Claudia, a los 12años cambió mi vida un farmaceutico jubilado de 60 años.
A los 12 años un chico descubre misteriosos cambios en su cuerpo feminizado y conoce el placer de tener sexo con un farmaceutico jubilado..
Hola me llamo Claudia hoy tengo 25 años y soy una chica trans, mi primer experiencia sexual la tuve a los 12años cuando vivía en un barrio de esos tranquilos que las tardes parece que se apaga el mundo, yo era un nene un poco gordito y por ello me había ganado el apodo de culón, tenía unos rizos que llegaban casi a tocar los hombros y las facciones de mi rostro quizás demasiado delicadas, mi piel es blanquita ya que no me gusta tomar sol y siempre fue suave y aun hoy lo es en parte gracias a las hormonas. Cerca de mi casa vivía Carlos, un vecino que durante muchos años había sido el farmacéutico del barrio cuando yo lo conocí él estaba jubilado y vivía solo, no recuerdo su edad pero tenía más de 60años. Recuerdo el día que se cruzó con mi madre mientras hacíamos las compras, él le contaba que por la edad le costaba realizar ciertas tareas en su casa, mi madre me miro por un segundo y sin preguntarme siquiera me ofreció a darle una mano con algunas tareas en su casa y que incluso podía hacerlo tres veces a la semana, yo parecía estar pintado porque nadie me pregunto absolutamente nada, de cualquier modo yo he tenido desde siempre este carácter muy obediente o sumiso y no le iba a cuestionar nada a mi madre.
A la mañana siguiente me presenté cerca de las 10 de la mañana en la casa de mi vecino, Carlos me abrió la puerta y me invitó a pasar, entonces entendí que haber sido el farmacéutico del barrio le había resultado bastante lucrativo pues su casa sobresalía entre las demás tanto por fuera como por dentro. Una vez dentro, Carlos me miró de arriba abajo y por un momento en su cara había una expresión que no supe entender, luego me indicó que le acompañara hasta el jardín y me señaló que tareas necesitaba que hiciera, cosas como cortar el césped, juntar las hojas que caían de sus dos árboles, tirar algunas cosas que ya no quería de un pequeño cuarto de herramientas, esas cosas. Cerca del medio día me ofreció un jugo de naranja que según él había exprimido él mismo, con el calor que tenía me lo bebí todo casi sin saborearlo, le pedí ir al baño para lavarme la cara y las manos antes de irme. Cuando estaba en el baño había dejado la puerta abierta me dio la sensación que me estaba observando pero no le di importancia y después me acompaño a la calle.
Al siguiente día que debía volver a su casa volvió a indicarme que cosas quería que sacara a la calle de su cuarto de herramientas, el me observaba desde la ventana de su cocina, y de nuevo cerca del medio día me ofreció un refrescante vaso de jugo de naranja. Así pasaron dos o tres meses, estaba notando cambios en mi cuerpo que no eran normales, mis caderas se habían ensanchado mucho y tenía unas pequeñas tetas que se formaban redonditas día a día, parecían las de algunas de mis compañeras de curso, desde los 8 años me baño solo y cuando me bañaba y enjabonaba mi cuerpo mejor dicho la zona de mi pecho, las sentía suaves y su tamaño era tal que cabían enteras en mis manitas, aquel tacto me gustaba sobre todo con el roce de mis pezones, esos roces me provocaban erecciones pero me detenía cuando me daba cuenta de ello, me tenía preocupado y no quería hablarlo con nadie aunque tampoco sabía con quién hablarlo, hablarlo con mi madre y me aterraba y avergonzaba al mismo tiempo.
Un día que estaba ayudando en la casa de Carlos me decidí a preguntarle a él, siendo farmacéutico seguramente entendería al de medicina y me diría que hacer. No encontraba manera de preguntarle, como le diría que estaba teniendo estos cambios en mi cuerpo y no los que tenían mis compañeros de clase? Era cerca del medio día y Carlos se acercó con su jugo de naranja, me lo bebí todo como siempre, hice un silencio y con una voz un poco baja le pregunté si podía hacerle una pregunta, y él con su sonrisa bonachona me respondió: por su puesto!. Y me hizo entrar a su cocina, se sentó en una silla frente a mí y me dijo: A ver!!, que le anda pasando? Como si fuera un doctor. Yo seguía callado pero finalmente le confesé que estaba notando unos cambios extraños y se los mencioné todos incluso lo que me pasaba cuando me bañaba, él puso una sonrisa que luego entendí que era de satisfacción y me pidió que le muestre, me moría de vergüenza pero ya había hablado, no podía huir ahora y no tenía a nadie más para decirle. De a poco levantaba mi camiseta que se pegaba a mi cuerpito por el sudor de haber estado sacando a la calle sus cosas antiguas. En cuanto mi camiseta alcanzo mi pecho mis tetitas hicieron un pequeño rebote y acomodé mi camiseta sobre la mesa. Carlos tenía los ojos fijados a mis misteriosas tetas, sus ojos recorrían la curva redondeada que se formaba en la base de mis pequeños pechos, miraba mis pezones que sobresalían como dos botones gorditos y con unas aureolas rosadas y grandecita que los rodeaban, me miró a los ojos y bajo de nuevo su mirada a mis tetas que se mantenían ligeramente erguidas. Acercó su cara para ver de cerca, y puso sus manos sujetando desde abajo de mis pechos, los apretó suavemente y me preguntó si sentía algún tipo de dolor, le respondí que a veces un poco pero luego se iba. Sus manos seguían sobre mis tetitas y comenzó a girarlas de a poco, su respiración se intensificó y yo comenzaba a disfrutar aquello, me echó una sonrisa y comenzó a frotar mis pezones.
