Cobraron mi virginidad
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anónimo.
Hace un tiempo atrás les conté mi primera experiencia como travesti, hoy les contaré como fué mi segunda vez con el mismo hombre que cobró mi virginidad.
Esa noche(la noche de mi priméra vez) llegué a mi casa asustada, tratando de no ser vista por ninguno de mis compañeros de juego. Llegué con cara de cansado y haciendo que me dolía una mano. Como segundos antes me había untado tierra en la frente, mi mamá me mando a bañarme de una…- "Sucio y lleno de polvo no se me acuesta jovencito", me dice mi mamá; bueno, pués sucio no estaba…pero lleno de polvo…si! Después de la ducha y ya recostada en mi cama, vivía segundo a segundo lo sucedido. Mis manos envolvían y masturbaban mi pequeño pene con los pantys alcahuetas que minutos antes fueron testigos, de como me poseían de una forma feliz.
Después de tres días yo no quería salir a la calle. Un sentimiento de culpa se me había metido en el cuerpo recriminándome por lo hecho. Pero otra, me hacía recordar y por supuesto eso me daba escalorfríos satisfactorios.
Mejor dicho, es como si se me hubieran posado dos duendecitos en mis hombros enviados por mi conciencia. El uno vestido de blanco con aureola y el otro no era otro, era otra. Una diablilla vestida de negro brillante. El bueno me decía que no, que eso no estuvo bien, que eso que yo hice era un pecado y que no lo volviera a hacer.
Pero la segunda, me decía que no. Que no le parara bolas o que no lo escuchara. Que eso fué divino, fantásstico que era de répetir ! Estos dos personajes peleaban conmigo todo el día y eso hacía que no quisiera salir, no quería verlo; en ese momento ganaba la pelea el duendecito vestido de bueno.
El cuarto día estando trabajando en mi casa en un arreglo floral sonó el tímbre, sin yo imaginar quien era quien llamaba a la puerta.
La sorpresa me esperaba. Sin poderlo esperar me sorprendo al ver a Walfren pegado del timbre.
– ¿Y tu que haces aquí ?, le pregunto yó.
– ¿ Quiero conversar un momento contigo, puedo?
Abro la puerta y salgo a conversar con él a la calle, para que nadie en casa vaya a escuchar lo que hablamos. No quiero que nos sorprendan en la sala y nos pregunten a quema-ropa o de repente, " ¿Y de que están hablando..?" En esos momentos no sabe una que responder…y que tál responder con la verdad(por que a eso fué qué vino Walfren) …" No mamá…es que estamos hablando aquí con walfren de como fué que me comió, y como fué mi primera véz como mujer, está aquí para ver como fué, como me pareció y que si lo volvemos a hacer…de eso mamá" ..que tál ! No. Es mejor no dar papáya y conversar donde nadie nos escuche.
Walfren llevaba un balón de futbol lo cuál me daba más tranquilidad por si alguién nos veía conversando…pués pensaría que hablamos de fútbol.
Nos sentamos en la acéra de mi casa, tan pronto me senté, mi mirada se estableció en una piedrita que estaba en la calle, pero mi corazón se quería reventar de la emoción, ya que su presencia ponía a volar en mi cabeza todo, paso a paso, lo que sucedió en el cuarto de ropas de su casa.
– ¿Y como estás ?, me pregunta…
– Bien. contesto.
– ¿ Y por que no has vuelto a salir?, no te he vuelto a ver.
– No. es que tengo mucho trabajo y entre el trabajo y el estudio no me he podido dar un descanso.
– …..Aaáh yá.
– Bueno… y como estuviste, te gustó ? Mis oídos estaban atentos a todo lo que hablaba, pero mis ojos no se quitaban de la piedra.
– Bien, si… me gustó. Le contesté asustada… – Pero no lo volveré a hacer, creo que no estuvo bien. No está bien que un hombre haga el amor con otro hombre y no quiero que vayas a pensar mal de mi.
– ¿ Pensar mal de ti ?, ! Pero como se te ocurre ! Al contrario, creo que es lo mejor que me ha pasado y por eso es que estoy aquí.
– Mira, yo no quiero presionarte y de antemano sepas que lo que pasó nadie lo va a saber, ese… es un secreto entre los dos.
Sus palabras me devolvían parte de tranquilidad a mi alma, mi corazón latía de otra forma cada vez que me hablaba.
En ese momento la diablilla vestida de negro y con cola larga, bailaba en toda mi cabeza y me decía…"Escuchalo niña, escúchalo"
– Yo quiero decirte que estuviste maravillosa, nunca pensé el tenerte de semejante manera, de semejante forma y estoy emocionado. Yo estoy aquí para pedirte que volvamos a estar, que deseo volver a estar contigo.
