Arrimón en el metro (primer relato)
Cada vez que viajo en metro busco vestirme zorrita para provocar a los hombres a que me den un arrimón de verga, me dejen masturbarlos o hasta mamarlos. Este es el primero de mis relatos..
Esto me paso hoy jueves en la línea 9 a las 9:20am me subí en chabacano con dirección a Tacubaya, el vagón venía lleno pero no atascado, lo suficiente para buscar, lanzar miradas, señales y moverte a otra posición si hace falta.
Al principio nadie me hizo caso pero al llegar a la siguiente estación bajaron muchos hombres y subieron otros cuantos, se hizo más espacioso y yo aproveché para colocar mi culito justo frente a un hombre que se veía algo chacalón pero limpio. Con la excusa de cargar mi mochila en el pecho hice mi cuerpo hacia atrás para rozarlo a él, al que podría ser mi macho casual. Un micro pasito hacia atrás y lo busco con mis nalgas, apenas un roce, tengo miedo de que me rechace y se quite pero no lo hace, aunque tampoco se acerca. ¿Me dará el arrimón de verga que vengo buscando, o será otro viaje aburrido y e insatisfactorio?
Ahora hay tanto espacio que ya no se justifica mucho que me le pegue y los otros hombres del vagón pueden verme claramente, que frustración, debo alejarme de su cuerpo, estaba tan cerca, miro a mi alrededor, nadie me mira, la puerta se cierra y la luz del metro falla, parece estarme animando a intentarlo de nuevo, chingue a su madre, a eso vine, si termina rechazándome y empujándome pues ya me aguanto pero al menos lo intente, venzo mis inseguridades y doy un paso mas decidido al tiempo que descaradamente hago mi cadera hacia atrás, toco su panza, debió sentir perfectamente mis dos cachetes porque hoy no me puse calzones y mi pantalón es de tela muy delgada, se queda quieto por un instante y… SI! Arrima su cuerpo al mío, ya con toda confianza me muevo más hacia atrás y empiezo a sentir su cadera que se pega cada vez más a mis nalgas y uff! Siento como empieza su erección, las telas de nuestra ropa son tan delgadas que siento perfectamente como su pene pasa de ser un bultito blando, hasta convertirse en una potente barra de carne caliente de unos 14cm de largo.
Comienzo a mover mis caderas de lado a lado para sentir toda su longitud, luego en círculos, arriba y abajo rozando ya con descaro mi culo sobre esa rica verga, el movimiento del metro y la luz faltante nos ayuda a enmascarar el faje. Él me da punteadas cada vez más intensas, me empuja hacia adelante haciéndome dar un paso, pone una de sus manos en mi cadera y me jala fuerte hacia su verga que empuja al mismo tiempo, su erección es tremenda, lleva su otra mano al elástico de mi pantalón, ¡quiere bajármelo!, Yo nunca he sentido la caricia de una mano desnuda directamente sobre la piel de mis nalgas, pero para esto fue que me compre y me puse esta ropa hoy, miro de nuevo a mi alrededor, varios hombres nos observan tocándose discretamente sus penes, no hay celulares que es lo que me importa, no puedo permitir que me baje todo el pantalán pero si puedo dejarle sentir una de mis nalgas, la que está del lado de la pared donde solo él podrá verla, agarro mi pantalón del lado contrario y me aflojo el amarre frontal del elástico, ahora si puede bajar un lado todo lo que quiera.
Al sentir como bajo la última barrera a mi piel desnuda mete su otra mano y comienza a acariciarme la cadera, la cintura, mueve sus dedos por los pliegues de abajo de mi nalga, se apodera de ella, la aprieta un par de veces suavecito, sube su mano, ahora la dirige a mis senos, por que sí, aunque no soy mujer biológica, tengo un par de pequeños senos, uno de los cuales es estrujado por mi macho, luego vuelve a bajar su mano a mi cadera y con ambas manos me jala poderosamente hacia su verga que de nuevo empuja con toda su fuerza.
A partir de este momento me empieza a tratar como la putita sumisa que soy, me jala, me aprieta el seno, me estruja la nalga, expone mi culito, soy su perra y los otros hombres que nos rodean me miran con deseo. Ya me tiene tan empinada que es muy obvio lo que pasa. Se abre la puerta, ni siquiera sé cuántas estaciones hemos avanzado pero baja mucha gente, otros suben y tenemos que movernos para dejarlos pasar, nos reacomodamos, él se vuelve a pegar a mí, el metro está quieto y aprovecho para pasar mi brazo hacia atrás y sentir ese pene con mi mano, se siente tan duro y caliente como lo sentía con mis nalgas, lo recorro de la base a la punta varias veces intentando memorizar cada una de sus venas, bordes y pliegues, soy discreta.
El metro cierra la puerta y reanuda el viaje, solo queda una estación para la terminal, ya no me importa nada, solo quiero sentir ese pene en mis nalgas, me empino descarada, él me sostiene sostiene y me embiste fuerte y rítmicamente, luego se me pega completo, sus manos vuelven a meterse dentro de mi ropa, me acaricia, me aprieta, me jala los senos, las nalgas, las caderas. Me hace sentir tan perra que se me escapa un gemido que hace que los hombres que nos rodean volteen a ver la escena, el metro llega a la estación terminal, rápido me recompongo, se abre la puerta y salgo apresurada sin voltear atrás, satisfecha de haber provocado a un macho.
Pronto regresaré al metro en busca de otro pene.


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