Que sientes? Me preguntó. Creo que esto te está gustando, quiero que me digas, Te gusta esto?
Me sentía avergonzado y a la vez quería gritarle (SI, me encanta), de nuevo volvió a repetir la pregunta y le respondí: Siii, Siii!!! Mucho!!!, casi perdiendo el equilibrio.
Carlos comenzó a pellizcar mis pezones y repitió la pregunta otra vez: Y esto?
Sus dedos aumentaban y disminuían la presión sobre mis pezones, los retorcía un poco soltaba ligeramente para y luego tirar de ellos con suavidad hasta donde la piel se lo permitía.
Sii..!!! Volví a decirle casi ahogándome en mi propia saliva.
Vamos hacer una prueba más, dijo sin soltar mis tetas.
Intentó aclarar su garganta y picando con su dedo uno de mis pezones me preguntó: Sabias que las chicas tiene mucha sensibilidad en esta zona? Les gusta mucho cuando les chupan las tetas?
Se hizo un silencio, NO.. Respondí con cierta vergüenza de no saber.
Carlos me miró a los ojos y dijo: Te las voy a chupar y me vas a decir si te duelen o que te hace sentir.
No pude emitir palabra solo acepté con la cabeza, se acercó a mi pecho derecho, lo sujetó con su mano y lo apretó levantando un poco mientras abría la boca, con la lengua le dio varios golpeteos al pezón.
Yo creí que me caía, las piernas se me aflojaban, le daba besos a mi teta por arriba del pecho y alrededor, con cada beso se acercaba al pezón, luego paso su lengua recorriendo alrededor de la aureola y muy despacio lamió mi pezón de abajo hacia arriba. Su otra mano acariciaba mi otra teta y jugaba con el pezón. Yo me mantenía en silencio, pero no lo aguanté más y comencé a gemir, me hacía suspirar solo con el roce de su lengua, me excitaba viendo como este hombre mayor que podía ser mi abuelo me chupaba esas extrañas tetas que habían crecido casi en el mismo tiempo que empecé a trabajar en su casa. Sus manos me rodearon por la cintura y me acercaron más a él, Carlos abrió su boca y comenzó a chupar y chupar con mucha fuerza, pensé que me arrancaría el pecho, en ocasiones presionaba con sus labios cubriendo casi por completo mi pequeña teta y con su lengua jugaba golpeando mi pezón, me sentía totalmente entregado a la boca de este jubilado, me fue espontaneo abrazar a Carlos y acariciar su cabeza mientras chupaba y chupaba, solamente me soltaba para tomar aire y se lanzaba a mi otra teta.
Sus manos dejaron mi cintura y escalaron mi espalda, las sentía tan firmes y tan grandes recorriendo mi espalda y de a poco descendieron decididas hasta mi culo, las depositó en la parte más alta y acariciaba en círculos mi culo que también había crecido y se asemejaba al de una chica, con sus dedos separaba mis glúteos y los apretaba con fuerza.
Me sentía perdido, perdida… ya no sabía que o como debía sentirme, él seguía preguntando: Te gusta? Te gusta, no? Que lindas lolas!! Dijo refiriéndose a mis pequeños pechos.
Dejó mis castigados pezones un momento y se me detuvo a mirar bien mi cuerpito otra vez, bajo los ojos y notó que estaba excitado. Hmm veo que te gusta mucho, dijo enfatizando en mucho.
Se levantó y mientras llevaba sus manos hasta el elástico de su pantalón de gimnasia me dijo: Agáchate, agáchate un poco.