Yo no lo miraba, solo lo escuchaba y apretaba mi traserito contra la acera de la calle. Mis piernas también apretaba mi pequeño pene, que ante sus palabras empezaba a erectárse.
La diablilla me gritaba…"Respóndele, respóndele, dile que sí…díle que sí". Maldita diabla, me bailaba en la cabeza. Se me paraba al frente y me brincaba, y como se mueven las porristas me seguia gritando…" Dile que sí….dile que siiií " Yo sin quitar la miarada de la piedra le dije, que era imposible, que en mi casa no se podía por tanta gente y que en la suya ya me daba miedo.
– Don jorge, el vecino, el que trabaja en el banco(me dice Walfren)… se vá de vacaciones hoy para la costa con la familia y no solamente me pidió que le cuidara su casa, sino también que se la pintara, sobre todo los cuartos de los niños que están muy sucios.
– A si que voy a tener 15 días y me pareció ideal contártelo, no solamente podemos estar de nuevo, si no que te podrás vestir como mujer mientras estemos ahí.
Sus palabras me volvieron a dar esa calentura en la que viví planeando aquella tarde que iba a estar con él por primera vez.
– Y la casa tiene teléfono…? digo, todavía no sé…si me decido te llamó y te confirmo…vale?
– Chévere, te estaré esperando…aquí lo tienes, llámame, verás que la vamos a pasar bien.
Se paró, me pusó la mano en la cabeza y se marchó pateando el balón. Por fin pude quitar la mirada de la piedrita para verlo caminar por detrás. Habiendo dado unos pasos con el balón, Walfren voltéa a mirarme y se encuentra con mi mirada, levantando él su babeza y yo repondiéndole con una suave y penosa sonrisa.
Entré rápidamente a mi casa, no lo podía creer, que yo evitándolo y él viene a buscarme…yo brincaba de emoción en mi cuarto. No hacía otra cosa que masturbarme y pensar en lo que pasó en su casa, en lo que pasó allá afuéra y en lo que pasaría de nuevo…estaba extasiada, nuevamente ese espíritu femenino invadía mi cuerpo…todo mi ser.
Pero…que me iba a poner? Otra vez el conjunto negro? no. Aunque él no lo conocía del todo, no quería volver a usarlo repetidamente, quería que fuera mejor todavía.
No sé…más romantico, más pasional, más erotico.
Ahora mi guarda ropa no era el mejor del mundo, primero por que no tenía mucho de donde escoger y los mejores, o sea los últimos el conjunto negro, no lo había lavado por falta de oportunidad, o sea que había que comprar algo para la ocasión.
Esa tarde terminé mi trabajo cobrando ese mismo día. Yo estudiaba por las mañanas, así que tan pronto saliera de clases me dirigiría a una boutique de lencería que ya había visto. En el morral llevaba unos jeans de cambio y una camiseta, quedando sin el clásico uniforme del colegio.
Esperé que fueran las dos de la tarde, dí una vueltica más…dos y diez, no quería estar en la puerta del almacén tan pronto lo abrieran, es mejor menejar la ansiedad, no creen? Entré muy seriamente recuerdo, casí que con "camináo" de charro mexicano. Una sardina bonita muy amablemente se me acerca y me dice…" A la orden, en que le puedo servir?" Como ya había tenido la experiencia de comprar el conjunto anterior, le solicité a la sardina un conjunto para regalarle a mi novia.
– ¿ Y como lo quiere, de que color, que talla? Bueno eran muchas preguntas créo y debía ser prudente y un poco inseguro al responder, al fin y al cabo supuestamente eran para mi "novia" y yo de eso, no debería de conocer.
Después de darle la talla(cosa que ya sabía, mi talla) por referencias de los cuerpos de otras chicas que trabajaban en la boutique le pedí que me mostrara modelos para escoger.
Esa es la parte que todavía me gusta de ir a comprar ropa interior, ver tanta lencería junta aunque no me la pueda medir en el acto ni comprarlas todas.
Sabía que las horas y las prendas tienen relación. El blanco nos vuelve tranquilas, sin malos pensamientos, demasiado limpias, como para las horas de la mañana o un día de actividad muy sería y profesional. El negro nos vuelve diablas, tocables, comestibles…tigresas insaciables, pero para las horas de la noche. La oportunidad que se me presentaba era en horas de la tarde y no me hallaba con lo que estaba mirando. Necesitaba algo sensual pero elegante, no tan lujuriosa pero si deseable. La ropa interior de colorinches o de colores no clásicos, no me gustan. De pronto vi un conjunto en color beige hermoso, tanto el panty como el brassier, de encajes suaves y hecho a mi gusto.
Pero este conjunto no podía lucirlo solo, era la oportunidad de poderme ver como las chicas que había visto en revistas de sexo y de ropa interior sugestiva.
