento que detectaría si había quedado embarazada. Lo metía y lo sacaba, a veces lo dejaba dentro un rato, para después volver a meterlo y sacarlo de mi interior, lo cual me producía mucho dolor, y un extraño placer. Después de haberme revisado con su aparato por un rato, lo sacó y me dijo
– Marikita, es difícil saber si estás embarazada. Pero para que no lo estés creo que hay una posible solución.
– Lo que sea doctor
– Bueno, puedo ponerte una inyección, que aun es experimental…
– Sí, doctor, por favor…
– Sólo que tendría que ponértela cada mes, al menos por un año…
– Sí, doctor, lo que sea necesario…
– … y además tendrías que tomar unas pastillas a diario por el mismo tiempo
– Sí, doctor, por favor…
– Luis (dirigiéndose a mi tío), pero salen un poco caras, ¿tú las pagaras y te harás cargo de que le ponga la inyección cada mes y que se tome sus pastillas a diario?
– Claro que sí, Jorge. Yo la traeré cada mes, y las pastillas se las daré yo, todos los días.
– De acuerdo. Pero, cada vez que vengas, tendré que revisarte con el mismo instrumento que usé hoy, Marikita.
– Sí, doctor, haré lo que usted diga
Así que el doctor, procedió a inyectarme por primera vez.
Los siguientes días, saliendo de clases, iba a casa de mi tío, para que me diera mi pastilla, y cada vez, debía complacerlo oral y analmente, para ganármela. Todas las veces, debía vestirme para él, como toda una nena, y esto se repitió todos los meses. La medicina que me mandó el doctor, y las inyecciones que me colocaba cada que iba a revisión (cada revisión incluía la introducción de su aparato que vibraba), empezó a provocarme algunos efectos secundarios, mi piel se hizo mas suave, igual que mi carácter, me comencé a volver muy sensible y llorona, me empezaron a doler mucho mis pezones, mis caderas comenzaron a ensancharse, mi pipí se hizo más pequeño… poco a poco, comencé a darme cuenta de que mi tío tenía razón, cada vez me veía más como la nena especial que era.
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