Aprendiendo a ser una mujercita
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por chicochica.
Algo que no mencioné en el relato anterior es que Lety, la hermana de Javier, estaba enterada de nuestros juegos, era imposible que no lo supiera porque muchas veces dejamos su lencería manchada de semen y llegamos a un acuerdo: nosotros podíamos seguir haciéndolo si lavábamos toda su ropa.
Fue así como tuvimos acceso libre a todo lo que quisiéramos, uniformes escolares, faldas cortas, vestidos de fiesta, etc.; siempre había algo dispnible para vestirme de chica y ser la novia de mi mejor amigo, que me seguía tratando con mucho respeto, ternura y cariño.
A veces soltaba mi cabello y trataba de peinarlo para hacerlo más real, incluso intentaba maquillarme y los resultados no eran del todo convincentes. Javier me sugirió pedir ayuda a su hermana; a mí me daba mucha vergüenza que ella me viera así, porque seguían gustándome las mujeres, especialmente ella, pues era hermosa y tenía un cuerpo escultural.
Como siempre, el manipulador de mi novio, se las arregló para que las cosas se dieran como él quería y un día Lety llegó mucho antes de lo acostumbrado, encontrándonos en la sala mientras veíamos la TV. Yo llevaba puesta una minifalda de mezclilla y una camiseta morada que dejaba mi ombligo al aire.
– Hola chicos – saludó al entrar y agregó – qué bien te ves, Alex.
Yo sentí como me ruborizaba, quería esconderme, pero Javier me tomó entre sus brazos y casi como presumiéndome dijo:
– Mira, Lety, te presento a mi novia, se llama Lorena
¿Lorena? – pensé – ¿ahora hasta tengo nombre artístico?
– Pues, mucho gusto – respondió Lety
– ¿Sabes? – añadió Javier – creo que necesita aprender a maquillarse y peinarse
– Sí y también tiene que aprender a combinar la ropa – fue la respuesta de mi cuñadita hermosa
Ya no escuché más de la conversación, después me enteré que yo debía llegar temprano, antes que Lety saliera a trabajar para iniciar mis clases, elegir ropa adecuada, maquillarme, peinarme y quedar lista para agradar la pupila de mi novio.
Los martes y jueves eran los días designados para ver a Javier, el resto de la semana la pasaríamos cada uno por nuestra cuenta. Así que llegaba temprano, subía al cuarto de mi cuñada donde ella me enseñaba a combinar estilos y colores de ropa, que si me convenía usar telas lisas, rayadas, con patrones, etc.; que si lo más adecuado era un maquillaje natural, tonos cobrizos, labial muy tenue y cosas así; o que si me favorecía llevar el cabello por el lado izquierdo, una trenza, dos coletas, bla bla bla.
Al finalizar la transformación iba al cuarto de Javier, él siempre me decía que cada día estaba más hermosa y que pronto llegaría el día en que me haría sentirme completamente mujer, me besaba, acariciaba todo mi cuerpo y después me ofrecía su exquisita verga para tocarla, besarla, lamerla y mamarla mientras él se encargaba de masajear mi culito e introducirme uno o dos dedos.
Javier dijo que quería llevarme a su bella novia al cine; yo creía estar lista para debutar en sociedad como Giselle, pero Lety me dijo que si iba a andar así en público tenía que depilarme casi el 100% de mi cuerpo, aunque tenía poco vello y no era tan visible, mi cuñada me dijo que la gente es muy fijada y lo iban a notar; también dijo que sería un proceso de varias horas y que eligiera qué día podíamos pasarnos una tarde "entre chicas".
A mi novio le encantó el ofrecimiento y acordamos que sería el siguiente miércoles, así no cancelaríamos alguna de nuestras citas semanales.
Llegué muy temprano el miércoles y me dejaron sola en la casa; como ya tenía instrucciones, fui directo a la regadera, me bañé y después fui al cuarto de mi cuñada, tomé un juego de bikini y brassiere de encaje blanco, me lo puse y me senté en la cama a esperar; no pasó mucho tiempo para que llegara mi maestra, fuimos juntas al baño y me fue dando indicaciones para aplicarme cera depiladora en piernas, manos, bigote y barba.
También me enseñó a depilar y delinear las cejas y me sugirió rasurarme las axilas porque, si había sentido dolor con los escasos vellos de mis piernas, realmente iba a gritar si me depilaba esa zona. Seguí paso a paso todas sus indicaciones y, cuando creí estar lista, ella se quitó la ropa, quedando solo en tanga y bra y me dijo que ahora debía ayudarla a dejar su piel igual de tersa que la mía.
Yo, llevando solo lencería y preparándome para convertirme en mujercita, inmediatamente experimenté una gran excitación al ver a esa diosa en paños menores, sus curvas, su plano abdomen, sus pechos grandes y firmes, un par de esbeltas piernas adornadas por el trasero más redondo que hubiese visto. Sí, un bulto se formó entre mis piernas, aprisionado por el encaje del bikini.
Mientras untaba cera en el escultural cuerpo de mi compañera ella me decía que era una lástima que yo fuera gay, creía que yo era "bonito" y sabía que le gustaba a amigas de ella y de mi novio. Después de retirar la cera a jalones, acariciaba su suave piel y este breve contacto, combinado con la conversación, hizo que mi verga adoptara proporciones y dureza que nunca antes había sentido.
Lety me dijo que había pasado por alto la parte más importante de mi cuerpo y que también debería embellecerla; metió su mano debajo de mi bikini y sacó mi pequeño, pero erecto, pene, lo acariciaba en toda su longitud y con la otra mano masajeaba mis testículos y hasta llegaba a tocar mi ano, con lo que rápidamente apareció líquido preseminal en mi glande.
Se arrodilló frente a mí y comenzó a besar mis güevos y, con labios y lengua, recorrió el camino hasta la cabeza, lamió las gotas que ahí encontró, me dirigió una mirada lasciva y metió el pene completo en su boca, iniciando salvajemente los movimientos de mete y saca, apretando con labios, con legua, con dientes, me causaba dolor, pero me proporcionaba un placer que nunca antes había sentido.
No tardé mucho en venirme, descargando chorros interminables de semen en su boca; ella no se retiró, al contrario, abrió grande para recibir todo y algunas gotas alcanzaba a escurrir por la comisura de sus labios. Cuando terminé de eyacular estaba exahusto, ella se levantó mostrando su lengua, todavía con restos de mi leche y me invitó a probarla.
Nos fundimos en un beso apasionado e intenso; yo no podía creerlo, estaba a punto de convertirme en una mujercita y la hembra más hermosa del mundo acababa de mamarme la verga. Nos separamos y Lety rápidamente me enseñó cómo debía rasurar la zona púbica y me dijo que si quería depilarme era mejor acudir con profesionales para evitar dolores innecesarios.
Esto nunca volvió a pasar y tampoco hablamos del tema; a fin de cuentas, éramos cuñadas y nada más.
Pronto les contaré cómo fue cuando por fin fui la mujercita de mi novio.
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