– Sardina…ehh..tiene babydoless de este mismo color y ligueros ? La señorita que me atendía me miró de forma extraña, como empezando a aumentar las sospechas iniciales de muchas, cuando un hombre va a comprar ropa interior femenina.
– ¿ Y cuantos años tiene pués la niña que ya le gustan los ligueros? me dice con ojos de no le creo y con cara de pícara.
Me provocó decirle que la niña tiene 17 años y que la niña soy yó. (Aunque conozco muchas osadas que son así…yo no lo soy) Yo me quedo callada mirándola con un poco de pena, a lo cual me vuelve a decir…"Tan pollita y ya le gusta ponerse eso"
– Bueno, le digo yo…la verdad es que no son para mi novia( a lo cual me queda mirando la sardina, como quien dice…Vé!…yo tenía razón, estas no son para la novia son para él…píllao ajaá!), – son para una veterana. – Veterana…? me dice la vendedora. A veces se le ocurren a una unas cosas que lo sacan del hoyo más negro…
– Si. es que en estos días conocí a una señora como de unos 30 años muy elegante y le fascina hacer el amor con esta ropa puesta, se dice sentir… más sensual más erótica…a usted no le gustan los ligueros?
– ! Hay no !…me responde. Eso pica mucho y además está pasado de moda. Que tál con las medias sometidas a unas tirantas…que tál que se suelten…como queda una por ahí en la calle, ah? qué tál…además con estos calores…hay no, que pereza! ! Que tál…dice, que tál…vuelve a decir..que tál…qué pereza… Hum!, ! MUCHA BOBÓTA !. Definitivamente mi dios le da pan a quien no tiene dientes. Debería algun día de ponerselos, sentirlos, vivirlos. No solo para que se los gozé, sino también, pueda llevarlos con sentido de pertenencia, con orgullo y sin derecho a críticas.
– A que mujer no le gusta sentirse sensual y deseada ?, le dije yo. Debería algún día de usarlos verá como se va asentir.
Definitivamente cada cual habla lo que siente, me mostró varios modelos de lo que yo pedí, escogiendo lo que más me gustó.
– ¿Y como un sardino regala ropa interior?- me dice.
La verdad no tengo la culpa que a un pollo como yó, le guste a una veterana y a mi la verdad también me gusta(Ay dios mio)…pués, como se vé ella.
Pagándo en la caja le dije que algún día los usara, además una mujer tan bonita debería verse más hermosa todavía. Creo que con eso la maté, ya que se despidió de mi con una sonrisa muy coqueta, eliminando todo tipo de sospecha, bueno eso creo yo.
Llegué a mi casa y tan solo en horas de la noche pude provarme la ropa que había comprado, sintiendo todo bien en su lugar a la medida, estaba contenta y me sentía toda una diabla, cometiendo semejante picardía.
Esa mañana no me pude concentrar en el colégio, deseaba que llegará ya la hora de salir. El reloj marcó la una de la tarde y yó como un rayo estaba en mi casa, almorzando y preperando todo para el resto de la tarde.
Todo estaba listo pero sentía que algo faltaba…Claro! ¿Como iba a rellenar la copa del brassier? No quería volverlo a rellenar con tela, pero con qué? Un bombillo se prendió. ¿Con una bomba de agua como quedaría? Estaba hecha una flecha.
Salí velozmente a una miscelanea que quedaba cerca de la casa y compré varios pares…al fin y al cabo funcionan de a dos, no? Como el brassier erá un 34B, los llené con agua hasta buscar el tamaño de la copa, pero como quedarían? No podía saberlo ya que mamá todavía no se había ido a trabajar.
Mamá me pregunto que que iba ahacer en la tarde, a lo cuál le dije que terminaría las tareas del colégio y saldría a jugar después con los pelaos de la cuadra.
Bien me dijo mi madre y tranquila se fué a trabajar.
No estaba llegando mi madre a la esquina cuando cogí el teléfono y lo llamé.
– ¿ Aló walfren?..,Si, respondió él.
– Lista?, me dijo.
– Si. Salga a la esquina de la cuadra con unos valdes donde yo pueda llevar unas cosas y yo se los ayudo a llevar, así no levantamos sospechas al entrar a la casa, además como éramos conocidos por el sector, menos levantaríamos sospechas.
Dicho y hecho a si fué. Estando entrando a la casa walfren me manda a comprar un rodillo que hacía falta delante de unos vecinos, a lo cual ellos le dicen que estaba bien que consiguiera ayudante.
Llegué con el rodillo de la ferretería y al entrar saludé a los vecinos que todavía estaban en la entrada de sus casas.
Cerré la puerta y me asomé por los filos de las ventanas para mirar hacia la calle, viendo todo en completa normalidad.