En aquel entonces aún no había visto una porno pero entendía para que me pedía arrodillarme ante él, había escuchado a los chicos hablar en los baños de mi escuela lo suficiente como para adivinar que me estaba pidiendo, haría lo que hacen las chicas en las películas porno que mis compañeros veían, se me cruzaban en la cabeza miles de cosas, me sentía asustado, pero también muy excitado por toda la estimulación en mis pechos que tan generosamente me había dado, me preocupaba ser gay y a la vez no quería irme de esa casa, quería devolverle el placer que me había dado.
Metió su mano dentro del pantalón y saco su pene, un pene erecto y bastante grande, rodeado por unos pelos grises y el color morado de su glande brillaba esperando por entrar a mi boca, siendo yo tan niño era mi primer pene, lo sujete con mis dos manos y aun sobraba un trozo de carne. Me acaricio el labio con su pulgar y me dijo: abre la boca, así.. más, más grande, cuidado con los dientes.
Lentamente apoyó su pene en mis labios y lo introdujo en mi boca hasta casi la mitad, luego lo sacó y lo volvió a meter lentamente a mi boca, repitió este movimiento muy lento y suave hasta que poco a poco fue aumentando el ritmo, su pene rozaba con mi lengua y con mis labios le apretaban, yo movía mi cabeza tratando se seguir el ritmo de su cadera que embestía violenta mi boca una y otra y otra vez, por momentos me faltaba el aire pero no podía soltarle, seguimos un rato más y de pronto sentí como un chorro caliente y abundante invadía mi boca, Carlos no soltaba mi cabeza y no supe que hacer, lo trague todo, tenía un sabor que no me gustó pero a la vez no me desagradó. Abrí la boca y él dejo caer otro chorro más pequeño al interior de mi boca, volví a saborearlo y me pareció aún menos desagradable. Me ayudo a levantarme y se fijó la hora, eran casi cerca de las 14hs, voltee a ver el reloj que colgaba en la pared y le dije: Aahh!! En mi casa a esta hora están haciendo la siesta, en realidad en todas las casas del barrio estaban haciendo la siesta también. Me pregunto si podía quedarme un poco más, y le respondí que si, recuerdo que lo hice mordiendo mi labio inferior, no sé porque lo hice pero fue natural.
Me dio un beso en los labios y metió su lengua en mi boca y jugueteó con la mía, sus manos como pulpos volvieron al encuentro con mis pechos y pellizcó mis pezones y volví a gemir sorprendido, ahí los dos confirmamos que la zona más sensible de mi cuerpo está en los pechos y sobre todo en mis pezones. Mis gemidos le respondían a su boca y mis pechos, mis manos buscaron su pene y comencé a masturbarle, al principio un poco brusco sin darme cuenta y él fue guiando mi mano y comprendí el ritmo y comenzó a disfrutarlo. Los dos estábamos rompiendo el silencio de su casa, disfrutando un enorme placer, tan nuevo para mí tan liberador para él, yo con 12 años y el con 60.
Me pidió que lo acompañe a una oficina o estudio que tenía dentro de su casa, entramos y se puso a buscar en uno de los muebles que estaban contra la pared, saco una pequeña caja que traía una crema dentro y me pidió que me sentara arriba del escritorio, se echó un poco de crema en los dedos y comenzó a esparcirla sobre mi pecho, con movimientos circulares en cada una de mis tetitas mientras me explicaba que se trataba de una crema para aumentar el busco, me explicó cómo debía aplicarme y cuantas veces, me recomendó que escondiera la crema para que en mi casa no sacaran conclusiones que nos podían apuntar a los dos, sus manos eran gentiles y me elevaban el deseo, realmente mis pechos son la zona más sensible de mi cuerpo.
De golpe le preocupó el horario y que alguien de mi familia se presentara en la puerta de su casa preguntando por mí, supongo que se le había bajado la excitación y ya pensaba con más claridad las cosa pese que sus manos no se despegaban de mis tetitas. No importó que le recordara que en mi casa estarían durmiendo la siesta, salimos de su estudio y yo volví a la cocina a por mí camiseta, me acompaño hasta la puerta, y antes de abrirme me dijo: De esto ni una palabra a nadie, está claro??. Le bese en los labios y entendió mi respuesta, entendía lo que podría pasar si lo hacía y la verdad es que lo habíamos pasado muy bien como para romper nuestro secreto, me sonrió y me correspondió el beso, luego me entregó la crema y me recordó que me la aplicara cuando me fuera a dormir y me preguntó si el próximo día que debía volver a su casa podíamos tomarnos el día libre de tareas y hacer solo “cosas divertidas” como las llamó él, mi sonrisa inmediata le confirmó la propuesta sin necesidad de palabras.
En el siguiente relato contaré que hicimos ese día y como me volví su “noviecita” o su juguete y como descubrí más sobre mis misteriosos cambios.
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