Walfren se abalanzó sobre mi, besándome apasionadamente y sintiendo como sus manos iban desabrochando todos los botones de mi ropa.
Al verme en los pantys que había comprado quiso quitarmelos y poseerme.
– Espera…espera, tranquilo. No me los quites todavía…yo te tengo una sorpresa, ya sabes que si me vas a poseer, me gusta estar como una nena.
– Ven enseñame la casa, quiero estar segura que no hay más nadie.
Me mostró la casa, muy bonita, fina de muy buen gusto. Finalmente me enseño la alcoba matrimonial.
Era grande con una cama inmensa. El tocador casi era de pared a pared dejando una profundidad de campo por semejante espejo en la alcoba.
Un sentido máximo femenino me invitó a abrir los cajones y el armario de doña Clara, la señora de casa. Una mujer que vestía y era muy elegante.
Su ropa interior era hermosa, ¿como sería la que se llevó para el viaje? Claro, lo que yo había comprado no tenía nada que envidiarle a su lencería, la única difencía es que yo tenía un par de conjuntos y un par de prendas más, en cambio ella, tenía un guardarropas lleno de hermosas prendas interiores.
Walfren se desnudó rápidamente, enseñandome su miembro entredormido que estaba empezando a transformarse.
– Me daré un baño para estar completamente limpia y cuando esté lista, saldré.
Cogí mi bolsa del valde y me dirigí al baño.
Antes de eso, me fijé en unas zapatillas no muy altas pero abiertas, sin correa trasera. Yo no tenía ningun tipo de experiencia en le manejo de los tacones, por lo tanto lo que buscaba era parar más mis nalgas, verme más provocativa y lógicamente no caerme.
Después de darme un señor duchazo, empecé a secarme y a vestirme de una forma que antes nunca había sentido, estaba llena de fantasias, de ganas, de deseos pero lo hacía de una forma lenta, gozándome todo antes de lo que me esperaba. ¿Eso mismo sentirán las recién casadas? Por lo menos yo estaba en el segundo día de luna de miel.
Primero fué el liguero y las medias, después fué el brassier, los rellenos quedaron que ni mandados a hacer, se movian conmigo, tenían movimiento. Eso me produjo una exitación terrible y por último los pantys. La postura del babydoll fue una ceremonia, disfrutaba como la fina tela de la batíca producía sensaciones en mis manos y en mi cuerpo al rozarlas. Cerraba mis ojos para dejar al tácto todas las sensaciones que me producían al acariciarme como lo estaba haciendo.
Abria mis ojos solo para darme cuenta que no era un sueño, que era realidad y que afuera estaba el dueño de mi trasero, esperandolo volver a utilzar.
Me calcé los pies con los tacones, dí varios saltos bruscos para ver y sentir que no se me fueran a salir los nuevos senos, que pena que en plena faena se me salieran y quedará como un trapo.
Subían y bajaban rebotando consecutivamente en el mismo lugar, se veían y se sentían divinos pero algo les hacia falta todavía… Y si!, eran los pezones. ¿ Pero como? Cogí dos pedacitos de papel higienico y los humedecí, volviéndolos unas bolitas y poniéndolos en el lugar que más figura resaltára y diera la apariencia de parados.
Sobre el babydoll resaltaban mis pezónes haciendo ver divinas mis orgullosas tetas. No!…Estaba éxtaciada. Estaba poseida.
El baño era de lujo.Un enorme espejo cubría sus paredes. El gabinete o mueble al igual que el espejo llegaba de pared a pared de color blanco y entapetado el piso casí del mismo color en un 50 %.
Estaba casí lista, solo me faltaba un poco de maquillaje suave y un poco de loción. Caminé varias veces en los tacones por la habitación para tener un poco seguridad al igual que varias posiciones, no quería quedar como una inexperta frente a mi semental.
¿Como sería hacerlo en un baño y sobre todo en este? la cama me gustaba, pero el entorno del baño me gustaba más; además sabía que la posiciones a las que me pondría, eran mejor que en la cama.
Estaba lista. Todo esta listo, estaba como el cuento…Yo sola, él solo, la casa sola…entoces… !Que estaba esperando! Medio abrí la puerta y lo llamé. El me decía que fuera a la cama que allí me estaba esperando. Yo le insistía y le pedía que viniera, además a una dama no se le hacia esperar. Sentí como se paró de la cama, mientras tanto yo me apoyaba en el mueble frente al espejo, mirandome… parando mi cola y esperando que entrara.
La puerta empezó a abrirse y lo primero que vi, era como sus pies se mostraban en el espejo, después sus piernas velludas y seguidamente su falo, que venía listo para una gran batalla.
Parecía suspendido en el aire. Se movía de izquierda a derecha en forma amenazante. Todo su cuerpo estaba al máximo y su glande lo cubría suavemente una porción de su piel, más sin envargo tenía un color rojo púrpura que se dejaba ver entre su capucha.
Al final de su entrada mis ojos se encuentran con los de él. Su cara tiene un sabor a picardía. Una sonrisa se dibujaba en los labios y sus ojos recorrían toda mi figura trasera.
Se paró detrás de mi, puyándome suavemente las nalgas con su hermoso nené. Me cogió de la mano y me hizo dar una vuelta para verme mejor.
– Estás MAMACITA!!!, te ves divína Mónica.
– Ves…te sientes tranquila? Si, le contesté. Me refugié en sus brazos, sintiendo su pene en mi ingle que me puyaba con rabia, desacargando en mi, un apasionado beso. Mientras su lengua trataba de enredare con la mia, sus manos se apoyaban en mis nalgas empujándome contra él, haciéndome sentir la templanza de su fierro.
Mientras sus manos acariciaban mi babydoll y mi trasero, yo cogía suavemente entre mis manos aquel pedazo de carne que quería penetrarme por donde fuera.
Su pene dejaba en mis manos su lubricación. Estaba caliente y duro tanto, que me daba miedo que se fuera a partir.
Sus labios dejaban suzurrar…"Que rico que te voy a amar…" Eso hacia que delirara. Que mi cuerpo temblara afanosamente por ser suya, nada más inundaba mi mente. El momento que quería qué nuevamente pasára estaba apunto de empezar.
Me retiró de sus brazos y me puso nuevamente frente al espejo. Mis manos se apoyaron sobre el mueble. Nuestras miradas se encontraban frente al espejo mientras él presionaba su cuerpo contra mis caderas. No podía sostenerle la mirada mientras él arremetía con más ritmo su grueso y riquísimo pene contra mis anciosas nalgas. Yo cerraba los ojos por momentos. Sentía como su barra de carne acerada empujaba nuevamente mis pantys contra mi ojete. Mis piernas estaban paradas sobre esos tacones, que hacian parara más y mejor mi colita, para seguir sintiendo semejante premio.
Una suave sonrrisa se dejaba ver en mis labios maquillados. Mis dientes apretaban mis labios inferiores cada vez que me restregaba aquel delicioso artículo masculino. De eso él se daba cuenta por lo tanto seguía empujando su pene en varios sentidos….era delicioso lo que sentía.
Mis nalgas ya no estaban rígidas, estaban dopadas, dominadas ante aquel coloso. estaba como al principio, un pedacito de tela impedía que aquel bello mostruo ganara mis entrañas.
Sus manos no sabían donde ponerse. Acariciaban mis senos blandos al tacto, los apretaba mientras arremetía una y otra vez su ser contra el mio.
Luego se posaban en mis hombros, luego en mis caderas…en mi estómago, en fin…que apretada me estaba dando dios mio.
Una sinfonía de caricias cubría mi cuerpo, una de las mejores era cuando acariciaba mis piernas, permitiendo sentir la suavidad de las medias que me cubrían.
Jamás creí sentir semejante sensaciones, semejantes vibraciones. Era una locura total para mi. Estaba como las bocas de los hormigueros cuando los molestan…. "enloquecida".
Sus manos no esperaron más, bajaron los pantys que por un tiempo acaricio y dibujó con sus dedos. Mis calzoncillos cayeron hasta los tacones que paraban mi ser. Suavemente salieron para no dañarlos. Hizo que abriera más mis piernas para descubrir mejor mis nalgas.
Sus dedos pulgares, abrían mis nalgas de par en par sin saber lo que vendría. Una suave humedad cubrió mi rosado ojete. Su lengua se había apoderado de puerta anal. Una espesa saliva cubría mi trasero, sentía como sus labios trataban de cerrar mi ojete sobre ellos y su lengua se introducía en repetidas ocasiones. Una y otra vez..una y otra vez…era como un pene pequeñito, hasta risas de nerviosismo se me escapaban sin poderlo disimular.
– ¿ Te hace reir mi lengua? me dice…
– Me vuelve loca, le digo. – Me hace cosquillas…
– Espera a que sientas otra cosa que tengo por aquí…a ver como te hace cosquillas…
Moviendo mi cola coqueta en su boca y deseosa por fin de ser suya, le dije con cierto acentíco y picardía…" La estoy esperando".
Esas palabras en él, hizo que me diera media vuelta rápidamente. Mirándome, con voz entrecortada y señalando su pene con los ojos me dice…"Mámemelo"…
¿Mamárcelo ? Me estaba pidiendo que le mamara semejante listón…yo no estaba preparada para eso…¿ mamárcelo?
– Dale Mónica…una mamadita, me insistía. Entré como en shock. Robotizada me arrodillé frente a él. El glande de su henchido pene, estaba a unos cuantos centimetros de mis labios. Mi mano derecha se posó sobre el tronco de su pene. Por primera vez lo tenía tán cerca de mis ojos que no podía creerlo. Lo miraba y lo miraba mientras lo acariciaba suavemente. Yo no tenía ni idea de como se daba una mamada, pero mis instintos femeninos me estaban guiándo. Sus manos acariciaban mi cabello mientras empujaba suavemente su miembro contra mi mano, y yo, lo masturbaba con más ritmo sin llevarlo aún a mi boca.
Busque su mirada mientras estaba arrodillada sobre el tapete del baño y sin dejar de mirarlo, seguía masturbando su miembro. Cogió mi cabeza por la nuca, tomó el pene con su mano y puso la rosa de su ser en mis labios. Sin dejarlo de mirar, abría mis labios poco a poco hasta sentir un agradable sabor, hasta ahora desconocido para mi. Suaves besos cubrían su glande, era lo único que me inspiraba, llenarlo de suaves besos, sin todavía introducir lo que después llegaría hasta mis amigdalas.
Mi saliva se deslizaba entre mis labios y su hinchado cabezote, entrando una y otra véz en mi boca. Sus ojos se cerraban suavemente mientras sentía mis besos en su miembro y su boca se entre-abría dejando salir suaves gemidos de satisfación.
– ! Bien..! Lo estás haciendo bien Mónica… me decía…; eso me daba más fuerzas para hacerlo mejor. Ahora mi boca se abría lubricada, permitiendo que se masturbara a su ritmo, sus manos no dejaban de presionar mi cabeza y de empujar en mi abierta cabidad bucal, su enorme verga.
Bueno, no puedo decirles que aquella mamáda fué ciento por ciento profesional, ya que debido a mi inexperiencia, fueron varias las veces que mis dientes rozarón su hermoso ser, claro…no sin concentirlo después del error.
Sus manos brindaron un apóyo para que pudiera levantarme del piso. Quedé parada de frente y me abrazó tán rico, que sentía fundírme en él.
Una mano se anidó en mi cola mientras la otra se apoderaba nuevamente de mi nuca, sin dejar de mirarme me hacercó a sus labios, besándome suavemente sin parar. Yo apenas levantaba una pierna hacía atrás, como cualquier colegiala(bueno, al fin y al cabo lo era)mis brazos se enredaban en su cuello no queriendome separar, la mano situada en mi cola buscaba afanosamente la entrada a mi mundo interior lográndolo con facilidád…ni para que les cuento lo que sentía, ustedes ya se lo imaginarán.
De pronto me queda mirando y me dice muy suavecito…- Lista..?, esa pregunta me hizo dar pena, a lo cuál cerré los ojos y le acentúo un sí, con la cabeza. Hace apoyár nuevamente mis brazos contra el gabinete, haciendo sobresalir aún más mis caderas. Se para detrás de mi, me toma de la cintura y empieza a mover suavemente y en circulos su dura verga contra mi delicado ojito.
Que maravilla, yo estaba super lubricada de no sé donde, cerraba mis ojos para poder sentír el éxtasis que me embargaba… o que envergaba?, no lo sé. Lo cierto es que aquella gran herramienta ya casí entraba toda, !hay señor dios mio bendito, que es todo esto! murmuraba yo. Era increible como me sentía, mis penas se empezában a ir, me volvía más atrevida con él, lo miraba por el espejo y le sonreía con cara de satisfacción,.
– ¿ Te gusta nena..? me decía mientras hundía suave y cadenciosamente una y otra vez su poderosa verga en mi todavía vírgen culo.
– Ssiiiii…me gusta, me gusta mucho…sigué, siguéme haciendo tu mujer…
Esto fué como un estopín. Un repentino dolor invadió mis entrañas, Walfren me penetraba ahora con más violencia, haciendo sonar una y otra véz, una agradable melodía, cada vez que chocaban nuestros cuerpos.
Mis piernas estaban abiertas y templadas formando una A sobre esos tacones, solo sentía un constante galopéo en mi espalda y en mi cola, una barra que cada vez que entraba desgarraba y ensanchaba mi interior y cuando salía, me dejaba una sensación de inconformidad, de vacio, sin olvidar por supuesto, la música que producían nuestros cuerpos.
Yo cerraba en puños mis manos y acordándome de donde estaba, dejaba escapar gemidos largos y entrecortados.
No ocultaba mi satisfacción. Le decía que me gustába, que no parara, mientras miraba como me movía frente al espejo. Mis pechos revotaban en el brassier, haciéndome sentir su volúmen, aunque a veces eran tan fuertes los enviones de mi padrón, que ponía mis manos sobre mi pecho sobre el babydoll, para que no se me fueran a salir.
Quería sentir más…entonces subí una de mis rodillas sobre el mueble, eso le permitía que entrara mejor. Entraba de maravilla y los dos lo sabíamos. Su cara de satisfacción se desdibujaba en el espejo y eso me éxitaba aún más.
– ! Que rico lo que sienten las mujeres cuando son penetradas… le decía a mi hombre.
– Como me gusta que te guste, y como no te va a gustar…si tu eres mi mujer…
Yo sonreí y le mandé un beso por el espejo.
No aguanté y subí la otra rodilla, quedando completamente recogida y abierta sobre el gabinete. Él único sostén que tenía para no caerme era el pene de Walfren, cada véz que me penetraba marcaba un juego de péndulo, ya que no podía apoyárme sobre el espejo, depronto por la presión lo podía romper.
Hay si era cierto que no sabíamos de vecinos. La seguridad de la habitación nos permitia poder expresar con plena satisfacción todo lo que sentíamos, tanto él, como yó. Nunca antes en mi vida creí que sería de esas que les gustára exclamar lo que siente, mientras nos están penetrando o haciendo el amor…!!!FANTÁSTICO, FANTÁSTICO!!! exclamába yo.
– Me cansé… dijo Walfren, y como no iba a estar cansado despues de casí una hora en esa posición.
– ! Hay que dolor ! le dije mirándolo por el espejo…
– Por tenerlo adentro? me replicó…
– No…Por que me lo vas a sacar querido…le contesté en tono de broma…
– ¿ Golosíta no ? dándome un par de metiditas más de pene.
Me lo sacó inevitablemente y poniendo sus manos en mi reventada cintura, me ayudó a bajar.
Se sentó en el sanitario. Sobre la tapa de aquel servicio, casí yacía un hombre agotado por el trabajo contínuo sobre mi redondo trasero o diré, sobre mi trasero que ahora es el suyo? Respiraba él, rápido y agitádo. cogí una toalla que estaba a la mano y arrodillada casí sobre su ser, empecé a limpiar su sudor.
El agua emanada de su cuerpo, recorría su piel hacía abajo,hacia el piso accionada por la ley de gravedad. Yo limpiaba con delicadeza su frente, su cara, su cuello, su pecho y su pene no lo secaba, por el contrario, más lo humedecía y con mi boca. Con la toalla le daba viento, nuevas energías, pués faltaba el remate.
– ¿ Quieres agua ? le dije, a lo cuál me dijo que me debería el cielo, si se la traía.
Yo me paré apoyándome en sus piernas. Me levanté segura sobre mis tacones prestados. Sacaba mi cola con orgullo al caminar y sentía como mis senos brincaban en mi pecho al compás de mis pasos. Mientras caminaba, también sentía como el terminal del babydoll rosaba mis nalgas delicadamente, Walfren me miraba contento, pero sabía que tenía que darme prisa con el agua.
Nunca antes había caminado un trayecto tan largo en ropa interior femenina y menos en una casa que no era mia. Sentía el viento mover mi batola e introducirse en mi interior, produciendo un manto de frescura sobre mi acalorado cuerpo.
Caminaba suave, con cadencía, hechando los hombros un poco hacía atrás y levantando mi cola ayudada por los tacones de doña Clara.
Como sé que muchas saben de lo que estoy hablando, el paseo lo rematé frente a él con un beso en su pene, antes de darle el vaso con agua.
Después de haber calmado nuetra sed y sofocamiento, logré que se corriera un poco más hacia abajo de la tapa del servicio. Volví a humedecérle mi pene(por que ahora era mio) un poco con mi boca para poder meterlo con toda confianza. Me paré y volví a darle la espalda, tratándome de sentar sobre su pedazóte de carne. Mis dedos se apoyában sobre el borde del mueble, yo estiraba mis brazos lo más que podía sin dejar de quitar la punta de su miembro, de mis rosados labios anilaterales. Lo metía un poquito y lo sacaba un poquito…lo metía un poquito… y lo sacaba…lo metía un poqui…..y sin darle aviso, hundía esa verga hasta el fondo de mis anillos. Mis nalgas tocaban de un solo golpe su ingle, quedándose mi culo atorado por unos instantes con todo eso por dentro dios mio.
Cuando subía, lo hacía en remolinos haciendo girar mi cadera en circulos casí completos sobre su rico manjar. Mientras me lo sacaba, él me ayudaba a subir apoyando sus manos sobre mis nalgas, de paso abriendo mis redondos chetes permitiéndome hacer mejor lo que deseaba.
Volvía y repetía lo anterior…lo metía un poquito…lo sacaba un poquito…y de nuevo hasta el fondo sin prevío aviso. Esto hacía que Walfren hechára hacía adelante su cuerpo por instinto dada vez que yo bajaba.
De pronto cambiaba de ritmo, todo lo tenía para mi. Ahora era yó la que mandaba en aquella batalla que de antemano sabía yo que ganaría.
Mis movimientos circulares se apoderaron de la base de su pene, poco a poco sentía como una talla más crecía en mi interior, pareciera que estuviera creciendo cada vez más.
Un gemido consecutivo se apoderó de la voz de mi semental. sus movimientos se volvieron más continuos… me quitó sorpresivamente de la posición en que estaba y me tiró de rodillas sobre el tapéte. Yo caí apoyada sobre mis codos…sacó su mano y me dió un par de nalgadas en cada una de mis redondas y castigadas masas de carne y de un solo envión introdujo su engrandecida verga en mi ya destrozado y dilatado ojéte.
Solo trataba de aguantar sus salvajes y continuas arremetidas. Mi cuerpo se estremecía cada vez que su pelvis se estrellaba contra mis nalgas, sus manos se acomodaban con fuerza en mis hombros, permitiéndole penetrárme con rápida velocidad y fuerza.
Sabía que pronto, aquella culiada descomunal llegaría a su fin. Por lo tanto trataba de gozárme todo hasta el último segundo.
Yo le gritaba…" así…así…asiiii, no dejes de parar por favor… házme tuya…inúndame con tu nectar por favor…asi…asi…" De un momento a otro un volcán estalló dentro de mi. Cogiéndome con fuerza total hundió todo su ser en mi interior…todo lo tenía por dentro, recibiendo toda su energía, volvía y me estocába sintiendo en su fuerte movimiento y como mi interior se ponía caliente, solo sentía como se regaba ese calor viscoso entre mis piernas.
Mientras él se quedaba quieto por instantes, yo empezaba a mover mi acalorada licuadora tratando de exprimirle el último de sus jugos.
La habitación de servicio se llenó de exclamaciones de parte suya… y de ordenes de parte mia.
Ahora era yo nuevamente quien imponía mis condiciones sobre este coloso moribundo. Mientras cerraba mi esfínter para sacar aquel coloso terminal de mi, lo aflojaba para metérlo con afán. sus manos apretaban sin piedad mi cintura cada vez que yo tragaba con hambre su ser.
Cayó al piso casi desmayado por la emocíon…! Como dicen los españoles…Jodér tio, qué venída ! Todo mi trasero estaba untado de semen. Yo caí de lado al lado de él dándole nuevamente la espalda, tratando de meterme de nuevo su delicioso y divino nené, ahora ya perdiendo su forma; y empecé a masturbarme sin piedad. Walfren trataba de mantener adentro su pene con sus dedos, mientras yo movía mis caderas repetidamente sobre él mientras me masturbaba locamente.
Una de sus manos se apoderó de mi largo y grueso clítoris, masturbándome más deliciosamente, mientras yo apretaba una de mis manos sobre sus piernas, empujándome más fuerte hacía él.
Su mano se cubrío de repente con mis jugos interiores. Yo empujaba con mayor presión y le pedía que no parara… mientras yo gritaba en voz baja con los dientes apretados todo lo que sentía.
Mi semen se esparció por parte de la alfombra, levantándome rápidamente a limpiarlo. No debía quedar ninguna marca que nos comprometiera y menos manchas en el piso de ese baño.
Nos paramos y nos recostamos por un instante en la cama matrimonial a descansar de aquella larga batalla que lógicamente tendría una ganadora.
Después nos dimos un baño dejando todo en su lugar, e inclusive nos alcanzó el tiempo ya llegando la noche para raspar unas paredes y dejarlas listas para el otro día.
Lavé allí mi ropa dejándola secar con toda confianza. También aproveché para lavar mi conjunto negro que después tendría la oportunidad de volvércelo a lucir, esta vez con más luz y seguridad.
Fueron muchas las veces que tuvimos de nuevo en aquella casa durante los 15 días en que Walfren tuvo sus llaves.
Durante todas esas tardes, yo me vestía de señora de la casa, diciéndole donde quería que pintara más. Mientras él pintaba a ráz de piso, yo aprovechaba en una forma pícara y morbosa, y le daba unas mamaditas y de una forma suplicánte le pedía que no fuera malo con la dueña de la casa y que me pegára unas cuantas metiditas.
Metiditas que terminaban casí siempre en un merecido y fogozo polvazo.
La casa se entregó y con ella toda mi felicidad vivida. Pasaron varios meses para que volviera nuevamente a estar con Walfren, pero esa historia se las contaré después.
Espero que les haya gustado tanto como a mi, y si lo desean me hacen llegar un comentario, vale? Hasta pronto. Mónica Lucía.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!